Con cuchara. Sopas y Potajes.

SOPA FRÍA DE MELOCOTÓN, ALBARICOQUE Y QUESO DE CABRA


Sopa fría de melocotón, albaricoque y queso de cabra


Inauguramos la temporada 2016 de sopas frías potenciando la frescura de melocotones y albaricoques con un sutil toque de queso de cabra. Hemos mangado la receta a 'Food&Wine', así que no hay fallo posible.




Ingredientes

Para 4 personas

  • 3 melocotones
  • 12 albaricoques
  • Un pepino pequeño
  • ½ pimiento rojo
  • 2 cucharadas de miel
  • 100 g de rulo de cabra
  • 50 ml de vinagre de manzana (ajustar al gusto)
  • Aceite de oliva virgen extra
  • Un diente de ajo grande
  • Dos rebanadas de buen pan de hogaza
  • Cebollino o perejil
  • Sal
  • Pimienta

Preparación

  1. Pelar y cortar los melocotones en dados. Deshuesar los albaricoques y cortarlos en cuartos. Pelar y despepitar ⅔ del pepino y hacer dados con ⅔ del pimiento (reservar el resto para decorar).
  2. Poner en un bol o tartera la fruta y las hortalizas en dados con el vinagre, la miel, un poco de sal, pimienta, dos cucharadas de aceite, el ajo partido por la mitad y la mitad del queso de cabra. Mezclar bien, tapar y dejar reposar toda la noche en la nevera.
  3. Descartar el ajo y triturar la marinada con ¾ de taza de agua (o más, si queda demasiado espesa), corrigiendo de sal, pimienta y acidez. Enfriar una hora más para que se mezclen bien los sabores.
  4. Poco antes de servir la sopa, cortar el pan en dados y dorar en una sartén con un chorrito de aceite de oliva (poco, no tiene que estar frito). Enfriar sobre un papel de cocina.
  5. Servir la sopa con los tostones de pan, unas láminas finas de pepino y pimiento, un poco de cebollino (o perejil picado), un poco de queso de cabra desmigado, aceite, pimienta.

 
Sopa de pepino fría. RECETA FÁCIL COCINA ??


INGREDIENTES

2 pepinos
2 cebollas
1 yogur natural
250 gr de patatas
1 litro y medio de agua
100 gr de puerro( la parte blanca)
Sal,
pimentón dulce
y eneldo


 
CREMA FRIA DE CALABACIN


INGREDIENTES:
-1 Calabacin
-Media cebolla pequeña
-1 patata mediana
-Aceite -
Sal
-Agua c/n (cantidada necesaria hasta cubrir o segun espesor)


PARA ACOMPAÑAR:

-Unos picatostes, (trocitos de pan frito)


 
'GAZPABLANCO' (SOPA FRÍA DE TOMATE Y ALMENDRA)

'Gazpablanco' (sopa fría de tomate y almendra)




MIKEL LÓPEZ ITURRIAGA


Queda inaugurada oficialmente la temporada de sopas frías. Sí amigos, ha llegado el calorazo que nos asfixia cada año a todos los que tenemos la desgracia de no vivir en la España cantábrica, y toca echarse al coleto todos los líquidos posibles. Mi primera propuesta del verano es tirando a clasicona, pero bastante efectiva: una sopa del rey de los hidratantes, también conocido como tomate, y el fruto seco que mejor funciona en esta clase de preparados, la almendra.

Os preguntaréis: ¿pero qué invento es esto? ¿Un megamix del gazpacho y el ajoblanco? Pues un poco sí. Así que he decidido llamarlo gazpablanco, primero porque me gusta el nombre, y segundo porque me encanta soliviantar a los puristas de las sopas frías por excelencia. Lo siento, es una debilidad personal. No hay nada que me ponga más que un comentario indignado que diga: "¡¡¡Eso no es gazpacho ni es nada!!!".

Como casi todo lo que sale en este blog, el gazpablanco tiene menos ciencia que un bocata. Basta con dar con unos buenos tomates de pera maduros y una almendra decente, española si es que llega el presupuesto. Un aceite de oliva virgen extra no demasiado potente también marcará la diferencia. Y si te da un subidón de libertad creativa, le puedes poner un poco de tomate seco para intensificar el sabor.

Dificultad

Para lobotomizados.

Ingredientes
Para 4-6 personas
  • 700 gr. de tomate de pera muy maduro
  • 200 gr. de almendras crudas
  • 4 tomates secos (opcional)
  • 1 rebanada mediana de pan seco de hogaza
  • 1 diente de ajo
  • 200 ml. de aceite
  • 75 ml. de vinagre de Jerez
  • Sal

Preparación
1. Cortar el tomate en trozos grandes desechando la parte dura del tronco.
2. Pelar y cortar el diente de ajo en dos partes para extraer y desechar el brote.
3. Quitar la corteza del pan con un cuchillo y desecharla. Mojar la miga en el vinagre.
4. Poner todos los ingredientes en una batidora americana o en la Thermomix (si no se tiene, usar un bol y la batidora convencional). Añadir medio litro de agua helada, salar y triturar unos 5 minutos hasta que la consistencia sea cremosa.
5. Corregir de sal, vinagre y agua al gusto, y dejar reposar en la nevera un par de horas como mínimo (estará mejor de un día para otro). Servir bien frío con un chorrito extra de aceite y la guarnición que se quiera: jamón, huevo cocido, gambas, cebolleta o tomate picados...


