Memorias del exembajador de EEUU en España recogidas en su libro 'El amigo americano'

Aún me sentía incómodo cuando por fin llegué al almuerzo de los premios, pero la atmósfera cambió muy rápidamente. Me estaba esperando ahí un grupo de líderes del mundo financiero —entre ellos, el presidente del Citibank— a los que aún no conocía, pero que sabían de mi llegada, y me trataron con gran amabilidad. Entre ellos se encontraba Javier López Madrid. Con el tiempo, López Madrid sería acusado en la prensa y los juzgados de todo tipo de cosas escabrosas. Pero esto ocurrió antes.

Los hombres de negocios me invitaron a dar un paseo por la ciudad antigua, así, con traje y todo, y pasamos unos minutos caminando y conociéndonos: apenas un aparte para estrechar lazos al margen del barullo social. […] De vuelta en el hotel, encontramos a Felipe y a la princesa Letizia sentados en una mesa con sus amigos. Y López Madrid me invitó a saludarlos.

Esa fue la primera vez que yo vi a sus altezas en persona. Y ellos actuaron de un modo sencillamente encantador. La princesa Letizia me invitó a sentarme justo entre los dos, y no dejó de pasarme comida que iba combinando con sus propias manos. Tenía un gran sentido del humor y se mostraba muy preparada para su cargo. El príncipe, por su parte, era una persona extraordinariamente informada. Sabía de temas militares y económicos, de África y América, de arte y cultura, y tenía una opinión al respecto. Entre ambos fluía una complicidad divertida e inteligente. Por no mencionar lo guapos que eran. Si hubiese que rodar una película sobre príncipes, ellos se llevarían de calle todos los castings.

Ese día, aparte de dejarme seducido, se portaron conmigo como viejos amigos. Ella se burló de mi pésimo español (ella se sigue burlando de mi pésimo español). Y él me dijo con sorna:

—Bueno, vas a tener que dar algunas explicaciones estos días ¿verdad?

—Sí —suspiré resignado—, ya me he encontrado con Margallo.

[…] Al terminar de comer, el príncipe me hizo una pequeña advertencia:

—A veces, te puede parecer que los españoles nos ponemos muy a la defensiva, pero si rascas un poco la superficie, verás que disfrutamos mucho de la vida y de la gente. Y al decirlo, él mismo me rascó el hombro. Fue un momento de gran cercanía. Y el tiempo me demostraría que tenía toda la razón.
 
Una vez conseguida la visita de Rajoy a Washington, faltaba el broche de oro: la de Obama a Madrid. Pero para lograrla, hacía falta respetar algunos pasos previos. Las visitas funcionan como una escalada: para llegar al presidente, tienes que ir pasando por todas las otras personas que trabajan en la relación bilateral. […]

El plan para el viaje de Obama fue diseñado al milímetro: calentamos motores con la primera dama. Ella solo había estado una vez en España, durante el primer gobierno de su esposo, para tomar vacaciones en Marbellacon Sasha. En esa ocasión, había visitado a Juan Carlos y Sofía en Marivent. Pero, en sentido estricto, no se había tratado de un viaje oficial.

En cambio, a finales de junio de 2016, Michelle vino para promover una causa solidaria: Let Girls Learn, una iniciativa para garantizar la educación para todas las niñas del mundo. […] Para dar visibilidad al tema e inspirar al país a involucrarse, Michelle participó en un evento junto a la reina Letizia. […]

Recuerdo un detalle del acto que muestra el nivel de preparación de la reina. Para su discurso, Michelle pidió un teleprompter. Suele usarlo solo como referencia. Ella sabe improvisar muy bien y conectar con cada audiencia particular, pero siempre es útil partir de una base clara. A continuación, Letizia subió, sin papeles, sin discurso, para hablar... en inglés. Y estuvo perfecta. No solo dirigió sus palabras con coherencia y emoción. Es que su nivel de inglés era perfecto, a tal punto que su equipo había pedido a los técnicos que quitasen el telepromter. Querían que la gente sintiese su pasión personal por este tema. […]

Si tuviese que quedarme con un momento de esa visita, escogería el brunch de Michelle en el palacio de la Zarzuela, que una vez más, fue un producto de lo que puede hacer la conversación entre personas cuando logra imponerse a la rigidez de los Estados.

