CIUDADES

París y Barcelona: dos ejemplos que anticipan la muerte del coche en la gran ciudad

París y Barcelona: dos ejemplos que anticipan la muerte del coche en la gran ciudad





La socialista Anne Hidalgo ha sido reelegida alcaldesa de París tras un complicado mandato de seis años. Su programa, eminentemente ecologista, se ha impuesto al de su rival conservadora, Rachida Dati, y destaca por dos puntos: peatonalización de París y más bici. De hecho, quiere eliminar el 72 % de las plazas de aparcamiento en la ciudad.

Lo mismo está ocurriendo en Barcelona, donde se apuesta por reducir el espacio que ocupa el vehículo para dárselo al peatón y al ciclista. En un escenario en el que aparcar el coche en las ciudades es cada vez más tedioso, vemos cómo la tendencia de los SUV se afianza año tras año. Es decir, los coches son cada vez más grandes y hay menos sitio -y más pequeño- para aparcar.


París: "La ciudad de 15 minutos"

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Hidalgo quiere convertir París en una ciudad en la que todo esté cerca, de forma que se pueda llegar de un punto A a un punto B en un cuarto de hora, y preferiblemente no en coche. Es el denominado proyecto 'Ville du quart d´heure', que abarca desde cultura hasta seguridad ciudadana pasando por limpieza y zonas peatonales en cada distrito.



También recoge que todas las calles de la capital francesa cuenten con un carril bici y que todos los puentes tengan corredores bici protegidos, así como peatonalizar el centro de París, donde el tráfico se limitará a personas con movilidad reducida, residentes, taxis, vehículos de emergencia, artesanos, comerciantes y tranvías eléctricos.

Y esto se hará a expensas de los vehículos privados.

Según sus planes, París eliminará el 72 % de sus espacios de aparcamiento en la calle. De acuerdo a un estudio de 2019 realizado por Atelier Parisien d'Urbanisme y citado por Forbes, hay 83.500 espacios de para aparcar en la calle en París; Hidalgo planea eliminar 60.000 de ellos.

Anne Hidalgo
Fuente: Paris en Common

La pregunta es qué pasará con la circulación de vehículos privados cuando la medida se lleve a cabo y si la socialista tendrá algún plan de contingencia en la manga.

El programa también quiere terminar con el estacionamiento de vehículos en las aceras y frente a colegios en las horas de apertura y cierre, y regular el acceso de vehículos pesados para evitar atropellos a ciclistas y peatones.

Además, como ya ha hecho Barcelona, limitar la velocidad en el centro a 30 km/h.
Llegados a este punto merece la pena recordar cómo en 2016 Lyon sacó los coches del centro sin llegar a prohibirlos: más aparcamientos subterráneos, nuevas líneas de metro o la recuperación del tranvía fueron algunos de los ingredientes de esta exitosa receta.

Barcelona quiere menos coches en la calle

Velocidad Barcelona


La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, también ha emprendido medidas para priorizar las zonas peatonales y los carriles bici en la Ciudad Condal.

Ha anunciado la ampliación del aparcamiento regulado en seis distritos (Less Corts, Sarrià-Sant Gervasi, Horta-Guinardó, Nou Barris, Sant Andreu y Sant Martí) con los objetivos, dice, de liberar el espacio público, fomentar el uso de aparcamientos subterráneos y cumplir el compromiso establecido con la Unión Europea para reducir los índices de contaminación en la ciudad.

Así, el área de aparcamiento regulado se ampliará durante los próximos meses en 9.558 plazas nuevas de estacionamiento de coches para priorizar el aparcamiento para residentes.


En la actualidad hay 55.905 plazas de aparcamiento no regulado, así que dentro de poco habrá casi 10.000 menos.

De hecho el consistorio ha anunciado la intención de eliminar casi la totalidad de aparcamientos gratuitos a corto y medio plazo.

