Letizia cumple 50 años. Septiembre 15, 2022

La misteriosa y "jugosa anécdota" de Joaquín Prat sobre la reina Letizia​

El presentador ha dejado a todos con la intriga de saber qué le pasó con la monarca​


Coincidiendo con que este 15 de septiembre es el 50 cumpleaños de la reina Letizia, todos los medios de comunicación han puesto el foco en la Casa real, y la forma en la que lo ha hecho Joaquín Prat ha dejado a todos con la boca abierta.

El presentador, en El Programa de Ana Rosa, ha aprovechado su altavoz este miércoles para dejar caer un misterioso episodio que vivió con Letizia Ortiz cuando aún no pertenecía a la Corona española.

En el espacio de Telecinco, los colaboradores no han parado de hablar sobre la monarca, momento en el que Prat lanzaba una enigmática afirmación: “Si me hubieses llamado, te hubiese contado alguna anécdota jugosa”, desvelando así que esconde algún secreto aún desconocido que le relaciona con la reina.

A pesar de los intentos de sus compañeros, el presentador no ha soltado prenda: “No lo revelaré jamás, lo que hago en la esfera privada es sagrado para mí” y, de esta forma, ha dejado a todos con la intriga.

No obstante, Prat sí que ha aportado alguna pista, y es que se trata de un hecho positivo: “La experiencia que he tenido con ella antes de ser princesa de Asturias ha sido inmejorable”. Un momento de la vida de la reina que se podría conectar con su etapa como periodista, ya que es un elemento que ambos comparten.

 
LA REVOLUCION DE LETIZIA


15/09/2022


LA REVOLUCIÓN DE LETIZIA PARA MODERNIZAR ZARZUELA​

La Reina cumple hoy 50 años. Desde que se prometió con Don Felipe en 2003 ha evolucionado con él para tratar de acompasar la Corona Española a los nuevos tiempos. Pese a los críticos...

