Los saltimbanquis de Silicon Valley

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Los saltimbanquis de Silicon Valley
Publicado por Martín Sacristán
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Detalle de la cubierta de Los saltimbanquis.
Nadie hubiera augurado que Microsoft y Apple, dos moscas nacidas en garajes, acabaran haciéndose gigantes capaces de derrocar a la gran bestia de los ordenadores, IBM. Pero la mandaron a los últimos puestos de la cola en una intensa historia empresarial, llena de zancadillas y puñaladas, aciertos y fracasos. Esa batalla, que dio como fruto nuestras aplicaciones, las de nuestros teléfonos, ordenadores y tabletas, la libraron hombres a medio camino entre la megalomanía y la grandeza, como Steve Jobs y su versión Windows, Bill Gates. Lo hicieron ayudados por un ejército de directivos obligados a anteponer los resultados a cualquier consideración ética. Y es a este apasionante escenario de conflicto a donde nos devuelve la última novela de Juan José Gómez Cadenas, Los saltimbanquis, editada por Encuentro.

Gómez Cadenas ya nos había adentrado en el thriller científico con Materia extraña, revelando su habilidad para construir personajes. Ahora vuelve a hacerlo, recogiendo en esta ocasión los arquetipos que podríamos encontrar en cualquier consejo de dirección. Abogados, directores de marketing, directores de desarrollo o producto, toda esa fauna, en fin, que se mueve por las oficinas guiada por la ambición, la falta de escrúpulos, los ideales, y las ineludibles órdenes de arriba. Eso que algunos resumirían en la frase de «es el mercado, amigo». Pero que tiene otra cara: la narrada en Los saltimbanquis, la de personas cuyos sentimientos y emociones entran a veces en contradicción con las imposiciones de su trabajo. Será al protagonista de la novela, Iván Ormaechea, a quien más veremos sufrir por esta dualidad.

Iván trabaja para William Goldman, un trasunto de Bill Gates, quien le encargará negociar la compra de una compañía rival, Jazz Software. Pero su jefe no le pedirá solo que intervenga en la adquisición limpia, sino también en una maniobra en la sombra, en virtud de la cual acabarán quedándose con el mayor porcentaje de capital. Y ello para, una vez controlada, destruirla hasta sus cimientos. Porque Jazz Software distribuye un sistema operativo libre y gratuito, en oposición al de pago ofrecido por Goldman.

La dueña de Jazz Software se llama Clara Díaz de Deus, y muy bien podría ser el alter ego femenino de Linus Torvalds. Para quien no le conozca, Torvalds es el padre del sistema operativo Linux, y defensor del softwarelibre, gratuito, libremente distribuido, y con código abierto para que cada usuario lo personalice a su gusto. Y es que Gómez Cadenas nos transporta en su ficción a esa lucha informática entre quienes defienden un modelo empresarial colaborativo y quienes prefieren uno monopolístico. Lucha que hoy sigue librándose entre los dos extremos, y que nos afecta de forma diaria. Tanto si vemos en las noticias que algunos ayuntamientos de todo el mundo incorporan software libre como medio de garantizar el servicio a sus ciudadanos, como si somos conscientes de que para desarrollar nuestro trabajo diario empleamos aplicaciones de pago.

Son precisamente las reflexiones sobre nuestro presente en relación con la informática uno de los puntos fuertes de esta novela. Especialmente cuando Clara Díaz De Deus enumera los cuatro grandes derechos del usuario de software. Por su formulación, están a la altura de las tres leyes de la robótica de Isaac Asimov. Si el autor de Yo, robot, se movía en el mundo de la ciencia ficción, Gómez Cadenas se pega a la realidad de nuestro tiempo para hacernos reflexionar sobre el hecho de habernos convertido en usuarios de programas que determinan nuestra vida. Pero sobre los que no tenemos el control. Nuestra subsistencia depende de ellos, porque los necesitamos para desempeñar el trabajo que nos da de comer. Y dependiendo del fabricante que escojamos seremos también saltimbanquis, defendiendo la posición de Clara de Deus o la de William Goldam, cuyo sistema operativo en la novela tiene, no por casualidad, cuatro rectángulos, como el logotipo de Windows.

