Libros, libros, libros

LORD BYRON, KIPLING O G. K. CHESTERTON FUERON CLIENTES HABITUALES
Recorremos las librerías más ilustres y exclusivas de Londres
El gusto por la lectura forma parte de la vida cotidiana en la capital británica. Allí están Hatchard’s, Daunt, Sotheran’s y London Review Bookshop, cuatro de las mejores del mundo


imagen-sin-titulo.jpg

Vista general de la librería Daunt, que cuenta con dos enormes galerías de doble altura, iluminadas por un techo abierto con cristaleras. (Jordi Adrià)


PEPE VERDES
TAGS

23.03.2018 –
"Mind the gap!", susurra el altavoz del vagón de metro en la estación de Picadilly. “Cuidado con el desnivel” al salir del tren, señor viajero, no se vaya de bruces contra el suelo. Un desnivel que en realidad comienza dentro del vagón de metro, repleto de viajeros absortos en su lectura, de pie, sentados, agarrados de la barra del vagón, en difícil equilibrio, pero con una mano siempre libre para sujetar un libro. Se trata del desnivel, o mejor dicho del “nivel”de un país que no ha perdido su tradición por los libros, por la literatura en general, por todos los géneros literarios sin menoscabo de ninguno, donde la lectura es considerada aún una actividad más de ocio.



p.jpg

Un rincón para la lectura en Hatchard’s. (Jordi Adrià)


Estos son algunos ejemplos de lugares donde uno se da cuenta de que no solamente nos falta tiempo para leer todo aquello que nos gustaría, sino también para comprarlo. Primera parada. Empezamos por un plato fuerte. En el número 187 de Picadilly, la histórica librería Hatchard’spasaría inadvertida a nuestra vista, sobre todo porque acabamos de dejar unos metros más atrás la mole de Waterstones, una de las mayores cadenas de librerías, con sus escaparates decorados con llamativos carteles de ofertas y las novedades editoriales peleando por llamar nuestra atención.



p.jpg

Vista de la escalera de la librería Hatchard’s, con un retrato del fundador. (Jordi Adrià)


Hatchard’s no tiene nada que envidiar a su vecina y propietaria. Sus más de doscientos años de historia (en activo desde 1797) la convierten en la librería más antigua de Londres, o al menos esto asegura la amable cajera, con su marcado acento francés, mientras deposita en la bolsa donde va introduciendo los libros que acabo de comprar un folleto con la historia de tan vetusto establecimiento.



p.jpg

A la izquierda, arriba, planta baja de Hatchard’s. Debajo, dos primeras ediciones de obras de Cortázar y Huxley. A la derecha, sección de grabados de Sotheran’s. (Jordi Adrià)


No dejen de solicitar uno cuando la visiten y conocerán más detalles, entre otras cosas, de sus clientes ilustres. Y a la cabeza de ellos, como no podía ser de otra forma, la Familia Real británica, empezando por la reina Charlotte, esposa de Jorge III (Hatchard’s hoy día ostenta nada menos que tres Royal Warrants, que la convierten en librería proveedora oficial de la reina Isabel ii, del duque de Edimburgo y del príncipe de Gales), o los primeros ministros Disraeli y William Gladstone. Éste último, famoso entre los empleados de Hatchard’s por solicitar siempre un buen descuento en sus compras.

LORD BYRON, RUDYARD KIPLING, G. K. CHESTERTON O SOMERSET MAUGHAN ADQUIRÍAN SUS LIBROS EN HATCHARD’S


Ente los cotilleos que revela este suculento libelo está el hecho de que el gerente de Hatchard’s en aquel tiempo mantuviera habitual correspondencia con Lord Alfred Douglas y Constance (esposa de Oscar Wilde), durante la prisión que éste sufrió en la cárcel de Reading. Otros famosos escritores que adquirían aquí sus libros habitualmente fueron Lord Byron, Rudyard Kipling, G.K. Chesterton y Somerset Maughan.


Caminando por los estrechos pasillos, enmoquetados en un tono verde algo más claro que el de las estanterías, en la planta baja llama la atención la sección de Cocina, con volúmenes de lo más variopinto: 'La cocina tradicional escocesa', 'El mundo de las especias' o 'La cocina de la granja'. Hatchard’s es una librería generalista, en la que, debido a su tamaño (cinco plantas) podremos encontrar cualquier tema o género, con especial dedicación a dos, particularmente queridos por los lectores británicos: biografía e historia. Merece la pena echar un vistazo a las estanterías donde se encuentran los volúmenes de la historia de Londres, con fabulosos libros ilustrados sobre la ciudad del Támesis.



p.jpg

A la izquierda, arriba, entrada principal a la librería Hatchard’s. Debajo, edición especial firmada de una obra de Aldous Huxley. A la derecha, uno de los pasillos de Daunt. (Jordi Adrià)



David contra Goliat
Esta es la historia de David contra Goliat. El tesón de un joven estudiante de banca que decidió colgar sus estudios y abrir una librería en una de las calles más cool de Londres, desafiando la concentración de librerías en manos de grandes grupos empresariales. Reunió dinero de amigos y algunos inversores, tardó dos años en tener claro qué tipo de librería quería abrir, en terminar la obra de este magnífico edificio de Marylebone High Street, y en 1990 abrió una de las libreras más originales de esta ciudad. Dos puertas contiguas dan acceso al relativamente pequeño hall de Daunt. Nada hace suponer que en la parte posterior nos aguardan dos enormes galerías de doble altura, iluminadas por un techo abierto con cristaleras. La luz penetra por todas partes, desafiando al tópico cielo gris londinense.



p.jpg

Sotheran’s ha adquirido a través de los años las bibliotecas de algunos escritores como Laurence Sterne o Charles Dickens. (Jordi Adrià)


Especializada en libros de viaje, pero con una gran oferta literaria, también”. De forma paulatina esa resistencia inicial se fue venciendo y el boca a boca hizo el resto. Algunos escritores que vivían por la zona comenzaron a visitarla habitualmente y esto atrajo a más clientes. Hoy día no es raro encontrar en la cola, esperando para pagar, a escritores de la talla de Ian McEwan o al dramaturgo Alan Bennett. Otras primeras figuras de las letras internacionales que han sido sorprendidas husmeando por sus estanterías son el británico de origen japonés Kazuo Ishiguro, o Haruki Murakami.



p.jpg

Una edición ilustrada de una obra del siglo XIX en Sotheran’s. Al lado, la planta superior de la librería. (Jordi Adrià)


Las veladas literarias con autores de primera fila, leyendo y comentando sus novedades editoriales, también se han revelado como una buena herramienta para atraer clientes a la librería. Por cierto, veladas literarias a las que podremos asistir, tras pagar unas buenas cinco libras. Eso sí, con vino incluido. Le pregunto por la venta de libros a través de la Red, si disponen de portal en Internet para la compra online y qué porcentaje de su facturación se hace por esta vía. Internet no es para ellos una herramienta eficaz: “nuestros clientes” me explica, señalando alrededor, “constituyen el Londres literario, que de momento no realiza sus compras de libros a través de Internet. Prefieren venir a visitarnos los fines de semana, para adquirir sus libros”. Puro sentido común británico.



p.jpg

Sección de ilustraciones de Sotheran’s. (Jordi Adrià)


Permanencia en el tiempo

Sotheran’s, es otro extraño ejemplo de permanencia a lo largo del tiempo. Fundada en York en 1761, se trasladó a Londres en 1815, y conoció dos diferentes direcciones, hasta su actual ubicación, en el número 2 de Sackville Street. Solamente su gerente, el amable señor John Sprague, ha logrado sobrevivir estos más de doscientos años de historia de librería-anticuario (únicamente venden libros usados), atesorando la historia de la librería para contárnosla esta fría mañana londinense, mientras tomamos una taza de té



Sentado frente a mi, alto y delgado, como un Alonso Quijano antes de perder la razón por culpa de los libros, lo primero que me hace notar es que las estanterías están cerradas a cal y canto. Los clientes deben solicitar que les saquen los ejemplares que desean ojear a unos diligentes libreros, que se apresuran a abrir las puertas de cristal a la menor insinuación con la mirada. “Estas puertas de cristal se instalaron en los años sesenta. Algunos clientes compraban un libro y salían con dos o tres más bajo el abrigo”, me informa el señor Sprague instantes antes de dar un sorbo a su taza de té para ocultar una sonrisa socarrona.

Dividida en dos plantas, la inferior está dedicada a grabados e ilustraciones dispuestas en cajones, agrupadas por temas. En la superior, donde continúa nuestra charla, con techos de más de tres metros de altura, el señor Sprague me explica que Sotheran’s ha adquirido a través de los años las bibliotecas de algunos escritores como Laurence Sterne o Charles Dickens. En realidad estas adquisiciones son una fuente habitual para nutrirse de libros. Durante mi visita tenían a la venta la colección de libros de Alistair Cooke, afamado periodista inglés, emigrado a Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, presentador en la CBS del programa semanal de arte Ómnibus.

SOTHERAN’S CIERRA CON LLAVE SUS ESTANTERÍAS: VENDE ÚNICAMENTE LIBROS ANTIGUOS Y USADOS


Sotheran’s tiene clientes de todas partes del mundo. Tradicionalmente norteamericanos con buenos recursos, sobre todo cuando la libra no estaba tan alta frente al dólar. Hoy día al parecer rusos, y sobre todo chinos, se encuentran entre los mayores compradores de libros que visitan Sotheran’s, con precios que oscilan entre las 5 libras y las 150.000. Respecto a los ingleses, mi caballero andante me cuenta una anécdota que define perfectamente el signo de los tiempos. Cuando el viernes era el día tradicional de paga, los clientes de Sotheran’s salían de la oficina con el sobre lleno de libras en los bolsillos y éste era un gran día para el negocio. En la actualidad, con las nóminas abonadas por transferencia bancaria, se ha perdido esta lucrativa costumbre, y con ella se ha dejado atrás algo más importante: dedicar un día a la semana a comprar un libro.

Una reputación creciente

Y finalmente llegamos a una de las joyas de esta ciudad, la London Review Bookshop. Pero para comprender la trascendencia de esta librería, de aspecto sencillo, moderna pero sin estridencias, merece la pena conocer brevemente su origen. En 1979 el prestigioso e influyente semanario The Times Literary Supplement (creado en 1902, que contó entre sus colaboradores con firmas como T. S. Eliot o Virginia Woolf) se escinde y aparece el London Review of Books, un suplemento cultural quincenal, que se entrega ese primer año junto al New York Review of Books, y ya en 1980 de forma totalmente independiente. Este nuevo suplemento cultural, con una vocación más literaria que su hermano mayor, el TLS, pero con una reputación creciente, decidió en el año 2003 que había llegado el momento de que la ciudad de Londres cuente con una librería independiente, libre del influjo de los grandes grupos editoriales.



p.jpg

Anaqueles de la London Review Bookshop. (Jordi Adrià)


Aparece en ese momento la London Review Bookshop y su actual gerente general, el señor John Creasey, me cuenta en su diminuto despacho, rodeados de libros que se apilan sobre la mesa, en el suelo y en cajas a medio abrir, que la relación entre la revista y la librería, si bien pertenecen a la misma empresa, es absolutamente autónoma. Los libros reseñados en la revista pueden estar o no recogidos entre los recomendados en su página web, aunque tratan de que todos estén a la venta en la librería.

LA LONDON REVIEW BOOKSHOP TAMBIÉN VENDE OBRAS NUMERADAS Y FIRMADAS POR LOS AUTORES


Dividido en dos plantas, este amplio local cuenta con varias mesas de novedades, en las que llama la atención el gran número de títulos de literatura, traducidos de los más diversos idiomas. Enfrascado en un jersey de lana dos tallas mayor que la suya, mi interlocutor me explica que Internet para ellos tampoco es una fuente de ingresos considerable. Sus clientes en el extranjero suelen ser británicos que trabajan fuera del país y aprovechan la página web de la LRB para ponerse al día de lo que está ocurriendo en materia literaria en su país y hacer algunas compras. Pocos españoles y algunos franceses.

