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La hagiografía de Letizia
Con la distancia que da el tiempo, puede decirse que fue un grave error la biografía oficial que se escribió sobre Letizia Ortiz cuando se supo que iba a casarse con el príncipe. Muchos medios obviaron que estaba casada y se la pintó como una de las mejores periodistas de su generación. Vamos, que resultaba incomprensible que no hubiera recibido el Pulitzer. También se infló el globo de que era una lectora empedernida, por supuesto, solo de libros de aquellos que se considera deben formar parte de las mejores bibliotecas.
La Casa Real española es tan peculiar que reviste de una capa de señorío a quienes ingresan en ella. Ocurrió en el caso de Jaime de Marichalar y también en el de Iñaki Urdangarín. Con Letizia Ortiz, más de lo mismo. Nada que ver con lo sucedido en Noruega con Mette-Marit cuando se anunció su compromiso con el príncipe Haakon. Ella, lejos de esconderse, apareció en televisión y concedió una amplia entrevista sobre su vida. Su gesto hizo que los noruegos la acogieran con los brazos abiertos.
Huracán Letizia
Que con Letizia Ortiz se quiso obviar su pasado quedó más que demostrado cuando se anunció directamente el compromiso. Para nada quería don Felipe que ocurriera lo mismo que con Eva Sannum y otras ex novias, por tanto, puso a la sociedad española ante una decisión consumada. De hecho, durante el primer encuentro de la pareja con periodistas, el entonces príncipe manifestó: “Hubiéramos necesitado más tiempo para organizar todo esto”. Sin querer, se le escapó una confesión que vale oro.
Esta Cenicienta de los tiempos modernos que se dibujó en sus inicios muy poco tiene que ver con el original. La periodista no iba a ser una compañera de viaje fácil para su marido. Tenía mucho que decir al respecto de su papel. Ciertamente, en Zarzuela no estaban preparados para el huracán Letizia y cuando estalló, no pudieron hacer nada para contenerlo. Ni estaba tan formada para el cargo, ni era tan dúctil como para someterse a la misión que estaba reservada para ella.
No queremos prensa
Sobre el carácter de doña Letizia se han dicho muchas cosas. Se la ha pintado como una mujer de gran sensibilidad, sencilla de trato y cercana. Sin embargo, esto se contradice con su comportamiento. De la pareja, ella es la más contraria a la prensa. De hecho, la considera el enemigo, de ahí que la quiera bien lejos. Los que pensaron que las puertas de Zarzuela se abrirían con su llegada, se equivocaron. La Reina no solo ha blindado su parcela, también la de su marido y sus hijas.
Uno de los compañeros de trabajo con quien compartió la soberana en México expresó que sería muy difícil que ella olvidara esta faceta de su vida porque amaba la profesión. Pues bien, durante uno de los posados de los Reyes y sus hijas en Palma de Mallorca, doña Letizia expresó que no se molestaran en preguntar nada a las infantas porque estaban muy bien adiestradas. Más de uno y de dos casi se caen al suelo. Esto se hace extensivo a la relación de las niñas en el colegio. Parece que tanto Sofía como Leonor tienen prohibido explicar lo que ocurre en su casa. Ciertamente, esto se antoja incompatible con esa niñez bañada de normalidad que la pareja ha trasladado desea para sus hijas.
Con la distancia que da el tiempo, puede decirse que fue un grave error la biografía oficial que se escribió sobre Letizia Ortiz cuando se supo que iba a casarse con el príncipe. Muchos medios obviaron que estaba casada y se la pintó como una de las mejores periodistas de su generación. Vamos, que resultaba incomprensible que no hubiera recibido el Pulitzer. También se infló el globo de que era una lectora empedernida, por supuesto, solo de libros de aquellos que se considera deben formar parte de las mejores bibliotecas.
La Casa Real española es tan peculiar que reviste de una capa de señorío a quienes ingresan en ella. Ocurrió en el caso de Jaime de Marichalar y también en el de Iñaki Urdangarín. Con Letizia Ortiz, más de lo mismo. Nada que ver con lo sucedido en Noruega con Mette-Marit cuando se anunció su compromiso con el príncipe Haakon. Ella, lejos de esconderse, apareció en televisión y concedió una amplia entrevista sobre su vida. Su gesto hizo que los noruegos la acogieran con los brazos abiertos.
Huracán Letizia
Que con Letizia Ortiz se quiso obviar su pasado quedó más que demostrado cuando se anunció directamente el compromiso. Para nada quería don Felipe que ocurriera lo mismo que con Eva Sannum y otras ex novias, por tanto, puso a la sociedad española ante una decisión consumada. De hecho, durante el primer encuentro de la pareja con periodistas, el entonces príncipe manifestó: “Hubiéramos necesitado más tiempo para organizar todo esto”. Sin querer, se le escapó una confesión que vale oro.
Esta Cenicienta de los tiempos modernos que se dibujó en sus inicios muy poco tiene que ver con el original. La periodista no iba a ser una compañera de viaje fácil para su marido. Tenía mucho que decir al respecto de su papel. Ciertamente, en Zarzuela no estaban preparados para el huracán Letizia y cuando estalló, no pudieron hacer nada para contenerlo. Ni estaba tan formada para el cargo, ni era tan dúctil como para someterse a la misión que estaba reservada para ella.
No queremos prensa
Sobre el carácter de doña Letizia se han dicho muchas cosas. Se la ha pintado como una mujer de gran sensibilidad, sencilla de trato y cercana. Sin embargo, esto se contradice con su comportamiento. De la pareja, ella es la más contraria a la prensa. De hecho, la considera el enemigo, de ahí que la quiera bien lejos. Los que pensaron que las puertas de Zarzuela se abrirían con su llegada, se equivocaron. La Reina no solo ha blindado su parcela, también la de su marido y sus hijas.
Uno de los compañeros de trabajo con quien compartió la soberana en México expresó que sería muy difícil que ella olvidara esta faceta de su vida porque amaba la profesión. Pues bien, durante uno de los posados de los Reyes y sus hijas en Palma de Mallorca, doña Letizia expresó que no se molestaran en preguntar nada a las infantas porque estaban muy bien adiestradas. Más de uno y de dos casi se caen al suelo. Esto se hace extensivo a la relación de las niñas en el colegio. Parece que tanto Sofía como Leonor tienen prohibido explicar lo que ocurre en su casa. Ciertamente, esto se antoja incompatible con esa niñez bañada de normalidad que la pareja ha trasladado desea para sus hijas.