Literatura, filosofía y espiritualidad

La Befana, leyenda de Navidad de la 'reina maga' de los niños italianos
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La leyenda de la Befana, que es muy antigua, pero muyyy antigua, cuenta que cuando los Reyes Magos llevaban los presentes para el Niño Jesús hacia Belén, se perdieron en el camino. ¿Sabes por qué? Los Reyes Magos perdieron por un momento de vista la brillante estrella que les guiaba, porque unas nubes muy oscuras ocultaron su estela.


Los Reyes, desesperados, comenzaron a preguntar a todas las personas que encontraban por el camino. Primero fue un pastor, que no supo contestar. '¿Una estrella?', preguntó extrañado el pastor... '¡Si con estas nubes no se ve ninguna!'.


Andando por el mismo camino, los Reyes Magos se encontraron con un niño, que tampoco supo contestar a su pregunta. 'Había una estrella muy brillante en lo alto del cielo, pero hace un rato que dejé de verla, y mis papás nunca me dijeron dónde está ese sitio que buscáis... ¿Belén?... Nunca me llevó con él a ese lugar'...




Los Reyes Magos continuaron preguntando a diferentes campesinos del lugar, pero ninguno supo contestar... y justo cuando ya estaban a punto de perder las esperanzas, cuando comenzaban a pensar que estaban realmente perdidos y no llegarían a tiempo de ver al niño Jesús, se encontraron con una anciana de cabellos blancos y ropa muy oscura: La Befana.


Los niños del lugar le tenía miedo, e incluso le llamaban 'bruja Befana', porque siempre estaba sola y andaba con ayuda de una vieja escoba por caminos muy largos y misteriosos.


Pues fue justo la anciana Befana la única que les pudo decir a los tres Reyes Magos qué camino seguir hacia Belén, ya que de tanto andar una vez la anciana Befana consiguió llegar hasta Belén.


Para agradecerle su ayuda, los tres Reyes Magos invitaron a la anciana a seguir el viaje con ellos hasta Belén, pero ella rehusó.


Más tarde la anciana Befana , arrepentida de haber dejado pasar la oportunidad de ver al recién nacido, salió en su busca de los Reyes Magos, pero ya era tarde, y no consiguió dar con ellos. Fue entonces cuando decidió regalar un dulce a todos los niños que se encontraba en su camino, con la esperanza de que algunos de ellos fuese el Niño Jesús.


Desde entonces, todos los niños reciben en navidad un regalo sorpresa o dulce de la anciana Befana, en recuerdo del día en el que nació el Niño Jesús.
 
Aristóteles . Moral a Nicómaco

Libro I· II· III· IV· V· VI· VII· VIII· IX· X

Patricio de Azcárate· Obras de Aristóteles· volumen 1· Madrid 1873

Biblioteca Filosófica. Aristóteles. Moral, tomo primero. Moral a Nicómaco. Obras filosóficas de Aristóteles. Obras de Aristóteles, puestas en lengua castellana por D. Patricio de Azcárate, socio correspondiente de la Academia de Ciencias Morales y Políticas y de la Academia de la Historia. Madrid [1873], Medina y Navarro, Editores. Calle del Rubio, núm. 25. (Imprenta de la Biblioteca de Instrucción y Recreo, Rubio 25, Madrid.) XXIV + 319 páginas.

Índice y sumario

Vida y obras de Aristóteles, V

Moral a Nicómaco
Libro primero

Teoría del bien y de la felicidad

Capítulo primero. El bien es el fin de todas las acciones del hombre.

Diversidad y subordinación de los fines que nuestra actividad se propone. – Importancia del fin y del bien supremos. – Superioridad de la ciencia política, única que nos los puede dar a conocer; grado de exactitud que se puede exigir de esta ciencia. – La juventud es edad poco a propósito para el estudio de la política, 3

Capítulo II. El fin supremo del hombre es la felicidad.

Diversidad de opiniones sobre la naturaleza de la felicidad; estudio de las más célebres e importantes. – Diferencia de métodos según que se parte de los principios o se sube hasta los mismos. – Cada cual juzga en general de la felicidad por lo que es su vida; al vulgo le basta ir en pos de los placeres; el amor a la gloria es el patrimonio de las naturalezas superiores, así como el amor a la virtud. – Insuficiencia de la virtud para producir por sí sola la felicidad; desprecio de la riqueza, 6

Capítulo III. De la Idea general de la felicidad.

Crítica del sistema de las ideas de Platón. Objeciones diversas; el bien no es uno, puesto que se da en todas las categorías, y que hay muchas ciencias del bien; el bien en sí y el bien se confunden. – Los pitagóricos y Espeusipo. – Distinción de los bienes que son bienes por sí mismos, y de los que sólo lo son a causa le otra cosa; dificultades de esta distinción. – El medio más seguro de conocer el bien es estudiarle en los bienes particulares que el hombre posee y utiliza, 10

Capítulo IV. El bien en cada género de cosas es el fin en vista del cual se hace todo lo demás.

La felicidad es el fin último de todos los actos del hombre; es independiente y perfecta. – La felicidad no se comprende bien sino mediante el conocimiento de la obra propia del hombre. Esta obra es la actividad del alma dirigida por la virtud, 13

Capítulo V. Imperfección inevitable de esta indagación de la felicidad.

El tiempo completará estas teorías; no debe exigirse en todas las cosas una precisión igual. – Importancia de los principios, 17

Capítulo VI. Justificación de la definición de la felicidad dada más arriba.

Para darse bien cuenta de esta definición, es preciso combinarla con los atributos diversos que vulgarmente se dan a la felicidad. – División de los bienes en tres especies: bienes del cuerpo, bienes del alma y bienes exteriores. – La felicidad implica necesariamente la actividad. – La actividad regida por la virtud es la más alta condición de la felicidad del hombre. Sin embargo de esto, los bienes exteriores completan también la felicidad y parecen accesorios indispensables, 18

Capítulo VII. La felicidad no es un efecto del azar; es a la vez un don de los dioses y el resultado de nuestros esfuerzos.

Dignidad de la felicidad comprendida de esta manera. Esta teoría concuerda perfectamente con el fin que se propone la política. – Entre todos los seres animados, sólo el hombre puede ser dichoso, porque es el único capaz de virtud. – No puede decirse que un hombre es dichoso mientras vive y está expuesto a los azares de la fortuna. – ¿Se sienten los bienes y los males después de la muerte?, 21

Capítulo VIII. La virtud es la verdadera felicidad.

No hay necesidad de esperar la muerte de un hombre para decir que es dichoso; la virtud es la que constituye la verdadera felicidad; y no hay nada más seguro en la vida humana que la virtud. – Distinción entre los acontecimientos de nuestra vida, según que son más o menos importantes. – Las pruebas fortifican y apoyan la virtud; el hombre de bien nunca se muestra abatido; serenidad del sabio y constancia de su carácter. – Necesidad de los bienes exteriores hasta cierto punto, 24

Capítulo IX. Influjo del destino de nuestros hijos y de nuestros amigos sobre nosotros.

Es también probable que después de nuestra muerte nos interesemos aún por ellos. Naturaleza de las impresiones que se pueden experimentar después que ha abandonado uno la vida; estas impresiones deben ser muy poco vivas, 27

Capítulo X. La felicidad no merece nuestras alabanzas: merecería más bien nuestro respeto.

Naturaleza relativa y subordinada de las cosas que pueden ser alabadas; no hay alabanzas posibles para las cosas perfectas; sólo cabe admirarlas; teoría ingeniosa de Eudoxio sobre el placer. – La felicidad merece tanto más nuestro respeto, cuanto que es el principio y la causa de los bienes que deseamos al esforzarnos por conseguirla, 28

Capítulo XI. Para darse cuenta de la felicidad es preciso estudiar la virtud que la produce.

