Fallece el cantante George Michael a los 53 años

Hay muchas dudas sobre la inesperada muerte de George M y la autopsia aun esta inconclusa.

Sobre su novio, Fadi Fawaz, algunos amigos de George dicen que habian terminado hacia meses. Fawaz quien lo encontró muerto en su casa habia dormido supuestamente dentro de su coche y no en la casa que según él, compartían.
También salieron de su cuenta un montón de twiiters sugiriendo que GM se quitó la vida, que tenía un historia de hacerse daño y ahora dice que su cuenta de twiiter fue hackeada y que él no escribió eso.



Siguen llegando los fans con flores y globos frente a casa del artista.
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https://www.rte.ie/entertainment/2017/0103/842380-george-michaels-boyfriend/
 
Cuantas horas ha
Hay muchas dudas sobre la inesperada muerte de George M y la autopsia aun esta inconclusa.

Sobre su novio, Fadi Fawaz, algunos amigos de George dicen que habian terminado hacia meses. Fawaz quien lo encontró muerto en su casa habia dormido supuestamente dentro de su coche y no en la casa que según él, compartían.
También salieron de su cuenta un montón de twiiters sugiriendo que GM se quitó la vida, que tenía un historia de hacerse daño y ahora dice que su cuenta de twiiter fue hackeada y que él no escribió eso.



Siguen llegando los fans con flores y globos frente a casa del artista.
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https://www.rte.ie/entertainment/2017/0103/842380-george-michaels-boyfriend/

Lo primero que pense al ver el mensaje de twiter del novio de marras, ese en el que decia que se lo habia encontrado muerto en la cama ya me dio que pensar. Ahora parece que también está hablando de los supuestos problemas de drogas de George y otras historias más. Yo no me creo que alguien le haya usurpado su cuenta de twiter, creo que quiere notoriedad y mas adelante vender alguna exclusiva, y si no al tiempo :mad::mad::mad:
 
Cuantas horas ha


Lo primero que pense al ver el mensaje de twiter del novio de marras, ese en el que decia que se lo habia encontrado muerto en la cama ya me dio que pensar. Ahora parece que también está hablando de los supuestos problemas de drogas de George y otras historias más. Yo no me creo que alguien le haya usurpado su cuenta de twiter, creo que quiere notoriedad y mas adelante vender alguna exclusiva, y si no al tiempo :mad::mad::mad:


El novio de marras no me gusta ni un pelo y no parece trigo limpio. George Michael habrá tenido sus problemas con las drogas, pero creo que un cantante de su talento merece algo más de respeto y una despedida más digna por parte de quien se supone que era o había sido su pareja. Alguien que ha dado tanto con su música, y que además ha sido tan altruista ayudando a quien lo necesitaba de manera desinteresada, merece ser recordado con respeto y por mi parte ademas, con admiración.
 
No sé si es sospechoso o no de la muerte de GM, pero las versiones del tipo no cuadran con las de los amigos y familia de GM. Raro que estuviera durmiendo dentro del coche y casualidad al día siguiente entra y lo encuentra muerto en su cama.

También se dice que lo habián dejado hace meses y que el cantante estaba viendo nuevamente a su ex pareja de tantos años Kenny Goss, un exitoso vendedor de arte.

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"I'm heartbroken with the news that my dear friend and long time love George Michael has passed," said Goss, who still runs the Goss-Michael Foundation -- a contemporary British art collection in Dallas, Texas, that features a residency program and works with local artists -- which he founded with his longtime love.


"He was a major part of my life and I loved him very, very much,” Goss added. “He was an extremely kind and generous man. The beautiful memories and music he brought to the world will always be an important part of my life and those who also loved and admired him."
 
Espero que le rindan los homenajes que se merece pues se ha ido un artista de muchísimo talento con enorme legado y se merece un respeto.
Qué pena me ha dado esta noticia, así empezamos el fatídico 2016 y así lo hemos terminado.

Aún recuerdo el impacto que me produjo Faith la primera vez que lo vi, me pareció guapísimo, super sexy, pivón. Mi hermana tenía un poster en la habitación de él, era cañonazo, y ese disco buenísimo, creo que todas las canciones eran buenas.
 
La policia interroga a la supuesta ultima pareja de George Michael.
Aparece tenso en esta ultima foto y parece discutir con alguien en la calle.
Necesitan saber que hizo GM en sus ultimas horas, se sospecha que pudiera haber muerto de una sobredosis de drogas.
De momento su muerte se clasifica como no-sospechosa.

