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no me puedo creer esto, es asqueroso, repugnante, no se puede permitirSoros se encuentra en España para marcarle la agenda política a Sánchez y ‘meter en cintura’ a Rivera para que se aleje del PP y pacte con el PSOE
George Soros se encuentra en España para controlar la agenda política de Pedro Sánchez antes de las elecciones generales. Esta visita del especulador multimillonario de origen húngaro se vincula al interés de las oligarquías mundialistas por revertir el favoritismo de la derecha de cara a los comicios del 28-A. A nadie escapa que los poderes globalistas internacionales temen perder el control sobre el Gobierno español tras la previsible llegada de Pablo Casado al poder con el apoyo de Vox.
Fuentes bien informadas apuntan que tanto la exhumación de Franco como el aumento de la tensión en las calles de Cataluña podría deberse a la estrategia maniobrera de los lobbies mundialistas. Incluso apuntan a una avalancha de pateras procedentes de Marruecos en las próximas semanas y a las presiones que ya está recibiendo Albert Rivera para que no apoye un gobierno de derecha. “Soros ha venido a España, entre otros asuntos, para ‘meter en cintura’ a Albert Rivera y exigirle un alejamiento de la derecha. No está dispuesto a permitirle a Rivera que se desmarque del plan para España concebido por los mundialistas”, apunta una de esas fuentes.
Aunque este extremo no ha podido ser confirmado por AD, Soros y Rivera podrían haber mantenido un encuentro, la noche del miércoles, en el chalé de Somosierra de un poderoso empresario.
Los expertos coinciden al señalar que los poderes globalistas en la sombra no están dispuestos a perder el control sobre el Gobierno de España, por lo que no descartan una espiral de tensión social alentada por los separatistas y la extrema izquierda, que se hunde en todas las encuestas.
No son nuevas las injerencias de la mafia globalista en la creación de un clima emocional que sirva a sus intereses. Sus miembros son los mismos que estuvieron detrás de los atentados del 11M de 2004, para desalojar al PP del Gobierno y provocar la victoria electoral de Zapatero. También han sido los promotores de la invasión masiva de inmigrantes desde el norte de África y de la implantación de normas favorecedoras de la ingeniería social.
Soros ya visitó a Sánchez en Moncloa
La mayoría de los españoles no sabe –se quiso mantener en secreto- que nada más llegar a La Moncloa, Pedro Sánchez recibió una visita extraordinaria. Era George Soros, que mantiene una guerra global y sin cuartel contra las naciones europeas. Paga a cientos de ONG, partidos izquierdistas, bandas antifascistas, diarios digitales y páginas y blogs en todo el mundo para sus campañas. Tiene mucha nómina en España y hoy parece sentir predilección por nuestro gobierno. A quien odia Soros es a Viktor Orban, el líder húngaro que gobierna con inmenso apoyo popular. No como Sánchez. Su parlamento aprobó leyes por las cuales quien intenta ilegal y violentamente entrar en Hungría es expulsado de inmediato tras ser procesado por lo que jamás puede aspirar a regularizar su situación en aquel país. Hungría es una nación que resiste a Soros y tiene fronteras que todos respetan. Nosotros por el contrario nos habíamos convertido ya con Sánchez en su juguete favorito. Ahora teme perderlo y habrá que estar atentos a los próximos acontecimientos.
http://www.alertadigital.com/2019/0...en-cintura-a-rivera-para-que-se-aleje-del-pp/
ROBERTO CENTENO: "Rivera vas a traicionar a tus votantes y a España"
8/11/2019
REDACCION| 12328 lecturas
Winston Galt: «El pensamiento políticamente correcto es la censura más eficaz que se ha inventado jamás»
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Frío monstruo, una novela de suspense, geopolítica y ciencia-ficción recientemente publicada en la red mundial de Amazon, se ha convertido en una de las primeras grandes distopías literarias en español que tratan de adivinar y dibujar cómo será el futuro próximo de Europa. Y lo que puede entreverse sobre nuestro porvenir entre las páginas de Frío monstruo no es especialmente agradable porque la novela, firmada por W. Galt y levantada sobre una narración trepidante que se desarrolla en el año 2050, esboza un continente convulso, dramático e irreconocible arrasado por la corrección política, la islamización, la censura, el auge de los movimientos populistas de extrema-izquierda, el terrorismo, el integrismo ecológico y la dictadura de la ideología de género.
