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En este concurso-oposición, la nota mínima para aprobar este examen es un 50% de las respuestas correcto. Y, una vez aprobado este primer, y único, examen se suma la fase de concurso.La mayor oposición acaba por reunir en Gijón a 15.268 aspirantes
El pabellón central del recinto ferial Luis Adaro fue el mayor aula de la oposición, con 2.700 puestos habilitados para los concurrentes. / JORGE PETEIRO
El sistema de control gestionó colas kilométricas en pocos minutos y las pruebas se lograron hacer a la vez en todas las aulas
Para qué se utiliza el comando informático CHKDSK? ¿Qué tipo de archivo lleva la extensión JPG? ¿Quién es el presidente del consejo de administración del Servicio de Salud del Principado (Sespa) y qué tipo de comunicación suponen los rumores y chismes? A preguntas en este sentido se enfrentaron los participantes del que, según la Consejería de Sanidad, era el examen «más multitudinario de la oferta de empleo público de 2018 y de la historia de las oposiciones en la comunidad». Hasta 26.023 interesados habían pagado los 5,66 euros que daban derecho a participar de un concurso en el que estaban en juego 399 contratos de por vida, de celador en centros sanitarios, con un sueldo inicial que ronda los mil euros. Su interés suponía un reto logístico, más en una región que aún recuerda oposiciones problemáticas, con aulas que empezaron el examen antes que otras y aspirantes embarazadas a las que no se daba una opción razonable. Para evitar esas experiencias, el Sespa movilizó a un millar de efectivos y dividió a la marabunta en cuatro sedes, con un test a las 12 horas y otro a las 18.
Al final, a la hora de la verdad la asistencia fue del 58,7%. Era barato apuntarse, no había penalización por dejar el examen sin hacer, y la oposición se celebraba a la vez en el resto de España. La respuesta «es la que calculábamos», comentaba el gerente del organismo, José Ramón Riera. Juntar a 26.000 «era demasiado», incidió. En comunidades como Galicia, empero, la asistencia fue notablemente superior; del 73%.
El Sespa se organizó como si fueran a venir todos los apuntados. Puso sillas para todos y diseñó un sistema de control de accesos que resultó determinante. Cada turno disponía de dos horas para poder acreditarse y acceder al recinto. Fuera quedaron familiares y amigos salvo casos justificados, como el de una madre a la que se permitió tener al marido y el bebé cerca dadas las necesidades de amamantamiento del retoño.
El miedo a ser el último en entrar propició que antes de la apertura de las puertas se agolparan por millares los interesados, formando colas kilométricas en el recinto ferial Luis Adaro, la sede principal de esta experiencia, convertido durante doce horas en toda una ciudad de la oposición. Las aglomeraciones obligaron a la Policía Local a cortar el acceso viario para evitar males mayores y echar el resto luego para ir diluyendo los atascos que se formaron en la entrada y salida. Al final cada aspirante llegaba con una acreditación impresa, un código al que bastaba pasar un lector para que los controladores verificaran la identidad del sujeto. En pocos minutos todos estaban dentro.
«Ha funcionado muy bien, y es justo reconocerlo», avalaba Fran Menéndez, secretario general del sindicato de celadores (Sicepa). «Había mucha incertidumbre por lo masivo de la convocatoria pero el examen se ha desarrollado bien», reiteraba. Otro de los desafíos, mientras, se libraba en los propios hospitales. El 43,5% de los celadores de la red asturiana es interino, por lo que la oposición era una oportunidad difícil de dejar pasar. Para dejarles concurrir sin resentir la atención a los pacientes «los compañeros doblaron turno o regresaron del examen», relataba el líder del Sicepa.
29 euros por interesado
La logística incluyó sillas, mesas, calefactores en cada sala, un tropel de baños portátiles y mucho dinero. El Sespa calcula que entre esta y las oposiciones de técnico de cuidado del paciente (7 de abril) y de auxiliar administrativo (27 de abril) acabará atrayendo a 66.000 interesados, con un coste organizativo de dos millones de euros. «Por tasas se recuperan medio millón», estimó el gerente del Sespa. El resto supone un déficit que la consejería asume. Es la consecuencia de poner a 5,66 euros la inscripción para una prueba que tiene un coste de 29 euros por peticionario.