En la actualidad, Barcelona ya cuenta con más de 200 kilómetros de carriles bici y 800 kilómetros de calles pacificadas, y se ha establecido un límite de velocidad de 30 km/h en el centro, además de la 'recién estrenada' Zona de Bajas Emisiones.

Barcelona


Barcelona ha conseguido ganar además 500.000 m2 de espacio para los peatones cerrando 12 km a los vehículos privados en zonas tan emblemáticas como la Avenida Diagonal o la Gran Vía de Less Corts Catalanes.

Lo cierto es que esta tendencia lleva tiempo en la palestra, pues en 2018 se actualizó una normativa municipal de 1992 para reducir el número de plazas de aparcamiento en los nuevos edificios de viviendas.

En el caso de inmuebles públicos, la medida establece que solo se podrá construir una plaza por cada cuatro pisos en vez de una por cada piso. En el mercado libre, como máximo se contempla un estacionamiento por vivienda.

Menos plazas y coches cada vez más grandes

Land Rover Iaa


La industria automotriz nada en sentido contrario a la evolución de las ciudades. Con cada vez menos espacio para aparcar, la tendencia SUV y crossover lleva imponiéndose varios años, y no tiene pinta de que vaya a morir pronto.

Según datos de JATO Dynamics, el segmento SUV experimentó el año pasado en Europa el séptimo año consecutivo de crecimiento de dos dígitos con el 38 % del mercado total. Las matriculaciones superaron los 6 millones de unidades, un 12 % más que en 2018.


En este escenario, la Agencia de Medio Ambiente Europea ha señalado a los SUV como principales responsables del incremento de emisiones promedio de CO₂ de los automóviles nuevos matriculados en la UE en 2018.

Mientras los coches crecen, las plazas siguen teniendo el mismo tamaño que en 1895, hay cada vez menor número y la gente no aparca todo lo bien que debería.

Un cóctel que hará del centro de las ciudades un infierno para el vehículo privado.

 
El curioso plano de una Buenos Aires distinta que los ingleses proyectaban cuando invadieron en 1806
Se descubrió que los ingleses habían traído -entre 1806 y 1807- un proyecto urbano para la ciudad, muy diferente a la traza colonial española, que incluía diagonales, plazas y avenidas de circunvalación


Por Adrián Pignatelli
5 de julio de 2020






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La primera invasión inglesa tuvo lugar a fines de junio de 1806, y durante un mes y medio Buenos Aires estuvo gobernada por los británicos.

El viernes 12 de septiembre de 1806 en Londres hubo un estallido de júbilo. Luego de casi dos meses de navegación, el Narcissus entró al puerto de Portsmouth con la buena nueva. Su capitán Donnelly informó que William Carr Beresford, con tal solo 1460 soldados, había tomado Buenos Aires, ese lejano puerto español en la América del Sur.


Gracias al telégrafo óptico, creado doce años antes por el clérigo Lord George Murray, la noticia fue transmitida de inmediato a Londres, distante unos 100 kilómetros. Diez minutos después, el rey Jorge III y toda la capital británica se enteraba que esa lejana colonia española llamada Buenos Aires formaba parte del imperio británico.

A las 7 de la mañana del 20 de septiembre, en medio de la algarabía general, comenzó el desfile por las calles de Londres con el tesoro capturado. Ocho carros, que transportaban los caudales que el virrey Sobremonte había querido poner a salvo, más la bandera española que flameaba en el fuerte y cañones de bronce que defendían las costas de Quilmes fueron paseados por la sede del Almirantazgo, por Pall Mall y por la plaza de Saint James. La caravana terminó en la puerta misma del Banco de Inglaterra, donde se depositó el botín.