 
Gazpacho de melón | Receta fácil

Gazpacho de melón. La receta para aprender cómo hacer esta versión tan fresca del gazpacho tradicional




 
GAZPACHOS CON FRUTA QUE NO SON UN CRIMEN CONTRA EL GAZPACHO


Un



Cerezas, melocotón, sandía, melón, mango... ¿tú también sucumbes a las recetas de sopas frías con fruta para refrescarte en verano, o crees que gazpacho solo hay uno y a los demás los encontramos en la calle?




MIRIAM GARCÍA


Los gazpachos con frutas son objeto de agrias polémicas todos los veranos. Como todos los platillos tradicionales, el gazpacho andaluz tiene sus puristas, sus innovadores y una gran legión de tragones del gazpacho a los que les da un poco igual lo que lleve, siempre que refresque, que es lo suyo con la caló.

Hace años que algunos de nuestros mejores cocineros empezaron a ejecutar alguna que otra recetilla de gazpacho con fruta, aprovechando con frecuencia para reducir la fiereza del ajo y el vinagre en el gazpacho tradicional, así como la cantidad de pan para hacerlo más ligero; las potentes batidoras de las que disponemos en muchas cocinas permiten emulsionar los gazpachos hasta darles un espesor que antaño solo se podía conseguir con miga de pan y un brazo fuerte.

Pero, ¿podemos hablar de "gazpachos de frutas"? Todo depende de lo que entiendas por "gazpacho". Si para ti esa palabra significa única y exclusivamente "gazpacho andaluz", obviamente no podrías llamar así a ninguna sopa que lleve otro fruto que no sea tomate. Pero supongo que para la mayoría de la gente "gazpacho" es más una descripción genérica, en la que puede encajar cualquier sopa fría hecha con vegetales crudos triturados con aceite de oliva, vinagre y sal.

Además, en muchos gazpachos de fruta ésta se limita a sustituir parte del tomate, y el resto de la receta respeta más o menos la fórmula tradicional. Al final, es un tema de economía de lenguaje: todos entendemos de qué nos están hablando si nos dicen "gazpacho de sandía", y es más rápido que decir "sopa fría salada de tomate y sandía emulsionada con aceite". Tampoco es que en los gazpachos de fruta valga todo. Hay frutas que por su acidez, dulzor, textura o sabor no sé yo si se llevarían muy bien con el tomate, el pepino, el ajo, el vinagre y otros vecinos habituales de la comunidad gazpachera. Pienso en la piña, el kiwi, la pera, el plátano, la manzana dulce o el pomelo, y definitivamente me cuesta verlos en esta preparación.

He probado excelentes recetas de sopa de sandía y tomate de Ferrán Adriá y de gazpacho de melocotón de Martín Berasategui, fórmula que he seguido para pergeñar el gazpacho de nectarinas que tenéis abajo. Quizá no todas las frutas sean aptas para mezclar con sabores tan potentes como los del tomate, el pimiento verde, la cebolla, el vinagre, el ajo y el aceite de oliva, pero algunas combinaciones merecen que les demos una oportunidad. Os servimos bien fresquita una colección de ideas para que los amantes del gazpacho-de-bien-de-toda-la-vida-del-señor nos pongáis a caer de un burro, que lo estáis deseando:
  • Soy fan del gazpacho de cerezas, del cual recomiendo una fórmula de Berasategui, que prepara con 1 parte de cerezas por cuatro partes de tomates, aproximadamente, y con apenas unas pizcas de pimiento verde y cebolla, además del aliño de rigor. Encuentro que los frutillos rojos combinan bien con los ingredientes clásicos del gazpacho; encontramos también gazpachos de fresa y de frambuesa en parecidas proporciones y ambos son más que comestibles. Disfrutables.
  • La sandía combina a las mil maravillas con el tomate, aporta dulzor y mucho frescor por la gran cantidad de agua que contiene. Y los restantes componentes del gazpacho le dan la chispa que la sandía no tiene (fanáticos de la sandía, podéis crucificarme).
  • Las frutas de la familia del melocotón como la nectarina, la paraguaya o la platerina, combinan especialmente bien con la fórmula clásica del gazpacho andaluz.
  • El mango es otra fruta que llevamos cierto tiempo viendo combinada con los ingredientes del gazpacho tradicional. Encuentro que en este caso hay que tener cuidado con las cantidades para que el sabor del mango no domine a la parte de hortalizas; el mango es muy vehemente. Tiene, por el contrario, la ventaja de que por la gran cantidad de pectina que contiene, da al gazpacho una untuosidad que no proporcionan otras frutas.
  • Abundando en que el gazpacho original no llevaba tomate, me atrevo a recomendar un gazpacho de melón que es una cosa deliciosa por demás, sin tomate y con melón, pepino y una pizca de cebolla dulce, más los condimentos de rigor. Más fresco y ligero, imposible. Y si le ponéis unas virutas de jamón, tendréis una reedición del viejuno melón con jamón (reloaded) que os harán chiribitas los ojos.