La virtud es el objeto principal del hombre de Estado. Para gobernar bien los hombres, es preciso haber estudiado el alma humana. Límites en que debe encerrarse este estudio. – Cita de las teorías que el autor ha expuesto sobre el alma en sus obras exotéricas: dos partes principales en el alma, una irracional, otra dotada de razón. distinción en la irracional de una parte animal y vegetativa, y de otra que sin poseer la razón, puede por lo menos obedecer a esta. – división de las virtudes en intelectuales y morales, 29

Libro segundo

Teoría de la virtud

Capítulo primero. De la distinción de las virtudes en intelectuales y morales. La virtud y el hábito.

La naturaleza sólo nos da disposiciones; nosotros las convertimos en cualidades precisas y determinadas mediante el empleo que hacemos de las mismas. Haciendo esto aprendemos a obrar bien. – Importancia soberana del hábito; es preciso contraer buenos hábitos desde la más tierna infancia, 33

Capítulo II. Un tratado de moral no debe ser una pura teoría, sino ante todo un tratado práctico.

Debe de ser esto cualquiera que sea por otra parte la indecisión inevitable en los pormenores en que debe entrarse. Necesidad de la moderación; todo exceso en más o en menos destruye la virtud y la prudencia, 35

Capítulo III. Inmenso influjo del placer y de la pena en el destino humano y en la virtud.

Para juzgar bien de las cualidades que se poseen, es preciso atender a los sentimientos de placer y de pena que se experimentan después de haber obrado; el hombre de bien se complace en obrar bien; el malo, en obrar mal. – Máxima de Platón. – Inmenso influjo del placer y de la pena sobre el destino humano y sobre la virtud; el uso bueno o malo del placer o de la pena distingue profundamente a los hombres entre sí. – La moral y la política deben ocuparse sobre todo de los placeres y de las penas; también será esto objeto del presente tratado, 37

Capítulo IV. Explicación del principio, según el que se hace uno virtuoso ejecutando actos de virtud.

Diferencia entre la virtud y las artes ordinarias. Tres condiciones se requieren para que un acto sea verdaderamente virtuoso: saber, voluntad, y constancia. La primera condición es la menos importante. – Extraña manera que tienen los más de los hombres de entender la filosofía y la virtud; creen que bastan para esto vanas palabras, 40

Capítulo V. Teoría general de la virtud.

Hay tres elementos principales en el alma: las pasiones, las facultades y los hábitos. Definición de las pasiones y de las facultades. – Las virtudes y los vicios no son pasiones; tampoco son facultades; son hábitos, 41

Capítulo VI. De la naturaleza de la virtud.

Es en toda cosa la cualidad que completa y perfecciona esta misma cosa: virtud del ojo, virtud del caballo. – Definición del medio en matemáticas. El medio moral es más difícil de encontrar; el medio varía individualmente para cada uno de nosotros. – Exceso o defecto en los sentimientos y actos del hombre. – La virtud depende de nuestra voluntad; es en general un medio entre dos vicios. El uno peca por exceso, el otro por defecto. – Excepciones, 43

Capítulo VII. Aplicación de las generalidades que preceden a los casos particulares.

El valor, medio entre la temeridad y la cobardía. – La templanza, medio entre la corrupción y la insensibilidad. – La liberalidad, medio entre la prodigalidad y la avaricia. – La magnificencia. – La grandeza de alma, medio entre la insolencia y la bajeza. – La ambición, medio entre dos excesos que no han recibido nombre especial. – Numerosos vacíos que hay en las lenguas para expresar todos estos diversos matices. – La veracidad, medio entre la fanfarronería y disimulo. – La gracia, medio entre la bufonería y la rusticidad. – La amistad, medio entre la adulación y la aspereza. – La modestia, la imparcialidad, la envidia, la malevolencia, 46

Capítulo VIII. Oposición de los vicios extremos entre sí y con la virtud que ocupa el medio.

Oposición del medio a los dos extremos. Los extremos están más distantes uno de otro que lo están del medio que los separa. – En ciertos casos, uno de los extremos se aproxima más al medio. La temeridad está más cerca del valor que la cobardía; por lo contrario, la insensibilidad está más cerca de la templanza que la relajación. Dos causas de estas diferencias: una procedente de las cosas y otra de nosotros, 51

Capítulo IX. Dificultad de ser virtuoso, y consejos prácticos para serlo.

Deben estudiarse las tendencias naturales que sienta cada cual en sí e inclinarse al extremo contrario; medio de reconocer aquellas; necesidad de resistir al placer. – Insuficiencia de los consejos por precisos que sean; es necesario ejercitarse constantemente en la práctica, 52

Libro tercero

Continuación de la teoría de la virtud. Del valor y de la templanza

Capítulo primero. La virtud sólo puede aplicarse a actos voluntarios.

Definición de lo voluntario y de lo involuntario. – Dos especies de cosas involuntarias, según que se hacen por fuerza o por ignorancia. – Primera especie de cosas involuntarias. Diversos ejemplos de casos de fuerza mayor; acciones mixtas; son siempre en parte voluntarias. – La muerte es preferible a ciertos actos: el Alcmeon de Eurípides. – Definición general de lo voluntario y de lo involuntario. El placer y el bien no ejercen sobre nosotros un imperio irresistible. Con frecuencia es más justo culparse a sí propio que no a las causas exteriores, 55

Capítulo II. Continuación del mismo asunto: segunda especie de cosas involuntarias.

Las cosas involuntarias por ignorancia; dos condiciones; deben ir seguidas por el dolor y el arrepentimiento. – Es preciso distinguir entre obrar por ignorancia y obrar sin saber lo que se hace. – Ejemplos diversos. – Definición del acto voluntario; las acciones inspiradas por la pasión y el deseo no son involuntarias, 58

Capítulo III. Teoría de la preferencia moral o intención.

No se la puede confundir, ni con el deseo, ni con la pasión, ni con la voluntad, ni con el pensamiento; relaciones y diferencias de la intención con todas estas cosas. – La preferencia moral puede confundirse con la deliberación que precede a nuestras resoluciones, 61

Capítulo IV. De la deliberación.

La deliberación sólo puede recaer sobre cosas que están en nuestro poder; no hay deliberación posible respecto de las cosas eternas, ni en las ciencias exactas; sólo hay deliberación en las cosas oscuras y dudosas. – La deliberación recae sobre los medios que se deben emplear y no sobre el fin que se desea. Sólo afecta a las cosas que creemos posibles. Descripción del objeto de la deliberación. La preferencia viene después de la deliberación; ejemplo tomado de Homero. – Última definición de la preferencia moral, 63

Capítulo V. El objeto verdadero de la voluntad es el bien.

Explicación de esta teoría; dificultades de los sistemas según los que el hombre aspira al verdadero bien o sólo aspira al bien aparente. – Ventaja del hombre virtuoso; sólo el sabe encontrar la verdad en todos los casos, 67

Capítulo VI. La virtud y el vicio son voluntarios.

Refutación de una teoría contraria; el ejemplo de los legisladores y las penas que consignan en sus códigos prueban claramente que creen que las acciones de los hombres son voluntarias. – Respuesta a algunas objeciones contra la teoría de la libertad. Nosotros disponemos de nuestros hábitos; y a nosotros toca regirlos para evitar que nos arrastren al mal. – El deseo del bien no es efecto de una disposición puramente natural: resulta del hábito, que nos prepara a ver las cosas bajo cierto aspecto. – Resumen de todas las teorías anteriores; indicación de las que van a exponerse, 68

Capítulo VII. Del valor.

