Hollywood y los MKUltra, Illuminatis y más conspiraciones PARTE III

El miedo al covid-19 dispara las teorías de la conspiración

Las falsas historias sobre el virus se viralizan con cada vez más frecuencia, como los hilos de Miguel Bosé

La falta de conocimiento sobre esta materia logra que los bulos corran más rápido que la información fiable

Valentina Raffio
Barcelona - Lunes, 15/06/2020


"El conocimiento científico necesita años de investigaciones, una gran cantidad de pruebas y muchas revisiones antes de darse por aceptado. Las teorías de la conspiración, en cambio, solo necesitan una historia atractiva para prender la llama", reflexiona Joaquim Segalés, investigador dedicado en estos días al estudio del coronavirus y a la búsqueda de una vacuna que, en un futuro, sirva de escudo contra este patógeno. En estos inciertos tiempos de pandemia, las sosegadas explicaciones de los científicos chocan frontalmente con las tajantes y fraudulentas teorías que, sin entrar ni en pruebas ni en matices, afirman conocer "toda la verdad" sobre el virus. Su origen. Su cura. Su porqué. Las incendiarias declaraciones de Miguel Bosé de estos días son solo un ejemplo.


El cantante, autor de éxitos como 'Amante bandido', abandera en redes sociales la lucha contra una vacuna (que todavía no existe) supuestamente creada para lograr el "dominio global" de la población mediante el uso de microchips, nanorobots, metales tóxicos y una conexión a la red de telefonía 5G. Estos son los ingredientes de un "complot mundial" en el que participarían desde GAVI (la Alianza Internacional para la Vacunación, entidad creada para garantizar el acceso equitativo a estos medicamentos) hasta gobiernos, farmacéuticas y oenegés como la de Bill Gates. Este inverosímil relato ha sido desmentido punto por punto, criticado por múltiples expertos e incluso eliminado de plataformas como Facebook. Y, aun así, se ha convertido en un éxito viral. Algo que, según argumenta el propio Bosé en Twitter, demuestra que tiene razón.

Y eso que científicamente la teoría no se aguanta por ningún lado. Joaquim Segalés, investigador del IRTA-CReSA y profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), recuerda que si ahora mismo hay cientos de investigaciones en curso es porque todavía no se ha dado con una fórmula para la vacuna. Así que no tiene sentido hablar de contraindicaciones de algo que todavía no existe. Asimismo, el supuesto uso de nanorobots con microchips conectados a la red 5G "resulta impensable" ya que, hoy por hoy, "solo se ha logrado desarrollar prototipos en entornos de laboratorio, como nanotubos de carbono que se propulsan mediante una reacción química, siendo capaces de moverse y poco más, descartando absolutamente que puedan enviar estímulos", explica Jordi Díaz-Marcos, experto en nanotecnología de la Universitat de Barcelona (UB). De ahí que, por ahora, sería imposible introducirles un microchip (algo demasiado grande) y lograr que se conecten a una señal (algo demasiado complejo).


Pero, para los seguidores de estas teorías de la conspiración, incluso estas explicaciones forman parte del complot, por lo que la batalla dialéctica solo sirve para reafirmar su postura. ¿Entonces cuál es el camino para luchar contra la desinformación? La respuesta es más compleja de lo que parece.


El miedo, la incertidumbre y el boom de estas teorías

Las teorías sobre un supuesto complot global contra la salud pública llevan décadas gestándose en los submundos de internet e, indirectamente, en el imaginario colectivo. La pandemia de covid-19 no ha hecho más que convertir las chispas hasta ahora aisladas en un gran incendio de desinformación. "En estos días la gente ha estado en casa con mucho tiempo libre pero también por mucho miedo a lo que podía pasar. Científicos y autoridades sanitarias se han ido contradiciendo, como es normal en una situación así, pero han acabado creando un gran desconcierto. El miedo y la incertidumbre son un campo abonado para charlatanes, bulos y estafas", explica Vicente Prieto, biólogo y presidente de Círculo Escéptico.


La trama de "la verdad que no quieren que sepas" ha acabado convenciendo a muchos por su retórica, no por sus argumentos. "Estas historias resultan muy persuasivas porque llegan por lo emocional", explica Emilio Molina, vicepresidente de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APEPT). "Para muchos resulta más tranquilizador creer que hay un enemigo definido (por ejemplo un complot) que entender que vivimos en un mundo hipercomplejo, del que desconocemos muchísimas cosas y en el que fenómenos así pueden ocurrir sin control alguno. El problema es que una vez entrados en esta lógica corremos el riesgo de alejarnos totalmente de la realidad", argumenta. En estos casos, la fe en una paranoia puede convertirse en una fuente de malestar.