¿Son compatibles ambas posturas? Intentar responder a esta pregunta es el gran juego que plantea al lector Gómez Cadenas. Solucionando el dilema del prisionero. Y es que el escritor ha puesto su trama al servicio de uno de los problemas fundamentales de la teoría de juegos, el cual suele explicarse con dos sospechosos arrestados por la policía, cómplices de un delito. Sin pruebas suficientes para condenarlos, a ambos se les ofrece el mismo trato. Si ambos confiesan, serán condenados a seis años. Si uno confiesa y el otro lo niega, el que confiese saldrá libre y el cómplice cumplirá diez años. Si los dos lo niegan, serán condenados a un año y saldrán libres. ¿Cuál es la decisión más beneficiosa para ambos? No confesar. Pero para eso deberían ponerse de acuerdo, y ninguno de los dos puede saber lo que ha elegido su compañero. Dependiendo de si confían en él, o se mueven por el propio egoísmo, pasarán más o menos tiempo en la cárcel.

¿Qué hará Iván Ormaechea? ¿Ceder a sus ideales de que el software debe ser libre, o ser fiel a la empresa de Goldman y a su puesto de trabajo, acabando con el futuro de Jazz Software? El autor bucea profundamente en ese conflicto psicológico, permitiéndonos ver al protagonista y a los personajes que lo rodean lastrados por sus pasiones personales, cargas del pasado e ideología propia. En una situación laboral ideal deberían renunciar a todo eso, atender únicamente lo que sus jefes esperan de ellos y actuar en consecuencia, guiados por la lógica, mientras evitan que sus compañeros se les adelanten o les traicionen. Es el día a día de cualquier ejecutivo que trabaje en el opresivo ambiente de las multinacionales. Y Los saltimbanquis nos permite contemplarlo sin perder detalle, como a privilegiados espectadores de las primeras filas.

La novela introduce además el acercamiento al mundo del arte, que actuará como el gran desestabilizador en la resolución del dilema. Iván es uno de esos jóvenes que abandonó una temprana vocación artística para dedicarse a un oficio que le diera de comer. Su principal cómplice en la adquisición de la empresa rival es también un pintor. El lector se morderá las uñas muchas veces, preguntándose si las cosas terminarán como uno esperaría, con Iván renunciando a su idealismo y vendiendo su alma a la multinacional. O peor todavía, con él inmolándose a sus ideas y pereciendo junto a todos los demás en un mundo de tiburones. Recordemos que es casi imposible ganar en el dilema del prisionero, porque incluso saliendo libre ha de ser a cambio de una traición. El protagonista parece condenado a esta misma suerte, si no fuera porque Gómez Cadenas se ha guardado un as en la manga para rematar su libro. Conduciéndonos a un final inesperado, que es a la vez un sólido ejercicio de reflexión sobre el futuro al que nos está llevando el modo en que usamos el software.

Junto con todo ello, en Los saltimbanquis hay una fuerte carga de personajes españoles, que conviven con toda naturalidad con los norteamericanos, esos a los que nos tiene acostumbrados este tipo de narrativa. Todo un soplo de aire fresco, porque la ciencia y su desarrollo técnico se escriben también en nuestro idioma, y eso lo sabe mejor que nadie el autor. Fuera de su faceta de escritor es un prestigioso científico, empeñado en averiguar si es cierta la predicción del físico Ettore Majorana, esa de que una misma partícula puede ser materia y antimateria a la vez. Desde la profundidad del antiguo túnel ferroviario de Canfranc, en Huesca, dirige el experimento Next, tratando de observar esa cualidad en el neutrino. Una extraña partícula que atraviesa por millones nuestro cuerpo, y cualquier otro objeto sólido del universo, a una velocidad cercana a la de la luz sin alterar su trayectoria ni inmutarse.

