Literatura, filosofía y espiritualidad

Conoce las diez cualidades de las personas iluminadas



Roger N. Walsh nos describe un modelo con diez características, cualidades o atributos, que caracterizan a la gente sana. Se dice que la persona iluminada posee estos rasgos llevados a la más alta perfección y de ahí que los llamen “Las diez perfecciones”.


Todos poseemos estas cualidades en grado diferente y somos capaces de cultivarlas practicando un estilo de vida basado en la ética, la meditación y el desarrollo de la sabiduría. Estas diez cualidades son:


La determinación: El budismo establece que el grado de logro y la comprensión de uno se deben a la propia determinación, ningún agente externo puede intervenir por nosotros. El logro de la verdadera salud mental requiere una intensa determinación y esfuerzo.


La energía: La energía y el esfuerzo son esenciales para superar la tendencia a la pereza y a la inercia. Recientes estudios encefalográficos han revelado que las personas que se inician en la meditación, a veces, presentan bajos índices de agilidad cerebral y síntomas de sueño.


La ética: La ética es un mecanismo funcional y práctico, esencial para el ejercicio mental y que no debe confundirse con la moralidad. El comportamiento poco ético tiene efectos nefastos sobre la actividad y el control mental. La falta de ética viene motivada por emociones poderosas como la avaricia, la ira y la aversión que aprisionan la mente y la hacen incontrolable, ocasionando estados aún más disruptivos como la agitación o la culpabilidad.


La veracidad: La mentira, al igual que la falta de ética, consolida las adicciones, temores y torpes comportamientos que la motivan y trae consigo más emociones destructivas, como la culpabilidad, la agitación y la ira. La práctica impecable de la veracidad, incita a la práctica de la ética, requiere un conocimiento preciso del lenguaje y la motivación, realza la percepción clara y la memoria de los acontecimientos, que de otra forma la mentira los distorsionaría. También libera la mente de la culpabilidad y del temor de ser descubierta y por consiguiente hace que disminuya la agitación y la preocupación.


La renuncia : La renuncia es un atributo algo extraño en nuestra manera occidental de pensar pues tiene connotaciones de ascetismo, sacrificio y renuncia al placer. Sin embargo en la psicología budista quiere decir que, en realidad, se renuncia voluntariamente a la fuente del placer con objeto de tener acceso a placeres de una naturaleza más profunda y permanente.


La paciencia: La impaciencia es la consecuencia de la insatisfacción causada por la experiencia presente y por el ansia de la experiencia anticipada. El resultado es un estado mental de inquietud caracterizado por el desasosiego y la fantasía. La palabra paciencia, la relacionan los budistas con la tolerancia, la indulgencia y la clemencia. La mente paciente no se irrita con facilidad, perdona rápidamente, es ética, indulgente consigo mismo e incluso perdona a aquellos que no lo son; dicho de otro modo, es paciente no sólo con situaciones y cosas, sino también con las personas y sus dificultades.


La ecuanimidad: La mente que reacciona mediante condicionamientos automáticos de agrado y desagrado está dominada por el placer y el dolor. Dicha mente está a merced del entorno, es turbulenta, difícil de controlar, no tiene poder de concentración, es inconstante en el propósito y la orientación. Se vuelve insensible a la percepción y a la intuición. A fuerza de entrenamiento, la reactividad condicionada por fuertes impulsos afectivos disminuye y poco a poco la mente se vuelve menos susceptible y más serena. De esta forma, es más fácil controlarla y permanece imperturbable frente a múltiples experiencias, es capaz de ser ecuánime.


La generosidad: Parece ser que es un poderoso inhibidor de hábitos mentales como la avaricia, la ansiedad y el odio. Según las investigaciones contemporáneas, las personas psicológicamente maduras son más caritativas y ayudan más al prójimo que las inmaduras.


El ser totalmente iluminado actúa espontáneamente y de la mejor manera para servir al prójimo. Por lo tanto, el dar ya no es un sacrificio, sino una expresión natural y alegre de la perfecciones de bondad, renuncia y ética que comúnmente están relacionadas entre sí.