GAZPACHO DE NECTARINA


Dificultad

Cero patatero.

Ingredientes
Para 4 personas
  • 650 g de nectarinas
  • 500 g de tomates (con sabor, que están de temporada)
  • 15 g de pimiento verde (una puntita)
  • 40 g de cebolla
  • 1 diente de ajo pequeño (o al gusto)
  • 25 ml de vinagre de sidra
  • 60 ml de aceite de oliva virgen
  • Entre 5 g y 10 g de sal, o al gusto
Preparación
  1. Si no disponemos de una batidora que trocee suficientemente las semillas y la piel del tomate, o después de triturar no queremos pasar el gazpacho por pasapurés o colador chino, escaldar previamente los tomates en agua hirviendo 1 minuto, y eliminar la piel y las semillas.
  2. Si tenemos una batidora potente que triture todo a tope o preferimos pasar el gazpacho por el pasapurés o colador chino para que quede finísimo, no es necesario escaldar los tomates previamente.
  3. Pelar y deshuesar las nectarinas. Limpiar el pimiento y pelar la cebolla y el ajo. Eliminar la inserción del pedúnculo a los tomates.
  4. Poner todos los ingredientes troceados en el vaso de la batidora, menos el aceite de oliva, y triturar al gusto, más o menos fino.
  5. Con la batidora en marcha, añadir el aceite de oliva a hilo para asegurarnos de que emulsiona perfectamente. Pasar (o no) por el pasapurés o colador chino.
  6. Verter en un recipiente hermético, llevar a la nevera varias horas para que se refrigere a la perfección y a disfrutar.

 
SUQUET DE LANGOSTINOS Y MEJILLONES

Suquet con juguito



Una preparación que admite casi cualquier tipo de pescado o marisco con patatas guisadas, regadas por un caldo espeso y sabroso y rematadas con una picada de ajo y frutos secos: un lujo marinero sin dejarse el sueldo.




MÒNICA ESCUDERO
15/07/2020

El suquet es un plato marinero de origen humilde, que solían preparar los marineros con pescado de descarte o los ejemplares que se estropeaban al quedar enredados en las redes, perdiendo su valor comercial. Con el sabor que aporta el propio pescado al cocinarse, junto con ingredientes sencillos como las patatas, la cebolla y el tomate, se conseguía el suquet -juguito- que da nombre al plato, a medio camino entre una salsa ligera y un caldo sabroso y potentorro.

Con el tiempo la técnica se ha perfeccionado: en la versión fina y actualizada se elabora primero un caldo con las espinas y cabezas del pescado o marisco que se vaya a usar, cocinando después el producto en cuestión el tiempo justo para que quede en su punto. En este caso, al preparar una versión “del senyoret” de las gambas, podemos aprovechar la cabeza y las cáscaras de las mismas para aportar su sabor, mientras cocinamos su carne solo con el calor residual y durante poco tiempo, buscando que su proteína no termine de coagularse y mantengan esa textura ligeramente grasa tan agradable. Los hígados de algunos pescados también pueden usarse para potenciar el del guiso -pregunta en tu pescadería y, si es el caso, pide que te lo guarden-, igual que la melsa o bazo de las sepias, una verdadera bomba de sabor marino que nunca deberíais desechar si compráis una sepia “sucia”.

La picada que podremos durante la cocción del guiso y los mejillones rematarán el sabor y la textura de este plato, que puede vestirnos la mesa de fiesta sin dejarnos el presupuesto en ello. Si no tenemos todos los aderezos que propone la receta podemos prescindir de alguno, o cambiar los frutos secos por otros (siempre tostados, para que aporten resistencia al mordisco).



