DULCES, POSTRES Y DEMÁS REPOSTERIA

CARAJITOS: EL DULCE QUE UNE A CELA, BUTRAGUEÑO Y JORDI HURTADO

Los carajitos se elaboran en una confitería de Salas (Asturias) desde hace más de 100 años. Han fascinado a un premio Nobel, imitado las partes de un futbolista y servido de prueba en un concurso televisivo.


¿Alguien más se comería toda la bandeja?


¿Alguien más se comería toda la bandeja?. FACEBOOK



CARMEN LÓPEZ 24/05/2020


Pepín Fernández montó el bar restaurante La Casa del Profesor en 1918 en Salas, un concejo también conocido como “La puerta del Occidente” de Asturias. El emprendedor no solo era el dueño del negocio, sino que también dirigía la banda de música de la localidad y aprovechaba su local, donde también tenía sus instrumentos, para dar clases de música. La gente entraba en el establecimiento para llenar el buche, participar en la tertulia, aprender melodías o todo a la vez: lo que hoy sería el garito de moda.

Llegado el momento, su hijo Rafael -más conocido como Falín- tomó las riendas del negocio y siguió los pasos de su padre. El sucesor también se hizo cargo de la banda de música, así que el nombre del bar siguió siendo fiel a la actividad del establecimiento. Pero Falín, seguramente sin intuir el éxito que se avecinaba, empezó a ofrecer unos dulces que hicieron del negocio un sitio de referencia de la gastronomía asturiana.

“Los carajitos estaban ahí en el bar para tomar con el café o como postre. No tenían un nombre en concreto, eran galletas o pastas”, explica Carmen de Aspe, quien junto a su hermana Teresa regenta ahora el negocio familiar, que ya va por la cuarta generación. “Un señor que vino de Puerto Rico -un indiano- que tomaba allí el vermú o el café después de comer, todos los días pedía ‘un carajo’ refiriéndose a aquellas pastas. De tanto decirlo se les quedó quedó el nombre de ‘carajo’ o ‘carajito’, porque son un poco pequeños. Lo del profesor es por el nombre del bar-restaurante, claro”.


Marichu, la publicista incansable
Falín intentó registrar la marca -la familia lleva en el ADN el carácter emprendedor y visionario- pero no lo consiguió porque en la época de la dictadura “carajito” era una palabra considerada obscena. No fue posible hasta 1977, cuando ya era la madre de Carmen y María la dueña del negocio familiar. Una mujer que si llega a nacer en otra época o en otras circunstancias habría sido una de las mejores publicistas del país.

Teresa Llavona Marichu, que falleció en 2019, era la sobrina de Falín y desde adolescente pasó mucho tiempo en el bar restaurante de su tío. Cuando le llegó el turno de seguir con la empresa, estaba perfectamente preparada y, además, dispuesta a que los carajitos se conociesen más allá de las fronteras de Salas y de Asturias.

En sus manos, La Casa del Profesor pasó a ser una confitería, ya sin bar ni restaurante porque el local era de alquiler y lo tuvo que dejar. Pero se llevó con ella lo más importante: la receta de los carajitos. “Ya eran más o menos conocidos por la zona, porque la carretera de Galicia pasaba justo por delante del bar restaurante. Era un sitio de parada, porque desde Oviedo hay una distancia suficiente como para querer descansar y tomar un café. Mucha gente se los llevaba de recuerdo”, sostiene Carmen.

“Cuando mi madre continuó con la confitería, aprovechaba cualquier motivo para hacer publicidad. Bien de Salas o de los carajitos. Por ejemplo, si José María García locutaba en la radio un partido que estaba arbitrando Díaz Vega, que era de aquí, mi madre le mandaba una caja de carajitos diciendo que este chico había llegado a ser árbitro porque había comido muchos carajitos y tal”, recuerda su hija. Curiosamente, Camilo José Cela fue un gran embajador de estas pastas. Los describe en su Diccionario secreto -libro en el que analiza desde la lingüistica el uso y significado de palabras malsonantes- como pasta de avellana que se elabora en El Bar del Profesor.



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Los famosos carajitos aparecen hasta en los libros. CARMEN LÓPEZ



“Cuando Camilo José Cela hace una segunda edición del libro Del Miño al Bidasoa, vuelve a Asturias y pasa por la casa antigua. Le dicen que ya no existe y le mandan a la tienda de mi madre. Daba la casualidad de que mi padre era de La Coruña y se dan cuenta de que tienen muchas cosas en común. Así entablan amistad”, rememora Carmen, que también dice que: “Cada vez que don Camilo venía con cualquier motivo a Oviedo, avisaba a mi madre. De hecho, él comió aquí en nuestra casa”.

Pero Marichu siempre iba más allá. En los ochenta consiguió que sus carajitos estuviesen presentes en La Semana de Asturias de todos los centros de El Corte Inglés en España. Y, por supuesto, en la Feria de Muestras de Asturias* que se celebra todos veranos en Gijón (aclaración para los no-astures: dicha feria es un clásico estival del Principado, un certamen en el que se puede conocer lo último en tractores, comer una parrillada o comprar productos tradicionales. Y, por supuesto, coger publicidad gratuita como bolígrafos, gorras con visera o los globos hinchables de cafés Oquendo. Van miles de personas -locales y veraneantes-, así que es un gran escaparate).

Carmen también recuerda divertida que “una vez, a Butragueño le tiraron del pantalón y se vieron sus partes". "Alguien escribió un artículo y puso que estaban confundiendo los carajitos de Butragueño con los carajitos del profesor, y mi madre hizo una réplica. Todo eso era publicidad. Ella aprovechaba cualquier excusa para que se nombraran”.