La bondad: La psicología budista describe varias prácticas para cultivar la bondad. Algunas son similares a ciertas técnicas de cambio de comportamiento, como la insensibilización sistémica. Sin embargo en lugar de que la serenidad reemplace a la ansiedad, en las prácticas budistas de bondad se reemplazan los estados perniciosos como la ira y el odio. Estas prácticas están basadas en los poderes estrictos de la concentración, donde uno puede percatarse de la experiencia de la bondad u otras cualidades deseadas.


Se recomiendan cuatro cualidades: la bondad universal, la misericordia universal, la alegría de conocer el bienestar de los demás y la ecuanimidad.


Cuando la mente totalmente concentrada está en posesión de estas cualidades sin vacilaciones, se dice que produce estados sumamente positivos y beneficiosos. Cuando la estricta concentración se relaja, estas cualidades tienden, en parte, a disiparse aunque queda la predisposición para el futuro y desaparece la ira.


Cuando la bondad se ha perfeccionado, ya no depende de los estados específicos de conciencia, sino que surge espontáneamente.


La sabiduría: La sabiduría tiene muchos niveles, se necesita una cierta cantidad de ella para iniciar cualquier ejercicio mental. Estos ejercicios disminuyen las distorsiones perceptivas, los hábitos, los sentimientos y el comportamiento pernicioso y conducen a una percepción más clara y a una mayor concentración.


El resultado es un ciclo de retroalimentación positivo, en el cual se reconoce, gracias a la sabiduría, la necesidad de desechar los hábitos perniciosos y cultivar los buenos, que a su vez conducen a una mayor sabiduría. Llegando así, a una profunda intuición y entendimiento, y a una comprensión de la naturaleza contraproducente de los medios a través de los cuales buscamos la felicidad.


La persona que así lo comprende se convierte en Boddhisattva, o sea el que siente comprometido con la total iluminación y con la ayuda desinteresada al prójimo.

Por Triskel
 
¿Ves, oyes o sientes la realidad? Conoce tu canal de preferencia


Las personas percibimos la realidad de forma diferente, lo que en muchas ocasiones nos conduce a una falta de entendimiento, a una mala comunicación, a una mala interpretación de los comportamientos de los otros, en definitiva, a un empobrecimiento de nuestras relaciones sociales.

El problema no es la diferencia de percepción sino el no ser conscientes de esas diferencias.


El primer filtro con el que construimos la realidad es la percepción. Percibimos algo con nuestros sentidos y después la mente se encarga del resto, el error es considerar que la persona que tenemos enfrente está percibiendo exactamente lo mismo que nosotros….


Existen tres canales perceptivos, el visual ( lo que percibimos con nuestros ojos), el auditivo (lo que oímos) y el Kinestésico (las sensaciones informativas que nos produce el tacto, el gusto y el olfato). Salvo fallo orgánico todos percibimos la realidad con los tres canales, pero siempre hay uno de ellos preponderante para cada persona, por lo que lo que percibes tú y lo que percibo yo ante una misma situación, puede ser muy diferente.


Pongamos un ejemplo…


Tres personas van a cenar a un lugar donde nunca antes habían estado, cuando terminan la cena intercambian impresiones.


Persona Visual: La iluminación era perfecta, me ha encantado el detalle de colocar un foco encima de cada mesa, hacía tiempo que no veía una idea tan brillante…


Persona Auditiva: Qué maravilla de sitio, la música ambiente tenía el volumen adecuado y se podía conversar sin escuchar a los otros comensales, al fin un lugar donde se hacen eco de la necesidad de una sobremesa armónica.


Persona Kinestésica: Con el corazón en la mano os digo que me he sentido muy acogido, el lugar tenía mucha calidez, la textura de los platos era exquisita y el local no olía a cocina.


Vemos en este caso que el diseñador del ambiente tuvo muy en cuenta los tres aspectos de la percepción humana y por ello aunque los tres amigos dibujaran una realidad con distintos matices, el resultado fue bueno para todos.


Sin embargo si el dueño del local hubiera descuidado la extracción de humos, la temperatura del local, el suavizante de sus servilletas… el kinestésico hubiera tenido una mala experiencia en el restaurante.


