CIUDADES

Longyearbyen, la remota localidad noruega donde morirse es ilegal



Svalbard no es el lugar más apacible del planeta. A mitad de camino entre el punto más septentrional de Noruega y el Polo Norte, el pequeño archipiélago es uno de los lugares más remotos y extremos del hemisferio norte, y sin embargo está habitado durante todo el año merced a sus abundantes reservas de minerales y carbón. Aquellos residentes frecuentes se las han tenido que apañar durante décadas para adpatarse a un medio extremadamente hostil.

Tal hostilidad incluye abundantes osos polares y frío, mucho frío (no este invierno, sin embargo: el Ártico está disfrutando de una espantosa ola de calor con temperaturas similares o por encima del templado continente europeo). En fin, dadas las circunstancias la muerte es algo tangible en muchos puntos de Svalbard, incluida la pequeña localidad de Longyearbyen. Lo sorprendente no es que te pille, sino la normativa que te impide hacerlo. Allí, morirse es ilegal.

En rigor, se trata de una fuerte recomendación del gobierno local instaurada en 1950. La historia puede parecer surrealista, pero tiene sentido: las temperaturas tan bajas de Longyearbyen (y de todo el archipiélago, en general) impiden que los cadáveres se descompongan de forma natural como lo hacen en otras latitudes más benignas. Se conservan. Y con ellos las, en ocasiones, enfermedades contagiosas que les haya podido llevar al cementerio. Lo cual es un riesgo para los vivos.

Conscientes de ello, las autoridades locales decidieron exportar la venida de la Gran Igualadora. Desde entonces, aquellas personas terminales, como cuentan los locales en este reportaje, son trasladadas a la Noruega continental ante el irremediable hecho final. La ley noruega permite a los familiares de los fallecidos cremar los cuerpos y dejarlos en los alrededores de Longyearbyen, pero es una práctica poco común. Y ante los entierros, Longyearbyen prefiere que te marches.

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(Hylgeriak/Wikipedia)
No es la primera ocasión en la que Noruega ha desarrollado una relación un tanto siniestra con la muerte. Como se cuenta aquí, poco después de la Segunda Guerra Mundial las autoridades del pequeño país nórdico decidieron enterrar a sus cadáveres evueltos en plástico. Al parecer, la idea buscaba mejorar las condiciones de higiene del proceso. El resultado varias décadas después fue decepcionante: los cuerpos no se habían descompuesto, y los nichos no eran reutilizables.

En Longyearbyen los problemas son otros. Los virus se mantienen vivos pese a que el organismo que los sostiene haya precido décadas atrás. En el año 2000 un grupo de científicos logró, tras la exhumación de varios cádaveres aún intactos, recuperar muestras de la célebre gripe española de 1918. La pandemia fue mortal a una escala jamás repetida en el siglo XX, y pese a su extinción las cepas se mantuvieron en buen estado en los cuerpos a los que derrotaron.

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(Frode Bjorshol/Flickr)
Naturalmente, esta circunstancia había sido problemática durante los escasos siglos en los que Svalbard había sido habitada. Pero no fue hasta mediados del siglo XX cuando las rápidas comunicaciones con el archipiélago, antes reservada a marineros, balleneros y exploradores variados, permitieron a los gobiernos locales desembarazarse legalmente de la muerte. A día de hoy llegar a tan remotas islas implica partir de Oslo y embarcarse en un largo vuelo de tres horas.

Si llegas allí, quizá encuentres lugares de interés. Además de las numerosas expediciones para conocer a los osos polares (hay más úrsidos que humanos), en Svalbard se encuentra la población de Pyramiden, una antigua mina cedida a la Unión Soviética por Noruega, congelada en el tiempo y aún activa pese a su nula rentabilidad (cosas del soft-power ruso). También puedes pasar por Longyearbyen, el asentamiento humano de más de 1.000 habitantes más al norte del globo terráqueo.

Pero ya sabes. Sin morirte.

Imagen | Christopher Michel/Flickr

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HUELGA POR EL CLIMA
Más de 30.000 personas toman el centro de Bruselas
La capital europea vuelve a albergar una de las mayores marchas para exigir medidas inmediatas contra el cambio climático

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Marcha contra el cambio climático en Bruselas. Francisco Seco AP


Bruselas lleva albergando desde principios de año las mayores manifestaciones de Europa contra el cambio climático. Y este viernes, cuando se habían convocado decenas de marchas a lo largo y ancho del planeta, la ciudad no pinchó. Más de 30.000 jóvenes, según la policía, volvieron a salir a la calle para reclamar que se actúe de inmediato contra el calentamiento global. Al término de la manifestación, la activista belga Anuna De Weber, se felicitó por la participación y constató que el movimiento sigue creciendo más allá de Bélgica.