W. Galt, que firma Frío monstruo y que también es el nombre del protagonista de la novela, es el pseudónimo de un experimentado escritor español que cuenta en su haber con una decena de obras ya publicadas, algunas de ellas en editoriales reconocidas, y que ahora ha decidido escudarse bajo un alias.
“El pseudónimo provoca una abstracción respecto al autor que me parecía interesante. Cuando un escritor utiliza su nombre, quienes están familiarizados con su obra no pueden evitar cierto prejuicio respecto a lo que esperan de ese autor, y los que no están familiarizados con su obra observarán la novela desde lejos y con los prejuicios que les provoque el autor a través de referencias. Usar un pseudónimo evita todo esto y pone de relieve únicamente el texto. El valor o disvalor del texto será el único criterio de los lectores, lo que, en cierto sentido, “purifica” la obra, opción a considerar cuando, además, la novela trata cuestiones políticas espinosas y difíciles que pueden incluso molestar a muchas personas de determinadas ideologías o lugares de procedencia. Finalmente, utilizar como pseudónimo el nombre de un personaje es un juego novelesco que me apetecía utilizar”.
¿Cómo surge la idea de escribir una novela tan corrosiva, políticamente incorrecta y demoledora como “Frío Monstruo”? ¿Es esta su primera obra? ¿Qué otras obras inspiran su novela?
En absoluto es la primera obra. He escrito más de diez novelas y publicado algunas de ellas en editoriales tradicionales, algunas de ellas muy importantes. Ya entonces tuve algún problema con una de esas editoriales por unos comentarios sobre el terrorismo de ETA.
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Es difícil aprehender el momento en que surge una idea. Seguramente fue hace muchos años, cuando leí por primera vez 1984, de George Orwell, una novela imprescindible. Me impresionó cuando era muy joven. Seguramente es la novela que más veces he leído. La idea, que rondaba por ahí, fue madurando a lo largo de los años y a través de muchas lecturas, siempre muy heterogéneas. Soy autodidacta y leo a impulsos según el interés del momento y, sobre todo, según el tema a tratar en la siguiente novela. De modo que es imposible decir un momento en que surge la idea, aunque seguramente el desencadenante fue el descubrimiento de La rebelión de Atlas, de Ayn Rand, una novela impresionante que se convirtió, durante el siglo XX, en una “Biblia” para muchos librepensadores liberales americanos. Por desgracia, parece que en Europa no ha tenido la misma relevancia, lo que no es extraño dado el pensamiento políticamente correcto y socialista que impregna la cultura europea desde hace décadas con unos resultados más que discutibles.
Su novela presenta una Europa en 2050 arrasada por el totalitarismo socialdemócrata, por la corrección política, por los movimientos de extrema izquierda y por la islamización. De hecho, hay páginas de su obra que parece ser más un ensayo que una ficción. ¿Así ve nuestro futuro colectivo a medio plazo o todo es ficción?
Espero no haber caído en el error de haber dejado sin trama literaria la novela. Pero lo que entendía que debía decir tenía que decirlo. Para ello, es necesario que los personajes hablen y expliquen. He intentado imaginarlos en ese marco que describes e intentado comprender cuáles serían sus impresiones y sus reacciones y mover a los personajes en ese mundo imaginado.
En cuanto a si he acertado, el tiempo lo dirá. Espero equivocarme. Como dice la frase de Wells que da inicio a la novela: “No hay un modelo de lo que está por llegar”, de modo que estamos a tiempo de evitarlo. Otra cuestión es si queremos evitarlo y, sinceramente, no veo a los ciudadanos europeos con la voluntad de hacerlo. Esto tampoco significa que inexorablemente vayamos a una Europa como la que describo en la novela, pero lo cierto es que hay indicios de que podemos llegar a esa Europa horrible si no rectificamos a tiempo.