Ingredientes
Para 4 personas
  • 750 ml de fumet de pescado o agua
  • 1 cebolla grande
  • 1 kg de patata nueva
  • 20 mejillones
  • 2 tomates de pera
  • 16 langostinos enteros
  • 150 ml de vino blanco
  • Aceite de oliva virgen
  • Sal
  • Pimienta recién molida
  • Perejil
Para la picada
  • 50 g de almendras, avellanas o mitad y mitad, tostadas y peladas
  • 2 dientes de ajo
  • Pimentón dulce o picante al gusto
  • Perejil (opcional)
  • 3 hebras de azafrán (opcional)
Preparación
  1. Quitar las cabezas y las cáscaras a los langostinos, dorarlas con un chorro de aceite y aplastarlas. Añadir los 750 ml de agua o fumet de pescado y los 150 ml de vino blanco, hervir a fuego medio-bajo 20 minutos -queremos que reduzca hasta que queden más o menos 500 ml- y colar, aplastando bien las cabezas para que dejen ir el coral. Reservar.
  2. Pelar las patatas y cortarlas, rompiéndolas al final -chascándolas- para que suelten el almidón. Lavar y reservar.
  3. Pelar la cebolla y picarla. Dorarla a fuego medio en una olla donde quepa todo el suquet. Añadir los tomates rallados sin piel y sofreír hasta que reduzca y el aceite se separe.
  4. Añadir las patatas y dorarlas, dándoles vueltas durante unos minutos. Cubrir con el caldo y llevar a ebullición durante unos 15 minutos en total, o hasta que las patatas estén listas.
  5. Mientras, preparar la picada majando todos los ingredientes en un mortero, tostando previamente el azafrán, poniéndolo en una cuchara sobre la llama a fuego suave (o en una sartén).
  6. Cuando haga 10 minutos que el guiso hierve, añadir la picada, remover, probar y ajustarde sal y pimienta. Cuando la patata esté casi a punto -más o menos 12 o 13 minutos desde el arranque del hervor-, añadir los mejillones y tapar la olla.
  7. Cuando la patata está lista, añadir los langostinos pelados y tapar durante dos minutos para que se cocinen ligeramente con el calor residual. Servir con perejil picado espolvoreado encima.

 
LA RECETA DEL GAZPACHO MÁS VENDIDO EN ESPAÑA


Esto, y poco más



El Alvalle es el gazpacho envasado más popular en los supermercado españoles. Desvelamos por primera vez su fórmula para que lo puedas hacer en tu casa.





MÒNICA ESCUDERO
21/07/2020

El gazpacho refrigerado más vendido en España nació cuando una señora murciana -cuyo nombre aún no hemos podido averiguar- accedió a chivarle a su yerno su receta de gazpacho casero. Casualmente ese yerno era emprendedor en sistemas de refrigeración para alimentación, y gracias a que consiguió envasarlo conservando todas sus cualidades tú puedes cenarte un gazpacho solo con abrir un tetrabrik, y dedicarle más tiempo a Netflix, Counterstrike, los vídeos de El Comidista y otros entretenimientos de calidad. Alvalle, le llamó, a lo mejor te suena.

Hace casi 30 años de eso, y para celebrar el día mundial del gazpacho -que se celebra mañana, el 21 de julio- y el estreno de su nueva “cocina” -en la que elaborarán 100 millones de vasos de gazpacho al año, que eso no te lo acabas ni en Sevilla un agosto caluroso- han decidido compartir con nosotros su receta secreta. Te seguirá dando pereza hacerlo y te lanzarás al del súper igualmente, pero ahora además te sentirás peor porque sabes que, si quisieras prepararlo en casa, podrías.

Así lo preparan ellos (su método)

Desde Alvalle nos cuentan que el primer paso es escoger los tomates “que son la clave, y el resto de hortalizas (pepino, cebolla, pimiento rojo y ajo). Siempre de temporada y que estén en su punto óptimo de maduración”. Para eso tienen que madurar en la rama, y no pasar por nevera ni cámara. Se recogen siempre a mano y se transportan en cajas pequeñas para que no se deterioren; en los cultivos se usan depredadores biológicos para combatir las plagas y un montón de abejorros ibéricos triscan entre las flores para favorecer su polinización.

Después de lavar bien todas las hortalizas, pelan la cebolla y el ajo, al que retiran el germen. El siguiente paso es triturar todas las hortalizas juntas y a la vez, para que los sabores queden bien mezclados desde el principio, y así conseguir un sabor integrado y un gazpacho con cuerpo y textura. “Una vez trituradas, pasamos las hortalizas por el ‘molino’”, una máquina que filtra las pieles y las pepitas pero consiguiendo la textura consistente que lo caracteriza, explican desde Alvalle: dejarle la piel al tomate y no retirarla hasta entonces es una de las claves del proceso.

“Después las mezclamos, emulsionando bien, con aceite de oliva virgen extra, sal, vinagre de vino y unas gotas de limón”. El toque de vinagre y limón no solo aporta sabor, además ejerce como conservante; y la proporción de vinagre y sal puede cambiar según la temporada ya que, como cuentan desde Alvalle, “los tomates que se recolectan en junio no tienen el mismo dulzor que los tomates de octubre”. Para elaborar otras variedades, añaden pan al gazpacho andaluz o almendras al gourmet con almendras; en el caso del gazpacho suave se elimina el pepino. Antes de envasarlo hacen una pasteurización leve para asegurar que llega en perfectas condiciones a nuestra nevera, siempre en envases sostenibles para ser fieles a sus principios de sostenibilidad y valores medioambientales.


Los ingredientes y la primera prueba
Los ingredientes que nos proporcionaron para cuatro raciones de gazpacho son “siete tomates de tamaño medio -que huelan a tomate porque acaben de ser recogidos en su punto justo de maduración en la huerta de Levante-, dos pimientos rojos de Almería o Murcia, que dé gusto verlos, un pepino de Murcia, que esté precioso, una cebolla de Córdoba, una cucharada de aceite de oliva virgen extra de Jaén o Córdoba, una cucharadita de vinagre de vino, una pizca de sal, un diente de ajo de Cuenca y una cucharadita de zumo de limón”, un ingrediente no muy canónico en el gazpacho, pero comprensible en el contexto: es omnipresente en la comida murciana.

