Literatura, filosofía y espiritualidad

Las 9 mejores frases de Alan Watts para reflexionar



Las frases de Alan Watts son una invitación a la reflexión más profunda, esa en la que todo y nada ejercen como la combinación perfecta para descubrir aquello que es imposible atrapar con las palabras. Se trata de sentencias capaces de sacudir nuestra concepción del mundo, la vida y las relaciones para llevarnos hasta el abismo fecundo del propio ser.


Alan Watts (1915 – 1973) fue un un filósofo, escritor y conferenciante británico conocido por su interpretación de la filosofía oriental, además de por su interés en difundirla y acercarla al mundo occidental. Fue un hombre de lucidez provocadora, a la que combinaba de manera sencilla -y a la vez mágica- con la ironía y el sentido del humor. El objetivo: estimular la reflexión sobre la existencia, generando interrogantes capaces de romper esquemas y deconstruir realidades.




Watts escribió más de 25 libros y un gran número de artículos sobre temas relacionados con la identidad, la búsqueda de la felicidad, la conciencia, el zen, la naturaleza de la realidad y el amor en su sentido más amplio y profundo. Algunas de sus obras más conocidas son La sabiduría de la inseguridad (1951) , El camino del zen (1957) y El camino del Tao (1975), entre otras.


En este artículo os dejamos una pequeña selección de las mejores frases de Alan Watts que son todo un reto para aquellos que les encante navegar por el océano de la existencia y un regalo del que disfrutar para sentirnos más vivos.


Las frases de Alan Watts son un tesoro al que recurrir si queremos cuestionarnos y llegar a conocer la verdad. Un valioso legado en el que profundizar para retirar esos velos que nos impiden ver con claridad y alcanzar el bienestar.
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La trampa del pensamiento

“Una persona que piensa todo el tiempo, no tiene más en qué pensar que en los pensamientos mismos, de esta manera pierde el contacto con la realidad y está destinado a vivir en un mundo de ilusiones”.
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Podemos ser dueños o esclavos de nuestros pensamientos, de nosotros depende. Porque, aunque el pensamiento no sea malo por sí mismo, puede volverse peligroso cuando nos aferramos a él y nos perdemos en los círculos viciosos de las creencias.


Ser infalibles, perfectos, alimentar una única concepción del mundo, y por lo tanto de verdad, creer férreamente que los demás no pueden fallarnos, y si lo hacen expulsarlos de nuestro lado, son solo algunas de las formas más comunes de alejarnos de la realidad y alimentar nuestro propio sufrimiento.


El pensamiento es una herramienta muy poderosa que hay que saber dominar, utilizar con moderación y podar cuando despliegue sus artimañas para confundirnos e inducirnos al autoengaño. Para Alan Watts no hay mejor forma de gestionarlo que rendirnos a la evidencia del presente, a la conexión profunda con lo que estamos siendo y sintiendo ahora.


Los límites de las palabras

“Las palabras no pueden expresar más que un pequeño fragmento del conocimiento humano, porque lo que podemos decir y pensar es siempre inmensamente menor de lo que experimentamos”.
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El lenguaje es un instrumento social, una herramienta inventada por el hombre capaz de generar realidades que faciliten el entendimiento -y lo dificulten también, en función del caso-. Su riqueza nos permite una gran precisión, pero que tiene sus límites. Porque a veces, las palabras ya sean habladas o escritas no son suficientes para darle una resolución aceptable a lo que sentimos, de manera que los demás lo puedan ver.


El problema es quedarnos en el reduccionismo del lenguaje y dar por sentado que no podemos ir más allá. Sería algo así como permanecer miopes al mundo de lo sensible, de la experiencia y esto tan solo es vivir a medias o incluso, mucho menos. De ahí que Alan Watts mostrase su preocupación por este tema.