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Llegando a su casa en el dia de ayer:




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http://www.dailymail.co.uk/news/art...d-police-piece-final-hours-singer-s-life.html
 
Y George Michael derrotó a Michael Jackson
Publicado por Manuel del Campo Castillo
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George Michael, 1985. Foto: Cordon.

En su estelar actuación ante todo el planeta durante la clausura de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 (qué mejor londinense para representar a la multicultural capital que este británico de origen grecochipriota) George Michael interpretó una de sus últimas creaciones publicadas, «White Light». En ella, como fue haciendo desde hace años, nos contó con pelos y señales (aunque sin tacos, por aquello de la audiencia) lo que estaba pasando en su vida, que en ese momento no era otra cosa que el esquinazo que acababa de dar a la muerte, una neumonía que le tuvo durante días más allá que acá. «Sigo respirando, amigos… no hay ninguna luz blanca y no estoy acabado, estoy vivo».

También nos confesaba que aún tenía mucho que hacer con la música. Que quizá la música le había salvado. Para alguien que compuso su primera canción a los dieciséis años, su reflexión tenía todo el sentido.

Ahora, tras su inesperado fallecimiento, sabemos que estaba ya preparando un nuevo disco. Y aún más, que tenía material para casi tres álbumes sin publicar desde hacía años. Además de otros proyectos inacabados como ese prometedor Trojan Souls (que incluía un dúo con Sade, entre otros, lo que este periodista hubiera dado por ver a sus dos artistas favoritos interpretando un tema juntos…).

Sin duda ya hace años que George Michael había llegado a la conclusión de que el elemento más sólido al que podría agarrarse en su desordenada vida de adicciones, pérdidas, insatisfacciones, amores —en pareja y libres— y escándalos diversos era la música, a la que él había dado tanto desde los lejanos ochenta. Porque, aún hoy, todavía queda en mucha gente ese inmerecido poso de cantante pop de cara bonita, temas pegadizos y baladas llenapistas (aunque estas sean auténticos referentes, como «Careless Whisper»). Cuando ha sido, para empezar, una de las voces más prodigiosas de la música popular (así, a secas) del último medio siglo, con unos inconfundibles registros vocales amplios y complejos, llenos de matices, capaces de moverse de los graves al falsete con asombrosa naturalidad. Que se lo digan a los miembros de Queen, que le miraban boquiabiertos mientras ese guaperas con apenas veintinueve años interpretaba de forma tan brillante como lo hacía el mismísimo Freddy Mercury un tema tan desafiante como «Somebody to Love», precisamente en el fastuoso homenaje al gran showman en Wembley. Y, al igual que May, Taylor y Deacon, millones de personas (incluido un humilde servidor y también David Bowie y Seal, que le observaban absortos en los ensayos en una joya de documento) nos dimos cuenta ese 20 de abril de 1992 de que ese «forracarpetas» de adolescentes que ya vendía millones de discos no era solo otro producto prefabricado más de una discográfica. Era también un vocalista excepcional. Uno de los más grandes. George Michael diría después que ese concierto había sido el momento más exultante de su carrera.


Pero detrás de ese chorro de voz había mucho más. Él es el autor —letra y música— de prácticamente todos sus temas (contando los de Wham!, claro) y en todos sus discos produce, arregla todos los temas y toca la mayoría de los instrumentos. Y aún tenía tiempo de dirigir algunos de sus hipnóticos y elaborados vídeos (la recopilación de todos ellos en Twenty Five es compra obligada), que su arrebatador carisma delante de la cámara (y a veces detrás) ha convertido en míticos.

Claro que si hay algo que ha hecho George Michael a lo largo de su carrera ha sido sorprendernos. Las más de las veces, por su inmenso talento y su asombrosa capacidad de reinventarse. También por sus patinazos. Y desde hace tiempo por su brutal honestidad.

Tras conocer un enorme éxito con Wham! (su histórico concierto en China, cuyo Gobierno les eligió en vez de a Queen tras ver una foto de George Michael, sigue siendo un símbolo de aquellos años), donde George trató al bueno de Andrew Ridgeley (de quien aún tenía fotos en su casa) con una generosidad que aún hoy conmueve (los primeros planos de su amigo en los vídeos para «interpretar» unos coros que en realidad cantaba George Michael casi sonrojan), decide por fin emprender una carrera en solitario con un giro como pocas veces se ha visto en la historia del pop. Empieza con una puesta en escena embriagadora, por simple y contundente: chaqueta de cuero, vaqueros y botas, una guitarra, gafas de sol, barba recortada con cartabón y una máquina antigua de discos. Y la adereza con su extraordinario tema rockabilly-pop «Faith» y unos movimientos de cadera que habría aplaudido el mismísimo Elvis. George Michael no era aún consciente de que acababa de alcanzar la inmortalidad.

