Cómo a través del virus de los medios, se inocula el virus del miedo

Aquí en el País Vasco, con más de la mitad de la población vacunada, y esto cómo se come?

Pues se explica como se explica lo mismo que está sucediendo en tantos países y lugares: la síndrome de Lourdes. Es decir, los vacunados se contagian y contagian exactamente igual, pero no lo quieren ver, o lo niegan.

Se llama "Síndrome de Lourdes". No es mío el término, jajaja, se lo he leído a un periodista, y consiste en lo siguiente:

Cien personas acuden a Lourdes. No se cura ninguna. Pero no es porque Lourdes no funcione, es porque "no tienen bastante fè".

Cien personas se vacunan. Contagian y se contagian igual, pero no es que las "vacunas" no funcionen....es que no tenemos bastante fè.

Lo dicho...Sindrome de Lourdes.
 
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Para quienes se están preguntando que otros fines hay detrás de todo esto, este artículo me parece que puede arrojar mucha luz. Lo he encontrado magnífico.

The Covid Horror Picture Show​



A estas alturas de The Covid Horror Picture Show, que todos los medios de comunicación del mundo nos propinan generosamente en redes unificadas, es difícil no ser un teórico de la conspiración. En efecto, las pistas son numerosas: la uniformidad de la propaganda incesante que alimenta el miedo en lugar de reducirlo; la censura de todos los puntos de vista diferentes, incluso de científicos cualificados y hasta de jefes de Estado; la prohibición de terapias alternativas al paracetamol y a la "espera vigilante;" la adopción de medidas represivas dignas de un estado de guerra; la derogación de las libertades constitucionales que quitan el hipo, aunque tengan poco que ver con la propagación del virus; la aplicación continua de medidas de vigilancia y control cada vez más estrictas: la insistencia en remedios que han demostrado ser, en el mejor de los casos, escasamente eficaces, mientras sean represivos; el deseo obsesivo de imponer a todo el mundo la vacunación con medicamentos experimentales cuya inocuidad, pero sobre todo cuya eficacia está lejos de ser probada; la destrucción a la ligera de industrias nacionales enteras entre las más grandes, el turismo in primis, sin ninguna necesidad real, mientras no se atribuye ningún peligro, por ejemplo, a la inmigración masiva que tranquilamente se sigue favoreciendo.

Todo esto, toda la desproporción entre el peligro y las medidas tomadas para contrarrestarlo, hace sospechar que la pandemia no es más que un pretexto para transmitir otra cosa. Por otra parte, me parece que la ideología anglosajona que domina Europa desde hace años desempeña un papel fundamental para hacer posible esta mistificación. Desde hace tiempo, Occidente tiene miedo de todo, lo teme todo, no tolera la menor incertidumbre, hay que exorcizar el menor riesgo, cortejar a la minoría más insignificante incluso a costa de perjudicar a millones de personas para favorecer a unos pocos cientos. Los funcionarios públicos parecen estar más preocupados, más que por hacer cosas de verdad, por ser "responsables" de algo, colocando mil carteles por un bache en el suelo, firmando diez veces en un libro de sesenta páginas, obviamente ilegibles, sólo para abrir una cuenta bancaria. Que por cierto, es obligatoria, al igual que el teléfono móvil. Bajo pena de muerte civil. Para cortar un árbol en el jardín hay que ir al juzgado, para tirar un cojín hay que abrir un expediente en la oficina de residuos. A través de Internet. ¿Un loco intentó sacar a un niño de la escuela en Bruselas? En toda Europa es obligatorio acompañar y recoger a los niños en la escuela hasta que se gradúen. Así que si salvas a uno de la atención mórbida, le robas a cien mil el sabor de una infancia libre. Al sistema le encanta sembrar el terror. Especialmente el injustificado. Un adolescente de Miami no está seguro de su identidad sexual? Establecer un nuevo género, cambiar los documentos en todo el país, construir nuevos aseos en todos los edificios públicos, cambiar el lenguaje, prohibir las palabras, castigar a los infractores verbales e ideológicos. Si piensa lo contrario, es un delito. Sin embargo, somos tan arrogantes que queremos imponer nuestra ideología a todo el mundo con la única lógica de que es claramente correcta. Los británicos se suben a su púlpito y enseñan al mundo entero a tratar a los homosexuales con el mismo fanatismo petulante que llevó al su***dio a uno de sus principales científicos, encarcelado en 1952 por pederastia. En 1952, no en la época de Enrique VIII. La consigna es cubrirse las espaldas, no importa que los remedios sean siempre peores que el mal, los costes económicos y sociales de solucionar problemas menores son desorbitados: se hace creer a los pequeños que alguien pagará por ellos. Europa nos va a inundar de dinero de todos modos, dicen todas las noches en las noticias. Es básicamente un su***dio.

