Una vez invité a una persona a casa unos días. En primer lugar, nada más poner el pie en mi ciudad, se puso a hablarle mal a los lugareños y a mis amigos, con comentarios que no venían a cuento que sobraban. Hizo algo parecido a lo que cuenta Muguet de la mermelada de echarme en cara que me echase mucha salsa que trajo, cuando ella vino a pensión completa. Mientras hacía yo la comida y ella no hacía nada, vino desde la habitación que estaba en la otra punta de la casa a echarme en cara que la música que yo estaba escuchando no le gustaba y que qué era esa basura con una prepotencia increíble. Os puedo asegurar que la música no estaba nada alta, que yo tenía la puerta de la cocina cerrada y estaba escuchando la música a un volumen normal, y Parnú la mandó por donde amargan los pepinos de una manera educada. Trataba mal al personal de los bares, me hizo pasar muchísima vergüenza porque yo soy totalmente lo contrario.
No he vuelto a saber de ella. Tengo mucha paciencia, pero esa persona me hizo explotar.
No he vuelto a saber de ella. Tengo mucha paciencia, pero esa persona me hizo explotar.