Las supuestas amantes del Rey Juan Carlos

Juan Carlos: hay más escuchas secretas y sabemos su contenido
Informalia

31/03/2017 - 18:22

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"El rey volverá a ser noticia en los próximos días. Según ha afirmado el periodista Federico Jiménez Losantos en su programa radiofónico, existen más grabaciones secretas del emérito y su contenido no dejará indiferente a nadie.

"Acabarán saliendo grabaciones de Juan Carlos hablando de Sofía en términos poco favorables. En el próximo asalto de las cloacas del Estado lo veremos. A mí me han contado literalmente lo que dice, o sea que está grabado y circula por el mercado negro de las cloacas". Así lo ha afirmado Jiménez Losantos en Es la mañana este viernes. De ser cierto, el rey volverá a convertirse en el centro de la polémica tras meses de informaciones que han afectado a su imagen pública".

http://informalia.eleconomista.es/i...scuchas-secretas-y-sabemos-su-contenido-.html
 
Totalmente de acuerdo. No terminó de hablarse del escándalo de Barbara Rey - vox populi x años - y salió al tapete lo de Marta Gayá...y yo me pregunto a cuenta de que? A quien beneficia a estas alturas el desgaste y desprestigio de Juan Carlos? Lo he dicho en otro post y lo repito, el nuevo rey es taaaaannnn opaco, q intenta brillar desluciendo al resto.
Muy malo debe ser el VI como Rey, si su imagen depende de deslucir a alguien tan ajado, llevado y traído como el padre.
De acuerdo. También esto no es información, sino manipular la opinión pública a favor de los intereses de algunos. El tema en sí no tiene peso, un buen rey es juzgado por otros méritos, que no por la monogamia. De lo contrario Felipe va a ser el mejor rey de la historia.
 
De acuerdo. También esto no es información, sino manipular la opinión pública a favor de los intereses de algunos. El tema en sí no tiene peso, un buen rey es juzgado por otros méritos, que no por la monogamia. De lo contrario Felipe va a ser el mejor rey de la historia.
Hay algunos periodistas que piensan estar limpiando uno de los dos, pero lo que acaba haciendo es quemarse más como profesional....Cuando ya no haya lo que inventar, para limpiar en esta familia, les doy una otro solución....

bueno bueno....gif
 
El desprestigio de la corona afecta a la corona misma. Me alegro que vayan saliendo las cosas... una cosa llevará a la otra y esto se derrumba. Me alegro y espero más información para cotillear más y mejor :D
 
Las seis mujeres que perdieron la cabeza por Juan Carlos I

De nuevo, doña Sofía está desolada, como sucedió semanas atrás cuando volvió a hablarse con detalle de la relación del rey emérito con la actriz Bárbara Rey. Ahora ha reaparecido el fantasma de Marta Gayà. En total, seis mujeres han marcado la vida de Juan Carlos I, como sucedió con el monarca inglés.

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Ilustración con las principales mujeres que han marcado la vida de Juan Carlos I. De ziquierda a derecha: la reina Sofía, Gabriela de Saboya, Corinna zu Sayn-Wittgenstein, Marta Gayà, Bárbara Rey y Olghina de Robilant. Tomás Serrano

JUAN LUIS GALIACHO @jlgaliacho
18.03.2017 01:37 h.Las seis mujeres que perdieron la cabeza por Juan Carlos I http://www.elespanol.com/reportajes/20170317/201480428_0.html vía @elespanolcom
Las conversaciones grabadas por los servicios secretos españoles en las décadas de los 80 y 90 a relevantes personajes de la vida pública y económica española, entre ellos el propio rey Juan Carlos, han vuelto a reabrir viejas heridas en la casa real española y sacan de nuevo a la luz las relaciones sentimentales que mantuvo el monarca español durante los muchos años de su ya longeva vida. Otro tsunami que acecha a la reina doña Sofía, que lo pasó realmente mal cuando en enero resurgió el escándalo de los amoríos de don Juan Carlos con la vedette murciana Bárbara Rey. También estaba implicado el servicio de espionaje español, que en este caso buscaba tapar el affaire.

El pasado lunes la reina emérita asistió con don Juan Carlos al acto de la imposición de la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio a Francisco Luzón López. Se la vio, como siempre, impecable en las formas. Casi todo el tiempo estuvo seria, pero incluso en algún momento dedicó algún gesto de complicidad a su marido.

Sus más allegados dicen que de nuevo está desolada, aguantando estoicamente un nuevo golpe. Y son ya muchos. La mala suerte o el azar llevaron a que el cénit del escándalo del caso Bárbara Rey la cogiera en España, con recepciones privadas y otros actos públicos previstos como el que le obligó a acudir con Don Juan Carlos y sus majestades Felipe VI y doña Letizia a la entrega de los Premios Nacionales del Deporte (23 de enero de 2017). Dicen sus allegados que a la reina, más que los afectos, le duele mucho en lo personal que en el recuerdo de sus casi 39 años de reinado junto a Juan Carlos I quede al final un legado lleno de amantes y escándalos. Algo que ha pasado con muchos monarcas a lo largo de la Historia.



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Don Juan Carlos I y doña Sofía, en Bruselas. GTRES



Históricamente, Enrique VIII no tiene parangón. Pocos reyes han sido más famosos en Inglaterra y en toda Europa que él por sus amoríos e infidelidades. Testarudo y temperamental, consiguió muchos logros para una entonces pequeña Inglaterra que seguía lamiéndose las heridas de lo perdido en Francia y de una guerra civil que había asolado el país en décadas anteriores. Nadie duda que creó las bases de lo que sería un imperio, pero todo ello quedó eclipsado por sus relaciones amorosas y la ruptura con Roma, en este caso bajo la influencia de una de sus amantes, Ana Bolena. Esposas engañadas, repudiadas o ejecutadas.

También el propio monarca fue víctima a menudo de intrigas, de las malas artes de sus esposas, de consejeros poco competentes o de la mala fortuna. Diferente peso, intensidad y consecuencias para la Historia tuvieron las relaciones que mantuvo Enrique VIII con todas ellas: Catalina de Aragón, Ana Bolena, Juana Seymour, Ana de Cléveris, Catalina Howard y Catalina Parr. Mujeres que marcaron su vida.