El trabajo de Marichu la hizo tan famosa como a su producto y cuando falleció, la noticia apareció en los periódicos regionales con numerosos testimonios de alabanza. Como el del vicepresidente de la Fundación Valdés-Salas, Joaquín Lorences, muy certera: “Era una mujer emprendedora, al estilo de las matriarcas del occidente de Asturias que fueron dominantes en las relaciones familiares. Supo mantener el grupo familiar unido y la empresa de los carajitos del profesor siempre en vanguardia, siempre innovando y buscando mantenerlos como una delicia del suroccidente de Asturias”.


La tradición que perdura inmutable
El secreto de la receta pasó de Falín a Marichu y de esta a Carmen y a Teresa, las que ahora se encuentran detrás del mostrador. Aparentemente, no hay misterio en su elaboración aunque nadie ha conseguido dar con la clave. Por muchos imitadores que tenga, la competencia no ha conseguido hacerlos igual.

“A ver, hay muchas recetas escritas y publicadas. Aquí ha venido la televisión y se ha visto cómo los elaboramos. Los que lo han visto y las personas que han trabajado con nosotros saben que utilizamos avellana, clara de huevo y azúcar. Pero queda ahí el secreto. En otras recetas se usan otras cosas y ya no son lo mismo. Si no usas avellana 100% y echas sustitutos en lugar de azúcar pues no te sale igual. Por ejemplo, nos preguntan muchas veces si llevan miel y no llevan, aunque en alguna receta lo ponga”, concede Carmen.

Los carajitos también pueden disfrutarse en forma de tarta, aunque no es lo más habitual, hay que encargarla. La idea surgió del padrino de un niño que no podía comer harina. “Nos preguntó si la podíamos hacer para el Día de la Bolla y empezamos por ahí. Es como un carajito en forma de tarta, vamos a decir. Ahora nos la piden para adultos y mayores”.

Aunque los reyes de la confitería son los carajitos, también elaboran más productos “como el bizcocho, otras pastas o los pasteles de hojaldre. De hecho, la receta del hojaldre también es herencia de nuestra madre y lo hacemos de manera tradicional. Muchas personas nos dicen que les hablaron muy bien de él y que vienen a probarlo, también es una especialidad. Y las pastas no son unas pastas al uso, son más grandes que las típicas de té, tipo los suspiros de mantequilla que se hacían antes. Igual no son tan famosas pero hay quien me dice que son tan ricas o más que los carajitos”.



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Una de las tartas de carajitos que elaboran en esta confitería asturiana. FACEBOOK



La cifras de ventas de carajitos varían según la época, dice Carmen. “Por ejemplo, ahora es una época baja pero a partir de Semana Santa empieza una época más alta. Para decirte una media serían 150 docenas a la semana, por ahí. A veces superamos, por supuesto”. Además de en la confitería de Salas, los carajitos también pueden comprarse en tiendas de productos artesanos, pero atención: siempre tienen que poner “carajitos del profesor” no “carajitos asturianos” o “carajitos de avellanas”. Los auténticos tienen la marca registrada.


Más longevos que Jordi Hurtado
Es posible que lo primero que se venga a la cabeza al pensar en la gastronomía asturiana sean los cachopos desmesurados, la fabada, la sidra o el queso cabrales. Pero en el programa de televisión Saber y ganar no suelen poner las cosas fáciles y en una ocasión escogieron a los carajitos para poner a prueba a sus concursantes.

Carmen lo recuerda a propósito de la aparición de su producto en los medios. “En 2013 nos llamaron del programa y yo colgué porque pensé que era una broma. Luego, cuando volvieron a llamar ya nos dijeron que sí, que eran de la productora de verdad. Nosotros vemos mucho ese programa, yo no me lo podía creer”.

Según explica, los carajitos volvieron locos a los participantes en la prueba La parte por el todo: “Te dan una serie de pistas y tienes que adivinar si es un libro, una pieza musical o algo así. Con esto dijeron que eran unas pastas y tenían que decir de qué se hacían y cuál era el nombre”.
El premio se lo llevó una chica catalana muy concienzuda. “Lo adivinó el último día. Debió de estudiar mucho porque las pistas que le dieron no eran nada fáciles. Decían lo de Camilo José Cela, pero no el título sino que era un libro extraño, por lo que era muy difícil caer en ello. Nosotras también mandamos fotos y la historia, la verdad es que a mi me hizo mucha ilusión”.


 
CARAJITOS: EL DULCE QUE UNE A CELA, BUTRAGUEÑO Y JORDI HURTADO

Los carajitos se elaboran en una confitería de Salas (Asturias) desde hace más de 100 años. Han fascinado a un premio Nobel, imitado las partes de un futbolista y servido de prueba en un concurso televisivo.


¿Alguien más se comería toda la bandeja?


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CARMEN LÓPEZ 24/05/2020

Pepín Fernández montó el bar restaurante La Casa del Profesor en 1918 en Salas, un concejo también conocido como “La puerta del Occidente” de Asturias. El emprendedor no solo era el dueño del negocio, sino que también dirigía la banda de música de la localidad y aprovechaba su local, donde también tenía sus instrumentos, para dar clases de música. La gente entraba en el establecimiento para llenar el buche, participar en la tertulia, aprender melodías o todo a la vez: lo que hoy sería el garito de moda.

Llegado el momento, su hijo Rafael -más conocido como Falín- tomó las riendas del negocio y siguió los pasos de su padre. El sucesor también se hizo cargo de la banda de música, así que el nombre del bar siguió siendo fiel a la actividad del establecimiento. Pero Falín, seguramente sin intuir el éxito que se avecinaba, empezó a ofrecer unos dulces que hicieron del negocio un sitio de referencia de la gastronomía asturiana.

“Los carajitos estaban ahí en el bar para tomar con el café o como postre. No tenían un nombre en concreto, eran galletas o pastas”, explica Carmen de Aspe, quien junto a su hermana Teresa regenta ahora el negocio familiar, que ya va por la cuarta generación. “Un señor que vino de Puerto Rico -un indiano- que tomaba allí el vermú o el café después de comer, todos los días pedía ‘un carajo’ refiriéndose a aquellas pastas. De tanto decirlo se les quedó quedó el nombre de ‘carajo’ o ‘carajito’, porque son un poco pequeños. Lo del profesor es por el nombre del bar-restaurante, claro”.