Si además sumamos que aquel disco era un cañonazo en el que cada canción era una maravilla —desde el pop más provocador de «I Want Your Sex» hasta el jazz aterciopelado de «Kissing a Fool» (que luego versionaría Michael Bublé)—, el resultado solo podía traducirse en ventas millonarias, más de veinticinco según las últimas cifras, el Grammy al disco del año y la consideración casi unánime como uno de los mejores discos pop/soul de la historia. Sin haber cumplido aún treinta años, George Michael era una de las más brillantes estrellas del firmamento musical, en una época en la que la competencia no era precisamente de saldo: Michael Jackson, Madonna, Prince… Tanto fue así que en los prestigiosos American Music Awards de 1989, George Michael se alzó con el galardón de mejor artista masculino de R&B/soul, derrotando al mismísimo Michael Jackson (para asombro de George Benson, como se puede ver cuando lee su nombre), que estaba nominado nada menos que por Bad. El bueno de Michael (Jackson) tenía motivos de sobra para sentirse amenazado, puesto que Faith, en aquel año, estaba en cifras de acercarse en ventas al hasta entonces inalcanzable Thriller.


Una vida contada en acordes

Tras el incontestable éxito de Faith empiezan los problemas. Primero, su larga cruzada contra su compañía discográfica, Sony Music, cuya gran víctima fue su segundo disco en solitario, otro sensacional trabajo si no tan comercial y brillante como Faith, sí más maduro y sofisticado (que pasó a la historia por el tema «Freedom» y el vídeo con algunas de las más famosas top models), cuya promoción se vio irremediablemente contaminada por la cruenta batalla, y su éxito fue infinitamente menor que el de su predecesor («solo» ocho millones de discos). George Michael empezaba a estar obsesionado con quitarse de encima su etiqueta de sex symbol y ser considerado como el artista total que era, reivindicando el pop como un género tan prestigioso como cualquier otro.

Después llegó su cantada salida del armario, a lo grande, como no podía ser de otra forma, simbolizado en el fabuloso tema disco «Outside», que lució aún más con esa masterpiece en forma de irreverente vídeo dedicado al policía que le tendió la trampa en unos lavabos públicos de Los Ángeles, Marcelo Rodríguez (que incluso aparece en los falsos títulos de crédito iniciales). Tras aquello, Michael admitió su homosexualidad con orgullo, en alguna ocasión hasta dejando caer —con no poca mala baba— que siempre había pensado en hombres en todas las canciones románticas que había compuesto. Algo que posteriormente él mismo matizó reconociendo que había tenido también una vida previa heterosexual (confirmada por sus exparejas, como la modelo Kathy Jeung que aparece en el vídeo de «I Want Your Sex») y que fue a los veinticuatro años cuando empezó a tener clara su orientación. Si no lo desveló antes fue por miedo a herir a su madre, con quien siempre le unió una relación muy estrecha, y por las presiones de su discográfica, en un momento en el que ser gay (especialmente si gran parte de tu público es del s*x* contrario) podría suponer un serio hándicap en una carrera artística, sobre todo en esos malditos ochenta donde los términos homosexualidad y sida aparecían de la mano en demasiados titulares.

George Michael salió fortalecido de todo aquello. Fue ese tipo de saltos de madurez que cambian definitivamente a un ser humano. En su siguiente álbum, Older, un trabajo casi tan fino como Faith —que también supuso un cambio de look igualmente impactante, que sustituyó definitivamente la exuberancia por la elegancia— nos hablaba de nuevo de su vida con la preciosa «Jesus to a Child», dedicada al que fue su primer gran amor, Anselmo Feleppa, que había muerto de sida años antes causándole una profunda depresión. Un momento anímico terrible al que se unió pocos años después la muerte de su madre, su gran soporte sentimental (experiencia también recogida, como todas las pérdidas que sufrió en esos años, en la desgarradora «You Have Been Loved»). Older supuso la luz al final de un largo y oscuro túnel que, como buen genio que se precie, no hizo sino incrementar su vena creativa. Y, ya desatado, lo mismo nos contaba su entusiasmo por el «s*x* indecente con desconocidos» (como él mismo lo denominaba) en uno de los mejores dance de los noventa, «Fastlove», como nos narraba ese proceso de maduración en el sobrio y relajante tema que da nombre al álbum.