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Por orden de aparición, las esposas de Enrique VIII (en el centro): Catalina de Aragón, Ana Bolena, Juana Seymour, Ana de Cléveris, Catalina Howard y Catalina Parr.



Han pasado 470 años desde que Enrique VIII reinase. Ahora es en otra Corte, la de España, donde el escándalo se repite. Ambos monarcas tienen paralelismos, pero también diferencias (Juan Carlos I solo se casó con una mujer, mientras que Enrique VIII se casó con seis). Seis también han sido, al menos, las féminas que han marcado la vida del hoy rey emérito de España: Doña Sofía, Corinna zu Sayn-Wittgenstein, Marta Gayà, Bárbara Rey, Olghina de Robilant y Gabriela de Saboya. Mujeres que perdieron la cabeza por el monarca.

SOFÍA DE GRECIA, LA SUFRIDORA PROFESIONAL


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Doña Sofía de Grecia, de joven.



Su mujer, su única esposa. Sofía de Grecia y Dinamarca conoció a don Juan Carlos en el verano de 1954 a bordo del yate Agamenón, un crucero que organizó su madre, la reina Federica de Grecia. La futura reina de España tenía 15 años, y Juan Carlos, 16. Los Reyes no congeniaron en aquella ocasión, ya que ella estaba enamorada del entonces príncipe Harald de Noruega y él mantenía una relación con María Gabriela de Saboya.

Tres años más tarde volvieron a encontrarse en la boda de uno de los hijos del Conde de París y poco después, en el enlace de un pariente lejano de don Juan Carlos, Antonio de Borbón Dos Sicilias. Allí fue donde surgió la chispa. El siguiente gran encuentro fue el 8 de junio de 1961, cuando asistió en York a la boda de los duques de Kent. Por entonces, la relación ya estaba consolidada. Desde ese momento se precipitaron los acontecimientos. La petición de mano se produjo el 13 de septiembre de 1961 en Lausana y la boda tuvo lugar en Atenas, el 14 de mayo de 1962.

A pesar de lo que se vendió en aquellas fechas, don Juan Carlos y doña Sofía siempre mantuvieron una relación de cariño mutuo y afecto real que perduró hasta la llegada de la democracia a España. Lo que ningún experto en Casa Real pone en duda es que Juan Carlos I sí sacó un buen partido de esta boda, pues se trataba de una princesa real. Podemos decir que es como la Catalina de Aragón de Enrique VIII para Juan Carlos I. Primogénita de una casa real reinante, hija de Pablo I de Grecia y la reina Federica, renunció a todos sus derechos al convertirse al catolicismo tras su boda.

Doña Sofía nació el 2 de noviembre de 1938 en el Palacio Real de Tatoi de Atenas. La Segunda Guerra Mundial la obligó a pasar sus primeros años de la infancia en Egipto, Sudáfrica y Londres, para regresar a Grecia en 1946. Allí su padre fue coronado rey un año más tarde, tras la muerte de su tío Jorge II. Vivió su juventud entre constantes fiestas y encuentros reales, gracias a lo cual se fraguó su relación con Juan Carlos I.

Durante los primeros años de casados, los reyes de España convivieron como lo haría cualquier matrimonio al uso, bajo el férreo control de la dictadura de Francisco Franco. Fueron los años más sobrios para el matrimonio real, pues el dictador, que tenía al príncipe sometido a un estricto control, no permitía ningún devaneo. Dicen los expertos consultados que si hubiera habido alguno, habría tenido lugar en algún viaje de don Juan Carlos fuera de España. Pero la reina ni la opinión pública conocieron por entonces ninguno. Según ha contado doña Sofía a sus más próximos, fueron los días más felices que ha vivido en su matrimonio, a pesar de las privaciones económicas y del control.

Tras la muerte de Franco en 1975 y la llegada de Adolfo Suárez, comienza el punto de inflexión en el matrimonio real. La libertad de acción que empezó a reinar en el pueblo español permitió a don Juan Carlos comenzar ciertos devaneos, recordando quizá el código moral de los Borbones.

La primera gran quiebra de la pareja se produjo en enero de 1976. Según se ha contado, la reina se desplazó con sus tres hijos a una finca en Toledo para dar una sorpresa a don Juan Carlos, que estaba cazando. Pero la sorpresa se la llevó ella. Doña Sofía, aparentemente enterada de esta sonada infidelidad, se marchó a la India llevándose con ella a sus tres hijos sin aparente permiso explícito del Gobierno.

Aquello dio lugar a una gran rumorología, y se cubrió bajo la pantalla de un viaje de la reina y de sus hijos a la ciudad de Madrás para visitar allí a su madre, la reina Federica de Grecia. Parece que aquella marcha de la reina se debió a una relación del rey con una folclórica, que podría haber sido Sara Montiel. Fue un punto y aparte. Su madre, su suegra y la abuela de su marido la convencieron para que volviese. “Los españoles son muy malos maridos, y los Borbones ni te cuento”, afirman que le dijo la reina Victoria Eugenia. Doña Sofía decidió regresar. Pero cada uno comenzó a hacer su vida, a dormir en dormitorios separados.

Desde ese día, han sido cuatro décadas en la que ha asumido su papel como reina. “La reina doña Sofía es una gran profesional”, ha dicho siempre don Juan Carlos sobre ella. Ante los escándalos y supuestas infidelidades del monarca, muchos han intentado buscar algún desliz de doña Sofía, pero no ha habido éxito. Se llegó a especular que tenía una casa en Londres, donde mantenía sus aventuras. Además, se la relacionó con un médico radicado en la capital británica, también con un empresario con gustos afines por el arte, así con uno de sus guardaespaldas. Pero nunca se demostró con pruebas. La reina se refugióen sus hijos y nietos.

Los últimos escándalos de la cacería de Botsuana y el caso Urdangarin, que alejó a su hija Cristina y a sus nietos fuera de España, han pesado como una losa y han derrumbado parte del muro de naipes que fue construyendo para protegerse. Todo ello provocó el fin del disimulo realizado durante décadas.

Del mismo modo, Catalina de Aragón pasó sus últimos días en soledad, apartada y lejos de la Corte. Sofía sin esa soledad estricta, y aun participando en algún acto institucional, se ha refugiado en su círculo familiar más cercano: su prima Tatiana, sus hermanos Constantino e Irene. Y también con sus nietos: Felipe Juan Froilán, Victoria Federica, Juan, Pablo, Miguel, Irene, Sofía y la futura reina de España, Leonor de Borbón y Ortiz .