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LA REINA DOÑA LETIZIA DESPIDE A Marina Abramovic e Isabelle Huppert. Se levanta y se toma una fotografía con la cantante Amaia. Abre mucho sus ojos verdes y se dispone a abandonar el centro cultural La Misericordia, donde se ha celebrado la clausura del Atlántida Film Festival. Es casi la una de la mañana, pero la Reina camina atenta a lo que la rodea. Saluda a Leticia Dolera e incluso en el oscuro camino hacia la salida localiza a caras conocidas. Se para, siempre pregunta, insiste para conocer la opinión del otro sobre el acto. Es incisiva y muestra interés, pero puede parecer intrusiva e incluso mandona. Una charla de segundos y continúa hasta el siguiente que quiera foto o saludo. Está cómoda, domina la escena y sabe de la repercusión de su presencia. Doña Letizia, Reina de España desde hace ocho años, miembro de la Familia Real desde 2004, cumple 50 años en un momento dulce. Hasta la prensa menos monárquica la alaba y la encumbra como la salvadora de la monarquía. La esposa del Jefe del Estado recibe críticas positivas y sus errores quedan atrás. “Es como si ahora la estuvieran descubriendo, pero Su Majestad siempre ha sido igual”, analiza su entorno.
Pero la sensación es que ahora las riendas son suyas. No lo ha tenido fácil en este tiempo, tampoco lo ha hecho siempre bien. Letizia Ortiz Rocasolano: periodista, divorciada, presentadora del informativo de TVE. Llegó a la Casa Real con más ganas de revolucionar que los tiempos marcados por un sistema de siglos de historia. Princesa de Asturias por matrimonio y la primera Reina sin sangre ‘azul’, le costó adaptarse primero a la Casa y después a un papel sin legislar. La última consorte de un Príncipe de Asturias fue María Antonia de Nápoles, primera esposa del que sería Fernando VII. Por lo que había poco en lo que fijarse para diseñar un trabajo para la futura Reina.
Fijó tres metas al llegar: ayudar a su marido, aprender y ser útil para la institución. Cumplió el objetivo primordial de la esposa del heredero el 31 de octubre de 2005, cuando alumbró a Doña Leonor. La continuidad dinástica estaba asegurada. El 29 de abril de 2007 dio una segunda opción a la Corona con el nacimiento de Doña Sofía. Cumplido su principal y más necesario mandato, se empezó a diseñar su agenda propia. Tres años al lado de Don Felipe en actos para aprender. Un tiempo también para criar a sus hijas y marcar su propia línea: la futura heredera iba a la guardería de la Guardia Real y estaría mucho menos expuesta que su padre por deseo de Doña Letizia. Una protección que ha mantenido firme hasta el día de hoy. Ahora, se muestra orgullosa de sus hijas y su educación. Presume en privado de la facilidad para los idiomas de la Princesa Leonor, que habla con fluidez inglés, francés y árabe además de las lenguas cooficiales. En el caso del catalán por ejemplo, su madre la anima a que lea a Pla en versión original.
No entiende, tampoco, que la comparen con su hija, pues sobre la niña recaerá el peso de una Constitución en la que Doña Letizia no tiene papel. Es ese el motivo en el que se ampara para haber cambiado la forma de entender el papel de una Reina. Ella no es el Rey. Por eso, no se desveló su patrimonio el pasado abril, porque no tiene obligación constitucional. Ese es el criterio de Zarzuela para ser más transparente con Don Felipe. La Reina no tiene papel constitucional, pero sí influencia en su marido. Sigue firme en la decisión de alejarse de la familia de Felipe VI en público: apoyó al Rey en la retirada del Ducado de Palma a Doña Cristina y habría sido más severa con Don Juan Carlos. Ello ha disminuído la Familia Real y obliga a Doña Letizia a dar más ejemplo.
Otro gesto llamativo es el de su aconfesionalidad. Doña Letizia, Reina Católica, se aleja de la Iglesia para imprimir modernidad a la Corona. Lo hace asistiendo con respeto pero sin santiguarse en actos religiosos y, este año, introduciendo un nuevo cambio en las costumbres reales: ya no van a la misa de Pascua. En su lugar, visitaron refugiados ucranianos.
La Reina también ha prescindido de la mantilla en actos castrenses y ha dejado de acudir a aquellos de máximo rango en los que el deber constitucional sólo exige la presencia de Don Felipe.
Muy criticada fue la época en la que tenía un horario. “Se habla mucho de conciliación pero en su caso no se entendía”, cuentan. Sigue siendo raro que la Reina tenga actos en fin de semana, y las vacaciones privadas son algo asumido.
También un hogar en el que disfruta con su familia. Doña Letizia se instaló en el pabellón del Príncipe a su llegada al Palacio de la Zarzuela. La casa, construida cuando Don Felipe se independizó, fue el lugar donde crecieron sus hijas, cuidadas muchas noches por Paloma Rocasolano. Cuando Don Felipe llegó al Trono, la Familia decidió continuar allí instalada. La costumbre real hubiera sido cambiar la residencia, pero optaron por permanecer en su casa. Una vivienda de 1.800 metros cuadrados en cuatro plantas donde disfrutan de la intimidad que en el edificio principal no podrían tener. Así que viviendo en un lugar distinto, Doña Letizia no renuncia a la privacidad de la que tanto recela.
La separación trabajo-vida privada no sólo se aplicó en la residencia de la familia Borbón-Ortiz, también en lo privado. Zarzuela sólo informa de los actos oficiales. Nada más. Y sólo de los miembros de la Familia Real. También han impuesto una política de austeridad que implica pocos actos lúdicos –no hay nada previsto por el cumpleaños de la Reina– y una decisión de Doña Letizia que parece estética pero que descubre un paso más a la asunción de su papel: la Reina ya no se tiñe. Tampoco somete su melena a cambios radicales de peinado como sí hacía antes. Unos cortes de pelo que la esposa de Felipe VI utilizaba como regla nemotécnica para recordar algún acto. La Reina moderna, que va al cine con vaqueros rotos, descansa en su melena una institución con siglos de historia y ahora entiende que la estabilidad de la monarquía también se expresa con un cabello de pocos cambios.
 
