Alonso Guerrero se anima a publicar libro sobre Letizia

Voy pasando hojas y hojas y siempre lo mismo, las crónicas o lo que sea sobre el hacer de este hombre, pero siempre igual, hasta el aburrimiento.
Se habla en su contra al mismo tiempo que se le pone en primera plana exhaustivamente con lo que su pretensión, si es esa, va viento en popa en cuanto a la salida de su libro.
¿Por qué no esperamos a que al fin salga a la luz?
 
Unas fotos desnuda, ganas de fama: las perlas del libro de Alonso Guerrero sobre Letizia
AMPARO DE LA GAMA
05.03.2018 – 19:30 H.
'El amor de Penny Robinson', la novela del exmarido de la reina Letizia, verá la luz el próximo viernes día 9. Vanitatis ha tenido acceso a la obra más codiciada mediáticamente del momento, en la que por cierto se mezcla ficción y realidad. Alonso Guerrero ya ha declarado que en esta novela se cuenta lo que pasó los días y meses siguientes al 1 de noviembre de 2003, cuando la Casa del Rey sorprendía a todos con el anuncio del compromiso matrimonial entre el entonces príncipe de Asturias y la periodista Letizia Ortiz Rocasolano, la que había sido su mujer.

Alonso Guerrero, la víctima del acoso mediático
El protagonista de la novela se llama Alonso Guerrero, un hombre al que arrebatan la capacidad de defenderse. Los personajes son fácilmente identificables en cada línea de la obra, que no está dedicada a nadie. La novela arranca así: “Por razones que no vienen al caso, perdí mi vida privada entre las nueve y las diez de la noche del pasado doce de noviembre, día de mi cumpleaños. Digo perdí, pero en realidad me la arrebataron de un zarpazo. Desde entonces no he vuelto a pisar con negligencia los lugares públicos, ni contemplo los atardeceres sin que me separe de ellos una cortina de teatro. Y todo porque un desconocido me sacó una foto con un teléfono móvil, desde el otro lado del cristal de un escaparate”.




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'El amor de Penny Robinson'.
A partir de este primer párrafo toda la novela es una crítica feroz al acoso mediático que Alonso Guerrero vive. Explica desde cómo le robaron una carta de su buzón, le revolvieron la basura de sus bolsas en los contenedores y la ocasión en la que tuvo que huir de su casa a un hotel. Siempre haciendo guiños al escritor Fernando Pessoa, Alonso confiesa: “Había luchado por convertirme en un escritor, y de la noche a la mañana me vi convertido no ya en un tema, sino en un tópico”.

"Estuve tentado de telefonear a la revista y preguntar cómo habían conseguido la foto, pero sabía que esos hallazgos no pertenecen a quienes los fabrican, sino a quienes los consumen. Tanto si habían pagado la foto como si la habían encontrado en el cepillo del anonimato, la gente la donaba como un artista puro y perfeccionista, sin nada a cambio. Llamar y presentarme como quien era, Alonso Guerrero, con todas las sílabas de mi nombre —por más que mi nombre no hubiera dicho nada de mí hasta salir en los periódicos— era arriesgarme a que no me creyeran".

Las periodistas con cara de la mula Francis
Alonso Guerrero dice que habitamos un país en el que la soledad propia se medica con las vidas ajenas. Cotilleos y calmantes. Esa es nuestra receta. Y tras este pensamiento empieza su ataque a los programas del corazón azotando a las tertulianas. “Sus cortes de cara me recordaban vagamente a la mula Francis, un personaje de serie televisiva de mi infancia. Como adelanto, con frases entresacadas de un tráiler, pues la función de esa noche era en directo, una de ellas decía que yo era un tipo muy poco agraciado, y que no se explicaba cómo había adquirido tanta notoriedad. Yo tampoco me lo explicaba. Aquella notoriedad que ellas mismas me adjudicaban no me parecía grande, sino vacía. Me obligaba a vivir junto a un teléfono, dentro de una casa asediada.
Otra de las definiciones que hace de los paparazzi es que "parecen empleados de la perrera, con la caña y el lazo colgándoles del cinturón”. Y sigue contando su persecución: “Cuando me tomaron la foto yo era una promesa de cuarenta y un años. Aún tenía un mundo ante mí, y cierto tiempo para desdeñarlo. Al día siguiente, el bibliotecario del Ayuntamiento, con quien de vez en cuando hablaba de libros, me telefoneó para decirme en qué revista había aparecido".

Laura y Nené, las dos Letizias
En todos los personajes femeninos que aparecen en la obra hay mucho de Letizia. Pero Alonso va diferenciando en cada nombre las distintas etapas. Las dos féminas que aturden a Alonso Guerrero son Laura, la ex que le traiciona y a la que describe como alguien que tras un divorcio es capaz de todo, y la inquietante jovencita “lolita” llamada Nené, seducción pura.

En la novela se habla de dos fotos de Laura desnuda tomadas por el propio Alonso. ”La conocí en 1989. Por un momento me sobrecogió su desnudez.Había sido yo quien tomó la instantánea, aquel atardecer de verano, mientras ella dormía. Recordé haber buscado el encuadre durante mucho rato y, al despertar, había puesto el automático y me había fotografiado junto a ella, tan desnudo como ella. Pese a proceder con la frialdad de un artista, me pareció que después de haber cruzado el Sistema Solar, la luz de la persiana rayaba su piel como si supiera que no iba a tener mejor ocasión para pertenecer a este mundo.

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La reina Letizia. (Limited Picutes)
"Por aquel entonces estaba enamorado de su bronceado, así que hice la foto. Las líneas bordeaban los hombros y caían a la parte interna de los muslos como si la confundieran con un tragaluz. Sin embargo, no fue aquel cuerpo entre el sueño y la vigilia lo que estimuló mi memoria, sino los pequeños objetos que el azar había puesto en la fotografía: los cuadros sobre el cabecero, el pequeño reloj abandonado en la mesilla y algunos de los libros que por entonces me obsesionaban. Promesas incumplidas que el amor utiliza para rodearse de eternidad”.