El secreto del camino

“El significado y el objetivo de danzar es la danza. Igual que la música, se realiza plenamente en cada momento de su curso. No se toca una sonata para llegar al acorde final, y si el significado de las cosas estuviera simplemente en los finales, los compositores solo escribirían últimos movimientos”.
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Esta es una de las frases de Alan Watts que pude generar sabrosos frutos si la sembramos en nuestra memoria. El disfrute del camino es mucho más enriquecedor que la consecución de cualquier éxito u objetivo. La experiencia de cada instante, la conexión con el presente es lo que nos proporciona la conciencia de la existencia real.


Algunos y algunas tenemos la mala costumbre de obsesionarnos con los finales, de saborear la cima sin tener en cuenta el recorrido. Este mal hábito no deja de ser un juicio injusto: con la ignorancia del sendero que nos ha llevado a la meta, también queda opacado el esfuerzo que hemos realizado.





La importancia del presente

“Si mi conciencia del futuro y del pasado me hace menos consciente del presente, debo empezar a preguntarme si estoy viviendo de veras en el mundo real”.

El presente es un tema recurrente en la historia como despreciado en la misma. Por esta razón no deberíamos dejarlo pasar de largo. Cuando un tema se repite tanto y es mencionado por personalidades con ideologías tan dispares, no deberíamos ignorarlo, todo lo contrario. De algún modo significa que es una de nuestras asignaturas pendientes.


Vivimos perdidos en el laberinto que une el pasado y el futuro sin tener conciencia de que somos poseedores de la llave que nos abre la puerta de salida: el presente. En general, hacemos bien eso de relatarnos historias pobladas de miedos, preocupaciones y culpas. Deambulamos cabizbajos y agotados en lo que un día fue y en lo que otro será. Sin embargo, solo cuando logremos estar presentes, seremos capaces de experimentar nuestra existencia más real.




El gran valor del desapego

“El desapego significa no sentir ningún remordimiento por el pasado ni miedo por el futuro; dejar que la vida siga su curso sin intentar interferir en su movimiento y cambio, sin intentar prolongar las cosas placenteras ni provocar la desaparición de las desagradables. Actuar de este modo es moverse al ritmo de la vida, estar en perfecta armonía con su música cambiante, a esto se llama iluminación”.
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Aferrarnos a las cosas, situaciones y personas es levantar muros que impiden el arte de fluir con la vida a cambio del sufrimiento. Alimentar las ideas de pertenencia, de control y poder nos aleja de nuestra esencia más genuina para ubicarnos en el universo terrenal de lo material y en la dualidad del placer-displacer.


Sin duda esta es una de las frases de Alan Watts en la que podemos ver reflejado su conocimiento sobre la filosofía oriental. Debemos olvidar esa idea de que algo o alguien nos pertenece porque de lo contrario nos convertiremos en víctimas del miedo a la pérdida y esto tan solo nos llevará a sumergirnos en una espiral de sufrimiento.


El arte de saber renunciar es la clave para desligarnos de las trampas de las expectativas y el deseo. Y una vez conseguido, será mucho más fácil conectar con un estado de plenitud y armonía.


El valor de la impermanencia

“Cuando más tiende una cosa a ser permanente, más tiende a carecer de vida”.
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Otra de las frases de Alan Watts que merece la pena grabarse a fuego en la mente. La impermanencia o anicca es la ley de la temporalidad, esa que afirma que nada permanece porque todo está en constante cambio. A pesar de que hoy nos parezca igual que ayer, existen diferencias, pero no solo a nuestro alrededor, sino también en nuestro interior.


Aceptar la impermanencia, integrarla como parte de nuestra filosofía de vida, es el primer paso para liberarnos de los engaños del deseo, el ego, la ignorancia y la pasión desenfrenada por las experiencias sensitivas. Estas dos frases de Alan Watts nos lo recuerdan.


“La mayoría de las actividades humanas está diseñada para hacer permanentes las experiencias y alegrías que solo son adorables porque están cambiando”.
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La incoherencia de la seguridad

“Es inútil decir que no deberíamos querer la seguridad. Hemos de descubrir que no existe la seguridad, que buscarla es doloroso y que cuando imaginamos haberla encontrado, no nos gusta. Lo principal es comprender que no hay ninguna seguridad”.