RETOQUES ESTÉTICOS


15/09/2022


“ROBOTIZADA” PARA UNOS, “PERFECTA” PARA OTROS​


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PODEMOS AFIRMAR QUE DOÑA LETIZIA lleva 14 años por lo menos trabajando su cara y cuerpo para alcanzar la perfección. Fue en agosto de 2008 cuando Casa Real confirmó que se había sometido a una septorrinoplastia “para corregir una desviación del tabique nasal que le producía problemas respiratorios ocasionales”. Una intervención que España interpretó como la primera vez que se ponía en manos de un cirujano plástico.
Su nueva nariz produjo un debate nacional: ¿realmente era necesario? ¿una futura reina de España debe estar a esos menesteres? Se dijo que no era la primera vez que pasaba por quirófano, que de soltera se hizo un aumento de pecho, ya que su escote no era propio de una figura tan fina como la suya. También se escuchó que lo había hecho para corregir los estragos de la lactancia materna. Nunca se confirmó.
La verdad es que la Reina se sintió satisfecha con el resultado de la rinoplastia y desde entonces no ha dejado de retocarse, pero con agujas, no con bisturí. Letizia cumple 50 pero aparenta 30.
Hay opiniones profesionales enfrentadas con respecto a su aspecto, envidiable para la mayoría de mujeres de su edad que no lucen igual. El cirujano plástico Javier Mato Ansorena es del bando más crítico: “Letizia tiene una estructura de cara muy buena pero se ha puesto de todo en exceso. Resulta robotizada por el Bótox, se la ve demasiado joven. Las cejas tan altas... Sería igual de guapa si conservase su nariz anterior”.
El cirujano Antonio de la Fuente fue quien operó a Letizia en 2008, pero nunca ha hablado en público sobre el asunto. “Tenía una nariz correcta, con una pequeña jiba dorsal. Pero ahora es artificial, aspiracional. Lo bueno es que al ser una mujer tan bella y con la piel tan cuidada los resultados se ven mejores en ella que en cualquier otra paciente”, sostiene Ansorena, que afirma que la Reina no es referente estético de aquellas que van a su consulta. “Nunca me ha pedido nadie que le deje la nariz similar a la suya”.
Letizia, de base, tiene buenos genes. Su madre, Paloma Rocasolano (también operada), está estupenda. “Pero la Reina lo estará mucho mejor a esa edad”, piensa la esteticienne Maribel Yébenes. “Para mí, todo lo que se ha hecho es un gran acierto, está perfecta, pero no demasiado, como le afean algunos. Además, es una valiente al dejarse las canas. Tiene poquísimas, otra señora a esas alturas tiene todo el cabello gris”.
Desde hace años se ha señalado a los dermatólogos Pedro Jaén y Ricardo Ruiz como los médicos que pinchan a Letizia en palacio, algo que tampoco han afirmado por confidencialidad. Es fácil identificar lo que le inyectan: “Ácido hialurónico para hidratar, rellenar y dar volumen a sus labios y surco nasogeniano, y Bótox en entrecejo y patas de gallo para atenuar las arrugas”, explica Yébenes. A lo que añade: “Se le atribuyen muchas más cosas de las que se ha hecho. Ni bichectomía (afinarse los pómulos extrayendo las bolas de Bichat de los mofletes), ni un lifting. Es una mujer concienzuda y cumple a rajatabla una rutina de belleza que le permite ese cutis”.
Maribel no cree que use aparatología, pero la doctora Rocío Mourelle, médico estético de la Clínica Trevi, sí: “Probablemente radiofrecuencia o láser, porque no tiene manchas”. Incluso sospecha quese ha tratado ese mentón ahora menos afilado.
El ímpetu en cuidar su cara Letizia lo traslada a su cuerpo en general: “Cuida al milímetro su alimentación y hace deporte con frecuencia, por eso está tan atlética y fibrosa”.
Maribel Yébenes también desliza una cuestión importante: aunque Letizia entre pronto, por edad, en la etapa del climaterio (periodo de transición antes y después de la menopausia), no le advertiremos ningún cambio físico a peor como le ocurre a muchas mujeres. “Seguro que ya se está cuidando para prevenir los efectos y toma nutricosmética desde hace tiempo. Hay muchos tratamientos por vía oral que palian la falta de hormonas y aportan vitalidad”.
 
Jaime Peñafiel

15/09/2022

LAS VEINTE CUALIDADES QUE VEO EN LETIZIA​

DOS ERRORES Y UNA TRAGEDIA​


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LLEVO EJERCIENDO ESTA PROFESIÓN de periodista ininterrumpidamente desde hace más de sesenta años. A pesar de ello, jamás supe de Letizia Ortiz Rocasolano hasta el día que se anunció su compromiso matrimonial con el Príncipe Felipe, ese joven bueno sin esfuerzo pero un pobre hombre. Aquel día no la identifiqué con la presentadora de los informativos de noche de Televisión Española, aunque habíamos coincidido, hombro con hombro, a las puertas del hotel Reconquista de Oviedo, esperando la llegada de Felipe con motivo de los Premios Príncipe de Asturias, el 24 de octubre de 2003, siete días antes de que se anunciara su compromiso matrimonial. Pero ni recuerdo aquel encuentro. Posiblemente ni me fijé en ella, a pesar de la belleza que se le atribuye desde que se casó y que entonces, al parecer, no tenía. Al menos para que me llamara la atención.
La primera vez que la vi en persona fue el 11 de mayo de 2004, en el Ayuntamiento de Madrid de Ruiz–Gallardón. Ese día le iban a entregar a Felipe la Medalla de Honor de la ciudad de Madrid y el regalo Música para una boda, compuesto por Nacho Cano.
Yo estaba invitado como periodista. A su llegada al viejo Ayuntamiento, debió verme porque le oí decir a Felipe, señalándome: “Mira, allí está Jaime Peñafiel”. Lo que no esperaba era que, poco después y cuando el solemne acto estaba terminando, volvió a verme. Pero, en esta ocasión, dirigiéndose a mi, visiblemente enfadada.