Nené, la que sale en un disco
Nené es el personaje por el que Alonso deja toda su vida atrás y a la que describe como una absoluta obsesión. Todos la identifican con esa Letizia de 16 años que conoció. “Estuve a punto de renunciar a la posteridad, por eso empecé a escribir mis memorias. Mirando mi vida, ella era un pequeño margen, igual que yo, una promesa sin asideros que no deseaba que fueran en su busca. La vi salir embutida en aquel gabán de cosaco debajo del cual iba casi desnuda. Era bella como un diluvio, pero desapareció bajo el sol de diciembre sin dejar rastro [...] Sin darme cuenta, había llegado a obsesionarme con sus ojos y su boca. Ambos permanecían en mi memoria por alguna razón. Quizá los había visto en una portada de disco. Todas las mujeres que cantaban tenían esos ojos y bocas, aunque cada una destilaba con ellos una mirada distinta, y daba besos tan diferentes como sellos de lacre. Nené lo sabía, por eso quería la fama”.

Solo dice una vez monarquía
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'El amor de Penny Robinson'.
Alonso mantiene que de todo se puede hacer literatura, pero en este caso ha querido ocultar lo que no fuera anecdótico. El personaje más parecido a Felipe VI podría ser Bowman, quien se desgasta después de ocho horas apareciendo en pantalla:

"Bowman se habría pasmado de la belleza de su mujer veinte años atrás. Bowman sabía que su mujer había tenido veinte años, pero no lo recordaba. Laura aparecía desnuda en la foto, como expuesta a todos los resoles de un lago al atardecer.

- ¿Qué vas a hacer con ella?

- Cualquier cosa, menos conservarla.

- La vas a conservar - aseguré.

- Sí, la enmarcaré y la colgaré en la pared. Cuando me vaya quiero dejársela a Enrique, para que sepa lo que pierde.

- No va a soportarlo. Te pareces a Anita Ekberg.

- ¿Qué vas a hacer tú con estas otras? - me preguntó, casi preocupada.

- Impedir que cuenten mi vida. Mi vida la cuento yo”.

Quería saber por qué había dado ese paso. Nadie lo creía, así que la llamaron a ella, para corroborar que Alonso Guerrero había abierto una página web y estaba dispuesto a contestar a todo aquello a lo que nunca había contestado. El campo era tan ilimitado que la segunda pregunta, anónima, fue: ¿qué opinión le merece la monarquía?

"¿No es este tipo el exmarido de la princesa?"
Alonso cierra su novela de manera de sátira. El desenlace es casi demoledor:

"- ¿Qué vas a hacer ahora?

- Irme a casa, a ver si mi mujer me perdona.

- Nadie va a perdonarte, y menos tu mujer. Solo te queda la dignidad, no la pose de llevarte todo a la tumba.

- Soy joven para morir.

- Ya estás muerto.

Sentí en el cutis el soplo de los pájaros de la fuente de Mariano de Cavia y oí con cansancio —pese a que mis sentidos iban cerrando troneras y sumideros— a un hombre que miraba a través de la ventanilla y le decía a su acompañante:

- ¿No es este tipo el exmarido de la princesa?".
 
ESTE ES EL ARTÍCULO QUE PUBLICÓ HACE UN PAR DE DÍAS EL CRETINO DEL EX DE LA LETI, CREO QUE NO SE HABÍA COLGADO AQUÍ (n), LA VERDAD ES QUE NO TIENE DESPERDICIO, NO SE PUEDE SER MÁS IMBÉCIL NI MÁS PEDANTE: :rolleyes::rolleyes::rolleyes::rolleyes:


Primera persona
Alonso Guerrero, ex de Letizia, a LOC: "La Casa Real jamás me ha ofrecido dinero por mi silencio"
    • ALONSO GUERRERO
  • 3 MAR. 2018 13:44
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Alonso Guerrero en una imagen de archivo. GTRES

El escritor explica en La Otra Crónica el motivo que le ha llevado a escribir 'El amor de Penny Robinson', la novela sobre su vida y la de la Reina

Alonso Guerrero, el difícil papel del ex marido de Letizia

Alonso Guerrero, la vida normal del ex marido de la Reina Letizia

''Comencé a escribir El amor de Penny Robinson casi 10 años después de que la que había sido mi esposa se convirtiera en prometida del Príncipe de Asturias. La "Anunciación", como la llamó alguno de mis amigos. Al cabo de ese tiempo, la prensa amarilla dejó de perseguirme, aunque no hubo posibilidad de que se olvidara de mí pues mantenía una línea inaprensible de torres de vigilancia, algo parecido al ojo de Mordor, sobre todos los que habíamos formado parte de su vida. Algunos intentamos pasar inadvertidos. ¿Es posible decir algo normal sobre un asunto como ese, en los términos que tales publicaciones exigían? Exigían, en efecto. La prensa rosa nunca quiere sacarte información, quiere arrancarte pedazos de carne. Lo digo en la novela. En una ocasión declaré que, antes que otros escribieran sobre mí, prefería hacerlo yo. El presente texto, y la novela que acabo de publicar, son pruebas de ello. Cuento los días y meses siguientes al hecho que a tanta gente interesó, en aquel noviembre de 2003. Lo único que puedo ofrecer es una tragicomedia. Para mí lo fue, y la clave consiste en que a cualquier hombre de este país podría haberle ocurrido lo mismo. Tuve la dudosa suerte de ser yo, y al menos aquello me proporcionó un argumento. Se ha dicho que la trama de El amor de Penny Robinson es una mezcla de ficción y realidad. Cierto: una mezcla de lo que ocurrió y de lo que podría haber ocurrido. Les aseguro que lo primero resulta más increíble que lo segundo.

