El Mundo
El "ejemplar" hermano menor de los Oukabir
Moussa Oukabir, presunto autor del atentado de Barcelona, en una foto de sus redes. FACEBOOK
Ripoll recuerda a Moussa, principal sospechoso, como un chico «sociable»
Moussa Oukabir: "Mataría a todos los infieles"
Las calles de Ripoll han visto crecer a los hermanos Oukabir. Uno siempre andaba metido en peleas. Había sido denunciado por malos tratos e, incluso, hay quienes aseguran que coqueteaba con las drogas. Hablamos de Driss, de 28 años. Moussa, por el contrario, siempre ha sido un joven normal. «Ejemplar», llegan a calificarlo algunos vecinos que solían ver a este chico de 17 años con un balón en los pies.
La relación entre ambos, dicen sus compañeros de instituto, era correcta. Pero el pasado jueves, el bueno se convirtió en el principal sospechoso de haber cometidoel mayor atentado yihadista en nuestro país desde el 11-M y, el malo, en una especie de héroe sin capa ni agradecimientos por denunciarlo. Vayamos por partes.
Jueves, 17 de agosto, siete de la tarde. La conmoción y el caos generado por el atentado de Barcelona han provocado que muchos medios de comunicación difundan la fotografía de Driss Oukabir como principal sospechoso del ataque. La furgoneta que se alquiló para perpetrar el atropello estaba registrada a su nombre. Nada más verse en el telediario, el joven salió de su piso en la calle de Pla de Ginebret, subió las numerosas escaleras que le llevaban hacia la comisaría y, enfilando la calle de la misma, se topó con varios Mossos d'Esquadra que le detuvieron.
Ya en comisaría confesó que su hermano pequeño le había robado la identidad. Moussa, entonces, pasó a estar en busca y captura. Una compañera de clase de Driss, reacia a publicar su nombre ya que «no quiere líos», compartió muchos recreos con el delator. En la actualidad, si se cruzan por la calle la conversación no dura más que un hola y adiós, pero aún le guarda un muy grato recuerdo.
Casualmente le vio la mañana del jueves comprando en Mercadona. «Sabía que no era él, es un chico muy divertido y con muy buen corazón», destaca. La pareja de esta chica, que pasea a su lado, discrepa: «A mí no me sorprendió para nada. Éste era el típico matón cuando éramos pequeños. Le he visto pegar a chavales sin ninguna razón».
Con una reputación envidiable
Una división de opiniones que no se da con Moussa. El principal sospechoso siempre ha estado alejado de ese tipo de incidentes, según la gente que le conoce. Goza de una reputación envidiable. Nadie en su barrio le dedica una palabra negativa. Incluso un vecino nos detalla la acción que protagonizó hace dos semanas. Un papel que está lejos de interpretar un supuesto individuo con instintos homicidas. «Fue a comprar al supermercado que está frente de su casa. Se llevó seis botellas, pero sólo le cobraron una. Cuando salió de la tienda y se dio cuenta del error de la cajera, volvió a entrar para decirle que le había cobrado mal y pagó lo que debía», nos relata.
En el supermercado han confirmado la historia, y añaden que prácticamente todos los días se pasaba por allí para comprar algo. «Leche, pan... lo que fuera. Y siempre tan sonriente. Parecía bastante sociable, hoy está siendo el tema de conversación de todo el mundo, porque a nadie le encaja», comenta una de las encargadas.
La incredulidad del vecindario contrastó con unos minutos de máxima tensión que se vivieron en el centro de la localidad. Al menos un centenar de individuos, con la ira por bandera, estalló frente al domicilio de un tercer detenido, Sahal el Karib, de 34 años, que fue apresado en torno a las 12.10 horas.
Los Mossos d'Esquadra estuvieron cinco horas realizando un registro domiciliario. Cuando por fin lo sacaron para meterlo en el furgón, una oleada de insultos y amenazas obligó a intervenir a agentes de la Guardia Civil, que también se habían acercado para reforzar el dispositivo. Improperios que siguieron lanzando a la mujer del detenido cuando se asomó por la ventana, la cual cerró inmediatamente.