No es desde luego la física que investiga Gómez Cadenas demasiado accesible al profano, pero a cambio nos entrega su capacidad de observar a la sociedad humana como si se tratase de un experimento. Con la objetividad que solo puede tener un científico y la sensibilidad de un artista es capaz de adentrarnos en la otra faceta de la ciencia. La de su aplicación técnica en el mundo práctico, a través de inventos que acabamos disfrutando todos y cada uno de nosotros. O más bien que disfrutaremos si somos capaces de reflexionar sobre qué acceso nos darán a ellos las empresas que los explotan. No hay duda de que él tiene su propia respuesta, a la que ahora podemos acceder desde el observatorio privilegiado de Los saltimbanquis.

http://www.jotdown.es/2018/04/los-saltimbanquis-de-silicon-valley/
 
Por qué no ha habido (aún) ninguna mujer gurú en Silicon Valley
Historias
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  • 8 ENE. 2019 01:47
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De izquierda aderecha: Ángela Ruiz, Margaret Hamilton, Hedy Lamarr y Ada Lovelace
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Los estereotipos, la falta de visibilidad de sus logros y la escasez de referentes dificultan que haya más mujeres en el sector tecnológico, uno de los que más empleos genera

Los expertos proponen medidas para fomentar su presencia en este campo

Una liga de hombres para promover la igualdad de mujeres en la ciencia

Hace 70 años, cuando los ordenadores, las tabletas y los libros electrónicos eran ciencia ficción, a una maestra de un pueblo de León se le ocurrió una idea para que sus alumnos no cargaran con tanto peso cuando iban a la escuela. Corría el año 1949 cuando Ángela Ruiz Robles patentó la primera propuesta de enciclopedia electrónica portátil, precursora del e-book.

No mucha gente, sin embargo, conoce a esta pionera inventora española, al igual que ha ocurrido con otras mujeres que han hecho importantes contribuciones a la tecnología. ¿Le suena el nombre de Ada Lovelace, considerada la primera programadora de ordenadores del mundo por elaborar el primer algoritmo? ¿Sabía que la actriz Hedy Lamarr ideó la tecnología que años después hizo posible el wifi? ¿O que Margaret Hamilton desarrolló el software que permitió a la NASA ir a la Luna?

Pese a contribuciones como éstas, el sector tecnológico sigue siendo hoy en día un mundo copado mayoritariamente por hombres. Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Microsoft), Mark Zuckerberg (Facebook), Larry Page (Google)... la lista de gurús de Silicon Valley es larga y básicamente masculina. ¿Por qué no hay más mujeres en puestos de liderazgo y en el mundo de la tecnología en general?

Entre las razones, Nuria Oliver, directora de investigación en Data Science en Vodafone, destaca los estereotipos culturales, la falta de visibilidad de los logros conseguidos por mujeres y la escasez de referentes femeninos. "Una de las barreras es que la cultura en el mundo de la tecnología es sexista y misógina, así que tenemos que hacer ver a las niñas todo lo que pueden hacer. Y a los niños, que ellas son tan capaces como ellos para la tecnología", apunta Oliver durante una entrevista en Madrid, donde participó en el proyecto Girls4Tech, organizado por la Real Academia de Ingeniería y la Fundación Esperanza Pertusa de Gioseppo.

publicado por la Universidad Camilo José Cela en noviembre, revela que sólo un 4,2% de las adolescentes españolas de 15 años piensa seguir una carrera STEM (siglas en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), frente al 12,10% de los adolescentes chicos.

Embajada de Suecia de Madrid en el Campus Madrid de Google parastartups.

Para combatir esos estereotipos que hacen que haya una distorsión "entre lo que los alumnos son capaces de hacer y lo que perciben que se les da bien", Van Grieken, catedrático de Ingeniería Química, propone "llevar a cabo un cambio metodológico en las aulas" como el que están ensayando en una treintena de colegios de la Comunidad de Madrid.