Marichu, la publicista incansable
Falín intentó registrar la marca -la familia lleva en el ADN el carácter emprendedor y visionario- pero no lo consiguió porque en la época de la dictadura “carajito” era una palabra considerada obscena. No fue posible hasta 1977, cuando ya era la madre de Carmen y María la dueña del negocio familiar. Una mujer que si llega a nacer en otra época o en otras circunstancias habría sido una de las mejores publicistas del país.

Teresa Llavona Marichu, que falleció en 2019, era la sobrina de Falín y desde adolescente pasó mucho tiempo en el bar restaurante de su tío. Cuando le llegó el turno de seguir con la empresa, estaba perfectamente preparada y, además, dispuesta a que los carajitos se conociesen más allá de las fronteras de Salas y de Asturias.

En sus manos, La Casa del Profesor pasó a ser una confitería, ya sin bar ni restaurante porque el local era de alquiler y lo tuvo que dejar. Pero se llevó con ella lo más importante: la receta de los carajitos. “Ya eran más o menos conocidos por la zona, porque la carretera de Galicia pasaba justo por delante del bar restaurante. Era un sitio de parada, porque desde Oviedo hay una distancia suficiente como para querer descansar y tomar un café. Mucha gente se los llevaba de recuerdo”, sostiene Carmen.

“Cuando mi madre continuó con la confitería, aprovechaba cualquier motivo para hacer publicidad. Bien de Salas o de los carajitos. Por ejemplo, si José María García locutaba en la radio un partido que estaba arbitrando Díaz Vega, que era de aquí, mi madre le mandaba una caja de carajitos diciendo que este chico había llegado a ser árbitro porque había comido muchos carajitos y tal”, recuerda su hija. Curiosamente, Camilo José Cela fue un gran embajador de estas pastas. Los describe en su Diccionario secreto -libro en el que analiza desde la lingüistica el uso y significado de palabras malsonantes- como pasta de avellana que se elabora en El Bar del Profesor.



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Los famosos carajitos aparecen hasta en los libros. CARMEN LÓPEZ



“Cuando Camilo José Cela hace una segunda edición del libro Del Miño al Bidasoa, vuelve a Asturias y pasa por la casa antigua. Le dicen que ya no existe y le mandan a la tienda de mi madre. Daba la casualidad de que mi padre era de La Coruña y se dan cuenta de que tienen muchas cosas en común. Así entablan amistad”, rememora Carmen, que también dice que: “Cada vez que don Camilo venía con cualquier motivo a Oviedo, avisaba a mi madre. De hecho, él comió aquí en nuestra casa”.

Pero Marichu siempre iba más allá. En los ochenta consiguió que sus carajitos estuviesen presentes en La Semana de Asturias de todos los centros de El Corte Inglés en España. Y, por supuesto, en la Feria de Muestras de Asturias* que se celebra todos veranos en Gijón (aclaración para los no-astures: dicha feria es un clásico estival del Principado, un certamen en el que se puede conocer lo último en tractores, comer una parrillada o comprar productos tradicionales. Y, por supuesto, coger publicidad gratuita como bolígrafos, gorras con visera o los globos hinchables de cafés Oquendo. Van miles de personas -locales y veraneantes-, así que es un gran escaparate).

Carmen también recuerda divertida que “una vez, a Butragueño le tiraron del pantalón y se vieron sus partes". "Alguien escribió un artículo y puso que estaban confundiendo los carajitos de Butragueño con los carajitos del profesor, y mi madre hizo una réplica. Todo eso era publicidad. Ella aprovechaba cualquier excusa para que se nombraran”.

El trabajo de Marichu la hizo tan famosa como a su producto y cuando falleció, la noticia apareció en los periódicos regionales con numerosos testimonios de alabanza. Como el del vicepresidente de la Fundación Valdés-Salas, Joaquín Lorences, muy certera: “Era una mujer emprendedora, al estilo de las matriarcas del occidente de Asturias que fueron dominantes en las relaciones familiares. Supo mantener el grupo familiar unido y la empresa de los carajitos del profesor siempre en vanguardia, siempre innovando y buscando mantenerlos como una delicia del suroccidente de Asturias”.


La tradición que perdura inmutable
El secreto de la receta pasó de Falín a Marichu y de esta a Carmen y a Teresa, las que ahora se encuentran detrás del mostrador. Aparentemente, no hay misterio en su elaboración aunque nadie ha conseguido dar con la clave. Por muchos imitadores que tenga, la competencia no ha conseguido hacerlos igual.

“A ver, hay muchas recetas escritas y publicadas. Aquí ha venido la televisión y se ha visto cómo los elaboramos. Los que lo han visto y las personas que han trabajado con nosotros saben que utilizamos avellana, clara de huevo y azúcar. Pero queda ahí el secreto. En otras recetas se usan otras cosas y ya no son lo mismo. Si no usas avellana 100% y echas sustitutos en lugar de azúcar pues no te sale igual. Por ejemplo, nos preguntan muchas veces si llevan miel y no llevan, aunque en alguna receta lo ponga”, concede Carmen.

Los carajitos también pueden disfrutarse en forma de tarta, aunque no es lo más habitual, hay que encargarla. La idea surgió del padrino de un niño que no podía comer harina. “Nos preguntó si la podíamos hacer para el Día de la Bolla y empezamos por ahí. Es como un carajito en forma de tarta, vamos a decir. Ahora nos la piden para adultos y mayores”.

