MEDIO AMBIENTE

Basura que merece estar en un museo
Ante los grandes volúmenes de contaminación, algunos kenianos han empezado a convertir en arte los desechos abandonados en los barrios marginales para paliar sus efectos tóxicos y limpiar el terreno




La artista Joan Otieno con algunas de sus creaciones.


La artista Joan Otieno con algunas de sus creaciones. TXELL ESCOLÁ



TXELL ESCOLÀ
Nairobi
23 MAR 2020

El vertedero de Dandora, el más grande de Kenia, hace una década que triplica su capacidad. La basura se acumula a lo largo de 12 hectáreas de territorio a las afueras de Nairobi y conforma el paisaje que la artista Joan Otieno, igual que otras cientos de personas, ve desde su estudio en el asentamiento informal de Korogocho. La enorme extensión, equivalente a unos 12 campos de fútbol, está llena de grúas que compactan los residuos y de más de 4.000 recolectores que cogen materiales y productos en buen estado para venderlos en los mercados de segunda mano. Aunque oficialmente está administrado por el condado de Nairobi, hay personas externas que controlan la zona y se lucran. Casi forman un gobierno propio, informal y muy bien organizado.
Los colegios y las viviendas están a tiro de piedra del vertedero, lo que supone un alto riesgo tóxico para la población, aunque actualmente los residuos ya no solamente están en Dandora, sino en todo el barrio. “Tenemos camiones los martes y los jueves que vienen de las zonas altas y tiran toda su basura aquí, que acaba haciendo reacciones químicas y sale un humo que es tóxico; esa gente que habla de gestionar los residuos no está haciendo nada al respecto”, denuncia Otieno, que empezó a usar material reciclado para crear arte de forma improvisada cuando de joven se quedó sin pintura y sin dinero para comprarla. Desde vestidos y trajes hasta zapatos, bisutería y cuadros, recicla cualquier objeto que encuentra en la calle y consigue crear algo “bonito y que se puede llevar puesto”.

La falta de gestión e infraestructuras para la recogida de basura es un grave problema en la capital keniana donde se generan 2.977 toneladas de residuos al día, según Patricia Akinyi, coordinadora de información medioambiental del condado de Nairobi. Akinyi apunta que el 74% de la basura acaba en vertederos legales, de la cual se recicla un 22%. “El 26% restante –que representa 774 toneladas al día– es vertido ilegalmente en espacios y ríos”, comenta, lo que se ha traducido en una contaminación total del río Nairobi, en el que se ha encontrado de todo, incluidocadáveres de bebés y fetos, y 12 tipos de minerales tóxicos.

Joan Otieno no tiene ninguna esperanza depositada en el gobierno porque asegura que “solo les importa el dinero” y que, al final, el cambio está en las manos de los habitantes de la zona. “La gente ha abandonado este sitio y yo estoy intentando decirles que este puede ser un lugar mejor”, comenta.

Cuando Otieno empezó a experimentar con residuos la echaron del estudio que compartía por traer demasiada basura y empezó una nueva trayectoria en un taller propio. Esto la ha llevado a sacar provecho económico del reciclaje artístico y a hacer charlas en países como Australia y Suecia después de que uno de sus trajes apareciera en la serie norteamericana Sense 8, en la que justamente uno de los personajes es de Nairobi.



Los colegios y las viviendas están a tiro de piedra del vertedero, lo que supone un alto riesgo tóxico.


Los colegios y las viviendas están a tiro de piedra del vertedero, lo que supone un alto riesgo tóxico.TXELL ESCOLÁ



Desde hace unos años forma a mujeres jóvenes en su taller, muchas de las cuales ya son madres y no van al colegio, con el objetivo de que más adelante puedan ser independientes económicamente. “Lo estoy intentando porque creo que las mujeres son los pilares (de la sociedad)”, explica la artista, sentada en el suelo de una de las salas del taller. Les está yendo bien, dice con una sonrisa llena de orgullo, “hemos conocido el presidente y fuimos a ONU-Habitat y modelamos con nuestros vestidos; se trata de que estas chicas ganen algo de dinero porque la vida es una locura en estos barrios”.

Las zonas acomodadas de la capital disponen de servicio de limpieza pero en los asentamientos informales —que alojan a más de dos millones de personas— no tienen acceso a esta prestación y dependen de “organizaciones comunitarias que recogen los desechos puerta por puerta” pero que no siempre cumplen, explica Akinyi. Por otro lado, también confirma que “hay veces que se tira la basura de otras áreas a los barrios marginales de forma ilegal” y reconoce la falta de infraestructura y de concienciación social.


El aumento de los residuos electrónicos
En Kenia el uso de teléfonos móviles y ordenadores ha crecido exponencialmente en la última década, y, en consecuencia, también los residuos. El uso del pago telefónico con el servicio M-Pesa y las redes sociales han contribuido a que la penetración de suscripciones de móvil haya llegado a un 91%, convirtiéndose así en uno de los países más conectados del continente.

Asimismo, desde Occidente llegan a Kenia muchos productos electrónicos de segunda mano, los cuales tienen una vida útil corta y contribuyen a que haya una acumulación acelerada de residuos electrónicos en un país donde la gestión de estos es mínima. Para hacer frente a esta situación, el gobierno anunció el pasado octubre que prohibiría las importaciones de estos productos de segunda mano a principios de 2020.

No obstante, esta acción no elimina las toneladas de residuos existentes, que son una fuente de preocupación para personas como Alex Mativo, un joven artista que impulsó el proyecto E-lab en 2013 para dar una segunda vida a estos materiales convirtiéndolos en piezas de arte. Collares, mesas, libretas, relojes o llaveros, Mativo y su equipo formado por personas de zonas afectadas por la contaminación descontrolada convierten cualquier desecho electrónico en una pieza útil. “E-Lab ha tenido un impacto tremendo en mi comunidad (Athiriver, cerca de Nairobi)” explica, “uno de los resultados de los que estamos más orgullosos es que hemos eliminado 4.000 toneladas de residuos electrónicos en Kenia, aunque esto es una fracción pequeña de toda la cantidad que se está generando”.

Sorprendido con el crecimiento de su proyecto, Mativo decidió apostarlo todo y llevar la marca fuera del continente africano, porque “poniendo África en el mapa consigues la atención de la gente apropiada que puede unirse y ayudarte”. Esta determinación le llevó a la fashion week de Nueva York y de Milán, y a ganar el premio de Jóvenes Líderes de la Reina de Inglaterra en 2016. Con el tiempo E-Lab se ha convertido en Ethnic brand, una marca de moda global ética y sostenible que, a parte de crear arte y complementos usando residuos electrónicos, da acceso a creadores y artistas a una red global de fábricas responsables con el medio ambiente con el objetivo de reducir la huella de carbono en el proceso de producción.

Al contrario que Joan Otieno, el joven confía en el poder legislativo para que la situación mejore pronto en materia de reciclaje y recolección.


Nuevas leyes y otras alternativas
Poco a poco el gobierno de Kenia toma más medidas en términos de contaminación y medioambiente, como se ha visto con la actuación frente a las importaciones de productos electrónicos de segunda mano, y con la prohibición de las bolsas de plástico en 2017, que fue un hito importante. Por lo que respecta al condado de Nairobi, Patricia Akinyi confía en el Plan Estratégico Integral de Gestión de Residuos Sólidos (ISWM por sus siglas en inglés) que está programado para el periodo 2011-2030 “aunque debido a algunos contratiempos puede que se retrase” su implementación. Los objetivos de este proyecto son reducir la producción de residuos, potenciar su separación por materiales y crear infraestructuras que garanticen una disposición segura de los residuos. Además, el condado ha lanzado el eslogan “mis residuos, mi responsabilidad”, con la idea de que la sociedad se sienta parte de la solución.