Otra especialidad de la casa lleva el concepto de ‘libros firmados por el autor’ un poco más lejos. Se trata de ediciones especiales de novedades editoriales, publicadas ex profeso para la LRB, lujosamente encuadernadas. Estos ejemplares, a un precio muy superior al de venta al público de la edición normal, están numerados y por supuesto firmados por el autor. Todo un nuevo concepto de lujo cultural. 

https://www.gentleman.elconfidencia...rerias-londres-hatchard-s-sotheran-s_1539351/
 
LORD BYRON, KIPLING O G. K. CHESTERTON FUERON CLIENTES HABITUALES
Recorremos las librerías más ilustres y exclusivas de Londres
El gusto por la lectura forma parte de la vida cotidiana en la capital británica. Allí están Hatchard’s, Daunt, Sotheran’s y London Review Bookshop, cuatro de las mejores del mundo


imagen-sin-titulo.jpg

Vista general de la librería Daunt, que cuenta con dos enormes galerías de doble altura, iluminadas por un techo abierto con cristaleras. (Jordi Adrià)


PEPE VERDES
TAGS

23.03.2018 –
"Mind the gap!", susurra el altavoz del vagón de metro en la estación de Picadilly. “Cuidado con el desnivel” al salir del tren, señor viajero, no se vaya de bruces contra el suelo. Un desnivel que en realidad comienza dentro del vagón de metro, repleto de viajeros absortos en su lectura, de pie, sentados, agarrados de la barra del vagón, en difícil equilibrio, pero con una mano siempre libre para sujetar un libro. Se trata del desnivel, o mejor dicho del “nivel”de un país que no ha perdido su tradición por los libros, por la literatura en general, por todos los géneros literarios sin menoscabo de ninguno, donde la lectura es considerada aún una actividad más de ocio.



p.jpg

Un rincón para la lectura en Hatchard’s. (Jordi Adrià)


Estos son algunos ejemplos de lugares donde uno se da cuenta de que no solamente nos falta tiempo para leer todo aquello que nos gustaría, sino también para comprarlo. Primera parada. Empezamos por un plato fuerte. En el número 187 de Picadilly, la histórica librería Hatchard’spasaría inadvertida a nuestra vista, sobre todo porque acabamos de dejar unos metros más atrás la mole de Waterstones, una de las mayores cadenas de librerías, con sus escaparates decorados con llamativos carteles de ofertas y las novedades editoriales peleando por llamar nuestra atención.



p.jpg

Vista de la escalera de la librería Hatchard’s, con un retrato del fundador. (Jordi Adrià)


Hatchard’s no tiene nada que envidiar a su vecina y propietaria. Sus más de doscientos años de historia (en activo desde 1797) la convierten en la librería más antigua de Londres, o al menos esto asegura la amable cajera, con su marcado acento francés, mientras deposita en la bolsa donde va introduciendo los libros que acabo de comprar un folleto con la historia de tan vetusto establecimiento.



p.jpg

A la izquierda, arriba, planta baja de Hatchard’s. Debajo, dos primeras ediciones de obras de Cortázar y Huxley. A la derecha, sección de grabados de Sotheran’s. (Jordi Adrià)


No dejen de solicitar uno cuando la visiten y conocerán más detalles, entre otras cosas, de sus clientes ilustres. Y a la cabeza de ellos, como no podía ser de otra forma, la Familia Real británica, empezando por la reina Charlotte, esposa de Jorge III (Hatchard’s hoy día ostenta nada menos que tres Royal Warrants, que la convierten en librería proveedora oficial de la reina Isabel ii, del duque de Edimburgo y del príncipe de Gales), o los primeros ministros Disraeli y William Gladstone. Éste último, famoso entre los empleados de Hatchard’s por solicitar siempre un buen descuento en sus compras.

LORD BYRON, RUDYARD KIPLING, G. K. CHESTERTON O SOMERSET MAUGHAN ADQUIRÍAN SUS LIBROS EN HATCHARD’S


Ente los cotilleos que revela este suculento libelo está el hecho de que el gerente de Hatchard’s en aquel tiempo mantuviera habitual correspondencia con Lord Alfred Douglas y Constance (esposa de Oscar Wilde), durante la prisión que éste sufrió en la cárcel de Reading. Otros famosos escritores que adquirían aquí sus libros habitualmente fueron Lord Byron, Rudyard Kipling, G.K. Chesterton y Somerset Maughan.


Caminando por los estrechos pasillos, enmoquetados en un tono verde algo más claro que el de las estanterías, en la planta baja llama la atención la sección de Cocina, con volúmenes de lo más variopinto: 'La cocina tradicional escocesa', 'El mundo de las especias' o 'La cocina de la granja'. Hatchard’s es una librería generalista, en la que, debido a su tamaño (cinco plantas) podremos encontrar cualquier tema o género, con especial dedicación a dos, particularmente queridos por los lectores británicos: biografía e historia. Merece la pena echar un vistazo a las estanterías donde se encuentran los volúmenes de la historia de Londres, con fabulosos libros ilustrados sobre la ciudad del Támesis.



p.jpg

A la izquierda, arriba, entrada principal a la librería Hatchard’s. Debajo, edición especial firmada de una obra de Aldous Huxley. A la derecha, uno de los pasillos de Daunt. (Jordi Adrià)



David contra Goliat
Esta es la historia de David contra Goliat. El tesón de un joven estudiante de banca que decidió colgar sus estudios y abrir una librería en una de las calles más cool de Londres, desafiando la concentración de librerías en manos de grandes grupos empresariales. Reunió dinero de amigos y algunos inversores, tardó dos años en tener claro qué tipo de librería quería abrir, en terminar la obra de este magnífico edificio de Marylebone High Street, y en 1990 abrió una de las libreras más originales de esta ciudad. Dos puertas contiguas dan acceso al relativamente pequeño hall de Daunt. Nada hace suponer que en la parte posterior nos aguardan dos enormes galerías de doble altura, iluminadas por un techo abierto con cristaleras. La luz penetra por todas partes, desafiando al tópico cielo gris londinense.



p.jpg

Sotheran’s ha adquirido a través de los años las bibliotecas de algunos escritores como Laurence Sterne o Charles Dickens. (Jordi Adrià)


Especializada en libros de viaje, pero con una gran oferta literaria, también”. De forma paulatina esa resistencia inicial se fue venciendo y el boca a boca hizo el resto. Algunos escritores que vivían por la zona comenzaron a visitarla habitualmente y esto atrajo a más clientes. Hoy día no es raro encontrar en la cola, esperando para pagar, a escritores de la talla de Ian McEwan o al dramaturgo Alan Bennett. Otras primeras figuras de las letras internacionales que han sido sorprendidas husmeando por sus estanterías son el británico de origen japonés Kazuo Ishiguro, o Haruki Murakami.



p.jpg

Una edición ilustrada de una obra del siglo XIX en Sotheran’s. Al lado, la planta superior de la librería. (Jordi Adrià)


Las veladas literarias con autores de primera fila, leyendo y comentando sus novedades editoriales, también se han revelado como una buena herramienta para atraer clientes a la librería. Por cierto, veladas literarias a las que podremos asistir, tras pagar unas buenas cinco libras. Eso sí, con vino incluido. Le pregunto por la venta de libros a través de la Red, si disponen de portal en Internet para la compra online y qué porcentaje de su facturación se hace por esta vía. Internet no es para ellos una herramienta eficaz: “nuestros clientes” me explica, señalando alrededor, “constituyen el Londres literario, que de momento no realiza sus compras de libros a través de Internet. Prefieren venir a visitarnos los fines de semana, para adquirir sus libros”. Puro sentido común británico.



p.jpg

Sección de ilustraciones de Sotheran’s. (Jordi Adrià)


Permanencia en el tiempo

Sotheran’s, es otro extraño ejemplo de permanencia a lo largo del tiempo. Fundada en York en 1761, se trasladó a Londres en 1815, y conoció dos diferentes direcciones, hasta su actual ubicación, en el número 2 de Sackville Street. Solamente su gerente, el amable señor John Sprague, ha logrado sobrevivir estos más de doscientos años de historia de librería-anticuario (únicamente venden libros usados), atesorando la historia de la librería para contárnosla esta fría mañana londinense, mientras tomamos una taza de té



Sentado frente a mi, alto y delgado, como un Alonso Quijano antes de perder la razón por culpa de los libros, lo primero que me hace notar es que las estanterías están cerradas a cal y canto. Los clientes deben solicitar que les saquen los ejemplares que desean ojear a unos diligentes libreros, que se apresuran a abrir las puertas de cristal a la menor insinuación con la mirada. “Estas puertas de cristal se instalaron en los años sesenta. Algunos clientes compraban un libro y salían con dos o tres más bajo el abrigo”, me informa el señor Sprague instantes antes de dar un sorbo a su taza de té para ocultar una sonrisa socarrona.

Dividida en dos plantas, la inferior está dedicada a grabados e ilustraciones dispuestas en cajones, agrupadas por temas. En la superior, donde continúa nuestra charla, con techos de más de tres metros de altura, el señor Sprague me explica que Sotheran’s ha adquirido a través de los años las bibliotecas de algunos escritores como Laurence Sterne o Charles Dickens. En realidad estas adquisiciones son una fuente habitual para nutrirse de libros. Durante mi visita tenían a la venta la colección de libros de Alistair Cooke, afamado periodista inglés, emigrado a Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, presentador en la CBS del programa semanal de arte Ómnibus.

SOTHERAN’S CIERRA CON LLAVE SUS ESTANTERÍAS: VENDE ÚNICAMENTE LIBROS ANTIGUOS Y USADOS


Sotheran’s tiene clientes de todas partes del mundo. Tradicionalmente norteamericanos con buenos recursos, sobre todo cuando la libra no estaba tan alta frente al dólar. Hoy día al parecer rusos, y sobre todo chinos, se encuentran entre los mayores compradores de libros que visitan Sotheran’s, con precios que oscilan entre las 5 libras y las 150.000. Respecto a los ingleses, mi caballero andante me cuenta una anécdota que define perfectamente el signo de los tiempos. Cuando el viernes era el día tradicional de paga, los clientes de Sotheran’s salían de la oficina con el sobre lleno de libras en los bolsillos y éste era un gran día para el negocio. En la actualidad, con las nóminas abonadas por transferencia bancaria, se ha perdido esta lucrativa costumbre, y con ella se ha dejado atrás algo más importante: dedicar un día a la semana a comprar un libro.

Una reputación creciente

Y finalmente llegamos a una de las joyas de esta ciudad, la London Review Bookshop. Pero para comprender la trascendencia de esta librería, de aspecto sencillo, moderna pero sin estridencias, merece la pena conocer brevemente su origen. En 1979 el prestigioso e influyente semanario The Times Literary Supplement (creado en 1902, que contó entre sus colaboradores con firmas como T. S. Eliot o Virginia Woolf) se escinde y aparece el London Review of Books, un suplemento cultural quincenal, que se entrega ese primer año junto al New York Review of Books, y ya en 1980 de forma totalmente independiente. Este nuevo suplemento cultural, con una vocación más literaria que su hermano mayor, el TLS, pero con una reputación creciente, decidió en el año 2003 que había llegado el momento de que la ciudad de Londres cuente con una librería independiente, libre del influjo de los grandes grupos editoriales.



p.jpg

Anaqueles de la London Review Bookshop. (Jordi Adrià)


Aparece en ese momento la London Review Bookshop y su actual gerente general, el señor John Creasey, me cuenta en su diminuto despacho, rodeados de libros que se apilan sobre la mesa, en el suelo y en cajas a medio abrir, que la relación entre la revista y la librería, si bien pertenecen a la misma empresa, es absolutamente autónoma. Los libros reseñados en la revista pueden estar o no recogidos entre los recomendados en su página web, aunque tratan de que todos estén a la venta en la librería.

LA LONDON REVIEW BOOKSHOP TAMBIÉN VENDE OBRAS NUMERADAS Y FIRMADAS POR LOS AUTORES


Dividido en dos plantas, este amplio local cuenta con varias mesas de novedades, en las que llama la atención el gran número de títulos de literatura, traducidos de los más diversos idiomas. Enfrascado en un jersey de lana dos tallas mayor que la suya, mi interlocutor me explica que Internet para ellos tampoco es una fuente de ingresos considerable. Sus clientes en el extranjero suelen ser británicos que trabajan fuera del país y aprovechan la página web de la LRB para ponerse al día de lo que está ocurriendo en materia literaria en su país y hacer algunas compras. Pocos españoles y algunos franceses.

Otra especialidad de la casa lleva el concepto de ‘libros firmados por el autor’ un poco más lejos. Se trata de ediciones especiales de novedades editoriales, publicadas ex profeso para la LRB, lujosamente encuadernadas. Estos ejemplares, a un precio muy superior al de venta al público de la edición normal, están numerados y por supuesto firmados por el autor. Todo un nuevo concepto de lujo cultural. 

https://www.gentleman.elconfidencia...rerias-londres-hatchard-s-sotheran-s_1539351/


Veo esas maravillas de bibliotecas y me pregunto por qué no me pueden permitir vivir allí, como usuaria, sin tener que mantenerla, claro, que parece que los libros en las estanterias no dan trabajo, pero ya ya... el bibliotecario director tiene una enorme responsabilidad para gestionar semejantes tesoros.
 