"En una ocasión declaré que, antes que otros escribieran sobre mí, prefería hacerlo yo"
Confío en que los que lean la novela encuentren una identidad. Toda persona que, de pronto, se convierte en un personaje siente cierta extrañeza, sobre todo si se trata de un personaje distinto del que esa persona hubiera querido encarnar. A partir de ahí, el problema no radica en tal diferencia, sino en la rapidez con que sobreviene todo. No se trata de algo azaroso, ni insospechado. Se trata de algo premeditado. Uno pasa a ser una víctima, porque le piden palabras que no son suyas, declaraciones que van a ser tergiversadas, iluminaciones oscuras y rasgos que no posee, sino que añade quien lo entrevista. Este país ha creado una figura -el famoso, llamémoslo así- que, de pronto, atrae la mirada de todo el mundo, sin la necesidad de que todo el mundo comprenda lo que mira.

"De todo se puede hacer literatura, pero en este caso he intentado ocultar lo que no fuera anecdótico"

La novela es una amalgama de acción y existencialismo. Creo que no hay otra forma de abordar un problema en el que uno tiene tantas implicaciones. Quizá Henry James hubiera fraguado algo distinto, yo he preferido simplemente exponerme, porque explicar, racionalizar un punto de partida tan radical, que comprende a la familia, a los amigos, a tanto cazador que quiere cobrar su pieza, son planteamientos demasiado contradictorios para quien siempre se ha considerado un narrador literario. De todo se puede hacer literatura, pero en este caso he intentado ocultar lo que no fuera anecdótico. La anécdota se convierte en determinante, en decisiva. Pasa en la vida de cualquiera, pero más aún en la del protagonista de mi novela -Alonso Guerrero-, un hombre al que arrebatan la capacidad de defenderse. O casi.

"Jamás la Casa Real me ha ofrecido dinero por guardar silencio. Si lo hubieran hecho, no habría aceptado, igual que no he aceptado otras muchas cosas"
Tras la prensa vienen las redes sociales, los foros, esa multitud de solitarios que se niegan a hablar si se desprenden de su careta. Hemos llegado a un mundo de máscaras donde la verdad no es que sea imposible, es que ni siquiera es necesaria. Los foros montan un juicio paralelo del que la única forma de salir es no entrar, no participar en ellos. Los foros sólo requieren una premisa: no saber de qué se habla. Nunca he pertenecido a una red social. En ninguna se ha hablado de mí, sino de mi caso. El amor de Penny Robinson es la narración de ese caso hecha desde dentro y a la vista de todas sus hipérboles y contradicciones. Quiero aclarar algo que siempre se me atribuye: jamás la Casa Real me ha ofrecido dinero por guardar silencio. Si lo hubieran hecho, no habría aceptado, igual que no he aceptado otras muchas cosas. Mi silencio es una elección propia.

He utilizado anteriormente la palabra víctima. No lo soy en absoluto, pero no he podido evitar ser, al menos, un observador aventajado en relación a los acontecimientos que cuento en el libro. Repito que no posee un argumento que yo haya tenido que inventar. Sólo narro lo que viví y cómo lo viví. La ficción únicamente aporta consecuencias más o menos audaces a todo aquello. Es decir, la ficción es lo que puedo compartir con quienes me lean, porque la realidad es intransferible, incluso cuando se disfraza. Si no se entienden esas consecuencias, entonces me gustaría que quien lea el texto asuma lo que sienten las cincuenta personas vigiladas y perseguidas por el millar de revistas y televisiones que hay en este país. También lo digo en la novela.

"Considero al lector mucho más inteligente que yo. Sé que sabrá leer entre líneas. Los personajes son fácilmente identificables para quien esté un poco al tanto de los pequeños vodeviles que acontecen"

Ha habido periodistas y tertulianos que me han defendido. Pocos, pero existen. Les agradezco, junto con su apoyo, su punto de vista, mucho más cercano a la comprensión de lo ocurrido. También aparecen en la novela. Considero al lector mucho más inteligente que yo. Sé que sabrá leer entre líneas. Los personajes son fácilmente identificables para quien esté un poco al tanto de los pequeños vodeviles que acontecen en los medios de comunicación, sobre todo en la televisión. Lo que muestro son los síntomas del caso de psiquiatría social que he vivido, en el cual los medios entretienen con lo más brutal de los personajes que aparecen en ellos. No sé por qué.

En la novela hay ficción, no mentiras. El lector se encontrará con lo que me ocurrió, ni más ni menos. He tenido que escribirla porque me ha empujado a ello la necesidad de sacar conclusiones y entenderlas. En lugar de volver al personaje en que quisieron convertirme, he preferido volverme yo mismo un personaje, se comprende que novelístico. Aparezco con mi propio nombre. Lo que experimentaron, por no decir sufrieron mi familia, mis amigos en aquellos noviembre, diciembre, enero, febrero de 2003 y 2004 fue tal como lo relato. Recuerdo que muchas de aquellas persecuciones se hicieron con francotiradores, sin sacar periodistas a la calle, sino mediante un asedio continuo desde las pantallas de televisión y las páginas de las revistas. Coincidieron con la promoción de un libro y la reedición de un relato. En las presentaciones de aquellas obras apenas pude aludir a lo que significaban, a lo que yo había puesto en ellas, por razones demasiado obvias. Son esas razones las que ahora sustentan El amor de Penny Robinson. Vivimos en un país en el que la soledad propia se medica con las vidas ajenas. Cotilleos y calmantes. Esa es nuestra receta. El fenómeno es vertical, se da de arriba abajo. Son los que nos dirigen los que recetan esos calmantes, o los comparten.

