EL VATICANO ¡Todo aquí!

ADELANTE LA FE
ESCÁNDALO: Se autoriza en Alemania la Comunión a protestantes casados con católicos
22/02/18 8:54 PM por Adelante la Fe


El cardenal Reinhard Marx, perteneciente al “grupo G9” asesor de cardenales de Francisco, ha anunciado que la Conferencia Episcopal Alemana permitirá a los protestantes casados con católicos recibir la Sagrada Comunión, sin adjurar de sus errores, de su fe protestante y, por supuesto, sin haber recibido el sacramento de la confesión. La única condición sería que afirmen la fe católica en la Eucaristía.

Afirmen lo que quieran afirmar, si estas personas no renuncian explícitamente a su fe protestante y son acogidas en la Iglesia católica, no pueden comulgar, así de claro y de sencillo. Tampoco pueden hacerlo por no estar en Gracia y, por último, habría que ver cuando se refieren a afirmar la fe católica en la Eucaristía, a qué fe se refieren, porque la actual expresada por el novus ordo es más cercana a la protestante que a la católica.

Fuente: CatholicNewsAgency
 
SÍ SÍ NO NO
Hoy la confesión frecuente es un peligro
02/05/17 12:01 AM por SÍ SÍ NO NO


La Iglesia ha reafirmado siempre con inequívoca incisividad el valor fundamental del sacramento de la Penitencia: instituido por el Señor y transmitido por El a la Iglesia católica como medio indispensable para la consecución de la remisión de los pecados mortales cometidos después del Bautismo; su divino poder regenerador socorre providencialmente a la naturaleza humana caída y, previendo su fácil disposición a encerrarse en una justificación de sus culpas, la fortalece, impulsándola a secundar la acción de la Gracia.

Con el afirmarse, en ambientes autorizados, de aperturas al clima desacralizado de la secularización moderna, desde mitad del siglo pasado, se ha asistido al diabólico intento de alterar el carácter divino y sobrenatural de la Iglesia, que por los promotores de un innatural “aggiornamento” suyo, ha sido insidiado con las deformadoras interpretaciones de un vacuo filantropismo, cómplice de un poder ateo y, consiguientemente, antihumano.

Las implicaciones que derivan de la funesta influencia del progresismo se pueden identificar en el predominio de un desorden que difunde la propia contagiosidad en medida inversamente proporcional a las reticencias de quien, por divina misión, estaría obligado a denunciar los males.

* * *

Por lo que se refiere a los trágicos giros de la apostasía que afecta a una amplísima parte de los bautizados, será suficiente recordar la desaparición casi total del matrimonio religioso, escandalosamente equiparado al concubinato y a las uniones contra natura, la profanación del divino Sacrificio de la Misa; banalizada en una atmósfera festivamente convivial, representativa de una genérica solidaridad humana, la confesión queda privada de su connotación penitencial y disuelta en un diálogo que puede variar según la vivacidad de la disputa verbal hasta la apatía de la introspección psicoanalítica.

En relación con el último punto, no son pocos los sacerdotes desenvueltamente propensos a atenuar o a callar la necesidad de la confesión sacramental para quienes, habiéndose privado de la Gracia divina con el pecado mortal, quieran acceder dignamente a la Santa Comunión.

A quien escribe le ha sucedido oírse advertir por un padre franciscano acerca de las consecuencias espiritualmente dañinas que derivarían de un recurso frecuente al Sacramento de la Penitencia; esto parece verdaderamente sorprendente, si se piensa que dicho sacerdote, para sostener su afirmación, apelaba a su larga experiencia de confesor sin tener en cuenta el magisterio de la Iglesia y el ejemplo de los Santos.

* * *

El tercer secreto de Fátima, en el centenario de las apariciones de la Virgen Santísima a los tres pastorcitos, disipa la oscuridad que envuelve nuestro tiempo marcado por el desolador olvido del fin redentor de la verdadera religión, animándonos a proseguir, con espíritu de oración y de milicia, el combate contra las potencias de las tinieblas.

Jesus Christus, heri, hodie et insaecula.

R.Pa.
 