La forja recobrada de García Lorca
LITERATURA
    • ANTONIO LUCAS
    • Madrid
  • 21 MAR. 2018
15215744353439.jpg


El poeta granadino durante su estancia en Estados Unidos en 1931 EM



la-forja-de-un-rebelde.jpg




El Instituto Cervantes emprende el proyecto de recuperar la obra dispersa e inédita del escritor Arturo Barea, una de las figuras principales de la literatura del exilio, con un ensayo sobre el poeta granadino nunca antes publicado en España

Es hora de Barea. De Arturo Barea. De recobrar o descubrir el pulso de un escritor que es también parte de la conciencia traspapelada de un país partido en dos cuando la Guerra Civil. Barea escribió del bando democrático, del lado de la República. Y levantó una de las cumbres de la memoria vencida de la guerra: La forja de un rebelde, que antes se publicó en el extranjero y en plena Segunda Guerra Mundial. Todo un récord de extravagancia. Como Chaves Nogales acabó refugiado en Inglaterra, y desde allí continuó apuntalando su obra (en España sólo se publicó un libro suyo en vida, el primero, Valor y miedo, 1938). Buena parte de su escritura fue borrada del canon oficial, hurtada y víctima del musgo de la desidia.

Extremeño de 1897, le dieron sepultura en Faringdon el 24 de diciembre de 1957.Más de la mitad de su obra la trabajó en el país de exilio, con su mujer de cómplice y bujía. Escribiendo aquí y allá. Haciéndose sitio en la radio, la BBC, con el seudónimo de Juan de Castilla. Y dictando conferencias que trabajaba con un rigor picapedrero. De entre tantos papeles queda mucho inédito en España. Barea tuvo un éxito fuera que aquí no ha llegado. Aún queda mucho por descubrir qué hizo y en ese empeño está el Instituto Cervantes, que inaugura la colección Los Galeotes con un volumen revelador: Lorca, el poeta y su pueblo, ahora con prólogo de Ian Gibson y al cuidado del poeta Juan Marqués.

De este texto audaz tuvo la culpa el éxito de La forja de un rebelde en Inglaterra. A Barea le cayeron algunos encargos y, entre esos, una conferencia sobre el poeta de Granada. Su asesinato fue noticia mundial. Y Barea triunfó hasta extender la conferencia a 174 folios que despliegan un ensayo de primera calidad sobre la figura y legado del autor de Romancero gitano. El novelista estudió la relación de Lorca con el pueblo, con la muerte, con el s*x* y con su arte. O sea, disección el Lorca total y despertó el apetito por su poesía. «Se trata de un libro con la misión de poner a una minoría de británicos en contacto con las raíces de la obra de un inmenso poeta español asesinado por los enemigos de la democracia en Granada», explica Gibson. «Barea no sólo cumplió con creces su cometido, sino que su trabajo sirve como invitación a todos los que aman la literatura, españoles incluidos, a emprender la aventuras de profundizar en el mundo de uno de los genios poéticos más asombrosos jamás nacidos en este país. O en cualquier rincón del universo».

Aquí no sólo se insiste en el poderoso voltaje de la escritura del poeta, sino que demuestra cómo la poesía de los necesarios es extraordinariamente de todos. Barea habla de raíces y alas. De pueblo y de sueño. De pulsión y de rabia. De daño y de bosques. De risa y amores. De la explosión de las bombas. Es un Lorca propio y suyo: temperamental y telúrico, pero también frágil y niño. Y de él dice esto: «Hacia 1898 España lo había perdido todo. El poeta de esta juventud más joven iba a ser Federico García Lorca, en cuya poesía apenas ocurre la palabra España y que nunca intervino en lucha alguna social o política; pero que fue un recipiente y un transmisor tan sensitivo de las emociones españolas que su obra adquirió una vida propia, después de su asesinato».

Entre los muchos méritos de esta edición, más allá del rescate de un autor que urge ser recobrado, está descubrir cómo alguien tan a lo lejos de aquella España de carbonilla interpretaba con calentura al poeta. Cómo entra a saco y con acierto en la interpretación de los símbolos lorquianos. Pero también como escurre el signo de su homosexualidad, dejando veladuras pero escapando de decirlo. Algo que es síntoma de época. Pero en lo esencial Barea no falló la diana: «Las fuerzas emocionales que él generó pasaron a formar parte, aún sin forma concreta, del vago movimiento revolucionario de España, aunque esta no fuera su intención. Y así tenía que ser inevitable, a mi juicio, que fuera asesinado por la sombría brutalidad del fascismo y que su obra se convirtiera en una bandera. De este Lorca es del que quiero hablar». Y lo hizo. Y ahora lo sabemos. Pues este texto se publicó en 1957 en Argentina, editorial Losada, y nunca más se supo de él en español. Ni en España. Pero Lorca no acaba nunca: «Estamos con un cuerpo presente que se esfuma,/ con una forma clara que tuvo ruiseñores».

http://www.elmundo.es/cultura/literatura/2018/03/21/5ab163c622601d743b8b4688.html
 
Manson, Ulrike Meinhoff, Patty Hearst… ¿Quién fue el mayor macarra del siglo XX?
El antropólogo Iñaki Domínguez publica 'El signo de los tiempos. Visionarios, locos y criminales del siglo XX'

imagen-sin-titulo.jpg

Detalle de portada de 'Signo de los tiempos'. (Melusina)
AUTOR
VÍCTOR LENORE
Contacta al autor
TAGS
'
26.03.2018 –

Los años sesenta y setenta trajeron una gran turbulencia social. Muchos individuos se ‘vinieron arriba’ y decidieron probar los límites del sistema político y social. Desde actores por** como John Holmes hasta productores musicales psicóticos como Phil Spector, pasando por criminales de barrio como Stanley Tookie Williams, abundaron los iconos 'más grandes que la vida'. Con diversas procedencias sociales, compartían la audacia, grandes dosis de narcisismo y una carisma basado en los delirios de grandeza. El antropólogo Iñaki Domínguez reflexiona sobre estas personalidades extremas en el entretenido y sustancioso 'Signo de los tiempos. Visionarios, locos y criminales del siglo XX' (Melusina).

signo-de-los-tiempos-melusina.jpg

'Signo de los tiempos'. (Melusina)


”Casi todos ellos son personas impulsivas, una condición que se vio exacerbada cuando algunos de ellos tuvieron éxito. Esa impulsividad es contraria a las prohibiciones morales y legales de la sociedad general. Son todos como Raskólnikov, el protagonista de ‘Crimen y castigo’. Quieren poner a prueba el statu quo, la moralidad pública, e incluso su propia constitución ética”, explica Domínguez. “De algún modo, los retratados tratan de imponer su propia moralidad. En términos nietzscheanos, aspiran a vivir por encima del bien y del mal. Sin embargo, su individualismo será castigado, como fruto de sus propios excesos”.


De Rocky a Frances Farmer

¿Cuál fue el perfil que más le costó escribir? “Quizás el de Chuck Wepner, el boxeador que inspiró ‘Rocky’ (1976), ya que las fuentes eran realmente escasas. Lo mismo ha ocurrido en el caso del skater Jay Adams y Carlos ‘La sombra’ Torres Iriarte, fundador de Los Ñetas en las cárceles de Puerto Rico. Sin embargo, una vez terminados, quizás sean los capítulos de los que me siento más orgulloso. Poca gente cuenta con datos y, por tanto, mi libro aporta informaciones desconocidas, no ya solo en castellano sino en inglés”, recuerda. ¿Cuál de estos macarras le cae más simpático? “Empatizo mucho con la actriz Frances Farmer, a la que siempre he admirado. Fue internada en diversos psiquiátricos por no seguir las reglas del juego impuestas por Hollywood y la cultura dominante, encarnada, en este caso, por la autoridad de su madre”, señala.



ed-gein.jpg

Ed Gein


¿Y el personaje de su galería que más le repele? “El psicópata Ed Gein, un usurpador de cadáveres y asesino cuyas acciones inspiraron 'Psicosis' (1960), junto a ideas clave presentes en 'La matanza de Texas' (1974) y 'El silencio de los corderos' (1991). Su principal interés era el sadismo, algo que no me atrae precisamente”, lamenta. Por supuesto, también se analiza a gigantes como Charles Manson, Patty Hearst y Ulrike Meinhof, conocidos de sobra. El mérito de Domínguez está en ir más allá del perfil morboso. “No se trata de un libro de biografías sin más, sino de un análisis histórico, sociológico y antropológicode una época a través de vidas individuales”.

El fin de la represión (para bien y para mal)
¿Qué conclusiones podemos sacar de ese cambio de época que fueron los años sesenta y setenta? “Se logró contrarrestar la represión colectiva. Los protagonistas el libro encarnan el lado oscuro de dicha transición cultural. Ideas propias del ámbito académico permearon la opinión pública y dominan el discurso mediático. Me refiero al llamado ‘marxismo cultural’. Las posiciones conservadoras que antes trataban de ejercer la censura han sido, en este proceso, sustituidas por otras actitudes políticas diametralmente opuestas. En palabras de Heráclito, “la guerra es el padre de todas las cosas” y, como observó Hegel, la historia se consuma dialécticamente, a través de la oposición. Si a principios de los años sesenta en Occidente dominaba el discurso mojigato conservador, hoy en cambio se impone una mojigatería ideológicamente contraria, derivada del zeitgeist analizado en este libro. Sin embargo, ambas corrientes son mismo: defender una serie de intereses concretos. En ambos casos, esas superestructuras parecen servir a los intereses de un capitalismo en constante mutación”, señala.

Presión genital
Domínguez no se olvida de las tensiones raciales tan características de la época. “También hablo de Eldridge Cleaver, que fue encarcelado por violar a varias mujeres. Durante su estancia en la cárcel aprendió a leer y escribir, llegando a publicar 'Soul On Ice' (1965), una magnífica obra política y literaria que representa la cumbre de la literatura afroamericana y carcelaria del siglo XX. Tras pasar a formar parte de los Panteras Negras como Ministro de Información, fue acusado de liderar una emboscada contra la policía en la que dos agentes fueron heridos y decidió escapar a Cuba, donde recibió todas las atenciones del gobierno de Fidel Castro. Poco después, se vio obligado a exiliarse a Argelia, país gobernado por elementos antiestadounidenses, donde permaneció hasta 1972. Allí vivió junto a Timothy Leary. Se dice que en Argelia ordenó asesinar al amante de su mujer. Poco después se mudó a Francia, país que no contaba con acuerdo de extradición con Estados Unidos, donde se convirtió al cristianismo evangélico y se dedicó al diseño de moda”.



eldridge-cleaver.jpg

Eldridge Cleaver


Detrás de los bandazos ideológicos, el autor sabe encontrar anécdotas reveladoras. “Por cierto, también creó los pantalones Cleaver para hombres, cuya principal utilidad era no presionar la zona genital. En 1977 volvió a su país natal para enfrentarse a la justicia, sin recibir pena de cárcel. Poco después se hizo miembro del Partido Republicano, llegando a ser candidato en sus listas. En 1988 fue juzgado de nuevo, en este caso por robo y allanamiento de morada. Violó su libertad condicional al dar positivo por consumo de cocaína, por lo que ingresó en prisión. Murió en 1998 tras haber contraído el VIH en un viaje a Singapur”. Es hora de reconocerlo ya no se fabrican iconos pop como los de antes.

Bendito siglo XX
Domínguez se atreve incluso a hacer balance de aquel giro cultural que desbordó al sistema. “En los años sesenta se da un fenómeno insólito deilustración entre las minorías. Incluso los reclusos fueron politizados y educados, las estructuras pandilleras sirven para conformar grupos como los Panteras Negras, los Young Patriots, Los Ñetas o los Young Lords, todos ellos pertenecientes al lumpenproletariado, que cobró una nueva conciencia en relación a la problemática social y económica que les rodeaba. El marxismo fue la corriente principal que dominó dicho proceso de ilustración. Gracias a ello surgió una nueva cosmovisión. Existe una clara relación dialéctica entre cambio y conciencia, educación y transformación social. Comprender la síntesis entre dichos procesos de difusión del conocimiento académico y el mundo de los oprimidos ha sido un placer. El hecho de que los procesos revolucionarios fuesen precedidos de periodos ilustrados fue todo un descubrimiento”, resume.

https://www.elconfidencial.com/cult...o-de-los-tiempos-melusina-entrevista_1539570/
 

Mala Fama


ALBERTO OLMOS

¿Los hombres tienen miedo? Peor para ellos. Ser machista no es fácil, amigas
Cierta psicosis persigue estos días a los hombres de bien, sin dejarles dormir ni prácticamente vivir: ¿seré machista? Nuestro colaborador propone un bálsamo para dicha desazón

los-hombres-tienen-miedo-peor-para-ellos-ser-machista-no-es-facil-amigas.jpg

Peter Sellers y Britt Ekland
AUTOR
ALBERTO OLMOS
Contacta al autor
@alb_olmos
TAGS

21.03.2018 –
Ahora que ya sabemos que Ignacio Escolar, Alberto Garzón o Antonio Maestre son machistas, y que Eduardo Inda, Francisco Marhuenda y Alfonso Rojo no lo son, quizá sea el momento de meterse en otro jardín: qué es ser machista.

En efecto, Ignacio Escolar, Alberto Garzón y Antonio Maestre son machistas. Ellos mismos lo han afirmado. Vivimos bajo la tiranía de la literalidad, presos del simple significado de las palabras, que ya no valen dadas la vuelta, ni hiperbólicas ni sarcásticas, y hasta hay gente con penas de cárcel por culpa de unas palabras tomadas en carne viva. Así que estos señores son machistas porque han dicho: “Soy machista”. Ya está.

