Cómo a través del virus de los medios, se inocula el virus del miedo

C O C O V I D


EXPERTOS ASEGURAN: ES UNA ESTRATEGIA POLÍTICA Y NO ES UN PROBLEMA SANITARIO


Cuando no se permite el debate y la discrepancia. Está ocurriendo con esta epidemia, el mayor escándalo de la historia de la humanidad.

Se habla de la próxima vacuna, que algunos esperan como el maná y única solución para echar al cubo de la basura la mascarilla, que tantos problemas de salud está causando. Periodistas y directores de medios de comunicación, incluso críticos con el Gobierno, que afean la conducta de quienes discrepan del confinamiento, la distancia de seguridad, los rastreadores o los Pacotest PCR en este teatro.
Illa, Simón y médicos encargados de difundir el pensamiento único de que estamos en una peste, con un virus asesino, que nadie vio salvo en alguna foto falsa. Al presunto Sars-Cov-2 tampoco lo ha visto nadie, aún no ha sido aislado, purificado y secuenciado, de acuerdo a los postulados de Koch, como han asegurado virólogos de prestigio internacional.

Pedimos libertad, que la vida continúe, que regrese el sentido común y que olvidemos la “nueva normalidad”,
los medios de comunicación piden más medidas, control, mano dura, y un nuevo confinamiento. El caso es culpabilizar a los ciudadanos. Jugada de dominio psicológico. Lo que estamos padeciendo es un combinado entre síndrome de mujer maltratada o niño maltratado, y síndrome de Estocolmo.

Consideramos el covid la mayor estafa a escala mundial que se está cometiendo contra la sociedad.
Nunca las élites habían actuado de manera tan global, sincronizada y tan desinhibida. Estamos ante una estrategia política y no un problema sanitario. A pesar de los esfuerzos por mantenernos en la ignorancia.

Las conclusiones son:
  • se ha mentido a los ciudadanos desde el principio;
  • se ha desinformado –a propósito— con noticias contradictorias;
  • no estamos ante un virus asesino;
  • las personas no fallecen por el virus, sino, en todo caso, con el virus;
  • todos los fallecidos tenían patologías preexistentes;
  • la media de edad de los fallecidos ronda los ochenta años;
  • muchos mayores no fueron atendidos, sino sedados directamente; se les aplicó morfina para dormirlos, sin otro tipo de atención;
  • los residentes en centros de mayores no fueron admitidos en los hospitales;
  • a muchos se les diagnosticó Covid sin siquiera hacerles la prueba;
  • muchos jóvenes y gente de mediana edad acudieron en masa a urgencias tras la alarma de la pandemia y por eso se colapsaron los hospitales;
  • a los médicos se les engañó con el protocolo;
  • muchos enfermos murieron hiperventilados;
  • otros fallecieron por recibir tratamientos en fase de experimentación;
  • una parte de los enfermos falleció por aplicar tratamientos demasiado agresivos y en grandes dosis;
  • hubo negligencia y mala praxis;
  • se prohibió hacer autopsias;
  • se empleó el protocolo de guerra o triaje de guerra –salvación de enfermo en relación a años de vida—;
  • las pruebas PCR no sirven para detectar carga viral;
  • la mayoría de los positivos no tienen Covid;
  • se puede dar positivo estando sano;
  • los asintomáticos son personas sanas y, por tanto, no contagian;
  • el confinamiento ha sido una medida desastrosa;
  • la mascarilla es perjudicial para la salud y no evita el paso del virus, aparte de crear un caldo de cultivo para otros patógenos;
  • el miedo es más peligroso que el virus porque baja las defensas;
  • el remdesivir no cura –aunque lo diga Soros, que tiene intereses en la farmacéutica—;
  • una vacuna no es necesaria ni segura –aunque lo diga Gates—;
  • el Ministerio de Sanidad se niega a entregar las pruebas de la eficacia y seguridad de las vacunas
  • los fabricantes de la vacuna contra el Sars-Cov-2 piden impunidad por los posibles efectos adversos;
  • el dióxido de cloro elimina todo tipo de virus y bacterias, incluido el Sars-Cov-2;
  • miles de médicos en todo el mundo están salvando vidas con el dióxido de cloro;
  • no se está teniendo en cuenta la declaración de Helsinki;
  • la OMS está financiada por la industria farmacéutica;
  • el director de la OMS fue líder de un grupo catalogado como terrorista en EE.UU., trabajó para Bill Gates y fue designado por China para dirigir toda esta inmensa obra teatral;
  • las frecuencias de la red 5G –tema tabú del que está prohibido discrepar—contribuyen a la enfermedad porque dañan el sistema inmunitario;
  • se quiere reducir la población en varios millones;
  • una persona sana tiene la misma probabilidad de morir por Covid como por un accidente yendo a trabajar;
  • no se trata de una enfermedad nueva, lo diferente es la manera de testar a los enfermos
[1].La verdad más tenebrosa es que todo este drama fue creado por las élites globalistas, al servicio del Mal, para hacer del mundo una gran dictadura, sin libertades, sin Dios, sin religión, sin familia, sin amor, es decir, un ser humano mutante, un transhumano animalizado.