Detestamos la incertidumbre y todo lo que ella conlleva, como no tener control. El problema es que no sabemos -o ignoramos a ratos- que no hay nada seguro a nuestro alrededor, de manera que hay mucho de ilusión en todo cuanto creemos. De hecho, en cuanto comenzamos a creer en la seguridad creamos la posibilidad de sufrir por algo, de entregarnos a la telaraña de las necesidades y los miedos.


Algunas de las frases de Alan Watts de su obra La sabiduría de la seguridad nos hacen reflexionar sobre este tema. Por ejemplo, en una de ellas expresa “si para disfrutar de un presente agradable debemos tener la seguridad de un futuro feliz, estamos “pidiendo la luna””. ¿Por qué? Porque, como ya hemos dicho anteriormente, en buena medida carecemos de certeza, lo que nos abre la puerta para gozar de incertidumbre. Así, es inevitable que sintamos dolor, que nos decepcionemos y que en ocasiones, naveguemos por mares enfurecidos de sufrimiento.


Creer protegernos tras el escudo de la seguridad no es más que un espejismo, una alucinación que nos sirve a corto plazo pero que a la larga tiene sus consecuencias. De hecho, cuanta más seguridad busquemos, más sufriremos. Porque nada es estático, todo tiende al dinamismo, al movimiento, al cambio y por ello, a la probabilidad de no permanecer.


El concepto de interdependencia

“Cada persona es una manifestación única del todo, ya que cada rama es una extensión particular del árbol”.
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Esta es una de las frases de Alan Watts más conectada con la filosofía budista y con uno de sus conceptos fundamentales: la interdependencia. Según el budismo, todo elemento nace ya dependiendo de otro, es decir, las cosas existen dependiendo una de otras por causas y condiciones que están en constante flujo, interactuando entre sí. Y por lo tanto, estarían vacías por sí mismas. Desde esta perspectiva, el hecho de que las cosas existan de alguna manera y podamos interactuar con ellas conlleva que carezcan de una existencia inherente.


Quizás sea un concepto complejo de comprender en un primer momento, ya que de algún modo marca el movimiento y la interacción como condición fundamental para la conciencia de la existencia. Así, cuando nos sumergimos en la dualidad, cuando nuestra mente crea la separación de entidades y se sumerge a su vez en la identidad personal, entonces se vuelve posible el sufrimiento.


Como vemos, las frases de Alan Watts son un valioso legado para reflexionar y despertar conciencias. Se trata de sentencias que invitan a ampliar nuestro espectro visual y mental para ir más allá. Una colección de pequeñas píldoras de sabiduría que tener siempre presentes en nuestro camino de evolución personal.


Por Gema Sánchez Cuevas
 
Neopaganismo



Neopaganismo

Deidad o deidades principales Diferentes dioses paganos
Ramas Druidismo, Wicca, Jewichería, Ásatrú, Romuva, Kemetismo, Dodecateísmo, Romanismo, entre otros.
Tipo Politeísta, Panteísta
Número de seguidores estimado 1.000.000
Seguidores conocidos como Neopaganos
País o región de origen
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Europa
País con mayor cantidad de seguidores
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Estados Unidos
Organización internacional Federación Pagana Internacional [cita requerida]
Religiones relacionadas Paganismo, animismo, chamanismo
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El neopaganismo es el conjunto de movimientos espirituales modernos inspirados en diversas formas de religiosidad politeísta anteriores al cristianismo, a menudo emparejado con una interpretación religiosa de la ecología moderna. Este movimiento puede dividirse en cuatro grandes ámbitos: la brujería tradicional, la wicca y tradiciones derivadas, los sincretismos y, finalmente, diversos tipos de reconstruccionismo neopagano.