Aunque los reyes de la confitería son los carajitos, también elaboran más productos “como el bizcocho, otras pastas o los pasteles de hojaldre. De hecho, la receta del hojaldre también es herencia de nuestra madre y lo hacemos de manera tradicional. Muchas personas nos dicen que les hablaron muy bien de él y que vienen a probarlo, también es una especialidad. Y las pastas no son unas pastas al uso, son más grandes que las típicas de té, tipo los suspiros de mantequilla que se hacían antes. Igual no son tan famosas pero hay quien me dice que son tan ricas o más que los carajitos”.



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Una de las tartas de carajitos que elaboran en esta confitería asturiana. FACEBOOK



La cifras de ventas de carajitos varían según la época, dice Carmen. “Por ejemplo, ahora es una época baja pero a partir de Semana Santa empieza una época más alta. Para decirte una media serían 150 docenas a la semana, por ahí. A veces superamos, por supuesto”. Además de en la confitería de Salas, los carajitos también pueden comprarse en tiendas de productos artesanos, pero atención: siempre tienen que poner “carajitos del profesor” no “carajitos asturianos” o “carajitos de avellanas”. Los auténticos tienen la marca registrada.


Más longevos que Jordi Hurtado
Es posible que lo primero que se venga a la cabeza al pensar en la gastronomía asturiana sean los cachopos desmesurados, la fabada, la sidra o el queso cabrales. Pero en el programa de televisión Saber y ganar no suelen poner las cosas fáciles y en una ocasión escogieron a los carajitos para poner a prueba a sus concursantes.

Carmen lo recuerda a propósito de la aparición de su producto en los medios. “En 2013 nos llamaron del programa y yo colgué porque pensé que era una broma. Luego, cuando volvieron a llamar ya nos dijeron que sí, que eran de la productora de verdad. Nosotros vemos mucho ese programa, yo no me lo podía creer”.

Según explica, los carajitos volvieron locos a los participantes en la prueba La parte por el todo: “Te dan una serie de pistas y tienes que adivinar si es un libro, una pieza musical o algo así. Con esto dijeron que eran unas pastas y tenían que decir de qué se hacían y cuál era el nombre”.
El premio se lo llevó una chica catalana muy concienzuda. “Lo adivinó el último día. Debió de estudiar mucho porque las pistas que le dieron no eran nada fáciles. Decían lo de Camilo José Cela, pero no el título sino que era un libro extraño, por lo que era muy difícil caer en ello. Nosotras también mandamos fotos y la historia, la verdad es que a mi me hizo mucha ilusión”.


Viendo los carajitos, me he acordado de los carquiñolis (o carquiñoles) que me trajeron una vez de Menorca y no he vuelto a encontrar. Llevo buscando una receta que se les parezca, pero ninguna de las que he probado (he hecho las de gallina blanca, directo al paladar, y un par de lepetitchef) se me han parecido a los que me trajeron.
Alguien que tenga una infalible?
 
GALLETAS DE AVENA DE CHOCOLATE Y OTRAS DE CANELA

Este tipo de galletas de avena se popularizó en la Escocia del siglo XIX, puesto que este país era gran consumidor de avena. De hecho, hay otras recetas basadas en este ingrediente que provienen del mismo lugar, como las tortas de avena escocesas, el porridge o gachas de avena, entre otras.

¿Sabéis lo mejor, de los mejor? Que se hacen muy rápido y con ingredientes que tenemos en nuestra cocina. Aquí os dejo ingredientes:

Galletas de avena - Blog para mujeres: Aguacate, nena

Toma nota de los ingredientes para hacer 12 galletas:
  • 100 gramos de harina de avena (copos de avena triturado).
  • 50 gramos de copos de avena.
  • 1 plátano grande maduro.
  • 1 cucharada de miel.
  • ½ cucharadita de sal.
  • ½ cucharadita de polvo de hornear.
  • 1 huevo.
  • 3 onzas de chocolate negro 85% de cacao.
  • Para saborizar:
    • 1 cucharadita de cacao en polvo desgrasado.
    • ½ cucharadita de canela.
¿Cómo prepararla?
 
Pastel de Cierva: una original receta murciana con Thermomix que vale la pena probar


Pastel Cierva - Las Maria Cocinillas




Llevaba tiempo queriendo preparar esta receta murciana de pastel de Cierva con Thermomix, pero cada vez que la leía me echaba hacia atrás porque no sabía si nos iba a gustar la mezcla de dulce y salado. Aprovechando una comida familiar la hice y confieso que nos gustó a todos, aunque confieso que es un pastel peculiar y puede que no agrade a todos.

Su origen se remonta al siglo XIX. La leyenda dice que la receta se la dio un cocinero ruso a un pastelero de la localidad de Santiago de la Ribera, que lo preparó en una comida a la que asistía el político murciano Juan de la Cierva Peñafiel, al que le gustó tanto este pastel que se bautizó este con su nombre. Os animo a probarlo, no os dejará indiferentes.



Para 8 personas

  • Azúcar (para la masa)250 g
  • Piel de limón , solo la parte blanca (para la masa)1
  • Manteca de cerdo (para la masa)200 g
  • Vino dulce (para la masa)50 g
  • Sal 1 cucharadita (para la masa)
  • Bicarbonato sódico 1 cucharadita (para la masa)
  • Huevos (para la masa)3
  • Harina de repostería (para la masa)400 g
  • Huevos hervidos duros (para el relleno)3
  • Carne de pollo cocida (para el relleno)600 g
  • Piñones (para el relleno)30 g
  • Vino dulce (para el relleno)50 g
  • Caldo de ave (para el relleno)150 ml

Dificultad: Fácil
  • Tiempo total1 h 5 m
  • Elaboración30 m
  • Cocción35 m

Ponemos en el vaso de la Thermomix el azúcar y la piel de limón y pulverizamos 15 seg/vel 10. Incorporamos la manteca, el vino, la sal, el bicarbonato, 2 huevos (guardamos el tercero para pincelar) y la mitad de la harina. Amasamos 15 seg/vel 6. Agregamos el resto de la harina y amasamos 30 seg/vel 6.
Retiramos la masa del vaso y la reservamos cubierta en papel film en la nevera. Precalentamos el horno a 200ºC. Dividimos la masa en dos, una ligeramente más grande que la otra. Con la más grande cubrimos el fondo y parte de las paredes del molde, previamente engrasado. La otra parte la guardamos envuelta en papel film, para que no se reseque.