ADELANTE LA FE
De cada 100 católicos que mueren más de 95 están en pecado mortal
22/02/15 12:05 AM por Padre Lucas Prados


“Convertíos y creed en el Evangelio”

Este miércoles pasado comenzábamos la Cuaresma con la celebración del Miércoles de Ceniza. Una celebración que nos recordaba la frugalidad de esta vida, la necesidad de estar en un permanente estado de conversión y la obligación de estar siempre preparados para entregar cuentas a Dios: “Recuerda que eres polvo y en polvo te has de convertir”

El Evangelio de este domingo anuncia como de pasada las tentaciones que Jesús sufrió en el desierto cuando, llevado por el Espíritu, estuvo durante cuarenta días haciendo ayuno y oración. Cuarenta días de preparación –como nuestra Cuaresma- para su misión pública, pasión y muerte en la cruz.

Y acabado ese corto relato de las tentaciones de Jesús, el evangelio nos recuerda la necesidad que tenemos todos de arrepentirnos, convertirnos y creer en la Buena Nueva.

Este mensaje parece que cae en saco roto entre los católicos de hoy día. La mayoría de los católicos están pensando más en los carnavales que en su propia conversión y arrepentimiento. Y es que este mundo en el que vivimos, y que está controlado y dirigido por fuerzas diabólicas, nos ha puesto una venda ante nuestros ojos para que no nos demos cuenta del estado de nuestra alma y nos arrepintamos y sigamos a Cristo.

Si viéramos las estadísticas anuales que suelen publicar los obispados sobre la asistencia a misa dominical y la recepción de los sacramentos quedaríamos totalmente estupefactos. De la totalidad de católicos, menos del 8 % van a misa los domingos. Pero la cosa no acaba aquí, pues del 8% que asisten a misa sólo se confiesan habitualmente entre el 15 y el 20 %. El número de matrimonios eclesiásticos que se celebran cada año se ha reducido en más del 70 %, eso quiere decir que más del 80 % de los católicos entre 25 y 40 años viven “unidos” sin haberse casado por la Iglesia.

Sacando conclusiones, eso quiere decir lo siguiente: de cada 100 católicos que mueren más de 95 están en pecado mortal y como consecuencia van directamente al infierno. ¿Hemos pues recapacitado sobre estas cifras? ¿Somos acaso nosotros aquellos a los que San Pedro no les permitirá entrar en el cielo? Si estás leyendo estas líneas es porque todavía estás vivo. ¡Piensa!, ¡recapacita! ¿Crees realmente en Dios? ¿Qué esperas para cambiar? Como el Señor nos dice en el evangelio de este domingo: ¡arrepiéntete y cree en el Evangelio!

Padre Lucas Prados
 
ADELANTE LA FE
Abandono de la Tradición: sobre la libertad religiosa y el Concilio Vaticano II
21/02/18 12:05 AM por Adelante la Fe


El 7 de diciembre de 1965, el papa Pablo VI promulgó la declaración Dignitatis humanae, que proclamaba ante todo que la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa [1]. Los Padres del Concilio declararon que este derecho está fundado en la libertad misma de la persona humana, y que dicho derecho debería convertirse en un derecho civil reconocido en el ordenamiento jurídico de la sociedad [2]. A lo largo del documento, los Padres discutieron las repercusiones del mencionado “derecho” en la persona y la sociedad.

Pero, ¿es cierto que una persona, o un grupo de personas, tiene un derecho inherente a la libertad religiosa? Según los pontífices de los siglos XVIII, XIX y XX anteriores al Concilio, no. En sus encíclicas, dichos papas preconciliares condenaron muchas ideas que serían más tarde propuestas por el Concilio Vaticano II. Un análisis constratado (a los niveles arriba mencionados ) de los escritos papales al respecto de las declaraciones conciliares revela que la libertad religiosa indiscriminada está reñida con el magisterio católico tradicional.

A nivel individual

Para la persona, Dignitatis humanae declara:

“Esta libertad consiste en que todos los hombres han de estar inmunes de coacción, tanto por parte de individuos como de grupos sociales, y de cualquier potestad humana, y esto de tal manera que, en materia religiosa, ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella, en privado y en público, solo o asociado con otros, dentro de los límites debidos” [3].