CORINNA ZU SAYN-WITTGENSTEIN, REINA EN LA SOMBRA


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Corinna zu Sayn-Wittgenstein.



Enrique VIII tuvo como cuarta esposa a una princesa alemana, Ana de Cléveris. Don Juan Carlos tuvo a la princesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein (53 años) como una “amiga entrañable”. La alemana (de soltera, Corinna Larsen) y él se conocieron en una cacería en Ciudad Real, en 2004. Ella, aunque aún no se había divorciado de su segundo marido(el príncipe Johann Casimir zu Sayn-Wittgenstein), hacía ya vida separada. Desde entonces mantendría una larga relación con el rey emérito no exenta de altibajos hasta hace poco. Don Juan Carlos la introdujo en los círculos de la buena sociedad madrileña, presentándola en cenas, acudiendo a monterías e incluso formando parte de la comitiva real en viajes de Estado.

Corinna ha sido una escaladora social toda su vida. Tras estudiar Relaciones Internacionales en Ginebra, se fue a trabajar a París con 21 años. Tres años después, contrajo matrimonio con Philips Adkins, padre de su primera hija (Anastasia) y persona que mantuvo una relación de confianza con Juan Carlos I hasta hace unos años. De hecho, estaba en la cacería de Botsuana junto al monarca y Corinna. En 2000, Corinna se convirtió en princesa consorte al contraer matrimonio con el príncipe zu Sayn-Wittgenstein, con el que tuvo un hijo, Alexander.

El acuerdo de divorcio permitió a la aristócrata utilizar de manera vitalicia el título de princesa y el apellido de la familia de su ex. El campo de acción de Zu Sayn-Wittgenstein siempre ha estado en el Golfo Pérsico y en los países de la extinta Unión Soviética. Hay que recordar que la princesa era una de las organizadoras de cacerías para estos magnates a través de la influyente armería británica Boss, de la que era directora general.

La relación fue como una montaña rusa. Al menos dos veces Corinna quiso romper con don Juan Carlos por no tolerar supuestamente las infidelidades del monarca. Tras ello, en 2009, Juan Carlos I vivió la época más intensa con la princesa alemana. Mantuvo contactos periódicos con ella hasta 2012, en un dúplex del complejo de lujo Domaine Rochegrise en los Alpes, que después vendió Corinna en 2013.

El dúplex era un lugar de mucha más privacidad que la casita del recinto real en el monte del Pardo habilitada para Corinna zu Sayn-Wittgenstein y su hijo. Esa casita, situada a menos de dos kilómetros del palacio de La Zarzuela, conoció una ingente actividad social: desde el director del CNI, Félix Sanz Roldán, hasta el exministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo. El dúplex en Suiza, sin embargo, era su refugio más íntimo. Don Juan Carlos pasó allí casi una semana en febrero de 2012, coincidiendo con el décimo cumpleaños del hijo pequeño de Corinna. Fue entonces cuando se comprometió con el niño a llevarlo a su primera cacería en África, en Botsuana. Y así lo hizo en abril de 2012, cuando todo se torció. La madrugada del 14 de abril de 2012, un avión trasladó de Botsuana a España al rey: tenía la cadera rota y había que ingresarlo en el hospital San José de Madrid. Ese día estalló todo.

Corinna abandonó su residencia de El Pardo, pero no se fue muy lejos del rey, tan solo a 10 kilómetros de Zarzuela. Allí, al parecer, adquirió un chalé en una exclusiva zona residencial de Somosaguas, con 500 metros cuadrados distribuidos en dos plantas, y 2.915 de terreno destinado a zonas ajardinadas y aparcamiento. Pero los acontecimientos se desbordaron.

La opinión pública se abalanzó sobre el monarca, que tuvo que entonar el mea culpa. Nos relatan conocidos miembros de la nobleza que don Juan Carlos se “volvió loco y que no le importaba ya nada”. Tras décadas de intento de un aparente disimulo, conocido por muchos, el monarca quiso acabar de golpe con esa pantomima, divorciarse de doña Sofía y casarse con Corinna. Pero esto no se produjo por dos razones. Por un lado, la propia Corinna no quiso, según fuentes próximas a ella. Prefería ser “reina en la sombra” antes que exponerse directamente a la opinión pública. Por otro lado, fue determinante el papel de uno de los amigos más fieles del rey, el General del CNI Félix Sanz Roldán. El jefe de los servicios secretos españoles visitó a la princesa consorte en Londres en junio del 2012, en el hotel Connaugth, para pedirle que, por el bien de España, terminara con la relación con rey y se apartara definitivamente de él.

En estos últimos años, Corinna ha seguido con un papel estelar: más discreto pero influyente. Retornó a su base de operaciones en Mónaco, donde es una persona cercana al príncipe Alberto e, incluso, enseñó “buenas formas” a su mujer, Charlène de Mónaco. Su contacto con don Juan Carlos se ha reducido de forma importante en los últimos años, aunque su poder sigue indemne.

Enrique VIII compensó a su cuarta esposa, la princesa alemana Ana de Cléveris, con diversas propiedades a pesar de que solo reinó durante siete meses. Ana de Cleveris nunca dejó de acudir a la Corte y tener la gratitud del monarca. Enrique VIII decretó que se le diera preferencia por delante de todas las mujeres de Inglaterra, solo estaban por delante su esposa e hijas.

MARTA GAYÀ: EL GRAN AMOR


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La decoradora Marta Gayà.



Como han desvelado las conversaciones grabadas por el CNI, Marta Gayà fue el gran amor del rey emérito, como lo fue Juana Seymour para Enrique VIII. Sin embargo, la relación de Juan Carlos I con Marta Gayà fue larga, mientras que la de Enrique VIII con Juana Seymour se truncó por la muerte prematura de la misma.

La mallorquina formaba parte del núcleo duro de amistades que rodeaban a don Juan Carlos en la isla. Durante años disfrutaron de una relación que era un secreto a voces. El rey, recién entrado en la cincuentena, empezó a perder la cabeza rápidamente por ella: pasaban muchos fines de semana juntos y otros períodos no vacacionales. Ese amor le llevó a descuidar las obligaciones familiares e, incluso, las oficiales. En un principio, sus encuentros eran protegidos con gran cautela, pero no duró mucho.