Ocurrió así: Letizia quería recibir a la primera dama en la Zarzuela. Pero la casa real pensaba usar el palacio de Juan Carlos, el espacio para las visitas oficiales. Nosotros en la Embajada queríamos un encuentro menos encorsetado, más amigable, porque además eso es lo que había hecho Michelle el año anterior, cuando invitó a Letizia al segundo piso, el ala privada de la Casa Blanca. En términos diplomáticos, se trataba de una cuestión de reciprocidad.

En mis peores pesadillas, las dos mujeres acababan viéndose solas en un salón con techos de seis metros, cada una en el extremo de una mesa para 20 personas. Por no mencionar que era como invitar a alguien a la casa de tus padres.

La casa real no sabía qué hacer con nuestra demanda. Simplemente, no operaban así. Había un lugar establecido para vistas de ese tipo y nadie andaba por ahí discutiendo las cosas. Además, la familia real española, a diferencia de otras de Europa, guardaba con mucho celo su vida privada. Mientras escribo estas líneas, con ocasión del cumpleaños 50º de Felipe, por primera vez se difunden imágenes de la rutina de los reyes y sus hijas. Pero hasta entonces, su residencia particular era un santuario inviolable.

Afortunadamente, poco antes de la llegada de Michelle, coincidí con los reyes en una ocasión diplomática. Y con toda confianza, y quizá un punto de descaro, les planteé la situación:

—Estamos trabajando en los detalles del encuentro de sus majestades y Michelle, pero nos gustaría hallar un espacio más personal que los salones oficiales, con más calidez y menos pompa.

Letizia es capaz de pronunciar las palabras perfectas, en inglés o español, y eso hizo en ese instante:

—¡Que sea en mi casa!

Su invitación, aparte de demostrarme una vez más la generosidad de estas personas, me abrió las puertas para decir:

—Sé que eso es lo que más disfrutaría Michelle… pero en ese caso, su majestad tiene que convencer a su propio equipo.

Y eso hizo.

La reunión se produjo en la residencia privada de los reyes, donde nunca se aceptan visitas oficiales. A la llegada de Michelle, la princesa Leonor y la infanta Sofía la recibieron con una cesta de verduras de su propio jardín. El año anterior, durante su cita en la Casa Blanca, Michelle había llevado a Letizia a su propio huerto, desde el que promovía la alimentación sana para los niños de nuestro país. El regalo de la Zarzuela fue una manera de decirle que su ejemplo era seguido y admirado. Más adelante, el rey Felipe se unió al grupo. El encuentro tuvo la cercanía que necesitaba, no solo para que intimasen dos líderes femeninas, sino para acercar a sus dos países.[…] Apenas una semana después, el 9 de julio, llegaba el broche de oro: en la recta final de su mandato, el presidente Barack Obama devolvería la visita a España.
 
La ceremonia comienza cuando el embajador recién llegado se desplaza al Palacio de Santa Cruz, sede del Ministerio de Relaciones Exteriores, donde entrega las copias de estilo de sus credenciales al introductor de embajadores. […] El embajador extranjero va en frac, con corbata y chaleco blancos. A continuación se inicia el traslado de Santa Cruz al Palacio Real, que se realiza en carroza isabelina tirada por caballos, con palafreneros, lacayos y cochero vestidos a la usanza de Carlos III. La carroza lleva al embajador a través de la Plaza Mayor, escoltada por un batallón de jinetes con penachos. Las calles del centro se cierran durante el trayecto, y si el ocupante de la carroza mira por la ventanilla, le parece haber viajado siglos atrás en el tiempo. Al entrar en el Palacio Real, la guardia toca el himno nacional del embajador. Se trata de un momento muy solemne, sobre el que gravita todo el peso de la historia. […]