Por otro lado, existen empresas privadas que se ocupan del trabajo que se espera que haga la administración en un futuro, como la Waste Electrical and Electronic Equipment Center (WEEE). Recoge los residuos de empresas o personas individuales que han contactado con ellos previamente y recicla algunos materiales, mientras que hay otros que son enviados a otras plantas de reciclaje de fuera del país. Zipporah Wacera es la desarrolladora de negocio en WEEE y asegura que aunque la recolecta está creciendo, “estamos recogiendo solo un 1% de los residuos”. Wacera hace incidencia en la falta de concienciación, ya que “mucha gente tira estos residuos a la basura general y los recolectores recogen lo que es importante y lo venden”, dice Wacera, que añade que “con la infiltración del gobierno chino en Kenia se ha creado un mercado ilegal de placas de circuito impreso” que dificulta el control de los residuos.

Las acciones para evitar la contaminación masiva actual son aún insuficientes pero emprendedores como Otieno y Mativo muestran que la voluntad de cambio existe, aunque está desorganizada. “Solucionando nuestros propios problemas mandamos el mensaje a otras partes del mundo de que África está siendo innovadora”, concluye, optimista, Mativo.

 
Los océanos pueden recuperar la vida perdida en tres décadas
La mejora podría alcanzar hasta un 80% de la abundancia de hábitats y animales previos a los impactos del siglo XX, según un estudio de 16 universidades del mundo


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Los arrecifes de coral sanos mantienen la riqueza de la biodiversidad marina. En vídeo, el crecimiento de los proyectos de restauración marinos. MANU SAN FELIX (NATIONAL GEOGRAPHIC) | EPV




ESTHER SÁNCHEZ
Madrid -
01 ABR 2020

El mundo todavía está a tiempo de recuperar de forma sustancial (entre un 60% y un 80%) de la abundancia de la vida marina y los hábitats de los océanos y en un tiempo que puede parecer récord: 30 años. Es la conclusión de un estudio —publicado este miércoles en la revista científica Nature— en el que investigadores de 16 universidades han recopilado la respuesta de los ecosistemas marinos a las actuaciones de conservación que se han llevado en el mundo desde 1970 y que propone una hoja de ruta a seguir. “El desafío de reconstruir la vida marina es factible si se toman medidas rápidas para evitar llegar a un punto de inflexión en el que el colapso sea irreversible. No podemos esperar una década más para mitigar el cambio climático”, explica Carlos Duarte, catedrático de la King Abdullah University of Science and Technology (Arabia Saudí) y autor principal del estudio.

Los investigadores han identificado nueve ecosistemas esenciales para lograr la recuperación: marismas, manglares, praderas submarinas, arrecifes de coral, algas, bancos de ostras, pesquerías, megafauna (animales de gran tamaño) y las profundidades marinas. Son lugares, aclaran, en los que se debería aplicar una combinación de seis medidas de conservación que abarcan la protección de las especies, pesca responsable, restauración de hábitats, preservar las áreas marinas, reducción de la polución y mitigación del cambio climático. “No se trata de devolver el océano a un punto de referencia concreto del pasado, porque los registros que se tienen están muy fragmentados y el océano ha cambiado de forma considerable”, plantean.


Se parte de un escenario en el que al menos un tercio de las poblaciones de peces sufren sobrepesca, se han perdido entre un tercio y la mitad de los hábitats marinos vulnerables y una buena parte de las costas padecen contaminación —con el plástico como protagonista—, eutrofización (recepción de residuos orgánicos en exceso), agotamiento de oxígeno y estrés por la subida de las temperaturas. En este entorno, muchas especies marinas se encuentran en peligro de extinción.



Una ballena jorobada salta frente a un volcán de Chile. R. Hucke-Gaete (UACH/CBA)


Una ballena jorobada salta frente a un volcán de Chile. R. Hucke-Gaete (UACH/CBA)


Pero, a pesar del aciago panorama, “las pérdidas en la biodiversidad del océano son menos pronunciadas que en tierra y la mayoría de las especies afectadas son capaces de recuperarse a un ritmo rápido cuando se eliminan las presiones”, plantea el artículo científico. La prueba se encuentra en los aumentos espectaculares que han experimentado, por ejemplo, “las ballenas jorobadas que migran desde la Antártida a la costa este de Australia, que han pasado de unos pocos cientos de animales en 1968 a más de 40.000 en la actualidad”. O en los elefantes marinos, que han logrado dejar atrás los 20 ejemplares reproductores de 1880 —en el siglo XIX se cazó a la especie hasta casi la extinción— a más de 250.000. Incluso las poblaciones de tortuga, que globalmente se encuentran en mal estado, “muestran una tendencia positiva”, entre ellas, la tortuga verde, que en Hawái ha incrementado rápidamente sus poblaciones. “Se protegen sus nidos en las playas, se han dejado de cazar y existen artes de pesca mejoradas para evitar el daño colateral de la captura de especies no deseadas de las que las tortugas pueden escapar”, indica Duarte.

El investigador explica que los datos que aportan en su estudio no son optimistas sino realistas. “Lo que ocurría es que faltaba por evaluar el resultado de las actuaciones que se pusieron en marcha entre los años setenta y ochenta″, aclara. Y es ahora cuando se observan los frutos de medidas como el convenio Cites, un acuerdo internacional adoptado en 1975 que vela para que el comercio internacional de animales y plantas silvestres no sea una amenaza para su supervivencia, o de la moratoria en 1982 de la caza de ballenas. "Se observa un cambio de tendencia con un impulso enorme de la recuperación de especies y hábitats, que se puede incrementar si se hacen las cosas bien”, sostiene Duarte. A escala local y regional se han logrado aumentar poblaciones de peces agotadas, con restricciones de capturas o regulación de las artes de pesca; recuperar bancos de ostras y otros invertebrados en una década al suprimir las causas del estrés o restaurar praderas submarinas y marismas y manglares en una o varias décadas.


El manglar del Mekong
Una de las iniciativas más exitosas que menciona el artículo es la del bosque del manglar del delta del Mekong (Vietnam), el segundo mayor del mundo, devastado por el agente naranja y el napalm que arrojó la aviación estadounidense durante la Guerra de Vietnam. “Es el mayor proyecto de restauración ecológica que se ha abordado en ningún lugar. En 15 años se replantaron con medios muy sencillos 1.500 kilómetros cuadrados de manglar”, explica Duarte. También están aumentando los intentos de restauración de praderas submarinas, que en Europa sufrieron pérdidas constantes durante la segunda mitad del siglo XX. En la última década se ha observado una recuperación del 15%, que se debe a la reducción de las emisiones de nutrientes que llegan desde la agricultura y desde las urbes que no depuran bien sus aguas. Todos estos datos disponibles “sugieren que muchas especies y hábitats requieren de una a tres décadas (una generación humana) para acercarse a rangos de abundancia no alterados o de referencia”, puntualiza el artículo.
El estudio es menos optimista en el caso de los arrecifes de coral. “Hemos comprobado que el cambio climático está teniendo un resultado devastador en estos ecosistemas. Pensamos que se puede recuperar entre un 60% y un 80% de lo perdido para casi todos los hábitats, pero para el coral la cifra baja a un 15% de incremento de arrecifes sanos, es el escenario mejor al que podemos aspirar”, concreta Duarte. Los ecosistemas de los océanos profundos también son más complejos de recuperar por su lento crecimiento.