Esa madurez artística llegó acompañada de cierta estabilidad emocional que le proporcionó su nueva pareja Kenny Goss. A su encuentro y enamoramiento debemos ese temazo llamado «Amazing», que encabezó su último álbum de estudio, Patience, un nueva y brillante mezcla de sentidas baladas, con letras cada vez más personales y elaboradas («My Mother Had a Brother» nos habla del terrible su***dio de su tío y su abuelo), temas discotequeros elegantes y sofisticados («Flawless», «Precious Box») y, cómo no, su habitual ración de irreverencia y provocación de la mano de la intencionadamente bizarra «Freek» y, por supuesto, «Shoot the Dog» donde en un vídeo subversivo ponía a Blair y a Bush Jr. de imbéciles para arriba. Una vena guerrillera que sacaba con frecuencia, enfrentándose a figuras tan poderosas como Margaret Thacher y Rupert Murdoch.

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Foto: Cordon.

George Michael no supo, sin embargo, articular su buen momento artístico y sentimental con un equilibrio vital que le aportara sosiego. Sus adicciones a la marihuana (en una de sus últimas entrevistas admitía haber reducido el consumo de porros de veinticinco a ocho al día) y a otras drogas más fuertes, aunque él insistiera que su consumo era esporádico, le llevaron a sufrir una detención y algunos incidentes de tráfico. La prensa británica se cebó con él. Sus problemas de salud empezaron a ser evidentes, y él mismo reconocía en aquella misma entrevista que estaba sorprendido de haber sobrevivido a sus dislates. Tenía absolutamente claro cómo quería vivir su vida (en una de sus últimas composiciones bailables, «Easy Affair», nos lo cuenta al detalle), pero no terminaba de dominar su vertiente autodestructiva.

Al final fue un 25 de diciembre, en plena celebración de las fiestas navideñas, en las que también dejó una huella imborrable en forma de canción melosa y cursi pero irresistible, cuando pasó al Olimpo de los genios que se fueron antes de tiempo, como no muchos años antes habían hecho algunos a los que aquel chico de Londres se había atrevido a mirar a los ojos con un talento que nunca terminó de ser entendido por todos.

George Michael nos deja mucho, pero también se lleva mucho que le quedaba por hacer, como decía en «White Light».

Solo el paso de los años engrandecerá una figura que ahora se percibe demasiado confusa entre su controvertida vida sexual (que varias veces quiso dejar claro que era mucho menos escandalosa de lo que se quería hacer ver, según él dentro de la comunidad gay era considerado «vainilla»), su tortuosa relación con las drogas y una cruda honestidad que, en un mundo en el que prima la impostura, descolocaba más que agradaba. En sus escasas entrevistas era capaz de contar detalles muy íntimos sobre su vida («Sé que puedo tener a cualquier hombre, pero quiero un poco de todo»), probablemente con la única intención de seguir mostrando su perfil más oscuro y deshacerse de una timidez que le condicionó durante años y por la que, en parte, usaba con tanta frecuencia gafas de sol.

Decía en estos últimos años que se sentía mucho más cómodo en el papel de héroe defectuoso, o antihéroe, que en el de Mr. Perfecto que había interpretado durante años.

La envidia desaparece cuando la gente ve tus debilidades. Yo no las veo como tales. Simplemente es cómo soy.

Así, incluso era capaz de reírse de sus adicciones abiertamente como hizo en el programa de James Corden. Qué jugosa habría sido esa autobiografía que decía dejar para más adelante debido a que todavía era un «hombre en proceso de cambio».

Yo tuve la ocasión de verle dos veces en concierto, en 2006 en la gira por sus veinticinco años de carrera, en un concierto en el que daba la sensación de querer bailar más de lo que su cuerpo ya le permitía —algo que no ocurría con su voz, que seguía esplendorosa aun habiendo pasado sus mejores años—, y en la presentación del álbum Symphonica, mucho más cómodo en el papel de crooner que ya había explorado en su disco homenaje a los grandes del soul y el pop, Songs from the Last Century (en el que se encontraba una de las mejores versiones que jamás se han hecho de «Roxanne», de The Police).

Ahora se habla de sus más de cien millones de discos vendidos, de la herencia de su inmensa fortuna, de sus continuas y abundantes contribuciones a causas caritativas, y aún hay quien se atreve a escribir que su inspiración se marchó hace tiempo. También se recuerdan sus sombras, como la evasión de impuestos (que justificó malamente argumentando que no le gustaba pagar a los conservadores) o sus conciertos privados por dos millones de euros ante personajes tan oscuros como Vladimir Putin.

Seguro que el tiempo borrará todo ese ruido para dejar despejado el reconocimiento de uno de los más grandes y talentosos artistas que ha dado la música contemporánea. Y también un ser muy humano, tanto como para reconocer con sinceridad sus defectos y debilidades, y a la vez haber sido lo suficientemente educado como para dañarse solo a sí mismo.
 