MI PRIMER DESENCUENTRO
El compañero José Apezarena cuenta el incidente en su libroFelipe&Letizia. La conquista del trono (La esfera de los libros, 2014) que aquí reproduzco aunque el compañero omite que, al verla dirigirse a mí, le dijera: “No me señales con el dedo”. Tampoco incluye en su relato que en otro momento de aquel encuentro-desencuentro de tan altísimo nivel, le pedí que no me chillara.
Apezarena reproduce la información sobre aquel incidente publicada en EL MUNDO, el 11 de mayo de 2004 –página 20– y en el que el diálogo entre los dos fue el siguiente:
–Mírame a los ojos, ¿tú crees que estoy triste?
–Yo no he dicho nunca que estés triste. Eres la única mujer del mundo que se acuesta con el príncipe de sus sueños. Pero si me permites, te voy a recordar un poema de Gutiérrez de Cetina que dice: “Ojos claros, dulces y serenos… ya que así me miráis, miradme al menos”.
–¡Yo no estoy airada!
–Pero estás enfadada.
–No estoy enfadada.
–Pero me estás regañando.
–Eso no es cierto. Tampoco lo es que yo lleve tacones de más de ocho centímetros para compensar la diferencia de altura con el Príncipe. No son para tanto.
Y levantó la pierna para mostrárselo.
–Letizia yo sólo me he hecho eco de una información que ha publicado una compañera del suplemento de EL MUNDO. Tú, que has sido periodista, sabes que tenemos que creer lo que se publica en los periódicos. Si dudáramos, ¿qué pasaría?
–Yo tampoco he dicho lo de los langostinos (se había publicado que en la boda de su prima Abigaíl, a la que asistió con Felipe, se oyó gritar a Letizia “¡Camarero, más langostino para el Príncipe!). Deberías llamar a la Casa Real para confirmar la información cada vez que quieras publicar algo”. “¿Como voy a llamar para algo como lo de los tacones o lo de los langostinos, Letizia?”.
Y como la conversación de tan altísimo nivel se ponía incómoda, la interrumpí:
–¿Me permites que te diga una cosa? En las distancias cortas das mucho mejor.
Estrechando con sus dos manos la mano derecha de Peñafiel le dijo:
–Sería bueno que nos viéramos más.
Así terminaba, según la crónica de EL MUNDO, aquel encuentro-desencuentro.

DIEZ AÑOS DESPUÉS
El 21 de octubre de 2014 se celebraba, en el hotel Palace de Madrid, el XXV aniversario de la fundación de EL MUNDO con una cena presidida por Felipe y Letizia. Finalizada esta, hubo una recepción en la que todos hablábamos con todos. Como soy persona educada decidí acercarme a Letizia, tendiéndole la mano. Le costó corresponder a mi saludo: “Sería bueno que nos viéramos más. Hace diez años que no nos vemos”, yo le recordaba aquello de nuestro primer encuentro. No hubo más.

LETIZIA NO HA ENGAÑADO A NADIE
Soy un periodista independiente y leal, pero no cortesano con la Familia Real. Esta lealtad no me impide ser crítico, respetuosamente crítico, cuando las circunstancias y determinados comportamientos lo exigen. Aunque al lector le sorprenda, no me duelen prendas reconocer que Letizia, a pesar de todas las críticas, no me ha decepcionado. Es más, fui el único periodista que aplaudió cuando, el día de la petición de mano en el Palacio de El Pardo el 6 de noviembre de 2003, supo ser fiel a sí misma y a su endiablado carácter cortando a Felipe con aquello de “Déjame terminar” cuando éste intentó interrumpirla. Tal cosa no se había visto ni oído nunca.
Han pasado nada menos que 19 años y Letizia no sólo se ha moderado, sino que sin ser la titular de la Corona se comporta como si fuera la reina, no de la casa, que lo es, sino de la monarquía de la que es consorte del Rey. Nada que ver con aquella “chica muy lista” que decía el Rey Juan Carlos –¡que lo es!–, pero también una mujer con carácter. Como debe ser aunque, a veces, muchísimas veces, se pasa. Letizia es y seguirá siendo siempre fiel a sí misma y a su carácter. Como debe ser, guste o no guste.
Hasta aquí mi experiencia personal y directa sobre Letizia. Pero, para ser honesto en la crónica que me ha pedido LOC, a propósito del 50 cumpleaños de la consorte real, he buscado la opinión de una persona que la conoce bien y que la retrata sincera y crudamente en su libro Adiós Princesa (Akal 2013). Aunque no gustó a la Casa Real, no tuvieron coj*nes de prohibir su difusión pero, privadamente, hicieron lo imposible por dificultar su venta. Ni El Corte Inglés, ni las grandes librerías tuvieron el valor de colocarlo a la vista. Los muy cortesanos lo vendían poco menos que de tapadillo. Letizia lo consideraba una traición por dinero entrando en capítulos muy privados de su vida.