Es un medio entre el miedo y la temeridad. – Lo que se teme en general son los males. distinción de los males; hay unos que se deben temer y otros que es preciso saber despreciar; sólo deben temerse los males que proceden de nosotros. – El verdadero valor es el que se muestra en los mayores peligros y enfrente de los males más temibles; el mayor peligro es el peligro de la muerte en los combates. Belleza de una muerte gloriosa, 73

Capítulo VIII. De los objetos temibles.

Diferencias según los individuos; reglas generales que impone la razón; definición del verdadero valor. – Excesos y defectos relativos al valor; los celtas; el hombre temerario; el fanfarrón; el cobarde. – Relaciones del valor con la temeridad y con la cobardía. – El su***dio no es una prueba de valor. – Resumen, 74

Capítulo IX. Especies diversas de valor.

Hay cinco principales: – 1ª El valor cívico; los héroes de Homero; soldados que obedecían por temor a sus jefes: – 2ª El valor de la experiencia; ventajas de los soldados aguerridos; los soldados son muchas veces menos bravos que los simples ciudadanos; batalla de Hermaeum: – 3ª El valor de la cólera; efectos de la cólera; si a la par se puede reflexionar, se convierte en verdadero valor: – 4ª El valor que procede de la confianza que se tiene en el buen éxito; intrepidez y sangre fría en los peligros imprevistos: – 5ª El valor de la ignorancia, desaparece delante del verdadero peligro, 77

Capítulo X. Estimación del valor.

El valor es siempre muy penoso, y por esta causa merece tanta estimación. – Los atletas. – La virtud en general exige sacrificios y dolorosos esfuerzos. – Fin de la teoría del valor, 81

Capítulo XI. De la templanza.

Sólo se aplica a los placeres del cuerpo y no a todos. – No puede haber intemperancia en los placeres de la vista y del oído; sólo la hay indirectamente en los placeres del olor. – La intemperancia afecta más particularmente al sentido del gusto, y en general al del tacto; ejemplo de Filoxenes de Erix. – Carácter degradante y brutal de la intemperancia; no goza, ni aun mediante el tacto, más que en ciertas partes del cuerpo, 82

Capítulo XII. Más sobre la templanza.

Deseos naturales y generales; deseos particulares y facticios. Se peca raras veces en punto a deseos naturales; se peca las más a causa de las pasiones particulares, entregándose a ellas en condiciones poco convenientes. – La templanza en los dolores es más difícil de definir que la templanza en los placeres. – La insensibilidad respecto a los placeres es muy rara y no es propia del hombre. – Retrato del hombre verdaderamente templado, 84

Capítulo XIII. Comparación de la intemperancia con la cobardía.

La intemperancia parece que es más voluntaria, porque no es otra cosa que el resultado del placer que el hombre busca naturalmente. – Intemperancia y desorden de los niños; es preciso que el hombre someta sus deseos a la razón, como el niño debe someterse a las órdenes de su preceptor. – Fin de la teoría de la templanza, 87


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Libro cuarto

Análisis de las diferentes virtudes


Capítulo primero. De la liberalidad.


Su definición; la prodigalidad, la avaricia. Caracteres generales de la liberalidad; virtudes accesorias que ella supone. – La liberalidad debe graduarse por la fortuna del que da. – El liberal no siente excesivamente la pérdida de dinero; es dispuesto para los negocios. – La prodigalidad es mucho menos reprensible que la avaricia, por más que produzca algunas veces los mismos efectos. – La avaricia es incurable; grados diversos de la avaricia, 89


Capítulo II. De la magnificencia.


Su definición; su diferencia de la liberalidad. Defecto y exceso relativos a la magnificencia. – Cualidades del magnífico; sus designios; su manera de hacer las cosas. – Gastos en que se ejercita más especialmente la magnificencia; gastos públicos, gastos privados. – Exceso en la magnificencia: fausto grosero y sin gusto. – Defecto en la magnificencia : mezquindad, 96


Capítulo III. De la magnanimidad.


Definición. Los dos vicios opuestos: pequeñez de alma y vanidad presuntuosa. – El magnánimo no tiene otro norte que el honor; es el más virtuoso de los hombres. – Moderación del magnánimo en todos los grados de fortuna; con las ventajas de una gran posición se desenvuelve la magnanimidad. – Elevación y grandiosidad del magnánimo; su valor, su desinterés, su independencia, su lentitud y su indolencia, su franqueza, su gravedad silenciosa, sus maneras. – El hombre sin grandeza de alma. El necio vanidoso, 100


Capítulo IV. Del justo medio entre la ambición excesiva y la completa indiferencia respecto de la gloria.


No tiene nombre especial; es a la magnanimidad lo que la liberalidad a la magnificencia: Sentido equívoco de la palabra ambicioso, tomada ya en buen sentido, ya en malo. – El justo medio carece de nombre en muchos casos, 106


Capítulo V. De la mansedumbre, medio entre la irascibilidad y la indiferencia.


Descripción de la dulzura y de los dos extremos contrarios. Del carácter irascible; los hombres irascibles se irritan pronto y se calman pronto; con los atrabiliarios sucede todo lo contrario. – Dificultad de fijar con precisión los límites en que debe encerrarse la cólera, 107


Capítulo VI. Del espíritu sociable.


El hombre amable y el hombre que quiere complacer con demasía. La disposición media en este carácter se aproxima a la amistad. – El hombre que quiere agradar debe manifestar firmeza en ciertos casos y hacer sufrir también cuando sea necesario; sabe asimismo tratar las gentes según su posición. – Defectos opuestos a este carácter; la disposición media en este género no ha recibido nombre especial, 110


Capítulo VII. De la veracidad y de la franqueza.


Es un medio entre la vana jactancia, que hace que se suponga uno con cualidades que no tiene, y la reserva, que hace que se rebajen las que se tienen. – Carácter del verídico: detesta la mentira y la evita así en las cosas pequeñas como en las grandes. – El fanfarrón y el charlatán; sus motivos diversos. – Carácter reservado o irónico; Sócrates; la ironía, cuando es moderada, es digna de estimación y graciosa, 112


Capítulo VIII. Del donaire en el decir.


El hombre de buen tono sabe guardar un justo medio entre el bufón, que sólo se propone hacer reír, y el hombre de humor áspero que de nada se ríe. – Límites de la gracia de buen género; ejemplo tomado de la comedia antigua y de la nueva; regla por que se rige siempre el hombre bien educado. – Resumen, 114


Capítulo IX. Del pudor y de la vergüenza.


Es más bien una afección corporal que una virtud; sólo cuadra bien a la juventud. Más tarde, la vergüenza, que consiste en ruborizarse por lo que se hace, no puede nunca darse en el hombre de bien, el cual no hace jamás cosa mala. – La vergüenza indica por otra parte un sentimiento de honradez, 116


Libro quinto

Teoría de la justicia


Capítulo primero. Definición de la justicia.


Oposición general de los contrarios, y en especial de estos dos contrarios: lo justo y lo injusto. – Sentido diverso en que puede tomarse la palabra justicia. – Relaciones de la justicia con la legalidad y con la igualdad. – La justicia se refiere sobre todo a los demás; no es puramente individual; de aquí una diferencia entre ella y la virtud, con la que se confunde muchas veces, 119


Capítulo II. Distinción que debe hacerse entre la justicia o la injusticia y la virtud o el vicio. Especies de justicia.


La justicia es una especie de virtud distinta de la virtud en general, como la parte es distinta del todo. – Es preciso distinguir igualmente la justicia o la injusticia tomadas en general de la justicia o la injusticia en un caso particular. – La justicia de las acciones está de ordinario de acuerdo con su legalidad. – Es preciso distinguir dos especies de justicia; justicia distributiva, política y social; justicia legal y reparadora. Las relaciones de unos ciudadanos con otros son de dos especies, voluntarias e involuntarias, 123


Capítulo III. Primera especie de justicia.