Magnifico Artículo, Euridice. Gracias por subirlo, nuestro gran George Michael merece reconocimientos como este.

Lo del novio/ex novio chungo ese me tiene asombrada, la verdad es que tiene todo una mala pinta tremenda. Si de verdad ha tenido algo que ver con su muerte, me parece tan horrible, que casi no quiero ni pensarlo...prefiero seguir honrando la memoria de GM recordando su gran música y su magnifica voz.


Y George Michael derrotó a Michael Jackson
Publicado por Manuel del Campo Castillo
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George Michael, 1985. Foto: Cordon.

En su estelar actuación ante todo el planeta durante la clausura de los Juegos Olímpicos de Londres 2012 (qué mejor londinense para representar a la multicultural capital que este británico de origen grecochipriota) George Michael interpretó una de sus últimas creaciones publicadas, «White Light». En ella, como fue haciendo desde hace años, nos contó con pelos y señales (aunque sin tacos, por aquello de la audiencia) lo que estaba pasando en su vida, que en ese momento no era otra cosa que el esquinazo que acababa de dar a la muerte, una neumonía que le tuvo durante días más allá que acá. «Sigo respirando, amigos… no hay ninguna luz blanca y no estoy acabado, estoy vivo».

También nos confesaba que aún tenía mucho que hacer con la música. Que quizá la música le había salvado. Para alguien que compuso su primera canción a los dieciséis años, su reflexión tenía todo el sentido.

Ahora, tras su inesperado fallecimiento, sabemos que estaba ya preparando un nuevo disco. Y aún más, que tenía material para casi tres álbumes sin publicar desde hacía años. Además de otros proyectos inacabados como ese prometedor Trojan Souls (que incluía un dúo con Sade, entre otros, lo que este periodista hubiera dado por ver a sus dos artistas favoritos interpretando un tema juntos…).

Sin duda ya hace años que George Michael había llegado a la conclusión de que el elemento más sólido al que podría agarrarse en su desordenada vida de adicciones, pérdidas, insatisfacciones, amores —en pareja y libres— y escándalos diversos era la música, a la que él había dado tanto desde los lejanos ochenta. Porque, aún hoy, todavía queda en mucha gente ese inmerecido poso de cantante pop de cara bonita, temas pegadizos y baladas llenapistas (aunque estas sean auténticos referentes, como «Careless Whisper»). Cuando ha sido, para empezar, una de las voces más prodigiosas de la música popular (así, a secas) del último medio siglo, con unos inconfundibles registros vocales amplios y complejos, llenos de matices, capaces de moverse de los graves al falsete con asombrosa naturalidad. Que se lo digan a los miembros de Queen, que le miraban boquiabiertos mientras ese guaperas con apenas veintinueve años interpretaba de forma tan brillante como lo hacía el mismísimo Freddy Mercury un tema tan desafiante como «Somebody to Love», precisamente en el fastuoso homenaje al gran showman en Wembley. Y, al igual que May, Taylor y Deacon, millones de personas (incluido un humilde servidor y también David Bowie y Seal, que le observaban absortos en los ensayos en una joya de documento) nos dimos cuenta ese 20 de abril de 1992 de que ese «forracarpetas» de adolescentes que ya vendía millones de discos no era solo otro producto prefabricado más de una discográfica. Era también un vocalista excepcional. Uno de los más grandes. George Michael diría después que ese concierto había sido el momento más exultante de su carrera.


Pero detrás de ese chorro de voz había mucho más. Él es el autor —letra y música— de prácticamente todos sus temas (contando los de Wham!, claro) y en todos sus discos produce, arregla todos los temas y toca la mayoría de los instrumentos. Y aún tenía tiempo de dirigir algunos de sus hipnóticos y elaborados vídeos (la recopilación de todos ellos en Twenty Five es compra obligada), que su arrebatador carisma delante de la cámara (y a veces detrás) ha convertido en míticos.

Claro que si hay algo que ha hecho George Michael a lo largo de su carrera ha sido sorprendernos. Las más de las veces, por su inmenso talento y su asombrosa capacidad de reinventarse. También por sus patinazos. Y desde hace tiempo por su brutal honestidad.