LETIZIA SEGÚN DAVID ROCASOLANO
Estoy seguro de que con motivo del aniversario, el mercado se verá inundado de semblanzas, libros y artículos cortesanos. Yo he preferido espigar buscando esas cualidades que no conozco pero que, a juicio de su primo hermano David, debe tener. Como “esa admirable capacidad para absorber información e incorporarla a su personalidad”. También que fue “buena hija”, demostrándolo en la separación de sus padres que “fue un trauma para ella”. Consciente de donde viene, ha sido “luchadora y tenaz”. Los golpes que le ha dado la vida la han convertido en una “sufridora interior”, “fría, orgullosa, cabeza alta, indestructible. Pero también insegura y bastante frágil”. “Aunque daba la imagen de tía buena que se lo tiene muy creído, esa frialdad demuestra todo lo contrario.
Estaba cansada por sus complejos. Se avergonzaba de que el coche de la televisión tuviera que recogerla en Vicálvaro, donde vivía en un piso que jamás tuvo muebles. Solo un sofá y una cama de matrimonio, un lugar poco glamuroso para una estrella de la tele. “¿Cómo voy a invitar a nadie a venir aquí?”.
Según David Rocasolano, su prima era “aplicada, obediente, contradictoria, impenitente, concienzuda y terca y muy ambiciosa”. Por ello, en la televisión la apodaban “la ambición rubia”, “Fictizia” y “Mortizia”.
Alonso Guerrero, David Rocasolano y Felipe Borbón han sido, a juicio del primo, “las víctimas de una arrolladora personalidad que no permite ni perdona un desliz, una traición, una deslealtad o un descuido. Y mucho menos una infidelidad”, como las de Don Juan Carlos a Doña Sofía.
También es “típicamente celosa”. “Letizia habla poco pero, cuando se suelta, es un torrente con una madurez intelectual apabullante” aunque con “una capacidad innata para no expresar sus sentimientos”. Aunque, a juicio de David Rocasolano, “la vida en Zarzuela la ha transformado en una persona más controladora y más cruel”.
P.D: Si el lector se molesta en contar verá que el número de cualidades de Letizia son las 20 anunciadas en el titular.

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Una de las cosas claras que Doña Letizia ha dejado a lo largo de su vida es que lee La Otra Crónica. Este suplemento, que calificó como “mierda” en unos whatsapp con su ‘compiyogui’ López-Madrid, abrieron una de las peores crisis de imagen de la esposa de Felipe VI. El contenido de los mensajes, que no ha trascendido íntegro, se publicó en marzo de 2016. Dos años después, en abril de 2018, la Reina protagonizaba el rifirrafe frente a la catedral de Palma en el que no sólo desairó a su suegra, la Reina Sofía, ante la inacción de Don Felipe, sino que confirmó la mala relación con la familia Grecia, tras el tuit en el que Marie-Chantal afirmaba: “Ha mostrado su verdadera cara”. Intentaron solucionar la tensión ese verano paseando a Doña Sofía con sus nietas de la mano. Pero el momento más complicado de la vida de la Reina sucedió el 7 de febrero de 2007, cuando su hermana Érika apareció muerta en su piso.
 
EL PROTOCOLO


15/09/2022


MOTIVADA PARA CAMBIARLO​

Si alguien ha roto las reglas, ha sido la Reina Letizia: la Casa Real es una institución basada en la costumbre, pero no es inmune al cambio. POR MARINA FERNÁNDEZ

