Asesinos en serie

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Manuel Octavio Bermúdez

El Monstruo de los Cañaduzales
  • Clasificación: Asesino en serie
  • Características: ped*filia - Violador en serie
  • Número de víctimas: 17 - 21
  • Fecha del crimen: 1999 - 2003
  • Fecha de detención: 18 de julio de 2003
  • Fecha de nacimiento: 15 de octubre de 1961
  • Perfil de la víctima: Niños entre 6 y 12 años
  • Método del crimen: Estrangulación con ligadura
  • Lugar: Varios lugares, Colombia
  • Estado: Condenado a 40 años de prisión el 20 de marzo de 2004





Índice

Manuel Octavio Bermúdez
Wikipedia

Manuel Octavio Bermúdez (15 de octubre de 1961) es un asesino en serie colombiano. Apodado El monstruo de los cañaduzales, por secuestrar niños y llevarlos posteriormente a las plantaciones de caña de azúcar para asesinarlos. Era vendedor de helados y confesó que regalaba entre diez mil y quince mil pesos a las víctimas para engañarlas.

Varios medios investigativos y periodísticos lo vinculan por el asesinato de 21 niños. Otros medios afirman que cerca de 34 menores de edad fueron asesinados por Manuel.

Manuel utilizaba un fármaco llamado lidocaína, perteneciente a la familia de los anestésicos locales, para anestesiar a sus potenciales víctimas. También utilizaba a menudo, diversos objetos como cordones, jeringas, ampolletas y frascos.

Para mediados de 2002, un niño que logró escapar de Manuel, confesó a las autoridades diversos aspectos físicos del asesino y que utilizaba una bicicleta. En 2003 fue detenido por las autoridades Manuel Octavio Bermúdez, después recibir los detalles específicos del paradero del asesino, y de la forma en como operaba. Según las autoridades, en la casa de Manuel se encontraron fotos de sus víctimas y gran variedad de «objetos y prendas íntimas». También encontraron un calendario.

Finalmente, confesó el asesinato de 21 menores de edad, entre los 9 y 13 años. Su condena fue de 56 años, posteriormente reducida.

Manuel Octavio Bermúdez – El doloroso rastro de «El Monstruo»
Ana María Saavedra S – Reportera de El Pais

Durante cuatro años un hombre sembró la muerte en los cañaduzales del Valle. Sus víctimas eran niños de extracción humilde entre 9 y 14 años. Reconoció que asesinó a 21 menores, de los cuales hallaron 17; seis de ellos siguen sin identificar. La tragedia de las familias continúa.

Lo vio en un callejón oscuro. Seguía a un hombre rodeado de niños, pero cuando la observó corrió hacia ella y le gritó: “Mamá, ese señor engaña a los niños. No dejé ir a Daniela con él, le puede hacer lo mismo que a mí”.

Nidia Balanta despertó llorando. En su pecho se ahogaron los sollozos y la imagen del cuerpo de su hijo tendido en una camilla de acero regresó a su mente. Saltó de la cama a la habitación que sus dos hijas mujeres comparten. No se tranquilizó al ver a Daniela, su hija menor, dormida como un ángel.

Nidia siente que su hijo José Miguel se le apareció en sueños para prevenirla. Por eso y pese a que en su hogar el dinero escasea y los gastos aumentan, casi no sale a trabajar por no dejar solos a sus tres hijos.

Aún no ha superado lo que le pasó al mayor de sus vástagos hombres. Nidia, una humilde trabajadora que lava ropa, todavía recuerda el Jueves Santo del 2003 cuando su hijo le pidió permiso para ir con un hombre a recoger espigas.

Ella le dijo que era muy peligroso salir con un extraño. Volvió a su trabajo como aseadora en una fábrica de bizcochos, cerca a la Basílica de Buga, mientras José Miguel supuestamente le contaba al hombre que no lo habían dejado ir.

Nidia no sabe si la ilusión de comprarse unos tenis nuevos hizo que su hijo la desobedeciera por la promesa del desconocido de pagarle $15.000.

Ese Jueves Santo, a las 5:00 p.m., fue la última vez que lo vio con vida. El lunes de pascua escuchó en la radio que en un cañaduzal de Yotoco habían encontrado a un niño con las mismas características de su hijo.

Acudió a la morgue y lo reconoció. Ese día José Miguel cumplía 13 años.

Hace dos años fue la última vez que soñó con él. Fue la pesadilla del callejón oscuro, donde veía al hombre que se lo llevaba.

Nidia no sabe que ese hombre rodeado de niños era Manuel Octavio Bermúdez, ‘El Monstruo de los Cañaduzales’. Nadie le dijo que al asesino de su hijo lo capturaron el 18 de julio del 2003. Los campesinos como ella no piensan en venganza. Habla de resignación y de la fortaleza que Dios le ha dado para soportar su pena.

El rastro en Palmira. María Mercedes Hurtado ya no sueña con su hijo. Por eso, cuando su esposo no está, rebruja sus libros en busca de la única foto de su pequeño. La observa y llora.

Recuerda a su niño preferido. El que le ayudaba a lavar la ropa y se le recostaba en el regazo.

A Nahún Candelo todos lo querían. Era alegre y aunque no le gustaba estudiar, en la Escuela María Luisa Molina de Palmira los profesores le prodigaban mucho cariño. Tenía 13 años y no había pasado de primero de primaria.

El 6 de diciembre del 2002, sus padres tampoco querían dejar ir a Nahún al mercado de San Pedro, en Palmira. Al padre del niño, un cortero de caña, no le gustaba que sus hijos trabajaran. Pero el niño los convenció. Nahún no regresó.

Era el primer diciembre que Nahún pasaría en Palmira. La familia había llegado de Timbiquí, Cauca. El niño le pidió a su mamá un jean y un buzo para estrenar en Navidad. Ella no le alcanzó a comprar la pinta. Lo encontraron siete días después en un cañaduzal de la hacienda La Esperanza.

“Lo más horrible fue la forma como lo mató. Le amarró las manos y después le hizo todo eso”, dice María Mercedes. Luego, calla, no soporta esa imagen. Respira hondo y agrega: “Que Dios persone a ese hombre porque yo no puedo”.

Cuando capturaron a Manuel Octavio, quien confesó la violación y asesinato de 21 niños en Palmira, Pradera, Buga y Tuluá, las autoridades llamaron a María Mercedes para contarle.

“Pienso que si lo tuviera en frente me le tiraría encima y así fuera a mordiscos lo cogería. Que no salga nunca de la cárcel porque si sale se va a volver a llevar a los niños”, expresa.

Ese mismo diciembre en Palmira ‘El Monstruo’ mató tres niños. La más pequeña de sus víctimas fue Carlos Alfonso Fajardo Morcillo, de 9 años.

Tenía el pelo rubio y los ojos café claro. Lo recuerdan como un niño muy avispado. Se le escapaba a su mamá para pedir dinero o a ayudar a cargar mercados, frente al supermercado Marden. En ocasiones se iba con carretilleros. Muchas veces llegó a la casa con diez mil pesos.

El 26 de diciembre, cuando Shirley Morcillo se levantó a las 7:30 a.m., Carlos Alfonso ya no estaba. Otra vez se había escapado. Lo buscaron por varias semanas. Lo hallaron 20 días después en un cañaduzal de Palmira. Se encontraba en estado de descomposición.

A su madre se lo devolvieron tres meses después de que apareciera, tras el resultado de las pruebas de ADN. No se lo dejaron ver, los huesos estaban en una caja sellada que enterraron en la bóveda 1237 del Cementerio Central.

Shirley no cree que ese sea su hijo. La esperanza de que esté vivo no ha muerto. Todavía sale con su esposo a recorrer las calles con la ilusión de encontrarlo.

Sueña despierta que gritan en la puerta: “Mamá, ya llegué”.

La última víctima. Lo único que le queda de su hijo a Omaira Salazar es una fotografía que le tomaron con toga y birrete en quinto de primaria. El miércoles pasado la sacó de un cajón y la miró con nostalgia.

En los últimos días los recuerdos de su hijo se apiñan en la mente de Omaira. Las heridas que creía cicatrizadas se abrieron. El miércoles se graduaron los compañeros de Luis Carlos Galviz de la escuela Bello Horizonte de Pradera. Hoy se cumplen tres años de la desaparición y muerte del pequeño. En el colegio lo recuerdan como un niño cariñoso. Hablaba como un hombre grande que decía que iba ser policía para mantener a su mamá.

El 16 de julio del 2003 se despidió de su abuelo y le contó que con el dinero que estaba ganando con la venta del Bon Ice se iba comprar unos tenis nuevos.

Esa noche iba a dormir donde una tía, pero no llegó. Al otro día su familia inició la búsqueda. De tanto preguntar una persona les dijo que lo había visto con un vendedor de helados.

Así llegaron donde Manuel Octavio Bermúdez, quien desde hacía poco tiempo estaba vendiendo Bon Ice. Paradójicamente este hombre vivía a pocas cuadras de la casa del niño.

Luis Carlos fue la última víctima del ‘Monstruo de los Cañaduzales’.