Wicca
Artículo principal: Wicca

La Wicca fue fundada por el autor y ocultista inglés Gerald Gardner durante los años cincuenta (del siglo XX).2 En sus libros, Gardner aseguraba haber sido iniciado en un conventículo secreto por brujas británicas, que supuestamente mantenían el culto heredado de una "antigua religión" tras siglos de persecución por parte de algunas iglesias cristianas, especialmente la Iglesia católica y las protestantes.

La teología de la Wicca gardneriana puede definirse como un biteísmo, que integra dos divinidades principales arquetípicas de la brujería europea. La Diosa o la Señora (expresión divinizada del principio femenino, y diosa de las brujas) y el Dios o el Señor (dios astado, inspirado en los antiguos dioses de la caza, particularmente el Cernunnos céltico y demonizado por la Iglesia católica). No obstante, hay tradiciones monoteistas de diosa femenina, como la Wicca Diánica.

Su símbolo principal es la estrella de cinco puntas dentro de un círculo llamado pentáculo.


Brujería Tradicional
Algunas tradiciones de brujería a menudo se autodenominan brujería tradicional para indicar que difieren de la Wicca y no comparten orígenes históricos con la misma.

La brujería tradicional, cuando no se refiere a las tradiciones específicas (Clan de Tubal Caín,3 Cultus Sabbati,4 Anderson Feri5) es un término que incluye diversas tradiciones de la brujería - algunas basadas en la "cultura" (spaecrafte, seidr, brujería latinoamericana, streghoneria) y otras basadas en la práctica (hedgewitchery, greenwitchery, kitchenwitchery). Por último, otras son tradiciones únicas y personales para el individuo.

Hay diversas similitudes entre tradiciones de brujería tradicional; entre ellas podemos citar: tratar con espíritus y elementos de la naturaleza, rendir culto a los antepasados, creencia en el animismo, y un uso de la magia popular (la magia baja) en vez de la alta magia. Los brujos tradicionales basan sus prácticas en cantos, conjuros, baladas, supersticiones, colecciones de tradición oral y prácticas de brujería y rituales documentados.6

Estas tradiciones prescinden de algunos elementos característicos de Wicca, como la Rede y la ley de la triplicidad. En el ámbito de la Ética, reconocen que puede ser ambigua dependiendo de cada situación, y hacen hincapié en que el individuo debe asumir la responsabilidad de sus acciones.7


Reconstruccionismos
Artículo principal: Reconstruccionismo pagano

Se denominan «reconstruccionismos» aquellas formas de neopaganismo que aspiran a una recuperación de religiones antiguas de la humanidad, particularmente las de Europa, Oriente Medio y Egipto. Destacan principalmente Asatrú (reconstruccionismo nórdico o germánico), el politeísmo helénico, la religión romana,8 el druidismo (celta),9 la mitología guanche en las Islas Canarias (España),10 las religiones precristianas de los países bálticos como la Romuva (Lituania)11 o Dievturība (Letonia),12 el tengrismo (monoteísmo húngaro-altaico) y distintas formas de neochamanismo, así como, en menor medida, los cultos a Mitra y a deidades egipcias de la época faraónica.

Los seguidores de cada uno de los distintos reconstruccionismos suelen reunirse (por lo general de manera separada) en grandes festivales anuales donde se visten de acuerdo a la época histórica que intentan revivir y realizan distintos rituales inspirados en aquellas tradiciones, aunque suelen evitar los aspectos más crueles y sangrientos de las mismas, como los sacrificios. Desde 1998 existe un Congreso Mundial de Religiones Étnicas,13 cuya sede central se encuentra en Lituania.

https://es.wikipedia.org/wiki/Neopaganismo
 
¿Quiénes son los neopaganos?



Así se denomina a una amplia variedad de movimientos religiosos modernos que suelen incorporar en su liturgia prácticas, símbolos o divinidades de algún culto precristiano.