El debate sobre la veracidad de los 'caballos de Troya'

La clave del éxito de bulos, falacias y teorías de la conspiración es su premisa engañosa. "Muchos de estos discursos tienen una parte de verdad que se utiliza como un caballo de Troya para colar toda una serie de especulaciones y mentiras", argumenta Carlos Mateos, coordinador de la iniciativa 'Salud sin bulos'. Asimismo, "en muchos casos se difunden por WhatsApp donde, a diferencia de lo que puede ocurrir en otras redes sociales, el mensaje te llega directamente a ti y de alguien de confianza, y no siempre con mala intención. Ahí es todavía más complicado entablar un debate sobre la veracidad del contenido", comenta Mateos. De ahí que, en este confuso contexto, toda prueba que se aporte para refutar una conspiración es vista como parte de la misma.


Las teorías sobre el 'misterioso origen' del SARS-CoV-2, por ejemplo, parten de la premisa de que los científicos todavía no saben con total exactitud de qué animal(es) ha saltado este patógeno. Esta incertidumbre se ha utilizado para especular sobre el supuesto 'origen humano (e intencionado) del virus' que, según argumentan algunos, habría sido creado por un laboratorio de Wuhan. O por Bill Gates. O por Estados Unidos contra China. O por los gobiernos para controlar a la humanidad, como sostiene Bosé. Y eso que, hoy por hoy, el genoma del virus ha sido secuenciado miles de veces en todo el mundo y, tal y como explican los expertos, no se ha encontrado ningún indicio de 'fabricación humana'. Todo apunta a que es fruto de mutaciones naturales e impredecibles, aunque todavía no esté clara la cadena de saltos.


La semilla de la desconfianza

El problema de estas falsas teorías no es si se cree en ellas o no. Si no la "semilla de la desconfianza" que plantan y que, con el tiempo, puede hacer que una persona acabe desconfiando de todo lo que digan las fuentes oficiales, sean estas médicos, científicos o autoridades sanitarias. "Los promotores de estas teorías utilizan tácticas típicas de las sectas. Dicen que solo ellos disponen de la verdad. Que son más despiertos que el resto. Que todo lo que viene de fuera es mentira", explica Molina, también vocal de la red de prevención sectaria y de abuso de la debilidad (RedUNE). No es de extrañar, pues, que "muchos grupos conspiranoicos acaban conectándose, como los terraplanistas con algunas ramas de las pseudoterapias que también defienden una verdad más allá de lo oficial. Estos grupos se retroalimentan y, además, expulsan a todas las voces críticas con sus ideas", argumenta Prieto.


Pero si esta semilla de la desconfianza brota es gracias (o por culpa) de dos abonos. En primer lugar, el miedo. Y, en segundo lugar, la falta de cultura científica básica. Cuanto más desconocimiento científico haya sobre una cuestión, más fácil es que se acaben aceptando teorías inverosímiles. "Si no sabes qué son y cómo funcionan las ondas electromagnéticas es más fácil que te cuelen el miedo sobre el 5G, aunque hace años que se utilizan parte de sus frecuencias y no hay nada que demuestre su supuesto efecto adverso", recuerda Molina. "La ciencia pide explicaciones reflexionadas y en profundidad para que algo cobre sentido. La ciencia-ficción, en cambio, solo pretende encajar las piezas de manera superficial. Si hubiera un mínimo de conocimiento básico ya se vería desde lejos que estas teorías no se sostienen científicamente", comenta Segalés.


La batalla dialéctica por el relato

Conspiranoicos y fact-checkers parten, paradójicamente, de la misma premisa: el pensamiento crítico. Es decir, de la duda como actitud. La manera de aplicarlo, sin embargo, acaba llevando a unos extremos irreconciliables. ¿Entonces qué sentido tiene desmentir bulo por bulo si quienes creen en ellos no van a cambiar de opinión? "Hay gente que es inmune a cualquier tipo de razonamiento contrario a su doctrina. Pero también hay mucha gente indecisa que necesita información clara y fiable. Si no hubiera réplica a estas teorías, lo único que encontraría alguien que busca informarse sobre el tema es el relato falso", argumenta Mateos.