Este hombre interrumpió su cadena mortal hace tres años, cuando fue encarcelado.

Pero el dolor que dejó en las familias de sus 21 víctimas sigue muy vivo. Y quizás nunca va a morir, aunque el ‘Monstruo’ no vuelva a matar.

El recorrido del asesino
– 6 de abril de 1999. En Palmira fue encontrado el cuerpo de un niño de 10 años. Aunque Luz Dary Useche lo identificó como su hijo desaparecido un mes atrás, el menor permanece como NN.

– 17 de septiembre de 1999. En Palmira fue hallado otro cadáver de un niño de 10 años. Permanece como NN.

– 5 de mayo del 2000. En la hacienda Cascajal de Palmira se halló otra osamenta de un niño. Sigue sin identificar.

– 30 de diciembre del 2001. En Palmira hallaron a Javier Sánchez Fernández, de 11 años. Había desaparecido dos días atrás.

– 14 de febrero del 2002. En Palmira hallaron otro níño muerto. No ha sido identificado.

– 1 de abril del 2002. En Palmira encontraron a José Évert Sinisterra, de 13 años.

– 9 de abril del 2002. En la hacienda Cascajal hallaron los restos de otro niño. Está como NN.

– 27 de julio del 2002. En Tuluá fue encontrado Edwin Andrés Pérez, de 12 años.

– 3 de diciembre del 2002. En el corregimiento Aguaclara de Palmira fueron encontrados los restos de Miguel Ángel Arce, de 11 años. Había desaparecido un mes atrás.

– 13 de diciembre del 2002. En Palmira fue encontrado Nahún Candelo.

– 15 de enero del 2003. En Palmira fue hallado Carlos Alfonso Fajardo Morcillo.

– 25 de enero del 2003. En la hacienda Cascajal hallaron a Cristian Fabián Torres, de 9 años. Había desaparecido el 10 de diciembre del 2002.

– 19 de abril del 2003. En Yotoco fue hallado José Miguel Figueroa, de 12 años.

– 16 de mayo del 2003. En Pradera encuentran otro niño. Figura como NN.

– 26 de mayo del 2003. En Pradera fue encontrado Jorge Enrique Rodríguez, de 13 años.

– 11 de junio del 2003. En la vía al corregimiento de Tablón, Pradera, fue encontrado Luis Carlos Galvis.

Confesión. El «monstruo de los cañaduzales» aceptó su responsabilidad total
Última actualización: 19 de octubre de 2015

23 de julio de 2003

El asesino en serie, capturado el sábado en Pradera, le dijo al CTI en una segunda confesión que el número de sus crímenes llega a 16. Continúa la investigación.

Sólo un día después de confesar su autoría en la muerte de siete menores de edad, a quienes violó y estranguló brutalmente y luego arrojó a los cañaduzales, aceptó que los nueve casos restantes también hacen parte de su saga criminal.

El ‘monstruo de los cañaduzales’, Manuel Octavio Bermúdez Estrada, de 42 años de edad y oriundo de Trujillo, había aceptado ser el hombre que buscaban, pero sólo se responsabilizó de algunos de los crímenes registrados por los investigadores del Grupo Interinstitucional como el de un asesino en serie.

Todos los cuerpos, las violaciones, la forma como fueron asesinados, los lugares donde fueron abandonados y los elementos que se usaron en todos y cada uno de los casos eran idénticos.

Esta circunstancia policial, técnica y científica mantuvo a los investigadores trabajando a marchas forzadas en las últimas horas para intentar establecer su conexión con el confeso violador.

“La confesión de Bermúdez Estrada nos dejaba un enorme hueco, un espacio criminal sin llenar, parte de la racha descoyuntada de la historia que él nos contó, pero con la certeza de que todo apuntaba a que esas muertes también le pertenecían”, reveló uno de los agentes del CTI que trabajó en la persecución del ‘monstruo’ durante cuatro años.

Ayer, sin embargo, el vendedor de helados, quien al principio había dicho a los policías que lo capturaron que él era el responsable de todas las muertes de menores en Palmira, Pradera, Florida y Yotoco, y que luego dijo serlo sólo de siete casos, amplió su declaración y regresó a su versión inicial.

Manuel Octavio Bermúdez dijo, entonces que, en efecto, él asesinó a los dieciséis niños entre abril de 1999 y julio de 2003.

Triste historia
Para los organismos de investigación Bermúdez Estrada ya escribió su nombre en la triste historia de los asesinos en serie, ubicándose en la casilla número dos del ‘top ten’ de los violadores más peligrosos de Colombia y del mundo.

Por delante de él sólo está otro colombiano: Luis Alfredo Garavito, responsable de más de 160 homicidios en menores de edad.

Su confesión final, sin embargo, sólo marca el comienzo de una segunda fase de la gigantesca investigación judicial: el reconocimiento y la identificación, con la ayuda del criminal, de por lo menos cinco menores que aún están reportados como NN, y la entrega del cadáver del niño Andrés Felipe Serna Useche, la primera víctima de Bermúdez Estrada.

Pese a que su progenitora, Luz Dary Useche, lo identificó un mes después de su plagio, el 6 de abril de 1999, ésta no ha podido darle cristiana sepultura dado que el cuerpo del niño se mantiene en el CTI como una evidencia clave de la investigación.

El ‘monstruo de los cañaduzales’, entonces, sería el responsable de las muertes de los niños Andrés Felipe Serna Useche, de 10 años; Daniel Alegría Valencia, de 10; José Ever Sinisterra, de 11; Miguel Angel Arce, de 9; Nahún Candelo Hurtado, de 12; Carlos Alberto Fajardo, de 9; Cristian Fabián Torres, de 9; Edwin Andrés Pérez, de 12; José Miguel Figueroa, de 12; Luis Carlos Galvis, de 12, y cinco NN entre los 11 y los 14 años de edad.

El homicida múltiple sigue siendo sometido a interrogatorios y pruebas por parte del CTI y la Fiscalía, y bajo estrictas medidas de seguridad en un lugar no determinado.

Violador asegurado
Caracol

24 de julio de 2003

CALI.—El “Monstruo de los cañaduzales”, Manuel Octavio Bermúdez Estrada, confeso violador y asesino de por lo menos 34 niños, fue cobijado con medida de aseguramiento por la fiscalía.

Los hechos se habrían registrado desde 1998 en Palmira, donde fue capturado, Florida, El Cerrito, Tuluá en el Valle del Caua y Pereira.

El sujeto es investigado por los presuntos delitos de homicidio agravado, acceso carnal violento y será sometido a valoración siquiátrica.

Homicida en serie. Fiscalía confirmó en 21 el número de víctimas del sicópata
Colprensa

26 de Julio de 2003

Bogotá. Hasta los departamentos del Eje Cafetero se extendieron las investigaciones en busca de más víctimas de Manuel Octavio Bermúdez Estrada, el asesino en serie capturado en Pradera, Valle, confirmó ayer el director nacional del Cuerpo Técnico de Investigaciones, CTI, e la Fiscalía Guillermo Aníbal Ortega.

El funcionario dijo que desde el momento de su captura, el pasado 18 de julio, hasta la fecha, se han confirmado 21 niños violados y muertos a manos de este hombre. También se pudo establecer que 13 menores más fueron accedidos carnalmente por Bermúdez Estrada y se salvaron de morir, mientras otros 15 lograron eludir sus ataques.

“Creemos que este hombre ha cometido más crímenes en Risaralda y Valle. En este momento un equipo investigador de las seccionales de estos departamentos verifica las denuncias de niños desaparecidos para establecer posibles coincidencias con los casos confesados por el sindicado”, agregó Ortega.

Hasta el momento, los 21 casos confirmados se presentaron en Pradera, Palmira, Yotoco y Tuluá, todos municipios del Valle del Cauca. Las víctimas eran niños entre los 9 y los 12 años a quienes contactaba en lugares concurridos como plazas de mercado y terminales de transporte, los seducía con dinero y después los violaba y asesinaba para evitar que lo identificaran.

Aunque aún los médicos forenses no han emitido un dictamen final, se tiene certeza que el asesino en serie capturado el pasado 18 de julio sufre de una sicopatía (perturbaciones mentales). Además, por elementos encontrados en la habitación donde residía, dan a entender a los investigadores que se convirtió en imitador de Luis Alfredo Garavito, el otro asesino en serie a quien se le achacan la muerte de 192 niños entre 1991 y 1999 en esa misma región del país.

Los investigadores se basan en las similitudes encontradas entre los casos de Garavito y los homicidios de Bermúdez Estrada. Ambos escogieron cañaduzales como escenario de sus crímenes y asesinaron a los menores en forma similar.

Homicida en serie. El «Monstruo de los Cañaduzales» sabía bien lo que hacía
Última actualización: 19 de octubre de 2015

31 de julio de 2003

Como una persona absolutamente normal y consciente de lo que sucedía y hacía, fue el resultado de la valoración siquiátrica realizada por Medicina Legal a Manuel Octavio Bermúdez Estrada, el ‘Monstruo de los Cañaduzales’.