La reina Sofía fue una las primeras personas en enterarse. En una cena con unos 200 comensales, en honor al multimillonario Aga Khan, llegaron el rey, la reina y sus invitados ilustres. Sin embargo, todavía había una mesa vacía. Ya casi en los postres, se presentaron el escritor José Luis de Villalonga y Marta Gayà, así como el príncipe Tchokotua junto a su mujer, Marieta Salas. Y en lugar de enfadarse, el rey se levantó de la silla y fue a saludarles efusivamente, gesto que denigró a la reina. Fue una presentación relativamente pública de la relación de Juan Carlos I con Marta Gayà, pero también un golpe muy duro para la reina Sofía.

La relación sentimental fue más seria de lo habitual. Una relación que por entonces hizo temblar seriamente la estabilidad del matrimonio real. Marta llevó aquello muy discretamente a pesar de que era vóz pópuli. De hecho, siempre intentó no dañar a doña Sofía. Los encuentros tenían lugar preferentemente en Mallorca, en Gstaad (Suiza) o en París, donde ella se instalaba en casa de José Luis de Vilallonga a la espera de ser llamada por el rey. Pero para don Juan Carlos no había, de nuevo, mesura alguna. En un momento muy duro para la vida de Marta Gayà, el rey no dudó en dejar sus obligaciones como monarca y acudir junto a ella a Suiza, donde Marta se había recluido con un estado de gran ansiedad en la finca del príncipe georgiano Zourab Tchokotua, el gran confidente de don Juan Carlos durante esos años. El rey quería animar a la decoradora, que había sufrido un shock tras vivir in situ la muerte accidental del propietario de la compañía Spantax, Rudy Bay, y de su compañera, Marta Girod (amigos de ambos).

Todo ello provocó una pequeña crisis política, ya que el rey, que no tenía ningún viaje previsto en la agenda oficial, dejó incluso de sancionar algunas leyes publicadas en el BOE. El entonces jefe de la Casa del Rey, Sabino Fernández Campo, que siempre intentó aplacar las decisiones muchas veces impetuosas del monarca, recomendó a don Juan Carlos que volviera rápidamente a España.

Don Juan Carlos regresó el sábado 20 de junio por la mañana, despachó a Felipe González antes del mediodía y comió en privado con el presidente de Sudáfrica, Fredierik De Klerk, que estaba en Madrid de visita oficial. Por la noche ya estaba de nuevo en Suiza. Dejó plantada a doña Sofía, entre lloros, en la celebración familiar del último aniversario de don Juan Carlos, que cumplía 69 años, y que se celebró en el Club Financiero de la calle Génova de Madrid. La reina, al día siguiente, sustituyó al monarca en la apertura de la Cumbre Iberoamericana. La desaparición del rey desde el 15 al 23 de junio levantó por primera vez en España todo tipo de especulaciones sobre una supuesta relación extramatrimonial.

El escándalo continuó, primero con informaciones de medios extranjeros y después con publicaciones en medios españoles como El Mundo o Época. La confirmación pública de esta supuesta amistad provocó un terrible abatimiento en la reina Sofía, como ha ocurrido ahora los artículos sobre las grabaciones del CNI, en las que reconocía su gran y verdadero amor.

Los servicios secretos españoles acusaron al exbanquero Mario Conde de la filtración. También en el caso de Bárbara Rey estuvo, supuestamente, involucrado, aunque queda claro que el propio CESID (hoy CNI) hacía un seguimiento y grababa conversaciones sobre las relaciones de don Juan Carlos.

Además de doña Sofía, el chivo expiatorio de la relación con Marta Gayà fue Sabino Fernández Campo, que acabó siendo sustituido como jefe de la Casa Real por Fernando Almansa, acólito de Mario Conde. Después de ese verano tumultuoso, Marta Gayà dejó de aparecer en las primeras planas de la prensa. Ella vive actualmente a medio camino entre su piso madrileño, su apartamento en Palma y sus viajes por América y las Islas Griegas. Le gusta mucho el mar, como a don Juan Carlos, con el que nunca ha perdido la amistad. Amistad que sí perdió Enrique VIII con la muerte prematura de Juana Seymour, a quien siempre llevó en el recuerdo hasta en el día de su muerte. Fue enterrado junto a un estandarte con el nombre de su verdadero amor.

BÁRBARA REY: DEPOSITARIA DE INTIMIDADES


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La vedette y actriz Bárbara Rey, de joven.



La vedette murciana Bárbara Rey es la que más se parece a la Ana Bolenade Enrique VIII. La relación más tórrida, sí, aunque por suerte la actriz no ha acabado sin cabeza.

Bárbara Rey no vive hoy sus mejores momentos. La relación con Juan Carlos I comenzó a principios de la Transición. Se hicieron amigos por medio de Adolfo Suárez, otro amigo de la entonces vedette en una etapa en la que ella apoyaba al líder de UCD. La relación, iniciada a comienzo de los 80, continuó de manera intermitente a lo largo de muchos años. Hasta que un buen día, en junio de 1994, don Juan Carlos de manera sutil le hizo saber que la historia había acabado. Pero la presentadora de televisión disponía de todo un arsenal de grabaciones y fotografías obtenidas en varios encuentros. Por alguna razón desconocida, la vedette siempre había tenido la afición de dejar constancia de las conversaciones privadas con sus parejas.

La discreción nunca ha sido nunca uno de los mejores atributos de Juan Carlos de Borbón, y con su supuesta amante hablaba sin tapujos de todos sus problemas, incluyendo aspectos íntimos sobre la reina y el golpe militar del 23-F. Durante esos años, parece que Bárbara Rey recibía de los fondos reservados del Ministerio del Interior unas atribuciones de entre uno y dos millones de pesetas, pero según algunas fuentes podrían ser más. Más tarde, los agentes del CNI le abrieron una cuenta bancaria en el Kredietbank de Luxemburgo, donde ingresaron 26'3 millones de pesetas, según publicó Ok Diario. Sin embargo, los ingresos se cortaron cuando la relación se interrumpió. Fue cuando ella intentó llegar a un acuerdo indicando que tenía material gráfico y audiovisual que podía comprometer al rey.