El concilio proclamó que toda persona tiene derecho a dar culto como le parezca más apropiado, en una ampliación del derecho a la libertad de conciencia. Ahora bien, este supuesto derecho a la libertad religiosa, y a la libertad de conciencia en general, ya había sido condenado por Benedicto XIV en 1751. En su encíclica A quo primum, dicho pontífice elogió al pueblo polaco por enfrentarse a diversas sectas que habían intentado sembrar sus errores, herejías y perversas opiniones [4]. Encomió los sínodos y concilios que habían rechazado los intentos por parte de herejes luteranos de establecerse en Polonia. El papa Benedicto XIV mencionó en concreto la prohibición fijada a la libertad de conciencia por el Concilio de Petrikau como un acto que apuntaba a la mayor gloria de Dios [5]. Los papas del siglo siguiente reiteraron las afirmaciones de Benedicto.

En conformidad con su predecesor, Gregorio XVI condenó asimismo la libertad religiosa. Calificando a la libertad de conciencia de absurda y errónea sentencia, el Santo Padre fustigó el mencionado principio, que trae la ruina de la sociedad religiosa y civil [6]. Explicó que cuando la sociedad rompe los frenos, la naturaleza caída del hombre, ya inclinada al mal, lo hunde más en el abismo de la condenación eterna [7]. Gregorio determinó que esa libertad de creencias traería inconstancia de los ánimos, corrupción de la juventud y desprecio de las cosas santas [8]. Dado el palpable declive en la asistencia a Misa y en la fe en la Presencia Real después del Concilio, se ve que la observación del papa Gregorio dio en el clavo.

Mientras que Benedicto XIV y Gregorio XVI condenaron abiertamente la libertad religiosa, la crítica más condenatoria de la libertad de creencia se la debemos a Pío IX. Este santo pontífice calificó la idea de que la Iglesia Católica retirase su influencia de las personas, pueblos, gobernantes y naciones de opiniones falsas y perversas [9]. Censuró la afirmación de que las autoridades civiles no deben castigar a los que ofenden la religión católica, salvo cuando lo exija el orden público, como «contraria a la doctrina de la Escritura, la Iglesia y los Santos Padres» [10]. Aunque este punto encajaría mejor en la sección relativa a la sociedad, es lo bastante relevante para incluirlo en este apartado.A lo largo de Dignitatis humanae, los Padres del Concilio afirman que las libertades de religión y de conciencia se deben mantener con tal de que se guarde el justo orden público [11]. Por su parte, condena abiertamente esta postura, no sólo por ser errónea, sino por constituir un delito contra las Sagradas Escrituras y la Tradición Apostólica.

A nivel de comunidades

Con respecto a las comunidades religiosas, Dignitatis humanae sostiene:

“A las comunidades religiosas les compete igualmente el derecho de que no se les impida por medios legales o por acción administrativa de la autoridad civil la elección, formación, nombramiento y traslado de sus propios ministros, la comunicación con las autoridades y comunidades religiosas que tienen su sede en otras partes del mundo, ni la erección de edificios religiosos, y la adquisición y uso de los bienes convenientes. Las comunidades religiosas tienen también el derecho de que no se les impida la enseñanza y la profesión pública, de palabra y por escrito, de su fe” [12].

Si bien muchos puntos del pasaje que acabamos de reproducir ameritan nuestra atención, el último es digno de ser tenido en cuenta porque los papas anteriores al Concilio condenaron enérgicamente los libros plagados de errores. Clemente XIII, en su encíclica Christianae reipublicae, exhortó a los obispos a extirpar los brotes de falsedad y eliminar en sus diócesis los libros malos [13]. Calificó dichas obras de plaga que infecta la mente de los puros [14]. Aunque este documento pontificio se centraba sobre todo en los escritos anticatólicos esputados por ateos y herejes, Benedicto XIII declaró también dignos de desprecio los libros faltos de espíritu cristiano y contrarios a la fe, la religión y las buenas costumbres [15]. En cambio, según las directrices del Concilio Vaticano II, por detestables que sean los errores de las sociedades religiosas, éstas tienen derecho a publicar y divulgar sus escritos.