Si la música estuviera muy alta, las paredes resonaran, las mesas estuvieran colocadas de forma que escuchases la conversación de la pareja de al lado, el auditivo hubiera tenido una experiencia desagradable.


Una mala iluminación, caos visual, mala atención a la decoración… conseguirían que el visual no recomendase ese local a nadie.


Con este ejemplo nos damos cuenta de la importancia que tiene conocer cuál es nuestro canal de preferencia y cual es el de nuestro interlocutor para una comunicación más eficaz.


¿Ves, oyes o sientes la realidad?

Si tenemos que hablar ante un público heterogéneo resulta muy útil utilizar expresiones que resuenen (como diría un auditivo) con todos ellos.


Veamos (visual) qué podemos decir (auditivo) para que todos sientan (kinestésico) tu mensaje


PREDICADOS VISUALES


Imagen, aparecer, mira, lo veo claro, enfócate, es mi perspectiva, vaya panorama, esclarecer, pintoresco, ilustrar, lucidez, mirar por encima del hombro, a primera vista, visiblemente, brillante, claro, oscuro, está claro, veamos…


PREDICADOS AUDITIVOS


Me suena, resonar, mencionar, me pregunto, estar a tono, no me grites, hacerse eco, soy todo oídos, dime, escúchame, orquestado, armónico, oídos sordos, prestar oído, grave, agudo, estar al son que más se baila, cri-cri, oratoria…


PREDICADOS KINÉSTESICOS


Decisión firme, cojo la idea, cálido, acogedor, no me presiones, ligero, pesado, denso, llevar la corriente, frialdad, conmover, con los pies en la tierra, suave, mullido, con el corazón en la mano, estar al sol que más calienta, te siento, qué dulce, compréndeme….


¿Cómo distinguir la modalidad de preferencia de una persona?

La forma en la que hablamos, nos movemos y miramos comunica de forma contundente cuál es nuestro canal preferido de percepción.


Visuales:


Personas inquietas, gesticulan al hablar, miran hacia arriba, captan la información como un “pantallazo”, volumen y ritmo alto al hablar, respiración y hombros altos.


Auditivos:


Cabeza ladeada, respiración regular, captan la información de forma secuencial, tamborilean los dedos, miran hacia los lados, recuerdan más lo que escuchan que lo ven.


Kinestésicos:


Respiración profunda, tocan mucho al hablar, arrastran los pies, respiración lenta, captan la información tocando, haciendo, probando… disfrutan de las comidas y los perfumes, mirada hacia abajo.

Por Triskel
 
Última edición por un moderador:
EL SANADOR: Gratitud y Corazón

El sanador abre sus brazos al amor y a la gratitud. También muestra aceptación de las habilidades propias o ajenas. Y siempre tiene palabras amables, de aliento y de reconocimiento para el talento, carácter o apariencia externa de los otros.


El modo en que este arquetipo reclama atención a través de aspectos sombríos es el descuido de la salud y bienestar personal. Cuando no escuchamos al sanador interno caemos en hábitos contrarios a la vitalidad, generalmente adicciones que abren la puerta a la enfermedad y el malestar.


El arquetipo del sanador es una estructura mítica universal, que experimentamos todos los seres humanos. Entre las culturas indígenas el sanador representa el principio de prestar atención a lo que tiene corazón y sentido.


Tradicionalmente se reconoce que el poder del amor es la fuerza curativa más importante que disponemos los seres humanos. Por eso los sanadores eficaces, de cualquier cultura son los que abren sus brazos al amor, es decir, al reconocimiento, a la aceptación, a las cosas válidas y a la gratitud.


Como también tienen una pericia natural para practicar el arte del reconocimiento, reconocen plenamente que los mayores rencores, sólo son amor no expresado.


No olvidemos que situar el ocio y el descanso en el centro de nuestra vida es lo que nos permitirá mantenernos jóvenes. Por lo tanto el ocio no es un privilegio sino una virtud. No es el privilegio de unos pocos que pueden permitirse tener tiempo, sino la virtud de todos los que están dispuestos a conceder tiempo a lo que lleva tiempo: dar a cada tarea el tiempo que necesita.