La manifestación salió a las 13.30 de la Estación del Norte de Bruselas a gritos a favor de medidas para luchar contra el cambio climático. La ciudad había vivido ya grandes protestas estudiantiles varios jueves de enero y febrero. Y ayer las retomó. Una riada de estudiantes recorrió las principales avenidas del centro, lo cual alteró el servicio de transporte público y la circulación por la ciudad. “¡Queremos acciones! ¿Y cuándo las queremos? ¡Ya!”, gritaba un grupo de estudiantes flamencos al inicio de la marcha.

Los manifestantes portaban todo tipo de carteles. En francés, neerlandés, inglés o castellano. La mayoría instaba a actuar rápido. “No hay tiempo que perder” y “no hay planeta B” eran los más extendidos. Algunos tenían mucho ingenio, incluso eran irreverentes. “Las estaciones son más irregulares que mis periodos”, portaba una chica. “Los dinosaurios pensaban que tenían tiempo también…”, rezaba una gran pancarta desplegada en la Estación central.

La marcha discurrió en un tono festivo, con música e incluso con fruta que repartían algunos activistas a mitad de recorrido. “Yo me mojo por el cambio climático”, levantaba un chaval casi eufórico cuando empezó a llover a media manifestación. “Vengo a manifestarme porque tenemos que reparar todo lo que ha hecho la generación anterior a la mía. Y no hay tiempo que perder. Queremos ver resultados ya”, advertía Lieke, una joven que llegaba de Amberes. En esta ocasión, sin embargo, les acompañaron ciudadanos de todas las edades. “¡No estáis solos!”, interrumpía una mujer a Lieke mientras hablaba.

En la manifestación podían verse también banderas de partidos políticos ecologistas y de la izquierda belga, además de sindicatos. Pero desbordó la participación estudiantil de las anteriores. En esta se manifestaron sus maestros o incluso abuelos por el clima. En la ciudad de los lobbies, acudieron organizaciones como Greenpeace, Oxfam o Amnistía Internacional.

La marcha acabó alrededor de las 15.30 en la estación de Midi, donde se realizaron varios parlamentos. La líder estudiantil que ha emergido en Bélgica por este movimiento, Anuna De Weber, celebró que Bruselas haya sido de nuevo una de las capitales con más participación, con más de 30.000 personas. “Eso es un mensaje muy fuerte. Hay protestas en más de cien países y el movimiento continúa creciendo”, afirmó De Weber.

https://elpais.com/sociedad/2019/03/15/actualidad/1552668404_700070.html
 
HUELGA PR EL CLIMA
Decenas de miles de jóvenes toman la calle en Alemania para impulsar la lucha contra el cambio climático
Los estudiantes convocaron protestas en 200 ciudades del país, en el que desde hace semanas se dan cita los viernes


Ana Carbajosa
Berlín 15 MAR 2019 - 11:24 ART
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Estudiantes durante una manifestación este viernes del movimiento Fridays for Future de lucha contra el cambio climático. Michael Sohn AP
Las calles de Berlín volvieron a llenarse de jóvenes dando gritos y pertrechados con ocurrentes pancartas y pidiendo a sus mayores que hagan algo ya para frenar el cambio climático. Pero esta vez era diferente, porque su protesta ya es global y porque cada vez son más. Decenas de miles de personas han participado este viernes en una concentración en la que hubo música y se corearon los ya clásicos lemas en un día frío y ventoso. Hasta 25.000 niños y jóvenes, según los organizadores y entre 15.000 y 20.000, según indica la policía de Berlín a este diario. En toda Alemania, se convocaron 200 protestas.


A las nueve y media de la mañana, los tranvías ya iban llenos de niños con carteles en dirección al centro. Media hora más tarde arrancaba la protesta en Invalidenpark, junto al ministerio de Economía, donde se congregaban miles personas con pancartas coloridas. “No hay planeta B”, “usa menos el coche” o “Greta es vegana, ¿y tú?”, en alusión a la activista sueca que ha impulsado las protestas.

En un lateral, se preparaban para la jornada reivindicativa Elli y sus amigas. Tienen 14 y 15 años. Dos de ellas son veganas. En las casas de tres de ellas no hay coche y se declaran partidarias del tren frente al avión. “Los billetes de avión tendrían que ser mucho más caros y los de tren más baratos”, defiende Elli, de 14 años, menuda y con gafas de pasta. Dicen que esto es “súperserio” y que hace mucho que saben que “los osos polares se están quedando sin hielo y sin casa”. “Ah, y además crece el nivel del mar”, apunta Martha.

De todo eso se han enterado hablando con sus padres, por Instagram y por el telediario para niños, que lleva semanas hablando de Greta y los Fridays for Future como han bautizado a las protestas. Pero también, aseguran, ellas solas se han dado cuenta de que las temperaturas del verano pasado y de este invierno no han sido normales. Mientras las jóvenes hablan, al fondo se escucha el clásico cántico de las manifestaciones de los viernes: “Somos muchos y hacemos ruido porque nos quieren robar nuestro futuro”.