Según el procedimiento jurídico, y teniendo en cuenta los resultados de la valoración realizada, la Fiscalía continuará el proceso investigativo contra Bermúdez Estrada, acusado de violar y asesinar a 17 menores en el Valle del Cauca.

Es decir, se seguirá en la práctica de pruebas y se verificará y analizará la información suministrada por el sindicado durante las indagaciones.

El considerarlo como una persona normal le permitirá a la Fiscalía procesarlo como un sindicado al cual se le investiga por una conducta punible, teniendo en cuenta su actuar en las piezas procesales.

Bermúdez Estrada, conocido ahora como el ‘Monstruo de los Cañaduzales’, confesó haber agredido a 34 menores de edad, hechos que habrían ocurrido entre 1997 y el 2003, según su versión.

Su captura se realizó el 18 de julio último en el municipio de Pradera, Valle, por miembros del CTI de esta seccional.

El Grupo de Identificación del CTI de la Fiscalía recuperó 17 restos óseos de menores, los cuales fueron hallados en diferentes cañaduzales, entre los años 1999 y el 2003, con signos de haber sido violados, amordazados y estrangulados.

En la actualidad cinco menores aún se encuentran como N.N., con reconstrucciones gráficas para el proceso de identificación.

Un fiscal de la Unidad Nacional de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario le impuso medida de aseguramiento a Bermúdez Estrada el 23 de julio último.

Cae violador que dice ser asesino de los cañaduzales
ElPais.com.co

21 de julio de 2003

Manuel Octavio Bermúdez, de 32 años, natural de Trujillo, separado y padre de por los menos dos hijos, es la persona que habría confesado sus delitos a los agentes que lo capturaron en Pradera, el sábado, por la muerte de un niño de 10 años desaparecido desde el miércoles.

Un hombre, que luego de violar y asesinar a un niño en un cañaduzal de Pradera fue capturado por la Policía, confesó haber violado y asesinado a varios menores cuyos cuerpos luego eran encontrados entre plantaciones de caña en Palmira, Florida y Pradera, en escalofriantes episodios que iniciaron en 1999 y que recuerdan al tristemente célebre Luis Fernando Garavito, el ‘Monstruo de los Andes’.

Aun cuando la Fiscalía y el Cuerpo Técnico de Investigaciones, CTI, prefirieron guardar silencio sobre el particular hasta tanto peritos venidos de Bogotá adelanten las pruebas de rigor en materia dactiloscópica y de ADN, especialmente, El Pais conoció que se tienen serios indicios acerca de que el hombre capturado el sábado en las calles de Pradera sea efectivamente el homicida de por lo menos una quincena de niños, entre 6 y 12 años, cuyos cadáveres luego eran hallados en avanzado estado de descomposición entre cañaduzales de dichas localidades.

La desaparición de un menor de 12 años, el miércoles pasado, y su posterior hallazgo entre un cañaduzal del sector de Tablones, en la vía Palmira-Pradera, el sábado pasado, fueron decisivos para capturar al hombre que, según revelaron fuentes allegadas a la investigación, aceptó ser el violador y homicida buscado.

Desaparece Luis Carlos
El miércoles 16 de julio la Policía de Pradera tuvo noticia de la desaparición del niño Luis Carlos Gálvez, de 12 años, y de inmediato el grupo interinstitucional, conformado por la Dijin de la Policía, el Instituto de Medicina Legal, el CTI y un fiscal de la Subunidad de Derechos Humanos, se puso al frente de la investigación de este nuevo hecho en el que se hallaba involucrado un niño, en el área en mención.

Entre el jueves y viernes, la angustiada madre de Luis Carlos fue informada por un vendedor de paletas y helados que el día anterior había visto al menor en compañía de otro vendedor que recién había ingresado a la empresa.

Ella no dio espera y de inmediato avisó a las autoridades, las cuales se pusieron en alerta desplegando brigadas en diversas calles de Pradera, en pos del vendedor de paletas señalado. Fue así como lo hallaron, horas después, deambulando por las calles.

Una vez capturado el presunto asesino, los organismos encargados de la investigación realizaron un allanamiento en una vivienda del barrio El Cairo, donde éste había alquilado hacía unos días una pequeña pieza.

En dicho lugar los investigadores se encontraron con varias sorpresas: tras el registro minucioso, hallaron en un rincón recortes de periódico con informes sobre las muertes de los otros niños cuyos cuerpos fueron encontrados en similares circunstancias, así como jeringas y algunas sustancias que están siendo investigadas. Además, hallaron el reloj de pulsera que le pertenecía a Luis Carlos, el último menor desaparecido.

Con dicha información el presunto homicida confesó haberlo asesinado y señaló el lugar del cañaduzal donde había dejado el cuerpo sin vida.

La confesión
El hombre capturado, identificado como Manuel Octavio Bermúdez, de 32 años, natural de Trujillo, separado y padre de por los menos dos hijos, fue celosamente conducido desde Pradera hasta Cali, donde durante todo el fin de semana pasado fue sometido a diversas pruebas con el propósito de tener mayor certeza sobre su culpabilidad.

Según informes de inteligencia y de agentes del CTI que participan en la larga investigación del asesino en serie, este hombre habría decidido confesar que él mató a quince menores y que luego arrojó los cuerpos a los cañaduzales.

“Sí, yo violé y maté a los niños”, habría revelado fríamente este hombre a los agentes especiales en el interrogatorio previo.

Sin embargo, el CTI, que ha llevado el peso de esta investigación que ya completa cuatro años largos, decidió mantener la prudencia e iniciar una serie de pruebas científicas como el ADN, muestras de sangre, análisis siquiátricos y cotejación de evidencias con la supuesta confesión, para determinar si en verdad este es el ‘monstruo de los cañaduzales’.

Un científico del CTI le reveló a El Pais que lo más probable es que Manuel Octavio Bermúdez sea efectivamente el homicida ped*filo que ha sembrado la muerte y el terror en el Valle del Cauca, pero admitió que el hombre había logrado engañarlos con rastros y pistas falsas que generaron un perfil policíaco y científico con muchos errores.

Incluso, este hombre había lanzado en varias oportunidades falsos responsables para confundir y retrasar la acción de la justicia.

Se sabe que una delegación de fiscales, científicos y agentes del CTI, así como la directora de la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía General de la Nación llegaron en las últimas horas a Cali procedentes de Bogotá para acompañar de cerca el proceso de esclarecimiento y posteriormente darle la gran noticia al país.

Los familiares de los niños asesinados, que ya fueron alertados sobre esta importante captura, esperan en medio de rezos y plegarias que la hora de la justicia haya llegado.

Los menores asesinados
1.

Andrés Felipe Serna
Edad: 10 años
Desaparecido: Marzo 6 de 1999
Hallado: Abril 6 de 1999

2.

Daniel Alegría Valencia
Edad: 10 años
Desaparecido: Agosto 21 de 1999
Hallado: Septiembre 20 de 1999

3.

N.N.
Edad: 11 años
Hallado: Mayo 5 de 1999

4.

N.N.
Edad: 12 años
Hallado: Febrero 14 de 2002

5.

José Ever Sinisterra
Edad: 11 años
Desaparecido: Enero 12 de 2002
Hallado: Abril 1 de 2002.

6.

N.N.
Edad: 12 años
Hallado: Abril 9 de 2002

7.

Miguel Angel Arce
Edad: 9 años
Desaparecido: Nov. 20 de 2002
Hallado: Diciembre 3 de 2002

8.

Nahún Candelo Hurtado
Edad: 12 años
Desaparecido: Dic. 6 de 2002
Hallado: Diciembre 13 de 2002

9.

Carlos Alberto Fajardo
Edad: 9 años
Desaparecido: Dic. 26 de 2002
Hallado: Enero 15 de 2003

10.

Cristian Fabián Torres
Edad: 9 años
Desapareció: Dic. 10 de 2002
Hallado: Enero 25 de 2003

11.

Edwin Andrés Pérez
Edad: 12 años
Desapareció: Sin dato oficial
Hallado: Sin dato oficial

12.

Nombre: José Miguel Figueroa
Edad: 12 años
Desapareció: Abril 17 de 2003
Hallado: Abril 19 de 2003

13.

N.N.
Edad: 14 años
Desaparecido: sin dato oficial
Hallado: Mayo 28 de 2003

14.

N.N.
Edad: 12 años
Hallado: Mayo 28 2003

Sí, es el «monstruo de los cañaduzales»
ElPais.com.co

22 de julio de 2003

“Tenía que matarlos obligado, para que no me reconocieran después, pero estoy arrepentido”, dijo Manuel Octavio Bermúdez Estrada, el vendedor de helados que confesó haber asesinado a siete de los 16 niños encontrados en los cañaduzales del Valle.

Mientras Luis Alfredo Garavito era atendido en un hospital de Pereira de las quemaduras que sufrió luego de quedarse dormido sobre el cadáver de un niño que violó en un cañaduzal de Palmira, otro psicópata iniciaba su macabra obra.