La euforia generada en el gobierno se transmitió automáticamente a los comerciantes, que vieron en la ciudad capturada un sinnúmero de oportunidades para colocar sus productos. A los pocos días, con el visto bueno del monarca inglés, que en una proclama anunciaba que “todos sus amados súbditos pueden comerciar lícitamente, desde y a la citada ciudad”, un centenar de buques, colmados de mercaderías, pusieron proa a Buenos Aires, junto con una fuerza militar, destinada a reforzar a las que habían tomado la plaza, ignorando que Beresford ya había sido echado el 12 de agosto.



Los británicos, en lo que se conocería como la segunda invasión inglesa, vinieron a refundar una ciudad a imagen y semejanza de las que existían en las islas. El final, es por todos conocido. Esa segunda incursión fue rechazada el 5 de julio del año siguiente luego de una sangrienta lucha por las calles porteñas.


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En la segunda invasión inglesa, hubo un despliegue militar que, si bien fue muy importante, fue rechazado por las defensas criollas.

Fueron muchos los objetos capturados a los invasores. Entre ellos, un cargamento de galeras que fueron a completar el uniforme a la flamante Legión de Patricios Voluntarios Urbanos de Buenos Aires, que luego se transformaría en el Regimiento de Patricios. Lo que vino como caído del cielo fue una imprenta sin uso, que con sus letras, viñetas, además del centenar de resmas de papel, pasaron a modernizar a la vetusta imprenta de los Niños Expósitos, cuyos tipos móviles estaban bastante desgastados por el uso.

Un plano original

Lo que también sobrevivió es un curioso plano, elaborado en Gran Bretaña, sobre cómo habría sido la ciudad de Buenos Aires de haber permanecido en poder británico. Tan seguros estaban los ingleses de su victoria, que hasta habían proyectado la modificación de la típica traza colonial española


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El plano, impreso en Londres, sobre un hipotético diseño de la ciudad de Buenos Aires. Los británicos imaginaban una ciudad completamente distinta.

El proyecto -descubierto años después por el arquitecto R.J. Álvarez y publicado en la Revista de Arquitectura- incluía espacios abiertos, grandes avenidas y diagonales, para hacerla más funcional. Según los especialistas, es un trazado standard, que revela conocimientos de urbanismo.

El plano lleva de título “Plan de la capital de las colonias inglesas en el Río de la Plata. Publicado por R. Ackermann 101 Strand-Londres” y se ignora si fue traído en la expedición de 1806 o en la del año siguiente. Ackermann, un alemán nacido en 1764 que se había radicado en Londres en 1786, descubrió su vocación por las artes gráficas casi de casualidad, diseñando grabados de publicidad de sus carruajes. Terminaría abriendo un local en El Strand, una conocida calle en Westminster, que se transformaría en una galería de arte. Con el correr del tiempo, Ackermann -con excelentes contactos políticos- explotó el interés británico por América Latina, editando una serie de publicaciones sobre sus países. Por muchos años circularon por el hemisferio sur ejemplares de Los Catecismos, una edición barata de 200 páginas en formato pequeño, que Ackermann editó.


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El impresor Rudolph Ackermann, que de su imprenta salió el plano sobre cómo tenían planeado los ingleses que debía ser Buenos Aires.

En el plano -reproducido en el libro Los planos más antiguos de Buenos Aires 1580-1880, de A. Taullard. Jacobo Peuser, 1940- se advierte que las calles van de mayor a menor, cruzadas por avenidas arboladas, diagonales, calles de circunvalación y arterias menores, con plazas y plazoletas para mejorar la circulación. Las manzanas fueron pensadas como bloques rectangulares, cuyos lotes daban a dos calles.

Si se intenta el ejercicio de superponer este plano al trazado que entonces tenía Buenos Aires, se comprueba que la plaza central de la ciudad hubiese estado ubicada en el cruce de Avenida de Mayo y Bernardo de Irigoyen. Los límites de la ciudad estarían delimitados por Independencia, Entre Ríos, Callao, Córdoba, Leandro Alem y Paseo Colón.