Para cumplir los objetivos que se marca el estudio, es imprescindible cumplir con las previsiones de aumento de extensión de las áreas de protección marítima. En 2000 había 3,2 millones de kilómetros cuadrados de océano protegidos, el 0,9%, que se han extendido a 26,9 millones de kilómetros cuadrados (el 7,4% del océano o el 5,3% si se consideran solo aquellas que están completamente implementadas). Pero hay que seguir avanzando, porque las previsiones apuntan a que, de seguir este ritmo, se podría contar con un 10% a finales de este año, el 30% en 2037 y el 50% en 2044.
Los científicos apuntan a la necesidad de lograr un mayor compromiso de la sociedad civil, empresas privadas, corporaciones, industrias y los movimientos sociales con este objetivo de restauración. “Cualquier industria que opere en el océano tiene que contribuir al impacto positivo neto de conservación y el esfuerzo sale a cuenta, porque según los cálculos del economista Edward Barbier de la Universidad de Colorado, el retorno económico es de 8 a 10 dólares por cada dólar invertido”.

 
El cielo de Barcelona, más limpio que nunca
8 fotos
La caída del tráfico por la pandemia y la meteorología deja el aire más limpio de Barcelona en décadas

EL PAÍS
Barcelona 6 ABR 2020


El cielo de Barcelona, muy claro.


El cielo de Barcelona, muy claro.


Vista de Barcelona.


Vista de Barcelona.


La playa de la Barceloneta, con el cielo limpio.


La playa de la Barceloneta, con el cielo limpio.


La avenida Diagonal de Barcelona, prácticamente vacía.


La avenida Diagonal de Barcelona, prácticamente vacía.



Vista del litoral de Barcelona.


Vista del litoral de Barcelona.


Autopista de entrada a Barcelona, sin tráfico.


Autopista de entrada a Barcelona, sin tráfico.


Ronda de Barcelona, sin tráfico.


Ronda de Barcelona, sin tráfico.


Barcelona, con la montaña de Montjuïc al fondo.


Barcelona, con la montaña de Montjuïc al fondo.


 
Un estudio calcula que el colapso de los ecosistemas se producirá a partir de 2030 si no se actúa
Una investigación analiza los efectos del cambio climático desde 1850 hasta 2100 sobre más de 30.000 especies


AGATHE CORTES
08 ABR 2020

La ranita de San Antón, llamada 'Hyla Molleri'. Los anfibios son unas de las familias más vulnerables frente al cambio climático.


La ranita de San Antón, llamada 'Hyla Molleri'. Los anfibios son unas de las familias más vulnerables frente al cambio climático.IGNACIO DE LA RIVA (MNCN-CSIC)




Los efectos del cambio climático sobre la biodiversidad serán abruptos y ocurrirán en solo 10 años. Es la conclusión de un estudio que se publica este miércoles en la revista Nature a partir de un análisis masivo de 30.652 especies terrestres y marinas. La aparición de este umbral es lo que más ha sorprendido a Alex Pigot, investigador del Centro de Biodiversidad y Medio Ambiente de University College de Londres y principal autor del trabajo, que imaginaba una evolución más gradual y tardía.

Los investigadores han creado unas proyecciones dinámicas en el tiempo que van de 1850 a 2100 para responder a dos escenarios posibles: por un lado, el que ocurrirá si se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero; por otro, lo que pasará si no se actúa. Este último camino llevaría al colapso de los ecosistemas y los océanos serán los primeros en sufrir el golpe antes de 2030. Luego, para 2050, el efecto se expandirá a los bosques y a latitudes más altas. Además, si el calentamiento global alcanza los 4ºC, el 15% de las comunidades estarán expuestas a condiciones drásticas y muchas especies no sobrevivirán, según datos del estudio.

Pigot sabe que es imposible parar el mundo, pero cree que no es demasiado tarde para retrasar este impacto tan inquietante que se ensaña particularmente con los trópicos. Ganar tiempo es la clave y reducir las emisiones de gases a efectos invernadero, la principal solución. Estos dos gráficos lo ilustran:



El porcentaje de especies expuestas a peligrosos cambios si no se hace nada.


El porcentaje de especies expuestas a peligrosos cambios si no se hace nada.ALEX PIGOT


El porcentaje de especies expuestas a peligrosos cambios si se reducen las emisiones.


El porcentaje de especies expuestas a peligrosos cambios si se reducen las emisiones.ALEX PIGOT



Tiempo para adaptarse
¿Por qué es esencial retrasar algo inevitable? “Para aplanar la curva” y así controlar mejor la situación y evitar la "catástrofe”, dice Pigot. “Es como lo que pasó con el nuevo coronavirus. Vemos todo de lejos creyendo que no nos afectará, cuando en realidad puede llegar en cualquier momento”, subraya.

Fernando Valladares, del departamento de Biogeografía y Cambio Global del Museo Nacional de Ciencias Naturales, se une a este discurso y asegura que, aunque la situación es seria, hay márgenes de reacción si se reducen las emisiones y se gana tiempo. Es importante dar un espacio de adaptación a las especies frente a las nuevas condiciones térmicas que van a afrontar. “Aunque vayas perdiendo el partido, si tienes tiempo, puedes cambiar de estrategia en los dos últimos minutos y ganarlo”, compara.

Es hora de pasar del diagnóstico a definir e identificar acciones que permitan manejar ese cambio que, claramente, se va a producir
JAVIER BENAYAS, CATEDRÁTICO DE LA UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID
Los sésiles, organismos que no se pueden mover, son los más amenazados, ya que están condenados a vivir en un mismo lugar que sufrirá transformaciones. Los reptiles y los anfibios, también son muy vulnerables por su reducida movilidad en general y por vivir en condiciones muy estables. Los más resistentes son las aves y los mamíferos, con mayor movilidad y una mejor capacidad de reacción y tolerancia térmica.

“Es cierto que la trayectoria que llevamos es terrible: vamos hacia un colapso de los ecosistemas, a una pérdida de miles de especies. Pero, ¿qué ganamos si lo posponemos? Pues que haya suficientes cambios en la evolución y suficiente diversidad genética para que toleren nuevos climas”, añade Valladares. El experto también confía en la evolución de la sociedad y en una tecnología más eficiente en los próximos años que generen una menor huella ambiental.

El tiempo ayuda, pero no asegura nada, ni para bien ni para mal. El análisis del comportamiento natural de los animales se divide en dos: el realizado y el potencial, es decir, el que se puede ver a lo largo de la historia previa y el que se puede proyectar. Sin embargo, es imposible tener certezas sobre la reacción de las especies frente a estos acontecimientos abruptos. “El historial del ser humano, por ejemplo, muestra que vive más y mejor en zonas de clima templado, pero eso no significa que no pueda adaptarse a condiciones drásticas, a 40ºC bajo cero”, explica Valladares.