La que también estaba cerrada era la mezquita del pueblo, lugar de reunión habitual de los magrebís de Ripoll. Un vecino que vive justo en frente de la misma es el primer sorprendido. «Siempre que aparco veo a personas rezando. Incluso en época del Ramadán llegan a congregarse 60 miembros o más», apunta.
En su otro lugar de encuentro, un bar llamado Esperanza, frente a la estación, sí hay cerca de una docena de marroquíes que nos reciben con desconfianza. Un hombre rompe el silencio de la cuadrilla y se alza como portavoz para expresar cómo cree que les afecta este suceso. «Tú y yo sabemos lo que va a pasar. Ayer ya empezamos a notar miradas incriminatorias de otras personas».
Para éste, la culpa es de la sociedad, aunque ya lo tiene asumido. «No estamos hablando de nacionalidades, da igual ser francés, español, marroquí... el hecho es que se ha cometido un acto terrible. Hay gente que utiliza a menores para llevar a cabo esos planes, y eso es injustificable. El problema es que nos metan a todos en el mismo saco», concluye.
La mañana acabó con varios registros más, el más exhaustivo en el domicilio de Moussa. Aún por la tarde se podía apreciar el golpe que los Mossos habían dado a la puerta para forzarla y poder acceder a la vivienda. Dentro de la casa, decenas de prendas apelotonadas evidenciaban el total desempeño llevado a cabo por las fuerzas del orden. Horas más tarde se conocería el desenlace del protagonista de esta historia. No estaba fugado. Había fallecido en Cambrils la madrugada anterior.
Desde su Marruecos natal, su padre se muestra consternado. "Estamos en estado de shock, completamente colapsados", ha dicho Said, el padre, en declaraciones a AFP, que se enteró anoche de que su hijo era uno de los terroristas abatidos en Cambrils. Su mujer, que está en Ripoll, se lo comunicó por teléfono.
El otro hijo mayor, Driss, de 27 años, fue detenido el jueves cuando iba de camino a una comisaría supuestamente para denunciar que su hermano menor le había robado la documentación para coger la furgoneta que mas tarde arrollaría a cientos de personas en el centro de Barcelona.
"Mis hijos no han mostrado nunca signos de radicalización" jura Said a AFP, que espera que finalmente su hijo Driss sea inocente.
"Moussa era un buen chico, amable, siempre sonriente. No fumaba ni bebía,"comenta uno de los tíos, que añade que "toda la región está en estado de shock.
La familia vive en un pueblo llamado Melouiya, en una de las zonas más rurales y empobrecidas de Marruecos, entre las montañas del Medio Atlas. Estos días estaban terminando de organizar los preparativos de la boda de un primo.
Asesinado en la huida
Los Mossos trabajan con la hipótesis de que la persona asesinada el jueves en Sant Just no tenga relación con el atentado perpetrado poco antes en Barcelona, aunque sí puede ser una víctima indirecta del mismo. Se trata de un hombre de 34 años de Talavera (Toledo) y vecino de Vilafranca (Barcelona). Ayer, el mayor de los Mossos explicó que el examen forense del cadáver hallado en el vehículo interceptado tras saltarse un control y arrollar a una agente en la Diagonal determinó que había muerto por arma blanca. El hombre habría sido secuestrado y asesinado por uno de los terroristas en su huida.