Sin embargo, Eduardo Inda, Francisco Marhuenda y Alfonso Rojo no son machistas porque a) no han dicho que lo sean y b) han expresado en televisión o en artículos firmados su respaldo incondicional a la causa de la igualdad de la mujer. Trigo limpio.

Podríamos empecinarnos en que si uno dice que es machista es machista y si uno no dice que es machista, no lo es, pero lo cierto es que a casi todo el mundo le parece más machista Alfonso Rojo que Ignacio Escolar. Es decir, aquellos que se han declarado machistas no serían tan machistas y aquellos que no han confesado su machismo serían muy machistas. Cuidado ahí.


cul27-gijon-11-07-2012-el-periodista-y-escritor-ignacio-escolar-hoy-en-la-semana-negra-de-gijon-donde-participa-como-invitado-efe-juan-gonzalez.jpg

Ignacio Escolar. (EFE)


Ser machista no es fácil, amigas. Ser machista es mucho más difícil que ser feminista; quiero decir, una mujer feminista. Ser un hombre machista es lo que quiere ser Ignacio Escolar al afirmar que lo es, pero resulta que no lo es, no le sale y no se lo aceptamos. Alfonso Rojo, por otro lado, no quiere ser machista, pero si pregunto a cualquiera -hombre o mujer- me dirá que sí, que Alfonso Rojo le parece muy machista. Si basta entonces con declararse machista para no serlo, ¿cómo va a ser nadie machista cuando los que sí lo son jurarán y perjurarán que no lo son?

El caso es que los hombres tienen miedo. Que se jodan. Pero los hombres tienen miedo, y yo estoy aquí tratando de darles mi cariño.

Homosexual
Este miedo del hombre yo ya lo había visto, de otra manera y -no me líen- con mucha más inocencia. Resulta que en los años 90 hubo un curioso momento sociológico en el que todo el mundo detectaba homosexuales. Sí, se “acusaba” mucho a alguien que estaba allí lejos de ser homosexual. Era muy común que un amigo o una amiga te dijera -con evidente mala fe- que ése o aquél o aquélla eran gays. Fulano es gay. Menganita es lesbiana. Este juicio sobre la orientación sexual de un completo desconocido se emitía -lo recordarán, incluso: se recordarán- con certeza implacable. ¡Había gente muy lista en los años 90 que pillaba enseguida si eras gay, nada más verte, y a la que le importaba muchísimo que todos supieran que eras gay! Bastaba con mover las manos de cierta manera -ellos sabían de qué manera-, decir esto o lo otro, o, como sucedió con un futbolista de la liga inglesa (“acusado” por sus compañeros de ser gay), con beber vino y leer libros.

Yo he sido gay un montón de veces, muchas más veces que machista. Fíjense que nunca le dije a nadie que no fuera gay

La gente que catalogaba de gay a otra gente sin saber nada de su vida privada no tenía que justificarse, probar su “acusación” o desdecirse según pasaban los años y todos esos supuestos gays seguían sin acostarse con nadie de su mismo s*x*, tan emperrados estaban esos desconocidos en creer que se conocían mejor de lo que tú les conocías.

Yo he sido gay un montón de veces, muchas más veces que machista. Fíjense que nunca le dije a nadie que no fuera gay. Quizá de aquello aprendí a no decir nunca que no soy machista. La madurez no consiste en decir lo que eres, sino en saber lo que eres. Algo así afirmaba Peter Sellers en 'El guateque': “De donde yo vengo la gente no se cree lo que es, sabe lo que es.”

Les aseguro que en los 90 muchos hombres encontraban aterradoramente ofensivo ser considerados homosexuales por alguien; más o menos igual que ahora muchos hombres viven con miedo de ser tildados de machistas. Digo yo que algo habremos avanzado si los hombres han dejado de temer que les consideren gays y han empezado a temer que les consideren machistas.

Las brujas de Salem
Me da que soy la única persona en toda España que ha sentido un escalofrío al contemplar los autos de fe protagonizados por Ignacio Escolar y otros varones en las últimas semanas. Esta soledad me ha movido a refugiarme en 'Las brujas de Salem', de Arthur Miller, que he leído como quien busca razón a su locura. En esta obra unas mujeres son acusadas de brujería y sólo su confesión las librará de la pena de muerte. Dense cuenta de lo que es tener que confesar que vuelas con una escoba por las noches. Obviamente muchas de ellas acaban confesando. “¿Cómo no van a confesar, si saben que las colgarán si lo niegan? ¡Jurarían cualquier cosa con tal de librarse de la horca!”, leemos.



las-brujas-de-salem-tusquets.jpg

'Las brujas de Salem'. (Tusquets)




Declararse machista en estos días nuestros es la única forma de librarse del tormento de que crean que lo eres. La fórmula de decir que eres feminista no ha colado, porque hay muchas mujeres que a partir de la tercera vez que lo dices en una sola tarde saben que eres, sobre todo, un gilipollas.

Pero declararse machista tiene una zona de sombra, un retorno de ambivalencias que acabará desactivando sus buenas intenciones. A saber: que a lo mejor eres machista a pesar de decir que lo eres. Es lo que en 'Breaking Bad' se cifraba en la frase: “I hide in plain sight” (o: “Me escondo a la vista de todos”). ¡Ay, no pongo lavadoras! Siempre ha habido mafiosos que se declaraban culpables de sus delitos de tráfico para no pagar por sus delitos de sangre.

La perenne posibilidad de que te caiga el apelativo de machista siendo hombre me recuerda cierta metonimia racial: cuando llamamos chinos a todos los asiáticos. Efectivamente, algo de chino hay en un japonés o en un tailandés, como si los japoneses o los tailandeses no pudieran evitar parecer chinos y nos legitimaran para proponer identidades de brocha gorda. Mi estancia de varios años en Japón me hizo ver que nada molestaba tanto a un japonés como ser confundido con un chino. Racismo nipón al margen, llamar machista a un hombre constituye una generalización similar: es verosímil, es inexacta y es vencedora: depende exclusivamente del que mira. Molesta mucho porque siempre parece que tiene todo el sentido.

Los hombres -de izquierdas, mayormente- viven en el pavor de ser llamados machistas, y están sufriendo mucho

Así, los hombres -de izquierdas, mayormente- viven en el pavor de ser llamados machistas, y están sufriendo mucho.

Bien, pues he aquí mi mensaje para todos los hombres de buena voluntad, de derechas, de izquierdas y de Japón: nunca digas que eres machista y, sobre todo, nunca digas que no lo eres. No digas nada. Aguántate si crees que te están juzgando erróneamente. Deja de defenderte. Deja de necesitar defenderte. Sé bueno.

https://blogs.elconfidencial.com/cu...scolar-brujas-de-salem-peter-sellers_1538296/
 
Un juez ordena eliminar 'El Quijote' que permite leer 'Fariña'
COMPARTE
    • EFE
    • Madrid
  • 27 MAR. 2018 16:48
15221620175634.jpg


'El Quijote' libera a 'Fariña' de su secuestro. IMAGEN: LIBROS DEL K.O.



Los libreros madrileños crean una herramienta para poder leer Fariña a partir de El Quijote

El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 7 de Collado Villalba (Madrid) ha ordenado la "eliminación inmediata" de la herramienta digital que, a través de "El Quijote", permite leer "Fariña", el libro escrito por Nacho Carretero sobre el narcotráfico en Galicia, secuestrado por un juez.

En un oficio del pasado 23 de marzo, el Juzgado pide a los libreros madrileños que "teniendo en cuenta el deber de todos los ciudadanos de colaborar con el cumplimiento de las resoluciones judiciales", procedan a "la eliminación inmediata" de la herramienta 'Finding Fariña', que permite, en la página web https://findingfarina.com, la lectura 'on line' del libro 'Fariña'.

El Juzgado también les insta a abstenerse de "crear cualquier otra aplicación semejante tendente a obstaculizar el cumplimiento de lo acordado en el auto del 12 de febrero de 2018 por el que se acuerda el secuestro de la publicación del libro 'Fariña' y la prohibición de impresión y comercialización de nuevos ejemplares, así como la providencia de 26 de febrero de 2018 para la ejecución de dicha resolución.

Así lo acuerda el Juzgado bajo apercibimiento de poder incurrir en un delito de desobediencia tipificado en el artículo 556 del Código Penal.

El Gremio de Librerías de Madrid ha bloqueado hoy el acceso a la página "en cumplimiento del oficio dictado por el Juzgado de Instrucción número 7 de Collado Villalba".

"Era una posibilidad que barajábamos. Hicimos esto sabiendo a qué nos exponíamos. Jugábamos con la ventaja de la sorpresa hasta que el Juzgado solicitara el bloqueo de la página", ha explicado a Efe el secretario del Gremio de Librerías de Madrid, Fernando Valverde.

Los libreros madrileños pusieron en marcha el 15 de marzo la campaña "FindingFariña" para reivindicar la libertad de prensa y el derecho a leer este libro, así como expresar su oposición a una medida "extrema y anacrónica" como el secuestro.

La herramienta digital permitía a todos los interesados buscar y encontrar las 80.000 palabras de "Fariña" dentro de la obra más universal de la literatura española, "El Quijote" y extraía una a una las palabras para conocer la historia prohibida.

Valverde ha opinado que el secuestro de "Fariña" es "un disparate", que "no debería suceder en una democracia" y ha agregado que "en tiempos digitales que alguien dicte una medida de esta naturaleza cuando el libro lleva dos años y medio en la calle tiene poco de cautelar".

El Gremio de Librerías de Madrid animó a los libreros a que el texto no se fuera de las librerías hasta que no hubiera una ejecución del auto, pero a partir de ese momento se acató la decisión judicial, desde la discrepancia.

Valverde ha indicado que el libro se agotó rápidamente y ha asegurado que le consta que ni la editorial Libros del K.O., ni la distribuidora han desobedecido la orden del juez.

De "Fariña", escrito por Nacho Carretero y publicado por Libros del K.O. en 2015, se han vendido unos 30.000 ejemplares en diez ediciones.

El libro sufrió el primer secuestro literario en España en más de una década, como medida cautelar por la demanda presentada por el ex alcalde de O Grove José Alfredo Bea Gondar por vulneración de su derecho al honor.

Bea Gondar aparece mencionado en dos ocasiones en la obra por sus supuestos vínculos con el narcotráfico, unos hechos que fueron confirmados por la Audiencia Nacional, si bien el Tribunal Supremo revocó esa sentencia por un defecto de forma.

Además, el libro ha servido de base para el guión de la serie homónima de televisión emitida desde finales de febrero pasado por el canal Antena 3 con una elevada audiencia.

http://www.elmundo.es/f5/comparte/2018/03/27/5aba59a6e2704edc0e8b457c.html
 
La División Azul y la Barcelona gris de la que nadie quiere acordarse
Fernando Garí reconstruye con extraordinaria autenticidad en su novela 'Seis años de invierno' la vida en el frente ruso y en la ciudad de la inmediata posguerra

JACINTO ANTÓN
Barcelona 29 MAR 2018 -
1522269920_070717_1522273692_noticia_normal.jpg

Fernando Garí, autor de la novela 'Seis años de invierno'. MASSIMILIANO MINOCRI

seis-anos-de-invierno_1.png




En Seis años de invierno (Ediciones B) salen cosas que solo las puedes saber si te las cuenta alguien que las ha vivido. Como lo de que en la División Azul, junto al Voljov, a cuarenta grados bajo cero, cuando iban a orinar, los soldados se ponían un viejo calcetín sin puntera en el miembro para evitar que se les congelara. O lo de las artísticas creaciones decorativas que los guripas, los divisionarios, hacían con el líquido amarillo helado.

Fernando Garí (Barcelona, 1956), el autor de la novela, sonríe. "Así es, mi padre tuvo un amigo íntimo que estuvo en la División Azul, en artillería, y en casa cuando no sabían qué hacer conmigo me dejaban con el tío Enrique, que así le llamábamos. Era policía, un tipo jovial y simpático. Hay un personaje en la novela que es un homenaje a él. Explicaba historias del frente ruso que se me han quedado".

En la novela que va de 1941 a 1947, con algunos flash backs, y se desarrolla en el contingente español enviado a luchar a la URSS codo a codo con el ejército alemán y en la Barcelona de poco después de la Guerra Civil, aparecen también descritos con conocimiento de primera mano personas y episodios de lo que era la vida en la capital catalana de entonces. Sorprendentemente, la perspectiva que ha adoptado Garí, miembro de una conocida familia de la burguesía barcelonesa, es la de las clases altas y los ambientes acomodados, con lo que el retrato social que aparece en su novela (la primera que escribe) es el de una Barcelona de la que ahora nadie parece querer acordarse. Nada que ver, desde luego, con la ciudad de Colau.