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AVANZAR HACIA UN TRATO más sencillo y cercano ha sido la intención de la Casa Real, incluso a costa de los vaivenes que eso supone para el protocolo y para quienes lo vigilan de forma estrecha. En esa delgada línea, los gestos de la Reina y su capacidad para manejar su imagen a través de sus estilismos juegan un papel fundamental. Intencionada o no, su manera de interpretar el protocolo, o incluso de saltárselo, está siendo una de las claves de la modernización de la institución.
El primer aviso llegó muy pronto, en forma de pantalón blanco de Armani para la pedida de mano. La etiqueta tradicional no contempla el uso de pantalón en la mujer. De haberla seguido, la joven prometida del Príncipe de Asturias debería de haber lucido una falda a la altura de la rodilla. Pero no había más que mirar alrededor aquel día, a las periodistas que estaban cubriendo el acto: la gran mayoría llevaba pantalón. También la inmensa mayoría de las mujeres que estaban viendo el evento por televisión. Y aquellas a las que no les interesaba en absoluto. En 2003 ya hacía mucho que los armarios de las españolas estaban repletos de pantalones… ¿Por qué el de la prometida de Don Felipe, una mujer que pocos meses antes habría estado al otro lado, detrás de las cámaras junto al resto de la prensa que cubría el evento, no iba a estarlo? Las reglas, como el armario, cambian; pocos hubieran apostado en su día por una boda real que tuviera en el altar a una mujer muy alejada de la imagen habitual de las royals, profesional y divorciada.
En otro de esos grandes momentos que han marcado su vida, cuando su marido era proclamado Rey de España y ella se convertía en Reina consorte, Doña Letizia decidió dar otro paso adelante y lanzar un mensaje claro. Aquel día no tenía discurso en el Congreso de los Diputados, solo el Jefe del Estado. Pero Letizia habló, y mucho, apoyándose en el uso de la etiqueta protocolaria como estrategia. Cuando propios y extraños esperaban que la esposa de Don Felipe se presentara en el evento llevando un maravilloso vestido largo, tal y como hiciera Doña Sofía en su momento, la asturiana prefirió lucir un vestido-abrigo a la altura de la rodilla. En su discurso de proclamación, el nuevo Rey de España se comprometió a representar una nueva monarquía modernizada, responsable, más cercana y consciente y la nueva Reina consorte se convirtió en la imagen en movimiento de esas palabras.
Un tercer puntal de cambio es el chaleco que Doña Letizia luce orgullosa en sus viajes de cooperación, al igual que el resto de la delegación española. La Reina se compromete con las causas que representa, las investiga a fondo y de manera exhaustiva. Pero, aunque pronuncia unos discursos muy trabajados, es consciente de que una imagen suele valer más que mil palabras y hace que el impacto se multiplique. Quizá no muchos españoles se paren a escuchar lo que dice, por eso deja que el chaleco hable por ella.
Modelos low cost, prendas made in Spain, formas y tejidos que se diferencian mucho de lo que lucían las reinas europeas de la generación anterior pero que se acercan a lo que llevan hoy día las españolas que, como ella, rondan los 50. Y, por supuesto, modelos que se repiten una y otra vez, como los de cualquier buen fondo de armario. Reciclar la ropa de un evento a otro, hacerle pequeñas modificaciones e incluso prestársela a sus hijas adolescentes... La realidad de la Reina consorte de España no dista tanto de la del 99% de las españolas en 2022.
Además de su armario, Doña Letizia se apoya también en sus actitudes para impulsar el cambio. La Reina abraza, se acerca, gesticula, sonríe... Y, en ocasiones, se aleja del protocolo. Ejerciendo de magnífica anfitriona durante la cumbre de la OTAN en Madrid, Doña Letizia recibió a Brigitte Macron con dos cariñosos besos en vez del preceptivo apretón de manos. No se trata de un gesto descuidado o espontáneo, todo lo contario, implica un cambio protocolario que forma parte de la estrategia integral de comunicación diseñada para la ocasión. Hasta quienes no saben cuál es el río que pasa por París entendieron con ese simple saludo que las relaciones políticas e institucionales eran estupendas entre los dos países.
Pero ¿estos gestos que rompen con lo que se espera responden siempre a una estrategia pensada o alguna vez han sido un desliz? Ambas cosas. Sí que ha cometido varios errores, sobre todo durante su etapa como Princesa de Asturias, cuando aún era una estudiante de protocolo. La hemos visto hacerse un lío con la derecha y la izquierda, perderse a la hora de colocarse para la foto de familia... pero esas equivocaciones, a la luz del camino recorrido desde entonces, quedan en meras anécdotas.
Doña Letizia no es Doña Sofía, no es la reina Paola de Bélgica ni tampoco Sonia de Noruega. Pero es que el país que le ha tocado a la Reina Letizia no es la España de Sofía, ni la Bélgica de Paola ni la Noruega de Sonia. Doña Letizia es un nuevo modelo de reina consorte que representa una institución modernizada en la que las mujeres actuales pueden verse reflejadas. No es la única. Dinamarca, Países Bajos, Suecia e incluso el tradicionalísimo Buckingham tienen también sus agentes de cambio.
El cambio no siempre es fácil. No toda la sociedad lo comprende y lo apoya, siempre habrá voces críticas. Pero si las casas reales no cambian al ritmo de la sociedad que deben representar se convierten en animales en altísimo peligro de extinción.
 