La consecuencia de estos estereotipos, dice Oliver, es que el porcentaje de chicas que se matriculan en carreras STEM "no sólo no está aumentando, sino que desde los años 80 ha ido descendiendo. En España, oscila entre un 10 y 20%, dependiendo de la universidad. En EEUU es más o menos similar mientras que en países como India o China es más alto", dice Oliver, que considera que se trata sobre todo de un problema del mundo occidental.

Youth for Technology Foundation, una organización que trabaja en Nigeria, Kenia y Uganda con el objetivo de dotar a los jóvenes de países pobres o en vías de desarrollo con las habilidades necesarias para acceder a los puestos de trabajo del sector tecnológico, considera que "la escasez de mujeres en este área es un problema global que requiere una respuesta global. En España un 18% de ingenieros son mujeres, en Nigeria un 13%, en Kenia, un 6% y en EEUU un 15%", repasa durante una entrevista en Madrid, donde participó junto a Oliver en Girls4Tech.

Los prejuicios sobre estas profesiones, coincide Harry, están detrás de ellos. "Hay estereotipos culturales muy enraizados. No sólo ocurre en Kenia o Nigeria. En EEUU, muchas chicas creen que si eres ingeniera vas a parecer rara o una friki y no vas a gustar a los chicos", explica esta emprendedora, partidaria de motivar a las jóvenes para que se dediquen a este sector "sin presionarlas".

"En África, por ejemplo, prevalece la idea de que si eres mujer no puedes ser ingeniera. Y luego están las expectativa sociales. En muchos países lo que se espera de una chica es que acabe el colegio y se ocupe de cuidar a su familia. Si comienzas una carrera tecnológica, estás descuidando las labores domésticas aunque, poco a poco, las familias están empezando a ver los beneficios de que las mujeres se dediquen a estas áreas", asegura.

Defensora de que el acceso a la tecnología es un derecho humano, Harry destaca que en los últimos ocho años el empleo vinculado con las carreras STEM en el mundo ha crecido un 17% más que en otros campos. "El 65% de los niños que ahora están en Primaria van a ocupar puestos de trabajo que aún no existen". En pocos años, añade, muchos empleos estarán automatizados, algo que "va a ampliar la brecha entre hombres y mujeres porque la Inteligencia Artificial (IA) se está aplicando sobre todo a servicios de atención al cliente, en muchos de los cuales trabajan mujeres como recepcionistas, administrativas, etc. Por eso es muy importante que haya más mujeres preparadas".

Las Top 100 Mujeres Líderes en España. "Yo hablo de lobby femenino porque me parece necesario para abrir puertas a las que vienen detrás e invitamos a los hombres a que forman parte de él", apunta Wullich.

Carme Artigas, cofundadora y directora de Synergic Partners, una compañía de consultoría de Telefónica especializada en Big Data, se ha acostumbrado a ser la única mujer en muchas reuniones y foros. En su opinión, algo está cambiando "pero no a la velocidad adecuada". "En mi época, en igualdad de condiciones elegían a un hombre; si eras mujer tenías que ser muchísimo más competente", asegura Artigas, que considera "que no debemos renunciar a nada por ser mujeres".

Respecto a las razones por las que a las mujeres les cuesta llegar a los puestos más altos, Njideka Harry considera que "a pesar de que, globalmente, las mujeres tenemos más educación que los hombres, ellos tienen es más confianza en sí mismos que nosotras, algo que se ha visto por ejemplo en estudios que demuestran que las mujeres piden menos aumentos de sueldo", apunta.

Intelygenz, invita a "desaprender" todos esos estereotipos que con frecuencia "también asumimos las mujeres".