Por ello, al principio hubo confusión entre los investigadores; pero posteriormente se pudo constatar que no era el mismo: Garavito, el violador y asesino de niños más buscado del mundo, fue capturado en Villavicencio el 22 de marzo de 1999, quince días antes de que fuera hallada la primera de las 16 víctimas de la nueva zaga mortal en los cultivos de caña de Palmira, Pradera, Tuluá, Buga y Yotoco.

Era el niño Andrés Felipe Serna Useche, de 10 años, quien había desaparecido el 6 de marzo del 99 de la Galería Central de Palmira y cuyo cuerpo apareció el 6 de abril de ese año en un cañaduzal de Palmira dentro de un costal, amarrado de pies y manos y con signos de haber sido violado, estrangulado y su cabeza destrozada.

El crimen estremeció a la región, mucho más cuando en mayo y septiembre de ese año fueron asesinados en similares circunstancias otros dos niños más. De repente, cuando las autoridades comenzaban a recoger información sobre el segundo asesino en serie de la historia de crímenes del país, este cesó su accionar.

Pero su silencio homicida parecía sólo para recobrar aliento: como una máquina de matar, el demente hombre comenzó a dejar rastros de su huella sanguinaria entre los cañaduzales de las poblaciones referidas.

Así, aparecieron más niños violados y muertos en febrero, abril y diciembre de 2002, y enero, abril, mayo y julio del presente año. Sin embargo, uno alcanzó a escapar, en junio del año pasado, luego de ver cómo aquel sujeto se desnudaba en frente suyo en un paraje cubierto de caña… Huyó de su propia muerte.

Ante tal vértigo demencial, se creó un grupo interinstitucional conformado por miembros de la Sijin de la Policía Valle, el Instituto de Medicina Legal y el Cuerpo Ténico de Investigaciones, CTI, coordinado por un fiscal de la Subunidad de Derechos Humanos. Varios de ellos habían hecho parte de la investigación que derivó en la captura de Luis Alfredo Garavito.

Los expertos, entonces, elaboraron el perfil y el modus operandi del que sería denominado el ‘monstruo de los cañaduzales’: un hombre entre los 20 y los 40 años, entre 1,55 y 1,60 de estatura, contextura media, aspecto caucásico, con un defecto físico en uno de sus pies, posiblemente reciclador o indigente y de todas maneras transeúnte; también, con un bajo nivel de estudios, un cuadro familiar fragmentado y una niñez traumática.

Pero el sujeto siguió violando y asesinando niños humildes con una macabra característica: siempre guardó una prenda de cada una de sus víctimas y los recortes de prensa donde se publicaron sus matanzas.

Entre tanto, las autoridades habían identificado plenamente los cadáveres de nueve niños, asesinados en similares circunstancias; tres más por indicios y cuatro aún permanecen como NN.

No obstante, el niño sobreviviente y la rápida respuesta policial en el caso de la última de sus víctimas fueron decisivas para capturar al ‘monstruo’. El primero permitió establecer el retrato hablado; el otro, dar con su captura.

El pequeño vendedor de helados, Luis Carlos Galvis, de 12 años de edad, había desaparecido de su hogar en Pradera el miércoles de la semana pasada.

Entre el jueves y el viernes la angustiada madre de Luis Carlos fue informada por un vendedor de paletas que el día anterior había visto al menor en compañía de otro que recién había ingresado a la empresa.

Sin dudarlo, dio aviso a las autoridades que de inmediato desplegaron un operativo de rastreo en pos del extraño y lo hallaron cuando deambulaba por las calles de Pradera vendiendo paletas y seduciendo niños.

¿Es o no es?
El hombre se parecía al perfil del asesino en serie: cojeaba, tenía contextura media, 1,60 de estatura, 41 años, natural de Trujillo, aspecto caucásico, transeúnte, se casó a los 22 años, padre de dos niños, estudió hasta quinto de primaria, familia destruida: sus padres biológicos fueron asesinados cuando él tenía un año de edad, siendo adoptado por una pareja residente en Palmira, y al momento de su captura, nervioso, negándolo todo… hasta que llegaron con él a una vivienda del barrio El Cairo de Pradera, donde éste residía.

Allí, algunos familiares de Manuel Octavio Bermúdez Estrada, como fue identificado, confirman a los investigadores antedecentes de éste sobre abuso sexual. Pero, además, una sorpresa grande les esperaba: tras una minuciosa requisa al cuarto hallaron un maletín en cuyo interior había un cordón largo, similar al que utilizaba para amarrar y estrangular a sus víctimas; también, revistas de anatomía, interiores de talla infantil, fotografías de niños, llaveros, recortes de prensa y relojes, entre los cuales estaba el de Luis Carlos Galvis.

Con tales evidencias ya no pudo seguir negando. Aceptó, inicialmente, su último crimen, dando detalles de cómo lo había hecho y dónde había arrojado el cuerpo. Fue así como el sábado, muy temprano, hallaron entre un cañaduzal del sector de Tablones, en la vía Palmira-Pradera, el cadáver en descomposición del último menor asesinado.

Con este hallazgo, la Fiscalía General de la Nación envió expertos desde Bogotá, encabezados por la directora de la Unidad Nacional de Derechos Humanos, Elba Beatriz Silva Vargas, con el fin de ampliar la investigación mediante la práctica de pruebas de ADN y dactiloscópicas.

Entonces, agobiado por el peso de las evidencias, el ‘monstruo de los cañaduzales’ confesó ser el asesino de siete niños hallados en estos lugares, aunque para las autoridades no se descarta que su confesión se amplíe.

“Los mataba porque me tocaba hacerlo para que no me reconocieran, y me arrepiento”, alcanzó a explicar Manuel Octavio Bermúdez.

Así operaba el homicida
Los expertos lograron recolectar, a lo largo de cuatro años, un gran número de elementos probatorios contra el homicida múltiple de los cañaduzales del Valle.

Manuel Octavio Bermúdez, aprovechando su condición nómada, seleccionaba a sus víctimas, niños entre 6 y 12 años, de origen humilde y, por ende, trabajadores de la calle, y les ofrecía un mejor trabajo.

Tras entablar conversación y confianza, los iba conduciendo hacia parajes inhóspitos, entre latifundios de caña hacia las afueras de los cascos urbanos.

Solos e indefensos, eran sometidos fácilmente por el ped*filo, quien los amarraba de pies y manos, para luego aplicarles un anestésico local (Ridocaína al 2%) que contribuía a adormecerlos, inmovilizarlos y, tras abusar de ellos, estrangularlos con un cordel.

«Yo fui vecina del asesino de mi hijo»
ElPais.com.co

28 de junio de 2003

Ana Ligia Rodríguez, madre de Miguel Angel Arce, quien sería una de las víctimas de Manuel Octavio Bermúdez Estrada, dice que este hombre vivió en el mismo inquilinato de de la ciudad de Palmira donde ella residía con sus cuatro hijos.

“Cuando ví la foto y su imagen en la televisión me quedé asombrada. Fue entonces cuando recordé: era el mismo hombre que vivía en el inquilinato donde yo tenía arrendada una habitación con mi esposo y mis cuatro hijos, incluyendo a Miguel Angel, a quien habría asesinado”, asegura doña Ana Ligia Rodríguez, cuya mirada se pierde en una profunda tristeza.

Manuel Octavio Bermúdez Estrada, capturado el viernes pasado y quien aceptó su responsabilidad en la muerte de al menos 34 menores en el Valle del Cauca, Buga, Tuluá y Yotoco, alquiló una habitación en en el 2002 en un inquilinato en inmediaciones de la Galería Central, ubicado en la Carrera 25 con Calle 25, donde al parecer conoció a al pequeño Miguel Angel y donde se ganó su confianza.

“Nunca llegué a tratar con él pues yo salía muy temprano, a eso de las 4:00 a.m., para el puesto que tenía en la galería, y regresaba a las 7:00 p.m. El vivió allí con la esposa, pero nunca imaginé que iba a matar a mi niño”, sostiene la mujer, quien recuerda que Miguel Angel, de 9 años de edad, desapareció el 30 de noviembre de 2002 y fue encontrado violado, torturado y brutalmente asesinado el 3 de diciembre de ese mismo año en un cañaduzal de Palmira.

“El día que se perdió me dijo que un señor Alberto le había ofrecido trabajo para ir a lavar una finca. A algunos niños de la galería también recibieron la misma propuesta del mismo hombre y ahora que lo pienso creo que debió tratarse de este señor”, relata la compungida madre.

“En la galería todos me dicen que él fue quien mató a mi hijo, pues él trabajaba como carretero, reciclador y vigilante en este sector de donde se perdieron muchos otros niños”, agrega la señora Rodríguez, quien sólo pide que Bermúdez sea condenado “a cadena perpetua” para que la muerte de tantos niños inocentes no quede en la impunidad.

“Miguel Angel era el menor de mis hijos y los sábados, cuando no estaba estudiando, me iba a ayudar en la galería. Su muerte me dejó destrozada y aún no he podido recuperarme”, anota.

Bermúdez, de 41 años de edad, natural de Trujillo Valle, casado y padre de al menos doce hijos, también trabajó en Palmira en varios lavaderos de autos.