Es cierto que la trayectoria que llevamos es terrible, vamos hacia un colapso de los ecosistemas. Pero, ¿qué ganamos si posponemos? Pues que haya suficientes cambios en la evolución y suficiente diversidad genética de las especies para tolerar nuevos climas
FERNANDO VALLADARES, INVESTIGADOR DEL MNCN - CSIC

Para Miguel Ángel Olalla, profesor de Ecología de la Universidad Rey Juan Carlos, las capacidades de adaptación son limitadas en estos horizontes temporales. El especialista en vertebrados explica que “las especies tienen una fuerte inercia filogenética por mantener los nichos climáticos de sus ancestros. Es muy difícil romper en tan solo 30 años una barrera que en muchos casos se ha mantenido durante millones de años y que impide ampliar la tolerancia térmica de las especies en tan poco tiempo”.

Además, no todas las especies tienen las mismas tolerancias térmicas. Por ejemplo, los reptiles y anfibios, como ectotermos, no generan calor endógeno y dependen demasiado de la temperatura ambiente, de ahí su mayor vulnerabilidad especialmente en los trópicos. La desaparición simultánea de muchas especies implica la pérdida irreversible de una serie de servicios ecosistémicos. “Este estudio ofrece una evidencia abrumadora. Podrían producirse colapsos masivos de biodiversidad. Lo más importante es que estos umbrales ya se han detectado y podemos anticipar una respuesta inmediata. Con eso, demuestran que no hay que esperar a 2100 para reaccionar”, asevera.

Curar el planeta, ya
La próxima etapa de Pigot es hacer lo mismo con plantas e insectos y Olalla está convencido de que el patrón no cambiará mucho. Pese a la necesidad de verificación, Javier Benayas, catedrático en ecología en la Universidad Autónoma de Madrid, opina que hay que pasar a la acción porque ya hay suficientes estudios científicos sobre la desaparición de especies en las próximas décadas, tanto los que concluyen que será gradual como los que dicen que será drástica.

El paso prioritario ahora, según aclara, no es tanto invertir el tiempo en hacer más diagnósticos de las enfermedades que amenazan el planeta, si no investigar para encontrar soluciones y medicinas para curarlas. “Es hora de pasar del diagnóstico a definir e identificar acciones que permitan manejar ese cambio que, claramente, se va a producir”, concluye.

 
El confinamiento reduce a la mitad la contaminación en las 80 ciudades más pobladas de España
La limitación del tráfico desploma los niveles de dióxido de nitrógeno. Madrid, París y Roma están entre las capitales europeas donde más cae la polución


Imagen de Barcelona durante el confinamiento por el coronavirus.


Imagen de Barcelona durante el confinamiento por el coronavirus.MASSIMILIANO MINOCRI / EL PAÍS



MANUEL PLANELLES
Madrid -
12 ABR 2020

Las medidas de confinamiento para evitar la expansión de la pandemia del coronavirus han desplomado el uso de los vehículos de combustión y, como consecuencia directa, están cayendo notablemente los niveles de contaminación. Donde más se nota esa reducción es en el caso del dióxido de nitrógeno (NO2), un compuesto nocivo para el ser humano muy vinculado al tráfico motorizado. Esta reducción se puede apreciar desde los satélites, que están captando cómo se disipa la contaminación. Y también desde la tierra, desde las estaciones de medición que hay instaladas en las ciudades. Un análisis de EL PAÍS de los datos recabados por la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA) de esas estaciones de la UE apunta a una reducción media de los niveles de dióxido de nitrógeno en las 80 localidades más pobladas de España del 51% en las tres primeras semanas de confinamiento respecto a las mismas tres semanas de 2019.

En prácticamente todas las estaciones de medición de esas 80 ciudades se ha producido de media una reducción de los niveles de dióxido de nitrógeno desde que comenzó el confinamiento el 16 de marzo y hasta el 5 de abril. La única excepción es Zamora, donde la única estación de medición ha registrado un incremento; en todo caso, las concentraciones de NO2 en esta ciudad son muy bajos y han estado de media durante esas tres semanas de confinamiento un 77% por debajo de los valores recomendados por la Organización Mundial de la Salud. Esta organización internacional fija en 40 microgramos por metro cúbico de concentración de NO2 y las 80 ciudades españolas analizadas han estado muy lejos de esa frontera.

De esas 80, la localidad en la que más han desplomado los datos de polución es Arrecife, en la provincia de Las Palmas, donde la reducción supera el 90%. Y dentro del grupo de las 15 ciudades más pobladas del país, Palma de Mallorca encabeza las reducciones: ha registrado un descenso medio del 74% del nivel de NO2 en esas tres primeras semanas de confinamiento. Le siguen Alicante, Valencia y Vigo, las tres con bajadas de alrededor del 65%. En Madrid, la caída en el mismo periodo ha sido del 55,9% y en Barcelona del 60%.

“No hay precedentes", dice sobre esta mejora de la calidad del aire Miguel Ángel Ceballos, especialista en contaminación atmosférica de Ecologistas en Acción que lleva años monitorizando la calidad del aire en España. “Es excepcional y sin precedentes desde que arrancaron los primeros registros en los noventa”, añade.

La AEMA está recopilando y difundiendo semanalmente los datos de alrededor de 3.000 estaciones de medición que tienen los países miembros de la UE. La agencia señala que las condiciones climáticas “pueden contribuir significativamente a las reducciones semanales que se ven en las concentraciones de contaminantes”. Sin embargo, vincula directamente la reducción de las concentraciones de dióxido de nitrógeno a las restricciones de tráfico impuestas en los países europeos por la pandemia. En el caso de otros contaminantes, como las partículas PM2,5 y PM10, la agencia explica que entran en juego otros factores (como la generación de energía o la industria), por lo que las reducciones no son tan homogéneas como en la concentración del dióxido de nitrógeno en las ciudades.

Una situación similar a la de España se ha dado en el resto de la Unión Europea con las medidas de confinamiento. Según se desprende de los datos de la AEMA, en todas las capitales de la Unión Europea la contaminación ha caído en esas tres semanas respecto al mismo periodo de 2019. Liubliana (Eslovenia) es la capital europea en la que los niveles de dióxido de nitrógeno han descendido más, un 54,4% en las tres semanas analizadas por EL PAÍS. Nicosia (51,6%), París (51,5%), Luxemburgo (51%), Madrid (49,5%), Roma (47,6%) y Lisboa (47,4%) ocupan los primeros puestos en esos descensos de NO2 respecto al mismo periodo de 2019.

“Debemos aprender de lo evidente: hay una relación directa entre la movilidad motorizada y la calidad del aire”, concluye Ceballos. Este miembro de Ecologistas en Acción incide en que con esta situación excepcional se despeja cualquier duda sobre esa relación directa entre los vehículos de combustión y la polución. "La manera de mejorar la calidad del aire es reduciendo la movilidad motorizada”, añade. Pero Ceballos también advierte de lo que pueda ocurrir cuando se intente volver a la normalidad: se corre el riesgo de que el transporte público quede “estigmatizado” por miedo al contagio del coronavirus. Y se debe de usar, alerta, porque este tipo de movilidad es vital para luchar contra la contaminación.

GRAFICOS:
 
Las ballenas del océano Atlántico tienen altos niveles de químicos procedentes del plástico
Científicos del CSIC han localizado plastificantes y retardantes de llama en las ballenas de aleta y en el kril, los crustáceos que constituyen su principal alimento

ESTHER SÁNCHEZ
Madrid - 16 ABR 2020


Un ejemplar joven de ballena de aleta, varada en Suffolk (Inglaterra).