En otra acera, otra joven, de doce años y con caracoles en el pelo rubio cuenta que ha venido porque “tienen que tener en cuenta nuestro futuro”. “Tienen que aprobar leyes más estrictas y sobre todo, todos los países tienen que actuar a la vez, porque en Europa compartimos el aire de América”, explica la joven que prefiere que no se publique su nombre y que asegura que muchos de sus compañeros no han podido venir porque no les dejan sus padres. Confiesa que hoy se va a saltar un examen que tenían en el colegio.

En Alemania, las manifestaciones comenzaron a mediados de enero. Desde entonces, en muchas casas y en muchos colegios la discusión gira en torno si debe hacerse en horario escolar. Los estudiantes en Alemania necesitan una justificación si faltan a clase y para muchos padres, aunque apoyen los objetivos de la huelga de sus hijos, supone un dilema justificar su ausencia de las aulas. Hay políticos que también han protestado por lo que consideran un absentismo escolar injustificado.

Hay otros padres alemanes sin embargo que ya se están organizando bajo el lema Parents for future para apoyar las protestas de los más jóvenes. En Alemania, Suiza y Austria, cerca de 20.000 científicos han firmado también una petición de apoyo a los manifestantes.

La mayoría de la población en Alemania apoya las protestas como refleja el sondeo publicado por la televisión pública ZDF. Un 67% de los encuestados dijo apoyar las protestas de los jóvenes y 32% las rechaza. El rechazo sube al 67% entre los votantes de Afd, la extrema derecha. En un video mensaje grabado a principios de mes, la canciller, Angela Merkel mostró su apoyo a las protestas estudiantiles.

https://elpais.com/sociedad/2019/03/15/actualidad/1552655828_417916.html
 
La protesta climática llega a Francia con decenas de miles de manifestantes
Pese al consenso en torno a la protesta, el medio ambiente es un factor de división en la política francesa


Marc Bassets
Marsella 15 MAR 2019 - 17:28 ART
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La marcha contra el cambio climático en París GONZALO FUENTES REUTERS
Francia, acostumbrada en los últimos meses a manifestaciones que solían acabar con violencia y que, en todo caso, causaban divisiones profundas en el país, vivió este jueves un momento de protesta positiva y armoniosa. Esta vez, parecía que nadie quisiera elevar la voz contra los manifestantes, decenas de miles de adolescentes y jóvenes que salieron a las calles de las principales ciudades del país. Y el resentimiento o la desesperación tampoco eran la nota dominante, aunque la amenaza del cambio climático pudiera calificarse de desesperante y seguramente habría varios candidatos para ser objeto del resentimiento.

La marcha por el clima congregó a unas 30.000 personas en París, 12.000 en Lyon, 10.500 en Nantes, 5.500 en Montpellier, 3.000 en Burdeos y una cifra similar en Marsella, según datos citados por la agencia France Presse. Ninguna protesta, excepto la de la capital, fue masiva. Pero si se suman todas, son un indicio de que la movilización juvenil instigada por la sueca Greta Thunberg empieza a prender en Francia, donde hasta ahora había tenido una incidencia menor que en otros países. Las huelgas parciales en los institutos fueron toleradas, aunque no explícitamente fomentadas, por las autoridades educativas, que pidieron, en cambio, que en las aulas se aprovechase la jornada para abordar el cambio climático y el medio ambiente.

“Es bastante lógico y, a fin de cuentas, evidente que la juventud sea la locomotora de la movilización en estas cuestiones”, dijo el ministro de la Educación Nacional, Jean-Michel Blanquer. “Esto no debe desembocar únicamente en un grito de alarma sino en propuestas. Y para esto debe servir la jornada de debates en los liceos”, añadió.

En Marsella, los estudiantes se congregaron en el Viejo Puerto en un ambiente festivo y desfilaron hacia la sede del Ayuntamiento y después de la sede de la Prefectura. “Y uno, y dos, y tres grados / es un crimen contra humanidad”, cantaban, y “todos somos hijos de la tierra”. Habían llegado con sus pancartas confeccionadas en casa, algunas con mensajes procaces y jocosos. “Deja de joder a tu mar”; decía una, en un juego de palabras entre mar (mer en francés) y madre (mère). Otra decía: “El planeta está más caliente que tu chica”. “El deshielo, sólo en el pastis”, se leía en otra, en alusión a la bebida alcohólica típica de la ciudad.

Aunque las protestas del viernes se celebraron en ambiente de consenso y las discrepancias fueron escasas, el cambio climático figura en el centro de los debates más intensos en Francia. La protesta de los chalecos amarillos comenzó en noviembre como una reacción a la tasa al carburante, destinada a desincentivar el uso de automóviles contaminantes. El presidente francés, Emmanuel Macron, encabezó en 2017 la oposición a la retirada de Estados Unidos del acuerdo de París. Lo hizo con el eslogan hagamos el planeta grande de nuevo, que retomaba el eslogan de campaña del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hagamos América grande de nuevo.