Así se denomina a una amplia variedad de movimientos religiosos modernos que suelen incorporar en su liturgia prácticas, símbolos o divinidades de algún culto precristiano. Entre ellos se incluyen desde la wicca, una forma de brujería relacionada con la fertilidad cuyos practicantes se reúnen en covens o aquelarres, hasta los "reconstruccionismos", que en esencia tratan de recuperar las antiguas religiones paganas. Es el caso del asatrú, originado en Islandia en 1973, que se basa en las tradiciones de los pueblos nórdicos, incluida la veneración a Odín, y del druidismo, que sigue la fe de los antiguos celtas.

Aunque los neopaganismos son extremadamente diversos y en ellos se encuentran elementos politeístas o animistas, la gran mayoría presenta fundamentos similares. Por ejemplo, muchos mantienen la creencia en un principio femenino y otro masculino representados por dos o más dioses; los seguidores se reúnen en pequeños grupos y acuden a determinados actos para celebrar fechas o acontecimientos concretos, como los equinoccios y los solsticios; y las prácticas suelen realizarse al aire libre y de forma discreta, ya que a menudo son ridiculizadas o condenadas por las religiones mayoritarias. Además, se trata de movimientos mistéricos y muy desestructurados en los que los iniciados, que también dan mucha importancia a la naturaleza y sus ciclos, se rigen por sólidos principios morales, como la prohibición de usar la violencia.

https://www.muyhistoria.es/curiosidades/preguntas-respuestas/iquienes-son-los-neopaganos
 
Aradia: El Evangelio de las brujas



Una mujer llamada Maddalena entregó a Charles Leland un manuscrito que recogía los ritos y creencias de una antigua religión relacionada con la brujería y que se desarrolló en la Toscana. Era Aradia: El Evangelio de las brujas.

Aradia: El Evangelio de las brujas
¿Quién era Aradia? Aradia era la hija de la diosa Diana que fue enviada por su madre a la tierra para que enseñase brujería a los humanos más desfavorecidos para ayudarlos en su lucha social. Es una especie de figura mesiánica.


Fragmento de Diana saliendo de su baño François Boucher, 1742
Charles Godfrey Leland fue un escritor y folclorista británico que estando en la Toscana, en 1886, conoció a una misteriosa mujer que decía llamarse Maddalena Talenti. Esta mujer le dijo que pertenecía a un antiquísimo linaje de brujas que habitaban en la Toscana desde la época de los etruscos.



Ella le hizo llegar un manuscrito, el “Vangelo”, con los ritos y creencias en que se basaba su credo: la “religión antigua de las brujas”. Leland lo tradujo y completó hasta conformar el “Aradia: El Evangelio de las brujas”.




El libro, que además de un prefacio y un apéndice, consta de 15 capítulos, contiene ritos, hechizos, conjuros e historias relacionadas con la brujería, que son la base de una contrareligión opuesta al catolicismo y la jerarquía dominante. En el primer capítulo explica cómo Aradia enseña a sus seguidores la práctica de la brujería. Sus primeras discípulas fueron esclavas que escaparon del dominio de sus amos para convertirse en ladronas y a las que Aradia enseña brujería para que persigan a los opresores y malvados que pueblan la tierra. En los siguientes capítulos podemos encontrar, entre otras cosas, el origen de Aradia, hija de Diana, y su relación con su hermano Caín y también explicaciones prácticas de cómo hacer conjuros, amuletos o los rituales a seguir durante los aquelarres. Uno de los conjuros más curiosos está en el capítulo IV y sirve para invocar el favor de Diana a través de una piedra agujereada que tiene que haberse hallado casualmente.

“Espíritu de buen augurio,
que casualmente vienes en mi ayuda,
tenía gran necesidad de ti…”

Si os interesa leerlo directamente podéis hacerlo en inglés en Wikisource: “Aradia, or the gospel of the witches".