La justicia distributiva o política se confunde con la igualdad. Lo justo es un medio como lo igual. La justicia supone necesariamente cuatro términos: dos personas que se comparan y dos cosas que se atribuyen a las personas. Pero es preciso tener en cuenta el mérito relativo de las personas, que es lo difícil. – La justicia distributiva puede representarse por medio de una proporción geométrica, en la que los cuatro términos están entre sí en las relaciones fijadas por los matemáticos, 126


Capítulo IV. Segunda especie de justicia.


Justicia legal y reparadora. La ley no debe tener en cuenta las personas; debe tender únicamente a restablecer la igualdad entre la pérdida causada al uno y el provecho que haya sacado el otro en aquellas relaciones que no son voluntarias. Esta especie de justicia es como a manera de una proporción aritmética. demostración gráfica. – Resumen de la teoría general de la justicia, 128


Capítulo V. La reciprocidad o el talión no puede ser la regla de la justicia.


Error de los Pitagóricos. – La reciprocidad proporcional de los servicios es el lazo de unión en la sociedad. Regla del cambio: papel de la moneda en todas las transacciones sociales. La función de la moneda, medida común de todo, es puramente convencional. – Definición general de la justicia y de la injusticia, 131


Capítulo VI. De los caracteres y condiciones de la injusticia y del delito.


Puede cometerse un crimen sin ser uno absolutamente criminal. – De la justicia social y política; del magistrado civil; su elevada función; su noble recompensa. – El derecho del padre y del amo o señor no puede confundirse con el derecho político; hay una especie de justicia política entre marido y mujer, 135


Capítulo VII. Distinción de lo natural y de lo puramente legal en la justicia social y en el derecho civil y político.


Las cosas naturales, sin ser inmutables, están sin embargo menos sujetas a cambios que las leyes humanas. En el fondo de cada disposición particular de la ley hay principios generales que no cambian. – Distinción del delito especial y de lo injusto en general, 137


Capítulo VIII. De la intención como elemento necesario del delito y de la injusticia.


Los actos involuntarios, o impuestos por una fuerza superior, no son actos culpables. De la premeditación; la cólera excusa en parte las acciones que bajo su influjo se cometen. – De las faltas que pueden perdonarse; de las faltas imperdonables, 139


Capítulo IX. Refutación de algunas definiciones de la injusticia.


Error de Eurípides. La injusticia que se hace es siempre voluntaria; la que se sufre, realmente no lo es nunca. Respuesta a algunas objeciones. Definición más completa de la injusticia. – No puede uno hacerse injusticia a sí mismo; Glauco y Diómedes. En un repartimiento inicuo, el culpable es el que lo hace y no el que lo acepta. – De los deberes del juez. – Dificultad y grandeza de la justicia. Clase especial de seres que pueden practicarla. Es una virtud esencialmente humana, 142


Capítulo X. De la equidad.


Relaciones y diferencias entre ella y la justicia. La equidad en ciertos casos está por encima de la justicia misma tal como la ley la determina. La ley necesariamente debe emplear fórmulas generales, que no pueden aplicarse a todos los casos particulares; la equidad repara y completa la ley. – Definición del hombre equitativo, 146


Capítulo XI. Imposibilidad de que sea uno realmente injusto para consigo mismo.


Del su***dio. La sociedad tiene razón en condenarlo; es un crimen para con ella. – Vale más sufrir una injusticia que cometerla. – Explicación de esta opinión, según la que puede uno ser injusto para consigo mismo: una parte del alma puede ser injusta con una de las otras partes. – Fin de la teoría de la justicia, 148


Libro sexto

Teoría de las virtudes intelectuales


Capítulo primero. De las virtudes intelectuales en general.


Necesidad de dar más precisión a las teorías precedentes; insuficiencia de las reglas generales. – Para explicar debidamente las virtudes intelectuales, se necesita hacer un estudio exacto del alma. En la razón hay dos partes distintas: una relativa a la ciencia y a los principios eternos e inmutables, la otra que delibera y calcula sobre las cosas contingentes. Destino diverso que tienen en el alma del hombre la sensación, la inteligencia y el instinto; la libre preferencia del alma, ilustrada por la razón, es siempre el principio del movimiento. La preferencia y la deliberación no se aplican nunca sino a lo venidero, 151


Capítulo II. De los medios que tiene el alma para alcanzar la verdad. De la ciencia.


El alma tiene cinco medios de alcanzar la verdad: el arte, la ciencia, la prudencia, la sabiduría y la inteligencia. – De la ciencia; definición de la ciencia; lo que se sabe no puede saberse de otra manera que como se sabe; el objeto de la ciencia es necesario, inmutable, eterno; la ciencia se funda en principios indemostrables, que da la inducción, y sobre los cuales se apoya el silogismo para sacar una conclusión, cierta, pero menos evidente que ellos. – Cita de los Analíticos, 154


Capítulo III. Del arte.


Definición del arte: es el resultado de la facultad de producir y no del acto propiamente dicho; sólo se aplica a las cosas contingentes, que pueden existir o no existir. La razón verdadera dirige el arte; y la inhabilidad es dirigida por una razón falsa, 155


Capítulo IV. De la prudencia.


Definición de la prudencia; sólo se aplica a las cosas contingentes; en qué se diferencia del arte y de la ciencia. Ejemplo de Pericles. Lamentable influjo de las emociones del placer y del dolor sobre la prudencia y conducta del hombre. – La prudencia, una vez adquirida, no se pierde jamás, 157


Capítulo V. De la ciencia y de la inteligencia.


La inteligencia, el entendimiento, es la facultad que conoce directamente los principios indemostrables. – La sabiduría o la perfecta habilidad debe ser considerada como el más alto grado de la ciencia: se eleva por encima de los bienes humanos y de los intereses personales: Fidias, Policleto, Anaxágoras, Tales. – La prudencia, que es esencialmente práctica, debe conocer ante todo los pormenores y los hechos particulares, 159


Capítulo VI. Relaciones de la prudencia con la ciencia política.


Aquella sólo se refiere al individuo, y rige como conviene sus intereses personales. El interés del individuo no puede separarse del de la familia y del Estado. – La juventud no puede tener prudencia, porque sólo se adquiere mediante una larga experiencia. – La prudencia no puede confundirse con la ciencia; se aproxima más a la sensación, 162


Capítulo VII. De la deliberación.


Carácter de la sabia deliberación; difiere de la ciencia; supone siempre una indagación y un cálculo; tampoco es obra del azar ni de la simple opinión. – Definición de la sabia deliberación; es un juicio recto aplicado a lo que es verdaderamente útil; puede ser absoluta o especial, 164


Capítulo VIII. De la inteligencia o comprensión y de la ininteligencia.


La inteligencia no se confunde con la ciencia ni con la opinión; se aplica a los mismos objetos que la prudencia; se manifiesta sobre todo en la rapidez para aprender y comprender las cosas. – Del buen sentido, 166


Capítulo IX. Fin a que tienden todas las virtudes intelectuales.


Se refieren todas a las acciones, es decir, a los términos inferiores y últimos. En general son dones de la naturaleza y no pueden adquirirse. Se producen y se aumentan con la edad. – Importancia que debe darse a los consejos de los hombres experimentados y de los ancianos, 167


Capítulo X. De la utilidad práctica de las virtudes intelectuales.