Sin lavar el vaso, troceamos los huevos duros 2 seg/vel 4 y los reservamos. Sin lavar el vaso, rallamos el pollo hervido 6 seg/giro a la derecha/vel 4. Retiramos del vaso y vertemos sobre la masa. Sobre el pollo repartimos el huevo picado y los piñones. Regamos con el caldo y con el vino.

Extendemos la masa reservada y cubrimos con ella el relleno, sellamos los bordes, pintamos con el otro huevo batido y pinchamos con un tenedor. Horneamos 10 minutos a 200ºC y unos 25 a 180º. Debemos cuidar que la masa quede dorada, por eso el tiempo depende un poco de cada horno.


Os aconsejo dejar enfriar esta receta murciana de pastel de Cierva antes de servirla, de este modo no se deshará cuando la cortéis. Lo acompañé con una ensalada verde, pero con patatas fritas creo que también puede quedar estupendo. Si os sobra algún trozo podéis congelarlo para otra ocasión.
 
Rollicos de naranja al horno: receta con sabor a infancia



Rollicos de naranja al horno: receta con sabor a infancia



Espero que me perdonéis el toque murciano en el nombre de estos rollicos de naranja al horno, un dulce que siempre me devuelve a la infancia. Los recuerdo desde que tengo uso de razón y nunca fueron rollos, siempre los llamábamos con el cariñoso diminutivo. Similares a las rosquillas por su forma y tamaño, estos dulces se hacen al horno y llevan todo el delicioso aroma de la naranja.

Aprovechemos que estamos en la recta final de la temporada de cítricos para terminar de degustar lo mejor de las naranjas, una de mis frutas favoritas. No hay nada comparado a usar el zumo recién exprimido o la ralladura de su piel para dar sabor a recetas saladas y dulces, y yo tengo debilidad por ellas. Mi madre siempre compraba los rollicos al panadero del barrio pero desde que aprendí la receta soy yo ahora quien los hornea con frecuencia.



Para 55 unidades

  • Huevo L2
  • Azúcar 110 g
  • Ralladura de naranja media unidad
  • Zumo de naranja 100 ml
  • Aceite de oliva virgen extra 80 ml
  • Gasificante de repostería (sobre blanco y sobre azul)1
  • Sal 2 g
  • Levadura química (una cucharadita)4 g
  • Harina de repostería 480 g
  • Huevo para pintar1
  • Azúcar para decorar

Dificultad: Media

  • Tiempo total55 m
  • Elaboración40 m
  • Cocción15 m
Precalentar el horno a 180ºC y preparar un par de bandejas. Disponer los huevos en un recipiente grande, añadir el azúcar y batir muy bien, usando batidora de varillas. Echar el zumo de naranja, la ralladura y el aceite y batir un poco más. Incorporar a continuación la gaseosa, la sal, la levadura química y la harina, y trabajar el conjunto.

Lo mejor es echar la harina poco a poco, batiendo cada vez al mismo tiempo, y terminar añadiendo harina mientras se amasa con una gran cuchara. Finalmente amasar a mano sobre una superficie limpia hasta obtener una masa suave, maleable y ligeramente húmeda, pero no muy pegajosa. Ajustar la harina si fuera necesario a la hora de formar los rollicos.

Coger porciones del tamaño de una nuez, amasar cilindros y formar rollitos uniendo los extremos, presionando con suavidad. Al crecer en el horno se hará más pequeño el agujero. Colocar un poco separados en las bandejas, pintar con el huevo batido y añadir azúcar al gusto. Hornear durante unos 12-5 minutos, vigilando bien hasta que estén dorados, ya que depende de cada horno y del tamaño. Dejar enfriar sobre una rejilla.



Rollicos de naranja al horno




Los rollicos de naranja al horno aguantan muy bien en una caja hermética durante varios días. Son crujientes pero no muy duros, perfectos para acompañar el café, un té, un vaso de leche o una taza de chocolate. Eso ya depende de lo golosos que seamos.


 
Receta de tortada murciana. 1001 Sabores Región de Murcia

Aprende a cocinar uno de los postres típicos de la Región de Murcia: la tortada murciana. Si eres un apasionado del dulce y del merengue, este es tu postre por excelencia. Para su elaboración necesitarás agua, azúcar, harina, huevos, leche, vainilla y maicena.




 
MAGDALENAS CASERAS ESPONJOSAS
No son muffins. No son cupcakes. No llevan chocolate, ni relleno, ni coberturas. Son las magdalenas de toda la vida, en su versión más mullida y esponjosa.


MIKEL LÓPEZ ITURRIAGA 29/05/2020










Ahora que la modita de los cupcakes está de capa caída pero los muffins industriales siguen reinando en panaderías y cafeterías, volvemos a la carga con la enésima reivindicación de la magdalena. De la clásica, la de siempre, la de la infancia... si es que tu infancia fue hace un par de siglos, como es mi caso.

La magdalena old school es una pieza de bollería relativamente sencilla tanto en ingredientes como en ejecución. Lo que no es tan fácil es que te salgan esponjosas y disfrutables en ausencia de leche / café / lo que sea para mojarlas. Poseído por un antojazo magdalenil en pleno confinamiento, probé varias recetas y ninguna me satisfizo del todo en este aspecto: quedaban "buenas de sabor"... pero un tanto securrias. Por eso acudí a mi oráculo repostero, mi cuñada May, que me recomendó las del blog Comiendo con Reyes con la promesa de que quedaban perfectas. Las hice y comprobé que tenía razón: eran las deliciosas magdalenas mulliditas que había estado buscando.

