El Mundo Orbyt.
MI SEMANA AZUL & ROSA
JAIME PEÑAFIEL
22/07/2017
CHSSS...
EN EL NOMBRE DEL PADRE...
UN HIJO DROGADICTO
¡NO, POR FAVOR!
Esta mi semana la opinión pública se ha visto conmocionada por dos historias protagonizadas por padres e hijos. En los dos casos, cara y cruz de una misma moneda: el amor filial mal entendido.
El hijo ha sido, como diría el compañero Orfeo Suárez, “el talón de Aquiles” de estas historias en las que, en el caso de Ángel María Villar y su hijo Gorka, éste, en el nombre del padre, le ha ganado tantos enemigos en el bando de sus amigos como amigos en el bando de los enemigos a bases de dinero. “Su hijo puede ser el que, en realidad, acabe con él, se decía entre amigos y enemigos”. La relación entre este impresentable padre “de rústicos modales y cazurra apariencia” (Ignacio Camacho escribe) y su hijo está llena de confusiones y contradicciones por los negocios y las comisiones de estos negocios. La historia no es nueva ni única. Ahí tenemos las de los hijos de ese padre, presuntamente corrupto, llamado Jordi Pujol. Y la de los seis hijos de otra joya de los negocios, llamado José María Ruiz Mateos. “Y otros que aún andan escondidos”, según el compañero Antonio Lucas y que se han enriquecido “en el nombre del padre”.
Si aparecer en los papeles por los dineros es asunto sucio, vengan de donde vengan esos euros o dólares, peor, mucho peor y vergonzoso, es el enfrentamiento padre e hijo por la... droga. El tristísimo y lamentable espectáculo de Alonso, un encanallado y miserable hijo, quien, “desatado como el más mortal de los huracanes”, logró humillar a su famoso padre, el gran profesional de las ondas, Andrés Caparrós, nada menos que ante la millonaria audiencia de Sábado Deluxe.
En la encerrona a su padre, que había acudido al programa de Telecinco para reconciliarse con el hijo, éste no sólo se equivocó en el tono, sino en las formas. Soy el primero en reconocer que es muy, pero que muy difícil ser un buen padre cuando se tiene un hijo drogadicto. Lo sé por experiencia. ¡Ay si yo les contara! Aunque el estimado Andrés haya fallado como padre, el impresentable muchacho no tenía derecho a hablar como le habló ni a insultarle como lo hizo. Hasta la madre tuvo que intervenir por teléfono, para reconvenir al hijo: “ No tienes derecho a hablar así a tu padre, que ha ido ahí para intentar reconciliarse contigo”. Y, posiblemente, hasta perdonarle su encanallada y triste experiencia con las drogas. Por muy severo que sea un padre juzgando a su hijo, nunca es tanto como un hijo juzgando a su padre. Exigir a un padre, para respetarle, que esté libre de defectos y que sea la perfección de la humanidad es injustificable. ¡Muchacho eres un miserable! No es necesario traer aquí y ahora hechos y sucedidos de hijos ya crecidos contra sus padres. Esta mi semana, un niño de tan sólo 11 años se ha levantado contra su madre porque ésta le dio una bofetada, después de que le arrojara el móvil y amenazara con irse de casa. ¡Con sólo 11 años, Dios mío! Como respuesta, el monstruito infantil se dirigió a la comisaría y la denunció. Fue detenida y procesada. Un juez como Dios manda la exculpó al considerar la conducta del niño “aberrante”. Pienso que es mucho peor que eso. Un taxista amigo mío también fue denunciado por su hijo de 14 años por darle un capón. El padre fue detenido. ¿Quieren más ejemplos? Desgraciadamente, los hay centenares. ¡Malditos niños!
Hoy en día, las reverencias, los plongeon en Europa, sólo se entienden y explican en las representaciones líricas y teatrales cuando el público aplaude tras la representación, como gesto de agradecimiento. También en judo y otras artes marciales. Y en Japón para mostrar humildad, acatamiento y humillación. Pero no es de recibo en países modernos y en monarquías que se consideran como la nuestra, si no democráticas (la democracia es otra cosa) sí parlamentarias. Me ha dolido ver, esta mi semana, a una mujer, que, además, es ministra, nada menos que de Defensa, arrodillada ante un hombre, aunque éste sea el jefe del Estado. Felipe no debió permitirlo ni ella hacerlo. Como tampoco Letiziaque ninguna mujer la reverencie, sea o no princesa. Sorpresa produjo ver, durante el reciente viaje oficial a Londres a toda una hija de la reina Isabel II, la princesa Ana, arrodillada ante la nieta de un taxista. Le hubiera bastado, como también a Don Felipe, con decirle: ¡No, por favor!, impidiendo tal humillación y ayudándola a levantarse. Mi madre, que no era reina ni princesa pero sí una gran señora, siempre la recordaré diciendo a los caballeros que se descubrían ante ella, en la época en la que estos solían llevar sombreros: “¡Cúbrase, por favor!”. Pues eso. Evitemos que María Dolores de Cospedal, mi querida y admirada Dulcinea, ¿te acuerdas de aquel día?, no tenga que volver a contar ocho: tres para bajar, uno para hacer la pausa y cuatro para levantarse que es, lo que según los expertos, son los tiempos para un correcto plongeon.