Lamentablemente, yo me perdí todo eso. El día de mi presentación de credenciales, 24 de septiembre de 2013, el rey Juan Carlos I se encontraba débil de salud física… y política. La monarquía atravesaba su peor momento desde el regreso a la democracia. Las acusaciones de corrupción contra Iñaki Urdangarin, yerno de su majestad, habían dañado la credibilidad de la institución. El mismo monarca había perdido popularidad tras a su participación en una cacería de elefantes, un pasatiempo demasiado suntuoso en medio de la crisis que azotaba el país, por el cual se había tenido que disculpar públicamente. […]

Por si fuera poco, la cadera de Juan Carlos estaba muy maltrecha. El monarca había tenido que pasar por el quirófano una y otra vez, abandonando viajes y actividades oficiales. Para el día de nuestro encuentro, llevaba cuatro operaciones. Generalmente, en cada ceremonia de credenciales, el rey recibe entre cuatro y seis embajadores. Pero cuando me tocó a mí, ese hombre se había pasado enfermo buena parte del año. Durante ese tiempo, se habían acumulado unos 30 diplomáticos esperando turno. De hecho, ese mismo día, Juan Carlos tenía que entrar a su quinta cirugía. Así que se improvisó una presentación de credenciales exprés.

No asistí al Palacio Real sino a la Zarzuela. No llevé frac, fui simplemente vestido con traje y corbata. Y por supuesto, no llegué en carroza. […] Cuando llegó mi momento, me encontré por primera vez con Juan Carlos I de España, el monarca que representaba la mejor España de la historia, la de la democracia y la prosperidad. Pero el hombre que apareció ante mí era un rey cansado, dolorido, agobiado por su propio peso. A sus 75 años, se apoyaba en dos bastones para dar cada paso, y todo movimiento le causaba dolor.

Le transmití los saludos del presidente Obama e intercambiamos algunas formalidades. Cuestión de minutos. Ni siquiera nos sentamos. Le di las credenciales y eso fue todo. Él debía de sentirse agotado después de 30 conversaciones iguales, y, sobre todo, después del año y medio que llevaba. Inmediatamente después, yo volví a mi residencia y Juan Carlos I se marchó a la clínica.
 
La abdicación de Juan Carlos se hizo pública casi un año más tarde, cerca del Día del Padre. Yo aproveché esa fiesta para tomarme unos días libres en mi casa de Palm Springs. E invité al presidente Obama a venir a casa y jugar al golf. Palm Springs, un remanso del desierto de California, se hizo famoso en el siglo XX como el lugar de descanso de Hollywood. Ahí, Elvis Presley pasó su luna de miel y Frank Sinatra tenía su segunda residencia. El paisaje es tan bello que el presidente Obama declaró zona protegida 730.000 hectáreas de ese territorio. […]

Cada una de nuestras habitaciones de invitados es prácticamente un apartamento independiente. Sin embargo, cuando los Obama vienen, se quedan en la más cercana a nuestra propia habitación, una joya decorada en tonos verdes y blancos, con bañera dentro de la habitación y cama con dosel. Desde su balcón privado, solo se ve el desierto, y uno creería encontrarse en medio de la nada. Durante la visita del Día del Padre, en cuanto encontré la oportunidad, le sugerí al presidente:

—Tú conoces a Juan Carlos. Deberíamos hablar con él.

De hecho, Juan Carlos había conocido a todos los presidentes de losEstados Unidos desde Kennedy, convirtiéndose en activo muy importante de las relaciones bilaterales. En febrero de 2010, durante el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, había comido con Obama en la Casa Blanca. En esa ocasión, ambos habían hablado mucho sobre América Latina y Juan Carlos había sido determinante para los planes de Obama de descongelar las relaciones con Cuba. En recuerdo de ese encuentro, Obama aceptó llamarlo.

Los mandatarios de los Estados Unidos no llegan a una casa y piden prestado el teléfono. Cuando un presidente viaja, lleva consigo toda una infraestructura, que incluye las cosas más inimaginables, entre ellas, cristales antibalas, un camión de bomberos y un doctor con bolsas de sangre de su tipo. El equipo de Obama —unos 40 trabajadores y miembros del servicio secreto— llegaba días antes que él y prácticamente montaba una reforma para instalar todos los artilugios. Justo antes de la llegada del presidente, todos ellos se volatilizaban. […]

En fin, que entre la parafernalia presidencial hay siempre un equipo de comunicaciones, porque todas las conversaciones presidenciales deben estar protegidas y, a la vez, vigiladas. Ese fin de semana, el equipo de Obama montó su sistema en nuestro salón, y ahí mismo, aún en pantalón corto de golf, el presidente habló con el rey:

—Su majestad, estoy con James Costos, nuestro embajador en su país, y queremos saludarlo en este momento de cambio para su histórico reinado. Debo agradecer su firme promoción de la democracia en España y su compromiso con las relaciones. La amistad entre nuestros países es muy estrecha y seguiremos ahondándola bajo el reinado de su hijo Felipe.

