Albert Rivera y Ciudadanos

Ciudadanos a través de las crónicas amarilla, rosa y sepia


Las reuniones en casas coloniales y de vanguardia, áticos, chalets o palcos de estadios de fútbol son un clásico. Allí se fabrican negocios, líderes y políticas si es preciso, lejos de la gente a la que va a afectar

Muy lejos también de la cárcel, de los lazos amarillos, de las agresiones que dispara el odio, de las declaraciones para los medios

Rosa María Artal
28/08/2018 - 20:14h
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Albert Rivera e Inés Arrimadas, líderes de Ciudadanos. EFE

Este miércoles, Albert Rivera estará, según sus propias palabras, "defendiendo la libertad, la convivencia y la democracia". Pide "tolerancia cero frente al totalitarismo nacionalista" y pregunta a los ciudadanos con minúscula si estamos hartos de lazos amarillos. Mucho. Estamos hartos bastantes de nosotros de ver políticos encarcelados por el ejercicio de la política. Sin juicio, en una larga prisión preventiva que se acerca ya a los 10 meses en algunos casos. Y también del pueril pero nada inocente juego de ir quitando lazos amarillos con los que se pide la libertad de esos presos. Es opinable, sin duda. Unanimidad no hay ni por lo más remoto.



A Albert Rivera le sobran, con demasiada frecuencia, los datos, las comprobaciones. Son numerosas ya las acusaciones que han sido rebatidas por la realidad. Concretamente, la que motiva la manifestación está en entredicho. No se ha demostrado en absoluto la raíz independentista de la agresión a una mujer en la Ciudadela, por mucho que la mantengan; grandes medios también. Hasta la foto difundida es una manipulación, se trata de una cirugía nasal publicada en 2013. La Policía Local de Oliva (Valencia) también les ha desmontado la supuesta agresión de independentistas a un hombre de 75 años.

Pero todo es perseverar, que habrá víctimas. Informan de que un grupo de encapuchados con palos y cúteres arrancó lazos amarillos en Vinyols i els Arcs. Los Mossos les requisaron el material. La Fiscalía ha iniciado investigación… a la Policía autonómica.

Punto y aparte es haber convertido al juez Llarena en un asunto de Estado. A pesar de las críticas a cómo ha llevado la instrucción de su juicio al independentismo y de que la querella presentada en Bélgica se basa en sus declaraciones en una conferencia privada y muy bien pagada. Los titubeos del Gobierno en el tema han dado alas de nuevo a la demagogia más desbocada. La antigua ministra de Sanidad del PP y ahora portavoz de Casado, Dolors Montserrat, no lo ha podido dejar más claro. Profundamente crispada, chillando en una rueda de prensa, ha exigido “ el cese inmediato de Delgado y disculpas por no defender a Llarena”.

El gobierno y sus aliados –todos de “istas” feas en la genial definición de Antón Losada- tienen ahora a dos partidos de oposición que libran su propia batalla por el liderazgo en su ideología. Cada vez más a la derecha, más a la extrema derecha. Y, si nos atenemos a lo que se lee entre líneas, la apuesta de ciertos poderes vuelve a ser Ciudadanos, partido al que intentan espabilar del noqueo que le ha ocasionado el nuevo gobierno.

No se pierdan el relato de Carmen Moraga sobre los virajes ideológicos del partido de Rivera. Doce años, desde un desnudo al que había que vestir, o unas mentes que había que llenar. El partido de Arrimadas, tan coincidentes, tan clónicos.

Pero es hora ya de abordar los jugosos datos que aporta el otro relato, las crónicas rosa y sepia que distribuyen numerosos artículos. Uno de los periodistas de cabecera de Albert Rivera nos contaba el domingo los planes para convertir a Manuel Valls en alcalde de Barcelona. Con las mismas pautas utilizadas con Rivera y sin duda con varios otros líderes. A los grandes dueños del dinero les gusta conocerlos. En privado. En secreto, suelen decirnos para que sepamos lo importantes que son esos contactos. Empiezo por esto.

Los presidentes del Ibex 35 se reúnen en secreto con Rivera por el auge de Cs", titulaba en marzo El Confidencial. “José María Álvarez-Pallete, Borja Prado e Ignacio Sánchez Galán han mantenido reuniones con el líder de Ciudadanos, al que las encuestas dan ganador de las próximas elecciones”, añadía. El imparable ascenso era demoscópico nada más. Luego llegó la moción de censura de Pedro Sánchez y La Moncloa se alejó.

No sabemos en qué quedará sin embargo “ el 'feeling' eléctrico de Albert Rivera con su principal embajador del Ibex 35”. Dado que, nos decía la crónica, “el candidato de Ciudadanos había sembrado una especial relación con Borja Prado, presidente de Endesa y el empresario que le organizó el encuentro secreto con Nicolas Sarkozy”. Todo secreto. Esto era en abril. A Rivera le organizaron una gira internacional. No he leído nada de feelings mutantes o compartidos con Pablo Casado, aunque seguro que tiene los suyos. Y ahora las giras las hace Pedro Sánchez, como presidente del Gobierno.

Lo de Manuel Valls es todavía más bonito. Una historia de amor, lujo y poder para salvar a Barcelona del nacionalismo, el separatismo, los supremacismos y los totalitarismos. Es conocida la imaginativa prosa de al menos uno de los autores del artículo, pero se edifica sobre hechos constatables. Veamos.

Manuel Valls resucita en la política y encuentra el amor con la ex 'primera dama' de Pronovias”. A toda línea en este caso, relatan que la exmujer del exdueño de Pronovias hace reuniones en “su magnífica residencia de estilo colonial a la que cada año acuden numerosas personalidades nacionales e internacionales, cuya identidad nunca trasciende gracias a la discreción”. En secreto, vayamos entendiendo. Y en Menorca.