Por lo que cuenta Reyes Risueño -podéis seguirla en su cuenta de Instagram-, estas magdalenas se vendían en la heladería Guay del barrio de La Albufereta de Alicante. La dueña, Mª Teresa, las preparaba siguiendo una receta de su madre, Carmen, y las servía con horchata, una mezcla que por supuesto he probado y es un SÍ. La fórmula llego a manos de Reyes a través de su amiga Concha Papí, sobrina de Mª Teresa.

Mi versión adapta las magdalenas a mi gusto personal cambiando pequeñísimos detalles: aparte de toquetear alguna tontería de la preparación, he bajado un poco la cantidad de azúcar, subido mínimamente la de leche y aceite, quitado la canela y el limón -lo siento, aquí prefiero que no estén- y añadido vainilla, vicios en los que podéis no caer acudiendo a la maravillosa receta original. Todo está muy bien explicado en el vídeo de arriba, pero si sois de texto-texto-texto-texto, también la tenéis escrita aquí abajo.


Ingredientes

Para unas 12 magdalenas
  • 2 huevos tamaño L
  • 80 g de aceite de girasol
  • 100 ml de leche entera
  • 150 g de azúcar
  • 170 g de harina
  • 2 sobres de gaseosa (uno blanco y uno de color)
  • 1 vaina de vainilla (opcional)

Preparación
  1. Calentar el horno a 220 grados, arriba y abajo sin ventilador.
  2. En una jarra o bol grande, batir los huevos con el azúcar y, si se quiere, las semillas de la vaina de vainilla.
  3. Añadir el sobre de gaseosa de color y batir. Sumar la leche y el aceite y seguir batiendo hasta que todo esté bien mezclado.
  4. Incorporar la harina tamizada con un colador y mezclar con una espátula o cuchara lo justo para que quede una masa homogénea.
  5. Disolver el sobre blanco en un poco de agua, añadirlo a la masa y mezclar con suavidad.
  6. Repartir la masa en los moldes sin llenarlos del todo (unas ¾ partes). Espolvorear con azúcar si se quiere.
  7. Introducir en el horno, bajar la temperatura a 200 grados y hornear unos 10 minutos o hasta que hayan subido y estén doradas. Dejar enfriar sobre una rejilla.

 
Con 1 HUEVO y 10 MINUTOS GALLETAS DELICIOSAS con solo TRES INGREDIENTES ?? (SIN GLUTEN y SIN HARINA)

Ingredientes:

Opción A:
- 100 gr de coco rallado (1 taza).
- 50 gr de azúcar (1/4 de taza).
- 1 huevo L.

L. Opción B:
- 100 gr de almendra molida (1 taza).
- 50 gr de azúcar (1/4 de taza)
- 1 huevo L.


 
TARTA DE GALLETAS, QUESO BATIDO Y FRUTA


Tarta de galletas, queso batido y fruta



La tarta de galletas lo tiene todo: buena, bonita, barata, se hace en un pispás y encima sin horno. Más allá de la mítica versión con chocolate existe un mundo de posibilidades con queso, nata y fruta de temporada.




Ya quedamos en su día en que la tarta de galletas y chocolate debería ser patrimonio de la humanidad, pero a veces se nos olvida que la arquitectura repostera con galletas y crema puede ir más allá. Más allá en sabores y combinaciones, porque en dificultad es complicado quedarse más corto que la receta de hoy. Por no tener, no tiene ni galletas untadas en líquido, operación que hace tambalear a veces los cimientos de la clásica construcción galletil.

Sí que respeta las normas sagradas de la cooperación familiar, permitiendo hacer una tarta en escasos diez minutos si uno coloca las galletas, otro trocea la fruta y el último, el más afortunado, bate la crema metiendo de vez en cuando el dedo. Lo bueno es que además podéis adecuar la receta a vuestro gusto o a lo que tengáis en la despensa, porque admite casi cualquier tipo de fruta blanda y jugosa: la que he hecho yo tiene melocotón y mango, pero podría llevar ciruela, nectarina, piña, plátano, kiwi, fresas o frutos rojos.

Cualquier fruta madura que tenga el suficiente líquido como para —en feliz connivencia con la crema de queso— humedecer las galletas y conseguir una tarta de textura suave. ¿Que prefieres hacer una confitura o compota con otro tipo de fruta? También valdría. ¿Que tienes por ahí una muy buena mermelada y la quieres aprovechar? La acepta igualmente.

La crema es una mezcla de queso cremoso -idealmente mascarpone comprado o casero, pero admite cualquiera- y nata que con el reposo en frío adquirirá una consistencia firme similar a la del tiramisú. También queda bien añadiendo parte de yogur y chocolate blanco derretido o leche condensada para los más golosos (pero entonces aumenta la cantidad de azúcar, claro). En cuanto a las galletas, mejor que sean rectangulares para facilitar el montaje de las capas, y de tipo maría hojaldrada: así tardarán menos en ablandarse a pesar de no haberlas mojado en ningún líquido.
Un poco de canela, vainilla, cacao puro en polvo o un chorrito de licor te servirán para cambiar completamente el sabor de la crema y conseguir un postre nuevo. Prueba a combinar jengibre en polvo con compota de manzana, vainilla y coco rallado con piña o chocolate con plátano y disfruta durante todo el verano de este magnífico jetapostre galletil sin sudar una sola gota delante del horno.


Dificultad
Si sabes juntar dos Legos sabrás hacerla.