[paste:font size="4"]La célula de Ripoll
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El "ejemplar" hermano menor de los Oukabir
- DANIEL SOMOLINOS
- Ripoll (Gerona)
Moussa Oukabir, presunto autor del atentado de Barcelona, en una foto de sus redes. FACEBOOK
Ripoll recuerda a Moussa, principal sospechoso, como un chico «sociable»
Moussa Oukabir: "Mataría a todos los infieles"
Las calles de Ripoll han visto crecer a los hermanos Oukabir. Uno siempre andaba metido en peleas. Había sido denunciado por malos tratos e, incluso, hay quienes aseguran que coqueteaba con las drogas. Hablamos de Driss, de 28 años. Moussa, por el contrario, siempre ha sido un joven normal. «Ejemplar», llegan a calificarlo algunos vecinos que solían ver a este chico de 17 años con un balón en los pies.
La relación entre ambos, dicen sus compañeros de instituto, era correcta. Pero el pasado jueves, el bueno se convirtió en el principal sospechoso de haber cometidoel mayor atentado yihadista en nuestro país desde el 11-M y, el malo, en una especie de héroe sin capa ni agradecimientos por denunciarlo. Vayamos por partes.
Jueves, 17 de agosto, siete de la tarde. La conmoción y el caos generado por el atentado de Barcelona han provocado que muchos medios de comunicación difundan la fotografía de Driss Oukabir como principal sospechoso del ataque. La furgoneta que se alquiló para perpetrar el atropello estaba registrada a su nombre. Nada más verse en el telediario, el joven salió de su piso en la calle de Pla de Ginebret, subió las numerosas escaleras que le llevaban hacia la comisaría y, enfilando la calle de la misma, se topó con varios Mossos d'Esquadra que le detuvieron.
Ya en comisaría confesó que su hermano pequeño le había robado la identidad. Moussa, entonces, pasó a estar en busca y captura. Una compañera de clase de Driss, reacia a publicar su nombre ya que «no quiere líos», compartió muchos recreos con el delator. En la actualidad, si se cruzan por la calle la conversación no dura más que un hola y adiós, pero aún le guarda un muy grato recuerdo.
Casualmente le vio la mañana del jueves comprando en Mercadona. «Sabía que no era él, es un chico muy divertido y con muy buen corazón», destaca. La pareja de esta chica, que pasea a su lado, discrepa: «A mí no me sorprendió para nada. Éste era el típico matón cuando éramos pequeños. Le he visto pegar a chavales sin ninguna razón».
Con una reputación envidiable
Una división de opiniones que no se da con Moussa. El principal sospechoso siempre ha estado alejado de ese tipo de incidentes, según la gente que le conoce. Goza de una reputación envidiable. Nadie en su barrio le dedica una palabra negativa. Incluso un vecino nos detalla la acción que protagonizó hace dos semanas. Un papel que está lejos de interpretar un supuesto individuo con instintos homicidas. «Fue a comprar al supermercado que está frente de su casa. Se llevó seis botellas, pero sólo le cobraron una. Cuando salió de la tienda y se dio cuenta del error de la cajera, volvió a entrar para decirle que le había cobrado mal y pagó lo que debía», nos relata.
En el supermercado han confirmado la historia, y añaden que prácticamente todos los días se pasaba por allí para comprar algo. «Leche, pan... lo que fuera. Y siempre tan sonriente. Parecía bastante sociable, hoy está siendo el tema de conversación de todo el mundo, porque a nadie le encaja», comenta una de las encargadas.
La incredulidad del vecindario contrastó con unos minutos de máxima tensión que se vivieron en el centro de la localidad. Al menos un centenar de individuos, con la ira por bandera, estalló frente al domicilio de un tercer detenido, Sahal el Karib, de 34 años, que fue apresado en torno a las 12.10 horas.
Los Mossos d'Esquadra estuvieron cinco horas realizando un registro domiciliario. Cuando por fin lo sacaron para meterlo en el furgón, una oleada de insultos y amenazas obligó a intervenir a agentes de la Guardia Civil, que también se habían acercado para reforzar el dispositivo. Improperios que siguieron lanzando a la mujer del detenido cuando se asomó por la ventana, la cual cerró inmediatamente.