"El único ámbito en que aún se respetaba la privacidad -el de la literatura- está desapareciendo"
Para concluir, me gustaría que se entendiera que todo es una sátira. A veces, una sátira triste, una astracanada con la que sería necesario iniciar un debate, o una reflexión sobre el papel que desempeñan ciertos medios de difusión que sólo difunden una necesidad artificial e indiscriminada de explotar -igual que se explota una granja de pollos, exactamente igual- las partes de las vidas de los demás que les resultan útiles. Pasa en otros países, desde luego, pero no con la misma virulencia ni tanto descaro como en este. No pretendo, con la publicación de El amor de Penny Robinson, originar una toma de conciencia. Si lo hiciera estaría más cerca de la candidez que de la fantasía. No obstante, la noción de vida privada está pasando de moda. Las vidas privadas se consumen, ya no se respetan, y quienes las consumen son siempre los demás, no quienes las viven, sobre todo si caen bajo los fogonazos de las cámaras. El único ámbito en que aún se respetaba la privacidad -el de la literatura- está desapareciendo. Decía Quevedo que el suyo era un siglo en que se escribían epitafios tanto para los vivos como para los muertos. Echen, por favor, un vistazo a su alrededor".

http://www.elmundo.es/loc/casa-real/2018/03/03/5a9990d4e2704e6a768b45fc.html
Gracias, duque, pero he llegado al párrafo que empieza: “la novela es una amalgama de acción y existencialismo…” y ahí m'e quedao. Que entre que es lunes y lo que me repatean los filósofos wannabe, no arriesgo mi salud mental:inpain:
 
Unas fotos desnuda, ganas de fama: las perlas del libro de Alonso Guerrero sobre Letizia
AMPARO DE LA GAMA
05.03.2018 – 19:30 H.
'El amor de Penny Robinson', la novela del exmarido de la reina Letizia, verá la luz el próximo viernes día 9. Vanitatis ha tenido acceso a la obra más codiciada mediáticamente del momento, en la que por cierto se mezcla ficción y realidad. Alonso Guerrero ya ha declarado que en esta novela se cuenta lo que pasó los días y meses siguientes al 1 de noviembre de 2003, cuando la Casa del Rey sorprendía a todos con el anuncio del compromiso matrimonial entre el entonces príncipe de Asturias y la periodista Letizia Ortiz Rocasolano, la que había sido su mujer.

Alonso Guerrero, la víctima del acoso mediático
El protagonista de la novela se llama Alonso Guerrero, un hombre al que arrebatan la capacidad de defenderse. Los personajes son fácilmente identificables en cada línea de la obra, que no está dedicada a nadie. La novela arranca así: “Por razones que no vienen al caso, perdí mi vida privada entre las nueve y las diez de la noche del pasado doce de noviembre, día de mi cumpleaños. Digo perdí, pero en realidad me la arrebataron de un zarpazo. Desde entonces no he vuelto a pisar con negligencia los lugares públicos, ni contemplo los atardeceres sin que me separe de ellos una cortina de teatro. Y todo porque un desconocido me sacó una foto con un teléfono móvil, desde el otro lado del cristal de un escaparate”.




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'El amor de Penny Robinson'.
A partir de este primer párrafo toda la novela es una crítica feroz al acoso mediático que Alonso Guerrero vive. Explica desde cómo le robaron una carta de su buzón, le revolvieron la basura de sus bolsas en los contenedores y la ocasión en la que tuvo que huir de su casa a un hotel. Siempre haciendo guiños al escritor Fernando Pessoa, Alonso confiesa: “Había luchado por convertirme en un escritor, y de la noche a la mañana me vi convertido no ya en un tema, sino en un tópico”.

"Estuve tentado de telefonear a la revista y preguntar cómo habían conseguido la foto, pero sabía que esos hallazgos no pertenecen a quienes los fabrican, sino a quienes los consumen. Tanto si habían pagado la foto como si la habían encontrado en el cepillo del anonimato, la gente la donaba como un artista puro y perfeccionista, sin nada a cambio. Llamar y presentarme como quien era, Alonso Guerrero, con todas las sílabas de mi nombre —por más que mi nombre no hubiera dicho nada de mí hasta salir en los periódicos— era arriesgarme a que no me creyeran".

Las periodistas con cara de la mula Francis
Alonso Guerrero dice que habitamos un país en el que la soledad propia se medica con las vidas ajenas. Cotilleos y calmantes. Esa es nuestra receta. Y tras este pensamiento empieza su ataque a los programas del corazón azotando a las tertulianas. “Sus cortes de cara me recordaban vagamente a la mula Francis, un personaje de serie televisiva de mi infancia. Como adelanto, con frases entresacadas de un tráiler, pues la función de esa noche era en directo, una de ellas decía que yo era un tipo muy poco agraciado, y que no se explicaba cómo había adquirido tanta notoriedad. Yo tampoco me lo explicaba. Aquella notoriedad que ellas mismas me adjudicaban no me parecía grande, sino vacía. Me obligaba a vivir junto a un teléfono, dentro de una casa asediada.
Otra de las definiciones que hace de los paparazzi es que "parecen empleados de la perrera, con la caña y el lazo colgándoles del cinturón”. Y sigue contando su persecución: “Cuando me tomaron la foto yo era una promesa de cuarenta y un años. Aún tenía un mundo ante mí, y cierto tiempo para desdeñarlo. Al día siguiente, el bibliotecario del Ayuntamiento, con quien de vez en cuando hablaba de libros, me telefoneó para decirme en qué revista había aparecido".

Laura y Nené, las dos Letizias
En todos los personajes femeninos que aparecen en la obra hay mucho de Letizia. Pero Alonso va diferenciando en cada nombre las distintas etapas. Las dos féminas que aturden a Alonso Guerrero son Laura, la ex que le traiciona y a la que describe como alguien que tras un divorcio es capaz de todo, y la inquietante jovencita “lolita” llamada Nené, seducción pura.