MujeresTech, una organización que promueve la presencia de mujeres en el ámbito digital, en los eventos a los que asiste la mayoría de expertos son siempre hombres. "Cuando pregunto por qué no hay más mujeres me dicen que no las encuentran", señala. "La innovación la hacemos entre todos, empieza y termina con las personas. Tenemos que olvidarnos de los egosistemas para crear ecosistemas, esos lobbys para ayudarnos unas a otras, y en esos lobbys también tienen que estar los hombres", propone. El objetivo, añade, es lograr "un mundo en el que todos seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres".

https://www.elmundo.es/papel/historias/2019/01/08/5c1fa8fefdddff1f2f8b475b.html
 
Documental Secretos de Silicon Valley 1 - Fuerza magnética - DOCUMENTALES 2019,DOCUMENTALES CIENCIA
 
Influencers digitales: la era de la falsedad sustituye a la realidad
Los influyentes generados por ordenador son la última tendencia en el marketing de influenciadores, nacida y respaldada por Silicon Valley
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SeguirAna I. Martínez@aisabelms
MADRID
Actualizado:23/06/2019 03:36h
Adiós al «postureo» en Instagram, la otra gran lacra de las redes sociales

Se llama Lil Miquela. Es brasileña y vive en Los Ángeles (EE.UU). Tiene 19 años yes «influencer». Para la revista «Time» es una de las 25 personas más influyentes en internet. En Instagram le siguen 1,6 millones de personas y protagoniza campañas publicitarias para grandes marcas como Calvin Klein. Además de ser modelo, es también empresaria.

Su propia línea de ropa causa furor y se agota en minutos. Ha sido la reportera oficial del popular festival californiano Coachella, celebrado en abril, en el que entrevistó a Rosalía o J Balvin. Y, por si no fuera suficiente, está valorada en más de 125 millones de dólares. La joven parece tener por delante un futuro prometedor. O quizás no. Todo depende de lo que decidan sus creadores porque Lil Miquela no es real. Es una CGI («Computer Generated Influencer»), es decir, un «influencer» generado por ordenador, la última tendencia en el marketing de influenciadores.

«Se sustituye al tradicional prescriptor digital de carne y hueso por un personaje que se ha creado por ordenador. Esto es algo que ya se ha aplicado en cine, videojuegos o música»


El 2018 fue la consolidación definitiva de los «influencers» como medio de comunicación y plataforma publicitaria tras el «boom» de las redes sociales y la expansión de la tecnología móvil. Y es que los influenciadores digitales son capaces de difundir mensajes a sus seguidores con una influencia hasta ahora impensable. El negocio es redondo gracias a una ecuación infalible: una marca y un producto en manos de un «influencer» adecuado dan como resultado millones de ventas.

De hecho, se prevé que en 2019 la inversión en España en este sector supere los 100 millones de euros, triplicando lo facturado en 2018. «Se sustituye al tradicional prescriptor digital de carne y hueso por un personaje que se ha creado por ordenador. Esto es algo que ya se ha aplicado en cine, videojuegos o música», explica Luis Díaz, director general de la agencia de «influencer» marketing H2H.

Una trama bien estructurada
Lil Miquela nació en 2016 gracias a Brud, una «startup» de Los Ángeles respaldada por Silicon Valley. Cuando esta CGI empezó su actividad en Instagram, muchos dudaban de su realidad y esa incógnita aumentó aún más su número de seguidores. Sus creadores orquestaron un auténtico guión cinematográfico sobre su vida hasta que decidieron contar la verdad a través de una campaña publicitaria perfectamente orquestada: su amiga Bermuda le «hackeó» la cuenta para desvelar que Miquela no era de carne y hueso, como ella.

«La trama mantuvo enganchada a una audiencia que busca entretenimiento cuando consume una red social», explica Díaz. Nadie daba crédito a la dura realidad porque Miquela posa en sus fotos como una auténtica modelo, sube contenido a su perfil, publica Instagram Stories y responde a comentarios y mensajes de sus seguidores.

«Las nuevas generaciones no se plantean cuestiones que sí se hacen lo más veteranos», añade Luis Díaz. «Es decir -continua-, un niño le dice al asistente virtual que le ponga sus dibujos y ya está. No se cuestiona si los dibujos se los pone su madre, su padre o un dispositivo. Para él, esa información no es relevante. Interactuar con una máquina no es extraño para las nuevas generaciones». Y así es. El éxito de Lil Miquela no cesa. En su aventura le acompañan Bermuda, otra CGI con más de 138.000 seguidores en Instagram, y Blawko, un hombre con más de 137.000 seguidores, también creados por Brud.