La que también estaba cerrada era la mezquita del pueblo, lugar de reunión habitual de los magrebís de Ripoll. Un vecino que vive justo en frente de la misma es el primer sorprendido. «Siempre que aparco veo a personas rezando. Incluso en época del Ramadán llegan a congregarse 60 miembros o más», apunta.
En su otro lugar de encuentro, un bar llamado Esperanza, frente a la estación, sí hay cerca de una docena de marroquíes que nos reciben con desconfianza. Un hombre rompe el silencio de la cuadrilla y se alza como portavoz para expresar cómo cree que les afecta este suceso. «Tú y yo sabemos lo que va a pasar. Ayer ya empezamos a notar miradas incriminatorias de otras personas».
Para éste, la culpa es de la sociedad, aunque ya lo tiene asumido. «No estamos hablando de nacionalidades, da igual ser francés, español, marroquí... el hecho es que se ha cometido un acto terrible. Hay gente que utiliza a menores para llevar a cabo esos planes, y eso es injustificable. El problema es que nos metan a todos en el mismo saco», concluye.
La mañana acabó con varios registros más, el más exhaustivo en el domicilio de Moussa. Aún por la tarde se podía apreciar el golpe que los Mossos habían dado a la puerta para forzarla y poder acceder a la vivienda. Dentro de la casa, decenas de prendas apelotonadas evidenciaban el total desempeño llevado a cabo por las fuerzas del orden. Horas más tarde se conocería el desenlace del protagonista de esta historia. No estaba fugado. Había fallecido en Cambrils la madrugada anterior.
Desde su Marruecos natal, su padre se muestra consternado. "Estamos en estado de shock, completamente colapsados", ha dicho Said, el padre, en declaraciones a AFP, que se enteró anoche de que su hijo era uno de los terroristas abatidos en Cambrils. Su mujer, que está en Ripoll, se lo comunicó por teléfono.
El otro hijo mayor, Driss, de 27 años, fue detenido el jueves cuando iba de camino a una comisaría supuestamente para denunciar que su hermano menor le había robado la documentación para coger la furgoneta que mas tarde arrollaría a cientos de personas en el centro de Barcelona.
"Mis hijos no han mostrado nunca signos de radicalización" jura Said a AFP, que espera que finalmente su hijo Driss sea inocente.
"Moussa era un buen chico, amable, siempre sonriente. No fumaba ni bebía,"comenta uno de los tíos, que añade que "toda la región está en estado de shock.
La familia vive en un pueblo llamado Melouiya, en una de las zonas más rurales y empobrecidas de Marruecos, entre las montañas del Medio Atlas. Estos días estaban terminando de organizar los preparativos de la boda de un primo.
Asesinado en la huida
Los Mossos trabajan con la hipótesis de que la persona asesinada el jueves en Sant Just no tenga relación con el atentado perpetrado poco antes en Barcelona, aunque sí puede ser una víctima indirecta del mismo. Se trata de un hombre de 34 años de Talavera (Toledo) y vecino de Vilafranca (Barcelona). Ayer, el mayor de los Mossos explicó que el examen forense del cadáver hallado en el vehículo interceptado tras saltarse un control y arrollar a una agente en la Diagonal determinó que había muerto por arma blanca. El hombre habría sido secuestrado y asesinado por uno de los terroristas en su huida.
[paste:font size="4"]La célula de Ripoll
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- Said Aallaa. (izquierda) Nació en Naour (Marruecos) el 25 de agosto de 1988, tiene nacionalidad marroquí. Residía en la plaza Gran de Ripoll, en Gerona, aunque sus padres viven en Ribes de Freser. Habría fallecido.
- Mohamed Hychami. (centro) Nacido el 15 de enero de 1993 en la localidad marroquí de Mirit, reside con sus padres en la localidad gerundense de Ripoll desde el año 2006. Habría fallecido.
- Younes Abouyaaqoub. (derecha) Natural también de Mirit, en Marruecos, donde nació el primero de enero de 1995, residía también en el municipio de Ripoll. Según los investigadores, estaría huido.