Existen cuatro adicciones básicas que engloban todas las demás:


Adicción a la intensidad. Fomenta hábitos destructivos para sustituir la sensación de aburrimiento por la de estar vivos.


Adicción a la perfección. Vuelve a las personas rígidas e intolerantes con los errores propios o ajenos.


Adicción a la necesidad de saber y controlar todo compulsivamente. Convierte al individuo en alguien desconfiado y arrogante.


Adicción a lo que no funciona. Se muestra en una tendencia a exagerar las experiencias negativas y aferrarse a ellas.


Pasos para recorrer la senda del Sanador

Poner el corazón en los quehaceres cotidianos. Muchas culturas aborígenes creen que el corazón es el puente entre el Padre Cielo y la Madre Tierra. Estas tradiciones describen el corazón de cuatro compartimientos, como pleno, abierto, claro y fuerte. Por eso debemos comprobar su estado, preguntándonos: ¿ Tengo hoy el corazón pleno, abierto, claro y fuerte? o ¿a medias, cerrado, confuso y débil? Si no nos sentimos con fuerza es porque nos falta coraje para ser auténticos.


– Experimentar los seis tipos de amor universal. Para mantener sanos los cuatros compartimientos de nuestro corazón, debemos explorar y abrirnos a los distintos tipos de amor universal: amor entre compañeros y amantes; padres e hijos; colegas y amigos; amor profesional entre maestro y estudiante; terapeuta y cliente; a uno mismo y amor universal o espiritual. Todos estos tipos de amor son puertas que nos permiten acceder a la sanación. Una visión equilibrada de ello nos invita a un viaje hacia la totalidad que dura toda la vida.


– El principio de reciprocidad: La sanación implica la capacidad de dar y recibir equilibradamente y la habilidad de conectar. Logrando este equilibrio, mantendremos una justa relación con la Naturaleza y por ende una justa relación con nuestra propia naturaleza.


– Visión equilibrada. Sentir estas formas de amor prepara a la persona para comprender que la sanación requiere actitudes como recordar lo que hemos olvidado sobre la conexión de las cosas vivientes y no vivientes; abrazar lo que más tememos; abrir lo que está cerrado y ablandar lo duro; experimentar lo divino; creatividad, pasión y amor; aprender a confiar en la vida y mantener un equilibrio entre el dar y el recibir.


Actos de poder para dar luz al Sanador Interior

Meditación. Dedicar entre cinco y diez minutos diarios a la técnica del “acunamiento”. Tumbado y con las manos sobre el corazón, izquierda encima de la derecha, hay que reconocer los propios talentos, el amor que se ha dado o recibido y concentrarse en el propósito de desarrollar la autoestima.


La postura de la meditación tumbada es la más curativa que el cuerpo puede asumir, pues la asocia con el descanso y con el bienestar que procede del dar y recibir amor. Ponemos al cuerpo en su “canoa del espíritu”, se abre a su guía interna y recibe la sanación. Muchas sociedades chamánicas creen que mientras estamos en nuestra “canoa espiritual”, el gran Espíritu, los antepasados y los aliados ayudantes nos revelan lo que necesitamos en ese momento para nuestra guía y sanación.


En la práctica de la meditación tumbada, honramos este tiempo a lo sagrado y nos dedicamos a desarrollar el sanador interno. Tumbados en el suelo, con los ojos abiertos y suavemente enfocados en un punto lejano. Un brazo descansa en paralelo a nuestro cuerpo y el otro doblado por el codo, con el antebrazo perpendicular al suelo. El antebrazo elevado nos impedirá dormir; si ello ocurre, el brazo te despertará al caer al suelo o sobre tu cuerpo.


En esta postura nos conectamos con la energía curativa, nutricia, amorosa y reconfortante que reside dentro nuestro y con la guía divina sanamos nuestras partes heridas. También desarrollamos la autoestima y cuidamos de nosotros mismos, en la misma forma que debemos cuidar a los demás.