Tras conocer un enorme éxito con Wham! (su histórico concierto en China, cuyo Gobierno les eligió en vez de a Queen tras ver una foto de George Michael, sigue siendo un símbolo de aquellos años), donde George trató al bueno de Andrew Ridgeley (de quien aún tenía fotos en su casa) con una generosidad que aún hoy conmueve (los primeros planos de su amigo en los vídeos para «interpretar» unos coros que en realidad cantaba George Michael casi sonrojan), decide por fin emprender una carrera en solitario con un giro como pocas veces se ha visto en la historia del pop. Empieza con una puesta en escena embriagadora, por simple y contundente: chaqueta de cuero, vaqueros y botas, una guitarra, gafas de sol, barba recortada con cartabón y una máquina antigua de discos. Y la adereza con su extraordinario tema rockabilly-pop «Faith» y unos movimientos de cadera que habría aplaudido el mismísimo Elvis. George Michael no era aún consciente de que acababa de alcanzar la inmortalidad.

Si además sumamos que aquel disco era un cañonazo en el que cada canción era una maravilla —desde el pop más provocador de «I Want Your Sex» hasta el jazz aterciopelado de «Kissing a Fool» (que luego versionaría Michael Bublé)—, el resultado solo podía traducirse en ventas millonarias, más de veinticinco según las últimas cifras, el Grammy al disco del año y la consideración casi unánime como uno de los mejores discos pop/soul de la historia. Sin haber cumplido aún treinta años, George Michael era una de las más brillantes estrellas del firmamento musical, en una época en la que la competencia no era precisamente de saldo: Michael Jackson, Madonna, Prince… Tanto fue así que en los prestigiosos American Music Awards de 1989, George Michael se alzó con el galardón de mejor artista masculino de R&B/soul, derrotando al mismísimo Michael Jackson (para asombro de George Benson, como se puede ver cuando lee su nombre), que estaba nominado nada menos que por Bad. El bueno de Michael (Jackson) tenía motivos de sobra para sentirse amenazado, puesto que Faith, en aquel año, estaba en cifras de acercarse en ventas al hasta entonces inalcanzable Thriller.


Una vida contada en acordes

Tras el incontestable éxito de Faith empiezan los problemas. Primero, su larga cruzada contra su compañía discográfica, Sony Music, cuya gran víctima fue su segundo disco en solitario, otro sensacional trabajo si no tan comercial y brillante como Faith, sí más maduro y sofisticado (que pasó a la historia por el tema «Freedom» y el vídeo con algunas de las más famosas top models), cuya promoción se vio irremediablemente contaminada por la cruenta batalla, y su éxito fue infinitamente menor que el de su predecesor («solo» ocho millones de discos). George Michael empezaba a estar obsesionado con quitarse de encima su etiqueta de sex symbol y ser considerado como el artista total que era, reivindicando el pop como un género tan prestigioso como cualquier otro.

Después llegó su cantada salida del armario, a lo grande, como no podía ser de otra forma, simbolizado en el fabuloso tema disco «Outside», que lució aún más con esa masterpiece en forma de irreverente vídeo dedicado al policía que le tendió la trampa en unos lavabos públicos de Los Ángeles, Marcelo Rodríguez (que incluso aparece en los falsos títulos de crédito iniciales). Tras aquello, Michael admitió su homosexualidad con orgullo, en alguna ocasión hasta dejando caer —con no poca mala baba— que siempre había pensado en hombres en todas las canciones románticas que había compuesto. Algo que posteriormente él mismo matizó reconociendo que había tenido también una vida previa heterosexual (confirmada por sus exparejas, como la modelo Kathy Jeung que aparece en el vídeo de «I Want Your Sex») y que fue a los veinticuatro años cuando empezó a tener clara su orientación. Si no lo desveló antes fue por miedo a herir a su madre, con quien siempre le unió una relación muy estrecha, y por las presiones de su discográfica, en un momento en el que ser gay (especialmente si gran parte de tu público es del s*x* contrario) podría suponer un serio hándicap en una carrera artística, sobre todo en esos malditos ochenta donde los términos homosexualidad y sida aparecían de la mano en demasiados titulares.

George Michael salió fortalecido de todo aquello. Fue ese tipo de saltos de madurez que cambian definitivamente a un ser humano. En su siguiente álbum, Older, un trabajo casi tan fino como Faith —que también supuso un cambio de look igualmente impactante, que sustituyó definitivamente la exuberancia por la elegancia— nos hablaba de nuevo de su vida con la preciosa «Jesus to a Child», dedicada al que fue su primer gran amor, Anselmo Feleppa, que había muerto de sida años antes causándole una profunda depresión. Un momento anímico terrible al que se unió pocos años después la muerte de su madre, su gran soporte sentimental (experiencia también recogida, como todas las pérdidas que sufrió en esos años, en la desgarradora «You Have Been Loved»). Older supuso la luz al final de un largo y oscuro túnel que, como buen genio que se precie, no hizo sino incrementar su vena creativa. Y, ya desatado, lo mismo nos contaba su entusiasmo por el «s*x* indecente con desconocidos» (como él mismo lo denominaba) en uno de los mejores dance de los noventa, «Fastlove», como nos narraba ese proceso de maduración en el sobrio y relajante tema que da nombre al álbum.