La superposición del plan hace además que coincidan las calles Independencia, Belgrano, Corrientes y Córdoba, y que coincidieran con la traza que ordenó Bernardino Rivadavia, que también se destacó como un urbanista, y que casualmente era amigo de Ackermann.

Siendo Ministro de Gobierno de Martín Rodríguez, Rivadavia llevó a la práctica una profunda reforma institucional. En lo que a la ciudad se refería, dispuso que Entre Ríos, Callao, Corrientes, Córdoba, Santa Fe, Belgrano e Independencia tuvieran un ancho de 30 varas, esto es, cerca de 25 metros. Y otra novedad que impuso fue que las calles que fueran de norte a sur, al llegar a la calle La Plata, cambiasen de nombre. Actualmente, La Plata lleva el nombre de Rivadavia.

Producto de las invasiones, muchos ingleses eligieron vivir en estas tierras y sería importante la inmigración de ciudadanos de ese país en las próximas décadas. Sin embargo, el proyecto de recrear Piccadilly Circus en el Río de la Plata quedó en un sueño ya muy lejano.

 
El verdadero tamaño de todos los países del mundo, comparado en este estupendo gráfico

El verdadero tamaño de todos los países del mundo, comparado en este estupendo gráfico




¿Cómo de grandes son realmente los grandes países del mundo? Hacerse a la idea de las verdaderas proporciones del planeta es en ocasiones una tarea compleja. No se trata únicamente de nuestro limitado periplo vital, de lo reducido de nuestros movimientos diarios, constreñidos habitualmente a un puñado de kilómetros. También de lo complejo de representar sobre un papel la superficie esférica de la Tierra. Siempre habrá distorsiones, como la proyección más popular de siempre, Mercator, demuestra.

Hemos hablado muy a menudo de la compleja tarea que los cartógrafos han afrontado desde el inicio de su profesión, y de cómo hay una enorme distancia entre lo que observamos en un mapa dado y lo que realmente sucede a pie de tierra. África, un continente empequeñecido durante siglos en casi todas las representaciones visuales, es el mejor ejemplo. En su interior caben todos los grandes países del globo y alguno más. En nuestra imaginación tales dimensiones son más escuetas.


Hay formas de arreglarlo. Esta estupenda visualización de Art.Lebedev es el mejor ejemplo. Un gigantesco gráfico que compara el tamaño real de todos los países del mundo, ordenados de mayor a menor. Desde la inmensidad de Rusia, sólo comparable en dimensiones por la totalidad de la Antártida, hasta la pequeñez de Ciudad del Vaticano, literalmente un punto imperceptible sobre la vasta geografía mundial. Fila a fila es más sencillo entender hasta qué punto son grandes los países grandes... Y pequeños los más pequeños (micronaciones incluidas).


En su web, por cierto, disponen de una herramienta que permite comparar cualquier país con otro, algo bastante útil si se busca relativizar el tamaño de países sólo grandes dentro de su contexto, como es el caso de España, Francia o Ucrania, los más amplios de Europa. El mapa a máxima resolución se puede disfrutar aquí. El grado de detalle es bastante admirable, y ayuda a comprender mucho mejor el mundo físico y político en el que vivimos.
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Ámsterdam drenó su río, catalogó todo lo que había en el fondo y encontró joyas de miles de años

Ámsterdam drenó su río, catalogó todo lo que había en el fondo y encontró joyas de miles de años



Países Bajos sabe cómo manipular el agua. Cualquier vuelo somero por la costa de Zelanda o cualquier paseo por una de las muchas ciudades acanaladas del país revela hasta qué punto la pequeña nación noreuropea ha perfeccionado el dominio del líquido elemento. La situación es igual de cierta en Ámsterdam, capital célebre por sus múltiples vías de agua que ha vivido durante siglos de cara a su principal río: el Amstel, curso que le da nombre.