Pero el pasado verano, el popular ministro de Ecología, Nicolas Hulot, abandonó el Gobierno al considerar que Macron no actuaba con suficiente decisión ante la urgencia medioambiental. Hulot y otros activistas, entre otras las oenegés Greenpeace y Oxfam, han denunciado ante un tribunal administrativo al Gobierno francés por su supuesta inacción. En Francia, el consenso ante la crisis climática es sólo aparente.

https://elpais.com/sociedad/2019/03/15/actualidad/1552680486_211158.html
 
Las marchas... tema restringido a las ciudades.
Si bien este perjuico del cambio climático los sufren todos los habitantes de un país, las protestas en su mayoría se circunscriben a las ciudades.
El aglomeramiento de gente debe ser una de las causales de este fenómeno...
 
La misteriosa obsesión con el número 11 de Solothurn, una pequeña ciudad suiza
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Una mañana, exactamente a las 11:00, Therese Stählin esperaba en silencio frente a la entrada de la ciudad barroca de Solothurn, mirando el reloj.

"A las 12:00, tenemos que estar cerca de nuestro reloj que sólo marca 11 horas", dijo a mi llegada.

Las 11 son el momento más propicio para reunirse en la ciudad, me había dicho en un correo electrónico unos días antes, pero era igualmente importante para nosotros estar a tiempo para el mediodía.
Cruzando un puente peatonal sobre el río Aare, giró a la izquierda en Klosterplatz, avanzando por un gran almacén del siglo XVIII, de prisa hacia un lugar que revelaría mucho sobre la historia y la extraordinaria obsesión de esta ciudad poco conocida cercana a las montañas del Jura, en Suiza.
Fin de las recomendaciones.
Escondida de la vista, en el muro oeste de un banco de inversión hay un reloj montado en la pared. Y es una clave para una curiosidad desconocida incluso para la mayoría de los suizos.

El reloj marca solo 11 horas y el número 12 no existe, es una anomalía confusa para cualquier transeúnte foráneo.

Pero no se equivoquen, no es un accidente.

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Cuando sus 11 engranajes se mueven para hacer sonar sus 11 campanas -activadas por un arlequín que da martillazos en horarios aleatorios de 11:00, 12:00, 17:00 y 18:00- la escultura de metal hace repicar el Solothurner Lied, el himno no oficial de la ciudad.

El reloj no solo dice la hora, aunque de una manera desconcertante, sino que ayuda a revelar la fascinación de la ciudad con el número 11.

Solothurn, fundada por los romanos hace 2.000 años, pero olvidada por muchos visitantes hoy en día debido a su proximidad a la cercana capital de Berna, es una ciudad absorta por el 11.

No es ni un truco ni el resultado de una coincidencia, pero la ciudad tiene 11 iglesias, 11 capillas, 11 fuentes, 11 torres y 11 museos, un conjunto arquitectónico asombroso.

Los sitios datan del siglo XV hasta nuestros días. Algunos están desgastados por el tiempo y anticuados, otros como el ENTER, el único museo de Suiza dedicado a las computadoras y la tecnología, son decididamente modernos.
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Solothurn tiene 11 iglesias, 11 capillas, 11 fuentes, 11 torres y 11 museos.

La mayoría de las veces, los visitantes hacen poco más que contemplar el edificio más antiguo de la ciudad, o el reloj astronómico con sus estrellas doradas, orbes y figuras en movimiento de un rey, un caballero y un esqueleto.

Pero yo quería ir más allá.

Por una parte, Stählin no pretende ser una experta numeróloga, solo una entusiasta.

Su autoridad en el tema proviene de crecer en la ciudad y estar feliz de compartir sus conocimientos como historiadora.

"Esta historia nunca morirá", me dijo mientras observábamos cómo el reloj de 11 horas terminaba de sonar.

"Pero ahora debemos irnos, todavía tienes que ver nuestra obra maestra numérica".

Bajando por Judengasse, o calle de los judíos, pasamos por un impresionante edificio que una vez fue el hogar del Gremio de los Herreros, una de las 11 sociedades medievales de la ciudad.

No pasó mucho tiempo antes de llegar al lugar del que Stählin estaba hablando: la magnífica Catedral de San Ursus, resplandeciente en el sol de mediodía.

En este magnífico lugar, el número 11 está vivo a un nivel casi inconcebible.

Fue construida, algo predecible, en 11 años, y concebida por el arquitecto italiano Gaetano Matteo Pisoni, quien impregnó el edificio con una multitud de símbolos y signos.

La catedral alude a algún elemento críptico en el proceso de su creación, pero también a secuencias numéricas que en última instancia se suman a algo mucho más poderoso.