"Yo siempre digo que 'no quiero que me creas a mí' sino que pienses críticamente, que te informes, que razones, que busques pruebas. No siempre podemos estar ahí para desmentir todos los bulos. Necesitamos que la gente desarrolle herramientas para poder hacerlo por sí misma", reflexiona Prieto. Esta lección cobra todavía más importancia a la luz de la famosa Ley de Brandolini según la cual "la cantidad de energía necesaria para refutar una idea falsa (o de mierda) es un orden de magnitud superior que para producirla". Así que, dado que es más fácil crear un bulo que desmentirlo, toca empezar a desmontarlos desde abajo.


No sé si reírme o llorar. En fin...
 
El miedo al covid-19 dispara las teorías de la conspiración

Las falsas historias sobre el virus se viralizan con cada vez más frecuencia, como los hilos de Miguel Bosé

La falta de conocimiento sobre esta materia logra que los bulos corran más rápido que la información fiable

Valentina Raffio
Barcelona - Lunes, 15/06/2020


"El conocimiento científico necesita años de investigaciones, una gran cantidad de pruebas y muchas revisiones antes de darse por aceptado. Las teorías de la conspiración, en cambio, solo necesitan una historia atractiva para prender la llama", reflexiona Joaquim Segalés, investigador dedicado en estos días al estudio del coronavirus y a la búsqueda de una vacuna que, en un futuro, sirva de escudo contra este patógeno. En estos inciertos tiempos de pandemia, las sosegadas explicaciones de los científicos chocan frontalmente con las tajantes y fraudulentas teorías que, sin entrar ni en pruebas ni en matices, afirman conocer "toda la verdad" sobre el virus. Su origen. Su cura. Su porqué. Las incendiarias declaraciones de Miguel Bosé de estos días son solo un ejemplo.


El cantante, autor de éxitos como 'Amante bandido', abandera en redes sociales la lucha contra una vacuna (que todavía no existe) supuestamente creada para lograr el "dominio global" de la población mediante el uso de microchips, nanorobots, metales tóxicos y una conexión a la red de telefonía 5G. Estos son los ingredientes de un "complot mundial" en el que participarían desde GAVI (la Alianza Internacional para la Vacunación, entidad creada para garantizar el acceso equitativo a estos medicamentos) hasta gobiernos, farmacéuticas y oenegés como la de Bill Gates. Este inverosímil relato ha sido desmentido punto por punto, criticado por múltiples expertos e incluso eliminado de plataformas como Facebook. Y, aun así, se ha convertido en un éxito viral. Algo que, según argumenta el propio Bosé en Twitter, demuestra que tiene razón.

Y eso que científicamente la teoría no se aguanta por ningún lado. Joaquim Segalés, investigador del IRTA-CReSA y profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), recuerda que si ahora mismo hay cientos de investigaciones en curso es porque todavía no se ha dado con una fórmula para la vacuna. Así que no tiene sentido hablar de contraindicaciones de algo que todavía no existe. Asimismo, el supuesto uso de nanorobots con microchips conectados a la red 5G "resulta impensable" ya que, hoy por hoy, "solo se ha logrado desarrollar prototipos en entornos de laboratorio, como nanotubos de carbono que se propulsan mediante una reacción química, siendo capaces de moverse y poco más, descartando absolutamente que puedan enviar estímulos", explica Jordi Díaz-Marcos, experto en nanotecnología de la Universitat de Barcelona (UB). De ahí que, por ahora, sería imposible introducirles un microchip (algo demasiado grande) y lograr que se conecten a una señal (algo demasiado complejo).


Pero, para los seguidores de estas teorías de la conspiración, incluso estas explicaciones forman parte del complot, por lo que la batalla dialéctica solo sirve para reafirmar su postura. ¿Entonces cuál es el camino para luchar contra la desinformación? La respuesta es más compleja de lo que parece.


El miedo, la incertidumbre y el boom de estas teorías

Las teorías sobre un supuesto complot global contra la salud pública llevan décadas gestándose en los submundos de internet e, indirectamente, en el imaginario colectivo. La pandemia de covid-19 no ha hecho más que convertir las chispas hasta ahora aisladas en un gran incendio de desinformación. "En estos días la gente ha estado en casa con mucho tiempo libre pero también por mucho miedo a lo que podía pasar. Científicos y autoridades sanitarias se han ido contradiciendo, como es normal en una situación así, pero han acabado creando un gran desconcierto. El miedo y la incertidumbre son un campo abonado para charlatanes, bulos y estafas", explica Vicente Prieto, biólogo y presidente de Círculo Escéptico.