¿Pero qué sucede cuando un lecho fluvial se topa con una crucial remodelación del sistema de transporte público de la ciudad? En 2003, la ciudad inició unas mastodónticas obras para expandir hacia el norte la red de metro local. Como resultado, los operarios tuvieron que drenar parte del río y de sus canales adyacentes, ofreciendo un particular vivero para los arqueólogos del país. Reposando sobre el lecho yacían más de 700.000 piezas arqueológicas depositadas a lo largo de los siglos.


Hoy, cinco años después de que finalizaran las obras y de que un proyecto municipal las catalogara con detalle, podemos disfrutar de todas y cada una de ellas en "Below the Surface", una web que nos permite explorar la historia arqueológica de Ámsterdam. El proyecto es interesante porque ilustra de forma extraña el particular testigo del paso del tiempo en el que se convirtió el Amstel, un repositorio (sumergido) de civilizaciones, culturas, comercio y cultura popular.

Primero, algo de historia: el espacio hoy urbanizado por Ámsterdam fue un ocasional núcleo de poblaciones humanas desde el Neolítico. Se tocó con la civilización romana poco antes de su progresiva decadencia y civilización, y evolucionó poco a poco (como la mayoría de grandes centros urbanos del norte de Europa) hacia un nodo comercial y económico con el cambio del milenio. A la altura de 1.300, Ámsterdam comenzaba su irremediable proceso de urbanización, tras un largo periodo de colonización y terreno ganado al río (y al mar).





Desde entonces se convirtió en uno de los polos económicos del Mar del Norte, merced a su posición privilegiada en la boca del río Amstel. Los particulares avatares políticos del continente, la preeminencia neerlandesa en asuntos tan cruciales como el comercio o la navegación y el carácter dinámico de Ámsterdam hicieron de la ciudad un nodo crucial para entender la red de ciudades mercantes europeas. Y el Amstel tornó en epicentro de su vida, amén de sus decenas de canales.

El día a día de Ámsterdam, durante siglos

De modo que los barcos fueron y vinieron, así como las personas, dejando su legado en las calles y en los fondos del río. Lo que los arqueólogos se han encontrado al drenar el subsuelo de la ciudad ha sido basura, maravillosa y fascinante basura que explica la historia de la ciudad y de su progresiva evolución. De ahí que "Below the Surface", también convertido en documental y libro, condense piezas de bronce de la Antigüedad, monedas de la Edad Moderna y tazos contemporáneos.

En paralelo a los hallazgos, el equipo de arqueólogos seccionó digitalmente más de un centenar de tramos del Amstel, y se lo llevaron a un gigantesco modelo 3D. A partir de él analizaron su lecho, de tal modo que pudieran identificar con nitidez de qué puntos partían los objetos encontrados (obteniendo, en el camino, un estupendo mapa histórico de Ámsterdam). Es sólo una parte del tremendo trabajo realizado, culminado en la galería digital que expone las 700.000 joyas.

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Artilugios del inicio de los tiempos.
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Artilugios de 1750.

"La enorme cantidad, variedad y cotidianidad de los restos los convierte en raras fuentes de historia urbana. La riquísima colección cubre un amplio espacio temporal, desde mucho antes del nacimiento de la ciudad hasta el presente (...) Todos los hallazgos son momentos congelados en el tiempo, conectando el pasado y el presente. El cuadro que pintan de su era es extremadamente detallado y aún así completamente aleatorio", se explica desde el proyecto. En esencia, los objetos son testigos del día a día de Ámsterdam. Un día a día que dura ya milenios.

En gran medida, ahí reside el gran interés viral del proyecto. Los objetos cotidianos que explican la historia antiquísima de la vida en torno al Amstel incluyen elementos mundanos y comunes a los primeros años del siglo XXI (tarjetas de socio de Singapur Airlines o de carga telefónica, teléfonos móviles rudimentarios o bolsos de temporada), objetos del siglo XVIII (azulejos decorativos, botellas rotas, tijeras de higiene personal, o llaves) y elementos del inicio de los tiempos (huesos de mamíferos, puntas de lanzas e incluso restos de plantas).