Esa madurez artística llegó acompañada de cierta estabilidad emocional que le proporcionó su nueva pareja Kenny Goss. A su encuentro y enamoramiento debemos ese temazo llamado «Amazing», que encabezó su último álbum de estudio, Patience, un nueva y brillante mezcla de sentidas baladas, con letras cada vez más personales y elaboradas («My Mother Had a Brother» nos habla del terrible su***dio de su tío y su abuelo), temas discotequeros elegantes y sofisticados («Flawless», «Precious Box») y, cómo no, su habitual ración de irreverencia y provocación de la mano de la intencionadamente bizarra «Freek» y, por supuesto, «Shoot the Dog» donde en un vídeo subversivo ponía a Blair y a Bush Jr. de imbéciles para arriba. Una vena guerrillera que sacaba con frecuencia, enfrentándose a figuras tan poderosas como Margaret Thacher y Rupert Murdoch.

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Foto: Cordon.

George Michael no supo, sin embargo, articular su buen momento artístico y sentimental con un equilibrio vital que le aportara sosiego. Sus adicciones a la marihuana (en una de sus últimas entrevistas admitía haber reducido el consumo de porros de veinticinco a ocho al día) y a otras drogas más fuertes, aunque él insistiera que su consumo era esporádico, le llevaron a sufrir una detención y algunos incidentes de tráfico. La prensa británica se cebó con él. Sus problemas de salud empezaron a ser evidentes, y él mismo reconocía en aquella misma entrevista que estaba sorprendido de haber sobrevivido a sus dislates. Tenía absolutamente claro cómo quería vivir su vida (en una de sus últimas composiciones bailables, «Easy Affair», nos lo cuenta al detalle), pero no terminaba de dominar su vertiente autodestructiva.

Al final fue un 25 de diciembre, en plena celebración de las fiestas navideñas, en las que también dejó una huella imborrable en forma de canción melosa y cursi pero irresistible, cuando pasó al Olimpo de los genios que se fueron antes de tiempo, como no muchos años antes habían hecho algunos a los que aquel chico de Londres se había atrevido a mirar a los ojos con un talento que nunca terminó de ser entendido por todos.

George Michael nos deja mucho, pero también se lleva mucho que le quedaba por hacer, como decía en «White Light».

Solo el paso de los años engrandecerá una figura que ahora se percibe demasiado confusa entre su controvertida vida sexual (que varias veces quiso dejar claro que era mucho menos escandalosa de lo que se quería hacer ver, según él dentro de la comunidad gay era considerado «vainilla»), su tortuosa relación con las drogas y una cruda honestidad que, en un mundo en el que prima la impostura, descolocaba más que agradaba. En sus escasas entrevistas era capaz de contar detalles muy íntimos sobre su vida («Sé que puedo tener a cualquier hombre, pero quiero un poco de todo»), probablemente con la única intención de seguir mostrando su perfil más oscuro y deshacerse de una timidez que le condicionó durante años y por la que, en parte, usaba con tanta frecuencia gafas de sol.

Decía en estos últimos años que se sentía mucho más cómodo en el papel de héroe defectuoso, o antihéroe, que en el de Mr. Perfecto que había interpretado durante años.

La envidia desaparece cuando la gente ve tus debilidades. Yo no las veo como tales. Simplemente es cómo soy.

Así, incluso era capaz de reírse de sus adicciones abiertamente como hizo en el programa de James Corden. Qué jugosa habría sido esa autobiografía que decía dejar para más adelante debido a que todavía era un «hombre en proceso de cambio».

Yo tuve la ocasión de verle dos veces en concierto, en 2006 en la gira por sus veinticinco años de carrera, en un concierto en el que daba la sensación de querer bailar más de lo que su cuerpo ya le permitía —algo que no ocurría con su voz, que seguía esplendorosa aun habiendo pasado sus mejores años—, y en la presentación del álbum Symphonica, mucho más cómodo en el papel de crooner que ya había explorado en su disco homenaje a los grandes del soul y el pop, Songs from the Last Century (en el que se encontraba una de las mejores versiones que jamás se han hecho de «Roxanne», de The Police).

Ahora se habla de sus más de cien millones de discos vendidos, de la herencia de su inmensa fortuna, de sus continuas y abundantes contribuciones a causas caritativas, y aún hay quien se atreve a escribir que su inspiración se marchó hace tiempo. También se recuerdan sus sombras, como la evasión de impuestos (que justificó malamente argumentando que no le gustaba pagar a los conservadores) o sus conciertos privados por dos millones de euros ante personajes tan oscuros como Vladimir Putin.