La trama de "la verdad que no quieren que sepas" ha acabado convenciendo a muchos por su retórica, no por sus argumentos. "Estas historias resultan muy persuasivas porque llegan por lo emocional", explica Emilio Molina, vicepresidente de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APEPT). "Para muchos resulta más tranquilizador creer que hay un enemigo definido (por ejemplo un complot) que entender que vivimos en un mundo hipercomplejo, del que desconocemos muchísimas cosas y en el que fenómenos así pueden ocurrir sin control alguno. El problema es que una vez entrados en esta lógica corremos el riesgo de alejarnos totalmente de la realidad", argumenta. En estos casos, la fe en una paranoia puede convertirse en una fuente de malestar.


El debate sobre la veracidad de los 'caballos de Troya'

La clave del éxito de bulos, falacias y teorías de la conspiración es su premisa engañosa. "Muchos de estos discursos tienen una parte de verdad que se utiliza como un caballo de Troya para colar toda una serie de especulaciones y mentiras", argumenta Carlos Mateos, coordinador de la iniciativa 'Salud sin bulos'. Asimismo, "en muchos casos se difunden por WhatsApp donde, a diferencia de lo que puede ocurrir en otras redes sociales, el mensaje te llega directamente a ti y de alguien de confianza, y no siempre con mala intención. Ahí es todavía más complicado entablar un debate sobre la veracidad del contenido", comenta Mateos. De ahí que, en este confuso contexto, toda prueba que se aporte para refutar una conspiración es vista como parte de la misma.


Las teorías sobre el 'misterioso origen' del SARS-CoV-2, por ejemplo, parten de la premisa de que los científicos todavía no saben con total exactitud de qué animal(es) ha saltado este patógeno. Esta incertidumbre se ha utilizado para especular sobre el supuesto 'origen humano (e intencionado) del virus' que, según argumentan algunos, habría sido creado por un laboratorio de Wuhan. O por Bill Gates. O por Estados Unidos contra China. O por los gobiernos para controlar a la humanidad, como sostiene Bosé. Y eso que, hoy por hoy, el genoma del virus ha sido secuenciado miles de veces en todo el mundo y, tal y como explican los expertos, no se ha encontrado ningún indicio de 'fabricación humana'. Todo apunta a que es fruto de mutaciones naturales e impredecibles, aunque todavía no esté clara la cadena de saltos.


La semilla de la desconfianza

El problema de estas falsas teorías no es si se cree en ellas o no. Si no la "semilla de la desconfianza" que plantan y que, con el tiempo, puede hacer que una persona acabe desconfiando de todo lo que digan las fuentes oficiales, sean estas médicos, científicos o autoridades sanitarias. "Los promotores de estas teorías utilizan tácticas típicas de las sectas. Dicen que solo ellos disponen de la verdad. Que son más despiertos que el resto. Que todo lo que viene de fuera es mentira", explica Molina, también vocal de la red de prevención sectaria y de abuso de la debilidad (RedUNE). No es de extrañar, pues, que "muchos grupos conspiranoicos acaban conectándose, como los terraplanistas con algunas ramas de las pseudoterapias que también defienden una verdad más allá de lo oficial. Estos grupos se retroalimentan y, además, expulsan a todas las voces críticas con sus ideas", argumenta Prieto.


Pero si esta semilla de la desconfianza brota es gracias (o por culpa) de dos abonos. En primer lugar, el miedo. Y, en segundo lugar, la falta de cultura científica básica. Cuanto más desconocimiento científico haya sobre una cuestión, más fácil es que se acaben aceptando teorías inverosímiles. "Si no sabes qué son y cómo funcionan las ondas electromagnéticas es más fácil que te cuelen el miedo sobre el 5G, aunque hace años que se utilizan parte de sus frecuencias y no hay nada que demuestre su supuesto efecto adverso", recuerda Molina. "La ciencia pide explicaciones reflexionadas y en profundidad para que algo cobre sentido. La ciencia-ficción, en cambio, solo pretende encajar las piezas de manera superficial. Si hubiera un mínimo de conocimiento básico ya se vería desde lejos que estas teorías no se sostienen científicamente", comenta Segalés.