Esta fue una relación discontinua, de más de una década de duración, en la que la pasión se impuso por encima de otros sentimientos y de la que muchos han intentado sacar provecho. Como la que mantuvieron Ana Bolena y Enrique VIII. Fue tan tórrida que llevó al rey a romper con la Iglesia católica para poder casarse con ella. Eso sí, cuando Enrique VIII descubrió sus infidelidades no dudó en pedir su cabeza.

OLGHINA DE ROBILANT: "NO PUEDO CASARME CONTIGO"


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La condesa Olghina Nicolis de Robilant. Getty



“Surgió un flechazo entre compañeros de mesa. Me enamoré como una colegiala. Era una relación alegre, simpática, sin pretensiones, sin compromisos”. Así definió la condesa Olghina Nicolis de Robilant su sonadísimo romance que, con una fuerte carga sexual, tuvo durante cuatro años. Fue la Catalina Howard de don Juan Carlos: esplendorosa, vivaz, risueña, con un largo historial de relaciones. Fue una relación de locura la vivida con don Juan Carlos durante los años 50 y 60, a medio camino entre Italia y Estóril (Portugal).

Aquella relación, que para todos los círculos reales españoles no era la adecuada, tuvo otra historia paralela. La oficial. La de las relaciones entre el heredero al trono español y la hija de María Gabriela de Saboya, hija del exiliado Rey de Italia Humberto II. “Sabes que estoy enamorado de ticomo de ninguna otra chica hasta hoy. Pero sabes también que, por desgracia, no puedo casarme contigo. Debiendo, por tanto, escoger, creo que Gabriela es la más conveniente”, llegó a declarar por carta don Juan Carlos a Olghina. Unas misivas que la propia Olghina vendió en 1984 al editor del grupo Zeta, el ya fallecido Antonio Asensio. El editor catalán paró su publicación durante algunos años tras una audiencia con el Rey en el Palacio de la Zarzuela. Sin embargo, al menos, parte de ellas salieron a la luz en Interviú en 1988.

Con 25 años, Olghina se convertía en madre soltera para escándalo de la familia y, especialmente, de su madre, que no paró hasta conseguir la custodia de su nieta Paola. Nunca ha revelado el nombre del padre, aunque en 1989 el semanario Oggi publicó declaraciones suyas asegurando que el progenitor era el Rey de España. Olghina lo desmintió tajantemente. Casi cinco siglos después, esta italiana de la dolce vita, también adelantada en su tiempo, gozó de una existencia parecida a la de Catalina Howard. Sin embargo, la condesa Olghina hubiera acabado en algún cadalso u hoguera inquisitoria de haberse relacionado con Enrique VIII.

GABRIELA DE SABOYA: EL PRIMER DESTELLO


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Gabriela de Saboya, de joven.



Se asemeja a la última mujer de un ya enfermo Enrique VIII, Catalina Parr, ya que fue el amor más bucólico, la relación más discreta de don Juan Carlos, al igual que la de Enrique VIII. Una relación muy semejante en momentos de su vida muy diferentes. La relación que mantuvo el rey de España con Gabriela de Saboya también se produjo años previos a su matrimonio con doña Sofía. Fue un periodo de efervescencia amorosa de don Juan Carlos.

"Juan Carlos era muy simpático. Yo lo quería mucho. Íbamos al cine y al casino los domingos. Él no pasaba mucho tiempo en Portugal porque estudiaba en el Palacio de Miramar (San Sebastián), pero nos escribíamos muchas cartas", llegó a declarar Gabriela de Saboya.

El entonces príncipe bebía los vientos por aquella princesa, su gran amor de juventud para muchos, aunque ella le hacía sufrir por momentos eligiendo otras parejas para los bailes. De hecho, Gabriella de Saboya, ya había flirteado con varios jóvenes sin llegar nunca a comprometerse a fondo con ninguno.

Entre don Juan Carlos y Gabriela se fue forjando un noviazgo de juventud, él tenía fotos de ella en su cuarto de la Academia General Militar de Zaragoza. Esta relación fue, con toda probabilidad, la de carácter más platónico del monarca español. “Yo no tenía ningunas ganas de casarme, ni vocación para ser reina”, afirmó Gabriela. Lo que sí está claro para todos los especialistas reales es que Gabriela de Saboya era la candidata con más bendiciones de don Juan de Borbón para un posible matrimonio de su hijo, aunque encaraba toda la oposición del General Franco. El amor platónico de Gabriela de Saboya fue sustituido paralelamente por el de Olghina Nicolis de Robilant.

Pero al margen, según la rumolorogía, hay otras intensas relaciones amorosas. Muchas que se atribuyen al monarca español que van más allá de estas seis mujeres que han marcado su vida. En la rumolorogía hay todo tipo de historias y vivencias. Desde la vedette Sara Montiel o la alemana Julia Steinbusch, pasando por la actriz Sanda Mozarowsky o la cantante Paloma San Basilio, hasta la propia Diana de Gales. Hoy nadie se aventura a poner cifras ni a separar lo que es rumor de lo que es realidad, pero lo que queda claro es que la vida amorosa de Juan Carlos I ha marcado finalmente su reinado.

 
Hace decenios que no comparten alcoba ni casa, es una manera de conservar su dignidad sin romper el matrimonio, la familia, ni la Corona (que es el futuro de su hijo). su situacion no es envidiable pero si entendible. Ella descubrio los cuernos apenas muerto Franco... qué mujer se divorciaba por cuernos entonces? ninguna. con crios peques y la situacion como era... pffff lo tenia crudo.
 
http://www.revistavanityfair.es/la-...or-mujer-mas-ha-querido-rey-juan-carlos/24351

Los secretos de Marta Gayá, la mujer a la que más ha querido el rey Juan Carlos

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    Apertura del reportaje publicado en el número 106 de Vanity Fair.

    © D.R.