Comparación de la sabiduría con la prudencia. La sabiduría no tiene por fin especial la felicidad; la prudencia ilustra al hombre sobre los medios de llegar a la felicidad; pero en realidad no le hace más capaz de tenerla. La sabiduría y la prudencia contribuyen, sin embargo, a la felicidad del hombre, así como la virtud al señalar un fin loable a sus esfuerzos. – De la habilidad en el régimen de la vida; sus relaciones con la prudencia; no hay prudencia sin virtud, 169


Capítulo XI. De las virtudes naturales.


Las virtudes, que debemos a la naturaleza, no son hablando con propiedad virtudes, en tanto que no las hemos ilustrado por la razón ni fortificado mediante un hábito voluntario. Teoría de Sócrates, en parte verdadera y en parte falsa, sobre la naturaleza de la virtud. – La virtud no puede confundirse con la razón; pero sin razón no hay virtud. La prudencia es por otra parte inferior a la sabiduría, 171

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Libro séptimo

Teoría de la intemperancia y del placer


Capítulo primero. Nuevo objeto de estudio. El vicio, la intemperancia y la brutalidad.


La virtud contraria a la brutalidad es un heroísmo casi divino; dicho de los espartanos. Método que debe seguirse en estas nuevas indagaciones: exponer ante todo los hechos y las opiniones más generalmente recibidos; y después discutir las cuestiones controvertibles. – De la templanza y de la firmeza en el sufrimiento, 175


Capítulo II. Explicación de la intemperancia.


Uno es intemperante sabiendo que lo es. – Refutación de Sócrates, el cual sostiene que el vicio es resultado de la ignorancia; objeciones contra esta teoría. – Grados diversos de la templanza y de la intemperancia, según los casos. El Neoptolemo de Sófocles; peligro de los sofismas. – De la intemperancia absoluta y general. – Fin de las cuestiones preliminares sobre la intemperancia, 177


Capítulo III. De la ignorancia del intemperante.


La intemperancia, ¿se aplica a todo o sólo a los actos de cierto orden? Evidentemente la falta es mucho más grave cuando se comete conociéndola. – Explicación del error en que cae el intemperante; puede conocer la regla general, aunque no conocerla ni aplicarla en el caso particular de que se trate. – El silogismo del acto; el intemperante sólo conoce el último término y no el término universal. – Justificación definitiva de las teorías de Sócrates, que cree que el hombre hace el mal por ignorancia, 180


Capítulo IV. Especies de placeres y de penas con relación a la intemperancia.


¿Qué debe entenderse por la intemperancia tomada de una manera absoluta? – Especies diversas de placeres y de penas; placeres necesarios nacidos de las necesidades del cuerpo; placeres voluntarios. – La intemperancia y la templanza se refieren sobre todo a los goces corporales. – Distinción entre los deseos que son legítimos y laudables y los que no lo son; en los deseos de esta primera especie sólo es reprensible el exceso: Niobé, Sátiro. – La intemperancia y la templanza corresponden a la incontinencia y a la sobriedad, 184


Capítulo V. De las cosas que son naturalmente agradables y de las que se hacen tales mediante el hábito.


Gustos monstruosos y feroces; ejemplos diversos; gustos ridículos y malignos; no puede decirse que estos gustos sean prueba de intemperancia. – La intemperancia tomada en un sentido absoluto es lo opuesto a la sobriedad, 187


Capítulo VI. La intemperancia en la cólera es menos culpable que la intemperancia en los deseos.


El deseo está más desnudo de razón aún que la cólera. Ejemplos diversos. – Tres clases de placeres; la condición de los brutos no es tan baja como la del hombre degradado por el vicio, 190


Capítulo VII. Diversas disposiciones de los individuos relativamente a la templanza y a la incontinencia.


Carácter propio del hombre incontinente; su definición. – La violencia de los deseos hace las faltas más excusables. – Definición de la molicie. – La intemperancia puede tener dos causas, el arrebato o la molicie. Diferencia entre estas dos causas, 192


Capítulo VIII. Comparación de la intemperancia con el espíritu de incontinencia.


La intemperancia es menos culpable; no es reflexiva; es intermitente. La incontinencia, por lo contrario, es una perversidad profunda. – Retrato del intemperante, 195


Capítulo IX. El hombre templado sólo obedece a la recta razón.


La terquedad tiene alguna relación con el dominio de sí misma: motivos comunes de la terquedad. Del cambio de opinión; se puede cambiar de opinión solamente por motivos laudables; ejemplo de Neoptolemo. – La templanza se encuentra entre la insensibilidad, que rechaza los placeres más lícitos, y el desarreglo completo que hace perder el dominio de si mismo. – Relaciones de la templanza con la sobriedad; sus diferencias, 197


Capítulo X. La prudencia y la intemperancia son incompatibles.


Otro retrato del intemperante. – La intemperancia natural es más difícil de curar que la intemperancia que es resultado del hábito. – Resumen de las teorías sobre la intemperancia, 199


Capítulo XI. Naturaleza del placer.


Importa al filósofo, que estudia la ciencia política, conocer a fondo la naturaleza del placer y del dolor. – ¿Es el placer un bien? ¿Es el bien supremo? Argumentos en sentido diverso sobre esta cuestión. – De las especies y de las causas del placer. Respuesta a las diversas objeciones hechas contra el placer. El hombre prudente evita los placeres que no son absolutamente placeres, y que van acompañados de una mezcla de dolor, 201


Capítulo XII. Opiniones comúnmente seguidas sobre el dolor y el placer.


Error de Espeusipo. – Relaciones del placer con la felicidad; peligros de una excesiva prosperidad. La felicidad es el desenvolvimiento completo de todas nuestras facultades; y la actividad es por sí misma un verdadero placer, 204


Capítulo XIII. De los placeres del cuerpo.


Falsas teorías en esta materia; no deben proscribirse los placeres del cuerpo absolutamente; pero es preciso reducirlos a los límites dentro en los cuales son necesarios. – Causa del error que hace que se tomen los placeres del cuerpo por únicos placeres; son muchas veces un consuelo en medio de nuestros disgustos. La juventud. Los temperamentos melancólicos. – Naturaleza del hombre; necesidad del cambio que lleva consigo. Sólo Dios en su perfección no muda jamás. El hombre malo tiene gusto en cambiar sin cesar. – Fin de la teoría del placer, 207


Libro octavo

Teoría de la amistad


Capítulo primero. Caracteres generales de la amistad.


Es necesaria para la vida del hombre; su importancia individual: su importancia política. – La amistad es tan honrosa como necesaria. – Teorías diversas sobre la amistad y el amor. Explicaciones físicas: Eurípides, Heráclito, Empedocles. La amistad y el amor deben estudiarse en el hombre, 211


Capítulo II. Del objeto de la amistad.


El bien; el placer y el interés son las tres únicas causas que pueden dar lugar a la amistad. – Del gusto que se experimenta por las cosas inanimadas. – Benevolencia recíproca pero ignorada. Para ser verdaderamente amigos, es preciso conocerse y saber directamente el bien que se desean el uno al otro, 213


Capítulo III. Especies de amistad.


La amistad reviste el carácter de los motivos que la inspiran; y como ellos es de tres especies: por interés, por placer y por virtud. – Fragilidad de las dos primeras especies de amistad; los ancianos sólo aman por interés; y los jóvenes por placer. Amistades pasajeras de la juventud. – La amistad por virtud es la más perfecta y la más sólida. Pero también es la más rara; sólo se forma con el tiempo, y debe ser igual de una y otra parte, 215


Capítulo IV. Comparación de las tres especies de amistad.