Seguro que el tiempo borrará todo ese ruido para dejar despejado el reconocimiento de uno de los más grandes y talentosos artistas que ha dado la música contemporánea. Y también un ser muy humano, tanto como para reconocer con sinceridad sus defectos y debilidades, y a la vez haber sido lo suficientemente educado como para dañarse solo a sí mismo.
 
MUERTE GEORGE MICHAEL

Mentiras y sospechas sobre la muerte de George Michael
La policía sigue investigando la causa de su fallecimiento el día de Navidad y no permite que su cadáver sea enterrado
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George Michael y Fadi Fawaz. GTRES
MARÍA CONTRERAS
Londres 14 ENE 2017 - 00:26 CET


Tres semanas después del hallazgo de su cuerpo sin vida, las circunstancias que rodean la muerte de George Michael siguen siendo un enigma. Fallecido el día de Navidad de un paro cardíaco en su mansión de Goring-On-Thames, en Oxfordshire, en un primer momento la policía no consideró sospechosa la defunción del cantante, que tenía 53 años. Pero el resultado “no concluyente” de la autopsia ha añadido más sombras que luces a la investigación; sus responsables han ordenado un examen toxicológico cuyos resultados no se esperan hasta dentro de varias semanas. Las drogas, con las que el cantante tuvo un pasado bien documentado que nunca se molestó en negar —según confesión propia, llegó a fumar 25 cigarrillos de cannabis al día—, han pasado a formar parte de las hipótesis que se barajan para explicar su fallecimiento. La prensa inglesa se ha hecho eco de rumores que hablan de un supuesto uso de heroína por parte de Michael, pero el entorno del artista ha negado categóricamente esta adicción.

Además, para intentar reconstruir los días previos a la muerte del intérprete de Fadi Fawaz—que no se prodigaba en público—, e identificar a los últimos individuos que lo vieron con vida, la policía ha contactado con una agencia cuyos fotógrafos captaron a una serie de personas entrando y saliendo de la mansión del músico poco antes del deceso. Michael, cuyo verdadero nombre era Georgios Kyriacos Panayiotou, fue visto por última vez en Nochebuena mirando una procesión a través de la ventana de su casa. El 25 de diciembre por la mañana, el que fuera su pareja desde 2009, el peluquero Fadi Fawaz, lo encontró muerto en la cama. La policía lo interrogó durante horas en calidad de testigo, y Fawaz se apresuró a recalcar que no ha sido acusado de nada. Pero su rapidez a la hora de hablar con la prensa, los tuits en los que afirmó que el artista deseaba morir (aunque luego aseguró que su cuenta había sido hackeada y los hizo desaparecer) o sus contradicciones al explicar dónde durmió aquella noche lo han convertido en blanco para los tabloides. The Sun ha publicado declaraciones de fuentes sin identificar que apuntan que el exlíder de Wham! habría intentado romper con su pareja en varias ocasiones a lo largo de los últimos 18 meses. “Mentiras. Ya es hora de que creáis en el amor”, se ha defendido él en Twitter.


El cantante fue un filántropo muy generoso que ayudó económicamente de forma constante —y sin hacer alarde de ello— a distintas organizaciones benéficas e individuos necesitados. Su fortuna está estimada en unos 105 millones de libras (alrededor de 120 millones de euros), pero esa cifra pronto se quedará corta gracias a los royalties: según la empresa Nielsen Music, solo en Estados Unidos las ventas de sus canciones aumentaron más del 2.600% la semana después de su muerte. Su herencia es otro motivo de especulación para la prensa británica, y cabeceras como el Daily Mirror dan por hecho que sus hermanas, el propio Fawaz y sus ahijados (entre ellos, los hijos de Martin Kemp, de Spandau Ballet, o el actor James Kennedy) estarán entre los beneficiarios de su testamento.

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Docenas de ramos de flores ante la casa de George Michael. NEIL MOCKFORD GC IMAGES

Eventos

Está previsto que los restos del cantante, que estaba trabajando en un documental sobre su vida, descansen junto a su madre en el cementerio de Highgate, pero debido al estado de la investigación de momento no hay fecha confirmada para el entierro o el funeral. Entre los eventos con los que se planea celebrar su legado vital y artístico también se habla de un concierto tributo con la actuación de estrellas como su amigo Elton John, o del lanzamiento de un single con fines benéficos. Pero todo eso aún tendrá que esperar a que se esclarezca el misterio de su muerte.


http://elpais.com/elpais/2017/01/13/estilo/1484310271_637145.html
 
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