En uno de estos lugares, un trabajador declaró que lo conocía y que habían lavando carros juntos en el año de 1999, cuando empezaron los homicidios de menores en la ciudad.

“Todos los llamábamos Manuel. Yo tomaba trago con él los fines de semana, pero jamás le ví nada raro. Estuvo aquí un año y después se fue a trabajar en la galería como vigilante. Después me enteré de que vivía en las residencias del lugar”, narró el lavador.

“La verdad yo me quedé muy admirado cuando lo ví en televisión. El sí cargaba un maletín pero con las cosas de trabajo y andaba en una bicicleta en ese tiempo”, añadió.

En otro lavaderos de autos de Palmira, uno de los empleados también dijo que lo distinguió y lo calificó como un hombre “callado y morrongo”. “El nunca decía nada, por eso era que no me gustaba”, indicó.

El drama de las familias de los niños desaparecidos en Palmira sigue teniendo un enorme impacto sobre la comunidad local.

Cruces en un almanaque
Bogotá. Cinco horas después de su captura, sentado en el puesto de atrás de una camioneta y escoltado por dos agentes del Cuerpo Técnico de Investigaciones de la Fiscalía, (CTI), Manuel Octavio Bermúdez Estrada confesó ser el ‘Monstruo de los Cañaduzales’.

El vehículo lo conducía Luis Carlos Clavijo, el fiscal de la Unidad de Derechos Humanos de la Seccional de Cali, y a quien 45 días atrás el propio fiscal general de la Nación, Luis Camilo Osorio, le había encomendado la misión de esclarecer la serie de asesinatos y desapariciones de niños desde 1999.

“El niño que buscan está muerto”, dijo de repente Bermúdez Estrada. El fiscal Clavijo levantó los ojos y trató de ver su expresión por el espejo retrovisor pero tenía su rostro inclinado. Los dos agentes del CTI también volvieron sus cabezas y se miraron desconcertados, no esperaban una confesión.

Para ese momento, Clavijo y su equipo se enfrentaban a toneladas de información. Después de analizar los archivos habían seleccionado a 500 personas sospechosas y de ellas habían descartado 150.

Según el investigador, muchos de los asesinatos de Bermúdez Estrada se pudieron establecer por una ampolleta de Ridocadina al 2% encontrada en su billetera y un almanaque con cruces en las fechas de cada mes. Rastros de ese anestésico lo contenían las jeringas que hallaron los investigadores en varios de los cañaduzales donde aparecieron los cadáveres de las víctimas de Bermúdez.

El almanaque señalado les permitió a los investigadores establecer las fechas en las que cometió los crímenes y el lugar donde han encontrado los cuerpos. La investigación del fiscal Clavijo aún no termina. Todavía recopila información sobre desapariciones en el Eje Cafetero, las cuales serían obra de Bermúdez.

Condenado asesino y violador de 23 niños
Última actualización: 19 de octubre de 2015

20 de marzo de 2004

Cali, Colombia, 21 Marzo (RCN) – Un juez condenó a 40 años de prisión a Manuel Octavio Bermúdez, el hombre que violó y asesinó a 23 niños en Pradera, centro del Valle, suroccidente del país.

El juez Penal de Palmira, Jairo Santaparra, explicó que la condena fue impuesta “por el último los niños que él violó y asesinó en el municipio de Pradera y por la tentativa de violación de un niño que se logró escapar”.

Así mismo deberá pagar una indemnización por 80 millones de pesos a las familias de los menores, Carlos Gálvis Salazar y Francisco Javier Orobio, quienes fueron sus últimas víctimas en el municipio de Pradera.

Manuel Octavio Bermúdez fue capturado el 18 de julio de 2002 y desde el mes de septiembre del mismo año permanece en la cárcel de máxima seguridad de San Isidro.

Bermúdez estaba fugado
Última actualización: 19 de octubre de 2015

23 de marzo de 2004

Manuel Octavio Bermúdez Estrada, el ‘monstruo de los cañaduzales’, estaba fugado de la cárcel de Bolívar, Cauca, cuando inició su saga de violaciones y muertes de niños en el Valle.

Así lo revela el Juzgado Tercero Penal del Circuito de Palmira en la sentencia 014, donde lo condena a 26 años de cárcel por la muerte de un menor y el intento de violación a otro.

El sádico había sido condenado a cinco años y cuatro meses de prisión el 8 de mayo de 2000 por acceso carnal violento, fugándose de la cárcel del municipio de Bolívar, donde había sido confinado, el 21 de julio de 2001, “fecha desde la cual ha estado delinquiendo”. Fue capturado el 18 de julio de 2003 en Pradera y acusado de 21 violaciones y homicidios.

El juzgado pide investigar a Bermúdez por fuga de presos y decretar el cumplimiento de la pena.



MÁS INFORMACIÓN EN INGLÉS

https://criminalia.es/asesino/manuel-octavio-bermudez/
 
Asesino en serie en Chipre: un hombre confiesa haber matado a seis mujeres y a una niña
La policía chipriota ha hallado un tercer cadáver dentro de un pozo en un pueblo al oeste de Nicosia
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La policía de Chipre ha hallado en las últimas horas el cadáver de una mujer víctima de un chipriota de 35 años, detenido el pasado 18 de abril y que hasta ahora ha confesado siete feminicidios.

Según la Policía, fue el mismo detenido, Nikos Metaxas, oficial de la Guardia Nacional de Chipre, quien indicó el lugar donde yacía el cuerpo de la mujer, aunque según los medios locales el hombre no recuerda su identidad ni su nacionalidad, tan solo que la asesinó el verano pasado.

Además, Metaxas habría confesado dos asesinatos más de una lista que no deja de aumentar: una mujer rumana, Livia Florentina Bunea, de 36 años, y su hija de ocho años, ambas desaparecidas desde finales de septiembre de 2016.

Hasta ahora la Policía ha encontrado tres cuerpos mientras continúa la búsqueda de otros cuatro, por lo que las autoridades califican este caso como el de un «asesino en serie» y no descartan que el número de víctimas pueda aumentar en las próximas horas.

Debido a la avanzada descomposición del cuerpo, que se encontró dentro de un pozo en un pueblo al oeste de Nicosia, las autoridades no han podido identificar a la mujer, aunque se cree que puede ser de origen nepalí o indio.

Metaxas fue detenido hace una semana, tres días después de que unos turistas descubrieran de forma casual un cadáver en un pozo localizado en una mina abandonada en el pueblo de Mitsero.

Las autoridades identificaron el cadáver como el de Mary Rose Tiburcio, de 39 años y origen filipino, cuya desaparición fue denunciada junto a la de su hija Sierra, de seis años, el pasado mayo de 2018.

Las labores de la Policía en busca de la menor llevaron al descubrimiento del cadáver de otra mujer en el mismo lugar.

Aun a la espera de una identificación oficial, se cree que se trata del cuerpo de otra mujer filipina, de 28 años, que también se encontraba desaparecida desde el pasado verano.

Las mujeres se encontraban en Chipre trabajando como empleadas del hogar.

https://www.abc.es/internacional/ab...seis-mujeres-y-nina-201904261105_noticia.html
 
Richard Ramírez, el ‘Acosador Nocturno’: “Disfruto viéndoos morir”
Adorador del diablo y seguidor de AC/DC, asaltaba casas en plena noche y mataba salvajemente a sus víctimas
Sus crímenes despertaron el interés de multitud de seguidoras que le escribían cartas de amor a la cárcel
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Richard Ramírez, el ‘Acosador Nocturno’: “Disfruto viéndoos morir” (Getty)

Por favor, seguir este enlace, gracias:
https://www.lavanguardia.com/suceso...sino-los-angeles-ac-dc-las-caras-del-mal.html
 
«El Torso»: el misterioso crimen sin resolver que destrozó la cordura del verdadero Eliot Ness
Hace 80 años que un cadáver decapitado fue hallado en el lago Erie. Aquel fue uno de los crímenes del carnicero de Kingsbury Run, un criminal que jamás fue capturado a pesar de que intentó atraparle el detective más famoso de todos los tiempos
Busca en la tabla y en el mapa los detalles de cada asesinato


SeguirManuel P. Villatoro@ABC_Historia
Actualizado:14/05/2019 12:58hhttps://www.abc.es/historia/abci-en...-experimentos&vli=noticia.entrevista.historia

Un policía decidido, heroico y dispuesto a casi todo para hacer cumplir la ley. Un detective infalible y al que no se le escapaba un malhechor. El prototipo del perfecto héroe americano, para ir de una endiablada vez al grano. Así es como ha pasado a la historia el popular agente del tesoro Eliot Ness gracias a la película «Los intocables» (bastante exagerada en lo que se refiere a sus logros, todo hay que decirlo).

La realidad, no obstante, fue muy diferente. Sí, es totalmente cierto que logró atrapar al pérfido Al Capone por evasión de impuestos. Y sí, también lo es que combatió a brazo partido para evitar que se incumpliera la Ley Seca de los Estados Unidos (la cual impedía meterse entre pecho y espalda un buen lingotazo allá por los años 30). Pero este supuesto súper inspector también cayó en una profunda depresión y en el alcoholismo por culpa de un misterio que no pudo descubrir y cuya resolución le martirizó hasta la hora de su muerte: el del descuartizador de Kingsbury Run.