De pie frente a su fachada románica, lo que sorprende al espectador es la calculada brillantez del interior de la catedral.

Hay 11 escalones, seguidas por otros 11, luego un tercer conjunto.

Hay dos fuentes clásicas que flanquean la escalera, una de Gideon y otra de un Moisés con cuernos de demonio, cada una adornada con 11 grifos finos que gotean agua en las piletas de abajo en el calor del verano.

Hay 11 puertas, mientras que la altura de la estructura se divide en tres partes, de 11 metros cada una, y todo está dominado por el campanario de 66 metros de altura. Que esta torre oculte un carillón de campanas de una oncena no debería sorprender.

"Pisoni desató la idea", dijo Stählin, como si todavía estuviera desconcertada por el concepto después de todos estos años.

"Le fue instruido por el gobierno del momento incluir el número 11. Y lo hizo. En todos lados. Incluso uno de los altares está hecho de 11 tipos de mármol".
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En cualquier otro lugar, la catedral de la ciudad tendría un murmullo de las charla de los visitantes. Aquí no.

Es como si Solothurn hubiera quedado fuera de la historia y hubiera sido olvidada.

En el interior, solo yo, mi guía y los ecos de nuestras pisadas retumban en la nave mientras caminamos hacia la piedra de la 11ª bandera, colocados en el corazón del edificio.

Es ahí el único lugar desde donde se pueden ver los 11 altares de la catedral. Noté que las bancas también estaban dispuestas en filas de 11.
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Solothurn se encuentra cerca de la ciudad de Berna, en los márgenes del rio Aare.

Todos en Solothurn conocen esta historia, por supuesto, pero nadie puede recordar exactamente cómo o por qué su ciudad se obsesionó tanto.

Una leyenda popular habla de los elfos mágicos que vinieron de la cercana montaña Weissenstein para animar a los habitantes de la ciudad, que trabajaban duro pero sin muchos resultados..

La adopción del número 11, o 'elfo' en alemán, fue el homenaje de los ciudadanos a sus salvadores. O eso dice el cuento.

Una explicación mucho más razonable son las connotaciones bíblicas del número, y muchos habitantes de Solothurn consideran que 11 es un número "santo" y profético.

En la numerología, el 11 se considera el más intuitivo de todos los números, comúnmente asociado con la fe y los médiums, pero las creencias de los fieles en la Catedral de San Ursus son igualmente convincentes.

"Había 12 apóstoles, pero 11 representa el sueño de tratar de lograr algo mejor", dijo Stählin, cerrando la puerta detrás de nosotros al salir de la catedral.

"Para nosotros simboliza nuestra interminable búsqueda de la perfección, es un código para la esperanza".


Si la religión es una hebra del ADN numerológico de Solothurn, la geopolítica es otra.

A lo largo de la historia, los ecos adicionales del número se remontan a la Edad Media tardía, y no hay necesidad de buscar demasiado para encontrar un patrón.

En 1481, Solothurn se convirtió en el undécimo cantón de la Confederación Suiza, y en el siglo XVI, el cantón se había dividido en 11 protectorados.

Y es más, la primera vez que se menciona el número, en 1252, los gremios que votaron por el primer consejo de la ciudad eligieron a 11 miembros.

Es imposible comprender completamente la mentalidad de la ciudad medieval de Solothurn, pero el número ahora es algo natural en la ciudad.

Es especialmente fascinante saber que los niños disfrutan de una celebración especial en su cumpleaños número 11.

Del mismo modo, Confiserie Hofer, una panadería que ya lleva 100 años, tiene el chocolate 11-i.

El concepto abstracto se ha convertido en una oportunidad aprovechada rápidamente por la cervecería insignia de la ciudad.

"Mi padre es de Berna y nunca había oído hablar de la 'historia del 11'", dijo el maestro cervecero Moritz Künzle, mientras me mostraba la cervecería de la casa - Öufi-Bier, o "Cerveza 11" en el dialecto local.

"Pero nos gustó la idea de un número como marca. Es inusual y memorable. Fuimos los primeros en hacerlo, pero ahora hay un '11' esto y un '11' aquello. Está creciendo cada año".

Un whisky de 11 años de edad, madurado en barriles de cerveza, también está en la carta.
Durante más de 500 años, Solothurn ha desarrollado una alianza extraordinaria con el número 11.

Es demasiado para ser un accidente y, en los próximos años, puede continuar de la misma manera.

Y pienso:: hace una semana solo habría sido un número cualquiera para mi.
https://www.bbc.com/mundo/vert-tra-47436370
 
¿Qué *** ño ha hecho instragram por Madriz?

¿Habéis estado en el templo de Debod últimamente? Fui a Madrid, conocí a un mexicano, me llevó a Debod porque le salió en google de allí, y no me lo podía creer.
Una verbena, miles de personas haciéndose fotos viendo el atardecer. Todo el mirador ocupado. Un autobús con adolescentes ingleses.
 