UN DÍA EN SU VIDA


15/09/2022


DESAYUNO FAMILIAR
Y CODOS​


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EN TORNO A LAS SIETE DE LA MAÑANA suena el despertador en el Pabellón Asturias del Palacio de la Zarzuela. A esa hora comienza la jornada –cuando están en Madrid– de la Familia Real. Tratan de desayunar todos juntos en el comedor y a continuación Doña Letizia empieza su día de trabajo. Recorre los pocos metros que separan la casa familiar del edificio principal del complejo. Accede a Zarzuela por la puerta principal. Desde ahí, sube una planta por las escaleras de madera del distribuidor y llega hasta su despacho, siempre custodiado por alguien de seguridad. Deja atrás paredes vestidas de madera que recuerdan a otros tiempos y entra en su territorio, el que antes ocupaba Doña Sofía. La Reina tiene una sala de reuniones y un despacho anexo, con mesa de trabajo y zona de sofás para recibir.
Es allí donde por las mañanas se reúne con José Zuleta, su secretario desde hace 14 años. A la Reina le entregan un dossier de prensa con lo que se publica sobre ella y comienza el trabajo de despacho previo a los actos. Su secretario y parte del equipo de protocolo le entregan informes. Es exhaustiva y exigente con el de enfrente porque también lo es con ella misma. Estudia lo que va a conocer, los nombres con las personas con las que se reunirá y las cifras concretas de lo que van a tratar. Trata de controlarlo todo. Cuando en diciembre de 2013 la Casa Real lanzó una página web para niños y colegios, Doña Letizia participó en varias reuniones para conocer cómo sería.
Ya es público que cuando llega a los actos a todos sorprende la información que maneja sobre el tema en concreto. Un ejemplo: durante la conferencia del Tour del Cáncer preguntó sobre los efectos que tendría en la incidencia del cáncer evitar los condicionantes exógenos. Sabía del tema. Esta forma de trabajar es así desde el año 2007, cuando comenzó su agenda propia. Fue el 19 de septiembre de ese año cuando Doña Letizia presidió su primer acto, la entrega de los premios de la Fundación Save The Children “Amigos de los niños”. Aunque con anterioridad había acudido a algún acto en solitario, hasta ese momento no comenzaron a diseñar su agenda. Desde entonces y hasta el 31 de julio de este año, la Reina ha participado en 3.850 actos, 954 en solitario.
En su control de todo, Doña Letizia conoce dónde se producirá el acto, el timing al minuto y de qué se va a hablar. Ha pronunciado 191 discursos, que escribe ella misma y a los que da su tono personal, siempre intenta compartir anécdotas y algún detalle personal. Ella no va sólo a figurar y sí a aportar. En 2015 dio un paso más en su profesionalización del papel de la Reina consorte con la contratación de una estilista: ya que da pocos discursos, que la ropa hable por ella. Elegir qué ponerse es otra parte de su trabajo.
Consciente del “efecto Letizia”, fue ella quien propuso a su equipo volcarse con las Enfermedades Raras cuando nadie hablaba de ello. Por eso, cuando la entonces Princesa apareció en las oficinas de entrevías de la sede de Feder, el director se emocionó hasta las lágrimas “pensaba que no era verdad la visita, nadie nos hace caso”, dijo. Era 2008. También comenzó a preocuparse –mucho antes que los políticos– por la salud mental y los menores. El cáncer, la educación y la alimentación saludable están en su agenda, donde la mujer tiene un papel importantísimo. No sólo acude donde le piden, también organiza audiencias con distintos colectivos en Zarzuela: “Se le da muy bien mezclar grupos de trabajo. Es una gran profesional”.
 
LA REVOLUCION DE LETIZIA


15/09/2022


LA REVOLUCIÓN DE LETIZIA PARA MODERNIZAR ZARZUELA​

La Reina cumple hoy 50 años. Desde que se prometió con Don Felipe en 2003 ha evolucionado con él para tratar de acompasar la Corona Española a los nuevos tiempos. Pese a los críticos...