Ingredientes
Para 8 personas
  • Unos 175 g de galletas rectangulares
  • 400 g de queso mascarpone o en crema
  • 200 ml de nata para montar, fría
  • 30 g de azúcar
  • La ralladura de medio limón (también se puede usar naranja u otros aromatizantes como vainilla, licores o especias)
  • 400 g de fruta (por ejemplo, melocotón, mango, plátano, piña, frutos rojos, kiwi, papaya, ciruela…)

Preparación
  1. Escoger una fuente, táper o molde rectangular de bordes altos, con espacio para poner una capa de unas 8 galletas.
  2. Cortar papel de horno adecuado al tamaño del fondo del molde, dejando tiras largas a los lados para poder sacar la tarta con facilidad tirando de ellas.
  3. Para hacer la crema: frotar el azúcar y la ralladura de limón con las puntas de los dedos hasta que desprenda su color y aroma. Añadir el queso, batir con unas varillas eléctricas hasta conseguir una mezcla cremosa y agregar después la nata líquida bien fría. Batir de nuevo un par de minutos hasta que la crema sea consistente.
  4. Pelar y cortar la fruta haciendo láminas finas o dados pequeños.
  5. Colocar en el molde una capa de galletas, cubrir con un tercio de la crema y encima, la mitad de la fruta.
  6. Volver a poner otra capa de galletas y proceder del mimo modo hasta tener tres capas de galletas, dos de crema y dos de fruta. Cubrir completamente con el tercio de crema restante y tapar el molde con film plástico.
  7. Refrigerar en la nevera entre 12 y 24 horas, tiempo necesario para que las galletas se humedezcan.
  8. Sacar la tarta de la nevera, destapar y cubrir con un poco de fruta, frutos secos o cacao en polvo.

 
PIÑA RELLENA


Piña rellena



La piña rellena es viejuna, sí. Y qué: eso no hace que pierda ni un ápice de molonidad y ricura. Rindamos un homenaje al postre exótico (y ochentero) por antonomasia con una versión fácil y sabrosa.








Si tenéis más de veinticinco primaveras sabéis perfectamente que esta lista es más ochentera que el primo de Zumosol. Y también os acordáis de la piña rellena que hacía la tía Maripuri por Nochevieja. Sí, ésa. Con su macedonia de frutas surtidas y su generoso chorro de Calisay para asegurar el achispamiento familiar.

La piña era exótica, la estrella del trío de ases 'Lujo caribeño' junto a don Palmito y mesiéAguacate, el no va más de los bufés fríos y las bandejas de aperitivos. Después de décadas de precios desorbitados, en los años 70 la piña importada empezó a abaratarse y se convirtió en un icono de la cocina creativa de aquellos tiempos. Vale que ahora vemos fotos de las recetas y nos da la risa, pero sin aquellas locuras culinarias que ahora llamamos viejunas hoy no tendríamos desestructuraciones ni fusión ni porras gastronómicas en vinagre.

La piña fue la esferificación, la reducción de Módena de su época, aquello sin lo que un plato no era redondo del todo. Servía de comodín exótico con carne, pescado, dulce o salado, daba igual porque lo importante es que ella estaba allí para animar el cotarro. Ya fuera en vertical u horizontal la piña hacía a la vez de contenedor y contenido, rizando el rizo de la moda actual de servirte la comida en superficies inverosímiles como pizarras y tablas de madera. Ay.

Lo habitual en las mesas familiares de los 80 era usar la piña como meta-recipiente de la macedonia, también llamada “ensalada de frutas” que quedaba como más fino. Para ocasiones de tiros largos como visitas del jefe, Navidades y otras fiestas de guardar se tiraba de la mística combinación piña/marisco, pariente cercana del cóctel de gambas. La unión de piña con helado, ya fuera en versión fresca o en almíbar, dio pie a glorias eternas como el Frigurón (aunque fuese azul, como el Sugus de piña) y el pijama con nata y muchas bengalas.

Lo importante a la hora de hacer una versión actual de la piña rellena es no dejarse llevar por su barroquismo intrínseco. Con una buena fruta madura y cuatro cosas más podemos montar un plato vistoso, sabroso y pinturero, en esa línea de jetapostres a los que somos aquí tan aficionados.

SI queréis servirla como mandan los cánones y en su propia cáscara, pensad que necesitaréis media piña pequeña para cada comensal o una piña enorme en el centro de la mesa. Si por el contrario pasáis completamente de cortarla, vaciarla y así evitar una posible mutilación dactilar en el proceso, podéis hacer la misma receta con rodajas o trozos largos de piña para servir en platos. Si os posee vuestra Elena Santonja interior y os parece que esta piña es demasiado minimalista, recordad que le van especialmente bien las fresas, la naranja, el anís estrellado y la canela. Bienvenidos sean todos ellos.

La crema está hecha con yogur natural y coco rallado, en plan light aprobado por Eva Nasarre, pero si sois más cochiqueros se puede optar por crème fraîche, nata montada (cuidado que a veces junto a la piña se corta) o por montar la parte espesa que queda en la lata de leche de coco después de un día en la nevera. Demasié pal body.


Dificultad

Es guay del Paraguay.


Ingredientes

Para 2 personas zamponas

  • 1 piña de kilo y medio
  • 2 cucharadas de azúcar moreno
  • Una pizca de sal
  • El zumo de 1 naranja
  • 2 cucharadas de ron (opcional)
  • 1 cucharadita de canela en polvo
  • 2 yogures naturales
  • 5 cucharadas colmadas de coco rallado seco
  • 1 puñado de pistachos pelados

Preparación

  1. Acostar la piña sobre una superficie lisa que no resbale y cortar longitudinalmente con un cuchillo grande del medio hacia abajo, y después en el otro sentido hacia las hojas.
  2. Separar las dos mitades de la piña y recortar con un cuchillo pequeño la parte central más leñosa. Marcar una rejilla con la punta del cuchillo sobre la pulpa e ir sacando cuadrados de piña. Alternativamente se puede hacer con un sacabolas.
  3. Cuando ambas mitades estén vacías, mezclar los trozos de piña con el azúcar y un poco de sal. Revolver bien y tostar en una sartén a fuego medio hasta que la fruta se caramelice. Reservar.
  4. La pulpa menuda sobrante y el líquido que haya salido de la piña se cuelan junto al zumo de naranja, el licor y la canela. Calentar en la misma sartén hasta que se reduzca y obtengamos un almíbar oscuro y ligeramente espeso.
  5. Batir el yogur con el coco y opcionalmente algo de azúcar para endulzar.
  6. Repartir los trozos caramelizados de piña en las mitades de ésta, alternando con el yogur de coco.
  7. Terminar con los pistachos pelados y regar con el almíbar aún caliente.