En el trabajo de acunamiento se dedican entre cinco y diez minutos a honrar al gran ser que somos y a recordar la profunda interconexión que sustenta y vincula a todos los seres. Tumbados en el suelo, se coloca la mano derecha sobre el corazón y la izquierda sobre la derecha (las manos simbolizan la sanación). En esta postura se reconocen los puntos fuertes y talentosos, lo mejor de nuestro carácter, las contribuciones efectuadas, el amor dado y recibido; identifica las heridas, las historias personales vinculadas a algún suceso traumático, y se ofrece al cosmos para que la trasmute y poder olvidarse de ellas.


Instrumento musical. Tocar el tambor. Su sonido imita los latidos del corazón y facilita su purificación. También ayuda a entrar en un estado de conciencia favorable para buscar guía espiritual.


El trabajo del viaje y el tambor es una práctica chamánica, que nos permite acceder a la información que emana de nuestro “Yo Sagrado” o “Divino”. Gracias a la guía sonora del tambor (ritmo rápido, generalmente, entre cuatro y siete ciclos por segundo), se entra en un estado alterado de conciencia. Cuando nos embarcamos en un viaje de este tipo, nos abrimos a la posibilidad de apartar los obstáculos y todo aquello que nos impide dar y recibir amor. Esta práctica se usa para desarrollar un corazón pleno, fuerte, abierto y claro. También provoca el alineamiento entre la frecuencia de nuestras ondas cerebrales y los estímulos auditivos externos, y esta armonización puede reequilibrar el sistema nervioso central.


Bailar. Los indígenas danzaban puesto que el ritmo es el alma de la vida, porque todo el universo gira a su alrededor, por eso cuando perdemos el ritmo, perdemos la alegría y ahí es cuando tenemos problemas. También porque facilita la aparición de imágenes de contenido ritualista y ceremonial.


Practicar los ocho principios sanadores universales. Llevar una dieta equilibrada; realizar ejercicio físico; reservar tiempo para divertirse, jugar y reír sin perder el sentido del humor; escuchar música; recitar cantos y contar historias que transmitan valores éticos; sentir amor y contacto físico con otras personas; desarrollo de intereses, aficiones y proyectos creativos; pasar tiempo en la naturaleza, la belleza y entornos sanadores; cultivar la fe y creer en lo sobrenatural. Son los más usados por la mayoría de las culturas, aseguran salud y bienestar. Cuando no atendemos plenamente a estos principios nos encontramos en el lado sombrío del arquetipo del sanador. Estudiemos estos ocho puntos y evaluemos en qué casos descuidamos la salud. Siendo honestos con nosotros mismos equilibraremos nuestras energías y recuperaremos el sanador interno.


Hay que recordar que el amor es siempre uno de los más claros ejemplos, del doble instinto que nos hace que cada día profundicemos más dentro de nosotros mismos y, al mismo tiempo, emerger de nosotros mismos para realizarnos en el otro: muerte y re-creación.


Animales de poder. Los sanadores están vinculados en general a los cuadrúpedos, renos, ciervos, caballos, vacas… Pero, además, han de estar en íntima conexión con la naturaleza y los árboles. Por ejemplo, cada primavera, algunos pueblos aborígenes ofrecen sus cicatrices y heridas, físicas o del alma, a un árbol para que las sane. Y hacen la promesa de no volver a hablar de ellas.


Según la tradición chamánica, podemos visitar el mundo de arriba en el que encontramos lugares mágicos, maestros importantes y experiencias que nos elevan y expanden. También viajamos al submundo, en el que los aliados ayudantes y los animales de poder nos fortalecen para que podamos afrontar con coraje nuestros desafíos y el mundo intermedio, es lo que llamamos la realidad: el mundo externo de la salud, las finanzas, el trabajo, la creatividad y las relaciones.


Contar historias. Las culturas indígenas reconocen que contar historias puede reformar la experiencia de un individuo, su historia personal. Muchos chamanes y curanderos son narradores consumados. Se les suele llamar ”los que cambian de forma” pues, a veces, hasta incluso cambian su propio aspecto físico.