Para mantener el espíritu de consumo de proximidad y frescura que promueve Alvalle, que asegura que todos los ingredientes se cultivan a menos de 200 km de la ‘Cocina Alvalle’ -en línea recta, no por carretera-, opté por escoger verduras y limón del Maresme, y aceite de Jaén y ajo de Cuenca para mantener estos sabores (la cantidad que se usa es muy pequeña, lo que genera menor huella ecológica). Tal y como nos indicaron desde Alvalle, escaldé y pelé los tomates y pelé el pepino, lo que ofrece el resultado más similar al suyo si no tienes su ‘molino’ en casa y tampoco quieres perder mucha chicha pasándolo por un colador chino.


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Pueden hacerlo ellos o tú. ALVALLE



Preparé el gazpacho triturando muy bien primero las hortalizas sin nada de agua -empecé en dos veces porque en el vaso de mi batidora no cabía todo de una- durante un buen rato, unos cinco minutos. En ese momento añadí el aceite, el vinagre, el limón y la sal indicados, y batí todo u minuto más para que el aceite emulsionara. El resultado: un gazpacho bastante más rojo-rosado que el suyo, que tiende un poco más hacia el naranja, algo que seguramente tenga que ver con el color de los tomates y a que sus máquinas de triturar y su “molino” son mucho más potentes que mi robot de cocina. Después de dejarlo reposar unas cinco horas en la nevera, probé el Alvalle-hecho-por-mí, con un poco de Alvalle-hecho-por-Alvalle en la otra mano y, claramente, el mío estaba mucho menos aderezado. Si seguí las instrucciones al milímetro, ¿qué había podido pasar?

Un problema de números
La receta facilitada por Alvalle llevaba 15 ml de aceite de oliva, 5 ml de vinagre y 5 ml de zumo de limón, además de una pizca de sal; algo que me pareció bastante escaso, pero como soy una mindundi gazpachera y ellos unos profesionales, me entregué a la fe ciega. Si algo me gusta de la textura de Alvalle es que las verduras siguen siendo las protagonistas, mientras otras marcas buscan una emulsión sedosa de manera tan forzada que hacen gazpachos que a veces se pasan de aceitosos, pero mi gazpacho era como una ensalada con buenos productos pero aliñada estilo hospital.

La primera pista la encontré en el propio envase de Alvalle, donde asegura contener un 2,6% de aceite de oliva virgen extra, es decir: 26 mililitros por litro. Yo le había puesto una cucharada, que son 15, así que le he hurtado a mi gazpacho casi el doble del sabor y la textura del aceite. La siguiente pista nos la da Isabel Martínez, responsable del departamento técnico de Alvalle, que cuenta en la nota de prensa: “Nuestro gazpacho original contiene un 93% de hortalizas frescas de proximidad y el 7% restante es aceite de oliva virgen extra, vinagre, sal y limón“. Si le restamos a estos 70 gramos de aderezos los 26 de aceite, nos quedan 44 gramos entre los otros tres, una diferencia significativa respecto a dos cucharaditas y una pizca de sal.

Como cuando me pongo en modo Miss Marple de chichinabo a cabezona no hay quien me gane, pensé en otro factor: estos 70 g son por 930 gramos de hortalizas, y -aunque a esas alturas mi familia ya se había zumbado la mitad del experimento al grito de “ummm, hay gazpacho”- sospecho que los tomates hermosos y los pimientos prodigiosos, incluso pelados y batidos, tenían bastante más cantidad.

Repetí el experimento de pelar-triturar con la misma cantidad de hortalizas, y de allí salió prácticamente un litro y medio. Con la báscula en una mano y un festival de boles en la otra, me lancé al método científico y separé tres porciones de 465 gramos cada una. En la primera puse 13 g de aceite, 10 de zumo de limón, 10 de vinagre y dos de sal; en la segunda, 13 g de aceite, cinco de zumo de limón, 13 de vinagre y 4 de sal y en la última invertí las cantidades de limón y vinagre de la segunda. Los emulsioné en la batidora, advertí a los míos de que eso no era gazpacho sino un experimento y no se tocaba -me miraron en plan “ok, profesor Bacterio”- y esperé un par de horas a que los sabores se mezclaran y el gazpacho se enfriara.

La cata doble y la comparativa
Cuando me senté con tres vasos delante, cara de concentración y una libreta los gazpacholiebers de la casa empezaron a mirarme con cara de preocuparse por mi salud mental, pero así somos a veces los científicos, unos incomprendidos. El primer gazpacho estaba claramente más sabroso que la versión beta, con el sabor del limón y el vinagre bastante equilibrados, pero me pareció un poco más corto de sal que el Alvalle-hecho-por-Alvalle. No es para nada que el suyo esté salado; es que el mío estaba un poco soso; y aunque en el gazpacho Alvalle hay limón, me da la sensación de que se nota menos que el vinagre.