Piensa, amig@, que a esta gente que mueve el mundo le preocupa nuestra espiritualidad y la capacidad de dar y recibir amor.
Hace tiempo que los científicos que tienen a su servicio investigan nuestro cerebro para descubrir el punto de la religiosidad y la trascendencia, ese que nos hace conectar con la Divinidad o la Gran Inteligencia creadora.
Llevan mucho terreno ganado; basta ver las últimas generaciones, que –salvo excepciones— son auténticos huérfanos tristes y sin expectativas.

Aún no lo han conseguido, pero hay que ponerles freno.
No con grandes pancartas, que también,
sino con mucha oración y meditación, buenos sentimientos, buenos pensamientos y buenas obras.

Hay que recuperar aquello que siempre oímos de nuestros padres. “Hay que ser bueno/buena” era la frase más repetida en las infancias de décadas pasadas.
Nada de eso está perdido, sino empolvado en algún cajón de nuestra conciencia. Hagamos rebusco y seguro que encontramos ese archivo medio olvidado, que es un auténtico plano para andar por la vida sin perderse.

En estos momentos, por encima de las cuestiones económicas, la humanidad está participando en una gran guerra espiritual.

Termino este artículo con el enigmático texto de san Pablo, Efesios:6-12: “Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales”.Pero estos poderes oscuros, como quiera que les denominemos, no solo influyen en estas élites que les rinden culto, con sacrificios y rituales vomitivos, a la vez que delictivos. Cada uno de nosotros se coloca en su bando y frecuencia cada vez que no obramos con la rectitud debida, de acuerdo a nuestra esencia. Recuperemos ese rincón secreto nuestro que tiene la fórmula para conectar con lo celeste. Es necesario mantener vivo el espíritu de lo sagrado.

NOTA [1] Los puntos enumerados están tomados de valoraciones de médicos, biólogos, virólogos y químicos de hospitales y centros de prestigio internacional, entre ellos, John Ioannidis, Klaus PüscheL, Joel Kettner, Knut Wittkowsky, Michael Osterholm, Pietro Vernazza, John Oxford, Michael Levitt, David I.Katz, Hendrik Streeck, Scott Atlas, Sucharit Bhakdi, Sunetra Gupta, Karol Sikora, Johan Giesecke, KLAUS KOHNLEIN y otros.

PERIODISTA DIGITAL




 
C O C O V I D


EXPERTOS ASEGURAN: ES UNA ESTRATEGIA POLÍTICA Y NO ES UN PROBLEMA SANITARIO


Cuando no se permite el debate y la discrepancia. Está ocurriendo con esta epidemia, el mayor escándalo de la historia de la humanidad.

Se habla de la próxima vacuna, que algunos esperan como el maná y única solución para echar al cubo de la basura la mascarilla, que tantos problemas de salud está causando. Periodistas y directores de medios de comunicación, incluso críticos con el Gobierno, que afean la conducta de quienes discrepan del confinamiento, la distancia de seguridad, los rastreadores o los Pacotest PCR en este teatro.
Illa, Simón y médicos encargados de difundir el pensamiento único de que estamos en una peste, con un virus asesino, que nadie vio salvo en alguna foto falsa. Al presunto Sars-Cov-2 tampoco lo ha visto nadie, aún no ha sido aislado, purificado y secuenciado, de acuerdo a los postulados de Koch, como han asegurado virólogos de prestigio internacional.