Cuando realizamos un viaje de estos, lleguemos al lugar que lleguemos, tengamos en cuenta que es el lugar exacto que necesitamos para convertirnos en nuestros propios sanadores y maestros. Si no ocurre nada durante el viaje es un momento de espera e integración; literalmente, es el momento de no hacer nada.



Por Triskel
 
El despertar de la humanidad ¿Estamos preparados?



La “Era del caos” de la humanidad comenzó hace varios milenios, cuando se olvidó de su esencia y se desconectó de su propia divinidad.


Todo esto tiene muchas teorías y versiones pero lo que es un hecho es que las grandes civilizaciones cayeron en la anarquía y causaron su propia destrucción.


Posteriormente a esta Era del caos surgieron nuevas culturas que conservaron algunos atributos de las anteriores pero desconocían su verdadera esencia, por ello convirtieron la sabiduría rescatada en diferentes dogmas.


En su mayoría las tradiciones espirituales predicen que la humanidad se encuentra muy cerca de experimentar un despertar, un salto evolutivo de grandes proporciones, pero también advierten que la sociedad resistirá a ese cambio.





Diferentes parámetros establecen que este despertar de la humanidad cambiará la esclavitud impuesta por las doctrinas religiosas, como también los límites a la libertad del hombre impuesta por aquellos que ostentan el poder.


La física cuántica es la llave para acceder a dimensiones más elevadas y se afirma que el despertar de la humanidad ya está ocurriendo en este momento, pues Dios desea que ese acontecimiento tenga lugar y que nada pueda impedirlo.


Las personas sufren en las guerras y también atraviesan la miseria en muchos lugares del mundo, algo que no resulta nuevo ya que ambas cosas han sido endémicas en la Tierra desde hace millones de años.


Muchos ya están listos para afrontar los enormes cambios que traerán la nueva forma de vivir de conformidad con la Voluntad divina. El miedo de algunos no les permite ver la tenencia espiritual que conduce a la evolución humana, a pesar que la mayoría de las personas quieren la paz y la abundancia para todos.


El despertar de la humanidad ocurre en este preciso momento eterno y las muestras pueden verse en todo el mundo a través de un campo de energía que insta a la compasión y cada vez más seres humanos deciden que existe una manera de vivir mejor en la Tierra.





Ser cariñoso, aceptando al otro tal cual es, ser compasivo y perdonar son principios básicos que traerán los cambios esenciales y necesarios para establecer la paz.


Quienes habitan los reinos espirituales ya están dejando su mensajes que cada día es aceptado y compartido, pues cuantas más personas se den cuenta que todos somos Uno se estará dando un gran paso en el camino de la evolución espiritual.




El hombre siempre ha tenido libre albedrío y por lo tanto nada impide que busque en su interior y reconozca su verdadero ser, el templo donde se reúne con Dios, ese lugar de luz donde es posible abrir el corazón y enviar amor a todas la personas, eso también forma parte del despertar de la humanidad en un mundo nuevo que está naciendo.



Por Triskel
 
El verdadero y único tiempo vivido. El cuento de buscador


Os invito a leer este cuento, cuyo autor creo que es Jorge Bucay, por lo menos, en muchos sitios se le asignan a él la autoría del mismo. Una vez acabada la lectura, ¿escribiríais en un cuaderno qué y cuánto habéis disfrutado de una circunstancia para conocer vuestra verdadera edad? Muchos os asombrarías….

El buscador



Esta es la historia de una persona al que yo definiría como un auténtico buscador…


¿Qué es un buscador? Un buscador es alguien que busca; no tiene que porqué ser alguien que encuentra. Tampoco tiene que ser alguien que, necesariamente, sabe exactamente qué es lo que está buscando. Es simplemente alguien para quien su vida se define como una búsqueda.


Un día, algo dentro del buscador le hizo sentir que debía ir a la ciudad de Kammir. Había aprendido a hacer caso estricto a estas sensaciones que venían de un lugar recóndito de su interior, así que, sin pensárselo dos veces lo dejó todo y partió.