TRUCO DEL ALMENDRUCO

Si queréis que los pistachos queden bonitos y bien verdes, quitadles la cáscara y tenedlos a remojo previamente entre 4 y 8 horas. Así se les quitará la posible sal añadida y será muy fácil quitar la piel fina que los envuelve.


 
TARTA SUECA de MANZANA? | Tarta casera fácil y rápida


Tarta de manzana fácil y rápida. Hay muchas recetas de tarta de manzana, aunque ninguna como esta: Una tarta muy jugosa y sabrosa que pide a gritos: "cómeme, cómeme". Aprende en este vídeo todos los trucos para prepararla, paso a paso. Disfrutaras comiéndola.


?--INGREDIENTES-- ?

para 6 -8 porciones ?
(un molde redondo para bizcocho de 22 -23 cm):
? 3-4 manzanas reineta o golden
? 3 huevos (a temperatura ambiente)
?150 g de mantequilla
?150 g de azúcar
? 250 g de harina de repostería
?1 sobre de levadura en polvo (16 g) o 1 cucharadita
? La ralladura de medio limón



 
LINGOTE DE CHOCOLATE FUNDENTE CON COULIS DE FRUTOS ROJOS



Solo para muy chocolateros



Un postre denso e intenso solo apto para muy chocolateros, que se refresca gracias a un coulis de frutos rojos. Para cortarlo bien cuando el ambiente es cálido, el único truco es dejarlo reposar en la nevera.




CLARA PÉREZ VILLALÓN


Estoy convencida que hace 2000 años, cuando los mayas ya preparaban sus bebidas a partir de grano de cacao asado y molido, no lo hacían simplemente por los fines curativos que decían que tenía sino porque esa irrefrenable pasión por el chocolate ya les había azotado. Yo soy chocoadicta desde pequeña, lo confesé hace poco por miedo de que salieran a la luz fotos mías con los morros llenos de la salsa de profiteroles que tanto me gustaba.

Los postres de chocolate son, como comprenderéis, mi perdición; y cuanto más intensos y potentes mejor. No soy muy amiga ni del chocolate blanco ni del que lleva leche: yo directamente no les llamaría chocolate, ¿por qué no les cambiamos el nombre? Mientras lo valoramos, encended el horno ahora que el verano parece que nos deja y probad este fundente de chocolate negro sedoso y delicioso (sobretodo si empleáis un buen cacao y un buen chocolate, claves en esta receta).

Uno de los secretos para preparar esta especie de primo del brownie es no batir en exceso sus elementos una vez incorporemos la harina y el cacao en polvo, para así no añadir aire a la mezcla y conseguir la textura cremosa que deseamos. Como es muy potente, comer un lingote de este postre puede ser muy intenso, así que me gusta rebajarlo con un coulis de frutos rojos que aporte un toque de acidez y frescor, aunque en alguna ocasión también le he puesto alrededor simplemente un chorrito de nata líquida.

Es importantísimo que lo dejéis reposar una vez horneado. Saldrá muy meloso del horno y es necesario dejarlo enfriar bien -incluso un poco en la nevera- para que podáis cortarlo sin problemas y servirlo como veis en la foto. Como cada vez que encendemos este electrodoméstico, lo repito: cada horno es un mundo. Vosotros igual necesitáis un poco más de tiempo, o puede ser que un poco menos, pasadas ¾ partes del tiempo de cocción deberíais vigilarlo de cerca para poder ajustarlo.


Dificultad
Hay que menearlo poco y cortarlo con cuidado.


Ingredientes
Para el lingote (unas 8 raciones)
  • 230 g de mantequilla
  • 300 g de chocolate negro al 70%
  • 120 g de azúcar blanco
  • 150 g de azúcar moreno
  • 3 huevos
  • 1 yema
  • 75 g de cacao en polvo
  • 90 g de harina
  • 1 cucharadita de sal
Para el coulis de frutos rojos
  • 200 g de frutos del bosque (yo suelo usar arándanos y frambuesas)
  • 30 ml de agua
  • 15 ml de zumo de limón
  • 50 g de azúcar
Para decorar
  • Un poco de azúcar glas
Preparación
  1. Para el coulis, lavar bien los frutos rojos. Y ponerlos en un cazo con el resto de los ingredientes, a fuego medio. Dejarlo hasta que las frutas estén blandas y tengan la consistencia deseada. Se puede triturar primero y colar, o dejar con los frutos dentro (a mí me gusta más así).
  2. Cubrir un molde de aproximadamente 18x18 cm con papel de hornear untado en mantequilla y encender el horno a 180ºC.
  3. Derretir por un lado la mantequilla con el chocolate, y por el otro mezclar los huevos con el azúcar. Mezclar ambos e incorporar la harina y el cacao: no hace falta batir mucho para mezclarlo.
  4. Volcar la mezcla en el molde. Llevar al horno durante 32 minutos a 180ºC. Dejar enfriar sobre una rejilla con el papel de horno por lo menos cuatro horas, y si el ambiente es caluroso llevar a la nevera un buen rato más antes de cortar.
  5. Cortar con cuidado porque estará muy tierno. Servir la porción de tamaño “lingote" en el plato y espolvorear con un poco de azúcar glas acompañando con el coulis de frutos rojos.

 
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