    Julio de 2016. El magnate inmobiliario alemán Christian Völkers abre las puertas de su mansión mallorquina en Port d’es Canonge para un torneo privado de polo. El dress code exige ir de riguroso blanco. Entre los invitados hay nobles germanos —la duquesa Anna de Baviera, el príncipe Carl-Eugen de Oettingen-Wallerstein, el conde Hieronymus de Wolff Metternich zur Gracht— y personajes de la jet set española —las socialites Cristina Macaya y Marieta Salas, la empresaria Cecilia Sandberg, el inversor Cristóbal Méndez de Vigo—. En este idílico escenario con vistas a unos viñedos y al Mediterráneo, Simoneta Gómez-Acebo, hija de la infanta Pilar, charla animadamente con una dama histórica del circuito social balear a la que llaman La Negra: mallorquina de 68 años, esbelta, cabellera y ojos oscuros, bronceado eterno.

    El encuentro entre estas dos señoras se repite cada verano, pero no deja de suscitar comentarios sottovoce. La enigmática mujer con la que la prima de Felipe VI intercambia confidencias y risas no es otra que Marta Gayá (Palma de Mallorca, 1948), a quien las revistas Point de Vue y Oggi señalaron en 1992 como “la compañera sentimental del rey Juan Carlos”. “La familia del rey la aprecia porque nunca ha hecho ostentación de su amistad con el monarca y ha tenido cuidado de no incordiar a doña Sofía”, explica un testigo privilegiado de esas fiestas en casa de Völkers. Por eso, cuando la prensa destapó el affaire, ella dejó ser la misma. “Empezó a viajar más y casi no pasa tiempo en Mallorca. Solo viene a Palma para las Pascuas, la Navidad y el verano”, apunta esta fuente.
    En invierno, Gayá viaja a Suiza, donde disfruta de largas temporadas entre Ginebra, Saanen y Gstaad. En la famosa estación de esquí frecuenta la casa de su amiga Clotilde Martínez-Bordiú, sobrina del marqués de Villaverde, el yernísimo de Franco. En Madrid, alterna con otras señoras de la vieja guardia vinculadas al régimen: Vicky Flores Estrada, exmujer de Fulgencio Batista, hijo del dictador cubano, y su hermana, Peque, quien estuvo casada con Ramfis Trujillo, vástago del tirano dominicano que inspiró La fiesta del chivo de Mario Vargas Llosa.

    En ese círculo aseguran que Marta nunca ha hablado sobre la naturaleza de su relación con el ex jefe de Estado. “En su día hubo quien se lo insinuó y ella cortó la amistad. No quiere tocar ese tema, para ella es como si no existiera”, comentan. Pese a los esfuerzos por preservar su intimidad, el pasado 15 de marzo su nombre volvió a las portadas. El digital OKDiario aireó unas antiguas escuchas supuestamente realizadas por el Cesid —el servicio secreto anterior al CNI—, en las que el rey emérito confiesa su afecto por la mallorquina. “Nunca he sido tan feliz”, se le escucha decir con esa voz inconfundible que resulta tan familiar.

    La prueba del espionaje no ha inquietado al CNI. “Es un tema muy antiguo y ahora nos enfrentamos a otros retos. Antes no existían leyes que regularan esas escuchas… Ya ni siquiera somos el Cesid, nos llamamos de forma diferente”, aclara un miembro del servicio de inteligencia. La filtración tampoco ha sorprendido a los cronistas de la Casa Real. “No hay nada nuevo, solo unas grabaciones que confirman lo que ya sabíamos”, admite una histórica corresponsal de la Zarzuela que vivió en primera persona una amistad que hizo tambalear la Corona. “Todos conocíamos esa historia, pero respetábamos la intimidad de ambos porque no hacían exhibicionismo, nunca aparecían juntos en actos públicos”, añade esta periodista, que exige permanecer en el anonimato.

    El círculo íntimo mallorquín de Gayá también pide cautela. Cristina Macaya, Cecilia Sandberg, el galerista Joan Guaita y el relaciones públicas Pepe Oliver declinan participar en este reportaje. Uno de ellos nos advierte: “La gente que habla no sabe. Los que saben no hablan”. Otra va más allá: “Tened cuidado, porque se os puede volver en contra”. Una tercera se queja: “Comentar esto, a estas alturas, me parece sangriento. El rey ha cumplido su papel, hay que dejarle tranquilo. No quiero ni abrir la boca, y eso que soy amiga de Marta desde hace 40 años. Es todo un merengue, la están metiendo en el mismo saco que a Bárbara Rey, y eso no es justo”. Gayá solo coincidió una vez con la vedette, en una cena organizada por Fiona Ferrer en el tablao Il Circo de Madrid en 2011.

    Manuel Bouza, confidente del monarca desde sus tiempos en la Academia General Militar de Zaragoza, es el único miembro del entorno real que ha hablado con luz y taquígrafos. “Se veían en Palma, pero también en Madrid. Al parecer, ella realizaba alguna gestión particular para su majestad”, desvela Bouza en El rey y yo, unas memorias que publicó en 2007 y que, aunque pasaron inadvertidas, sentaron mal en la Zarzuela. “Lo que tenía que contar está en el libro. No tengo más que añadir”, nos dice por teléfono antes de cortar.

    Los Butifarras
    En las décadas de los setenta y ochenta, las noches de verano de don Juan Carlos solían acabar en el Club de Mar palmesano. Allí conoció a Marta, la hija de Fernando Gayá, un prohombre de la isla: consejero delegado de la empresa de cementos y hormigón Prebetong Baleares S.A., propietario del hotel Villamil y presidente de la Asociación de Vecinos de la localidad mallorquina de Peguera. Marta estudió en el elitista Colegio del Sagrado Corazón de Mallorca. Ese fue su primer contacto con los llamados Butifarras, el núcleo duro de la clase alta balear. Y continuó cultivando esas amistades en Barcelona, donde hizo un curso de Decoración. “Pero nunca trabajó como tal. Solo asesoró en un par de casas y en un par de despachos de amigos”, aclaran en su entorno.

