MI SEMANA AZUL & ROSA
JAIME PEÑAFIEL
21/03/2020
¿HABÍA NECESIDAD DE ESTO?
LA ‘ORDINARY PEOPLE’
LA OTRA HERENCIA QUE SÍ ACEPTÓ FELIPE
Descubra Orbyt
Lo de las amigas entrañables como Bárbara Rey, Marta Gayá y por supuesto Corinna era de sobra conocido tanto por la Reina Sofía como por su hijo Felipe. En este terreno hay un antes y un después de lo de Botsuana. Hasta entonces, lo de las amantes del Rey siempre se había mantenido en el ámbito de la privacidad del soberano y los silencios cómplices de una prensa cortesana y una familia permisiva. Pero, cuando se produce el accidente de Don Juan Carlos en aquella cacería, al personal y a la familia lo que les escandalizó fue conocer en compañía de quién. El nombre de Corinna sacudió a la opinión pública y a la propia Reina Sofía, de vacaciones en Atenas. Humillada, retrasó su regreso y cuando lo hizo solo se dio permiso para acercarse a la clínica para interesarse personalmente por las consecuencias de la caída sin dignarse a visitar a su marido.
Eso sí, tres días mas tarde, acudió al hospital llevando con ella a toda la familia. ¿Para avergonzarle? También recibió ese mismo día, aunque llegaron por separado, la visita de su hijo Felipe y su nuera Letizia, el único miembro de toda la familia que mantuvo cierta dignidad como representante de esa enorme y poderosa ordinary people que, en su cólera más ardiente, mostró su indignación por lo que veía, gritando, desde el quicio de la puerta de la habitación del Rey y con la mano chulescamente apoyada en la cadera, según un médico testigo que me lo contó:“¡Vámonos ya!”.
Posiblemente, estaba viendo aquel día que la conducta de Don Juan Carlos era peor para la Institución que la boda de Felipe con la nieta de un taxista. Que era su padre y no ella, que también, quien se estaba cargando la monarquía. Pero él se le adelantaba.
Nunca entenderé por qué Felipe VI ha esperado hasta ahora, cuando España entera y sin distinción de clases sociales sufre una de las mayores tragedias colectivas de su historia más reciente, para airear todas sus miserias familiares y no lo hizo cuando supo que había sido designado heredero, el 5 de marzo del pasado año. “Quizás porque pensó que el asunto no iría a más”, según la compañera Lucía Méndez. Pero lo de los 65 millones de euros a Corinna era muy fuerte.
“Y, además, lamentablemente dando malas explicaciones”, según el compañero Arcadi Espada. Desconozco quién o quienes fueron sus asesores. Pero el Rey debía conocer, como le recordaba mi compañera Marisa Cruz, el artículo 991 del Código Civil: “Nadie podrá aceptar ni repudiar una herencia sin estar cierto de la muerte de la persona a quien haya de heredar”. “Y nadie es nadie porque le ley es igual para Agamenón y para su porquero”, puntualizaba la compañera. ¿Quén necesidad había? A lo peor, Felipe se ha sentido obligado a sacrificar a su padre ¿para salvar la monarquía? También Don Juan Carlos sacrificó a su padre para lo mismo.
Mientras que Felipe VI ha renunciado ilegalmente a la herencia de su padre, no rechazó, en su día, la de Juan Ignacio Balada, fallecido a los 69 años, un monárquico menorquín, masón, reservado soltero y solitario. En caso de que Felipe y Letizia no hubieran aceptado la herencia, Balada había decidido fuera entregada al Estado de Israel. En 2010, los entonces Príncipes de Asturias, sus hijas Leonor y Sofía y los seis nietos restantes de los Reyes, Juan Carlos y Sofía, recibían esta curiosa herencia de casi 11 millones de euros del millonario menorquín a quien ni conocían y que a su muerte les legó todo su patrimonio compuesto de casas, pisos, garajes, un pequeño palacete, etc.
Los entonces Príncipes aceptaron la herencia después de muchos debates. Con este legado se creó la Fundación Hesperia, con sede en el Palacio de la Zarzuela. Cada uno de los nietos de los Reyes recibiría, a la mayoría de edad, la cantidad de 70.000 euros. Felipe y Letizia pagaron 682.544 euros en impuestos sucesorios y destinaron 140.000 euros a una Fundación para personas con discapacidad de Menorca.