Al igual que Clemente XIII, los papas Pío VII y Gregorio XVI apoyaron la prohibición de textos impíos. Pío VII declaró tajantemente que los libros que se opongan a la enseñanza de Cristo debían ser quemados. Destacó que los católicos deben nutrirse de la voz de San Pedro y rechazar los escritos apestados [17].

Podríamos detenernos aquí y decir: «Pero la declaración Dignitatis humanae no propone que los católicos lean esos libros, sólo que los no católicos tienen derecho a editarlos y distribuirlos». ¿Y qué se gana con tener alimentos contaminados servidos junto al pan del cielo? Los pastores tienen el deber de defender sus rebaños y ocuparse de que no se descarríe ninguna oveja. Autorizar libros tóxicos que llevan a la muerte espiritual equivale a permitir que una jauría de lobos rodee a las ovejas. El pastor tiene que apalear a los lobos y dispersar la jauría. No debe consentir que por su negligencia los lobos cerquen a la manada.

Haciéndose eco de las palabras de Pío VII, Gregorio XVI afirmó que la Iglesia siempre se ha esforzado por eliminar las malas publicaciones [18]. Explicó que los propios apóstoles quemaron gran número de libros [19]. En Hechos 19,19, muchos católicos recién bautizados quemaron ante la multitud los libros malos que poseían. Al igual que el papa Gregorio, los primeros cristianos eran conscientes de la importancia de erradicar los escritos perjudiciales. El mencionado pontífice declaró que quienes condenan la censura de libros malos por considerarla una medida demasiado grave y onerosa injurian al pueblo cristiano y la Santa Sede. Condenó su perversa actitud de negar a la Iglesia el derecho de decretar y ejercitar dicha práctica [21]. A pesar de ello, casi 135 años más tarde, Pablo VI abrogó el Índice de libros prohibidos que había sido confirmado por el Concilio de Trento.

A nivel de sociedad

Por último, a nivel de la sociedad, los Padres del Concilio declararon que la autoridad civil debe proteger la libertad religiosa de todos los ciudadanos con leyes «justas» y otros medios aptos [22]. Reconociendo la libertad religiosa como un derecho sagrado, los Padres declararon (el destacado es nuestro):

“De aquí se sigue que la autoridad pública no puede imponer a los ciudadanos, por la fuerza o por miedo, o por otros recursos, la profesión o el abandono de cualquier religión, ni impedir que alguien ingrese en una comunidad religiosa o la abandone. Y tanto más se obra contra la voluntad de Dios y contra los sagrados derechos de la persona y de la familia humana cuando la fuerza se aplica bajo cualquier forma, con el fin de eliminar o cohibir la religión, o en todo el género humano, o en alguna región, o en un determinado grupo” [23].

Esta idea de que está mal que un país profese el catolicismo como religión de estado no se ajusta a la tradición católica. Al comentar la legislación francesa que prescribía la separación de Iglesia y Estado, San Pío X declaró que era una tesis absolutamente falsa y sumamente nociva [24]. Explicó que suponía una gran injuria a Dios, que es el único fundador y conservador de las sociedades humanas, por lo cual éstas no sólo le deben el culto privado sino el público [25]. San Pío X añadió que la separación de Iglesia y Estado niega el orden sobrenatural porque limita la acción del Estado a la prosperidad pública. Al centrarse en la obtención de riqueza material y poder, el Estado se ata al mundo despreocupándose de la razón última de la vida: la eterna bienaventuranza del hombre [26]. Basta observar cuántas sociedades occidentales han olvidado sus raíces cristianas para centrarse en ambiciones mundanas. La separación de Iglesia y Estado es injusta para con Dios y constituye un ingrediente para crear una sociedad descreída.

Conclusión

Dignitates humanae no se ajusta a la Tradición Apostólica; se aparta de ella. Como mejor se comprueba es proponiendo un sencillo silogismo. En este caso, tenemos dos afirmaciones, A y B, y se expresa «si A, entonces B». Si no es posible aceptar la conclusión absurda B, tampoco se puede aceptar A. Si A (Dignitates humanae y los Padres del Concilio) están en lo correcto, entonces B (los papas Benedicto XIV, Clemente XIII, Gregorio XVI, Pío VII, Pío IX y San Pío X) promovieron doctrinas falsas. Si A = B la Santa Madre Iglesia no debería haber abogado por la unión de Iglesia y Estado, sino permitido por el contrario que los no católicos dieran culto público.