Si en el primero el limón ya me había parecido demasiado presente, asumí que en el tercero sería aún más exagerado, algo que comprobé al primer sorbo: era excesivo. Pero el punto de sal era más ajustado; suficiente como para elevar los sabores de las hortalizas sin estar demasiado presente. Todas mis esperanzas quedaban depositadas en el segundo, que resultó tener, además, un puntito de alegría vinagrera que hacía que el limón fuera apenas perceptible (las “gotas de limón”). Dejé reposar el resto en la nevera hasta el día siguiente con una nota gigante que rezaba “no tocar”, y milagrosamente lo respetaron. Como era de esperar, el sabor de los aderezos se potenció con el reposo, y estaba aún más sabroso y bueno.


Nuestra versión de la receta del gazpacho Alvalle
Ingredientes

  • 7 tomates de tamaño medio que que huelan a tomate, madurados en rama
  • 2 pimientos rojos de tu zona, que dé gusto verlos
  • 1 pepino de lo más cerca que puedas, que esté compacto
  • 1 cebolla de buena calidad y de proximidad
  • 1 diente de ajo de Cuenca
Además, por cada 930 g de hortalizas trituradas
  • 26 ml de aceite de oliva virgen extra de Jaén o Córdoba
  • 26 ml de vinagre de vino
  • 10 ml de zumo de limón
  • 8 g de sal
Preparación
  1. Hacerles a los tomates un cortecito en forma de cruz en la base y escaldarlos 20 segundos en agua hirviendo. Ponerlos en un bol con agua helada para cortar la cocción, pelarlos, quitar el pedúnculo y trocearlos.
  2. Pelar el pepino, la cebolla y el ajo -sacarle el germen-, quitar el pedúnculo, las semillas y los nervios a los pimientos y trocearlo todo. Llevar al vaso de la batidora o usar un minipimer y triturar todo muy bien, hasta que consigamos la textura más fina posible. Cuando nos parezca que ya está, darle un par de minutos más.
  3. Cuando lo tengas listo, pésalo o usa una botella de 1,5 l para averiguar la cantidad de batido de hortalizas que tienes, y cuéntalo en gramos o mililitros. Si tienes 1,4 l, tienes 1.400.
  4. Multiplica este número x 26 y después divídelo entre 930: el resultado será la cantidad de ml de vinagre y aceite que necesitas. Multiplica este número x 10 y después divídelo entre 930: el resultado será la cantidad de ml de zumo de limón que necesitas. Multiplica este número x 8 y después divídelo entre 930: el resultado será la cantidad de gramos de sal que necesitas. Si no te quieres romper la cabeza: si llenas una botella de un litro y medio, ponle tres cucharadas de aceite, tres de vinagre, dos de limón y una cucharadita bien colmada de sal. Si no tienes una báscula de cocina, recuerda que una cucharada son 15 ml de líquido y una cucharadita de sal entre seis y ocho gramos, depende de lo llena que esté.
  5. Devolver el batido al vaso o recipiente y añade los aderezos, batiendo un rato más para que emulsione y quede bien integrado. Llevar a la nevera un mínimo de dos horas y el Alvalle-hecho-por-tí ya estará listo para tomar.

 
OKROSHKA, LA FUSIÓN RUSA DE LA SOPA Y LA ENSALADA


La clave para que te salga bien es haber participado en la Revolución bolchevique


Este plato típico ruso es algo así como la versión sopera y sin mayonesa de la ensalada Olivier. Aunque existen muchas variantes, nosotros lo hemos elaborado con daditos de jamón york.




MIREIA FONT 23/07/2020

Si una ensalada y una sopa pasaran una noche de pasión sin anticonceptivos en pleno verano ruso engendrarían un buen cuenco de okroshka. Esta refrescante sopa está justo a medio camino entre ambos platos: es como una especie de versión sopera de la ensalada Olivier, pero sin mayonesa. Su nombre proviene del verbo kroshit, que significa picar fino, y su base es de Kvas, una bebida fermentada de origen eslavo y báltico, hecha de pan de centeno seco, de sabor dulce-ácido, con solo 1% de alcohol y un puntito de gas.

Durante los años de la Guerra Fría, se le llamaba popularmente “la Cola comunista”. Ironías de la historia, hace más de una década que la empresa Coca Cola comercializa Kvas en Rusia. Al ser una receta de aprovechamiento, tiene mucho de improvisación; se usa cualquier sobrante de carne hervida o frita -ternera, cerdo, pollo, urogallo, pavo, salchichas- o de pescados como bacalao, tenca, esturión, lucioperca. Además de patata, huevo cocido y de las hortalizas -cebolleta, rábano, pepino, zanahoria, hinojo- y hierbas aromáticas que se tengan a mano (perejil, eneldo, perifollo, estragón, etc). Se sirve bien fría y tradicionalmente se aderezaba con un poco de mostaza y/o de Smetana (muy similar a la crema agria).