La batalla dialéctica por el relato

Conspiranoicos y fact-checkers parten, paradójicamente, de la misma premisa: el pensamiento crítico. Es decir, de la duda como actitud. La manera de aplicarlo, sin embargo, acaba llevando a unos extremos irreconciliables. ¿Entonces qué sentido tiene desmentir bulo por bulo si quienes creen en ellos no van a cambiar de opinión? "Hay gente que es inmune a cualquier tipo de razonamiento contrario a su doctrina. Pero también hay mucha gente indecisa que necesita información clara y fiable. Si no hubiera réplica a estas teorías, lo único que encontraría alguien que busca informarse sobre el tema es el relato falso", argumenta Mateos.


"Yo siempre digo que 'no quiero que me creas a mí' sino que pienses críticamente, que te informes, que razones, que busques pruebas. No siempre podemos estar ahí para desmentir todos los bulos. Necesitamos que la gente desarrolle herramientas para poder hacerlo por sí misma", reflexiona Prieto. Esta lección cobra todavía más importancia a la luz de la famosa Ley de Brandolini según la cual "la cantidad de energía necesaria para refutar una idea falsa (o de mierda) es un orden de magnitud superior que para producirla". Así que, dado que es más fácil crear un bulo que desmentirlo, toca empezar a desmontarlos desde abajo.


Como dice el artículo lo... "Falta de cultura científica" , tengo toda... Pero como supongo, que casi todos los que estamos por aquí, algo me chirría... Como dice @Horacio, no sé si reir o llorar....

Recomiendo una serie de HBO, "years and years"... Veo nuestro futuro por ahí....
 
El miedo al covid-19 dispara las teorías de la conspiración

Las falsas historias sobre el virus se viralizan con cada vez más frecuencia, como los hilos de Miguel Bosé

La falta de conocimiento sobre esta materia logra que los bulos corran más rápido que la información fiable

Valentina Raffio
Barcelona - Lunes, 15/06/2020


"El conocimiento científico necesita años de investigaciones, una gran cantidad de pruebas y muchas revisiones antes de darse por aceptado. Las teorías de la conspiración, en cambio, solo necesitan una historia atractiva para prender la llama", reflexiona Joaquim Segalés, investigador dedicado en estos días al estudio del coronavirus y a la búsqueda de una vacuna que, en un futuro, sirva de escudo contra este patógeno. En estos inciertos tiempos de pandemia, las sosegadas explicaciones de los científicos chocan frontalmente con las tajantes y fraudulentas teorías que, sin entrar ni en pruebas ni en matices, afirman conocer "toda la verdad" sobre el virus. Su origen. Su cura. Su porqué. Las incendiarias declaraciones de Miguel Bosé de estos días son solo un ejemplo.


El cantante, autor de éxitos como 'Amante bandido', abandera en redes sociales la lucha contra una vacuna (que todavía no existe) supuestamente creada para lograr el "dominio global" de la población mediante el uso de microchips, nanorobots, metales tóxicos y una conexión a la red de telefonía 5G. Estos son los ingredientes de un "complot mundial" en el que participarían desde GAVI (la Alianza Internacional para la Vacunación, entidad creada para garantizar el acceso equitativo a estos medicamentos) hasta gobiernos, farmacéuticas y oenegés como la de Bill Gates. Este inverosímil relato ha sido desmentido punto por punto, criticado por múltiples expertos e incluso eliminado de plataformas como Facebook. Y, aun así, se ha convertido en un éxito viral. Algo que, según argumenta el propio Bosé en Twitter, demuestra que tiene razón.

Y eso que científicamente la teoría no se aguanta por ningún lado. Joaquim Segalés, investigador del IRTA-CReSA y profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), recuerda que si ahora mismo hay cientos de investigaciones en curso es porque todavía no se ha dado con una fórmula para la vacuna. Así que no tiene sentido hablar de contraindicaciones de algo que todavía no existe. Asimismo, el supuesto uso de nanorobots con microchips conectados a la red 5G "resulta impensable" ya que, hoy por hoy, "solo se ha logrado desarrollar prototipos en entornos de laboratorio, como nanotubos de carbono que se propulsan mediante una reacción química, siendo capaces de moverse y poco más, descartando absolutamente que puedan enviar estímulos", explica Jordi Díaz-Marcos, experto en nanotecnología de la Universitat de Barcelona (UB). De ahí que, por ahora, sería imposible introducirles un microchip (algo demasiado grande) y lograr que se conecten a una señal (algo demasiado complejo).