El joven agente (apenas superaba la treintena cuando tuvo que enfrentarse a este caso) trató por todos los medios de hallar al sádico asesino que, entre los años 1935 y 1938, decapitó, arrancó los miembros y drenó la sangre de hasta un mínimo de 12 víctimas. Ness siguió en primer lugar el método policial tradicional, pero esto resultó en un brutal fracaso (al fin y al cabo, aquel criminal sería el primer asesino en serie de la época moderna). También trató de hacerle salir por las bravas quemando el poblado de chabolas en el que creía que vivía. Pero todo fue en balde y jamás logró desvelar la identidad de aquel sujeto.

Esa derrota le marcó de por vida y cambió radicalmente su forma de vivir. Para empezar, el no poder resolver el misterio hizo que dimitiera de su cargo en 1942 (apenas 3 años después de los sucesos), se volviese alcohólico (a pesar de que había luchado contra la ley seca poco antes), su carácter se tornase obsesivo, y sufriese un accidente de automóvil por conducir en estado de embriaguez.

Por si todo eso fuese poco, el único sospechoso serio de los que barajaba el detective se dedicó a enviarle cartas burlonas desde varios centros psiquiátricos en los que él mismo se recluyó. En las mismas, se reía abiertamente del policía por no haber demostrado su supuesta culpabilidad.

Aquello terminó de volver loco a Ness, que murió en 1957 con el borrón en su historial de no haber podido resolver el caso del asesino de «El Torso», como empezó a ser conocido después. Fue el único que no pudo desvelar y el que le llevó a sufrir cierto descrédito público, pues la sociedad norteamericana empezó a valorar sus métodos como brutales y poco ortodoxos. Dejó este mundo por culpa de un infarto, poco antes de que el libro que había alumbrado narrando su gran éxito («Los intocables», que contaba la lucha contra la Mafia y Al Capone) fuese editado.

«Fue su tumba como detective. Un caso que no pudo resolver a pesar de todos los esfuerzos y cuyo asesino, a día de hoy, es totalmente desconocido», explica en declaraciones a ABC el periodista especializado en sucesos Christian Campos.

Los crímenes antes de Ness (entrevista)
1-¿Cuándo atacó por primera vez «El Torso»?

En el año 1934 la policía de Cleveland descubrió un cuerpo de mujer dividido en dos partes que fue hallado en la costa del lago Erie. Para algunos estudiosos de este caso, esta fue la primera víctima de “El Torso”. De hecho, tanto Eliot Ness como el forense Arthur Pearse eran partidarios de esta teoría.

2-¿Cómo se encontró a la víctima?

No hay datos concretos de cómo fue encontrada. Se sabe que fue encontrada en dos partes que estaban separadas unos 50 kilómetros entre sí. Aunque tanto la cabeza como los brazos nunca pudieron ser hallados. Lo que sí que resulta curioso es que el asesino cubriera el cuerpo de la mujer con cloruro de calcio, que es un preservador. De esta forma se podía justificar el estado en el que se encontraba el cadáver, a pesar de que llevaba de tres a cuatro meses. El crimen quedó sin resolver porque fue imposible encontrar sus huellas dactilares (no había manos) o reconocer su identidad.

3-¿Volvió a matar el asesino en un breve período de tiempo?

No, tuvieron que pasar varios meses hasta que –en septiembre de 1935- se encontraron dos cadáveres que fueron reconocidos en este caso como las primeras víctimas oficiales del asesino de “El Torso”. Los cuerpos fueron encontrados en el área de Jackass Hill, en el barrio marginal de Kinsbury Run.

Lo primero que llamó la atención a los investigadores fue que estas dos víctimas fueron asesinadas en otro lugar, puesto que no aparecía sangre en los alrededores que hiciera sospechar que les habían matado allí. Un patrón que se repetiría en la mayoría de los asesinatos. Así mismo, el asesino había cortado –además de las cabezas- los órganos sexuales. Estos cadáveres aparecieron antes de que Eliot Ness acudiera a Cleveland como director de seguridad.

4-¿Estos últimos cadáveres fueron identificados?

Uno de ellos sí. El más joven pudo ser identificado por sus huellas dactilares como Edward Andrassy, un muchacho que pertenecía a una respetable familia de Cleeveland y que fue catalogado de tener tendencias sexuales “dudosas”. De hecho, se descubrió que la víctima se encargaba de relacionar a jóvenes de baja condición social con hombres mayores.

La llegada de Ness
Mientras aquellos terribles asesinatos se perpetraban, a Cleveland (Ohio) arribó a finales de 1935 un agente de la ley con fama de insobornable: Eliot Ness. Este joven norteamericano llegó a la ciudad como Director de Seguridad Pública nombrado por el alcalde Burton. Un título rimbombante que, en la práctica, implicaba que debía hacerse cargo de todo aquello que pudiera poner en peligro a las autoridades de la zona o a la misma población. Le convertía, en definitiva, en el mandamás de las autoridades.

Por entonces, este personaje era todo un héroe en Estados Unidos debido a que, junto a su grupo de élite (llamados «Los Intocables» debido a que no se dejaban vender) había logrado acabar con el imperio mafioso de «Cara Cortada» en Chicago. Más conocido como Al Capone, a este criminal (y a la organización que dirigía) se le atribuían entonces más de 300 asesinatos. Todos ellos, de desgraciados que querían detener (o conseguir) su negocio de tráfico de alcohol en plena Ley Seca.

Ness, a pesar de su juventud (había nacido en 1903), se había hecho un hueco en las portadas de los diarios metiendo entre rejas a este mafioso y limpiando de agentes corruptos la ciudad. No en vano, este policía dijo en una ocasión que, cuando llegó a Chicago, «Capone disponía de al menos veinte fábricas de cervezas, y cada una producía cien barriles de cerveza al día» sin que nadie hiciese nada. Con ese currículum, a nadie le pareció raro que este Agente del Tesoro fuera «fichado» en Cleveland como Director de Seguridad.

Lo que no sabía Eliot Ness es que la tarea que tenía entre manos iba a ser mucho más difícil que decapitar la organización criminal de Al Capone. Se iba a enfrentar a uno de los primeros asesinos en serie de Estados Unidos. Un criminal que atacaba en uno de los barrios más pobres de la ciudad: Kinsbury Run (antigua región industrial ahora poblada por vagabundos sin trabajo).

«El Torso» ataca de nuevo (entrevista)
1-¿La llegada de Ness hizo temblar a «El Torso»? ¿Detuvo sus ataques?

No. Al poco tiempo de llegar Eliot Ness a Cleveland fue hallado el cadáver de una mujer que fue identificada como una prost*t*ta llamada Florence Polillo. El cuerpo fue descubierto en enero de 1936, y había sido troceado. Como era habitual en la mayoría de los crímenes de “El Torso”, no se encontró la cabeza.

2-¿Este cadáver hizo que Ness empezara a investigar?

Desgraciadamente, todavía no sería el hecho determinante. Todo cambiaría en junio de 1936, cuando dos niños hallaron en el lago Erie unos pantalones que estaban enrollados bajo unos arbustos. La curiosidad de los muchachos hizo que desplegaran la prenda, y en ese momento una cabeza cayó al suelo. Tras avisar a la policía, al día siguiente se encontró el resto del cuerpo entre unos arbustos que estaban situados cerca de la comisaría Nickel Plate, en Kinsbury Run.

Esta víctima se conoce como el “Hombre Tatuado” porque el cadáver tenía seis tatuajes como una paloma y un cupido. Se trataba de un hombre joven de alrededor de los veinte años que no pudo ser identificado por la policía. Los investigadores solo pudieron descubrir una etiqueta de lavandería con las iniciales “J. D.”. La ropa de la víctima fue determinante para descubrir que no había pertenecido a un indigente, puesto que estaba limpia y era casi nueva. Esto era algo extraño en los crímenes de “El Torso”, que generalmente solo atacaba vagabundos. Al igual que las víctimas anteriores, se descubrió que había sido dejado en ese lugar después de haber sido asesinado en otro sitio, puesto que no había sangre en los alrededores. Es decir, había sido desangrado en un lugar desconocido.

Fue a partir de este momento cuando el forense Arthur Pearse descubrió que el “Hombre Tatuado” había muerto decapitado igual que la víctima anterior, Florence Polillo. De la misma forma que los hombres encontrados en septiembre de 1935. Para Pearse existía una relación entre los crímenes. Eliot Ness pidió a los investigadores James Hogan y a David Cowles que se ocuparon de estudiar los crímenes anteriores para descubrir si estaban relacionados.

3-¿Ness no se involucró todavía directamente?

Aún tardaría un tiempo. Cuando apareció el siguiente cuerpo, el 22 de julio de 1936, Ness se encontraba ocupado en la Convención Nacional del Partido Republicano y la Exposición del Clan Lago. Él estaba empeñado en garantizar la seguridad de estos acontecimientos y en continuar con su lucha contra la mafia y las casas de juego ilegales de Cleveland. Además, la prensa también estaba más pendiente de estos eventos que de los asesinatos de “El Torso”.