En este momento, esa rectificación, como digo, no se ve: los partidos socialdemócratas que conocíamos hace veinte o treinta años, que aceptaban sin reservas el sistema capitalista y la democracia liberal, están pereciendo o mudando de piel arrasados por el populismo de izquierdas. Véase los resultados electorales de la socialdemocracia alemana; en Francia, prácticamente ha desaparecido, al igual que en Italia. En el Reino Unido está en manos de un individuo que se parece más a Pablo Iglesias que a Willi Brant; en España, el PSOE se ha radicalizado tras el surgimiento de Podemos y defiende políticas de ingeniería social que arrasan con la igualdad de los ciudadanos y con la igualdad de los territorios, aliado de un nacionalismo decimonónico. Lógicamente, nadie puede ya esperar de estos movimientos, que representan a millones de europeos, oponiéndose a las políticas de discriminación que ellos mismos defienden o intentando volver a los principios que hicieron de Europa la civilización más avanzada de la historia hace apenas unas décadas. Tampoco nadie puede imaginar a esos movimientos oponiéndose a una islamización que avanza lenta pero inexorablemente con su enorme peso demográfico. Alguien puede pensar que esa invasión silenciosa es programada según algunas noticias que filtran informaciones de los servicios secretos alemanes o que es meramente casual, pero lo cierto y verdad es que se espera que en Europa haya en 2050 unos 150 millones de musulmanes. ¿Será Europa entonces Europa y podrá sostenerse sobre los mismos principios que ahora cuando una tercera parte de su población sustente unos principios incompatibles con nuestra cultura y nuestra idea de libertad y democracia?
Basta mirar a la historia para adivinar la respuesta.
Frío monstruo es una distopía que presenta un futuro de Occidente cuyos primeros esbozos podemos observar ya mismo, simplemente prestando atención a lo que ocurre a nuestro alrededor. ¿Por qué cree que estas cuestiones, claves para el futuro de nuestra civilización, apenas se tratan actualmente en la literatura de ficción occidental?
Hace 100 años el comunismo llegó al poder en Rusia y desde el primer momento se tuvo conciencia por parte de algunos de la verdadera faz del monstruo. Personas cultas, como Zamiatin, seguramente conocían utopías como la de Tomás Moro. Adaptar, dándole la vuelta al argumento, esos textos previos a la situación real de la Rusia comunista sólo necesitó una vuelta de tuerca de un autor inteligente. Unos años después, Huxley vio la oportunidad de crear otra distopía, pero en un marco completamente diferente, en las entonces ya prósperas democracias occidentales británica y estadounidense y ve que el mundo artificialmente feliz puede ser real. Sobre las ruinas de Europa, Orwell crea 1984 con el modelo soviético.
Por tanto, podemos ver que fue la realidad la que inspiró a esos autores. En la Europa actual, mucho más próspera que la de hace cien años, la literatura de las últimas décadas ha girado en torno a la indagación introspectiva del individuo o en la metaliteratura, ejercicio inteligente pero absurdo e implicado sólo en la consideración íntima del individuo, literatura, al final, lógica en unas sociedades de la opulencia, como las nuestras, en las cuales el individuo vuelve la mirada a su egocéntrico interior: por otra parte, los autores que se consideran comprometidos, que siempre son de izquierdas, critican sin contención alguna la mejor civilización jamás creada por los hombres. Esta crítica siempre se basa en los mismos principios socialistas, aunque en muchos casos no se diga expresamente porque, imagino, a algunos les da vergüenza reconocer que la alternativa que podrían plantear es la que ha fracasado reiteradamente llevando ruina y opresión por donde se ha aplicado.
De este modo, criticar el capitalismo se ha convertido en un lugar común, dando la impresión de que vivimos en el peor de los mundos posibles, cuando es evidente que es el mejor creado hasta ahora. La corriente subterránea del socialismo más radical y del comunismo nunca ha dejado de trabajar en ese sentido. Por supuesto, ni que decir tiene que han ganado la batalla del lenguaje, pues se denomina progresista a las ideologías precisamente más nocivas para la humanidad. Como también la izquierda ha ganado la batalla de la opinión pública (una presentadora muy guapa y muy tonta dijo hace poco que ella era de izquierdas porque era buena persona) hasta el punto de que el pensamiento políticamente correcto trabaja como la censura más eficaz que probablemente se haya inventado jamás, pues funciona desde fuera, como presión frente a quienes piensan de forma diferente, pero también es interiorizada por los autores, que se limitan de este modo en sus críticas (salvo que sean contra el capitalismo y la democracia, claro).
Aunque Frío Monstruo transcurre en diversas capitales europeas, España, con una Cataluña independizada y vendida al mejor postor, desempeña un papel central en la trama. ¿Será España uno de los primeros países en caer ante el Leviatán totalitario que dibuja en su ficción?