Un ejemplar joven de ballena de aleta, varada en Suffolk (Inglaterra).UNIVERSAL IMAGES GROUP VIA GETTY



Las ballenas de aleta (Balaenoptera physalus) acumulan en su organismo una importante cantidad de compuestos organofosforados, sustancias químicas que se usan como plastificantes (para dar suavidad al plástico) y retardantes de llama (con efecto inhibidor en la combustión). El kril, un pequeño crustáceo y principal fuente de alimentación de las ballenas, contiene los mismos niveles de esas sustancias, concluye un estudio del Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Los investigadores han analizado muestras del cetáceo, uno de los animales más grandes del planeta -puede alcanzar una longitud de 27 metros y pesar 48.000 kilos- y de kril en las costas de Islandia.

La investigación muestra el problema químico que provocan los plásticos en estas especies debido a la gran cantidad de aditivos que contienen. “Los resultados confirman que el daño de este material en los océanos va más allá de su impacto físico y que se trata de un problema global”, puntualiza Ethel Eljarrat, investigadora del CSIC que lidera el trabajo publicado en la revista Science of the Total Environment. "Cuando la ballena se alimenta, lo hace filtrando el kril del agua lo que provoca que ingiera una gran cantidad de microplásticos, que una vez en su organismo desprenden esos productos químicos que se acumulan en sus tejidos”, añade.

Los científicos han analizado músculo de 20 ejemplares procedente de muestras de ballenas capturadas por Islandia, país que permite su caza, y 10 muestras de krill. Encontraron en torno a un microgramo por gramo de masa de plastificantes organofosforados, tanto en las inmensas ballenas de aleta como en el kril. "Aunque a día de hoy no se conocen los efectos tóxicos de todos y cada uno de estos contaminantes, si se tiene constancia de que uno de ellos, el tributilfosfato (TBP), posee potencial para provocar daños neurológicos, disrupción endocrina, efectos cancerígenos y efectos adversos en la reproducción”, aclara Eljarrat. “Además, la cantidad que hemos encontrado es similar a la que existe de otros compuestos que ya están prohibidos. Por lo tanto, el riesgo no es despreciable”, matiza.

Este es el tercer estudio desarrollado por el grupo de científicos liderado por Ejarrat, que examina los daños que provocan los plásticos en delfines, ballenas, peces y tortugas. En los dos primeros trabajos, se analizaron diferentes ejemplares de delfines del Mar de Alborán y del Océano Índico. En todos ellos se encontraron compuestos organofosforados. Los niveles deconcentración en el Mar de Alborán fueron similares a los hallados en las ballenas, mientras que los niveles en el océano Índico fueron superiores. "El impacto del plástico no es solo físico, sino también químico y afecta a mares y océanos y a todos los organismos marinos, de los pequeños a los grandes”, puntualiza. La ventaja de la ballena de aleta, añade Asunción Borrel, coautora del estudio, “es que puede actuar como bioindicadora de la contaminación a gran escala, debido a las largas migraciones que realiza desde áreas de baja latitud en invierno a latitudes altas en verano”.

 
La ética ‘verde’ llega a las aulas
La enseñanza superior afronta el reto de formar a los líderes que cambiarán el paradigma de las compañías ante el cambio climático



La ética ‘verde’ llega a las aulas


SIGRID GOMBERT GETTY IMAGES


BELÉN KAYSER
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26 ABR 2020


No es una moda: la economía mundial pide a gritos un cambio de paradigma. Cambios reales; un crecimiento que tenga en cuenta los límites planetarios y la ética social, parámetros sin los cuales no puede haber futuro para ninguna de ellas. La Organización Internacional del Trabajo asegura que esta economía creará 24 millones de nuevos empleos en una década. Las escuelas de negocios recogen el guante y se ponen un horizonte ambicioso: no se trata solo de nuevas profesiones, sino de repensar el sistema de arriba abajo.

"Hace falta un cambio radical en la forma de hacer las cosas y gestionar servicios y modelos de negocio, salir del área de confort. Los grandes ejecutivos y líderes son los primeros que deben entenderlo, asumirlo y producir de forma distinta", resume Rafael Sardá, científico del CSIC y profesor de ESADE. Para él "estamos ante una cuarta revolución industrial donde la sostenibilidad es un motor de innovación". Según explica, términos como 'innovabilidad' se afianzan y los modelos climáticos marcan el medio y largo plazo de la economía. Su escuela lleva décadas realizando este tipo de estudios y ahora es algo transversal en sus planes de estudios. "Va más lento de lo que la naturaleza exige, pero creará nuevas profesiones y hará que otras ganen el puesto que merecen".

Esta escuela empezó su cambio a principio de siglo, al igual que el IE, con sede en Madrid. Este centro también se apoyó en los Objetivos de Desarrollo Sostenible y los hizo parte del plan de estudios. "En 2003 firmamos un pacto mundial con la ONU y desde este año el objetivo es dar prioridad y visibilidad a estos programas y contenidos, incluidos los proyectos de los estudiantes. Era urgente", explica Isabela del Alcázar, Global Head of Sustainability de la IE University. "El mundo está cambiando y las empresas se interesan de forma específica por esto. Los líderes tienen que hacer las cosas de otra forma y generar un impacto positivo". De ahí que no solo los títulos propios, sino asignaturas como finanzas y estrategia "tanto en MBA como asignaturas de grado" incluyan la sostenibilidad.

Tanto Sardá como Del Alcázar lamentan que exista una brecha generacional "que aún pesa" en esta materia. "La gente joven está más familiarizada, pero no los altos ejecutivos", cuenta la docente. Su colega asegura que "un 80% de las empresas" del país no tienen ni idea de lo que hablan cuando hablan de sostenibilidad. "Todas quieren posicionarse ahí , pero no están ahí. Presienten que hay una oportunidad, pero lo ven como un reto. No hay conciencia dentro de las empresas y la verdadera brecha es entre lo que se dice y lo que se hace, que no se mide", resalta Sardá.
El modelo económico al que se están adaptando las escuelas de negocios es un cambio de paradigma, principalmente porque "tienen en cuenta el pensamiento a medio y largo plazo, la ética y la sostenibilidad", añade Del Alcázar. Pero, como dice su compañero, "el mercado tiene una inercia tan grande hacia el otro sistema que impide que el sistema se mueva". Sobran ejemplos. Aunque parezca algo anacrónico, no hay tantas escuelas de negocios que incorporen este paradigma en sus programas. Sí lo llevan en el plan de estudios otras como IMF Business School, que tienen como director del área de energías renovables al especialista en economía circular Álvaro Rodríguez, que además dirige el equipo que tiene en España el exvicepresidente de EE UU Al Gore.

Para él, "si no hay más escuelas pensando en esto es que no están en el mundo real, no están contemplando lo que va a ser el mundo; las empresas y las escuelas que no sean sostenibles, no se van a adaptar a los tiempos y seguirán ancladas en un modelo de empresa de los años sesenta del siglo pasado y eso será lo que enseñarán en sus escuelas. El medio ambiente y la biodiversidad se degrada y el que no tenga las herramientas listas, se hundirá".
Para Rodríguez, experto en circularidad, la nueva economía "no puede quedarse en campañas; debe ser transversal". Y es clave, menciona, "que parta de las escuelas de negocios, que precisan de perfiles académicos y prácticos en la materia, que hagan análisis de las necesidades e investiguen casos prácticos, pegados a la ciencia". Además, exige que "se adapten los sistemas académicos a los nuevos parámetros de éxito y fracaso, pegados a la ética y la sostenibilidad".

