Los contratos que los concursantes no se leyeron se los estudió Wayne Jamison (Rota, 1970). Este periodista y actual responsable de 'La voz de Jerez' pasó de espectador de 'OT' a ser su bestia negra. En sus dos libros, 'OT, la cara oculta' (el libro está secuestrado judicialmente) e 'Investigando a OT', muestra lo que ocurre cuando se apagan los focos y los aplausos. «A muchos chavales les utilizaron como kleenex de usar y tirar», asegura. Con el testimonio de 26 concursantes de las cuatro primeras ediciones escribe la historia menos glamourosa de un programa que parecía que iba a morir de éxito. Y se acaba por lo contrario.
Los concursantes se quedaban con una parte ínfima. Incluso alguno perdió dinero. Un chaval actuó en una ocasión en Tarragona con un caché de 18.000 euros. El 30% se lo llevó la gente que les movía y con el resto hubo que pagar a los bailarines, los técnicos, los desplazamientos... En total, le salieron unos gastos de producción de casi 14.000 euros y más de 5.000 tuvo que dar a los que le llevaban. En ese concierto le salió al cantante un saldo negativo de 1.304 euros.
- En la Academia ganaban dinero solo por estar en televisión.
- Les pagaban 700 euros por gala y algo más de 40 euros diarios por estar dentro. Los concursantes de la primera edición sacaron disco, pero se quedaban con un 8% del precio de venta de cada CD.
«'OT' ha dejado muchos juguetes rotos por el camino»
La bestia negra del programa es un periodista que escribió dos libros que muestran la cara más fea del reality. «Los chavales eran kleenex de usar y tirar»www.google.com
- Los usaron y después se olvidaron de ellos. Firmaban los contratos a ciegas, unas horas antes de empezar el concurso se encontraban con un montón de papeles y no les daban copia. Tenían 19 y 20 años y hubiesen firmado lo que fuera por entrar. En la segunda edición una chica quiso abandonar y cuando estaba haciendo la maleta le dijeron que el contrato advertía que tenía que pagar una cantidad de dinero que ella no tenía, así que se quedó. En cuatro años no podían hacer nada sin el consentimiento de la productora, ni un bolo en su ciudad.
¿Quién pudo ser? Me inclino por Vega o Ainhoa, que fueron las más sufridoras de la edición.