En la novela se habla de dos fotos de Laura desnuda tomadas por el propio Alonso. ”La conocí en 1989. Por un momento me sobrecogió su desnudez.Había sido yo quien tomó la instantánea, aquel atardecer de verano, mientras ella dormía. Recordé haber buscado el encuadre durante mucho rato y, al despertar, había puesto el automático y me había fotografiado junto a ella, tan desnudo como ella. Pese a proceder con la frialdad de un artista, me pareció que después de haber cruzado el Sistema Solar, la luz de la persiana rayaba su piel como si supiera que no iba a tener mejor ocasión para pertenecer a este mundo.

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La reina Letizia. (Limited Picutes)
"Por aquel entonces estaba enamorado de su bronceado, así que hice la foto. Las líneas bordeaban los hombros y caían a la parte interna de los muslos como si la confundieran con un tragaluz. Sin embargo, no fue aquel cuerpo entre el sueño y la vigilia lo que estimuló mi memoria, sino los pequeños objetos que el azar había puesto en la fotografía: los cuadros sobre el cabecero, el pequeño reloj abandonado en la mesilla y algunos de los libros que por entonces me obsesionaban. Promesas incumplidas que el amor utiliza para rodearse de eternidad”.

Nené, la que sale en un disco
Nené es el personaje por el que Alonso deja toda su vida atrás y a la que describe como una absoluta obsesión. Todos la identifican con esa Letizia de 16 años que conoció. “Estuve a punto de renunciar a la posteridad, por eso empecé a escribir mis memorias. Mirando mi vida, ella era un pequeño margen, igual que yo, una promesa sin asideros que no deseaba que fueran en su busca. La vi salir embutida en aquel gabán de cosaco debajo del cual iba casi desnuda. Era bella como un diluvio, pero desapareció bajo el sol de diciembre sin dejar rastro [...] Sin darme cuenta, había llegado a obsesionarme con sus ojos y su boca. Ambos permanecían en mi memoria por alguna razón. Quizá los había visto en una portada de disco. Todas las mujeres que cantaban tenían esos ojos y bocas, aunque cada una destilaba con ellos una mirada distinta, y daba besos tan diferentes como sellos de lacre. Nené lo sabía, por eso quería la fama”.

Solo dice una vez monarquía
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'El amor de Penny Robinson'.
Alonso mantiene que de todo se puede hacer literatura, pero en este caso ha querido ocultar lo que no fuera anecdótico. El personaje más parecido a Felipe VI podría ser Bowman, quien se desgasta después de ocho horas apareciendo en pantalla:

"Bowman se habría pasmado de la belleza de su mujer veinte años atrás. Bowman sabía que su mujer había tenido veinte años, pero no lo recordaba. Laura aparecía desnuda en la foto, como expuesta a todos los resoles de un lago al atardecer.

- ¿Qué vas a hacer con ella?

- Cualquier cosa, menos conservarla.

- La vas a conservar - aseguré.

- Sí, la enmarcaré y la colgaré en la pared. Cuando me vaya quiero dejársela a Enrique, para que sepa lo que pierde.

- No va a soportarlo. Te pareces a Anita Ekberg.

- ¿Qué vas a hacer tú con estas otras? - me preguntó, casi preocupada.

- Impedir que cuenten mi vida. Mi vida la cuento yo”.

Quería saber por qué había dado ese paso. Nadie lo creía, así que la llamaron a ella, para corroborar que Alonso Guerrero había abierto una página web y estaba dispuesto a contestar a todo aquello a lo que nunca había contestado. El campo era tan ilimitado que la segunda pregunta, anónima, fue: ¿qué opinión le merece la monarquía?

"¿No es este tipo el exmarido de la princesa?"
Alonso cierra su novela de manera de sátira. El desenlace es casi demoledor:

"- ¿Qué vas a hacer ahora?

- Irme a casa, a ver si mi mujer me perdona.

- Nadie va a perdonarte, y menos tu mujer. Solo te queda la dignidad, no la pose de llevarte todo a la tumba.

- Soy joven para morir.

- Ya estás muerto.

Sentí en el cutis el soplo de los pájaros de la fuente de Mariano de Cavia y oí con cansancio —pese a que mis sentidos iban cerrando troneras y sumideros— a un hombre que miraba a través de la ventanilla y le decía a su acompañante:

- ¿No es este tipo el exmarido de la princesa?".
Pues más bien parece el segundo asalto del combate contra la prensa que inició la hermana barreño hace años. Esta vez el púgil es el primer marido que escribe a sus órdenes.
 
Es todo tan raro y misterioso en esta mujer..
Desde cuando vivía con el profesor?¿
Desde los 17 años, 21 años..
No me voy a creer que fuera después de casarse tras volver de México..?¿
Su hermana Telma estudió la carrera en Barcelona de Económicas en algunos cursos?¿Porque..

Aquí hay tantas mentiras para tapar y dignificar a esta familia que al final parece todo incluso peor de lo que fuera..Quizá lo era..


Hay una película llamada Mogambo..donde hay un adulterio.. Con la censura franquista al parecer esto muy inapropiado se hizo un cambio..el matrimonio protagonista pasaba de eso a ser hermanos..
Se evitaba el adulterio y...se dejaba intuir un incesto..
 
Unas fotos desnuda, ganas de fama: las perlas del libro de Alonso Guerrero sobre Letizia
AMPARO DE LA GAMA
05.03.2018 – 19:30 H.
'El amor de Penny Robinson', la novela del exmarido de la reina Letizia, verá la luz el próximo viernes día 9. Vanitatis ha tenido acceso a la obra más codiciada mediáticamente del momento, en la que por cierto se mezcla ficción y realidad. Alonso Guerrero ya ha declarado que en esta novela se cuenta lo que pasó los días y meses siguientes al 1 de noviembre de 2003, cuando la Casa del Rey sorprendía a todos con el anuncio del compromiso matrimonial entre el entonces príncipe de Asturias y la periodista Letizia Ortiz Rocasolano, la que había sido su mujer.