Shudu Gram es otro ejemplo de gran éxito. Se trata de la primera supermodelo digital creada por el fotógrafo Cameron-James Wilson en 2017. «En ese momento estaba redirigiendo mi carrera. Había sido fotógrafo durante 10 años y sabía que era hora de hacer algo nuevo», explica. «Nunca pensé que tendría habilidades para trabajar en 3D. Me propuse crear un retrato hiperrealista de mi Barbie favorita, la Princesa de Sudáfrica, mezclando la moda, inspirándome en las modelos Naomi Campbell, Alek Wek e Iman. Tan pronto como publiqué su imagen, se volvió viral».

La nueva «diosa de ébano», recuerda el fotógrafo, fue compartida por Tyra Banks, «y a Alicia Keys y a Naomi Campbell les gustó. ¡Dio la vuelta al mundo!». Shudu es imagen de la prestigiosa firma de moda Balmain. Para las marcas, los CGI son un valor añadido a los tradicionales «influencers» porque «les permite tener mayor control sobre la acción publicitaria, sin poner en riesgo su imagen porque en realidad trabajan con el equipo de profesionales que está detrás del avatar», explica este experto. Pero también se trata de una cuestión de innovación y de llegar a un nuevo público.

También en España
«Creo que los modelos virtuales ofrecen a las marcas la posibilidad de participar en canales sociales de una manera más orgánica», añade por su parte Cameron-James Wilson. En España existe también el primer CGI español. Se llama David, es malagueño y tiene 25 años. Aunque acaba de terminar Derecho, no ejerce. Sus pasiones son viajar y la fotografía, tal y como demuestra en su Instagram ante más de 21.000 seguidores.

«Tenemos que dejar los juicios a un lado y poner el foco de manera positiva en qué me aporta y no tanto en quién o qué»
«Decidimos crearlo para experimentar de primer mano cómo funcionaba realmente un CGI dado el éxito que tienen en EE.UU.», explica el CEO de H2H. «Y nos ha sorprendido por la alta interacción que tiene», explica Díaz. Aunque no es real, los seguidores comentan sus fotos, le hacen preguntas y dan a «Me gusta» sin parar.

Aunque hay quien cree que los CGI vienen para deshumanizar las relaciones humanas, se trata «de una evolución o adaptación del mundo en el que vivimos», indica Laura Ferrer, psicóloga. «Tenemos que dejar los juicios a un lado y poner el foco de manera positiva en qué me aporta y no tanto en quién o qué», apunta.

Un futuro lleno de «fakes»
Los expertos coinciden en que los CGI no son una moda pasajera. «Han venido para quedarse. Y lo demuestra el hecho de que grandes grupos inversores estén invirtiendo y apostando en estas ‘startups’ de Silicon Valley. Lo que estamos viendo ahora es solo la punta del iceberg. 2020 va a ser su revolución», asegura Díaz.

«Da igual que la acción la haga un CGI. La empresa es la responsable, que es a quien beneficia dicha acción»
De momento, son muy pocos. Y por ello, las tarifas de los CGI « son 10 veces más altas que las de un ‘influencer’ de carne y hueso», añade Díaz. El sector se irá profesionalizando y regularizando. Así, la Comisión Federal de Comercio (FTC) de EE.UU. ha reconocido que «aún no ha abordado específicamente el uso de personas influyentes virtuales», pero recordó que las marcas que utilicen CGI para hacer publicidad debe ser «veraz y no engañosa».

En este sentido, Borja Adsuara, jurista digital, recuerda que «los ‘influencers’ están obligados a identificar los mensajes patrocinados», tal y como contempla la Ley General de la Publicidad, que prohíbe la publicidad engañosa. «Da igual que la acción la haga un CGI. La empresa es la responsable, que es a quien beneficia dicha acción», recuerda.

https://www.abc.es/tecnologia/redes...-sustituye-realidad-201906230202_noticia.html
 
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