En Rusia, existen tantas versiones de okroshka como matrioskas y, al igual que ha pasado con nuestro gazpacho, este icónico plato soviético ha sufrido algunos cambios. Actualmente, es bastante común elaborarlo con Kvas y kéfir. A falta de Kvas, hemos mantenido el kéfir y lo hemos mezclado un poquito de agua con gas y un chorrito de zumo de limón. De carne, hemos optado por usar daditos de jamón york. Si los omitís, os quedará un plato vegetariano bien apañado. En cuanto a las hierbas aromáticas, nos hemos decantado por el perejil y el eneldo, ya que junto con la cebolleta forman la Santísima Trinidad de la cocina rusa.



Dificultad
Tan fácil como reírse de las ironías de la historia.


Ingredientes
Para 2 personas
  • 400 ml de kéfir (sustituible por yogur griego batido)
  • 100 ml de agua con gas muy fría
  • 2 patatas pequeñas (preferiblemente Kennebec, Monalisa, Red Pontiac o Buffet)
  • 1 huevo
  • 1/2 pepino pequeño
  • 4 rábanos pequeños
  • 100 g de jamón york (sin lonchear)
  • 1 cebolleta de primavera
  • 1 chorrito de zumo de limón
  • Eneldo al gusto
  • Perejil al gusto
  • Sal al gusto
  • Pimienta negra recién molida al gusto

Elaboración
  1. Cocer las patatas enteras y con piel unos 25 minutos o hasta que estén tiernas. Colar, dejar enfriar y pelar.
  2. Cocer el huevo durante nueve minutos en agua hirviendo a fuego muy suave. Enfriar bajo el grifo y pelar.
  3. Picar a daditos la patata, el huevo, el pepino, los rábanos y el jamón. Meter todo en un mismo recipiente y mezclar. Dividir el contenido en dos cuencos.
  4. Picar muy fina la cebolleta, el eneldo y el perejil. Reservar.
  5. En una jarra, meter el kéfir, el agua con gas, el zumo de limón, la sal y la pimienta negra. Remover y poner el líquido de la jarra encima de los cuencos.
  6. Esparcir la cebolleta, el eneldo y el perejil. Corregir de sal si es necesario y servir inmediatamente.
 
Receta para hacer una crema de remolacha con yogur, un manjar eslavo
Un primer plato muy saludable que te sorprenderá por su textura suave y su atractivo color. Ponlo en práctica en tus cenas veraniegas


Foto: Crema de remolacha y yogur. (Snaps Fotografía)




Por
Elena Aymerich
27/07/2020 - 05:00 Actualizado: 27/07/2020


En los países del Este de Europa son muy populares las sopas cuyo ingrediente principal es la remolacha. Los movimientos migratorios han llevado este tipo de plato hasta América Latina, especialmente Argentina, donde se conoce como el manjar de betabel.

Su sugerente nombre, su atractivo color rosado, su sabor dulce y su textura suave y aterciopelada la hacen ideal tanto para una cena cotidiana como para lucirse en un día especial. Además de su precioso color, que se utiliza como colorante natural, nos aporta proteínas vegetales, fósforo, zinc, vitaminas del grupo B, magnesio, manganeso, potasio, cobre y fibra. Existen incluso estudios que le atribuyen propiedades para reducir la tensión arterial.
Recuperamos en esta ocasión la receta eslava en su versión sencilla sin carne ni hortalizas, simplificándola para convertirla en un cremoso potaje. La decoramos con unas espirales de yogur y la tenemos lista para tomar caliente o fría según los gustos de cada cual o los caprichos del tiempo.


Tiempo de preparación: 40 minutos Dificultad: Fácil Coste: Económico Comensales: 4


Ingredientes

  • ½ cebolla
  • 2 cucharadas soperas de aceite de oliva
  • 3 dientes de ajo
  • 2 remolachas cocidas
  • 1 patata grande
  • 1 yogur griego natural
  • 1 l de caldo de verduras
  • Sal y pimienta blanca

Foto: Snaps Fotografía.


Foto: Snaps Fotografía.



Elaboración

  1. En un cazo vierte dos cucharadas de aceite de oliva. Cuando esté caliente añade los dientes de ajo picados y antes de que tomen color incorpora la cebolla cortada en brunoise.
  2. Una vez que se haya rehogado bien, añade la patata y las remolachascortadas en trozos.
  3. Cubre con el caldo de verduras y deja cocer unos 30 minutos a fuego medio o hasta que las hortalizas estén tiernas.
  4. Tritura la preparación con una batidora para conseguir una crema muy fina.
  5. Deja enfriar antes de introducirla en el frigorífico y refrigera unas horas.
  6. Antes de servir, decora cada crema con una cucharada de yogur griego natural y forma unas espirales decorativas con la punta de una aguja.

El truco final

En lugar de remolacha cocida, puedes usarla cruda. Sus hojas también son comestibles, aprovéchalas y dales el mismo uso que a unas acelgas.


