Fran Rivera y Lourdes Montes. Boda religiosa, hijos y otros temas.

Ay, que acabo de ve el anuncio promosioná de la paca con el Bertín, con esa vó que tiene de cuando se te está acabando el helio despué de haber aspirao un globo y no sé si voy a podé aguantá la entrevista. La tendré que seguí po aquís las crónica cotillarrr
 
Haciendo propaganda

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pobre carmen esto, se tendra q conformar con ir vestida con los restos de temporada q le regalen a su madre y con la linea infabtil analerda estilo sonrisas y lagrimas-nino con el pijama de rayas-casa de la pradera pero en cateto...el blog de fran de loa caracoles, se quiere hacer el gracioso y cae peor, me loa imagino a el y palurdez leyendo y releyendolo muertos de risa pensando q divertido y ocurrente es
 
A mí también me dá cosita la chiquilla, hacía doscientos grados por la calle donde viven, lleno de guiris coloraítos con sombrero de Paj* y la niña sigue con el gorro de lana. Vieja táctica de las niñas bien quiero y no puedo sevillanas para ir reblandeciendo los cerebros de su prole, como las chinas-japonesas con las chanclas de cuatro números menos. Amoldándolos.
 
jjajajajajaj, ti voy a invitá yo a mi casa, los mejores del mundo mundiá: bien lavaditos, muy bien. Especias en saquito de resto de sábana blanca- Tolrá- lavadita con lejía, inmaculada. Todos fuera, recién hechos chorreoncito de aceite de oliva, ramita de yerbabuena. Dos litros de cruzcampo, o tres, al gusto. Todo un sábado para cocinarlos, gazpacho de primero y boquerones en vinagre para mezclar sabores. Fresas de postre. Un digestivo para quitar el pique de la boca, un poné, un gin tonic fresquito. Mi sofá para transponerse, una peliculita de coger el hilo entre cabezá y cabezá.

Eso es lujo y no aguantar al Flan en la azotea hablándote de nada, con una tarrina de caracoles vendiéndolos como si te hubiera traído caviar ruso. Los caracoles como casi todo en la vida, valen lo que vale con quien te lo comes.

Mujer, si me invitas voy encantada, llevaré una botellita de cualquier cosa burbujeante para empezar con alegría.
La tarrina de caracoles a la Paca le viene fenomenal, con lo apretado que tiene el puño, cada vez que Palur exprese sus deseos de salir a cenar, él:
-que va, voy por una tarrina de caracoles, nos la comemos en la terraza a la luz de una vela, eso es gloria.
 
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