Dejaremos que el lector concilie la Tradición con las declaraciones conciliares. Es de destacar que 2308 obispos votaron a favor de Dignitates humanae, sólo 70o lo hicieron en contra y 8 votos fueron contabilizados como inválidos. Uno de los 70 era el fundador de la HSSPX, Marcel Lefebvre.

Jean Delacroix

(Fuente: One Peter Five. Traducido por J.E.F para Adelante la Fe)

[1] Dignitatis humanae, 2.

[2] Íbid.

[3] Íbid.

[4] A quo rrimum, Section 1.

[5] Íbid.

[6] Mirari vos, Section 14.

[7] Íbid.

[8] Íbid.

[9] Quanta cura, 3.

[10] Íbid.

[11] Dignitatis humanae, 2.

[12] Dignitatis humanae, 4.

[13] Christianae reipublicae, 2.

[14] Christianae reipublicae, 1.

[15] Christianae reipublicae, 2.

[16] Diu satis, 15.

[17] Íbid.

[18] Mirari vos, 16.

[19] Íbid.

[20] Íbid.

[21] Íbid.

[22] Dignitatis humanae, 6.

[23]ÍIbid.

[24] Vehementer Nos, 3.

[25] Íbid.

[26] Íbid.

[27] Hudock, Barry (19 de noviembre de 2015). The Fight for Religious Freedom: John Courtney Murray’s role in Dignitatis Humanae.America Magazine, 213 (17).
 
German “Bishops” cause Outrage by allowing “Holy Communion” for Protestants on Case-by-Case Basis

February 23, 2018

Yet it’s been Novus Ordo Law since 1983…

German “Bishops” cause Outrage by allowing “Holy Communion” for Protestants on Case-by-Case Basis
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“Cardinal” Jorge Bergoglio at work distributing the invalid Novus Ordo cookie (video)

There is just never a dull day in Novus Ordo Land. Yesterday, the big story was that, led by the infamous “Cardinal” Reinhard Marx, the German “bishops” had decided to permit the Protestant spouses of “Catholics” to receive the Novus Ordo version of Holy Communion. This permission is to apply only, of course, in “individual cases” and only under “certain circumstances” — just like Bergoglio’s permission to commit adultery — and without “chang[ing] any doctrine”. Naturally! Imagine what havoc would result if the doctrine were actually changed to reflect the practice. Perish the thought!

Journalist Edward Pentin reports as follows:

German bishops have voted “overwhelmingly” in favour of producing a “guide” for Protestant spouses on reception of Holy Communion under certain conditions.

At their spring conference in Ingolstadt, the German bishops’ conference agreed that a Protestant partner of a Catholic can receive the Eucharist after having made a “serious examination” of conscience with a priest or another person with pastoral responsibilities, “affirms the faith of the Catholic Church,” wishes to end “serious spiritual distress,” and has a “longing to satisfy a hunger for the Eucharist.”

(Edward Pentin, “German Bishops Allow Holy Communion for Protestant Spouses in ‘Some Cases’”, National Catholic Register, Feb. 22, 2018)

Some semi-traditionalists and conservative Novus Ordos are shocked at this development. “All hell breaks loose”, the famous blog Rorate Caeli proclaims, interpreting the move as the fruit of the “Francis Effect meet[ing] the German heresiarchy”. “This is definitely one for the chronicle”, writes Tradicat, and GloriaTV points out that “this decision is utterly void and null because the bishops have no right to take it.”

These reactions reveal that apparently these people are not up to speed on the laws of their very own church or choose to ignore them deliberately. Permission for Protestants to receive “Communion” in Novus Ordo churches in individual cases has long been established. It is contained inchoately in the Second Vatican Council and was made explicit (“developed”) in the Modernist Code of Canon Lawof “Saint” John Paul II. The official news release mentions this explicitly, and it was also reported byLife Site and Catholic News Agency and is contained in the news report provided by Ed Pentin linked above. Some people either cannot read or pretend that this hasn’t been the official law of their church for roughly 35 years.