Es la opinión de la profesora Susana Vela, que imparte comunicación y lujo en Madrid School of Marketing. Experta en la materia, introdujo un módulo de sostenibilidad en su asignatura hace siete años. "Era un experimento. Creo en ello y aunque eran apenas cuatro horas, me parecía fundamental dar esta formación a los licenciados. A fin de cuentas no formo a diseñadores, sino a ejecutivos". Su sorpresa fue que el primer año, un abrumador número de proyectos de fin de curso se basaban en criterios sostenibles.

"La incorporación de la sostenibilidad en los modelos de negocio le da un valor diferencial que se retorna en economía. Las empresas ya no pueden ser todas iguales ni tampoco usar la sostenibilidad para tapar carencias. Los empresarios deben hacer un esfuerzo, cambiar...", cuenta Vela. "Hablamos de ecodiseño, de cómo hacer un plan de negocio teniendo en cuenta toda la cadena de valor, desde el origen de la materia prima a la distribución. Igual da que sea una bodega, una empresa textil o una perfumería, Aplica a todos los sectores".


NUEVAS PROFESIONES
"Habrá nuevas profesiones, pero no sé cuánto tardaremos en verlas. Muchas quizá ya están creadas, pero serán títulos nobles", considera Rafael Sardá, de ESADE. Para Álvaro Rodríguez, de IMF, "habrá más personal formado en eficiencia energética aplicada a todas las industrias, a la construcción y a la propia economía y la movilidad. Por eso se dice que la eficiencia energética surge como una de las mejores oportunidades para nuestro país, porque es una oportunidad laboral increíble". Y quizá, como explica Isabela del Alcázar, de IE University, estos nuevos perfiles no saldrán de carreras nuevas, sino de las propias empresas. Es frecuente que estas acudan pidiendo programas ad hoc en este tipo de materias. "Hay compañías que te piden un enfoque específico para ellos; y como centro, claro, diseñamos programas en función de las necesidades del mercado".

 
El planeta, el principal beneficiado por el coronavirus
El parón provocado por las cuarentenas frente al coronavirus causa estragos en la economía, pero beneficia al medio ambiente. Estos son algunos ejemplos de como se ha reducido la contaminación en los últimos días.
Redacción
07 de abril de 2020


En Madrid se ha reducido sustancialmente la contaminación atmosférica.


En Madrid se ha reducido sustancialmente la contaminación atmosférica.
Foto: iStock


Fábricas cerradas, autopistas vacías, calles desérticas… son estampas que se repiten en todo el mundo a medida que la pandemia de coronavirus avanza inexorablemente. El parón brusco de las actividades humanas tiene, paradójicamente, un gran beneficiado: el medio ambiente. El descenso de la cantidad de desplazamientos en vehículos a motor, la disminución de la producción industrial y el consumo se traduce en menos contaminación, aguas más limpias y cielos más claros. Desde China hasta Venecia, Barcelona o Madrid, estos son algunos de los efectos secundarios positivos de la crisis sanitaria.


En China, mejora drástica de la calidad del aire.

Los datos no mienten. A lo largo de todo el mes de febrero, el primero del largo confinamiento que lleva la provincia china de Hubei, el promedio de días sin contaminación atmosférica aumentó en un 21,5% en comparación con las mismas fechas del año anterior, según un informe del Ministerio de Ecología y Medio Ambiente de China. Asimismo, las imágenes de satélite publicadas por la NASA y la Agencia Espacial Europea mostraban una reducción drástica de las emisiones de dióxido de nitrógeno en las principales ciudades del país.



Mejora de al calidad del aire en China



  • En el norte de Italia: niveles insólitos de dióxido de nitrógeno.
    Algo similar ha acabado pasando en Europa, donde la oleada de confinamientos producidos durante los últimos días también se ha traducido en una mejora drástica de la calidad del aire. Así lo revelan los datos del satélite Sentinel 5P, en los que se aprecia una reducción significativa de la contaminación atmosférica coincidiendo con las medidas drásticas de confinamiento tomadas en los últimos días. La animación muestra las fluctuaciones de dióxido de nitrógeno entre el 1 de enero y el 11 de marzo de 2020.

  • Según datos del consistorio de la capital de España, la ciudad ha reducido considerablemente los niveles de contaminación atmosférica. Los datos facilitados diariamente por el Sistema de Vigilancia de Calidad del aire del Ayuntamiento de Madrid no dejan lugar a dudas: durante los primerosdías de confinamiento, los cinco distritos de la ciudad cuentan con medidas catalogadas dentro de la categoría “muy bueno” del índice de calidad del aire. Por su parte, en Barcelona los datos de la Generalitat indican que las concentraciones de dióxido de nitrógeno (NO2) se redujeron a la mitad tras solo tres días de confinamiento.

    Con el transcurso de los días, las grandes ciudades de España han ido librándose paulatinamente de los malos humos, según rezan los datos oficiales: las mediciones llevadas a cabo por el departamento de Medi Ambient de la Generalitat de Catalunya concluían que el día 23 de marzo los niveles de CO2 de la ciudad condal se habían reducido hasta un 75% respecto a su nivel habitual, mientras que el pasado día 21 el dióxido de nitrógeno había descendido entre un 70 y un 80% con respecto al período anterior a la crisos. Una tendencia a la baja que también se cumple en Madrid, donde lasautoridades municipales han informado que los gases de efecto invernadero se han reducido de media un 57% desde el inicio de las medidas de confinamiento. Un estudio de la la Universitat Politécnica de Valenciaconstataba que los cielos españoles estaban de media un 64% más limpios. Barcelona, Castellón y Madrid, con una reducción de la contaminación del 83, 76 y 73 por ciento respectivamente, son las principaes ciudades beneficiadas.


  • En Venecia: aguas cristalinas.
En las redes sociales abundaban el pasado fin de semana en las que se distinguían los canales de la ciudad de Venecia como pocas veces se habían mostrado: completamente limpios. En algunas zonas incluso se observaban rincones con aguas cristalinas que cobijaban incluso algunos pequeños bancos de pecesque se habían aventurado en los canales desde la laguna o desde el mar. “La laguna se apropia de Venecia, sin vertidos y sin tráfico, se puede ver el fondo de los canales. Deberíamos reflexionar sobre la explotación del turismo turístico en Venecia “, escribía en Twitter Palli Caponera en una fotografía en la que se observa una barca sobre aguas cristalinas. Con menos tráfico por los canales, los sedimentos arrastrados por las embarcaciones vuelven al fondo, reduciendo considerablemente el agua turbia y devolviendo a Venecia una estampa digna del más bello cuadro renacentista.




https://twitter.com/PalliCaponera/status/1239198888881463298

La laguna si riappropria di Venezia, senza scarichi e senza traffico si vede il fondo dei canali
Dovremmo riflettere sullo sfruttamento dell'overtourism a Venezia

Ver imagen en Twitter



  • La fauna salvaje reconquista las ciudades
A medida que cada vez más ciudades de todo el mundo van sucumbiendo a las órdenes de confinamiento abundan imágenes en las redes sociales en las que aparecen animales salvajes que se aventuran en el deshabitado espacio urbano. Es cierto que en muchos casos se tratan de noticias falsas o antiguas: no es cierto que haya delfines nadando en los canales de Venecia ni elefantes que han caído borrachos después de beber licor en una plantación de té de la provincia china de Yunnan. Sin embargo sí es cierto que se han dado casos de estampas insólitas protagonizadas por especies que se aventuran a ocupar un paisaje urbano desprovisto de su trasiego habitual. En la ciudad japonesa de Nara, los ciervos campan a sus anchas por las calles despejadas de los habituales turistas, mientras que en la ciudad de Oakland, situada en la bahía de San Francisco, han sido avistados pavos salvajes que se han adentrado en las instalaciones de una escuela. Más cerca, en Barcelona, se han visto jabalíes que se aventuraban en las calles deshabitadas del centro de la ciudad en busca de comida, y los expertos aseguran que en los próximos días podrían verse zorros y aves oportunistas en algunas ciudades españolas. La naturaleza parece querer recuperar el espacio perdido.