Pero, para los seguidores de estas teorías de la conspiración, incluso estas explicaciones forman parte del complot, por lo que la batalla dialéctica solo sirve para reafirmar su postura. ¿Entonces cuál es el camino para luchar contra la desinformación? La respuesta es más compleja de lo que parece.


El miedo, la incertidumbre y el boom de estas teorías

Las teorías sobre un supuesto complot global contra la salud pública llevan décadas gestándose en los submundos de internet e, indirectamente, en el imaginario colectivo. La pandemia de covid-19 no ha hecho más que convertir las chispas hasta ahora aisladas en un gran incendio de desinformación. "En estos días la gente ha estado en casa con mucho tiempo libre pero también por mucho miedo a lo que podía pasar. Científicos y autoridades sanitarias se han ido contradiciendo, como es normal en una situación así, pero han acabado creando un gran desconcierto. El miedo y la incertidumbre son un campo abonado para charlatanes, bulos y estafas", explica Vicente Prieto, biólogo y presidente de Círculo Escéptico.


La trama de "la verdad que no quieren que sepas" ha acabado convenciendo a muchos por su retórica, no por sus argumentos. "Estas historias resultan muy persuasivas porque llegan por lo emocional", explica Emilio Molina, vicepresidente de la Asociación para Proteger al Enfermo de Terapias Pseudocientíficas (APEPT). "Para muchos resulta más tranquilizador creer que hay un enemigo definido (por ejemplo un complot) que entender que vivimos en un mundo hipercomplejo, del que desconocemos muchísimas cosas y en el que fenómenos así pueden ocurrir sin control alguno. El problema es que una vez entrados en esta lógica corremos el riesgo de alejarnos totalmente de la realidad", argumenta. En estos casos, la fe en una paranoia puede convertirse en una fuente de malestar.


El debate sobre la veracidad de los 'caballos de Troya'

La clave del éxito de bulos, falacias y teorías de la conspiración es su premisa engañosa. "Muchos de estos discursos tienen una parte de verdad que se utiliza como un caballo de Troya para colar toda una serie de especulaciones y mentiras", argumenta Carlos Mateos, coordinador de la iniciativa 'Salud sin bulos'. Asimismo, "en muchos casos se difunden por WhatsApp donde, a diferencia de lo que puede ocurrir en otras redes sociales, el mensaje te llega directamente a ti y de alguien de confianza, y no siempre con mala intención. Ahí es todavía más complicado entablar un debate sobre la veracidad del contenido", comenta Mateos. De ahí que, en este confuso contexto, toda prueba que se aporte para refutar una conspiración es vista como parte de la misma.


Las teorías sobre el 'misterioso origen' del SARS-CoV-2, por ejemplo, parten de la premisa de que los científicos todavía no saben con total exactitud de qué animal(es) ha saltado este patógeno. Esta incertidumbre se ha utilizado para especular sobre el supuesto 'origen humano (e intencionado) del virus' que, según argumentan algunos, habría sido creado por un laboratorio de Wuhan. O por Bill Gates. O por Estados Unidos contra China. O por los gobiernos para controlar a la humanidad, como sostiene Bosé. Y eso que, hoy por hoy, el genoma del virus ha sido secuenciado miles de veces en todo el mundo y, tal y como explican los expertos, no se ha encontrado ningún indicio de 'fabricación humana'. Todo apunta a que es fruto de mutaciones naturales e impredecibles, aunque todavía no esté clara la cadena de saltos.


La semilla de la desconfianza

El problema de estas falsas teorías no es si se cree en ellas o no. Si no la "semilla de la desconfianza" que plantan y que, con el tiempo, puede hacer que una persona acabe desconfiando de todo lo que digan las fuentes oficiales, sean estas médicos, científicos o autoridades sanitarias. "Los promotores de estas teorías utilizan tácticas típicas de las sectas. Dicen que solo ellos disponen de la verdad. Que son más despiertos que el resto. Que todo lo que viene de fuera es mentira", explica Molina, también vocal de la red de prevención sectaria y de abuso de la debilidad (RedUNE). No es de extrañar, pues, que "muchos grupos conspiranoicos acaban conectándose, como los terraplanistas con algunas ramas de las pseudoterapias que también defienden una verdad más allá de lo oficial. Estos grupos se retroalimentan y, además, expulsan a todas las voces críticas con sus ideas", argumenta Prieto.