Entre los historiadores existen dudas sobre la veracidad del manuscrito. Éste, que estaba escrito de puño y letra de la propia Maddalena Talenti, puede ser la transcripción de una manuscrito más antiguo, de una tradición oral o tratarse simplemente de una falsificación. En todo caso, Leland lo consideró verdadero y consiguió editarlo. Cuando salió a la luz pública, fue la base para una nueva religión neopagana que deseaba hundir sus raíces en una tradición medieval unida a la brujería. En la década de los 50-60 del siglo XX, volvió a editarse y consiguió de nuevo influir en los seguidores del neopaganismo, actualmente prácticamente desaparecido.

Por Carmen A. Barenys
 
Avalon; isla de los manzanos





Avalon, la isla de los manzanos.


Avalon es la isla donde descansa el rey Arturo hasta que Camelot, asediada, reclame su vuelta.

Esta es una definición mitológica tan precisa como carente de vida, pero Avalon, creo, merece que reparemos en su historia, pues no todas las islas encantadas son islas imaginarias, y algunas cosas que la tradición ha relegado al mito viven más intensamente que los ídolos ante los cuales se postran los necios.


El mito es, sobre todo, proporcionalmente inverso al pensamiento maniqueo, esto es, pensar en opuestos. Sólo siendo indiferente ante la tentación de catalogar las cosas como buenas o malas, brillantes u oscuras, seremos capaces de comprender el mito en toda su magnificencia. Las religiones, especialmente la judía y la cristiana, jamás han comprendido este matiz poético, de modo que han saqueado todo aquello que convenía a sus intenciones argumentativas, dejando los restos como meros residuos inexplicables carentes de valor.

Una interesante afirmación para comenzar a recorrer el camino de la Isla Occidental es decir que antes del Paraíso fue Avalon.


Avalon aparece por primera vez en 1136 en la monumental Historia Regum Britanniae ) Historia de los Reyes de Bretaña), de Geoffrey de Monmouth, como el sitio en donde fue forjada Excalibur, la legendaria espada de Arturo, y donde el cadáver de este rey se recupera de las heridas recibidas en la Batalla de Camlann, cuando el héroe se enfrentó con su hijo, el implacable Mordred.

Geoffrey of Monmouth la menciona en latín: Insula Avallonis, luego, Insula Pomorum (isla de los manzanos); pero la palabra Avalon tiene un significado tan antiguo que su nombre podría ser comprendido por los habitantes más primitivos de Europa.

Avalon significa Manzanos, proviene del galés antiguo Abal (manzano), idéntico a la voz celta Abal, con igual significado. La raíz abal se remonta al protoindoeuropeo, esto es, la lengua más antigua de la que se tiene conocimiento, antes de que las tribus europeas comiencen su largo éxodo hacia oriente.

Pero, ¿qué es Avalon? El lector de J.R.R. Tolkien quizás recuerde a Avallone, aquel puerto de la Isla de los Elfos, enclavada presumiblemente en medio del Océano Atlántico; y es el propio Tokien quien, de hecho, penetró con mayor agudeza en el mito de Avalon, aunque su naturaleza cristiana no le permitió vociferar abiertamente el secreto que ocultan sus playas.

La Irlanda medieval susurraba oscuramente sobre la temible Emain Ablach, la Isla de los Manzanos, y sus caudillos más temibles eran llamados Afallach (los hombres del manzano). Todos los pueblos europeos que retornaron del éxodo, y algunos que nunca regresaron, conservaron la tradición de una Isla gigantesca, sede de una ciencia antiquísima, un saber oculto y prohibido, sobre las profundas aguas del atlántico. Este mito de la Isla Inmemorial quedó registrado en historias celebérrimas, como la leyenda de la Atlántida, la Isla de los Bienaventurados, los Campos Elíseos, o el Paraíso judeocristiano, que si bien no es mencionado como isla, coincide con Avalon en un detalle fundamental.


Arturo, sostiene el ciclo, jamás murió. No porque posea alguna escencia sobrenatural, sino porque su cuerpo reside en la Isla de los Bienaventurados, es decir, en una tierra perfecta, donde el círculo de la vida y la muerte queda suspendido, y donde todos los dones de la naturaleza son brindados sin efectuar el menor esfuerzo, bien análogo al de los elfos de Tolkien en su isla de inmortales. Estudiosos modernos han intentado ubicar la isla de Avalon en la Isla de Man, y hasta en las Islas Canarias, olvidando que el mito, para ser verdadero, no necesita de una ubicación real, aunque en este caso sí la tiene.