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Artilugios de 1650.

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Artilugios de 1349.

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Trastos de 2005.

"Below the Surface" expone todos los elementos en un infinito scroll cronológico realmente práctico, y cada resto está convenientemente explicado, definido, catalogado e identificado en el tiempo. También se incluye un pequeño mapa para saber dónde se ha encontrado particularmente (la excavación se realizó en torno a dos calles principales de la almendra central de Ámsterdam, Damrak y Rokin). Si tienes tiempo, puedes perder horas y horas en el proyecto.
Del mismo modo que las miles de bicicletas recogidas por los desbrozadores locales año tras año, la basura del fondo de los canales representan un tiempo y un lugar. Y amalgamados en conjunto, como han hecho los arqueólogos, tienen la virtud de explicar la vida cotidiana de nuestros antepasados (en concreto, de los holandeses). El proyecto es transversal e interesantísimo por ello mismo: porque ayuda a comprender mejor cómo vivíamos. Gracias a nuestra basura.

 
7.500 millones y aumentando: ¿cuántas personas puede soportar la Tierra?

7.500 millones y aumentando: ¿cuántas personas puede soportar la Tierra?





Los seres humanos somos los grandes mamíferos más numerosos de la Tierra. El número de seres humanos es ahora mismo entre 7.500 y 7.600 millones de individuos.
¿Puede soportarlo la Tierra de forma indefinida? ¿Qué pasará si no hacemos nada para gestionar el futuro crecimiento demográfico y el uso de los recursos que implica? Estas preguntas, complejas y urgentes, están relacionadas con la ecología, la política y la ética. Con ayuda de las matemáticas veremos qué puede ocurrir y cuál será la huella ecológica de nuestra especie.





En un escenario de recursos naturales ilimitados, el volumen de la población crece de forma exponencial. Un dato relevante del crecimiento exponencial es el tiempo que tarda una población en duplicar su tamaño original. El crecimiento exponencial suele comenzar despacio, aumenta progresivamente hasta que, en un momento determinado, se dispara.

Las matemáticas demográficas

Por ejemplo, imagine que Jeff Bezos (el fundador de Amazon) decide darle un centavo de dólar (es la moneda que suele manejar) el 1 de enero de 2019, dos centavos el 1 de febrero, cuatro el 1 de marzo y así sucesivamente, duplicando la cantidad cada mes. ¿Cuánto tiempo puede sostener esta decisión con una fortuna de cien mil millones de dólares? Tómese su tiempo para reflexionar y hacer cálculos.

Un año, o doce pagos después, habrá recibido 40,95 dólares, lo que le costaría más o menos pasar una tarde de cine en familia. Dos años después, 167.772,15 dólares, una cantidad importante para cualquiera, pero insignificante para un multimillonario. Tres años después, habrá recibido 687.194.767,35 dólares o, más o menos, lo que ingresó Bezos cada semana de 2017.
Crecimiento Poblacion


El pago número 43, el correspondiente al 1 de julio de 2022, será de algo menos de 88.000 millones de dólares, igual a todos los pagos anteriores juntos (más un centavo), y hará saltar la banca.

En las poblaciones reales, el tiempo de duplicación no es constante. Los humanos llegamos a los mil millones alrededor de 1800, con un tiempo de duplicación de unos 300 años; fuimos dos mil millones en 1927, con un tiempo de duplicación de 127 años; y llegamos a los cuatro mil millones en 1974, con un tiempo de duplicación de 47 años. Mirando al futuro, se prevé que en 2023 la población mundial alcance los ocho mil millones, con lo que el tiempo de duplicación será de 49 años, y salvo imprevistos, se espera que en 2100 la población del planeta se estabilice entre los diez y doce mil millones de habitantes.