Pero si esta semilla de la desconfianza brota es gracias (o por culpa) de dos abonos. En primer lugar, el miedo. Y, en segundo lugar, la falta de cultura científica básica. Cuanto más desconocimiento científico haya sobre una cuestión, más fácil es que se acaben aceptando teorías inverosímiles. "Si no sabes qué son y cómo funcionan las ondas electromagnéticas es más fácil que te cuelen el miedo sobre el 5G, aunque hace años que se utilizan parte de sus frecuencias y no hay nada que demuestre su supuesto efecto adverso", recuerda Molina. "La ciencia pide explicaciones reflexionadas y en profundidad para que algo cobre sentido. La ciencia-ficción, en cambio, solo pretende encajar las piezas de manera superficial. Si hubiera un mínimo de conocimiento básico ya se vería desde lejos que estas teorías no se sostienen científicamente", comenta Segalés.


La batalla dialéctica por el relato

Conspiranoicos y fact-checkers parten, paradójicamente, de la misma premisa: el pensamiento crítico. Es decir, de la duda como actitud. La manera de aplicarlo, sin embargo, acaba llevando a unos extremos irreconciliables. ¿Entonces qué sentido tiene desmentir bulo por bulo si quienes creen en ellos no van a cambiar de opinión? "Hay gente que es inmune a cualquier tipo de razonamiento contrario a su doctrina. Pero también hay mucha gente indecisa que necesita información clara y fiable. Si no hubiera réplica a estas teorías, lo único que encontraría alguien que busca informarse sobre el tema es el relato falso", argumenta Mateos.


"Yo siempre digo que 'no quiero que me creas a mí' sino que pienses críticamente, que te informes, que razones, que busques pruebas. No siempre podemos estar ahí para desmentir todos los bulos. Necesitamos que la gente desarrolle herramientas para poder hacerlo por sí misma", reflexiona Prieto. Esta lección cobra todavía más importancia a la luz de la famosa Ley de Brandolini según la cual "la cantidad de energía necesaria para refutar una idea falsa (o de mierda) es un orden de magnitud superior que para producirla". Así que, dado que es más fácil crear un bulo que desmentirlo, toca empezar a desmontarlos desde abajo.


Ojalá sean sólo eso, especulaciones...
 
Sabes @Golem ?
Creo que Sánchez es uno de los mejores títeres que debe haber tenido Soros.
Ésto le debe ir bien para los fines que se debe proponer para España. Si ha sido el segundo país más perjudicado por el Virus, por algo será...
Igual si Sánchez consiguió llegar a Presi, no fue sólo por él mismo, ni por el partido, ni por los votantes... que igual sí, pero me huele a que Soros ya andaba alrededor de Sánchez, antes...
(son suposiciones, sacando conclusiones, eh? Igual me equivoco...)
Sanchez vendería a su madre con tal de pisar Moncloa
 
Como dice el artículo lo... "Falta de cultura científica" , tengo toda... Pero como supongo, que casi todos los que estamos por aquí, algo me chirría... Como dice @Horacio, no sé si reir o llorar....

Recomiendo una serie de HBO, "years and years"... Veo nuestro futuro por ahí....

Sí, lo he puesto porque me ha parecido interesante para opinar.
Pero, de acuerdo con lo que decís...
 
Un estudio estima que la Vía Láctea podría albergar más de 30 civilizaciones extraterrestres inteligentes
TERESA GUERRERO


¿Hay vida ahí fuera? Y si la hay, ¿qué probabilidades hay de contactar con ella o de que contacten con los habitantes de la Tierra? La posible existencia de otras civilizaciones inteligentes sigue siendo un asunto entre la ciencia y la ciencia ficción. A pesar de que el descubrimiento en las últimas décadas de miles de planetas fuera del Sistema Solar -exoplanetas- ha puesto de manifiesto que mundos como el nuestro no son una excepción y muchos científicos creen que es cuestión de tiempo encontrar en alguno de ellos indicios de vida, descubrir vida inteligente es mucho más improbable.