Pedimos libertad, que la vida continúe, que regrese el sentido común y que olvidemos la “nueva normalidad”,
los medios de comunicación piden más medidas, control, mano dura, y un nuevo confinamiento. El caso es culpabilizar a los ciudadanos. Jugada de dominio psicológico. Lo que estamos padeciendo es un combinado entre síndrome de mujer maltratada o niño maltratado, y síndrome de Estocolmo.

Consideramos el covid la mayor estafa a escala mundial que se está cometiendo contra la sociedad.
Nunca las élites habían actuado de manera tan global, sincronizada y tan desinhibida. Estamos ante una estrategia política y no un problema sanitario. A pesar de los esfuerzos por mantenernos en la ignorancia.

Las conclusiones son:
  • se ha mentido a los ciudadanos desde el principio;
  • se ha desinformado –a propósito— con noticias contradictorias;
  • no estamos ante un virus asesino;
  • las personas no fallecen por el virus, sino, en todo caso, con el virus;
  • todos los fallecidos tenían patologías preexistentes;
  • la media de edad de los fallecidos ronda los ochenta años;
  • muchos mayores no fueron atendidos, sino sedados directamente; se les aplicó morfina para dormirlos, sin otro tipo de atención;
  • los residentes en centros de mayores no fueron admitidos en los hospitales;
  • a muchos se les diagnosticó Covid sin siquiera hacerles la prueba;
  • muchos jóvenes y gente de mediana edad acudieron en masa a urgencias tras la alarma de la pandemia y por eso se colapsaron los hospitales;
  • a los médicos se les engañó con el protocolo;
  • muchos enfermos murieron hiperventilados;
  • otros fallecieron por recibir tratamientos en fase de experimentación;
  • una parte de los enfermos falleció por aplicar tratamientos demasiado agresivos y en grandes dosis;
  • hubo negligencia y mala praxis;
  • se prohibió hacer autopsias;
  • se empleó el protocolo de guerra o triaje de guerra –salvación de enfermo en relación a años de vida—;
  • las pruebas PCR no sirven para detectar carga viral;
  • la mayoría de los positivos no tienen Covid;
  • se puede dar positivo estando sano;
  • los asintomáticos son personas sanas y, por tanto, no contagian;
  • el confinamiento ha sido una medida desastrosa;
  • la mascarilla es perjudicial para la salud y no evita el paso del virus, aparte de crear un caldo de cultivo para otros patógenos;
  • el miedo es más peligroso que el virus porque baja las defensas;
  • el remdesivir no cura –aunque lo diga Soros, que tiene intereses en la farmacéutica—;
  • una vacuna no es necesaria ni segura –aunque lo diga Gates—;
  • el Ministerio de Sanidad se niega a entregar las pruebas de la eficacia y seguridad de las vacunas
  • los fabricantes de la vacuna contra el Sars-Cov-2 piden impunidad por los posibles efectos adversos;
  • el dióxido de cloro elimina todo tipo de virus y bacterias, incluido el Sars-Cov-2;
  • miles de médicos en todo el mundo están salvando vidas con el dióxido de cloro;
  • no se está teniendo en cuenta la declaración de Helsinki;
  • la OMS está financiada por la industria farmacéutica;
  • el director de la OMS fue líder de un grupo catalogado como terrorista en EE.UU., trabajó para Bill Gates y fue designado por China para dirigir toda esta inmensa obra teatral;
  • las frecuencias de la red 5G –tema tabú del que está prohibido discrepar—contribuyen a la enfermedad porque dañan el sistema inmunitario;
  • se quiere reducir la población en varios millones;
  • una persona sana tiene la misma probabilidad de morir por Covid como por un accidente yendo a trabajar;
  • no se trata de una enfermedad nueva, lo diferente es la manera de testar a los enfermos
[1].La verdad más tenebrosa es que todo este drama fue creado por las élites globalistas, al servicio del Mal, para hacer del mundo una gran dictadura, sin libertades, sin Dios, sin religión, sin familia, sin amor, es decir, un ser humano mutante, un transhumano animalizado.