Después de un par de días de marcha por los polvorientos y empedrados caminos, divisó a lo lejos, la ciudad de Kammir. Un poco antes de llegar al pueblo, algo a la derecha del sendero le llamó mucho la atención. Era una colina que estaba tapizada de un verde intenso y además, estaba lleno de árboles, pájaros y flores mágicas.


El sendero se encontraba totalmente rodeaba por una especie de valla de madera lustrada. Una puerta de bronce lo estaba invitando a entrar y esto hizo de de repente se olvidase del pueblo y sucumbió ante las ganas de descansar en aquél lugar. El buscador cruzó la puerta de bronce y caminó lentamente entre las pequeñas piedras blancas que estaban colocadas al azar, entre los frondosos árboles. Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de aquel paraíso multicolor. Sus ojos se correspondían a los de un buscador, lo que hizo que descubriera aquella inscripción sobre una de las blancas piedras:


Abdul Tareg, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días

Se sobrecogió al darse cuenta de que aquella piedra no era simplemente una piedra, es más, era una lápida. Sintió pena al ver que un niño de tan corta edad estaba enterrado en aquel lugar. Miró a su alrededor, y el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Esta decía:

Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas

El buscador se sintió terriblemente triste. Aquel paraíso en realidad era un cementerio, y cada blanca piedra era una tumba. Una por una, leyó las lápidas. Todas tenían inscripciones parecidas: el nombre y el tiempo de vida exacto de la persona fallecida. Pero lo que más le conmocionó fue comprobar que la persona que más tiempo había vivido, entre los enterrados en ese sitio, apenas había cumplido los once años… Embargado por una enorme tristeza, se sentó y se puso a llorar.




El cuidador del cementerio que justo pasaba por allí, se acercó. Lo miró llorar durante un rato en completo silencio y luego le preguntó si lloraba por algún familiar enterrado en aquel lugar.


– “No, en realidad no lloró por ningún familiar”, dijo el buscador. “¿Qué es lo que pasa en este pueblo? ¿Por qué hay tantos niños muertos? ¿Cuál es la maldición que pesa sobre esta gente, que se han visto obligados a construir un cementerio de niños?”


El cuidador sonrió y dijo:


– “Puede usted estar tranquilo. No existe tal maldición. Lo que ocurre es que aquí tenemos una vieja tradición. Le contaré: cuando un joven cumple quince años, sus padres le regalan una libreta como esta que tengo aquí, para que la llevé colgada del cuello. Es costumbre entre nosotros que, a partir de ese momento, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y escribe en ella:


A la izquierda, qué fue lo disfrutado… A la derecha, cuánto tiempo duró ese gozo…


Conoció a su novia y se enamoró de ella. ¿Cuánto tiempo duró esa pasión enorme y el placer de conocerla: Una semana? ¿Dos? ¿Tres semanas…? Y después, la emoción de ese primer beso, ¿Cuánto duró? ¿El minuto y medio del beso? ¿Dos días (si contamos la emoción)? ¿Y el embarazo y el nacimiento del primer hijo…? ¿Y la boda de los amigos? ¿Y el viaje más deseado? ¿Y las comidas con los amigos? ¿Y el encuentro con el hermano que vuelve por fin de ese sitio lejano? ¿ Cuánto tiempo duró el disfrutar de estas situaciones?¿Horas? ¿Días? ¿Semanas?


Y así, vamos anotando en la libreta esos momentos que tanto disfrutamos… sí…, cada momento.


Entonces, cuando alguien muere, es tradición abrir su libreta y sumar el tiempo de los momentos disfrutados para así escribirlo sobre su tumba. Porque ese es para nosotros ese es el único y verdadero tiempo vivido”.

Por Triskel
 
INTERVENIR NO ES AYUDAR, plan de vida y libre albedrío




En la maravillosa experiencia humana que decidimos atravesar venimos dotados de dos importantísimas características sagradas e irrenunciables.


Dos fuerzas que en ocasiones funcionan de manera opuesta, dos fuerzas que no siempre sabemos reconocer, ni en nosotros ni en los demás, llevándonos al aprendizaje por el camino del ensayo y error.