https://www.nationalgeographic.com.es/temas/coronavirus
 
El calor capaz de matarnos no llegará a finales de siglo: ya está aquí
Un estudio con datos de miles de estaciones meteorológicas del mundo afirma que en algunas áreas ya se dan temperaturas por encima del límite de la resistencia humana


El gráfico muestra las temperaturas máximas registradas en más de 4.000 puntos del planeta entre 1979 y 2017. En más de una docena de caso, esas temperaturas estaban por encima le los límites de la resistencia humana



El gráfico muestra las temperaturas máximas registradas en más de 4.000 puntos del planeta entre 1979 y 2017. En más de una docena de caso, esas temperaturas estaban por encima le los límites de la resistencia humana - C. Raymond, T. Matthews, R.M. Horton/Sci Adv 2020



José Manuel Nieves
José Manuel Nieves
12/05/2020


No será a finales de este siglo, como pronostican muchos de los modelos elaborados por los científicos, sino que ha empezado ya. El cambio climático, en efecto, ya ha calentado algunas zonas del planeta por encima de lo que el cuerpo humano es capaz de soportar, convirtiéndolas en mortales para nuestra especie. Y la extensión de esas áreas inhabitables por el hombre no hace más que crecer.
Para llegar a esta terrible conclusión, un equipo de investigadores de Estados Unidos y Gran Bretaña ha analizado y comparado datos de estaciones meteorológicas de todo el mundo, y ha descubierto que la frecuencia de temperturas húmedas (o de bulbo húmedo) superiores a entre 27 y 35 grados se ha duplicado desde 1979. La temperatura de bulbo húmedo es una medida de calor y humedad, que se toma con un termómetro cubierto por un paño empapado en agua. Y 35 grados de temperatura húmeda es el límite que un cuerpo humano es capaz de soportar. El estudio acaba de publicarse en Science Advances.

Más allá de la resistencia humana
Los seres humanos contamos con un eficaz mecanismo de enfriamiento que nos ha ayudado a extendernos a todos los rincones cálidos del planeta. Cuando la temperatura aumenta, las gotas de sudor exudan de nuestros poros y se evaporan, liberando así energía que enfría la piel y evita que nuestros cuerpos se sobrecalienten.
Pero más allá del umbral de los 35 grados de temperatura húmeda el cuerpo ya no es capaz de enfriarse por medio del sudor. E incluso niveles más bajos pueden resultar mortales, como se pudo comprobar en la ola de calor que asoló Europa en 2003, matando a miles de personas a pesar de que la temperatura húmeda no pasó de los 28 grados.

Las zonas más afectadas, por ahora
La mayor parte de esos aumentos de frecuencia se produjeron en el Golfo Pérsico, India, Pakistán y el suroeste de América del Norte. En localidades como Jacobabad en Pakistán y Ras al Khaimah en Emiratos Árabes Unidos, ese límite de 35 grados se ha superado por primera vez, cruzando repetidamente el umbral letal durante una o dos horas diarias, algo nunca reportado hasta ahora en la literatura científica.
«Cruzar estos umbrales implica un gran riesgo para la salud humana -explica Tom Matthews, uno de los participantes en el estudio-. Podemos decir que nos estamos acercando universalmente a ese umbrál mágico de los 35 grados. Y la verdad es que, en algunos casos, ya hemos excedido ese valor durante breves periodos del día».

A punto de cruzar la línea
El análisis global de los datos muestra, en efecto, que ese límite de supervivencia humana se ha superado ya, aunque en episodios breves, por lo menos una docena de veces durtante las últimas cuatro décadas. Desde luego, resulta inquietante comprobar cómo algo así está empezando a suceder ya, delante de nuestras propias narices.
Matthews advierte que esto es solo el principio. El calor extremo afectará muy rápidamente a más partes de Pakistán e India, donde millones de personan no tendrían la capacidad de adaptarse, por ejemplo, instalando aire acondicionado, como se ha hecho en algunos países del Golfo. E incluso si pudieran, eso requeriría grandes cantidades de energía para el enfriamiento, lo que agravaría aún más la dramática situación del clima. «Ya estamos exquisitamente cerca -dice Matthews-, más cerca de lo que pensábamos, de cruzar esa línea dibujada en la arena».

Esencial para nuestra especie
Para Colin Raymond, del Jet Propulsion Laboratory de la NASA y primer firmante del artículo, el hecho de que las temperaturas ya hayan alcanzado ese límite fisiológico en algunos lugres de la Tierra «es un conocimiento esencial para nosotros como especie».
Junto a sus colegas, Raymond obtuvo datos de 4.576 estaciones meteorológicas repartidas por el planeta, en busca de posibles casos de temperturas extremas de bulbo húmedo en las casi cuatro décadas que van de 1979 a 2017. Tras eliminar algunas mediciones que no coincidían con las de otras estaciones cercanas o que parecían obviamente erróneas, surgió un patrón muy claro: ya se han producidotemperaturas extremas de bulbo húmedo, especialmente a lo largo de las costas subtropicales, donde el aire cálido y húmedo del océano se encuentra con el aire caliente de la tierra.

Según los investigadores, si las emisiones de carbono no se reducen drásticamente y de forma inmediata, estos casos extremos y relativamente raros serán cada vez más comunes, y se extenderán a zonas cada vez mayores del planeta. Se trata de condiciones que serían insoportables para las personas sin tecnologías como el aire acondicionado, y hacen que cualquier actividad o trabajo al aire libre sea prácticamente imposible.
«Es probable que tengamos que repensar cómo vivir en lugares que experimentan condiciones que van más allá de lo que hemos evolucionado para soportar -concluye Raymond-. Vivir en el Golfo Pérsico en verano puede parecerse a vivir en el Polo Sur en invierno».


 
Cómo acabar con la basura invisible
Chicles o colillas de tabaco permanecen en la vía pública y pasan desapercibidos. Tras este tipo de residuos se esconde un problema difícil de combatir, tal y como denuncian los ecologistas.



Miniresiduos que crean maxiproblemas: chicles, cápsulas de café, bastoncillos y lentillas

Millones de chicles que se tiran al suelo y ensucian ciudades./ Pixabay



A. TENA
MADRID

31/05/2020

No deberían estar incrustados en el suelo. Su lugar debería ser otro, pero el ser humano se ha acostumbrado a caminar sobre ellos. Chicles derretidos, unidos con dureza a la acera o a la pared, pasan desapercibidos a la vista del ser humano. Está la basura que vemos a diario; la que se tira al contenedor y la que se acumula negligentemente en vertederos ilegales. Y, después, está la basura invisible.

Los chicles son uno esos elementos más llamativos. Según los datos de Greenpeace, la media de chicles adheridos al suelo en el mundo es de entre 3 y 5 unidades por metro cuadrado. "Su gestión es muy complicada, no hay casi alternativas", explica Julio Barea, responsable de la campaña de Residuos del grupo ecologista, que señala como en cierta medida hemos aprendido a convivir con este tipo de materiales.