Sin embargo, el hallazgo de este cuerpo fue llamativo porque “El Torso” cambió su forma de actuar. Por vez primera, asesinó a su víctima en el lugar donde posteriormente aparecería el cadáver. Además, este no fue encontrado en Kinsbury Run, sino en la parte noble de Cleveland, la zona oeste. Aunque sí que es verdad que esta parte estaba cerca de un campamento de indigentes.

El cadáver que lo cambio todo
A pesar de las atrocidades de «El Torso», Ness no se involucró en la investigación hasta 1936. Por entonces, más concretamente el 10 de septiembre, fue cuando un vagabundo se topó en Kingsbury Run con dos trozos de un torso humano. El horrible hallazgo lo realizó en la orilla del río Cuyahoga. Jamás fueron encontradas sus extremidades.

A partir de ese crimen, la prensa centró su atención en «El Torso». La presión mediática fue de tal calibre que obligó al nuevo Director de Seguridad Pública a dejar a un lado su obsesión por acabar con la policía corrupta (lo que realmente se le daba bien), y centrarse en el asesino.

Un ejemplo de la presión que ejercían los medios sobre la policía queda recogido en la obra «Perfiles criminales» de Vicente Garrido. En ella, el español recoge varios artículos publicados en presa. Algunos, tan preocupantes como el siguiente: «De todas las terribles pesadillas que se han convertido en realidad, la más escalofriante es la del demonio que decapita a sus víctimas en los oscuros y húmedos escondrijos de Kinsbury Run». La prensa, además, comenzó a acosar personalmente a Ness y a exigirle avances en la investigación.

Hasta el sombrero de tanto periodista para arriba, y titular para abajo, Ness hizo que 20 agentes se dedicasen a investigar de modo permanente el caso de «El Torso». También creó una unidad especial llamada «Los desconocidos» que estaba formada por policías poco conocidos en las calles (y de total confianza para el Director de Seguridad). Estos iniciaron sus pesquisas con la mayor celeridad posible. Y de forma original, todo hay que decirlo, pues -entre otras cosas- se disfrazaron de vagabundos y pasaron días enteros en Kinsbury Run para hallar cuantos más indicios sobre el culpable, mejor.

La policía, además, comenzó una investigación pormenorizada en la que interrogó a miles de indigentes, acudió a hospitales mentales en busca de cualquier persona desequilibrada que se hubiese escapado, registró las casuchas de Kinsbury Run, y cogió centenares de huellas dactilares.

Los crímenes que rompieron el patrón (entrevista)
1-¿Hubo más cadáveres?

Sí. Hubo tres asesinatos a continuación que rompieron, de nuevo, el patrón de los crímenes de “El Torso”. El primero fue el del cuerpo de una mujer que fue hallado en la orilla del lago Erie precisamente en el mismo lugar donde se encontró el cadáver de la “Dama del Lago” en 1934. En este caso, los investigadores descubrieron un torso sin ninguna extremidad ni cabeza. El patrón se rompió porque el análisis forense determinó que el asesino no había demostrado tanta habilidad con las incisiones hechas en el cadáver como en las del resto de las víctimas.

2-¿Y el siguiente?

El segundo fue un nuevo torso sin cabeza encontrado en un saco. En este caso, sí que pudo ser localizada la cabeza, y esto fue determinante para que los investigadores barajaran la posibilidad de que se trataba de una prost*t*ta de raza negra llamada Rose Wallace. Era la única excepción de una lista de víctimas blancas. En el análisis forense se determinó que había sido asesinada un año antes.

3-¿Qué particularidad de especial el tercero?

El tercero de estos crímenes que rompieron el molde se descubrió en el mes de julio de 1937. Se halló un nuevo torso en el río Cuyahoga, en Kinsbury Run. Los investigadores pudieron encontrar en días sucesivos el resto del cuerpo, a excepción de la cabeza. Lo llamativo de este nuevo crimen fue que se descubrió que “El Torso” había hecho desaparecer todos los órganos abdominales y el corazón. Estas partes nunca serían encontradas. Para el doctor Gerber, el nuevo forense, esta forma de actuar indicaba que el asesino tenía conocimientos relacionados con la medicina, por lo que a partir de ese momento se empezó a buscar a médicos que pudieran encajar con el perfil de este asesino en serie: que hubieran tenido problemas mentales o que hubieran mostrado interés por el alcohol, las drogas o la bisexualidad.

El primer sospechoso
El hartazgo y la presión de la prensa (obsesionada por que Ness y sus hombres hicieran avances rápidamente) estresaron sobremanera al Director de Seguridad Pública. Sin embargo, el agente pareció relajarse (relativamente) cuando el Director del Laboratorio Policial, David Cowles, le informó de que tenía un sospechoso. El posible asesino era Frank E. Sweeney, un cirujano cuya vida estaba ligada a Kinsbury Run, pues había tenido varias clínicas en la zona, y al que su mujer había abandonado exactamente el mismo mes que se encontró el cadáver de «La Dama del Lago».

Su perfil encajaba con el del asesino. Para empezar, porque era lo suficientemente alto y fuerte como para poder asesinar a placer sin que las víctimas le crearan problemas. A su vez, era un alcohólico al que su obsesión por la bebida le había hecho perder a su mujer y a sus hijos (que le habían abandonado) y ser despedido como cirujano del hospital de la zona, el St. Alexis. Por si fuera poco, había rumores de que era bisexual (lo que explicaba el que hubiera asesinado por igual a hombres y mujeres), era conocido por ser extremadamente violento, y -según los médicos- su herencia genética le hacía propenso a padecer psicosis.

Con todo, en principio se había descartado la posibilidad de que él fuera el asesino por dos causas. La primera, que había permanecido ingresado en un hospital mientras se habían cometido algunos crímenes. La segunda, que era primo del congresista Martin L. Sweeney (demócrata y, por tanto, contrario a Barton y a Ness). Sin embargo, Cowles averiguó que él mismo era el que pedía internarse en esas fechas (probablemente para tener coartada) y que el centro era de mínima seguridad (lo que le permitía entrar y salir a placer).

Los últimos cadáveres (entrevista)
Sí. “El Torso” aún cometería tres crímenes más. El primero de ellos se descubrió el ocho de abril de 1938 cuando el cuerpo de una mujer (al que le faltaban los brazos y la cabeza) fue encontrado en dos bolsas depositadas en el rio Cuyahoga. Los dos últimos cadáveres fueron descubiertos el 16 de agosto de ese mismo año. Los dos fueron hallados en un corto intervalo de tiempo en un vertedero. Eran una mujer y un hombre que habían sido asesinados en fechas diferentes. Ambos habían sido decapitados y, en los dos casos, los investigadores localizaron sus cabezas posteriormente. Algo que resultó sumamente extraño porque volvía a romper el patrón del asesino. Tanto fue así, que Eliot Ness y David Cowles dudaron de que estas víctimas hubieran sido asesinadas por el mismo criminal. Una opinión que, sin embargo, no fue compartida por la prensa y los ciudadanos de Cleveland, que sí que atribuyeron desde el principio estos crímenes a “El Torso”.

Ness, de genio, a loco
Los dos últimos cuerpos llevaron al extremo los nervios de Ness. ¿Quién era aquel loco que se les escapa? ¿Sweeney? De ser él... ¿Por qué no podían atraparle? Extenuado, agobiado por la prensa, y falto de resultados, en 1938 llevó a cabo dos movimientos que no gustaron nada a los medios de comunicación y, a la postre, le generaron una pésima reputación.

El primero consistió en reunir a los principales periódicos de la regió para pedirles que dejasen de publicar a toda página los asesinatos de «El Torso». Su objetivo era que el ego del asesino se rebajase y fuese alimentado cada vez que acababa con sus víctimas. Sin embargo, la prensa entendió que aquella solicitud la hacía para evitar que la sociedad supiese que era un inepto que no podía encontrar al culpable.

La segunda fue todavía peor. El 18 de agosto de 1938, Ness dirigió una partida de agentes a Kinsbury Run y les exigió tomar las huellas dactilares de los indigentes. Posteriormente, quemó el poblado hasta los cimientos. Como era de esperar, las críticas sobre él llegaron en masa.

Además de todo aquello, se propuso saber por las bravas -y de una vez por todas- si Sweeney era culpable. Para ello, alquiló una suite en el hotel Cleveland, raptó a su sospechoso, y le llevó allí. En los siguientes días le sometió a un duro interrogatorio de varios días. Pero no logró absolutamente nada. De hecho, aquel sujeto se burló de él en su propia cara diciéndole que, sino podía demostrar su culpabilidad, le dejase en paz.

Desgraciadamente para él, Ness no tuvo más remedio que liberarle. De forma sorprendente, Sweeney se recluyó voluntariamente en un psiquiátrico después de aquello. Pasó el resto de su vida de institución mental en institución mental y, no contento con ello, envió decenas de cartas y postales a Ness burlándose de él. Le hizo la vida imposible.