Alonso Guerrero, la víctima del acoso mediático
El protagonista de la novela se llama Alonso Guerrero, un hombre al que arrebatan la capacidad de defenderse. Los personajes son fácilmente identificables en cada línea de la obra, que no está dedicada a nadie. La novela arranca así: “Por razones que no vienen al caso, perdí mi vida privada entre las nueve y las diez de la noche del pasado doce de noviembre, día de mi cumpleaños. Digo perdí, pero en realidad me la arrebataron de un zarpazo. Desde entonces no he vuelto a pisar con negligencia los lugares públicos, ni contemplo los atardeceres sin que me separe de ellos una cortina de teatro. Y todo porque un desconocido me sacó una foto con un teléfono móvil, desde el otro lado del cristal de un escaparate”.




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'El amor de Penny Robinson'.
A partir de este primer párrafo toda la novela es una crítica feroz al acoso mediático que Alonso Guerrero vive. Explica desde cómo le robaron una carta de su buzón, le revolvieron la basura de sus bolsas en los contenedores y la ocasión en la que tuvo que huir de su casa a un hotel. Siempre haciendo guiños al escritor Fernando Pessoa, Alonso confiesa: “Había luchado por convertirme en un escritor, y de la noche a la mañana me vi convertido no ya en un tema, sino en un tópico”.

"Estuve tentado de telefonear a la revista y preguntar cómo habían conseguido la foto, pero sabía que esos hallazgos no pertenecen a quienes los fabrican, sino a quienes los consumen. Tanto si habían pagado la foto como si la habían encontrado en el cepillo del anonimato, la gente la donaba como un artista puro y perfeccionista, sin nada a cambio. Llamar y presentarme como quien era, Alonso Guerrero, con todas las sílabas de mi nombre —por más que mi nombre no hubiera dicho nada de mí hasta salir en los periódicos— era arriesgarme a que no me creyeran".

Las periodistas con cara de la mula Francis
Alonso Guerrero dice que habitamos un país en el que la soledad propia se medica con las vidas ajenas. Cotilleos y calmantes. Esa es nuestra receta. Y tras este pensamiento empieza su ataque a los programas del corazón azotando a las tertulianas. “Sus cortes de cara me recordaban vagamente a la mula Francis, un personaje de serie televisiva de mi infancia. Como adelanto, con frases entresacadas de un tráiler, pues la función de esa noche era en directo, una de ellas decía que yo era un tipo muy poco agraciado, y que no se explicaba cómo había adquirido tanta notoriedad. Yo tampoco me lo explicaba. Aquella notoriedad que ellas mismas me adjudicaban no me parecía grande, sino vacía. Me obligaba a vivir junto a un teléfono, dentro de una casa asediada.
Otra de las definiciones que hace de los paparazzi es que "parecen empleados de la perrera, con la caña y el lazo colgándoles del cinturón”. Y sigue contando su persecución: “Cuando me tomaron la foto yo era una promesa de cuarenta y un años. Aún tenía un mundo ante mí, y cierto tiempo para desdeñarlo. Al día siguiente, el bibliotecario del Ayuntamiento, con quien de vez en cuando hablaba de libros, me telefoneó para decirme en qué revista había aparecido".

Laura y Nené, las dos Letizias
En todos los personajes femeninos que aparecen en la obra hay mucho de Letizia. Pero Alonso va diferenciando en cada nombre las distintas etapas. Las dos féminas que aturden a Alonso Guerrero son Laura, la ex que le traiciona y a la que describe como alguien que tras un divorcio es capaz de todo, y la inquietante jovencita “lolita” llamada Nené, seducción pura.

En la novela se habla de dos fotos de Laura desnuda tomadas por el propio Alonso. ”La conocí en 1989. Por un momento me sobrecogió su desnudez.Había sido yo quien tomó la instantánea, aquel atardecer de verano, mientras ella dormía. Recordé haber buscado el encuadre durante mucho rato y, al despertar, había puesto el automático y me había fotografiado junto a ella, tan desnudo como ella. Pese a proceder con la frialdad de un artista, me pareció que después de haber cruzado el Sistema Solar, la luz de la persiana rayaba su piel como si supiera que no iba a tener mejor ocasión para pertenecer a este mundo.

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La reina Letizia. (Limited Picutes)
"Por aquel entonces estaba enamorado de su bronceado, así que hice la foto. Las líneas bordeaban los hombros y caían a la parte interna de los muslos como si la confundieran con un tragaluz. Sin embargo, no fue aquel cuerpo entre el sueño y la vigilia lo que estimuló mi memoria, sino los pequeños objetos que el azar había puesto en la fotografía: los cuadros sobre el cabecero, el pequeño reloj abandonado en la mesilla y algunos de los libros que por entonces me obsesionaban. Promesas incumplidas que el amor utiliza para rodearse de eternidad”.

Nené, la que sale en un disco
Nené es el personaje por el que Alonso deja toda su vida atrás y a la que describe como una absoluta obsesión. Todos la identifican con esa Letizia de 16 años que conoció. “Estuve a punto de renunciar a la posteridad, por eso empecé a escribir mis memorias. Mirando mi vida, ella era un pequeño margen, igual que yo, una promesa sin asideros que no deseaba que fueran en su busca. La vi salir embutida en aquel gabán de cosaco debajo del cual iba casi desnuda. Era bella como un diluvio, pero desapareció bajo el sol de diciembre sin dejar rastro [...] Sin darme cuenta, había llegado a obsesionarme con sus ojos y su boca. Ambos permanecían en mi memoria por alguna razón. Quizá los había visto en una portada de disco. Todas las mujeres que cantaban tenían esos ojos y bocas, aunque cada una destilaba con ellos una mirada distinta, y daba besos tan diferentes como sellos de lacre. Nené lo sabía, por eso quería la fama”.