La evolución de las ciudades más grandes de la Tierra, explicada en tres fascinantes vídeos

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Determinar cuál es la ciudad más poblada del planeta siempre ha sido una tarea ardua. Pese a la multitud de información demográfica recopilada por las oficinas censales contemporáneas, ni siquiera a día de hoy es sencillo establecer un ránking nítido. ¿Es Tokio? Lo más probable es que sí. ¿Pero dónde termina la ciudad y comienza la periferia suburbana? ¿Qué es urbe y qué es área metropolitana?

Tales complejidades se ven magnificadas cuando proyectamos nuestra mirada sobre el pasado. Medir los flujos de población a lo largo de la Historia es harto complejo. La mayor parte de censos modernos surgen hace no más de cinco siglos, lo que elimina cualquier registro preciso de numerosas ciudades y civilizaciones cuyo glorioso esplendor data de milenios atrás. Roma es un buen ejemplo.

Pese a ello, las labores historiográficas y arqueológicas nos han permitido tener una mirada más o menos precisa sobre la evolución de la población urbana. Ya vimos en su día como la humanidad estaba entrando en una fase desconocida: por primera vez, la mayor parte de los seres humanos viven en ciudades (aunque su definición también es discutible). Eso no significa que en el pasado no existieran grandes centros urbanos.

Para ilustrar su evolución a lo largo de los siglos, John Burn-Murdoch, ilustrador del Financial Times, ha tenido una idea estupenda: utilizar un gráfico de barras a la carrera, similar al que comentamos en su momento a propósito de las marcas más valiosas de las últimas décadas.

Esta suerte de gráficos viven un repentino momento viral, multiplicados por doquier en Twitter, YouTube y Reddit. El elaborado por Murdoch se vale de dos fuentes de información valiosas (los datos demográficos urbanos pre-1900 recopilados por la NASA en este estudio y la información censal post-1900 publicada por la ONU y otros organismos aquí) para poner a competir a las diez ciudades más pobladas de la Tierra desde 1500 hasta 2018.

El resultado es fascinante. El paisaje urbano del siglo XVI difiere enormemente del actual. Por aquel entonces Beijing era la ciudad más poblada, con 670.000 habitantes. Le seguía de cerca la urbe india de Vijayanagar, capital del imperio homónimo que gobernaría sobre el sur del subcontinente hasta mediados del siglo XVII. Sería arrasada y deshabitada, pero llegaría a acumular 500.000 habitantes.

Por allí también se colarían El Cairo (400.000, una constante histórica entre las diez primeras); Hangzhou, Guanzhou y Nanjing (250.000,150.000 y 147.000: China siempre ha tenido el mayor número de grandes ciudades); Tabriz, Irán; Gauda, India; y Estambul y París, con apenas 200.000 cada una. Su evolución a lo largo de los siglos, con especial mención a la irrupción de Londres a partir de 1800, es fascinante.

A día de hoy, el cuadro es muy distinto, y está acabando con el dominio de las urbes occidentales que representaron el epicentro del mundo urbano hace un siglo. Delhi (27.000.000), Shanghai (25.000.000), Mumbai (22.000.000), Sao Paulo (21.000.000), México (21.000.000), El Cairo (19.000.000) y Dhaka (19.000.000) se cuentan entre las más pobladas. Todas están creciendo. Y todas pertenecen a países desarrollados. Su objetivo a medio plazo: la inmensidad de Tokio, 38.000.000.



El vídeo de Murdoch no es el único que ha tratado de resumir en un par de minutos la evolución histórica de las ciudades más habitadas. Este otro elaborado por una de las cuentas más celebradas de la cartografía-histórica en YouTube, Ollie Bye, despliega sobre un mapa a las cinco urbes más populosas del planeta desde la Era Antigua (un complemento perfecto a la modernidad del gráfico a la carrera).



Y este otro elaborado por WawamuStats, también en YouTube, se centra en la evolución demográfica de la Nación Urbana tras la Segunda Guerra Mundial, punto de no retorno para casi todas las sociedades modernas y momento en el que gigantescas bolsas de población humana se trasladan desde el campo hasta la ciudad. Es un añadido idóneo para entender los drásticos cambios en los países en vías de desarrollo que acontecen en la recta final del siglo XX y hasta nuestros días.

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La vida tras la muerte: cómo el regreso de la fauna ayuda a curar las heridas en zonas de guerra

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En el lugar donde antaño el Telón de Acero separaba Europa a base de alambre de espino ahora prospera toda una red de espacios naturales donde habitan osos, lobos y linces. Conmemorando los 100 años del fin de la Primera Guerra Mundial, la gente se pone amapolas para evocar los vastos campos de flores rojas que crecieron sobre la carnicería de los campos de batalla de Europa. Una vez que el conflicto humano ha terminado, el regreso de la naturaleza a los paisajes estériles se convierte en un símbolo de paz.