Dicen que ninguna fuerza divina interviene en nuestras vidas salvo que sea demandada por nosotros mismos. Al parecer por ahí arriba se toman muy, muy en serio, el respeto por el libre albedrío, así que nosotros deberíamos tomárnoslo con la misma seriedad.


Os contaré una historia…

Una tarde de verano me encontraba con una amiga, sentada al borde de una piscina, cuando vimos aproximarse a una bonita mariquita que se dirigía con rumbo fijo hacia el agua.


Mi amiga se levantó y volvió a colocarla en la parte de césped que se encontraba a nuestra espalda, creedme si os digo que pocos minutos después, la escena, con rescate incluido, se repitió.


Bromeábamos sobre las tendencias suicidas de tan lindo bichito, cuando la vimos aparecer, de nuevo, en dirección a la refrescante masa de agua que se hallaba delante de nosotras.


Y la broma dejó paso a la reflexión.


¿Con qué derecho interveníamos nosotras en el destino de ese Ser? ¿Con qué información decidíamos si lo mejor para el animalito era dejarle seguir su rumbo o modificarlo?


¿Y si la mariquita, como en el divertidísimo libro de Maldito Karma, estaba harta de su vida como insecto y pretendía morir para reencarnar mejor? ¿Quién nos aseguraba a nosotras que dejarla en la hierba no iba a condenarla a ser aplastada por cualquiera de los niños que correteaban por allí?


¿Y si su plan de vida, si es que las mariquitas lo tienen, incluía una muerte por ahogamiento, o simplemente un baño refrescante, porque resulta que las mariquitas flotan y nosotras lo estábamos evitando?


Y aunque no fuera así ¿Con qué derecho interveníamos en el clarísimo libre albedrío de nuestra nueva amiga que quería ir hacia el agua?


Nunca supimos que pasó con ella, pero dejamos de intervenir y nos dimos un baño, que nos lo habíamos ganado.


Pero habíamos ganado más que eso, habíamos ganado un grandísimo aprendizaje…


“Intervenir no es ayudar”


Si eres seguidor de esta página presupongo que tienes un alto nivel de consciencia, de lo contrario no te atraerían estos temas.


Conforme avanzamos en nuestro nivel de consciencia se hace patente que el Servicio al otro es parte inquebrantable de nuestro contrato con lo Divino.


Queremos a ayudar, venimos a ayudar pero sin perder de vista que no siempre lo que nos parece una ayuda lo es, y estamos infringiendo normas sagradas como el libre albedrío.


El discernimiento aquí resulta muy complicado, pero al menos debemos intentarlo.


Vayamos por partes…


EL PLAN DE VIDA:


Venimos a algo, tenemos pactos con otras almas para la evolución de estas, traemos karmas a sanar y experiencias que planeamos vivenciar.


Aunque todas esas situaciones potenciales se encuentren regristadas en los archivos akásicos, aunque una parte de nosotros, nuestra alma, conozca el itinerario, las reglas del juego incluyen que nacemos con el velo del olvido ya que si viniéramos con el libro de instrucciones, además de ser aburridísimo, no podríamos hacer uso del libre albedrío, y no se produciría la integración del aprendizaje, ni la deseada evolución de nuestra alma.


Así podemos encontrarnos con que una persona querida va a iniciar una relación de pareja con alguien que, está clarísimo, no le conviene.


Queremos ayudarle, queremos decirle que no entre allí, y con eso quizá estamos entrometiéndonos en un Karma que, ambos dos, planearon resolver en esta encarnación.


Pero ¿Y si mi plan de vida consiste en ayudarle a que no cometa esa error? ¿Y si soy yo la que tengo ese pacto con esa persona?


Ya he dicho que el discernimiento es complicado…


Hay que ser humildes, y desde el corazón expresar nuestra opinión, dejando muy claro que no conocemos toda la verdad.


EL LIBRE ALBEDRÍO:


Sí, esa persona es inadecuada. No, no está en su plan de vida. Sí, nuestro ser querido va a sufrir y con él, nosotros…

Por Triskel
 

Temas Similares

Respuestas
11
Visitas
588
Back