Pero muchos científicos creen también que el hecho de no la hayamos encontrado no significa que no exista, y de hecho, un equipo de investigadores de la Universidad de Nottingham, en Reino Unido, propone esta semana un método para estimar cuántas civilizaciones extraterrestres inteligentes podría haber en nuestra galaxia, además de la nuestra.
Según revelan este lunes en un estudio publicado en la revista The Astrophysical Journal, la Vía Láctea podría albergar una treintena de civilizaciones inteligentes aunque la más cercana estaría a unos 17.000 años luz. Es decir, muy lejos, como admite en declaraciones a EL MUNDO el estadounidense Christopher Conselice, astrofísico en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Nottingham y líder del estudio.
Según explica Conselice, su investigación estima el número de civilizaciones inteligentes activas que habría en nuestra galaxia pero no señala de forma específica que estrellas albergarían esos mundos. "Antes de nuestro trabajo, el número de posibles civilizaciones extraterrestres oscilaba entre cero y miles de millones. Somos los primeros en hacer una estimación real razonable", sostiene Conselice, especializado en la formación y evolución de galaxias.

Vida inteligente
Para hacer su estimación, partieron de la idea de que la vida inteligente se forma en otros planetas de una forma similar a como se originó en la Tierra. Asumiendo que tarda menos de 5.000 millones de años en formarse -nuestro planeta se originó hace 4.500 millones de años- concluyen que habría por lo menos 36 civilizaciones activas en nuestra galaxia.
Dicen los autores que la idea es mirar la evolución, pero a escala cósmica, una cálculo que se denomina Límite Astrobiológico Copernicano. Según ha explicado en un comunicado Tom Westby, primer autor del estudio, "el método clásico para estimar el número de civilizaciones inteligentes se basa en hacer conjeturas de los valores relacionados con la vida, por lo que las opiniones sobre estos asuntos varían de manera sustancial. Nuestro nuevo estudio simplifica estas suposiciones utilizando nuevos datos, dándonos una sólida estimación del número de civilizaciones en nuestra galaxia".
Dado que, según este estudio, la distancia media a la que se encontrarían esas civilizaciones es de 17.000 años luz, comunicarse con alguna de ellas con la actual tecnología en la Tierra sería muy complicado pero según Consolice no es irracional, sobre todo a medida que los radiotelescopios construidos en la Tierra sean más sensibles: "Podríamos detectar nuestro tipo de señales de radio emitidas desde otros planetas alrededor de muchas otras estrellas. Otras civilizaciones extraterrestres más avanzadas ciertamente podrían detectar nuestra presencia. Si existiera alguna a cien años luz, probablemente ya habría sabido de nosotros".


El proyecto SETI
Argumenta Conselice que estudios como éste no sólo muestran que pueden existir otras civilizaciones, sino que también nos ofrecen pistas sobre cuánto tiempo podría sobrevivir la nuestra.
En esa línea, el astrofísico considera que el programa SETI para la búsqueda de vida extraterrestre -el que inspiró la película Contact, protagonizada por Jodie Foster y basada en una novela de Carl Sagam-, "es muy útil y no sólo para la búsqueda de civilizaciones inteligentes". Incluso si no encontramos nada con SETI, añade, este programa ofrece mucha información sobre "la esperanza de vida de nuestra propia civilización. Básicamente, si encontramos una civilización activa e inteligente cerca, sería una buena indicación de que nuestra propia civilización podría durar millones de años. Si no encontramos otras, serían malas noticias para la vida de nuestra civilización", señala.
Durante el último año se ha hablado mucho de la detección de las ráfagas de radio rápidas o FRBs (del inglés fast radio bursts), fenómenos de gran energía que se manifiestan como un fugaz pulso de radio y que parecen provenir de lugares lejanos. En varias ocasiones se han localizado FRB provenientes de una misma región del cielo, lo que ha suscitado teorías sobre la posibilidad de que su origen fuera alguna civilización extraterrestre. Preguntado sobre este asunto, Conselice señala que "personalmente", él no cree que la fuente sea una civilización extraterrestre y apunta a que hay muchas otras explicaciones aunque, admite, "nadie sabe con certeza cuáles son".

 
Control mental antes de un debate? MK Ultra?
Y la vocecita que pone al final del vídeo, como pidiendo por favor hacer más , si le dejan


Todo alrededor de los Clinton es raro y sórdido. En el libro de Cathy O´Brien narra los encuentros que tuvo que padecer con los Clinton y es repulsivo, la hija Chelsea también está metida en asuntos turbios.
 

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