    Cuando era una veinteañera, se casó con Juan Mena, un ingeniero malagueño que trabajaba para su padre. El matrimonio duró cuatro años y, en contra de lo que se ha publicado, no tuvo hijos. De nuevo soltera, Marta comenzó a frecuentar los sitios de moda de Mallorca. De día acudía al Sporting Club, un club de tenis a pocos metros de Puerto Portals, y de noche, a la boite del Club de Mar, donde trabajó durante un año como relaciones públicas a las órdenes de Pepe Oliver. Así entró en la corte del rey: el príncipe georgiano Zourab Tchokotua y su mujer, Marieta Salas, el por entonces playboy Juan Marqués, el arquitecto Luis García-Ruiz y el empresario Rudy Bay y su mujer, Marta Girod. Una noche a comienzos de los ochenta, Tchokotua le comentó a Oliver que tenía un amigo que quería conocer a Gayá. Esa persona era su majestad, con quien el noble georgiano había compartido pupitre en el internado de los Marianistas de Friburgo (Suiza).

    El rumor sobre la relación entre el monarca y la mallorquina no cobró fuerza hasta 1990. Ese verano, los reyes presidieron una cena en el Club de Mar en honor a Karim Aga Khan y Alberto de Mónaco con motivo del Rally del Mediterráneo para maxiyates. Tchokotua, su mujer, el escritor José Luis de Vilallonga (que entonces trabajaba en una biografía autorizada del jefe de Estado) y Gayá llegaron a los postres. Según las crónicas de la época, “cayó el hielo en la sala”.

    En vez de mostrarse contrariado, don Juan Carlos se levantó de su mesa para saludar efusivamente al grupo. El gesto no pasó inadvertido para nadie, tampoco para los servicios secretos. En octubre de 1990, el Cesid grabó al rey confesando que, pese a los rumores, era feliz. El runrún llegó a oídos de la reina. “A doña Sofía le turbaba cualquier noticia o insinuación de esos temas de relación amistosa de su marido con mujeres”, recuerda en su libro Bouza, quien desvela que había “broncas” en la pareja real por los “deslices” del monarca y porque la reina estaba “demasiado volcada en don Felipe”.

    Entonces entraba en escena Sabino Fernández Campo, jefe de la Casa del Rey, quien, según Bouza, hacía de “bombero y médico de la pareja real”. No obstante, el emérito nunca pensó en divorciarse. De hecho, en una conversación con su amigo de la Academia, habría manifestado su malestar por la anulación del matrimonio de su primo Alfonso de Borbón con Carmen Martínez-Bordiú, porque “podía hacer peligrar el prestigio de la familia real”.

    Manuel Prado y Colón de Carvajal, administrador privado del monarca durante más de 20 años, era otro de los bomberos. “La reina solía preguntarle por las amistades femeninas del rey, creyéndole la señora, en su gran bondad, fiel amigo del matrimonio. Lo cierto es que Prado transmitía a don Juan Carlos cuanto le confiaba doña Sofía”, recuerda Bouza. Por su parte, el príncipe Tchokotua cedía Villa Altea, su mansión en la urbanización Son Vida, para que don Juan Carlos y Gayá pudieran verse. Era el sitio perfecto: blindado y con vecinos discretos como el magnate y traficante de armas saudí Adnan Khashoggi, el espía Ashraf Marwan, yerno del rais egipcio Gamal Abdel Nasser, o el primer ministro libanés Rafic Hariri.

    Los secuaces del rey inquietaban al personal de la Zarzuela. “Había una fuerte preocupación por su vida privada y su círculo mallorquín: los Vilallonga, los Tchokotua... Un grupo de personas con mucho dinero, disfrutones e influyentes. Los llamaban La Corte Navegante, porque siempre estaban a bordo de yates, o Las Amistades Peligrosas, ya que atraían a don Juan Carlos hacia un estilo de vida frívolo que en palacio no gustaba”, relata Carmen Enríquez, corresponsal de Televisión Española en Casa Real en aquella época. “Como el rey era asequible, extrovertido y simpático, no ponía demasiados parapetos a sus amistades. Y sus asesores temían que se aprovecharan de él”.

    Tchokotua, a quien todos llaman Zu, era el tipo de personaje que Fernández Campo aborrecía. A finales de la década de los setenta, el príncipe georgiano terminó sentándose en el banquillo por una estafa inmobiliaria en unas viviendas de protección oficial en Mallorca. Fue absuelto por la Audiencia Provincial de Palma en 1992, pero ahora Zu está siendo investigado en el marco del Caso Pujol por un supuesto cobro de comisiones para una obra ferroviaria en Marruecos.

    Inversiones en Ladrillo
    Durante sus años de relación con el monarca, Gayá también incursionó en el neogocio inmobiliario. En marzo de 1987, ya figuraba como administradora de Calvinest S.A., dedicada a la promoción, construcción y compraventa de propiedades. Llegó a tener un capital suscrito de 115.500.000 de pesetas (casi 700.000 euros). En 1990, formó parte de otra empresa, Avenidas 23 S.A., también dedicada a ese sector, con un capital de 57.500.000 de pesetas (345.000 euros). En 2003, dejó de administrar esas sociedades. La fecha coincide con el acercamiento del rey a la princesa Corinna zu Sayn-Wittgenstein.

    Marta jamás entró en el palacio de Marivent, ni puso un pie en el yate Fortuna, pero siempre estuvo a tiro de piedra de la residencia estival de la familia real. En el verano de 1988, compró un ático de 300 metros cuadrados frente a la ensenada de Can Barbará, a seis minutos en coche de Marivent. Según la prensa de esa época, su amigo Luis García-Ruiz, uno de los mejores arquitectos de la isla, participó en el diseño del piso. Veinticinco años después, García-Ruiz ha sido condenado a seis meses de cárcel por defraudar a Hacienda 169.000 euros por la polémica obra del velódromo Palma Arena y está imputado en otras piezas del caso. No ha querido hacer comentarios a Vanity Fair.

    Otras supuestas irregularidades urbanísticas han salpicado a Marta. Su hermano, Fernando Gayá, es director de Fomentera Mar S.A., una sociedad que gestiona amarres y complejos de alojamientos en el puerto deportivo y pesquero de Formentera. El verano pasado, el Consell de la isla precintó 16 apartamentos de la empresa porque no contaban con unos permisos para dar alojamiento y servicios turísticos a los clientes del puerto. Su otra hermana, María Victoria, Chiqui, se ha mantenido al margen y está casada con Mariano Rosselló, un conocido urólogo de Palma.