JAIME PEÑAFIEL
21/03/2020
¿HABÍA NECESIDAD DE ESTO?
LA ‘ORDINARY PEOPLE’
LA OTRA HERENCIA QUE SÍ ACEPTÓ FELIPE
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Lo de las amigas entrañables como Bárbara Rey, Marta Gayá y por supuesto Corinna era de sobra conocido tanto por la Reina Sofía como por su hijo Felipe. En este terreno hay un antes y un después de lo de Botsuana. Hasta entonces, lo de las amantes del Rey siempre se había mantenido en el ámbito de la privacidad del soberano y los silencios cómplices de una prensa cortesana y una familia permisiva. Pero, cuando se produce el accidente de Don Juan Carlos en aquella cacería, al personal y a la familia lo que les escandalizó fue conocer en compañía de quién. El nombre de Corinna sacudió a la opinión pública y a la propia Reina Sofía, de vacaciones en Atenas. Humillada, retrasó su regreso y cuando lo hizo solo se dio permiso para acercarse a la clínica para interesarse personalmente por las consecuencias de la caída sin dignarse a visitar a su marido.
Eso sí, tres días mas tarde, acudió al hospital llevando con ella a toda la familia. ¿Para avergonzarle? También recibió ese mismo día, aunque llegaron por separado, la visita de su hijo Felipe y su nuera Letizia, el único miembro de toda la familia que mantuvo cierta dignidad como representante de esa enorme y poderosa ordinary people que, en su cólera más ardiente, mostró su indignación por lo que veía, gritando, desde el quicio de la puerta de la habitación del Rey y con la mano chulescamente apoyada en la cadera, según un médico testigo que me lo contó:“¡Vámonos ya!”.
Posiblemente, estaba viendo aquel día que la conducta de Don Juan Carlos era peor para la Institución que la boda de Felipe con la nieta de un taxista. Que era su padre y no ella, que también, quien se estaba cargando la monarquía. Pero él se le adelantaba.
Nunca entenderé por qué Felipe VI ha esperado hasta ahora, cuando España entera y sin distinción de clases sociales sufre una de las mayores tragedias colectivas de su historia más reciente, para airear todas sus miserias familiares y no lo hizo cuando supo que había sido designado heredero, el 5 de marzo del pasado año. “Quizás porque pensó que el asunto no iría a más”, según la compañera Lucía Méndez. Pero lo de los 65 millones de euros a Corinna era muy fuerte.
“Y, además, lamentablemente dando malas explicaciones”, según el compañero Arcadi Espada. Desconozco quién o quienes fueron sus asesores. Pero el Rey debía conocer, como le recordaba mi compañera Marisa Cruz, el artículo 991 del Código Civil: “Nadie podrá aceptar ni repudiar una herencia sin estar cierto de la muerte de la persona a quien haya de heredar”. “Y nadie es nadie porque le ley es igual para Agamenón y para su porquero”, puntualizaba la compañera. ¿Quén necesidad había? A lo peor, Felipe se ha sentido obligado a sacrificar a su padre ¿para salvar la monarquía? También Don Juan Carlos sacrificó a su padre para lo mismo.
Mientras que Felipe VI ha renunciado ilegalmente a la herencia de su padre, no rechazó, en su día, la de Juan Ignacio Balada, fallecido a los 69 años, un monárquico menorquín, masón, reservado soltero y solitario. En caso de que Felipe y Letizia no hubieran aceptado la herencia, Balada había decidido fuera entregada al Estado de Israel. En 2010, los entonces Príncipes de Asturias, sus hijas Leonor y Sofía y los seis nietos restantes de los Reyes, Juan Carlos y Sofía, recibían esta curiosa herencia de casi 11 millones de euros del millonario menorquín a quien ni conocían y que a su muerte les legó todo su patrimonio compuesto de casas, pisos, garajes, un pequeño palacete, etc.
Los entonces Príncipes aceptaron la herencia después de muchos debates. Con este legado se creó la Fundación Hesperia, con sede en el Palacio de la Zarzuela. Cada uno de los nietos de los Reyes recibiría, a la mayoría de edad, la cantidad de 70.000 euros. Felipe y Letizia pagaron 682.544 euros en impuestos sucesorios y destinaron 140.000 euros a una Fundación para personas con discapacidad de Menorca.