Let’s review the facts.

On January 25, 1983, “Pope” John Paul II published the official Novus Ordo Code of Canon Law, which replaced the original Code compiled under Pope St. Pius X and solemnly promulgated by Pope Benedict XV in 1917. The reason for the introduction of a new Code of Canon Law was the Second Vatican Council (1962-65). Church law simply needed to be adapted to the new teachings of the council, so a revision of canon law had become necessary. As a result, the new Code is a direct application of the ecumenism and false ecclesiology taught by Vatican II, and it comes with the full putative “authority” of John Paul II.

One of the new laws in the 1983 Code gives permission to some non-Catholics to receive the “sacraments” under certain conditions. This is by no means an “abuse” of Vatican II but actually rooted in the council itself. In its decree on ecumenism, the fateful Modernist synod said:

…[W]orship in common (communicatio in sacris) is not to be considered as a means to be used indiscriminately for the restoration of Christian unity. There are two main principles governing the practice of such common worship: first, the bearing witness to the unity of the Church, and second, the sharing in the means of grace. Witness to the unity of the Church very generally forbids common worship to Christians, but the grace to be had from it sometimes commends this practice. The course to be adopted, with due regard to all the circumstances of time, place, and persons, is to be decided by local episcopal authority, unless otherwise provided for by the Bishops’ Conference according to its statutes, or by the Holy See.

(Vatican II, Decree on Ecumenism Unitatis Redintegratio, n. 8; underlining added.)

Of course the council here is not very specific, but that’s just the point: It is vague enough to open the door to shared sacraments between “Catholics” and Protestants, and John Paul II was only too happy to oblige early on in his lengthy reign of error.

So, remember this next time someone tells you that Vatican II taught nothing new — oh yes, it did! This idea that non-Catholics can participate in the reception of (what are thought to be) Catholic sacraments, is a direct result of the false ecclesiology of the council, its false new teaching that heretics (i.e. non-Catholics who retain the name of Christian) are in “imperfect communion” with the Catholic Church merely in virtue of a valid baptism, the profession of heresy notwithstanding (this false teaching has been nicknamed “Frankenchurch” or “Patchwork Ecclesiology” and is exposed and refuted here and also here and also in this lively debate).

But let’s finally have a look at just what the Novus Ordo Code of Canon Law says about this. It legislates as follows:

Novus Ordo Canon 844:

3. Catholic ministers administer the sacraments of penance, Eucharist, and anointing of the sick licitly to members of Eastern Churches which do not have full communion with the Catholic Church if they seek such on their own accord and are properly disposed. This is also valid for members of other Churches which in the judgment of the Apostolic See are in the same condition in regard to the sacraments as these Eastern Churches.

4. If the danger of death is present or if, in the judgment of the diocesan bishop or conference of bishops, some other grave necessity urges it, Catholic ministers administer these same sacraments licitly also to other Christians not having full communion with the Catholic Church, who cannot approach a minister of their own community and who seek such on their own accord, provided that they manifest Catholic faith in respect to these sacraments and are properly disposed.

(Antipope John Paul II, Novus Ordo Code of Canon Law [1983], Canon 844.3-4)

In 2003, the same John Paul II reaffirmed this impious and sacrilegious law in an encyclical letter:

While it is never legitimate to concelebrate [the New Mass] in the absence of full communion, the same is not true with respect to the administration of the Eucharist under special circumstances, to individual persons belonging to Churches or Ecclesial Communities not in full communion with the Catholic Church.

(Antipope John Paul II, “Encyclical” Ecclesia De Eucharistia, n. 45)

This goes for the Latin church as much as it does for the Eastern Novus Ordo churches, whose Code of Canons for the Eastern Churches, published in 1990 by the same John Paul II, legislates the exact same thing (see Canon 671 §§ 3-4).

But wait, there is more!

In 1993, the Modernist Unholy See published a lengthy documented entitled Directory for the Application of Principles and Norms on Ecumenism, which is a veritable manual for implementing the ecumenism and ecclesiology of Vatican II. It was approved, confirmed, and ordered to be published by Antipope John Paul II on March 25, 1993. This impious document states:

129. …n certain circumstances, by way of exception, and under certain conditions, access to these sacraments [Eucharist, Penance, Anointing of the Sick] may be permitted, or even commended, for Christians of other Churches and ecclesial Communities.