El protagonista es Miguel Arquer, el joven hijo de un empresario torturado y asesinado de un tiro en la nuca en la checa de la calle de San Elías y al que el odio a los Rojos y la sed de venganza le impulsa a alistarse (como a tantos otros) en la División Azul. La novela, que mezcla género bélico, fresco social, thriller,romance, erotismo y espionaje (¡quién da más!), se abre con el protagonista caminando hacia la estación de Francia con el petate al hombro como un imposible Ismael con el Cara al sol en los labios mientras la multitud va convergiendo para despedir al contingente entre gritos de "¡Viva Alemania!" y "¡Rusia culpable!". Miguel es un chico ingenuo que no entiende la contradicción de partir de cruzada con una edición de Sin novedad en el frente en el bolsillo y que a lo largo de la novela experimentará, entre aventuras, peligros, amores y sinsabores, una honda transformación.


1522269920_070717_1522273994_sumario_normal.jpg

Una columna de la División Azul en marcha



Entre lo mejor del libro están los villanos, el sargento Montilla, el empresario Esteban Bonell, que se ha puesto del lado del bando vencedor de la guerra para prosperar, y su hijo Jorge, falangista, y sobre todo, curiosamente, la madre del protagonista, Alicia, una madura, bellísima y elegantísima mujer dispuesta a todo para medrar en el nuevo mundo y que utiliza el s*x* como su principal arma. Es un personaje poderoso. “Mucho, en realidad quizá el más potente de la novela. Los personajes perversos tienen más encanto y personalidad, más recovecos. No era consciente de lo mala que me estaba saliendo, tuvo vida propia”. También parece que aquí disponga Garí de información de primera mano. Es un modelo de mujer con carácter que se ha estilado en la clase alta barcelonesa. “No digo que tenga algo autobiográfico pero sí personal, he podido conocer a alguien parecido”.

Con respecto al tratamiento del s*x* en la novela, absolutamente sin tapujos, dice Garí que es un buen gancho. “Es poner mostaza a la salchicha”, lanza, sin quizá ser del todo consciente de lo contundente de la expresión.

Hay muchas otras referencias que se pueden rastrear en la novela, casi un roman a clef en ese aspecto. Nombres de personas y familias apenas disimulados. Tote del Moral, los Bertrand, los Baulell, Jimmy Arnau, los Ribot, los perfumistas Puiggrós.

En cuanto a los otros villanos ricos. “No se diferencian mucho de los grandes hombres de negocios de hoy en día. No es que detrás de cada fortuna haya un pecado, pero sí cierta falta de escrúpulos. Se puede ganar dinero pero no una fortuna siendo escrupuloso. Y continúa: “Tiene una fascinación peligrosísima el dinero. Es curioso ver cómo la gente que lo tiene se construye un argumento para vestir la legitimidad de su fortuna”.

De la burguesía barcelonesa dice que hubo un sector alto extremadamente colaboracionista con el franquismo. "A la más catalanista le costó colaborar, porque no se veía identificada con su proyecto nacional, pero había que sobrevivir y se hacían negocios hasta con el diablo si era preciso".



1522269920_070717_1522274355_sumario_normal.jpg

Acto de Falange en Barcelona en la posguerra. PEREZ DE ROZAS



La Barcelona de las checas y los asesinatos de gente bien aparece en el libro. “Hubo muchas personas que fueron perseguidas. A mi abuelo lo fueron a buscar los de la FAI para darle el paseillo. Por suerte no lo encontraron y pudo marcharse. En 48 horas estaba en Génova. Muestro la Barcelona cainita que fue a cargarse a muchos de sus ciudadanos. Ahoa está de moda hablar de las revoluciones populares,de la autogestión de las fábricas, todo eso está muy bien, pero esas experiencias sociales se hicieron a costa de derramar sangre”.

Fernando Garí reflexiona que el franquismo en Cataluña “se quiere hacer ver a veces como algo llegado de otro planeta y que se introdujo por la fuerza de las armas,como si no hubiera habido franquistas aquí y mucha gente que aplaudió la entrada de las tropas por la Diagonal”. Matiza sin embargo que en su novela no quiere reivindicar ningún bando ni ideología, y de hecho el protagonista experimenta un cambio ideológico radical. “Pero sí recordar que hubo gente que durante la guerra tuvo que esconderse o marcharse de Barcelona”.

De la ciudad que retrata, considera que “no se la ha contado bien”. Para mostrarla, lo que hace con detalles muy exactos, se ha documentado con fotos y los NO-DO de la época. “Quería una imagen muy diáfana de Barcelona sin caer en esterotipos. Era una ciudad muy diferente de la actual, claro, con esa grisura opresiva que nace no tanto de los escombros de la guerra como de la tristeza de la miseria y la derrota. Una Barcelona dolida, castigada”.

En la trama de Garí, un apasionado de las motos que tuvo en su momento la carismática Lobito, aparece una fábrica de motocicletas que juega un papel fundamental. “Hubo una industria importante de ellas, incluso antes de la guerra. Algunas de las cosas que cuento en realidad recuerdan a la historia de Bultaco, que es posterior. De hecho me gustaría que alguien escribiera el drama de Bultaco, una historia tristísima”.


EPISODIOS DEL HOLOCAUSTO Y UNA MÁQUINA ENIGMA


“Siempre me han interesado mucho la Segunda Guerra Mundial y la historia militar en general”, dice Garí de la parte de la novela que se desarrolla en el frente ruso, en el que se desenvuelve muy bien, mostrando el ambiente con gran verosimilitud (MG 42 recalenntadas y T-34 incluidos) y hasta batallas. “Ayuda tener visión cinematográfica”, apunta.

Considera que la División Azul sigue siendo un episodio bastante maldito y que constituyó un faux pass del régimen que Franco quiso tapar luego, y lo consiguió bastante. “En realidad los divisionarios hubieran hecho mejor alistándosde en el otro bando”.

Señala que inicialmente hubo mucho entusiasmo. “Había una motivación muy intensa en muchos sectores. En Barcelona quizá no tanta pero también hubo gente que marchó muy convencida, con una carga ideológica considerable”

En la novela aparecen referencias al Holocausto, episiodios del cual Garí está convencido que los divisionarios presenciaron, y la máquina de codificar Enigma.

https://elpais.com/ccaa/2018/03/28/catalunya/1522269920_070717.html
 
Empecé a leerlo ayer , me está gustando mucho , es un libro duro , con un lenguaje muy directo.
9788420416533.jpg

LA GENTE FELIZ LEE Y TOMA CAFE

AGNES MARTIN-LUGAND
2014



Tras la muerte de su marido y de su hija en un accidente, Diane lleva un año encerrada en casa, incapaz de retomar las riendas de su vida. Su único anclaje con el mundo real es Félix, su amigo y socio en el café literario La gente feliz lee y toma café, en el que Diane no ha vuelto a poner los pies.Decidida a darse una nueva oportunidad lejos de sus recuerdos, se instala en un pequeño pueblo de Irlanda, en una casa frente al mar. Los habitantes de Mulranny son alegres y amables, salvo Edward, su huraño y salvaje vecino, que la sacará de su indolencia despertando la ira, el odio y, muy a su pesar, la atracción. Pero ¿cómo enfrentarse a los nuevos sentimientos? Y luego, ¿qué hacer con ellos?Derechos de traducción vendidos a 18 paísesPróxima coproducción cinematográfica internacional#amimehacefeliz


https://www.casadellibro.com/libro-la-gente-feliz-lee-y-toma-cafe/9788420416533/2253590

 
Juan Soto Ivars: "El futuro se parecerá más a 'Los santos inocentes' que a Philip K. Dick"
Nuestro columnista presenta su novela más madura, Crímenes del futuro, donde plantea por medio de una distopía los peligros de una recuperación en falso de la crisis

imagen-sin-titulo.jpg

Juan Soto Ivars. (Jeosm Photography)
ALBERTO OLMOS
TAGS

08.04.2018 –

Cuando ustedes no sabían aún lo que se les venía encima, yo ya trataba de entender el encanto de Juan Soto Ivars (Águilas, 1985). Lo conocí hacia 2005 en Madrid, cuando él era un triunfador de veinte años al que sólo le faltaba el triunfo. Que Juan Soto Ivars haya triunfado hoy es discutible sólo en la medida en la que no sabemos exactamente en qué ha triunfado. Bueno, es famoso. Sale por la tele. Le paran por la calle. Escribe libros. Sus artículos se leen. Y está casado. Pero Juan Soto Ivars es un triunfo en exclusiva de la personalidad, al margen de las medallas que podamos reconocerle. Es muy distinto triunfar por voluntad que venir ya triunfado a la vida, con ese porte y ese pelo y esa afabilidad apabullante que derrocha nuestro autor. Ha dejado dicho Emmanuel Carrère de Macron que todos los franceses le votarían si su ahora presidente pudiera darles la mano uno a uno, es decir, acercarse a ellos como el hombre que siempre parece de tu parte. Juan Soto Ivars siempre parece de tu parte. Juan Soto Ivars, amigos, conseguiría que Macron le votara a él.

crimenes-del-futuro-candaya.jpg

´'Crímenes del futuro'. (Candaya)


Ahora Soto Ivars, columnista de El Confidencial, ha publicado un libro que le ha llevado muchos ratos de enclaustrar su propio encanto: 'Crímenes del futuro' (Candaya), donde demuestra todo lo que ha leído, todo lo que ha peleado la página, como si la literatura fuera su secreto martirio: la única cosa que de verdad le importa conquistar.

PREGUNTA. ¿Cómo surge la idea de escribir 'Crímenes del futuro', una novela en la que parece que leemos sobre el pasado y el futuro de nuestro país al mismo tiempo?


RESPUESTA. La novela responde a una pregunta que me hago en los primeros compases de la crisis económica. Las "sendas de la recuperación" se resumen en dos líneas fundamentales: la primera, que necesitamos al sector financiero fuerte y robusto por más que sea el responsable absoluto de la crisis, así que salvamos a la banca con nuestros impuestos a costa del estado del bienestar. La segunda, derivada, que los ciudadanos occidentales ya no son un factor determinante de la creación de riqueza. En esa época leo con atención a los optimistas liberales y me recuerdan al Pangloss de 'Cándido'. Nos dicen que el Estado es un fósil que debería desmantelarse y ensalzan la gestión de las empresas y el talento de la gente de las finanzas. Si les hablas de la desigualdad, en general te dicen que ha descendido y te mencionan la riqueza de China. Así que me pregunto cómo vivirán mis nietos. Los personajes de la novela surgen de ahí. Ellos han oído hablar de cosas como los diputados o la sanidad pública pero no saben lo que son. Y esto nos lleva a Delibes, porque el futuro podría parecerse más a 'Los santos inocentes' que a Philip K. Dick.

Si a los liberales les hablas de desigualdad, te dicen que ha descendido y mencionan China. Y yo me pregunto cómo vivirán mis nietos

P. ¿Qué riesgos has asumido al entregar una novela en la que has trabajado durante ocho años?


R. Cada una de las tres partes de 'Crímenes del futuro' funciona como una novela casi autónoma, y he escrito de cero cada parte entre tres y seis veces. De lo que escribí hasta 2014 no queda nada en el libro. Quería que este libro lo escribiera un buen novelista, y yo no lo era. Lo intentaba y fracasaba, pero quería terminarlo, así que volvía a empezar. Así que mi miedo no es que se note la distancia temporal, que no existe, sino que yo todavía no sepa escribir esta novela y no me haya dado cuenta. He dado lo mejor que puedo dar, y sin modestia falsa te diré que creo que he escrito una novela que no me avergonzará en el futuro. A otros libros que he publicado antes les pegaría fuego, pero sospecho que este se salvará.

P. La segunda parte de la novela presenta casi una sinécdoque de la guerra que se declara al final de la primera, por el método de mostrarnos a una pareja en una isla que acaba batallando por culpa de la falta de agua y de suministros. Algunas ideas me han recordado a 'El señor de las moscas'. La prosa es más austera y, siguiendo eso de Orwell de que la prosa debe ser como el cristal de una ventana, se ve muy bien la historia a través de ella.

R. Yo quería contar una revolución, una guerra civil y una posguerra. Con la segunda parte, la bélica, la decisión fue desde el principio coger a dos personajes secundarios, mandarlos a un sitio donde estuvieran solos y profundizar en las raíces de la guerra revolucionaria, civilización y orden contra revolución y desorden, a través de ese cristal. Creo que en la pareja se producen los movimientos que llevan a los pueblos a la guerra. A la pregunta de ¿qué te llevarías a una isla desierta?, creo que nadie a contestado nunca: a mi pareja. Por algo será.



juan-soto-ivars-andrea-palaudarias.jpg

Juan Soto Ivars. (Andrea Palaudarias)


P. La tercera parte tiene un cierto sabor a postguerra civil, lo que abunda en la sensación temporal extraña de tu libro, como si doblaras el tiempo y algún aviso para hoy se mezclara con lo ya vivido en la historia de España. No sé si este meter ecos del pasado en una especie de futuro apocalíptico lo has hecho con todo propósito o te ha salido así o qué querías con ello.