Las amistades por interés duran lo que dura el interés mismo; las amistades por placer pasan generalmente con la edad; la amistad por virtud es la única que merece verdaderamente el nombre de amistad; y la única que resiste a la calumnia. – Las otras sólo son amistades en cuanto se parecen a esta, bajo ciertos puntos de vista, 218


Capítulo V. Distinción de la disposición moral y del acto mismo con relación a la amistad.


Puede ser uno sinceramente amigo sin ejercer actos de amistad: efectos de la ausencia. – Los ancianos y los de carácter rudo y austero son poco inclinados a la amistad. – La vida común es sobre todo el fin y la señal de la verdadera amistad. Alejamiento de los ancianos y de las personas de mal humor de la vida común: no por eso su afección puede ser menos verdadera, 220


Capítulo VI. La verdadera amistad no se extiende a más de una persona.


Las relaciones muy numerosas no pueden ser profundas. – La amistad por placer se aproxima más a la verdadera que la amistad por interés. – Amistades de los ricos: tienen amigos muy diversos; la verdadera amistad es muy rara respecto de ellos. – Resumen sobre las dos especies inferiores de amistad, 222


Capítulo VII. De la amistad o afección respecto de los superiores.


El padre y el hijo: el marido y la mujer; el magistrado y los ciudadanos. – Para que la amistad nazca y subsista, es preciso que la distancia entre las personas no sea muy grande; relación de los hombres con los dioses. – Cuestión sutil que esta consideración suscita, 223


Capítulo VIII. En general se prefiere ser amado a amar.


Papel del adulador. – De la causa que motiva el que se busque la consideración de los hombres que ocupan un alto puesto. – Ejemplo del amor materno. – La reciprocidad de afecto es principalmente sólida cuando se funda en el mérito especial de cada uno de los amigos; relación entre gentes desiguales. – Ridículo en que caen los amantes. – Relaciones entre los contrarios; no tienden el uno hacia el otro, sino que tienden al justo medio, 225


Capítulo IX. Relaciones de la justicia y de la amistad bajo todas sus formas.


Leyes generales de las asociaciones, cualesquiera que ellas sean. Todas las asociaciones particulares no son más que partes de la gran asociación política. Cada cual concurre en el Estado al interés común, que es el fin de la asociación general. – Fiestas solemnes; sacrificios, banquetes; origen de las fiestas sagradas, 227


Capítulo X. Consideraciones generales sobre las diversas formas de gobiernos.


Reinado, aristocracia, timocracia o república. Divisiones de estas tres formas: la tiranía, la oligarquía, la demagogia. – Sucesión de las diversas formas políticas. – Comparación de los diferentes gobiernos con las diversas asociaciones que presenta la familia. – Relaciones del padre a los hijos; poder paterno entre los persas; relaciones del marido a la mujer; relaciones de los hermanos entre sí, 229


Capítulo XI. Relación entre los sentimientos de amistad y de justicia bajo todas las formas de gobierno.


Los reyes, pastores de los pueblos. – Beneficios de la asociación paterna. La afección del marido por la mujer es aristocrática; la de los hermanos entre sí es timocrática. – La tiranía es la forma política en la que no hay, ni afección, ni justicia; la democracia es la forma en que se encuentran más estas cualidades, 231


Capítulo XII. De las afecciones de familia.


De la ternura de los padres para con sus hijos y de los hijos para sus padres; la primera es en general más viva que la otra. – Afección de los hermanos entre sí: motivos en que se apoya. – Afección conyugal: los hijos son un lazo más entre los esposos. – Relaciones generales de justicia entre los hombres, 233


Capítulo XIII. De las quejas y reclamaciones con relación a las distintas clases de amistad.


Las quejas y las reclamaciones no son de temer en las amistades por virtud; son más frecuentes en las amistades por placer; se producen sobre todo en las relaciones por interés. – Dos especies de relaciones interesadas: una puramente moral, otra legal. – De las reglas que deben seguirse en el justo reconocimiento y pago de las deudas o de las obligaciones que se han contraído. – ¿Debe medirse el valor de un servicio por la utilidad del que se aprovechó de él, o por la generosidad del que lo hizo? Diferentes sentimientos del favorecido y del bienhechor. – Superioridad de las amistades por virtud, 235


Capítulo XIV. De los disentimientos en las relaciones en que uno de los dos es superior.


Cada cual saca de la amistad lo que puede sacar; el uno, el honor; el otro, el provecho. – De los honores públicos. – De las relaciones en las que es imposible al hombre hacer todo lo que debe. – Veneración debida a los dioses y a los padres. – Relaciones del padre con el hijo, 239


Libro noveno

Teoría de la amistad. Continuación


Capítulo primero. De las causas de desavenencia en las relaciones en que los amigos no son iguales.


Equivocaciones recíprocas. – El que ha hecho el primer servicio, ¿deberá ser el que fije la tasa de la remuneración? Proceder de Protágoras y de los sofistas. – Veneración profunda que debe tenerse a los maestros que nos han enseñado la filosofía. – Leyes de algunos Estados en que las transacciones voluntarias no dan lugar a acciones jurídicas, 241


Capítulo II. Distinciones y límites de los deberes según las personas.


Delicadeza de estas cuestiones. Reglas generales; excepciones; casos particulares. – Deberes para con los padres, los amigos, los hermanos, los conciudadanos; deberes para con la ancianidad. – Consideraciones que deben tenerse en cuenta en todo caso, 244


Capítulo III. Rompimiento de la amistad.


Diversas causas que pueden producirlo. No hay motivo para quejarse a no ser que uno haya sido engañado con un afecto fingido. – Hipótesis en que uno de los amigos se hace vicioso; no debe romperse la amistad mientras no se pierda la esperanza de corregirlo. – Hipótesis en que uno de los amigos se hace más virtuoso; no debe este romper la amistad absolutamente, y debe guardar siempre alguna consideración al recuerdo del pasado, 246


Capítulo IV. El amigo de sí mismo y el amigo de los demás. Retrato del hombre bueno y del malo.


La amistad que se tiene con los demás procede de la amistad que se tiene consigo mismo. No puede uno amarse a sí mismo sino en cuanto se considera hombre de bien. – Retrato del hombre de bien; está en paz consigo mismo, porque hace el bien exclusivamente en vista del bien. La vida está para él llena de dulzura. – Relaciones de la amistad y del egoísmo. Retrato del hombre malo; sus desórdenes interiores; discordias de su alma; odio a la vida; horror de sí mismo. – El suicida. – Ventajas de la virtud, 248


Capítulo V. De la benevolencia.


Difiere de la amistad y de la inclinación. – Puede recaer sobre desconocidos y es muy superficial. – Influencia del aspecto en la persona en la amistad y el amor. – Cómo la benevolencia puede convertirse en amistad. – Motivo más común de la benevolencia, 250


Capítulo VI. De la concordia.


Se aproxima a la amistad. – No debe confundírsela con la conformidad de opiniones. – Admirables efectos de la concordia en los Estados; es la amistad civil. – Efectos desastrosos de las discordias: Eterocles y Polinice. – La concordia sólo es posible entre hombres de bien. – Los malos están perfectamente en desacuerdo a causa de su desenfrenado egoísmo, 252


Capítulo VII. Del beneficio.


El bienhechor ama en general más que el favorecido. – Falsas explicaciones de este hecho singular. Indebida comparación con las deudas; Epicharmo. Explicación particular de Aristóteles. – Amor de los artistas por sus obras; amor de los poetas por sus versos. – El beneficiado es en cierta manera la obra del bienhechor. – El placer activo superior al placer pasivo. – Hay complacencia en el bien que se hace; y se estima tanto más cuanto más trabajo ha costado. – Afecto más vivo de las madres para con sus hijos, 253


Capítulo VIII. Del egoísmo o amor propio.