Siempre los mismos con las mismas y en las mismas fiestas. Sota, caballo y rey. ¡Qué panda! (...) ¿Se habrá preguntado por qué su hijo e incluso la hija no quieren ni verla? ¿De quién será la culpa? ¡Ay! si su famosa madre levantara la cabeza (...) Siempre pasa lo mismo: los abuelos las crean, los padres las consolidan y los hijos las cierran ... Embassy, Somosierra ... Una verdadera pena (...) Por muy duro y cruel que sea aceptar que la muchacha está muerta, está tan muerta como la otra del mismo nombre (...) Ya se han dejado sentir las consecuencias económicas del viaje oficial: las empresas españolas se han quedado fuera de la construcción del AVE entre Londres y Birmingham. Con el padre esto no hubiera pasado (...) En la relación de los últimos suicidados, seis lo hicieron disparándose un tiro. Dos en la cabeza, los otros cuatro en el pecho (...) Cuidado con frivolizar sobre enfermedades mentales. Se puede incurrir incluso en delito penal (...) Qué naturales y hasta divertidas aparecen con sombrero todas las princesas y qué estirada nuestra consorte (...) Me sorprenden las solidarias y benéficas fiestas de Marbella organizadas por una tal María Bravo y cía de las que se ha apartado el querido y admirado Antonio Banderas. Por algo será (...) El personal está obsesionado con esa tripa de quita y pon de la novia del muchacho (...) Una revista retrasa la salida a los quioscos para incluir en la portada a la hija de la “princesa del pueblo”, que cumple 18 años. ¡Qué país!
MI SEMANA AZUL & ROSA
JAIME PEÑAFIEL
22/07/2017
CHSSS...
EN EL NOMBRE DEL PADRE...
UN HIJO DROGADICTO
¡NO, POR FAVOR!
Esta mi semana la opinión pública se ha visto conmocionada por dos historias protagonizadas por padres e hijos. En los dos casos, cara y cruz de una misma moneda: el amor filial mal entendido.
El hijo ha sido, como diría el compañero Orfeo Suárez, “el talón de Aquiles” de estas historias en las que, en el caso de Ángel María Villar y su hijo Gorka, éste, en el nombre del padre, le ha ganado tantos enemigos en el bando de sus amigos como amigos en el bando de los enemigos a bases de dinero. “Su hijo puede ser el que, en realidad, acabe con él, se decía entre amigos y enemigos”. La relación entre este impresentable padre “de rústicos modales y cazurra apariencia” (Ignacio Camacho escribe) y su hijo está llena de confusiones y contradicciones por los negocios y las comisiones de estos negocios. La historia no es nueva ni única. Ahí tenemos las de los hijos de ese padre, presuntamente corrupto, llamado Jordi Pujol. Y la de los seis hijos de otra joya de los negocios, llamado José María Ruiz Mateos. “Y otros que aún andan escondidos”, según el compañero Antonio Lucas y que se han enriquecido “en el nombre del padre”.
Si aparecer en los papeles por los dineros es asunto sucio, vengan de donde vengan esos euros o dólares, peor, mucho peor y vergonzoso, es el enfrentamiento padre e hijo por la... droga. El tristísimo y lamentable espectáculo de Alonso, un encanallado y miserable hijo, quien, “desatado como el más mortal de los huracanes”, logró humillar a su famoso padre, el gran profesional de las ondas, Andrés Caparrós, nada menos que ante la millonaria audiencia de Sábado Deluxe.