    Crisis en Palacio
    Domingo, 3 de mayo de 1992. Marta se prepara para salir a comer con sus amigos Rudy Bay y Marta Girod. El plan es ir juntos en coche al restaurante Can Tià, en un antiguo monasterio del pueblo mallorquín de Santa María. En el último minuto, decide no ir. Pocas horas después, recibe una llamada. “Rudy y Marta se han matado en un accidente de tráfico”, oye al otro lado del teléfono. El suceso la sumió en un estado de gran ansiedad. Ingresó voluntariamente en una clínica de reposo suiza.

    Entre mayo y junio de ese año, don Juan Carlos viajó varias veces a Suiza, “sin razones políticas ni motivos de salud”. La Zarzuela dio varias explicaciones: “Vacaciones no notificadas oficialmente”, “Descansos de montaña”. Las excusas se agotaron el 18 de junio, cuando Felipe González, presidente del Gobierno, hizo público que no podía nombrar a un nuevo ministro de Exteriores porque no encontraba al monarca. Obligado por la crisis institucional, el jefe de Estado volvió a Madrid para despachar con González, pero esa misma noche regresó a Suiza y se ausentó de la fiesta de cumpleaños de su padre, don Juan, conde de Barcelona.

    Ese verano, El Mundo publicó dos portadas en las que se especulaba con los viajes de su majestad al extranjero. Para dejarlo más claro, los humoristas Ricardo y Nacho sacaron la caricatura de la reina Sofía esperando con un rodillo en la puerta, como una ama de casa que aguarda para aporrear al marido cuando vuelve de una juerga. El 19 de agosto, Carlos Fresneda, corresponsal en Italia, se hizo eco de los reportajes de las revistas Point de Vue y Oggi que atribuían al rey “una duradera relación sentimental” con Gayá. Entonces llegó “La dama del rumor”, la mítica portada de Época. “No recibimos presión para no publicarla. El tema era vox pópuli”, recuerda hoy Juan Luis Galiacho, el periodista que firmó la exclusiva. “Pero con el número en los quioscos nos llamó Sabino [Fernández Campo] pidiéndonos que dejáramos el tema. No por el rey, sino por doña Sofía, que estaba sufriendo”, explica.

    El diplomático José Joaquín Puig de la Bellacasa dejó la Embajada de España en Londres en 1990 para convertirse en secretario general de la Casa del Rey. Solo duró un año en el cargo. “Cuando vio las andanzas del monarca, le dijo que no podía hacer ciertas cosas, que la familia real debía comportarse con ejemplaridad. Al rey no le gustó nada oír eso y lo cesó”, revela un testigo directo de la convulsa salida del diplomático de la Zarzuela. “José Joaquín nunca ha hablado de ese capítulo de su carrera. Es un hombre con una discreción férrea, impenetrable”, añade un familiar.

    "El cese lo exigió directamente Marta”, apunta el periodista José García Abad, cofundador de Diario 16 y autor de La soledad del rey. “Llegó un momento en el que ella quiso hacer notar su ascendencia sobre el rey y la seriedad de su relación. Puig de la Bellacasa le pidió a don Juan Carlos discreción, le aconsejó que no concediera entrevistas a José Luis de Vilallonga (amigo de Gayá). Le advirtió que un monarca no escribía sus memorias, que habría gente que se sentiría menospreciada... Hizo caso omiso de todo eso y le despidió”.

    El siguiente en la lista fue Fernández Campo, un segundo padre para su majestad y un aliado incondicional de doña Sofía (ella le llamaba por las noches preguntándole dónde estaba su marido). Su despido se hizo efectivo en otoño de 1992 durante una comida en Horcher, uno de los restaurantes más conocidos de Madrid. “Sofía, ¿sabes que Sabino nos deja?”, disparó el rey súbitamente.

    Amigos Para Siempre
    Las escuchas filtradas por OKDiario han puesto en alerta a “La dama del rumor”. “Siempre que se publica algo sobre ella se pone de muy mal humor. Teme que la prensa dé al traste con su estilo de vida”, dice uno de sus amigos. Este verano lo pasará en Mallorca. Está levantando un muro en la terraza de su ático para protegerse de las miradas indiscretas. Y los empleados del puerto del Club de Mar, frente a su casa, ya están poniendo a punto su yate. En la popa se lee “ex-ex”, aunque el nombre completo es la pronunciación de XXL.

    En Semana Santa, Marta, aficionada al arte y a la música clásica, huyó al Festival de Pascua de Salzburgo con el galerista Joan Guaita. Allí coincidió con Vargas Llosa e Isabel Preysler. Su círculo asegura que el vínculo con el emérito se mantiene. Suele desaparecer de las veladas a medianoche. “A esa hora la llama el Alto Rubio”, dicen. Sus períodos de mayor exposición mediática (entre 2003 y 2016) habrían coincidido con un impasse en la relación, y viceversa. A muchos no les ha pasado inadvertido que hace un año rehuyera las fotos en el estío balear.

    —¿Retomaron su majestad y Marta su amistad en el verano de 2016?, preguntamos a unas de las socialites que la tratan.
    —En realidad, la relación nunca acabó. Pero lo que queda ahora, a estas edades, es amistad. Complicidad.
 
y digo yo Sofia va de victima??? o que?????? donde queda la dignidad de esta señora¿? puede mas el billetin verdad¿¿¿¿???
no imaginaba a este señor tan feo con tanta mujer dando vueltas-:censored::censored::censored::censored::censored::censored::censored:
El poder y esto...$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$....hace que muchas vean la luz,,,,por muy oscuro que esté el dia.
 
El poder y esto...$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$$....hace que muchas vean la luz,,,,por muy oscuro que esté el dia.


Ok. Y, creo también que, las que son hijas de reyes, su único motivo de exisitir es el de ostentar el cargo al que han sido destinadas. Lo demás no importa, para ellas. Que, en definitiva, como muy bien dices, es poder. Es lo único que cabe en sus mentes.
 
Ok. Y, creo también que, las que son hijas de reyes, su único motivo de exisitir es el de ostentar el cargo al que han sido destinadas. Lo demás no importa, para ellas. Que, en definitiva, como muy bien dices, es poder. Es lo único que cabe en sus mentes.
Cierto, y como ejemplo el ultimo caso de los bragaton, casa real de Georgia...ella incluso se divorció del primer marido para casarse con el heredero de la otra rama...tuvieron un hijo para unir las ramas y se volvieron a divorciar...:eek::eek:
 
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