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LA REINA DOÑA LETIZIA DESPIDE A Marina Abramovic e Isabelle Huppert. Se levanta y se toma una fotografía con la cantante Amaia. Abre mucho sus ojos verdes y se dispone a abandonar el centro cultural La Misericordia, donde se ha celebrado la clausura del Atlántida Film Festival. Es casi la una de la mañana, pero la Reina camina atenta a lo que la rodea. Saluda a Leticia Dolera e incluso en el oscuro camino hacia la salida localiza a caras conocidas. Se para, siempre pregunta, insiste para conocer la opinión del otro sobre el acto. Es incisiva y muestra interés, pero puede parecer intrusiva e incluso mandona. Una charla de segundos y continúa hasta el siguiente que quiera foto o saludo. Está cómoda, domina la escena y sabe de la repercusión de su presencia. Doña Letizia, Reina de España desde hace ocho años, miembro de la Familia Real desde 2004, cumple 50 años en un momento dulce. Hasta la prensa menos monárquica la alaba y la encumbra como la salvadora de la monarquía. La esposa del Jefe del Estado recibe críticas positivas y sus errores quedan atrás. “Es como si ahora la estuvieran descubriendo, pero Su Majestad siempre ha sido igual”, analiza su entorno.
Pero la sensación es que ahora las riendas son suyas. No lo ha tenido fácil en este tiempo, tampoco lo ha hecho siempre bien. Letizia Ortiz Rocasolano: periodista, divorciada, presentadora del informativo de TVE. Llegó a la Casa Real con más ganas de revolucionar que los tiempos marcados por un sistema de siglos de historia. Princesa de Asturias por matrimonio y la primera Reina sin sangre ‘azul’, le costó adaptarse primero a la Casa y después a un papel sin legislar. La última consorte de un Príncipe de Asturias fue María Antonia de Nápoles, primera esposa del que sería Fernando VII. Por lo que había poco en lo que fijarse para diseñar un trabajo para la futura Reina.
Fijó tres metas al llegar: ayudar a su marido, aprender y ser útil para la institución. Cumplió el objetivo primordial de la esposa del heredero el 31 de octubre de 2005, cuando alumbró a Doña Leonor. La continuidad dinástica estaba asegurada. El 29 de abril de 2007 dio una segunda opción a la Corona con el nacimiento de Doña Sofía. Cumplido su principal y más necesario mandato, se empezó a diseñar su agenda propia. Tres años al lado de Don Felipe en actos para aprender. Un tiempo también para criar a sus hijas y marcar su propia línea: la futura heredera iba a la guardería de la Guardia Real y estaría mucho menos expuesta que su padre por deseo de Doña Letizia. Una protección que ha mantenido firme hasta el día de hoy. Ahora, se muestra orgullosa de sus hijas y su educación. Presume en privado de la facilidad para los idiomas de la Princesa Leonor, que habla con fluidez inglés, francés y árabe además de las lenguas cooficiales. En el caso del catalán por ejemplo, su madre la anima a que lea a Pla en versión original.
No entiende, tampoco, que la comparen con su hija, pues sobre la niña recaerá el peso de una Constitución en la que Doña Letizia no tiene papel. Es ese el motivo en el que se ampara para haber cambiado la forma de entender el papel de una Reina. Ella no es el Rey. Por eso, no se desveló su patrimonio el pasado abril, porque no tiene obligación constitucional. Ese es el criterio de Zarzuela para ser más transparente con Don Felipe. La Reina no tiene papel constitucional, pero sí influencia en su marido. Sigue firme en la decisión de alejarse de la familia de Felipe VI en público: apoyó al Rey en la retirada del Ducado de Palma a Doña Cristina y habría sido más severa con Don Juan Carlos. Ello ha disminuído la Familia Real y obliga a Doña Letizia a dar más ejemplo.
Otro gesto llamativo es el de su aconfesionalidad. Doña Letizia, Reina Católica, se aleja de la Iglesia para imprimir modernidad a la Corona. Lo hace asistiendo con respeto pero sin santiguarse en actos religiosos y, este año, introduciendo un nuevo cambio en las costumbres reales: ya no van a la misa de Pascua. En su lugar, visitaron refugiados ucranianos.
La Reina también ha prescindido de la mantilla en actos castrenses y ha dejado de acudir a aquellos de máximo rango en los que el deber constitucional sólo exige la presencia de Don Felipe.
Muy criticada fue la época en la que tenía un horario. “Se habla mucho de conciliación pero en su caso no se entendía”, cuentan. Sigue siendo raro que la Reina tenga actos en fin de semana, y las vacaciones privadas son algo asumido.
También un hogar en el que disfruta con su familia. Doña Letizia se instaló en el pabellón del Príncipe a su llegada al Palacio de la Zarzuela. La casa, construida cuando Don Felipe se independizó, fue el lugar donde crecieron sus hijas, cuidadas muchas noches por Paloma Rocasolano. Cuando Don Felipe llegó al Trono, la Familia decidió continuar allí instalada. La costumbre real hubiera sido cambiar la residencia, pero optaron por permanecer en su casa. Una vivienda de 1.800 metros cuadrados en cuatro plantas donde disfrutan de la intimidad que en el edificio principal no podrían tener. Así que viviendo en un lugar distinto, Doña Letizia no renuncia a la privacidad de la que tanto recela.
La separación trabajo-vida privada no sólo se aplicó en la residencia de la familia Borbón-Ortiz, también en lo privado. Zarzuela sólo informa de los actos oficiales. Nada más. Y sólo de los miembros de la Familia Real. También han impuesto una política de austeridad que implica pocos actos lúdicos –no hay nada previsto por el cumpleaños de la Reina– y una decisión de Doña Letizia que parece estética pero que descubre un paso más a la asunción de su papel: la Reina ya no se tiñe. Tampoco somete su melena a cambios radicales de peinado como sí hacía antes. Unos cortes de pelo que la esposa de Felipe VI utilizaba como regla nemotécnica para recordar algún acto. La Reina moderna, que va al cine con vaqueros rotos, descansa en su melena una institución con siglos de historia y ahora entiende que la estabilidad de la monarquía también se expresa con un cabello de pocos cambios.
Desde cuándo la Trepa tiene ojos verdes?
 
Ahí vamos a discrepar.Es tanta la parafernalia que lleva y los privilegios de los que disfruta que las cargas son muy inferiores a los beneficios.
Es más pienso que si el puesto dificultaría su calidad de vida ,hace tiempo que el cargo estaría desierto.
Lo de pobrecita dejo todo por nosotros .
No dejo nada.Un puesto de trabajo que podía durar o no.
A las pruebas de otras compañeras me remito
Discrepamos, efectivamente. Entiendo tu punto de vista. No lo comparto. Para mí esa vida suena inaguantable. Pero entiendo perfectamente que tú la consideres apetecible. Espero que a Letizia también, que se decantó por ella.
 
Los ojos los tiene marrones .No hay más que mirar fotos de la infancia y adolescencia.
Es lo poco que no han podido modificar,aunque también han buscado solución.
A temporadas,le ponen los ojos claros y no los tiene
No conozco a nadie que a lo largo de la vida le cambie el color de los ojos.
En muchas imágenes se le ven verdes
 

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En muchas imágenes se le ven verdes
Una cosa es que se le vean y otra que los tenga.Hoy en dis si quieren se hacen milagros con las camaras.Desde quitar las arrugas....Existen las lentillas de colores.
,Mirando las fotos de niña se ve claramente el color de sus ojos.
No quiero convencer a nadie ,pero sus ojos son marrones además oscuritos.
 

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