Y luego está la culpa. Se nos ordena arrepentirnos de todo lo que hemos hecho hasta ahora, de lo que hemos pensado, de lo que hemos sido, de lo que somos, arrepentirnos de existir. Primero se arrepintieron los comunistas, luego todos los demás. Ahora todos somos culpables de la contaminación, el racismo, la falta de acogida, la discriminación, la incitación al odio y, si son varones heterosexuales, incluso de la violación y el feminicidio. Por supuesto que tenemos que castigarnos a nosotros mismos. El viejo pecado original de los católicos ha reaparecido bajo otras formas. Francisco I está de acuerdo, tenemos el imprimatur. Esto también es un su***dio. Y finalmente llega la locura covidiana, que es posible gracias a este contexto. Una nueva epidemia de parainfluenza bastante grave pone en riesgo la vida de personas mayores con enfermedades anteriores? La reciente destrucción de los sistemas de salud pública para abrir el sector sanitario a las empresas se pasa por alto por completo. En este ambiente ideológico, tiene mucho más sentido cerrar el mundo, anular las libertades constitucionales, destruir sectores industriales enteros, privar a millones de personas de sus ingresos, vacunar a toda la población, incluidos los niños, aunque no corran ningún riesgo, con una vacuna experimental cuyos efectos a medio y largo plazo se desconocen y que, según admiten, no frena el contagio.

Todos los gobiernos se alinean, unos más, otros menos, sin el menor signo de sentido común. La policía persigue a los caminantes solitarios, multa a los jubilados en los bancos: toda razonabilidad, toda estadística, toda proporción entre el problema y las medidas tomadas para enfrentarlo, parecen irrelevantes, perdidas. El dinero que no se destinaba a la sanidad se destina ahora a los tampones, a los centros de vacunación, a las mascaradas, a los miles de millones de pegatinas de espaciadores, a los carteles que dicen que está prohibido sentarse en los asientos: es mejor estar de pie en el pasillo. El apretón de manos burgués ha sido sustituido por un golpe de codo. Mussolini y Hitler ya lo habían hecho, también por razones ideológicas, pero nadie parece recordarlo. Todas las demás enfermedades con las que hemos vivido siempre no cuentan. No importa que muera mucha más gente de cáncer y enfermedades circulatorias que de covid: la verdad no importa cuando es conspiranoica y antisolidaria. Esto también es un su***dio, tal vez el máximo su***dio.

Probablemente me equivoque, pero la sensación es que estamos en el fin del mundo, me viene a la mente la caída de la Unión Soviética. Sólo que esta vez estamos en el mismo centro de la zona del desastre.


Traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator
 
Pues se explica como se explica lo mismo que está sucediendo en tantos países y lugares: la síndrome de Lourdes. Es decir, los vacunados se contagian y contagian exactamente igual, pero no lo quieren ver, o lo niegan.

Se llama "Síndrome de Lourdes". No es mío el término, jajaja, se lo he leído a un periodista, y consiste en lo siguiente:

Cien personas acuden a Lourdes. No se cura ninguna. Pero no es porque Lourdes no funcione, es porque "no tienen bastante fè".

Cien personas se vacunan. Contagian y se contagian igual, pero no es que las "vacunas" no funcionen....es que no tenemos bastante fè.

Lo dicho...Sindrome de Lourdes.
Ala! Pues nunca había escuchado hablar del síndrome de Lourdes!
 
creo que si, se vacunó y patapam, pero tendría que mirarlo. En la web de cuatro debe estar ese programa, el todo es verdad del martes pasado
Me autocito para confirmaros que si, según este articulo, se había vacunado

 

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