R. Desde críos hemos pensado: ¡joder, somos la hostia, no hemos vivido una guerra ni una posguerra! Las historias de nuestras abuelas y de nuestros padres nos dejaban estupefactos. Poco a poco vemos cómo se derrumban estructuras que parecían muy sólidas, las paredes y las columnas del templo se caen a pedazos, y el futuro es por primera vez en mucho tiempo un horizonte poco halagüeño. ¿Quién nos dice que nuestros nietos no vivirán una guerra? ¿Quién nos dice que no vivirán la posguerra? ¿Quién nos dice que no llegarán a viejos en un país que sale de otra dictadura, que emprende otra transición? La tercera parte de mi novela es la pista fundamental sobre el sentido cíclico que podría tener la historia si seguimos durmiendo en los laureles que plantaron nuestros abuelos.

Aparte, sin dar spoilers: cuando me hice amigo de mi abuela Pepita y la conocí como mujer, es decir, no como abuela sino como ser humano, empecé a preguntarme cómo demonios se había convertido esa mujer tan inteligente y tan brillante en una abuela, en un cojín blando y confortable, en una señora mayor. Esa pregunta me ha perseguido siempre y en esta novela los personajes viven una vida entera para intentar contestar.

Algunas experiencias, como mi paso por Ana Rosa, dan para escribir otra novela. La tele, detrás de las cámaras, es un mundo loquísimo

P. Llevas una temporada muy presente en los medios de comunicación y me pregunto si eso puede compaginarse con la escritura de un libro sin caer en la esquizofrenia.

R. El último año ha sido alucinante. 'Arden las redes' produjo más trabajo y más resonancia de la que me esperaba. Cayeron contratos en televisiones, que es un medio en el que nunca pensé que fuera a hacer ningún pinito. Algunos curros empezaron y terminaron a toda prisa: no era mi sitio. Otros se sostienen, y aparecen nuevas ofertas. Desde luego, este último año es incompatible con la literatura. En el futuro espero poder quedarme con unos pocos lugares donde esté cómodo y aporte algo, limitar las apariciones y volver a escribir. Pero este año ha sido de experimentar los límites. Es posible que algunas experiencias, como mi paso por Ana Rosa, den para escribir una novela en algún momento. La tele, detrás de las cámaras, es un mundo loquísimo.

P. ¿Alguna conclusión jugosa que hayas sacado del mundo de los tertualianos, de los Inda, Escolar, Marhuenda?

R. No creo que sea lo mismo Inda que Escolar, ni de coña. Escolar puede cagarla, pero Inda es directamente tóxico, su diario es un intestino grueso que no expele más que porquería. A los tertulianos profesionales les pasa como a los farloperos. La tertulia y la farlopa te enganchan, consumen tus energías y te conducen a hablar de más. Yo he descubierto este año que no valgo para las tertulias. Algo que sí que admiro de los tertulianos es que son actores. Cuando me ponían enfrente de Inda, yo no podía evitar escuchar lo que decía y tratar de responder a ello, pero las tertulias de la tele no funcionan así. Cada actor suelta su rollo para su público. Las tertulias de la tele no son debates ni dialéctica, son teatro.

A los tertulianos les pasa como a los farloperos. La tertulia y la farlopa te enganchan, consumen tus energías y te conducen a hablar de más

P. Esa sobre-exposición te hace vivir constantemente en medio de acusaciones, insultos y polémicas. ¿Cómo lo llevas?

R. Me duelen muchas acusaciones, sobre todo cuando las considero injustas o vienen de gente a la que respeto, pero a todo se habitúa uno. Lo jodido es que hablemos de acusaciones y no de críticas. Para mí, ahí está la clave de este tiempo y del mundo de las redes. Una opinión produce polémica y punto, ahí queda todo, en acusaciones cruzadas y aplausos acríticos. Los debates se producen lejos de los focos y del ruido. El mundo mediático y digital es muy estéril para el intercambio dialéctico de ideas. El zasca convierte las conversaciones en partidos, no sé muy bien de qué deporte.

P. ¿Dirías que has tenido éxito?

R. Si esto que yo tengo es éxito, el éxito es una put* mierda. Demasiado trabajo, poco dinero y algunas traiciones. De todas formas soy muy escéptico con el éxito. Cuando tú y yo nos conocimos, a mí me parecía que el éxito era lo que tenías tú. Yo no había conseguido publicar ningún libro y tú sí, y habías ganado premios, y eras un escritor. Tenías todo lo que yo ansiaba, y tú me decías: esto apesta, esto no es nada. Me parece que ahora te puedo decir lo mismo yo a ti. Espero que un día alguno de los dos tenga un éxito verdadero para que pueda compartir con el otro qué coj*nes significa eso, pero me da que el éxito en estos trabajos nuestros es un Parnaso literalmente. No existe, vaya.

Envié todos mis libros al pobre Muñoz Molina con la fantasía húmeda de que le gustasen. No imagino haciendo eso a un veinteañero hoy

P. Podemos preguntarnos entonces qué esperábamos cuando, muchachos de provincias, llegamos a Madrid queriendo ser escritores. ¿Quién era tu modelo, Umbral, Marías, Muñoz Molina? ¿Cuál era realmente tu sueño húmedo de la literatura?

R. No he tenido referentes fijos. Yo llegué a Madrid y me fui al Café Gijón lo primero, con 18 añitos, porque había leído que allí estaban los escritores. Hasta que te conocí a ti, creo que no había conocido a ningún escritor de verdad. ¡Y tú eras un novato! Pero tu nombre en una portada ya me ponía nervioso. Creo que lo que diferencia a nuestras generaciones de los jóvenes de hoy es que nosotros teníamos una especie de reverencia hacia los más mayores, queríamos escalar en una fachada conocida y antigua, nuestro sueño húmedo era entrar en un canon, así que necesitábamos desesperadamente la bendición de un consagrado. Por ejemplo, yo le he enviado todos mis libros al pobre Muñoz Molina con la fantasía húmeda de que alguno le gustase. No me imagino haciendo eso a un veinteañero hoy. Creo que son más iconoclastas, pero tampoco son nuevos. Me recuerdan a los que salen en 'La novela de un literato', de Cansinos-Asséns. Pero no quieren ser modernistas, sino poetas youtubers. ¿Habrá algo más iconoclasta que esto? Son mil veces más punkis que nosotros.

P. Creo que irte a Barcelona fue clave en tu vida. ¿Cómo te llevas con la ciudad?


R. El punto de inflexión de mi vida fue conocer a mi mujer, que es el motivo por el que vivo en Barcelona. El escenario es un poco secundario. La verdad es que a mí esta ciudad no termina de gustarme. Todo es civilizado en Barcelona, europeo, no hay suciedad, no hay mugre. Esto se ha visto en las protestas de los independentistas, a las diez de la noche se iban para casa. Vaya revolución nos han dado este último año. Los del POUM deben de estar riéndose en la tumba.

Los columnistas en general son infinitamente más generosos, más amistosos y menos mezquinos que los escritores

P. Ya en los 90 se afirmaba que se escribe mejor en los periódicos que en los libros. Hoy hay varios columnistas que podrían justificar un enunciado similar, muchos de tu generación. ¿Cómo ves este gremio? Yo lo veo muy distinto, digamos, a cuando se juntan varios escritores. Los escritores son, no sé, templados, mientras que estos columnistas de éxito -tú incluido- me parecen como los machos alfa, los divertidos, los ligones y los nocturnos.

R. Te voy a decir una cosa que distingue a los columnistas y a los escritores de esta generación: los columnistas en general son infinitamente más generosos, más amistosos y menos mezquinos que los escritores. Y te voy a dar el motivo: los columnistas, mal que bien, viven de su trabajo. Mal que bien estamos pagados. La canalla no es hoy el gacetillero, eso era en tiempos de Valle-Inclán. Hoy la canalla son los escritores de cuento corto y los poetas. Tan mal pagados, tan mediocres sus expectativas, que tienen que ser mezquinos y ponerse a caldo unos a otros para recibir algún pago, que repercute en la cuenta corriente de su vanidad, porque en la del banco tienen telarañas. Los únicos columnistas mezquinos que conozco son, o muy consagrados y pagados de sí mismos, o unos mierdas que se dedican a poner a caldo en blogs a cualquiera que sospechen que tiene éxito, y viven para sus seguidores de Twitter, y se cuecen en su mutua bilis para consolarse juntos. La tropa de asalto de Luis Magrinyá sería un caso paradigmático.

P. Volviendo al libro, puede decirse que tu novela está completamente al margen de las tendencias actuales, de ese yo autobiográfico omnispresente. ¿Sigues creyendo en lo que proponíais en aquello del Nuevo Drama?

R. No sé. 'Patria' de Aramburu, 'Las correcciones' de Franzen, etc, no creo que sean obras a contracorriente. En esta época cada cual puede hacer lo que le venga en gana y seguramente encontrará un tipo de lector y no otro. No creo que haya, más allá de la moda mediática y editorial de turno, ninguna corriente. Respecto al Nuevo Drama, aquello fue un juego de niños. Montamos un pifostio mediático y fue muy divertido, por momentos asustaba. Pero no podría decir que he seguido a rajatabla las normas que nos inventamos porque no las recuerdo bien.

P. ¿Qué hubiera sido de Juan Soto Ivars sin las redes sociales?


R. A mí me contrataron en este periódico por lo que escribía en mi Facebook cuando no me conocía ni Dios. Apenas había trabajado, estaba aburrido y muerto de asco. Carlos Hernanz me empezó a seguir por Facebook, vio lo que ponía, se lo contó a Cardero y ellos me dieron la oportunidad de mi vida. Creo que esto ha sido más importante que Facebook. Sin ese giro, posiblemente ahora estaría todavía vomitando bilis en Facebook, como tanta gente lista que hay allí dentro sin oficio ni beneficio.

https://www.elconfidencial.com/cult...ivars-crimenes-del-futuro-entrevista_1545767/
 
¿Es su vecino un asesino en serie? ¿Y usted? La escala de la maldad
La criminóloga y abogada Paz Velasco de la Fuente publica el ensayo 'Criminal-Mente' sobre la ciencia forense y la psicología de los asesinos

imagen-sin-titulo.jpg

Imagen de Andrei Chikatilo, uno de los asesinos en serie más sangrientos de la historia.
AUTOR
ALOÑA FERNÁNDEZ LARRECHI
Contacta al autor
TAGS

07.04.2018 –
"La maldad forma parte de la condición humana, y lo verdaderamente terrorífico es que no tiene un rostro determinado. A ella se le achaca la crueldad más absoluta e inimaginable. Los científicos sociales consideramos que en nuestras sociedades hay un 5% de personas tóxicas, perversas, crueles y dispuestas a hacer el mal. Pero... ¿de qué están hechos los malos? ¿La maldad es intrínseca al ser humano o uno se hace malo con el paso del tiempo? ¿Todos podemos ser malvados en un momento determinado? ¿La maldad es una imperfección del alma o una disfunción de la mente humana? ¿Hasta cuándo se es malo? Y... ¿se puede medir la maldad?".

Durante siglos, las fuerzas de seguridad, los alienistas y demás especialistas relacionados con el crimen han buscado respuesta a estas preguntas, mientras la ciencia eludía el concepto de maldad. Sin embargo, el interés por desvelar los misterios de la violencia cambió esta situación, y en las últimas décadas cada vez más investigadores se han preocupado por medir los rincones más oscuros del comportamiento humano. Un universo desconocido y complejo que la abogada y criminóloga vallisoletana Paz Velasco de la Fuente desgrana en su ensayo 'Criminal-Mente. La criminología como ciencia', que la editorial Ariel ha publicado recientemente.

La autora se adentra en los entresijos de la criminología, la ciencia social interdisciplinar que se encarga del estudio empírico del comportamiento delictivo y de la reacción social al mismo. Una especialidad que analiza el delito como acto individual, al delincuente, a la víctima y las medidas de control social existentes. Y que en 2001 abrazó con entusiasmo la escala de maldad que elaboró el psiquiatra forense de la Universidad de Columbia, el doctor Michael Stone, para identificar las mentes que albergan el mayor índice de maldad.




portada-del-libro-publicado-por-ariel.jpg

Portada del libro publicado por Ariel.




Para desarrollar su escala el doctor Stone tuvo en cuenta indicadores como la depravación del crimen, su planificación, su puesta en escena o si la víctima fue torturada o agredida sexualmente. A partir de numerosas entrevistas con criminales, el psiquiatra pudo analizar factores neurológicos, genéticos y ambientales para comprender qué es lo que lleva a un individuo a acabar con la vida de otro. Unos encuentros que le sirvieron para establecer 22 niveles de maldad que se dividían en tres grupos. De nivel 1 al 8 se trata de asesinos impulsivos responsables de un único acto criminal en un momento de rabia, del 9 al 15 se encuentran los asesinos con algunos rasgos psicopáticos y psicóticos y del 16 al 22, en el que aparecen los psicópatas puros.