Estábamos formando parte de un punto de giro de la historia española y, por lo tanto, occidental. Eso era uno de los aspectos más fascinantes de mi época como embajador: encontrarme en casa, con mis perros, descansado, y que los cambios del mundo se presenten en el salón. Aún guardo la foto de ese instante.
 
"""Recuerdo un detalle del acto que muestra el nivel de preparación de la reina. Para su discurso, Michelle pidió un teleprompter. Suele usarlo solo como referencia. Ella sabe improvisar muy bien y conectar con cada audiencia particular, pero siempre es útil partir de una base clara. A continuación, Letizia subió, sin papeles, sin discurso, para hablar... en inglés. Y estuvo perfecta. No solo dirigió sus palabras con coherencia y emoción. Es que su nivel de inglés era perfecto, a tal punto que su equipo había pedido a los técnicos que quitasen el telepromter. Querían que la gente sintiese su pasión personal por este tema. […]"""

Hemos oído a la Ortiz alguna vez hablar en inglés con "apasionamiento" y " conectar con la audiencia" sin teleprompter ni papeles???
No recuerdo nada parecido ni en español, mucho menos en inglés. Alguien se acuerda de algo de esto? o el "señor embajador" anda en su mundo gagá de fantasía?
 
"""Recuerdo un detalle del acto que muestra el nivel de preparación de la reina. Para su discurso, Michelle pidió un teleprompter. Suele usarlo solo como referencia. Ella sabe improvisar muy bien y conectar con cada audiencia particular, pero siempre es útil partir de una base clara. A continuación, Letizia subió, sin papeles, sin discurso, para hablar... en inglés. Y estuvo perfecta. No solo dirigió sus palabras con coherencia y emoción. Es que su nivel de inglés era perfecto, a tal punto que su equipo había pedido a los técnicos que quitasen el telepromter. Querían que la gente sintiese su pasión personal por este tema. […]"""

Hemos oído a la Ortiz alguna vez hablar en inglés con "apasionamiento" y " conectar con la audiencia" sin teleprompter ni papeles???
No recuerdo nada parecido ni en español, mucho menos en inglés. Alguien se acuerda de algo de esto? o el "señor embajador" anda en su mundo gagá de fantasía?

Se habría aprendido el discurso de memoria, gestos y entonación incluidos.
Hace los discursos como si hubiera hecho un curso de técnicas teatrales aplicadas a hablar en público.
La anti naturalidad personificada, como todo en ella.No trasmite nada
 
"""Recuerdo un detalle del acto que muestra el nivel de preparación de la reina. Para su discurso, Michelle pidió un teleprompter. Suele usarlo solo como referencia. Ella sabe improvisar muy bien y conectar con cada audiencia particular, pero siempre es útil partir de una base clara. A continuación, Letizia subió, sin papeles, sin discurso, para hablar... en inglés. Y estuvo perfecta. No solo dirigió sus palabras con coherencia y emoción. Es que su nivel de inglés era perfecto, a tal punto que su equipo había pedido a los técnicos que quitasen el telepromter. Querían que la gente sintiese su pasión personal por este tema. […]"""

Hemos oído a la Ortiz alguna vez hablar en inglés con "apasionamiento" y " conectar con la audiencia" sin teleprompter ni papeles???
No recuerdo nada parecido ni en español, mucho menos en inglés. Alguien se acuerda de algo de esto? o el "señor embajador" anda en su mundo gagá de fantasía?
Pero no hablaba ingles aristocratico...:grumpy:
Ahora con apasionamiento...:banghead:
Pues este no me lo sé..:shifty:
 

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