En la encerrona a su padre, que había acudido al programa de Telecinco para reconciliarse con el hijo, éste no sólo se equivocó en el tono, sino en las formas. Soy el primero en reconocer que es muy, pero que muy difícil ser un buen padre cuando se tiene un hijo drogadicto. Lo sé por experiencia. ¡Ay si yo les contara! Aunque el estimado Andrés haya fallado como padre, el impresentable muchacho no tenía derecho a hablar como le habló ni a insultarle como lo hizo. Hasta la madre tuvo que intervenir por teléfono, para reconvenir al hijo: “ No tienes derecho a hablar así a tu padre, que ha ido ahí para intentar reconciliarse contigo”. Y, posiblemente, hasta perdonarle su encanallada y triste experiencia con las drogas. Por muy severo que sea un padre juzgando a su hijo, nunca es tanto como un hijo juzgando a su padre. Exigir a un padre, para respetarle, que esté libre de defectos y que sea la perfección de la humanidad es injustificable. ¡Muchacho eres un miserable! No es necesario traer aquí y ahora hechos y sucedidos de hijos ya crecidos contra sus padres. Esta mi semana, un niño de tan sólo 11 años se ha levantado contra su madre porque ésta le dio una bofetada, después de que le arrojara el móvil y amenazara con irse de casa. ¡Con sólo 11 años, Dios mío! Como respuesta, el monstruito infantil se dirigió a la comisaría y la denunció. Fue detenida y procesada. Un juez como Dios manda la exculpó al considerar la conducta del niño “aberrante”. Pienso que es mucho peor que eso. Un taxista amigo mío también fue denunciado por su hijo de 14 años por darle un capón. El padre fue detenido. ¿Quieren más ejemplos? Desgraciadamente, los hay centenares. ¡Malditos niños!
Hoy en día, las reverencias, los plongeon en Europa, sólo se entienden y explican en las representaciones líricas y teatrales cuando el público aplaude tras la representación, como gesto de agradecimiento. También en judo y otras artes marciales. Y en Japón para mostrar humildad, acatamiento y humillación. Pero no es de recibo en países modernos y en monarquías que se consideran como la nuestra, si no democráticas (la democracia es otra cosa) sí parlamentarias. Me ha dolido ver, esta mi semana, a una mujer, que, además, es ministra, nada menos que de Defensa, arrodillada ante un hombre, aunque éste sea el jefe del Estado. Felipe no debió permitirlo ni ella hacerlo. Como tampoco Letiziaque ninguna mujer la reverencie, sea o no princesa. Sorpresa produjo ver, durante el reciente viaje oficial a Londres a toda una hija de la reina Isabel II, la princesa Ana, arrodillada ante la nieta de un taxista. Le hubiera bastado, como también a Don Felipe, con decirle: ¡No, por favor!, impidiendo tal humillación y ayudándola a levantarse. Mi madre, que no era reina ni princesa pero sí una gran señora, siempre la recordaré diciendo a los caballeros que se descubrían ante ella, en la época en la que estos solían llevar sombreros: “¡Cúbrase, por favor!”. Pues eso. Evitemos que María Dolores de Cospedal, mi querida y admirada Dulcinea, ¿te acuerdas de aquel día?, no tenga que volver a contar ocho: tres para bajar, uno para hacer la pausa y cuatro para levantarse que es, lo que según los expertos, son los tiempos para un correcto plongeon.
Siempre los mismos con las mismas y en las mismas fiestas. Sota, caballo y rey. ¡Qué panda! (...) ¿Se habrá preguntado por qué su hijo e incluso la hija no quieren ni verla? ¿De quién será la culpa? ¡Ay! si su famosa madre levantara la cabeza (...) Siempre pasa lo mismo: los abuelos las crean, los padres las consolidan y los hijos las cierran ... Embassy, Somosierra ... Una verdadera pena (...) Por muy duro y cruel que sea aceptar que la muchacha está muerta, está tan muerta como la otra del mismo nombre (...) Ya se han dejado sentir las consecuencias económicas del viaje oficial: las empresas españolas se han quedado fuera de la construcción del AVE entre Londres y Birmingham. Con el padre esto no hubiera pasado (...) En la relación de los últimos suicidados, seis lo hicieron disparándose un tiro. Dos en la cabeza, los otros cuatro en el pecho (...) Cuidado con frivolizar sobre enfermedades mentales. Se puede incurrir incluso en delito penal (...) Qué naturales y hasta divertidas aparecen con sombrero todas las princesas y qué estirada nuestra consorte (...) Me sorprenden las solidarias y benéficas fiestas de Marbella organizadas por una tal María Bravo y cía de las que se ha apartado el querido y admirado Antonio Banderas. Por algo será (...) El personal está obsesionado con esa tripa de quita y pon de la novia del muchacho (...) Una revista retrasa la salida a los quioscos para incluir en la portada a la hija de la “princesa del pueblo”, que cumple 18 años. ¡Qué país!
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