Las oposiciones tienen tirón, más si llevan tiempo sin convocarse. La última para celadores la organizó el desaparecido Insalud, en 2001. Tanto tiempo ha pasado que las pruebas ahora pillan a sexagenarios con décadas de experiencia pero sin contrato ni destino fijo, compitiendo por la plaza contra adolescentes de 16 y 17 años. Es una situación que venía enervando a sindicatos y currantes. «Me he encontrado a una compañera que lleva 27 años como celadora interina, y que si no aprueba hoy no tendrá plaza definitiva», reconocía el propio gerente del Sespa. «Yo he visto a una de 64 años, que se agobió al ver a tanta gente y ni siquiera entró en el aula», confiaba Fran Menéndez.
Con la idea de no dejar por el camino a los veteranos, la oposición incluye una segunda fase de valoración de méritos, donde se premia con un 80% de los puntos los años de experiencia. Eso sí, para llegar a ella hay que aprobar un examen al que finalmente se puso una nota de corte de la mitad de los puntos. Era el mínimo que permitía la norma y el alivio no lo conocieron los interesados hasta sentarse en los pupitres. «Con esta fórmula la verdad es que alguien sin experiencia que saque aquí diez puntos, al final va a quedar peor clasificado que los que tienen décadas de trabajo detrás y pasen el teórico con un aprobado raspado», reconocían fuentes sindicales.
Un ataque epiléptico
Aun así, el riesgo era alto y todas las miradas estaban puestas en las 79 preguntas con cuatro opciones de respuesta cada una. Los estudiantes llegaron con los nervios a flor de piel y solo en el turno de mañana hubo de evacuarse en ambulancia a un candidato que sufrió una crisis de ansiedad. También requirió asistencia otro con un ataque epiléptico que finalmente pudo controlar.
Todos tenían las expectativas puestas en esos ocho folios sembrados de interrogantes. «Hemos registrado cuatro modelos de examen distintos ante notario, y finalmente se han utilizado dos», detallaba Riera, quien desveló al final toda la cadena de custodia. Las pruebas salieron de una imprenta en un camión que el sábado por la tarde llegó al recinto ferial Luis Adaro. La empresa de seguridad puso a varios agentes custodiándolo para impedir que nadie pudiera acercarse.
En la mañana del domingo el presidente del tribunal desprecintó el vehículo y permitió que las cajas se distribuyeran por las aulas. Con los candidatos ya sentados, se solicitó en cada sala un voluntario que cortase él mismo la cinta que cerraba ese recipiente. Los test se colocaron luego en las mesas, pero dentro de plásticos opacos, para que nadie pudiera ver las preguntas hasta que el tribunal diera la orden de iniciar la prueba en todas las clases. Los responsables de cada aula disponían de comunicación continua para garantizar que ese paso lo dieran todos a la vez.
A las 20.20 horas, los controladores recogieron los últimos impresos y la prueba echó el telón a su acto principal. Habrá más. Los que salían más disgustados miraban los folios y debatían si este o aquel enunciado sería motivo de impugnación, o si el hecho de que un grupo pudiera tener preguntas más fáciles también da para alimentar otra reclamación.
https://www.elcomercio.es/asturias/...urias-examen-sanidad-20190311015954-ntvo.html
Otra, nuestra consejera de hacienda y sector público, que odia a cualquier tipo de personal fijo de la administración, (debe ser que como ella siempre estuvo a la sombra del partido y no ha necesitado hacer oposiciones, los que las han hecho, y se han esforzado por tener un puesto fijo en la administración le molestan). Señora consejera a mi, desde luego, no me representa ni como diputada ni coma nada, no deja de ser una comedora del duernuBarbón situará aDolores Carcedo, consejera de Hacienda, en el puesto número cuatro