Así, en el primer nivel se encontrarían personas como Jacqueline Sauvage, que a los 68 años asesinó a su marido después de casi medio siglo de malos tratos. Un poco más arriba, en el séptimo nivel, aparecen los asesinos narcisistas y posesivos que matan a seres queridos, o familiares, por celos, como fue el caso de Prosenjit Poddar, que acabó con la vida de la joven que fue su novia, pero había decidido terminar su relación. Richard Speck, que ya tuvo el honor de aparecer en la primera entrega de 'Mindhunter', se situaría en el nivel decimotercero, al ser un asesino psicópata rabioso, mientras que otro de sus "compañeros de reparto" Jeff Brudos, aparece cinco puestos más arriba, ya que era un asesino que disfrutaba torturando. La escala la cierran apellidos tan temibles como Chikatilo o Dahmer, asesinos psicópatas que infligen extremas torturas a sus víctimas y terminan asesinándolas. Es nivel en el que podrían aparecer españoles como Pérez Rangel y Javier Rosado, responsable este último del crimen del juego de rol.



javier-rosado-detenido-por-el-crimen-del-juego-de-rol-en-una-imagen-de-1994.jpg



Homicidas de España
"A la luz de la luna contemplamos a nuestra primera víctima. Sonreímos y nos dimos la mano. Me miré a mí mismo y me descubrí absoluta y repugnantemente bañado en sangre. A mi compañero le pareció acojonante, y yo lamenté mucho no poder verme a mí mismo o hacerme una foto. Uno no puede pensar en todo..." Con estas palabras un brillante estudiante de Químicas detallaba en su diario cómo se había sentido después de cobrarse su primera víctima. Su nombre era Javier Rosado, pero para la posteridad quedaría como "el asesino del juego de rol", un crimen que conmocionó a la sociedad española a mediados de los años 90.

En España, durante muchos años se impuso la censura, y entonces parecía que aquí no hubiera ni crímenes ni asesinos

Pero la historia sangrienta de España, tal y como recoge la autora, empezó mucho antes de que Rosado inventase un juego con el que "racionalizar los impulsos agresivos que tenía". E incluso antes de que Jack el Destripadorsembrase el pánico por las calles del barrio londinense de Whitechapel a finales del siglo XIX, gracias al mítico hombre lobo de Allariz. Pero el asesino en serie patrio más célebre de toda nuestra historia fue Manuel Delgado Villegas, más conocido como el Arropiero. Un hombre que, entre 1964 y 1971, asesinó a 48 personas mediante el "tragantón", un "truco que aprendió en la legión" y que consistía en oprimir la glotis de sus víctimas a través de un golpe que terminaba asfixiándolas.



jose-antonio-rguez-vega-el-mataviejas-en-una-imagen-de-1988.jpg



Una década después José Antonio Rguez. Vega, un "psicópata carismático y manipulador", acabó con la vida de 16 ancianas y el Matamendigos empezaba su escalada criminal que terminaría con la muerte de once indigentes. Tras ellos, en la lista de asesinos españoles más sanguinarios aparece, además del mencionado hombre lobo que se cobró 10 víctimas, el Sacamantecas con seis, el mismo número que José María Ruiz Martínez, "el sastre asesino" que acabó con la vida de toda su familia en una de las calles más macabras de Madrid, la dedicada al poeta cordobés Antonio Grilo.

A través de "Crónicas de la España negra", el capítulo dedicado al crimen en nuestro país, Velasco destaca que, al contrario de lo que nos han hecho creer, el asesino en serie no es un producto exclusivamente norteamericano. "En España, durante muchos años se impuso la censura, y entonces parecía que aquí no hubiera ni crímenes ni asesinos. (...) Fue durante la democracia cuando salieron a la luz, con la aparición de las crónicas de "la España negra", en las que quedaba demostrado que en nuestro país ha habido crímenes y asesinos". Aunque, como señala la criminóloga, hubo que esperar hasta 2010 para que los medios de comunicación de nuestro país hablasen abiertamente de la figura del asesino en serie "a pesar de que algunos sujetos ya habían sembrado la geografía española de víctimas inocentes".



daniela-poggiali-la-enfermera-italiana-que-mato-a-38-personas.jpg



Ellas también matan
'Criminal-Mente' también dedica varios capítulos a las diferencias de género a la hora de matar. "Estadísticamente", señala Velasco en su libro "hay muchos más homicidas y asesinos en serie masculinos, pero las mujeres también matan y, aunque sean bastante inferiores en número, son tan letales como ellos. (...) Asesinar no es una cuestión de s*x*, sino que es una conducta premeditada y humana, y en el caso de las mujeres siempre tienen un motivo para ello (o al menos ellas lo creen así)". Pero no ha sido hasta hace relativamente poco tiempo que ciencias como la criminología, la psicología o las ciencias penales se han interesado por el papel criminal de las mujeres, a las que se les "sigue identificando con seres tiernos".

Su compañera de sangre es en muchos casos el gancho para atrapar a las víctimas con las que ellos fantasean

Los crímenes con nombre de mujer han causado siempre un mayor impacto social que los habituales, y masculinos, asesinos. "La mayoría de las mujeres matan por cuestiones materiales o para ejercer el control y dominio sobre sus víctimas. En ambos casos —prosigue Velasco— es muy habitual que estas mujeres asesinen a varias personas". Y para distinguir sus motivaciones, los especialistas establecieron una clasificación que distingue nueve tipologías de asesinas y sus crímenes: "viudas negras, asesinas en equipo, enfermeras de la muerte, asesinas con problemas de locura, depredadoras sexuales, homicidios inexplicados, venganza, crímenes sin resolver atribuidos a mujeres y crímenes por beneficio". Unas categorías a las que Velasco añade, "porque esta clasificación se ha quedado obsoleta [a las] asesinas inductoras, las asesinas emocionales que matan por odio, celos o envidia y las filicidas".



manuela-ruda-acabo-con-su-victima-en-compania-de-su-marido-y-por-orden-de-satan.jpg



Son muchos los especialistas que coinciden en señalar que la mayoría de las tipologías desarrolladas en torno al asesino en serie no son aplicables a las mujeres. Ellas, si cometen crímenes de forma independiente, son mujeres socialmente adaptadas y geográficamente estables, el 80% de las cuales recurren al veneno para acabar con sus víctimas. Pero también hay asesinas que han requerido la ayuda de un hombre para llevar a cabo sus mortíferos deseos. Y cerca del 50% de las asesinas en serie han cometido sus asesinatos con la ayuda de un hombre. Unas alianzas que muchas veces llegaban dadas por razones sentimentales y sexuales, mujeres que acaban "siendo fieles seguidoras de hombres asesinos, demostrando una gran lealtad hacia sus parejas".

Sobre este tipo de parejas, que van desde los míticos Bonnie & Clyde hasta la familia criminal de Roman Pokopaev, Velasco señala que "no hay auténtico amor, sino una aceptación tácita y recíproca de compartir una experiencia única, de buscar el placer y el control, el desplazamiento de la ira hacia personas vulnerables". Y como señala la criminóloga, "su compañera de sangre" es en muchos casos el "gancho para atrapar a las víctimas con las que ellos fantasean, para cooperar y participar activamente en el crimen o para encubrirlo". Aunque "cuando son detenidas, la mayoría de estas mujeres culpan a sus parejas y se presentan como víctimas aterrorizadas, alegando que actuaron por miedo". Unas mentiras que, afortunadamente, las investigaciones terminan echando por tierra.



javier-bardem-en-el-papel-de-anton-chigurh-en-no-es-pais-para-viejos.jpg



El arte de matar
Asesinos de ficción como Hannibal Lecter o Anton Chigurh, los aristócratas al margen de la ley que se convirtieron en los primeros asesinos en serie, el perfil de estos, los psicópatas sádicos y los emocionales el origen y la evolución de los perfiles criminales son otros de los asuntos a los que Velasco dedica algunos capítulos. Pero también tienen su lugar las víctimas y los métodos de selección de las mismas, así como la escenificación del crimen o las motivaciones finales de aquellos que terminan con la vida de otras personas. Un compendio temático tan extenso como diverso que ofrece un completo manual de iniciación para aquellos que deseen adentrarse en el oscuro y desconocido mundo de la criminología.

Un ensayo interesante de principio a fin que se cierra con uno de los capítulos más curiosos de cuantos lo componen, aquel dedicado a los asesinos que terminaron convirtiéndose en escritores, o viceversa. Desde Krystian Bala, que fue protagonista de su propia novela negra, hasta la exitosa Anne Perry, que inspiró la película 'Criaturas celestiales', más de una docena de creadores desdibujaron la línea que separa la ficción de la realidad para compartir sus experiencias, ofrecer lecciones de moralidad o, simplemente, servirse del nombre que le habían dado sus crímenes para explorar su vena artística. "Quizás", señala Velasco, "sea un acto de redención, su manera de decir al mundo 'sí, lo hice yo', o quizás sea su forma de expresar y contar un acto del que se sienten orgullosos. Otros, simplemente, escriben y matan".

https://www.elconfidencial.com/cultura/2018-04-07/criminal-mente-libro-criminologia_1545302/
 


Una novela policial, una historia de supervivencia en un mundo donde la lealtad es puro instinto. Por Arturo Pérez-Reverte.

«Nací mestizo, cruce de mastín español y fila brasileña. Cuando cachorro tuve uno de esos nombres tiernos y ridículos que se les ponen a los perrillos recién nacidos, pero de aquello pasó demasiado tiempo. Lo he olvidado. Desde hace mucho todos me llaman Negro.»

Hace días que en el Abrevadero de Margot, donde se reúnen los chuchos del barrio, nada se sabe de Teo y de Boris el Guapo. Sus colegas presienten que detrás de su desaparición hay algo oscuro, siniestro, que los mantiene alerta. Lo ocurrido no puede ser nada bueno; lo sospechan todos y lo sabe su amigo el Negro, luchador retirado con cicatrices en el hocico y en la memoria. Para él es cuestión de instinto, de experiencia sobreviviendo en las situaciones más difíciles. Eso lo lleva a emprender un peligroso viaje al pasado, en busca de sus amigos.

En esta asombrosa novela negra, divertida, tierna y sobrecogedora de principio a fin, Arturo Pérez-Reverte narra con increíble maestría la aventura de un perro en un mundo diferente al de los humanos, donde rigen las mejores reglas -lealtad, inteligencia y compañerismo- y están desterradas toda corrección política o convención social. Un mundo en el que a veces hay clemencia para los inocentes. Y justicia para los culpables.


https://www.casadellibro.com/libro-los-perros-duros-no-bailan/9788420432694/6266561
 
PUBLICA 'ANTES DEL HURACÁN'
Kiko Amat: "No me sale de las narices arrodillarme ante la élite académica"
El escritor que levantó recientemente la polvareda al escribir que Moby Dick es "un tostón" publica su quinta novela, 'Antes del huracán', una historia de locura e infancias suburbiales

imagen-sin-titulo.jpg

Kiko Amat en una imagen reciente. (Eugènia Broggi)

AUTOR
MARTA MEDINA
Contacta al autor
@MartaMedinadelV
TAGS

11.04.2018 –

Curro fuma cigarrillos invisibles, tiene un mayordomo con tendencias suicidasy, desde hace veinte años, vive en la Congregación Hermanas Hospitalarias Santa Dympna en Sant Boi de Llobregat. Es decir, en un hospital psiquiátrico. Pero Curro también es un preadolescente de Sant Boi que vive en casa de sus padres, siempre húmeda y descascarillada, donde progenitores e hijos y marido y mujer y hermano y hermano sólo se hablan a gritos, donde a Curro siempre le afean la manía de frotarse las manos, de encender y apagar la luz para sentirse seguro, "manías de desequilibrado", que le dice su padre, "no le llames desequilibrado, que es una palabra horrible", reprocha su madre. El mismo Curro, dos tiempos, y uno acabará determinando al otro.

portada-de-antes-del-huracan.jpg

Portada de 'Antes del huracán'


"Me he vuelto loco, pero la culpa es vuestra". Parafraseando a Pablo de Tarso, así comienza 'Antes del huracán' (Anagrama, 2018), la quinta novela de Kiko Amat en la que el novelista ha matado al referente pop que fue. Vaciando, desnudando, quitándole gorgoritos, Amat ha escrito una "novela anti nostálgica" en la que los años ochenta se presentan como un territorio seco y hostil de collejas perpetuas, descampados suburbiales y polígonos de chapa y hormigón. Eso sí, sin abandonar el humor y el esperpento, tan nuestro. Un libro escrito sin resaca —"no podía compaginarlo con nada", ni con la vida más íntima, ni con las colaboraciones, ni con la nocturnidad— en el que, decantación tras decantación, ha buscado una esencia desnuda de "referencias pop, sin opinión, cortando cualquier ironía, juicio del autor o inercia"

"Tuve que vender la moto, discos para poder mantenerme mientras lo escribía", confiesa Amat (Sant Boi de Llobregat, 1971). "Entonces sucedió algo paradójico, que no tiene más interés que el anecdótico, o a lo mejor sí, y es que, incluso cuando ya tenía dinero para unos meses de escritura más, no podía parar de tirarlo todo: las fotos de adolescencia, ropa, fanzines, chapas. Una catarsis que, si quieres buscarle comparaciones narrativas —y creo que hay que buscárselas—, se parecía mucho a lo que estaba pasando en mi novela".

