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Yo con Ana y los siete moría de verguenza ajena. Una serie hecha por y para el lucimiento de la Obregón, poniéndola de super sexy sensual afrodita deseada por todos los machos de aquí a Oriente... vergüencita ajena, lo dicho. Aún recuerdo la canción... "qué es lo que baila Ana...que hasta los muertos le tienen ganas..." por favor. Y la mujer, con sus ya entonces patitas de pollo, contoneándose sin el más minimo sex appeal en la barra de pole dance.
Todo lo que cuentas es verdad.Pero lo cierto es que tuvo muchisimo seguimiento, porque la serie también tenía su parte tierna y simpática,con los niños,que yo pienso que fue el motivo de su éxito.
Sus tramas,aunque simples, engancharon a mucha gente que querían ver como la malvada madrasta (Silvia Marsó) era vencida por una humilde y cariñosa cuidadora que sí se portaba como una madre de los pobres huerfanitos, faltos de cariño porque su papá trabajaba mucho...jaja. Sí,ya sé que era muy muy simplota,pero a mis niños (y bastantes millones de personas más) les encantaba.
Tuvo unas audiencias que,ahora mismo, mataría por ellas el mismisimo Vasile...
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