Y el que tenga un pasado absolutamente impoluto que levante la mano. O como también se dice, el que esté libre de culpas, que tire la primera piedra.
Y conste que no lo usan solo con el franquismo. La regidora de la ciudad condal ya criticó el monumento madrileño (si, el de otra ciudad) a Blas de Lezo, por haber intervenido en el bando borbónico en la guerra de sucesión y en consecuencia haber bombardeado Barcelona (según este criterio de la mano, da absolutamente igual que fuera un héroe que puso de rodillas con una birria de medios a una flota británica); también quiere su consistorio retirar la estatua de Antonio López López, más conocido como primer marqués de Comillas, porque se sospecha, aunque nunca se ha demostrado, que parte de su fortuna la obtuvo con el negocio del tráfico de esclavos (este poco importa que apoyara el modernismo y que pusiera su sede social en Barcelona en lugar de Santander, o que sus descendientes en lugar de cántabros sean catalanes). Bajo el criterio de no pasar ni una podemos ir desmontando absolutamente todo, incluido el Acueducto de Segovia y si me apuras hasta Atapuerca, ya que se encontraron huesos con huellas de haber sido despojados de su carne mediante prácticas caníbales.
Yo ya he dicho que Samaranch no es santo de mi devoción, pero está muerto y para las generaciones actuales es el español que impulsó el olimpismo casi tanto como el barón de Coubertain.
Cuando Colau intente ponerse el nombre a una calle se le criticará si es factible hacerlo o no. Creo que se ha sido demasiadamente permisivos hasta la actualidad con los honores concedidos a personas cuya honorabilidad es cuestionable por múltiples motivos. Es logico porque ya sabemos quienes han tenido el control del poder hasta ahora.