VIDEO:
 
SOPA DE TOMATE Y GARAM MASALA


Una sopa, dos temperaturas



Se puede tomar fría o caliente, es ligera, se prepara en un momento y te ayuda a superar la morriña del 'veroño'. ¿Qué más puedes pedirle a una sopa de tomate especiada?



MIREIA FONT

Ingredientes

Para 2 personas

  • 4 tomates medianos muy maduros
  • 1 zanahoria mediana
  • ½ cebolla roja pequeña
  • 2 dientes pequeños de ajo
  • 1 pulgar pequeño de jengibre (del mismo tamaño que un diente de ajo)
  • 1 ½ vaso de caldo de verduras
  • 1 cucharadita rasa de garam masala
  • ½ cucharadita rasa de pimentón dulce
  • ½ cucharadita rasa de cúrcuma molida
  • 1 hoja de laurel
  • 3 cucharadas de aceite de oliva
  • ½ cucharada rasa de azúcar moreno
  • Sal al gusto

Para decorar

  • Hojas de cilantro
  • Chile verde pequeño
  • Zumo de lima
Preparación

  1. Cortar el ajo en láminas y picar el jengibre muy fino. Cortar la cebolla y la zanahoria en daditos.
  2. Poner el aceite en la sartén y añadir el ajo y el jengibre, removiendo con una espátula o cucharada de madera. Cuando empiezan a oler y a chisporrotear, añadir la cebolla y remover. Sofreír todo un par de minutos a fuego medio, añadir la zanahoria, remover y sofreír unos cinco minutos.
  3. Mientras se hace el sofrito, cortar los tomates por la mitad y rallar la pulpa de los tomates (la piel se tira). Agregar el azúcar al cuenco y remover.
  4. Cuando la zanahoria ya está tierna, añadir el garam masala, el pimentón y la cúrcuma, removiendo unos 30 segundos o hasta que el sofrito coja el color de las especias.
  5. Añadir la pulpa de los tomates, el laurel y sal. Remover y cocer durante 10 minutos o hasta que el tomate se haya oscurecido, reducido y espesado. Pasar a un cazo, sumar el caldo, remover y llevar a ebullición. Retirar la hoja de laurel y triturar con una batidora. Enfriar y refrigerar en la nevera durante unas horas.
  6. Justo antes de servir la sopa, cortar el chili por la mitad y quitarle las semillas y los nervios. Picar muy fino -el trozo que queramos- y picar también un poco de cilantro. Servir con el chile, el cilantro y un chorrito de zumo de lima por encima.

 
SALMOREJO TRADICIONAL CONTRA SALMOREJO MODERNO







Una receta de salmorejo tradicional. Otra modernilla con ingredientes nada clásicos. Las damos a probar y el pueblo decide. Tú, ¿con cuál te quedas?


Tomate, un poco de ajo, pan, aceite y sal y, claro está, huevo duro y jamón serrano como guarnición. Lo que viene siendo el salmorejo de toda la vida, vaya. Es una de las delicias de nuestra gastronomía, siempre y cuando te pirres por la receta clásica y no te exciten otras maneras de prepararlo con toques más contemporáneos. Por ejemplo, poniéndole remolacha cocida y jengibre, y luego queso azul y eneldo. ¿Cuál es mejor? ¿Supera la modernuqui a la tradicional? Las dimos a probar en un súper de Carrefour y el pueblo habló. Si quieres saber qué dijo, y también enterarte de cómo se hacen ambas fórmulas, mira el vídeo que tienes arriba.


O si te puede el ansia, y quieres prepararlos ya mismo en tu casa, aquí te dejamos las recetas.


SALMOREJO TRADICIONAL

Ingredientes

Para 4 personas
  • 300 g de miga de pan del día anterior
  • 125 ml de aceite de oliva virgen
  • 500 g de tomates maduros
  • 2 dientes de ajo
  • 2 huevos
  • Sal
  • Vinagre
Preparación
  1. Moja el pan del día anterior, escúrrelo y bátelo con el resto de ingredientes durante 3 o 4 minutos o hasta formar una pasta homogénea.
  2. Añade agua helada hasta obtener la textura deseada, que debe tirar a espesa.
  3. Sirve con taquitos de jamón, huevo duro y regañás.

SALMOREJO MODERNO

Ingredientes

Para 4 personas
  • 4 remolachas cocidas
  • 1 ajo
  • 250 cl de aceite de oliva
  • 500 cl de agua
  • 10 cl de vinagre de Jerez
  • 4 g de jengibre
  • 60 g de queso azul
  • 4 g de eneldo
Preparación
  1. Parte las remolachas en 4 trozos, corta el ajo en trocitos y corta el jengibre, previamente pelado.
  2. Mézclalo todo en la batidora con sal, agua y vinagre.
  3. Una vez lo has mezclado, añade el aceite.
  4. Deja enfriar durante un par de horas.
  5. En el momento de emplatar, añade unos trocitos de queso azul y un poco de eneldo.

 
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