Se contagia sobre todo por las gotitas que se expulsan al hablar, toser o estornudar, así que el cadáver no sería contagioso, menos después de pasar por el proceso de embalsamamiento.
Ahora bien, los velatorios, como cualquier reunión, acumulan mucha concurrencia en espacios cerrados, por lo cual hay posibilidad de contagio (de esta enfermedad u otra que se trasmita de persona a persona), por el simple hecho de que entre tanta asistencia el enfermo asintomático tiene muchas oportunidades de diseminar el virus. Lo mismo si el afectado asintomático va al cine, o viaja hacinado en el transporte público o va a clases (por ese motivo también en Wuhan han suspendido las clases).
Otra vía de contagio comprobada son las heces, el contagio oro-fecal, de la misma manera que se trasmite la hepatits A. Pero acá estamos ante el problema de la falta de higiene. Si usaste el baño, sea público o de tu domicilio, la lógica y los buenos hábitos indican que hay que lavarse las manos. De la misma manera, si el cocinero o el camarero de un restaurante tapó su boca con la mano al toser, después no debería manipular alimentos para terceros.
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