Se trata de tragedias que obligan a la gente a desplazarse de sus casas, pero que pueden hacer que la naturaleza ocupe su lugar.

Aunque la repoblación de la fauna normalmente obedece a una decisión activa, como puede ser la reintroducción de lobos en el Parque Nacional de Yellowstone, la tierras rurales abandonadas a menudo se llenan de vida silvestre por sí solas. En la actualidad, con la despoblación de las zonas rurales debido a la emigración a las ciudades se ha producido una repoblación de fauna accidental que ha supuesto la vuelta de grandes depredadores a algunas zonas europeas mucho después de que casi se extinguieran.

Cambios repentinos, como el desastre de la central nuclear de Chernóbil en 1986, hacen que la fauna recolonice zonas de exclusión en zonas previamente desarrolladas. La guerra también puede provocar la exclusión humana, algo que puede beneficiar a la vida silvestre en condiciones específicas. El aislamiento y el abandono pueden hacer que aumente y se recupere la fauna salvaje, algo que se ha podido observar tanto en ecosistemas terrestres como acuáticos.


El vínculo entre guerra y vida salvaje

Los bancos de peces en el Atlántico Norte se beneficiaron de la Segunda Guerra Mundial al reducirse drásticamente el número de flotas pesqueras. Los buques pesqueros fueron requisados por la marina, se reclutaron marineros y los riesgos de la pesca debido a los ataques enemigos o a la minería subterránea disuadieron a los pescadores de aventurarse a salir a faenar.

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Cuando los humanos se van, aparece la fauna. Así sucedió en los alrededores de Pripyat. (Jorge Franganillo/Flickr)

Como resultado, se crearon "áreas de protección marina" durante varios años en el Océano Atlántico. Después del enfrentamiento, armados con barcos de arrastre más rápidos y grandes equipados con nuevas tecnologías, los pescadores registraron fortunas en capturas. Una consecuencia más perturbadora guerra: permitió que prosperaran especies oportunistas como el tiburón oceánico de punta blanca, puesto que los restos de víctimas humanas en el mar resultaron ser una fuente de alimento rica y abundante.

Los pecios de los buques de guerra también pasaron a ser arrecifes artificiales en el fondo del mar y siguen contribuyendo a la abundancia de fauna marina en la actualidad. Los 52 buques de guerra alemanes capturados que fueron hundidos durante la Primera Guerra Mundial entre el territorio continental de las Islas Orcadas y las Islas del Sur, frente a la costa norte de Escocia, son ahora florecientes hábitats marinos.

Las zonas de exclusión o "tierras de nadie" que surgen tras las batallas también pueden ayudar a la recuperación de los ecosistemas terrestres mediante la creación de reservas de vida silvestre de facto. Especies que anteriormente estaban en peligro de extinción, como el leopardo persa, han restablecido su número en la escarpada frontera norte entre Irán e Irak.

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Un perro de Chernóbil. (Jorge Franganillo/Flickr)

Un asentamiento precario de posguerra puede endurecer las fronteras con vastas áreas donde está prohibida la entrada de personas. La zona desmilitarizada de Corea es una franja de tierra de 4 km por 250 km que separa las dos Coreas desde 1953. Para los humanos es uno de los lugares más peligrosos de la Tierra, con cientos de miles de soldados patrullando sus bordes, pero para la vida salvaje es una de las áreas más seguras de la zona.

A día de hoy, la zona es el hábitat de miles de especies que se han extinguido o están en peligro de extinción en en el resto de la península coreana, como es el caso del goral de cola larga.

Resulta milagroso que incluso los hábitats marcados por las armas de destrucción más horribles puedan prosperar como lugares donde el acceso humano está excluido o fuertemente regulado. Áreas previamente utilizadas para pruebas nucleares, como las Islas Marshall en el Océano Pacífico han sido recolonizadas por corales y peces, que parecen estar prosperando en el cráter del atolón Bikini, declarado un páramo nuclear después de las pruebas de bombas nucleares en las décadas de 1940 y 1950.


La guerra no es buena para nadie

A pesar de todas las peculiaridades que se han producido a causa del abandono de regiones, la guerra perjudica de forma devastadora tanto a las comunidades humanas como a los ecosistema. Un análisis del impacto de los conflictos humanos sobre los ecosistemas en África mostró una disminución general de la fauna salvaje entre 1946 y 2010. Tras la guerra, las poblaciones naturales tardaron en recuperarse o se paralizaron por completo, puesto que las dificultades económicas hacían que no hubiera dinero para conservación de la fauna.

A menudo las personas siguen evitando las "tierra de nadie" debido a la presencia de minas terrestres. Pero estos artefactos no distinguen entre soldados y animales salvajes, particularmente en el caso de mamíferos grandes. Se cree que los explosivos residuales en zonas de conflicto han hecho que algunas especies amenazadas se encuentren más cerca de la extinción.