Solo dice una vez monarquía
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'El amor de Penny Robinson'.
Alonso mantiene que de todo se puede hacer literatura, pero en este caso ha querido ocultar lo que no fuera anecdótico. El personaje más parecido a Felipe VI podría ser Bowman, quien se desgasta después de ocho horas apareciendo en pantalla:

"Bowman se habría pasmado de la belleza de su mujer veinte años atrás. Bowman sabía que su mujer había tenido veinte años, pero no lo recordaba. Laura aparecía desnuda en la foto, como expuesta a todos los resoles de un lago al atardecer.

- ¿Qué vas a hacer con ella?

- Cualquier cosa, menos conservarla.

- La vas a conservar - aseguré.

- Sí, la enmarcaré y la colgaré en la pared. Cuando me vaya quiero dejársela a Enrique, para que sepa lo que pierde.

- No va a soportarlo. Te pareces a Anita Ekberg.

- ¿Qué vas a hacer tú con estas otras? - me preguntó, casi preocupada.

- Impedir que cuenten mi vida. Mi vida la cuento yo”.

Quería saber por qué había dado ese paso. Nadie lo creía, así que la llamaron a ella, para corroborar que Alonso Guerrero había abierto una página web y estaba dispuesto a contestar a todo aquello a lo que nunca había contestado. El campo era tan ilimitado que la segunda pregunta, anónima, fue: ¿qué opinión le merece la monarquía?

"¿No es este tipo el exmarido de la princesa?"
Alonso cierra su novela de manera de sátira. El desenlace es casi demoledor:

"- ¿Qué vas a hacer ahora?

- Irme a casa, a ver si mi mujer me perdona.

- Nadie va a perdonarte, y menos tu mujer. Solo te queda la dignidad, no la pose de llevarte todo a la tumba.

- Soy joven para morir.

- Ya estás muerto.

Sentí en el cutis el soplo de los pájaros de la fuente de Mariano de Cavia y oí con cansancio —pese a que mis sentidos iban cerrando troneras y sumideros— a un hombre que miraba a través de la ventanilla y le decía a su acompañante:

- ¿No es este tipo el exmarido de la princesa?".
Compara a alguna dicharachera tertuliana con la Mula a Francis?:confused: Pues el perfil de su “ Nené” no se queda atrás :ROFLMAO: y también cocea....

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El nuevo gif flipando en colores me sabe a poco...era bella como un diluvio dice :rolleyes: bueno señor Abreviado creo que exagera...una muchachita de uno sesenta, bellos ojos y poco más, creo que la tiene idealizada en su memoria, a tal punto que se vanagloria y se recrea en la certidumbre de que su nuevo marido nunca la conoció ni la gozó así...en fin.
 
Unas fotos desnuda, ganas de fama: las perlas del libro de Alonso Guerrero sobre Letizia
AMPARO DE LA GAMA
05.03.2018 – 19:30 H.
'El amor de Penny Robinson', la novela del exmarido de la reina Letizia, verá la luz el próximo viernes día 9. Vanitatis ha tenido acceso a la obra más codiciada mediáticamente del momento, en la que por cierto se mezcla ficción y realidad. Alonso Guerrero ya ha declarado que en esta novela se cuenta lo que pasó los días y meses siguientes al 1 de noviembre de 2003, cuando la Casa del Rey sorprendía a todos con el anuncio del compromiso matrimonial entre el entonces príncipe de Asturias y la periodista Letizia Ortiz Rocasolano, la que había sido su mujer.

Alonso Guerrero, la víctima del acoso mediático
El protagonista de la novela se llama Alonso Guerrero, un hombre al que arrebatan la capacidad de defenderse. Los personajes son fácilmente identificables en cada línea de la obra, que no está dedicada a nadie. La novela arranca así: “Por razones que no vienen al caso, perdí mi vida privada entre las nueve y las diez de la noche del pasado doce de noviembre, día de mi cumpleaños. Digo perdí, pero en realidad me la arrebataron de un zarpazo. Desde entonces no he vuelto a pisar con negligencia los lugares públicos, ni contemplo los atardeceres sin que me separe de ellos una cortina de teatro. Y todo porque un desconocido me sacó una foto con un teléfono móvil, desde el otro lado del cristal de un escaparate”.




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'El amor de Penny Robinson'.
A partir de este primer párrafo toda la novela es una crítica feroz al acoso mediático que Alonso Guerrero vive. Explica desde cómo le robaron una carta de su buzón, le revolvieron la basura de sus bolsas en los contenedores y la ocasión en la que tuvo que huir de su casa a un hotel. Siempre haciendo guiños al escritor Fernando Pessoa, Alonso confiesa: “Había luchado por convertirme en un escritor, y de la noche a la mañana me vi convertido no ya en un tema, sino en un tópico”.

"Estuve tentado de telefonear a la revista y preguntar cómo habían conseguido la foto, pero sabía que esos hallazgos no pertenecen a quienes los fabrican, sino a quienes los consumen. Tanto si habían pagado la foto como si la habían encontrado en el cepillo del anonimato, la gente la donaba como un artista puro y perfeccionista, sin nada a cambio. Llamar y presentarme como quien era, Alonso Guerrero, con todas las sílabas de mi nombre —por más que mi nombre no hubiera dicho nada de mí hasta salir en los periódicos— era arriesgarme a que no me creyeran".