PREGUNTA. En la novela reflexionas sobre esa cadena de disfuncionalidad emocional que heredan las familias y que es tan difícil romper. Esos padres que no saben cómo querer a sus hijos y cuyos hijos no sabrán cómo querer a los suyos. ¿Si el protagonista hubiese crecido en otra familia no hubiese acabado en un manicomio?


RESPUESTA. En el libro lo he magnificado en relación a la fuente original, que son mis vivencias. Pero no en cuanto a la realidad de mucha gente. 'Antes del huracán' quiere hablar de ello pero desde una perspectiva puramente narrativa y con las partes eminentemente cómicas y exageradas y de novela de humor inglés que se encuentra a lo largo del libro y sin la gravedad ni la intención de la pedagogía clínica. Mi intención es contar una historia dura, trepidante y 'enganchosa'. Como decía Berlanga de 'La vaquilla', que no era una película SOBRE la Guerra Civil sino una película EN la Guerra Civil, esta no es una novela SOBRE la locura, sino EN la locura. Yo sólo me aventuro —bueno, mis personajes— sobre si la locura son los genes o es el contexto. Curro se dice “yo iba para niño feliz y quizá en otra familia benigna quizá hubiera acabado siendo feliz”, pero a las pocas páginas se desmiente a sí mismo y se contradice. Quizá no debería ser, como dice la cita de portada, "me he vuelto loco, pero la culpa es vuestra", sino que tal vez él ya lo llevaba dentro.

¿La locura son los genes o el contexto? Mi protagonista dice "me he vuelto loco, pero la culpa es vuestra", pero tal vez ya lo llevaba dentro

P. "En esta novela el paisaje lo es todo". ¿La vida en los suburbios es más difícil que en la gran ciudad?


R. Sí, yo hablo constantemente de la doble marginalización de la periferia, aunque esto no es una competición, claro. No es "yo lo pasé más chungo que tú", eso sería absurdo e infantil. Pero sí que es cierto que en las grandes urbes españolas la gente soñaba con estar en Nueva York, ¿no? Vivías en un barrio obrero de Barcelona y soñabas, como dice la canción, con estar en Los Ángeles. Pero es que nosotros, los de la periferia, soñábamos con estar en Barcelona. El sueño es aún más pedestre. En un barrio como El Carmelo de Barcelona miras hacia abajo y ves las luces de una gran ciudad mediterránea, abierta, cosmopolita, que en los 70 y 80 era vibrante y estaba llena de grupos y cultura. Lo siento, pero yo miraba y veía las torres eléctricas y veía los polígonos y los bares que iban cerrando. Y la imagen de adolescencia de esa época es de unos cuantos pringados en la estación viendo cómo se marcha el último tren mientras esperan al lado de una máquina de latas.

P. Dices que en esta novela hay menos referencias pop. ¿Tomaste esa decisión conscientemente? ¿Por qué?


R. En cuanto al autor hay un deseo claro de desaparecer, que también es un deseo táctico. En mis novelas anteriores, por la clase social de la que vengo y el mundo del que vengo —yo no vengo de padres guays ni de empleos guays—, donde nunca nadie me hizo demasiado caso hasta que publiqué. Entonces está la tentación, incluso la compulsión debutante de contarte, no sólo la historia, sino contarte a ti.



gra040-barcelona-01-06-2015-el-escritor-kiko-amat-posa-en-su-casa-durante-una-entrevista-con-efe-con-motivo-de-la-publicacion-de-sus-mejores-y-peores-articulos-en-chap-chap-blackie-books-un-libro-ladrillo-en-palabras-de-autor-casi-500-paginas-que-recoge-una-antologia-confesional-de-la-produccion-periodistica-de-este-hiperbolico-gacetillero-en-sus-ultimos-25-anos-efe-marta-perez.jpg



P. ¿Una necesidad de exhibirse?


R. Sí. No es particularmente por vanidad, aunque sin duda hay un destello innegable de vanidad. Es también para contar tu cultura. Yo quería contar la extraña subcultura de la que venía, el mundo extraño que me crió… Quería contar la experiencia general periférica, pero también una experiencia muy mía. Y esto yo creo que es como un acné, algo que hay que superar. Algo que aflora cuando creces. Y no lo veo vergonzoso, sino lo veo como unos zapatos tirando a grotescos que yo hubiera llevado en la adolescencia y que me parecerían bonitos pero que jamás me pondría ahora porque me han quedado o absurdos o pequeños.

P. ¿Es una cuestión de tener más seguridad como autor?


R. Ahí está. El juicio definitivo tiene que hacerlo el lector, pero yo creo, desde el punto de vista del autor, había una serie de atributos de lo que yo hacía que estaban decorados por fuera con chapas y elementos pop y onomatopeyas y explosiones. Pero la idea nunca fue esa. Eran las decoraciones que llevaba detrás algo muchísimo más importante: una historia, un paisaje, una forma de narrar. Y con el tiempo me di cuenta, según aprendí —porque soy autodidacta—, de que aquello era una tercera rueda de bicicleta que la mayor parte del tiempo no tocaba suelo. En realidad no me hacía falta.

La adolescencia en los ochenta fue una época implacable con el débil

P. La adolescencia que pinta en 'Antes del huracán' es bastante dura. ¿No tendemos a subestimar los conflictos de la infancia cuando precisamente la infancia es la que marca la personalidad adulta?


R. Yo creo que la manera más fácil de definir la adolescencia es una época 'no benigna'. Era una época implacable con el débil: dentro de las normas sociales y pedagógicas nadie hacía el esfuerzo de inclusión o empatía que ahora consideramos el común y que se utiliza por defecto. Era una época de perro come perro. Y si eras un alfeñique o eras débil o no encajabas o no entrabas de algún modo en los ritos sociales de infancia o de juventud estabas jodido de verdad.

P. Ahora, al menos en las ciudades, hay una cierta reivindicación de lo que se sale de los modelos 'normales'.


R. No quiero ahora entrar en lo personal porque esta novela no va de mí, pero yo saqué mis mitos y mis héroes de canciones y de películas antiguas, pero en el contexto en el que yo estaba y donde yo crecí y mucha gente como yo —es decir, todos los 'nerds' y los alfeñiques de los 80 y los raros de los 80— no había modelos así a tu alcance. El modelo imperante era el opuesto: el deportista o el echado para alante. No tenías 'Stranger Things' para decir: “¡Son los míos!”. Mis anteriores personajes eran raros y, entonces, duplicaban su rareza haciéndose 'skinheads' o 'punk rockers'. En 'Antes del huracán', el personaje siente una rareza patológica que no es nada romántica y el anhelo primordial de todos los personajes infantiles de este libro es ser normales.

P. Cuando en su novela habla del Curro niño lo hace en primera persona. Cuando lo hace del Curro adulto, en tercera persona. ¿Quería que el lector le identificase más con el relato infantil?


R. Fue al revés, de hecho. Esto se entiende si se conoce el orden de escritura. El libro empezó como una novela llena de levedad, de humor inglés, situada en un hospital psiquiátrico. El tono es un poco de esperpento y astracanada del humor inglés. Woodehouse es evidentemente el… quiero decir, Woodehouse forma parte de una tradición quijotesca, más antigua aún, del arquetipo del señor un poco torpón y su escudero algo más capaz. Lo escribí en tercera persona porque el tono y la distancia lo requería. Pero, de golpe, como el libro necesitaba que hubiera una explicación a esa locura, empezó a brotar la parte de la infancia, que se apareció en primera persona —aunque, de nuevo, no va en absoluto sobre mí— por el tono en el que el niño hablaba. Y esa primera persona infantil empezó a cobrar en el libro un peso y una hondura inmensos, hasta el punto de ocupar el 70% del libro.

Yo tiendo a fijarme en ejemplos de insolidaridad de clase. Pequeñeces microscópicas. Envidias de hormiga

P. Cuando el niño presenta a su familia dice: "Yo creía que éramos un poco pobres y ya está, pero mi madre dice que no. Que somos clase media". ¿La negación de clase es una defensa para mantener la cordura cuando la vida se ceba contigo?


R. En mi discurso callejero, social, personal, la solidaridad de clase es lo deseable, por utópico que me parezca a veces. La lucha de clases basada en esa solidaridad y en esa forma de estrechar lazos para combatir la desigualdad es crucial. Pero, quizá por un talante melancólico, abatido-barra-perverso-barra-malévolo, o por el contexto inmediato de mi experiencia, tendí a fijarme en ejemplos de insolidaridad de clase. Pequeñeces microscópicas. Envidias de hormiga. Una completa claudicación ante el 'qué dirán' y la opinión ajena. Hacer sangre y encarnizarse con cualquiera que tenga la mínima suerte de escapar del barrio o de la calle. En mi pueblo —esto ya sí que es primera persona— el pijo o el rico era el hijo de un señor que tenía tres droguerías. Incluso la 'pijez', lo que a ti te parece talante burgués, es ridículo, porque esa persona no sería ni el limpiabotas de un auténtico burgués urbano o barcelonés. Es ridículo y patético.

P. Esta negación de clase también se ha instalado en cierta juventud urbanita, con estudios y profesiones liberales que no llega a fin de mes pero se sigue considerando clase media, ¿no?


R. Esto fue así con los que eran adolescentes en los 90, pero creo que el espejismo se ha desvanecido y cada vez, por lo que yo veo, los millennials están bastante más cabreados que sus antecesores generacionales directos. Y ya nadie puede creerse la quimera de la afluencia y la prosperidad. Nadie que sea adolescente ahora mismo crea que hay un futuro próspero aguardándole. Y si lo hay, el sueño se desvanece muy rápido.

P. "Mi padre me dice que a los del sur no les gusta trabajar y que por eso pasan el día tocándose los huevos. [...] Viven del cuento, de los impuestos". El padre tiene un discurso —que ya conocemos— en el que necesita crearse un chivo expiatorio —los "foráneos"—, ¿para no sentirse parte del escalafón más b
ajo?

R. Uno se aferra a cualquier parida para conservar su dignidad. No tiene ninguna gracia el sentirte que eres el que se ha quedado fuera de la fiesta. Cuando eso sucede, cuando te quedas en la puerta de una discoteca porque llevas las bambas feas, lo que te pasa por la cabeza son anhelos de destrucción y genocidio. Hay que hacer piña y olvidar las pequeñas rencillas microscópicas para luchan contra el enemigo común, el enemigo clave, que todos saben quién es: tanto la monarquía como la ultraderecha y la derecha española, en general, y la burguesía catalana aquí, particularmente. Pero en muchas ocasiones no ocurre así. Lo que sale, y lo hemos visto a lo largo de la historia en movimientos totalitarios de corte populista, es una rabia a borbotones totalmente desquiciada. De nuevo, un perro come perro.

Mis artículos contra los clásicos tienen una base teórica sólida: poner en tela de juicio un canon académico clasista

P. Hace unos meses, su artículo '¿Por qué estamos obligados a leer un tostón como 'Moby Dick'?' despertó la ira de la turbamulta literaria. ¿Pensó en algún momento que iba a ser tan polémico?


R. El título, para empezar, no es mío. Era un titular para las redes sociales. No me di cuenta de que había habido una turbamulta hasta que un mes después alguien me dijo que la había liado. En fin, si uno quiere considerarlo un pedorreo intrascendente es perfectamente libre de hacerlo, pero esa serie de artículos no son eso, tienen una base teórica sólida y creo que patente para cualquiera que lo lea que es poner en tela de juicio un canon académico clasista —aunque lo quieran disfrazar de objetivo— y que tiene una intención de verdad absoluta kantiana, de dogma de fe, que te niegan el juicio artístico, estético y político. Y nuestra obligación es, no sólo ponerlo en tela de juicio, sino hacer mofa de todo ello. Porque es precisamente la solemnidad lo que es más enervante de este asunto. Lo sagrado. Cuando te han dicho tantas veces “por favor, no te tires pedos en un entierro”, es inevitable que te tires uno. Es una fuerza totalmente dictatorial y totalitaria que te inculca un discurso de manera unilateral y sin permitirte efectuar un razonamiento. A mí, eso de genuflexionarme ante lo que en el fondo son solo —como dice John Carey y mucha otra gente— las manías académicas de una élite no me sale de las narices. No me sale arrodillarme ante este tipo de ideas ajenas y que se imponen, como en el cole católico, a hostias.

https://www.elconfidencial.com/cult...-antes-del-huracan-novela-entrevista_1547210/
 
Back