El no poder atrapar a «El Torso» (cuya identidad jamás se supo oficialmente), las burlas y la mala reputación ganada, hicieron caer en la bebida a Ness. Este terminó volviéndose obsesivo y, al final, falleció de un ataque al corazón cuando todavía era joven. Aquel caso le había costado la vida.

Cuatro preguntas a Christian Campos
1-¿Fue «El Torso» el primer asesino en serie?

«El Torso» fue uno de los primeros asesinos en serie de los que se tiene constancia en Estados Unidos, aunque no fue el primero ni en ese país ni el resto del mundo. En Gran Bretaña hacía unos años que había actuado Jack el Destripador, y en México tenemos a Francisco Guerrero, el Chalequero. En el caso concreto de Estados Unidos, antes de «El Torso», nos encontramos, por ejemplo, con el tristemente célebre H. H. Holmes, quien mató a un número considerable de personas en Indiana, Pensilvania e Illinois a finales del siglo XIX, aunque sí que es cierto que no fue investigado por la Policía como un serial killer, entre otras razones porque tal concepto no existía. Por ello, podemos decir que «El Torso» fue el primer asesino en serie que fue perseguido por una fuerza policial moderna en Estados Unidos.

2-¿Es posible la teoría que se barajó de que hubiese más de un asesino?

Se trata de un aspecto del caso que genera muchas dudas, y nunca tendríamos que descartar la posibilidad de que hubiera existido algún imitador. Aún así, si asumimos que Frank Sweeney estaba detrás de los asesinatos, es posible llegar a entender las diferencias entre los crímenes, pues estamos hablando de una persona con un grave problema de alcoholismo. Desde esta perspectiva resulta lógico, por tanto, que el cadáver de la segunda mujer que fue hallado en la orilla del lago Erie presentara varias marcas de golpes vacilantes, hasta el punto de que el forense dictaminó que el responsable de aquella acción no había mostrado la misma destreza en los cuerpos anteriores.

3-¿Hizo Eliot Ness una buena investigación?

En contra de lo que algunos expertos sostienen, para mí, la investigación que realizó Eliot Ness y sus hombres fue más que aceptable. De hecho, fueron capaces de encontrar e interrogar al que probablemente fue el verdadero asesino: Frank Sweeney. A partir de ese interrogatorio policial, el doctor se recluyó de forma aparentemente voluntaria en el hospital y jamás volvió a pisar la calle. Por otro lado, y en defensa de Ness, es necesario señalar que en aquellos años la criminología forense estaba poco desarrollada y apenas existía el conocimiento de lo que era un asesino en serie. Con esto quiero decir que Eliot Ness tuvo que dirigir una investigación inusual en aquella época, a la vez que el terror se cernía sobre Cleveland. Aún así, a pesar de todos los inconvenientes, todo indica que las acciones de Ness, mejor o peor valoradas, y aquí entiendo las críticas, fueron decisivas para detener los asesinatos de «El Torso».

En relación a la investigación que Eliot Ness y sus hombres hicieron sobre el doctor Frank Sweeney, es necesario señalar que el sospechoso principal del caso era familiar del congresista demócrata Martin L. Sweeney, una persona que se oponía al gobierno republicano del alcalde de Cleveland, Harold Burton, y a las acciones del propio Ness como director de Seguridad Pública. Por tanto, el que fuera jefe de «Los Intocables» tenía que andarse con mucho tiento a la hora de acusar a Frank Sweeney de ser el responsable de los asesinatos de «El Torso», puesto que un mal movimiento podría haber perjudicado al alcalde de la ciudad en la que había sido contratado.

4-¿Podría hacer un perfil criminológico de «El Torso»?

Creamos o no que Frank Sweeney fue el verdadero asesino, existen una serie de características extraídas de los crímenes que fueron decisivas para que Eliot Ness y su equipo supieran qué tipo de persona estaban buscando.

Por ejemplo, sabemos que «El Torso» era un hombre fuerte, ya que tuvo que trasladar algunos de los cadáveres de un sitio a otro. La lógica, además, nos lleva a pensar que tenía que tener su residencia en algún lugar cercano a Kinsbury Run, la zona donde se cometieron la mayoría de los crímenes. En relación a su escondite, también es importante señalar que el asesino tuvo que contar con alguna guarida secreta en la que mató, desangró y descuartizó algunos de los cuerpos. La forma en que lo hizo en la mayoría de las ocasiones indica que sabía manejar a la perfección este tipo de armas cortantes. Esta evidencia hizo que uno de los forenses, el doctor Gerber, se inclinara a pensar que el criminal tenía conocimientos médicos, y en este punto cabe recordar que Frank Sweeney había sido cirujano.

También es conveniente indicar que «El Torso» mataba a personas de baja condición social, indigentes a los que desgraciadamente nadie iba a echar de menos. Además, los desmembramientos tenían la finalidad de que las víctimas no pudieran ser identificadas.

Por último, la actuación burlesca del asesino, y en concreto me refiero al hecho de que uno de los cadáveres fuera encontrado a poca distancia de la estación de policía de Nickel Plate, también recuerda a la tortura psicológica que Frank Sweeney sometió a Eliot Ness después de que cesaran los crímenes. Esas postales que el sospechoso remitió al exlíder de «Los Intocables» recuerdan mucho a «El Torso».

Reportaje original conteniendo tabla y mapa
https://www.abc.es/historia/abci-ca...toria&vli=noticia.video.historia&vtm_loMas=si
 
Florida ejecuta al asesino en serie que aterrorizó la Bahía de Tampa en 1984
Por la serie de 10 asesinatos y violaciones que cometió a Bobby Joe Long le impusieron 28 cadenas perpetuas y la pena capital en un juicio en 1985

LA VOZ
REDACCIÓN 24/05/2019 11:18 H

El estado de Florida (EE.UU.) ejecutó anoche a Robert Joe Long, condenado a muerte por el asesinato en 1984 de la joven de 22 años Michelle Denise Simms, y quien además confesó haber matado a otras nueve mujeres. Long, de 65 años, recibió una inyección letal en la Prisión Estatal de Florida, en el condado Bradford, en el norte del estado.

Long no recibió visitas ni a ningún asesor espiritual en el que ha sido su último día de existencia, y su última comida consistió en un sandwich de carne y tocino, patatas fritas y un refresco, según el Departamento de Correcciones de Florida. «Estaba calmado y tranquilo», dijo la portavoz de la entidad Michelle Gladdy, durante una rueda de prensa ofrecida en los exteriores del presidio, antes de la ejecución.

Robert «Bobby» Joe Long, que estuvo en el corredor de la muerte 34 años, fue detenido en 1984 después de secuestrar y violar a Lisa Noland, una adolescente de 17 años que logró escapar y permitió a la Policía dar con el paradero del que era conocido como «El violador de los avisos clasificados».

El ejecutado, a quien se le responsabiliza de una docena de violaciones, solía escoger a sus víctimas tras mostrarse interesado en artículos que vendían en los clasificados de la prensa local. Cuando iba al domicilio procedía a atacar si encontraba a una mujer sola.

La cadena de asesinatos, según la Policía, se inició con Artiss Ann Wick, muerta en marzo de 1984 y a la que siguieron por lo menos otras nueve víctimas mortales, casi todas ellas estranguladas, hasta su detención en noviembre de ese año.

En casi todos los casos los cuerpos eran hallados en zonas boscosas y rurales, en ocasiones desnudos y con signos de haber sido estrangulados. Por la serie de asesinatos y violaciones que cometió a Bobby Joe Long le impusieron 28 cadenas perpetuas y la pena capital en un juicio en 1985.

Con la de Long, en lo que va de año ocho presos han sido ejecutados en Estados Unidos. El estado de Tennessee ejecutó hace una semana a Donnie Johnson, tras ser condenado a muerte por asesinar en 1984 a su esposa, Connie, con una bolsa de basura que le introdujo por la garganta. Desde que el Tribunal Supremo restituyó la pena de muerte hace cuatro décadas, 1.498 presos han sido ejecutados en el país, 98 de ellos en Florida. La de Long es la primera de este año.

https://www.lavozdegalicia.es/notic...-bahia-tampa-1984/00031558687560919133551.htm
 
Detenido el asesino de Long Island.
Es un arquitecto estába en el radar de la Policía durante un tiempo pero no conseguían a que accediese al ADN. Gracias a un compañero de trabajo que recogió el ADN se confirmó que era el asesino serial.
 
Detenido el asesino de Long Island.
Es un arquitecto estába en el radar de la Policía durante un tiempo pero no conseguían a que accediese al ADN. Gracias a un compañero de trabajo que recogió el ADN se confirmó que era el asesino serial.

Esta es su cara.

Long-Island-Architect-Rex-Heuermann-59-has-been-arrested-for.jpg
 
Detenido el asesino de Long Island.
Es un arquitecto estába en el radar de la Policía durante un tiempo pero no conseguían a que accediese al ADN. Gracias a un compañero de trabajo que recogió el ADN se confirmó que era el asesino serial.

Venía a comentar esto. Este caso me impactó muchísimo. Periódicamente miro a ver si hay novedades y acabo de verlo, qué alegría!!!
 
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