Las periodistas con cara de la mula Francis
Alonso Guerrero dice que habitamos un país en el que la soledad propia se medica con las vidas ajenas. Cotilleos y calmantes. Esa es nuestra receta. Y tras este pensamiento empieza su ataque a los programas del corazón azotando a las tertulianas. “Sus cortes de cara me recordaban vagamente a la mula Francis, un personaje de serie televisiva de mi infancia. Como adelanto, con frases entresacadas de un tráiler, pues la función de esa noche era en directo, una de ellas decía que yo era un tipo muy poco agraciado, y que no se explicaba cómo había adquirido tanta notoriedad. Yo tampoco me lo explicaba. Aquella notoriedad que ellas mismas me adjudicaban no me parecía grande, sino vacía. Me obligaba a vivir junto a un teléfono, dentro de una casa asediada.
Otra de las definiciones que hace de los paparazzi es que "parecen empleados de la perrera, con la caña y el lazo colgándoles del cinturón”. Y sigue contando su persecución: “Cuando me tomaron la foto yo era una promesa de cuarenta y un años. Aún tenía un mundo ante mí, y cierto tiempo para desdeñarlo. Al día siguiente, el bibliotecario del Ayuntamiento, con quien de vez en cuando hablaba de libros, me telefoneó para decirme en qué revista había aparecido".

Laura y Nené, las dos Letizias
En todos los personajes femeninos que aparecen en la obra hay mucho de Letizia. Pero Alonso va diferenciando en cada nombre las distintas etapas. Las dos féminas que aturden a Alonso Guerrero son Laura, la ex que le traiciona y a la que describe como alguien que tras un divorcio es capaz de todo, y la inquietante jovencita “lolita” llamada Nené, seducción pura.

En la novela se habla de dos fotos de Laura desnuda tomadas por el propio Alonso. ”La conocí en 1989. Por un momento me sobrecogió su desnudez.Había sido yo quien tomó la instantánea, aquel atardecer de verano, mientras ella dormía. Recordé haber buscado el encuadre durante mucho rato y, al despertar, había puesto el automático y me había fotografiado junto a ella, tan desnudo como ella. Pese a proceder con la frialdad de un artista, me pareció que después de haber cruzado el Sistema Solar, la luz de la persiana rayaba su piel como si supiera que no iba a tener mejor ocasión para pertenecer a este mundo.

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La reina Letizia. (Limited Picutes)
"Por aquel entonces estaba enamorado de su bronceado, así que hice la foto. Las líneas bordeaban los hombros y caían a la parte interna de los muslos como si la confundieran con un tragaluz. Sin embargo, no fue aquel cuerpo entre el sueño y la vigilia lo que estimuló mi memoria, sino los pequeños objetos que el azar había puesto en la fotografía: los cuadros sobre el cabecero, el pequeño reloj abandonado en la mesilla y algunos de los libros que por entonces me obsesionaban. Promesas incumplidas que el amor utiliza para rodearse de eternidad”.

Nené, la que sale en un disco
Nené es el personaje por el que Alonso deja toda su vida atrás y a la que describe como una absoluta obsesión. Todos la identifican con esa Letizia de 16 años que conoció. “Estuve a punto de renunciar a la posteridad, por eso empecé a escribir mis memorias. Mirando mi vida, ella era un pequeño margen, igual que yo, una promesa sin asideros que no deseaba que fueran en su busca. La vi salir embutida en aquel gabán de cosaco debajo del cual iba casi desnuda. Era bella como un diluvio, pero desapareció bajo el sol de diciembre sin dejar rastro [...] Sin darme cuenta, había llegado a obsesionarme con sus ojos y su boca. Ambos permanecían en mi memoria por alguna razón. Quizá los había visto en una portada de disco. Todas las mujeres que cantaban tenían esos ojos y bocas, aunque cada una destilaba con ellos una mirada distinta, y daba besos tan diferentes como sellos de lacre. Nené lo sabía, por eso quería la fama”.

Solo dice una vez monarquía
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'El amor de Penny Robinson'.
Alonso mantiene que de todo se puede hacer literatura, pero en este caso ha querido ocultar lo que no fuera anecdótico. El personaje más parecido a Felipe VI podría ser Bowman, quien se desgasta después de ocho horas apareciendo en pantalla:

"Bowman se habría pasmado de la belleza de su mujer veinte años atrás. Bowman sabía que su mujer había tenido veinte años, pero no lo recordaba. Laura aparecía desnuda en la foto, como expuesta a todos los resoles de un lago al atardecer.

- ¿Qué vas a hacer con ella?

- Cualquier cosa, menos conservarla.

- La vas a conservar - aseguré.

- Sí, la enmarcaré y la colgaré en la pared. Cuando me vaya quiero dejársela a Enrique, para que sepa lo que pierde.

- No va a soportarlo. Te pareces a Anita Ekberg.

- ¿Qué vas a hacer tú con estas otras? - me preguntó, casi preocupada.

- Impedir que cuenten mi vida. Mi vida la cuento yo”.

Quería saber por qué había dado ese paso. Nadie lo creía, así que la llamaron a ella, para corroborar que Alonso Guerrero había abierto una página web y estaba dispuesto a contestar a todo aquello a lo que nunca había contestado. El campo era tan ilimitado que la segunda pregunta, anónima, fue: ¿qué opinión le merece la monarquía?

"¿No es este tipo el exmarido de la princesa?"
Alonso cierra su novela de manera de sátira. El desenlace es casi demoledor:

"- ¿Qué vas a hacer ahora?

- Irme a casa, a ver si mi mujer me perdona.

- Nadie va a perdonarte, y menos tu mujer. Solo te queda la dignidad, no la pose de llevarte todo a la tumba.

- Soy joven para morir.

- Ya estás muerto.

Sentí en el cutis el soplo de los pájaros de la fuente de Mariano de Cavia y oí con cansancio —pese a que mis sentidos iban cerrando troneras y sumideros— a un hombre que miraba a través de la ventanilla y le decía a su acompañante:

- ¿No es este tipo el exmarido de la princesa?".


Obsesionado.
No digiere que sea reina.
No lo puede asimilar.
Lo sucedido le ha azuzado la obsesión.

Quiere la fama.
Es el quien busca la fama.

Nadie le recordaria, a dia de hoy estaria olvidado. Y ahi está, buscando la fama.
 
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