Sin embargo, en la medida de lo posible, la repoblación accidental de la fauna causada por la guerra puede ayudar a la reconciliación de la gente una vez que ha acabado la lucha, poniendo naturaleza donde la guerra había traído aislamiento. Existe la esperanza de que si Corea se reunifica, un área de protección permanente podría establecerse dentro de los límites actuales de la zona desmilitarizada, permitiendo que el ecoturismo y la educación reemplacen a la enemistad.

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El leopardo persa vivió un pequeño repunta gracias a la guerra entre Irán e Irak. (Pixabay)

Iniciativas de este tipo ya han tenido éxito en otras partes del mundo. El Cinturón Verde de Europa es el nombre del corredor natural que recorre el antiguo Telón de Acero que en su día dividió el continente. Iniciado en la década de 1970, este proyecto se ha extendido a lo largo de la frontera de 24 estados y hoy en día es la red ecológica de este tipo más larga y más grande del mundo. En este proyecto los cráteres de las minas han sido reemplazados por estanques y los bosques y las poblaciones de insectos han crecido gracias a la ausencia de agricultura y el uso de pesticidas.

En aquellos lugares donde la guerra aísla y restringe el movimiento humano, la naturaleza parece prosperar. Si como especie humana aspiramos a vivir en un mundo pacífico sin guerras, debemos esforzarnos por limitar nuestras propias intrusiones en los paraísos naturales donde, irónicamente, la guerra humana ha creado y nutrido un legado positivo a partir de una historia trágica.

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Autor: Antonio Uzal, Nottingham Trent University.

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.

Traducido por Silvestre Urbón.

https://magnet.xataka.com/que-pasa-...reso-fauna-ayuda-a-curar-heridas-zonas-guerra
 
Si no hay vacuna no hay colegio: Italia prohíbe la escuela a miles de niños sin inmunizar

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Desde el lunes, un número indeterminado de niños tienen vetado el acceso al colegio. ¿El motivo? No están vacunados. El origen de la drástica medida se remonta a mediados de 2017, cuando el ya extinto gobierno de Renzi aprobó un decreto exigiendo la vacuna obligatoria para entrar en la escuela. La actual coalición del Movimento 5 Stelle y la Lega logró paralizar la medida temporalmente. Ahora ha regresado.

La clave. El Decreto Lorenzin fue una de las diversas medidas ejecutadas por el Partido Demócrata para impulsar las tasas de vacunación en Italia. 2017 fue un año calamitoso: una epidemia de sarampión afectó a más de 4.500 personas, causando hasta seis muertes. El país se situaba por aquel entonces a la cola de la inmunidad europea: en 2015, la tasa de cobertura de la primera dosis no superaba el 85%.

Cifras sólo comparables a las de Rumanía.

La pugna. La medida era drástica: los padres debían acreditar hasta diez vacunas para registrar a sus hijos en el colegio. No llegó demasiado lejos. Las elecciones de marzo de 2018 impidieron poner en marcha la resolución. El nuevo gobierno, comandado por el M5S y la Lega, aprobó su paralización temporal durante un breve periodo de tiempo. Hasta entonces, los niños no vacunados pudieron acudir a clase.

Fecha límite. La suspensión cautelar del Decreto Lorenzin finalizó el 10 de marzo. Durante esta semana los colegios han comenzado a vetar el acceso a los escolares sin inmunizar. Sólo en Bolonia, según cuenta The New York Times, han sido más de 300. La cifra nacional se desconoce. El gobierno trabaja ahora en una nueva ley que tumbe la prohibición siempre y cuando se haya alcanzado la inmunidad de grupo.

¿Por qué? Italia arrastra problemas de inmunización desde mediados de los sesenta, cuando miles de personas fueron vacunadas de forma irregular. Durante los últimos años el movimiento antivacunas ha crecido, espoleado por el M5S: la formación llegó a plantear una ley que falsamente asociaba el autismo a las vacunas. Su causa se hizo muy popular. La Lega también ha agitado el espantajo del escepticismo.

Ambos están ahora en el gobierno. La actual ministra de Sanidad, Giulia Grillo, es abiertamente antivacunas.

Es grave. Según las asociaciones de médicos y pediatras, la tasa de cobertura ha crecido durante los últimos dos años (92% en 2017), pero hay riesgo de revertir los avances. Los casos de sarampión se han multiplicado en el último lustro. De ahí la contundencia del Decreto Lorenzin, hoy de nuevo vigente: si tu hijo no está vacunado, tampoco podrá estar escolarizado. Una medida radical y sin precedentes.

Imagen: g_u/Flickr

https://magnet.xataka.com/en-diez-minutos/no-hay-vacuna-no-hay-colegio-italia-prohibe-escuela-a-miles-ninos-inmunizar
 
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