Sin duda. España cometió el error de otorgar excesivas concesiones a los movimientos nacionalistas y ahora mismo está en el primer puesto en la carrera en Europa por la secesión. Sabemos que hay movimientos secesionistas en Europa desde hace mucho tiempo: flamencos, bávaros, corsos, por no mencionar Escocia e Irlanda del Norte. No obstante, lo que parecía imposible hace unas pocas décadas, que un territorio español estuviera más cerca de la independencia que Irlanda del Norte, por ejemplo, se ha cumplido. Ya los estatutos de autonomía españoles son excesivamente generosos, y España fue demasiado confiada y generosa en la autonomía concedida a las regiones. No se tuvo en cuenta que el poder localista, para subsistir, necesita convertir el localismo en su esencia. Así, las tensiones nacionalistas han ido a más, lo que es evidente. Cataluña ostenta unos niveles de autogobierno como no existen en ningún otro territorio de Europa. Pero desde el principio, como antes apuntaban algunos entre las recriminaciones generales, y luego han confirmado los hechos, trabajó para crear un país independiente de la nada. Bastaba con controlar, como sabe cualquier marxista, los medios de comunicación y la educación, de modo que en pocas décadas han conseguido una desafección total respecto al resto de España de la mitad de su población. Si algún territorio se independiza en Europa en los próximos años será, salvo sorpresa mayúscula, Cataluña. A ello contribuye que una izquierda que se quedó en los años ochenta sin discurso, se ha apuntado al discurso nacionalista bajo falsas banderas como la autodeterminación y el falso derecho a decidir. Esto ha contribuido a que no sólo la mitad de Cataluña desee la independencia, sino que parezca no importar, o que se comprenda dicho anhelo por amplias capas de la población española. En este marco, esperar que dentro de unos años, diez o quince, como dijo Iceta, el porcentaje de población que desee la independencia sea algo mayor de la mitad actual, no sólo es esperable, sino que parece una situación inexorable. En tal caso, como muchos tememos, si dentro de unos años ocurre una situación aún más seria que la octubre de 2017, nadie apoyará a España si ésta decide utilizar la violencia para sofocar la independencia. La vía eslovena será un hecho porque Europa no permitirá que se use la violencia, aunque sea legítima.
La independencia sería un juego de dominó. Si lo hace Cataluña, inmediatamente detrás hará lo mismo el País Vasco. Y en algunas otras regiones, como Baleares y Valencia, se está trabajando desde los grupos de izquierda en la misma línea de creación artificial de identidades nacionales. Por tanto, unos años después, éstas también podrían solicitar un estatus independiente con alguna variante de colaboración para maquillar una independencia de facto.
Ahora mismo no veo esto como un futuro impensable, sino como la secuencia lógica de los acontecimientos a la luz de lo que ahora vivimos.
Como decía, no veo ninguna otra región de Europa más cerca de la independencia que Cataluña, ni siquiera Escocia.
En su Europa distópica, el Estado es una maquinaria que lo arrasa todo a su paso, mientras los ciudadanos europeos le ceden dócil y alegremente el paso…
El verdadero enemigo de una sociedad libre es el subsidio. Evidentemente, no me refiero a las ayudas públicas a las personas más desfavorecidas, utilidad que ya proclamaban los primeros liberales, sino a esa manera de concebir la vida política y social que consiste en subsidiar la sociedad para construir una industria política que permita la vida fácil a una élite inepta y parasitaria que, de este modo, va garantizándose durante décadas su pervivencia a costa de la sociedad productiva. Sólo se puede sostener la industria política desde la creación artificial de conflictos inexistentes y desde la mentira, y para eso se cuenta con todos los resortes del Estado, en manos de los dirigentes de esa industria política. Basta comprobar el nivel medio de los políticos para comprender que no son precisamente lo mejor de la sociedad española. La industria política necesita ingentes cantidades de recursos, lo que parasita la sociedad y, al mismo tiempo, le hace creer en la necesidad de sostener esa ficción. Más de la mitad del Estado y de la Administración que sostenemos es completamente artificial, innecesaria desde el punto de vista de la política real y de las necesidades reales de la sociedad. Pero nos hacen creer lo contrario para incrementar cada vez más ese monstruo.