Esta estabilización sería el síntoma de una dura realidad biológica: la capacidad de carga de la Tierra está restringiendo la población humana: la población que muere de forma prematura, por inanición y por enfermedades, compensa la tasa de natalidad.

Consecuencias del crecimiento

Los seres humanos consumimos y contaminamos recursos (los acuíferos, los casquetes polares, los suelos fértiles, los bosques, la pesca y los océanos) acumulados a lo largo del tiempo geológico durante decenas de miles de años. Los países ricos consumen de forma desproporcionada con respecto a su población. A modo de analogía fiscal, vivimos como si nuestra cuenta de ahorros tuviese ingresos constantes.
Poblacion Demografica


Según el centro de estudios ambientales Worldwatch Institute, la Tierra tiene 1,9 hectáreas de terreno por persona para cultivar alimentos, para fabricar tejidos para ropa, para suministrar madera y para absorber residuos. Un estadounidense utiliza de media alrededor de 9,7 hectáreas. Estos datos, por sí solos, sugieren que, con un nivel de vida estadounidense, la Tierra solo podría soportar una quinta parte de la población actual, unos 1.500 millones de personas.
El agua es vital. Biológicamente, un ser humano adulto necesita menos de cuatro litros de agua al día. En 2010, EE. UU. utilizó casi un billón trescientos cuarenta y cuatro mil millones de litros (335.000 millones de galones) de agua al día, más de 4.000 litros diarios por persona. La mitad se utilizó para generar electricidad, un tercio para el riego, y aproximadamente una décima parte para uso doméstico: inodoros, lavar la ropa y los platos, y regar el césped.

Si los 7.500 millones de habitantes del planeta consumieran agua como los estadounidenses, el uso mundial superaría los 10.000 kilómetros cúbicos al año. El suministro mundial total (lagos de agua dulce y ríos) es de unos 91.000 kilómetros cúbicos.
Poblacion Crecimientp
(Davide Ragusa/Unsplash)

Las cifras de la Organización Mundial de la Salud dicen que 2.100 millones de personas carecen de acceso directo al agua potable y 4.500 millones no disponen de saneamiento seguro. Incluso en países industrializados, las fuentes de agua pueden estar contaminadas con agentes patógenos, restos de fertilizantes e insecticidas, metales pesados y residuos de hidrofracturación.

Libertad de elección

Aunque es imposible predecir el futuro de la especie humana, los hechos son incuestionables. El agua y la comida son necesidades básicas. Duplicar la producción de comida aplazaría los problemas de natalidad actuales durante unas décadas. La Tierra soporta el nivel de vida actual porque estamos utilizando la "cuenta de ahorros" de los recursos no renovables, que incluyen las capas fértiles de la tierra, el agua potable, la pesca y el petróleo.

La reproducción es una de las principales aspiraciones de las parejas y de las sociedades. ¿Cómo transformaremos ese preciado mantra ("creced y multiplicaos") en una generación? ¿Qué pasará si se mantienen las tasas de natalidad actuales?
Population
(Benny Jackson/Unsplash)

La población se mantiene constante si cada mujer tiene dos hijos y estos llegan a la edad de reproducción. En la actualidad, en los países en vías de desarrollo las parejas tienen entre tres a seis hijos. No podemos crear los recursos naturales. Sin embargo, sí podemos decidir cuántos hijos tener. Mejorar los derechos, la educación y el empoderamiento de las mujeres, por lo general, lleva a unas tasas de natalidad más bajas.

Como matemático, creo que reducir las tasas de natalidad de forma considerable mejorará el nivel de vida de todos. Como ciudadano, considero que mejorar nuestra relación con el entorno y promover familias más pequeñas es la única esperanza de la humanidad.
The Conversation

Autor: Andrew D. Hwang, profesora de Radio, College of the Holy Cross.

 
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