Su adhesión al suelo supone, además de un problema de contaminación, un gran coste para las arcas públicas, ya que su limpieza es algo costosa debido a sus cualidades. Según una información de la Agencia EFE, retirar de la vía pública cada unidad de chicle tiene un coste de unos doce céntimos de euro. Algo caro, si se tiene en cuenta que una goma de mascar puede valer entre cinco y diez céntimos. A ello se debe sumar el hecho de que la limpieza requiere materiales químicos poco amables para el medio ambiente.

"Es difícil encontrar una solución. Creo que el camino, en este caso es la concienciación", opina Barea. No en vano, existen alternativas para su reciclaje. Buen ejemplo es el de la diseñadora británica Anna Bullus, que convierte los chicles de las aceras en suelas de zapatillas, botas de agua, bolígrafos o fundas para teléfonos.


Una plaga de colillas de tabaco
A los chicles, se debe añadir el problema de las colillas de tabaco que se extienden por toda la geografía de España. Tal es la magnitud del problema, que un reciente estudio de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH) estima que el 73% del espacio público de Madrid está contaminado por estos restos de cigarrillos.

Anualmente, según un informe realizado por SEO/BirdLife, se fuman cerca de 6 billones de pitillos en todo el planeta. De estos, 4.5 billones terminan depositados en espacios públicos, sean urbanos o naturales. De esta forma, la ONG Ocean Conservancy informa de que las colillas suponen el 13% del total de los desperdicios que se recogen anualmente en el mundo.

Los filtros de las colillas están hechas de acetato de celulosa, un componente derivado del petróleo no biodegradable. Los fumadores deben ser conscientes del impacto de abandonar estos residuos y los productores deben ayudar a sensibilizar sobre este problema. Hay que ser consciente no solo de los impactos del tabaco en la salud sino también del problema ambiental de su abandono en entornos naturales, que acaba afectando a la salud de los ecosistemas y por tanto a la de todos los seres humanos", afirman desde SEO/BirdLife, organización integrada dentro del proyecto Libera contra los desechos.

Barea, por su parte, denuncia la cantidad ingente de colillas que terminan en playas y vías públicas. Sin embargo, el experto en residuos explica que sus características hacen que sean más fáciles de limpiar que los chicles y, sobre todo, más sencillas de reutilizar en un sistema de economía circular. "El sistema de retorno podría servir. Es decir, un sistema que permita que el consumidor pague un porcentaje más alto por la caja de tabaco, pero que se le reintegre si devuelve las colillas después de fumar", agrega.

 
UN MILLÓN DE ESPECIES, EN PELIGRO
Cuidar de la biodiversidad para proteger nuestra salud
Los ecosistemas sanos favorecen un equilibrio entre las especies, evitando el predominio de una de ellas y dificultando la propagación de agentes patógenos como los virus


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AUTOR
EC BRANDS
Contacta al autor
05/06/2020




La naturaleza tiene un mensaje para nosotros y cada vez es más urgente que le prestemos atención: la salud de las personas depende de la salud del planeta. La actividad humana ha reducido en un 30% la riqueza de hábitats terrestres y marinos, que es la causa principal de la pérdida de biodiversidad, y el calentamiento global está agravando esta situación. La vida depende de que sepamos sumar fuerzas y cuidar de nuestro entorno, como hacen en todo el mundo miles de microorganismos colaborativos que participan en unasimbiosis perfecta en la que todos ganan.

Proteger la biodiversidad es una necesidad para preservar la salud del planeta y, por tanto, la de los seres humanos y la del resto de especies que lo habitamos. El Día Mundial del Medio Ambiente, que se celebra este 5 de junio, hace un llamamiento para que seamos conscientes de la correlación entre cambio climático, biodiversidad y salud. La actual pandemia, y los episodios climáticos extremos que hemos vivido recientemente, son claros ejemplos de que es el momento de actuar.

Los ecosistemas sanos, en los que hay una gran diversidad, favorecen un equilibrio entre las especies, evitando el predominio de una de ellas y dificultando la propagación de agentes patógenos como los virus. Alrededor de un millón de especies animales y vegetales, de las ocho millones que existen en el planeta, pueden desaparecer en los próximos diez años, según Naciones Unidas (ONU). España es el país de Europa con mayor porcentaje de especies amenazadas.



Humedales del Delta del Ebro. Foto: Óliver Hernández


Humedales del Delta del Ebro. Foto: Óliver Hernández





Infraestructuras y ciudades más verdes
Para revertir esta situación, Suez España lleva tiempo realizando una serie de acciones comprometidas con la biodiversidad. Un compromiso que queda patente en '2019 en un zoom', su Informe de Desarrollo Sostenible (IDS) correspondiente a 2019. Durante el año pasado el grupo realizó 60 diagnósticos de biodiversidad, 45 de ellos en instalaciones ubicadas en espacios protegidos. Para el control de especies foráneas que colonizan los ecosistemas, los esfuerzos se han centrado en la flora exótica invasora en sus instalaciones. Se ha desarrollado el programa BiObserva STOP-invasorasque ofrece, a través de una metodología y herramientas propias (una plataforma web y una app móvil), la información necesaria para capacitar al personal de la instalación sobre cómo identificar especies, reportar observaciones y ejecutar planes de control.

Suez ha firmado una declaración dirigida a los gobiernos solicitando una reconstrucción económica basada en planes ecológicos
Los empleados también están implicados y colaboran en el seguimiento de aves que viven junto a las plantas de tratamiento. El programa BiObserva Voluntariado, implantado en 95 instalaciones, cuenta con la participación voluntaria de más de 270 trabajadores. Los avistamientos de avifauna en los centros de trabajo son registrados en una aplicación móvil y en plataformas web de acceso público. Las cerca de 60.000 observaciones realizadas han sido utilizadas internamente por el grupo para realizar planes de acción específicos y al mismo tiempo puestas a disposición de los científicos en la plataforma mundial de información de biodiversidad (GBIF), patrocinada por el Ministerio de Ciencia e Innovación y gestionado a través del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Suez en España es la entidad privada que más registros aporta.

De la misma manera, Suez España impulsa soluciones basadas en la naturaleza. Por un lado, la naturalización de las ciudades, con más áreas verdes en los centros urbanos para mejorar sus condiciones y hacer las urbes más resilientes al cambio climático. Por ejemplo, el parque de La Marjal en la ciudad de Alicante constituye una infraestructura verde urbana de referencia en España. Capaz de recoger 45 millones de litros de aguas pluviales, cumple también una función social, al ser un espacio municipal para usos de la ciudadanía, y ambiental, como pulmón verde que actúa además como refugio de especies de vegetación y avifauna de la zona. Por otro lado, Suez también impulsa soluciones en espacios naturales vulnerables de alto interés ecológico para mejorar su biodiversidad. Es el caso de los humedales del Delta del Ebro, depuradoras naturales del agua procedente del cultivo del arroz.

El agua, elemento esencial e indispensable para la vida, también es fundamental en este propósito. Suez ha firmado –junto con más de 150 grupos empresariales– una declaración conjunta dirigida a gobiernos y líderes políticos de todo el mundo solicitando que la reconstrucción económica para superar la actual crisis se lleve a cabo en base a planes ecológicos sostenibles. Relanzar una economía cero en carbono y limitar el calentamiento global del planeta en un máximo de 1,5ºC en el año 2030 forman parte de un plan para garantizar la transición de una economía gris a una economía verde.

 
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