130. In case of danger of death, Catholic ministers may administer these sacraments when the conditions given below (n. 131) are present. In other cases, it is strongly recommended that the diocesan Bishop, taking into account any norms which may have been established for this matter by the Episcopal Conference or by the Synods of Eastern Catholic Churches, establish general norms for judging situations of grave and pressing needand for verifying the conditions mentioned below (n. 131). In accord with Canon Law, these general norms are to be established only after consultation with at least the local competent authority of the other interested Church or ecclesial Community. Catholic ministers will judge individual cases and administer these sacraments only in accord with these established norms, where they exist. Otherwise they will judge according to the norms of this Directory.

131. The conditions under which a Catholic minister may administer the sacraments of the Eucharist, of penance and of the anointing of the sick to a baptized person who may be found in the circumstances given above (n. 130) are that the person be unable to have recourse for the sacrament desired to a minister of his or her own Church or ecclesial Community, ask for the sacrament of his or her own initiative, manifest Catholic faith in this sacrament and be properly disposed.

(Antipope John Paul II via Pontifical Council for Promoting Christian Unity, Directory for the Application of Principles and Norms on Ecumenism, nn. 129-131; underlining added.)

So, let’s get this straight: As long as they’re baptized, non-Catholic Christians can legitimately, according to Novus Ordo law, ask to be given “Holy Communion”, “absolution”, and “Anointing of the Sick” — and then just as legitimately receive the same — without converting to Catholicism, as long as they have a “grave and pressing need”, even outside the danger of death (as in, “I have no intention of becoming a Catholic, but I just need Catholic sacraments”), which is verified and/or judged in part by the “competent authority” of the non-Catholic’s false religion, as long as the non-Catholic is “unable to have recourse” to a false minister of his own heretical sect!

For this reason, “Cardinal” Marx is entirely correct when he says that Canon 844.4 does not require that Protestants become Catholic before they can receive the invalid Novus Ordo wafer. From Pentin’s report:

Cardinal Marx rejected the idea that such a step would amount to a path that would call Protestants to conversion, otherwise known as an “ecumenism of return or conversion.” In other words, he stressed that the document does not mention that Protestants may receive Holy Communion only if they convert. He also said much would be left to the discretion of the local bishop, and consequences he might draw from the guide. He said only the bishop himself may establish new laws in this area.

This is actually true. Marx is simply drawing from and applying the fake Canon Law published by John Paul II. Certainly, he is softening the conditions somewhat, but that’s just accidental to the fundamental point: As long as there is a “sufficient reason”, then Protestants can licitly receive Novus Ordo sacraments, according to Canon 844. Now it’s just a matter of tweaking that “sufficient reason” a bit, and the bogus Canon Law is vague enough to allow for plenty of room — hardly an oversight.

So, for once the German “bishops” aren’t to blame: John Paul II did it. Doubters can find this confirmed also by the hardcore “conservative” Novus Ordo bastion Catholic Answers, who published the following video of their senior apologist Jimmy Akin:





Video: Jimmy Akin explains on Catholic Answers Live that heretics can receive
“Holy Communion” in the Novus Ordo Church in certain circumstances

To give another example: The Novus Ordo diocese of Rockville Centre, New York, explains on its web site under what “special circumstances” it will administer “Holy Communion” to “other Christians”:


Are you shocked? Well then, all we can say is: “Where have you been?” This particular mockery of the sacraments has been around for 35 years!

For those who may still think that there is implied some need on the part of the Protestants to convert to Catholicism first, John Paul II’s Directory explicitly legislates against that idea:

125. Catholic ministers may lawfully administer the sacraments of penance, Eucharist and the anointing of the sick to members of the Eastern Churches, who ask for these sacraments of their own free will and are properly disposed.

In these particular cases also, due consideration should be given to the discipline of the Eastern Churches for their own faithful and any suggestion of proselytism should be avoided.

(Antipope John Paul II, Directory on Ecumenism, n. 125; underlining added.)