La anfitriona invitó al expresidente francés y exsocialista Manuel Valls a iniciativa del clan. Congeniaron y salen juntos. Las reuniones en casas coloniales y de vanguardia, áticos, chalets o palcos de estadios de fútbol son un clásico. Allí se fabrican negocios, líderes y políticas si es preciso, lejos de la gente a la que va a afectar. Muy lejos también de la cárcel, de los lazos amarillos, de las agresiones que dispara el odio, de las declaraciones para los medios.

Albert Rivera ofreció a Valls ser candidato a la alcaldía de Barcelona, y Valls, tras Menorca se fue a Marbella. Pero, atentos, a lo que relata la crónica cortesana:

“Manuel no acudió a Marbella a disfrutar de sus playas y espetos de sardinas, sino a trabajar a destajo. A reunirse con esas personalidades políticas, como José María Aznar, y empresariales que siguen apostando cada verano por este municipio para descansar”. Marbella, llena de amigos que organizan más reuniones, cenas y comidas, en hoteles de lujo, es el lugar ideal para pensar en ganar la alcaldía de Barcelona. “Allí había constructores, empresarios hoteleros, farmacéuticos, directivos de grandes grupos de comunicación, productores de cine y televisión, lobbystas... Mucho poder”, escriben. Le han prometido a Valls, según los cronistas, “financiación para la campaña, logística y contactos”.

No he dejado de pensar en rellenar con nombres las casillas de esas profesiones tan definidas.

La campaña sigue por este otro flanco mediático. Los independentistas hacen aquelarres pensando en las municipales, el 'Ciudadano Valls' tiene dudas razonables. Por cierto, las tiene, no lo ve claro aún. Sus soportes le animan entusiastas, como se ve.

Ahora ya podemos volver a leer en su contexto las proclamas por la libertad, la convivencia y la democracia de Rivera y Arrimadas y su impenitente lucha contra los totalitarismos nacionalistas, supremacistas, separatistas.

Y “todas las istas feas” también. No están solos. La oposición embarca a la política española en la enfermiza senda de convertir los debates en un agrio cuadrilátero en el que prima el golpe sucio. Lo malo es saber cuántos hilos se mueven fuera de las cuerdas, fuera de las urnas. Aunque mucho peor es no saberlo.

https://www.eldiario.es/zonacritica/Ciudadanos-traves-cronicas-amarilla-sepia_6_808479163.html
 
Lo de la manifestación de ayer ha sido patético y han quedado retratados.

Se han visto manifestaciones independentistas de cientos de miles de personas, donde no se rompía ni una papelera.
Estos convocan una a la que no acuden ni mil personas, abucheos entre ellos, amenazas, agresiones y los de Ciudadanos diciendo que solo fue un infiltrado, cuando en los videos se ven a varios manifestantes intentando linchar a un periodista que para colmo ni de tv3 era como pensaban.
Y bueno al marcharse, dejan el suelo echo un asco, como si se hubiese celebrado un macrobotellón.

Y menos mal que era una manifestación para condenar agresiones y pedir que se limpie la ciudad de lazos amarillos.
Menudo ridículo.
 
Lo de la manifestación de ayer ha sido patético y han quedado retratados.

Se han visto manifestaciones independentistas de cientos de miles de personas, donde no se rompía ni una papelera.
Estos convocan una a la que no acuden ni mil personas, abucheos entre ellos, amenazas, agresiones y los de Ciudadanos diciendo que solo fue un infiltrado, cuando en los videos se ven a varios manifestantes intentando linchar a un periodista que para colmo ni de tv3 era como pensaban.
Y bueno al marcharse, dejan el suelo echo un asco, como si se hubiese celebrado un macrobotellón.

Y menos mal que era una manifestación para condenar agresiones y pedir que se limpie la ciudad de lazos amarillos.
Menudo ridículo.

Menos mal que lo lazos amarillos ensucian y contaminan las calles. :cry::cry::cry:
 
Rivera y Arrimadas arrancan independentistas con sus propias manos en un pueblo de Barcelona
LOS SEPARATISTAS HAN SIDO APARTADOS DE LA VÍA PÚBLICA, INCLUIDO EL ALCALDE DE LA LOCALIDAD



Por
Xavi Puig
En un buscado golpe de efecto tras días denunciando la “ocupación” del espacio público en Cataluña por los independentistas, el presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, y la líder del partido en Cataluña, Inés Arrimadas, han retirado esta mañana con sus propias manos a varios catalanes partidarios de la independencia que paseaban por las calles del municipio de Alella (Barcelona).

La acción de los dos políticos, acompañados de una comitiva de una decena de simpatizantes, se ha desarrollado sin incidentes aunque con gran tensión entre abucheos, aplausos y pitidos por parte de los transeúntes que estaban siendo apartados de la vía pública. “¡Fuera!”, “¡Vergüenza!” y “¡Fascistas!”, entre otras lindezas, iban gritando los independentistas mientras se les retiraba a la fuerza de la calle.

Rivera y Arrimadas han dado un corto paseo, de apenas 200 metros, por las calles de Alella, un pequeño municipio de menos de 9.600 habitantes a 20 kilómetros del centro de Barcelona, y donde la presencia de independentistas que protestan por la libertad de los políticos encarcelados es muy numerosa. Están en las aceras, en los bares o asomando por las ventanas de los edificios de la Plaza del Ayuntamiento.

“¡Vaya manera de provocar!”, gritaba el alcalde de Alella mientras era arrancado a empujones por Rivera, quien reconocía más tarde el carácter simbólico de su actuación, pues “aunque arranques veinte o treinta, todos tienen familiares y se van reproduciendo, pero lo importante es hacer lo posible para que no se acumulen”.
 
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