El hombre malo sólo piensa en sí mismo: el hombre de bien sólo piensa en hacer el bien, sin tener en cuenta su propio interés. – Sofisma para justificar el egoísmo. Es preciso distinguir lo que se entiende por esta palabra. egoísmo reprensible y vulgar. El egoísmo que consiste en ser más virtuoso y más desinteresado que todo el mundo es muy laudable. – Sacrificio en obsequio de los amigos y de la patria; desdén de las riquezas. pasión excesiva por el bien y por la gloria, 255


Capítulo IX. Sobre si hay necesidad de amigos en la prosperidad.


Argumentos en diversos sentidos. – ¿Hay más necesidad de amigos en la desgracia que en la prosperidad? – El hombre de bien no puede vivir solitario; tiene necesidad de hacer el bien a sus amigos y de ver sus acciones virtuosas: cita de Theognis. Es obrar virtuosamente contemplar a sus amigos; sentir que se obra y se vive en el seno de sus amigos es un vivísimo placer, el cual sólo se consigue en la intimidad. – El hombre dichoso debe tener amigos virtuosos como él, 258


Capítulo X. Del número de amigos.


Amigos por interés deben tenerse pocos; porque no se puede servir a todos; amigos por placer basta un corto número de ellos; amigos por virtud deben tenerse sólo los que se puedan amar con intimidad; este número siempre es muy limitado. – El amor, que es el exceso del afecto, sólo se dirige a un sólo ser. – Las amistades ilustres no han tenido nunca lugar sino entre dos; pero puede amarse a muchos de sus conciudadanos, 262


Capítulo XI. ¿Cuándo son más necesarios los amigos, en la prosperidad o en la desgracia?


Razones en ambos sentidos: la presencia de los amigos y su simpatía alivian nuestras penas y aumentan nuestra felicidad. – Se debe ser muy parco en llamar a los amigos cuando a uno le ocurre algún disgusto o desgracia, e ir espontáneamente en busca de ellos cuando sufren. – Se debe mostrar poca impaciencia en exigirles servicios, pero tampoco rehusarlos obstinadamente. – Resumen, 264


Capítulo XII. Dulzuras de la intimidad.


La amistad es como el amor; es preciso que los amigos se vean. – Ocupaciones comunes que sirven para aumentar la intimidad. – Los malos se corrompen mutuamente. – Los buenos se mejoran con su trato recíproco. – Fin de la teoría de la amistad, 266


Libro décimo

Del placer y de la verdadera felicidad


Capítulo primero. Del placer.


Es el sentimiento mejor apropiado a la especie humana; inmensa importancia del placer en la educación y en la vida. – Teorías contrarias sobre el placer; tan pronto se dice que es un bien como que es un mal. – Utilidad de concordar nuestra conducta con las máximas que profesamos, 267


Capítulo II. Examen de las teorías antes indicadas sobre la naturaleza del placer.


Eudoxio le suponía el soberano bien, porque todos los seres lo buscan y lo desean. Eudoxio autorizaba sus teorías en el perfecto régimen de su conducta. – Argumentos tomados de la naturaleza del dolor; todos los seres huyen de él. – Opinión de Platón. – Solución particular de Aristóteles. – Lo que todos los seres buscan debe ser un bien. – El argumento tomado de los contrarios no es bueno, porque el mal puede ser lo contrario de otro mal. – Refutación de algunos otros argumentos. – El placer no es una simple cualidad; tampoco es un movimiento; tampoco es la satisfacción de una necesidad. – Los placeres vergonzosos no son verdaderos placeres. – Indicación de algunas soluciones. – Resumen: el placer no es el soberano bien; hay placeres que se desean, 268


Capítulo III. Nueva teoría del placer.


Refutación de algunas otras teorías; el placer no es ni un movimiento ni una generación sucesiva. – Especies diferentes del movimiento. Todos los movimientos en general son incompletos, y jamás son perfectos en un momento dado de la duración. – El placer es un todo indivisible, cualquiera que sea el instante de la duración en que se le observe, 273


Capítulo IV. Continuación de la teoría del placer.


El acto más completo es el que se hace en las mejores condiciones. – El placer completa y perfecciona el acto, cuando el objeto que siente y el objeto sentido están en las condiciones apetecidas. – El placer no puede ser continuo como no lo es tampoco la pena; debilidad humana. – Gusto de la novedad. – El hombre ama el placer, porque ama la vida. Estrecho enlace del placer con la vida, 275


Capítulo V. Diferentes clases de placeres.


Nace de la diferencia de los actos. – Se goza tanto más cuanto más placer se tiene en hacer las cosas. Los placeres propios de las cosas; los placeres extraños; los unos perturban a los otros, porque no pueden hacerse dos cosas a la vez. Ejemplo de los espectadores en el teatro y de sus distracciones. – Placeres del pensamiento; placeres de los sentidos. – El placer varía según los seres, y hasta de un individuo a otro en una misma especie. – La virtud debe de ser la medida de los placeres, 277


Capítulo VI. Rápida recapitulación de la teoría de la felicidad.


No es una simple manera de ser. Es un acto libre e independiente, sin otro fin que el mismo y conforme a la virtud. – La felicidad no puede confundirse con las diversiones y los placeres; la diversión no puede ser el fin de la vida: los jóvenes, los tiranos. – Máxima excelente de Anacarsis. – La diversión no es más que un reposo y una preparación para el trabajo. – La felicidad es un asunto extremadamente serio, 281


Capítulo VII. Continuación de la recapitulación de las teorías sobre la felicidad.


El acto del entendimiento constituye el acto más conforme a la virtud, y por consiguiente el más dichoso; puede ser el más continuo. – Placeres admirables de la filosofía. – Independencia absoluta del entendimiento y de la ciencia; tienen en sí mismos su propio fin; calma y paz profunda del entendimiento. Turbaciones de la política y de la guerra. El entendimiento es un principio divino en el hombre. – Superioridad infinita de este principio; grandeza del hombre; la felicidad consiste en el ejercicio de la inteligencia, 283


Capítulo VIII. Superioridad de la felicidad intelectual.


El segundo grado de la felicidad es el ejercicio de otra virtud, que no sea la sabiduría. La virtud moral se relaciona a veces con las cualidades físicas del cuerpo, y se une muy bien con la prudencia. – Superioridad de la felicidad intelectual. No depende casi en nada de las cosas exteriores. – La virtud consiste a la vez en la intención y en los actos. – La perfecta felicidad es un acto de pura contemplación. Ejemplo de los dioses. Es injuriarles el atribuirles otra actividad que la del pensamiento. – Ejemplo contrario de los animales; no tienen felicidad, porque no piensan. – La felicidad está en proporción del pensamiento y de la contemplación, 286


Capítulo IX. Relación de la felicidad con el bienestar exterior.


La felicidad supone un cierto bienestar exterior; pero este bienestar es muy limitado. – La posición más modesta no es incompatible ni con la virtud ni con la felicidad. – Opinión de Solon; opinión de Anaxágoras. No debe darse crédito a las teorías cuando no se conforman con los hechos. – Grandeza del sabio; es el amigo de los dioses; es el único dichoso, 289


Capítulo X. Importancia de las teorías y de la práctica.