Although this caveat regarding “proselytism” is mentioned only with regard to the Eastern Orthodox, the same principle can and in fact must be applied also to Protestants, since there is no essential difference between these two groups. So “proselytism” rears its ugly head again! You can see that Francis’ condemnation of “sins against ecumenism” is firmly rooted in the tradition of Vatican II and his Novus Ordo predecessors; he’s merely “developed” it!

In a footnote that is supposed to provide cover for the sake of plausible deniability, the Directory indicates that it understands “proselytism” to mean that which was described by Vatican II’s erroneous declaration Dignitatis Humanae as follows: “In spreading religious belief and in introducing religious practices everybody must at all times avoid any action which seems to suggest coercion or dishonest or unworthy persuasion especially when dealing with the uneducated or the poor” (n. 4; cf. Directory on Ecumenism, fn. 41).

We have blogged about the Vatican’s dishonest definition and use of the term “proselytism”elsewhere. For our purposes here, what matters is that the caveat that “any suggestion of proselytism should be avoided” is another definitive proof that any attempt to interpret the Novus Ordo permission for non-Catholics to receive the sacraments in such a way that it would require their conversion to Catholicism beforehand, is illegitimate. Because if that were the case, then “proselytism” wouldn’t be an issue, not even in theory, for we would then be talking about giving the sacraments to new converts, not to non-Catholics who must not be “proselytized”.

In short, John Paul’s Directory on ecumenical norms tells Novus Ordo clergy: Do not even think about making the administration of Novus Ordo sacraments to the Eastern Orthodox dependent on their prior conversion to Catholicism! That would be “coercive”, “dishonest” or “unworthy.”

Of course, the true practice, rooted in dogma, of the real Catholic Church has always been that Catholic sacraments can only be given to, well, Catholics, for the simple reason that only Catholics are members of the Church (by definition!). Therefore, the Novus Ordo law is a direct attack on the authentic Catholic practice of requiring non-Catholics’ conversion to the True Faith before giving them access to the sacraments — which only stands to reason! See for yourself:

Canon 731.2

It is forbidden that the Sacraments of the Church be ministered to heretics and schismatics, even if they ask for them and are in good faith, unless beforehand, rejecting their errors, they are reconciled with the Church.

(Pope Benedict XV, Code of Canon Law [1917], Canon 731.2; underlining added.)

This is the Roman Catholic law. What a stark contrast to that of the Vatican II Sect!

For more in-depth coverage of this issue and to see how the Novus Ordo permission to Protestants to receive some sacraments refutes the Vatican II Sect’s claim to being the Catholic Church, please see our previous, more substantial article on the topic:


You will also derive great profit from the following video we made, demonstrating how this sacrilegious and harmful disciplinary law proves Sedevacantism:





In sum: Giving “Holy Communion” to Protestants is not something the German “bishops” just invented as the latest manifestation of the Francis Effect. No, it has been the official law of the Vatican II Sect since 1983. Laws like this are little time bombs. They may not get noticed much until someone actually starts applying them.

And then indeed all hell breaks loose.

Image source: YouTube (screenshot)
License: Fair Use
 
Por si aún no lo habéis leído...:eek::eek::(

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ADELANTE LA FE
ESCÁNDALO: Se autoriza en Alemania la Comunión a protestantes casados con católicos
22/02/18 8:54 PM por Adelante la Fe

El cardenal Reinhard Marx, perteneciente al “grupo G9” asesor de cardenales de Francisco, ha anunciado que la Conferencia Episcopal Alemana permitirá a los protestantes casados con católicos recibir la Sagrada Comunión, sin adjurar de sus errores, de su fe protestante y, por supuesto, sin haber recibido el sacramento de la confesión. La única condición sería que afirmen la fe católica en la Eucaristía. ¿No es esto la sola fide protestante?

Afirmen lo que quieran afirmar, si estas personas no renuncian explícitamente a su fe protestante y son acogidas en la Iglesia católica, no pueden comulgar, así de claro y de sencillo. Tampoco pueden hacerlo por no estar en Gracia y, por último, habría que ver cuando se refieren a afirmar la fe católica en la Eucaristía, a qué fe se refieren, porque la actual expresada por el novus ordo es más cercana a la protestante que a la católica.

Fuente: CatholicNewsAgency
 
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