Piensa, amig@, que a esta gente que mueve el mundo le preocupa nuestra espiritualidad y la capacidad de dar y recibir amor.
Hace tiempo que los científicos que tienen a su servicio investigan nuestro cerebro para descubrir el punto de la religiosidad y la trascendencia, ese que nos hace conectar con la Divinidad o la Gran Inteligencia creadora.
Llevan mucho terreno ganado; basta ver las últimas generaciones, que –salvo excepciones— son auténticos huérfanos tristes y sin expectativas.

Aún no lo han conseguido, pero hay que ponerles freno.
No con grandes pancartas, que también,
sino con mucha oración y meditación, buenos sentimientos, buenos pensamientos y buenas obras.

Hay que recuperar aquello que siempre oímos de nuestros padres. “Hay que ser bueno/buena” era la frase más repetida en las infancias de décadas pasadas.
Nada de eso está perdido, sino empolvado en algún cajón de nuestra conciencia. Hagamos rebusco y seguro que encontramos ese archivo medio olvidado, que es un auténtico plano para andar por la vida sin perderse.

En estos momentos, por encima de las cuestiones económicas, la humanidad está participando en una gran guerra espiritual.

Termino este artículo con el enigmático texto de san Pablo, Efesios:6-12: “Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales”.Pero estos poderes oscuros, como quiera que les denominemos, no solo influyen en estas élites que les rinden culto, con sacrificios y rituales vomitivos, a la vez que delictivos. Cada uno de nosotros se coloca en su bando y frecuencia cada vez que no obramos con la rectitud debida, de acuerdo a nuestra esencia. Recuperemos ese rincón secreto nuestro que tiene la fórmula para conectar con lo celeste. Es necesario mantener vivo el espíritu de lo sagrado.

NOTA [1] Los puntos enumerados están tomados de valoraciones de médicos, biólogos, virólogos y químicos de hospitales y centros de prestigio internacional, entre ellos, John Ioannidis, Klaus PüscheL, Joel Kettner, Knut Wittkowsky, Michael Osterholm, Pietro Vernazza, John Oxford, Michael Levitt, David I.Katz, Hendrik Streeck, Scott Atlas, Sucharit Bhakdi, Sunetra Gupta, Karol Sikora, Johan Giesecke, KLAUS KOHNLEIN y otros.

PERIODISTA DIGITAL
Que es una estrategia politica lo pone de manifiesto lo que ha pasado en Bielorrusia....
 
Ola estrella amarilla de los judíos....
No es eso a lo que me refiero Golem sino al hecho de que habrá quien se pague su certificado falso de inmunidad. No sé, se me viene a la memoria Gattaca la peli o como ejemplo no absolutamente parelelo la prohibición de las drogas de la que surge el mercado negro de las mismas.
 
Enseñando la patita...



Para los que no son habituales del hilo y nos leen.

Enseñemos dónde está la trampa. Hay personas que por miedo a esta enfermedad están dispuestas y deseando ponerse la salvadora vacuna. Otras son más escépticas y preferirían más ensayos clínicos, menos prisa y que se la inyecten otros antes por si acaso. Luego por último tenemos al grupo que se niega en rotundo por ya considerar que su sistema inmune les protege o porque ven en todo, creo que más claro cada vez, una estrategia política de control poblacional. Pero la voluntad de no hacerlo no servirá pues estará condicionado hasta manejar tu dinero al certificado. Esto explica el por qué de la desaparición del dinero en efectivo. Por lo visto ya está siendo experimentado en África. Ni viajar, ni comprar, ni comer, ni estudiar, ni trabajar, nada podrás hacer sin ello, pues quedarías fuera del sistema convertido en un paria social o un indeseable señalado del que todos desconfían. Veremos si hecha la ley no aparece la trampa con un mercado negro de certificados. Luego los habrá como esta peperiega que habiendo hecho su parte del trato, no sé si remunerada, ni se la pondrá, o a lo mejor si, vete a saber, o se pondrá un placebo y el acto será retransmitido por Telemadrid o ni eso y ya tiene en el móvil su certificado antes de la vacunación y todo.
 

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