Para comprender el mito de Avalon debemos ampliar nuestra mirada del pasado, e incluir muchas cosas que rozan un terreno pantanoso, literalmente.


Hace unos 12.000 años se produjo una de las migraciones más impresionantes que el mundo jamás haya visto. De Europa Occidental partieron innumerables tribus hacia oriente, llevándose consigo el recuerdo de la tierra natal. Este éxodo queda retratado en la gran épica hindú, el Ramayana, de origen indoeuropeo, en donde se narra la conquista de oriente utilizando una historia de amor como disparador. Lingüísticamente hablando, este éxodo queda demostrado con la unicidad de las lenguas arias, es decir, que el sánscrito, el pali, griego, latín, alemán, céltico, inglés, todos provienen de una fuente común, de un lenguaje común, denominado protoindoeuropeo. Hace unos 7.000 años, muchas de estas civilizaciones desandaron el camino, repoblando Europa Occidental. En este vaivén, los mitos se funden, se superponen, se vuelven nebulosos y esquivos, pero allí están, listos para ser abordados por el estudioso sagaz, que nunca pretende encontrar la Verdad, sino apenas una verdad, pequeña y regional, que con suerte terminará integrando un mapa mayor donde otros, acaso mejores, logren reconstruir la historia primordial de la civilización occidental.


El hogar en el exilio estaba en oriente, pero el corazón nunca partió, se quedó en occidente, se glorificó, se idealizó a tal punto que sus tierras mezquinas y pantanosas se volvieron una isla brillante, perpetuamente joven, donde el hombre no necesitaba del sudor de su frente para disfrutar sus dones. Este sentido trágico y melancólico es recogido en la tradición judeocristiana del Paraíso, una tierra idílica, perfecta, donde la muerte no tiene cabida. Pero las asimilaciones mitológicas nunca logran traicionar la escencia que pretenden reproducir, de modo que en la tierra sagrada del mito judeocristiano, donde, recordemos, la muerte no tiene cabida, la vieja sabiduría de occidente se filtra en una figura muy peculiar: la serpiente.


Es curioso pensar que en la Tierra de Dios el mal tenga acceso de un modo tan abierto como en el mito del Paraíso, pero así debía ser. Adán y Eva, el hombre y la mujer en estado puro, en comunión idílica con el entorno, ceden ante la tentación de la manzana, aquel símbolo intrínseco del conocimiento, emplazado en el centro del paraíso. Tras omitir las órdenes de Jehová, la pareja es expulsada del paraíso, de la tierra de los manzanos, y al igual que las melancólicas tribus europeas, son exiliados al este, donde se ven enfrentados con la dura realidad de lo desconocido.


En resumen, Avalon es esto; una tierra ignota que ha sido abandonada, el hogar que queda atrás, con todas sus miserias y encantos que florecen y se multiplican con la distancia. Para algunos, Avalon existe realmente, para otros, jamás existirá, salvo en las páginas perdidas de un éxodo muy impopular.


Volviendo a la Edad Media podremos atestiguar la existencia de Ynys Affalach (Isla de los hombres del manzano), luego llamada Ynys Gutrin (Isla de Cristal) -similar a la tumba cristalina de Arturo-, finalmente rebautizada por los sajones como Glastingebury (Glastonbury). Esta región, una verdadera isla de manzanos rodeada por un "mar" de pantanos, se ha revelado como un sitio funerario por excelencia, un lugar en el que, se creía, nadie muere eternamente, una región donde el espíritu se renueva del cansancio del mundo, del peso implacable del tiempo, como el viejo Arturo, que duerme un sueño inmemorial en las costas de Avalon, perdidas para siempre en los laberintos del mito.

Por Espejo Gótico
 
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