Opinión de Theognis. – La razón sólo habla a los menos. Sólo mediante el temor del castigo puede ser dirigida y corregida la multitud. – Influjo de la naturaleza; necesidad de una buena educación; sólo la ley puede ordenarla. Sabios consejos dados al legislador por Platón. – Empleo simultáneo de la práctica y de la fuerza. Sólo la ley tiene poder para mandar eficazmente. – Educación pública; educación particular; utilidad de las reglas generales y de la ciencia; la experiencia. – Papel admirable del legislador. – Oficio poco útil y poco honroso de los sofistas que enseñan la política. Esta es indispensable. Los estudios teóricos sobre las constituciones pueden ser de alguna utilidad. – Colección de constituciones. – Relación de la política con la moral; anuncio de la Política de Aristóteles como continuación de su moral, 290

Por Filosofia.org
 
CUENTO EL PAJARITO PEREZOSO (por Anónimo)

Había una vez un pajarito simpático, pero muy, muy perezoso. Todos los días, a la hora de levantarse, había que estar llamándole mil veces hasta que por fin se levantaba; y cuando había que hacer alguna tarea, lo retrasaba todo hasta que ya casi no quedaba tiempo para hacerlo.
Todos le advertían constantemente:
- ¡eres un perezoso! No se puede estar siempre dejando todo para última hora...
- Bah, pero si no pasa nada.-respondía el pajarito- Sólo tardo un poquito más que los demás en hacer las cosas.

Los pajarillos pasaron todo el verano volando y jugando, y cuando comenzó el otoño y empezó a sentirse el frío, todos comenzaron los preparativos para el gran viaje a un país más cálido. Pero nuestro pajarito, siempre perezoso, lo iba dejando todo para más adelante, seguro de que le daría tiempo a preparar el viaje. Hasta que un día, cuando se levantó, ya no quedaba nadie.

Como todos los días, varios amigos habían tratado de despertarle, pero él había respondido medio dormido que ya se levantaría más tarde, y había seguido descansando durante mucho tiempo. Ese día tocaba comenzar el gran viaje, y las normas eran claras y conocidas por todos: todo debía estar preparado, porque eran miles de pájaros y no se podía esperar a nadie. Entonces el pajarillo, que no sabría hacer sólo aquel larguísimo viaje, comprendió que por ser tan perezoso le tocaría pasar solo aquel largo y frío invierno.

Al principio estuvo llorando muchísimo rato, pero luego pensó que igual que había hecho las cosas muy mal, también podría hacerlas muy bien, y sin dejar tiempo a la pereza, se puso a preparar todo a conciencia para poder aguantar solito el frío del invierno.
Primero buscó durante días el lugar más protegido del frío, y allí, entre unas rocas, construyó su nuevo nido, que reforzó con ramas, piedras y hojas; luego trabajó sin descanso para llenarlo de frutas y bayas, de forma que no le faltase comida para aguantar todo el invierno, y finalmente hasta creó una pequeña piscina dentro del nido para poder almacenar agua. Y cuando vio que el nido estaba perfectamente preparado, él mismo se entrenó para aguantar sin apenas comer ni beber agua, para poder permanecer en su nido sin salir durante todo el tiempo que durasen las nieves más severas.
Y aunque parezca increíble, todos aquellos preparativos permitieron al pajarito sobrevivir al invierno.
Eso sí, tuvo que sufrir muchísimo y no dejó ni un día de arrepentirse por haber sido tan perezoso.
Así que, cuando al llegar la primavera sus antiguos amigos regresaron de su gran viaje, todos se alegraron sorprendidísimos de encontrar al pajarito vivo, y les parecía mentira que aquel pajarito holgazán y perezoso hubiera podido preparar aquel magnífico nido y resistir él solito. Y cuando comprobaron que ya no quedaba ni un poquitín de pereza en su pequeño cuerpo, y que se había convertido en el más previsor y trabajador de la colonia, todos estuvieron de acuerdo en encargarle la organización del gran viaje para el siguiente año.

Y todo estuvo tan bien hecho y tan bien preparado, que hasta tuvieron tiempo para inventar un despertador especial, y ya nunca más ningún pajarito, por muy perezoso que fuera, tuvo que volver a pasar solo el invierno.




Lección / Moraleja:
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La pereza es mala consejera. No puedes dejar las cosas para 'despues' 'luego'...
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CUENTO CUANDO CON ASTUCIA SE INTENTA ENGAñAR A LA CONCIENCIA (por Anónimo)

Un hombre con dificultades en sus negocios hizo una promesa en el templo de que, si se arreglaban todos sus asuntos, vendería su casa y entregaría el dinero resultante a los pobres. Meses después su situación económica se solucionó. Acordándose de la promesa. colocó en la puerta de su casa un cartel que decía:
«Se vende casa con gato incluido».
Unos interesados preguntaron por el precio.
-La casa cuesta cinco monedas y el gato diez mil, pero no se venden separadamente -contestó el negociante.
Aquellas personas aceptaron la extraña propuesta y, puesto que les interesaba la casa, pagaron las diez mil cinco monedas. Cuando aquel hombre recibió el dinero, dio a los pobres las cinco monedas de la casa y se quedó para él las diez mil de la venta del gato.




Lección / Moraleja:
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por mucho que con astucia intentes engañar a la conciencia,sabes que las promesas hay que cumplirlas honestamente, no empleando subterfugios,
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CUENTO EL MISMO TIPO DE PAGO (por Anónimo)
Dos hombres se presentaron ante el juez de la localidad.

-Señoría -dijo el primero-, vengo a demandar a este individuo porque ha vendido toda la leña que ha cortado y no quiere darme mi parte.

-Si él ha cortado la leña, ¿qué es lo que tú has hecho? -interrogó el magistrado.
-Yo lo he estimulado dándole gritos de aliento y ánimo constantemente, eso ha provocado que cortara más leña de la habitual y que le pagaran una cantidad superior a la que normalmente recibe.

El juez se quedó pensando unos instantes.
-Lo que reclama este hombre es justo -sentenció.-Leñador, dame la bolsa con el dinero que has recibido y entregaremos la parte que le corresponde a este hombre. El juez cogió la bolsa del compungido leñador y la agitó ante la cara del hombre hasta que sonaron las monedas dentro.

-Éste es tu pago: ya tienes el sonido del dinero.




Lección / Moraleja:
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Al que actúa de manera sibilina para conseguir lo que no se ha ganado, merece ser condenado a recibir por premio lo trabajado.
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CUENTO APRENDER A PENSAR (PARáBOLA) (por Anónimo)

Sir Ernest Rutherford, presidente de la Sociedad Real Británica y Premio Nobel de Química en 1908, contaba la siguiente anécdota:

Hace algún tiempo, recibí la llamada de un colega. Estaba a punto de poner un cero a un estudiante por la respuesta que había dado en un problema de física, pese a que este afirmaba con rotundidad que su respuesta era absolutamente acertada. Profesores y estudiantes acordaron pedir arbitraje de alguien imparcial y fui elegido yo.

Leí la pregunta del examen y decía: "Demuestre como es posible determinar la altura de un edificio con la ayuda de un barómetro".
El estudiante había respondido: lleva el barómetro a la azotea del edificio y átale una cuerda muy larga. Descuélgalo hasta la base del edificio, marca y mide. La longitud de la cuerda es igual a la longitud del edificio.

Realmente, el estudiante había planteado un serio problema con la resolución del ejercicio, porque había respondido a la pregunta correcta y completamente.

Por otro lado, si se le concedía la máxima puntuación, podría alterar el promedio de su año de estudios, obtener una nota mas alta y así certificar su alto nivel en física; pero la respuesta no confirmaba que el estudiante tuviera ese nivel.

Sugerí que se le diera al alumno otra oportunidad. Le concedí seis minutos para que me respondiera la misma pregunta pero esta vez con la advertencia de que en la respuesta debía demostrar sus conocimientos de física.
Habían pasado cinco minutos y el estudiante no había escrito nada. Le pregunte si deseaba marcharse, pero me contesto que tenia muchas respuestas al problema. Su dificultad era elegir la mejor de todas. Me excuse por interrumpirle y le rogué que continuara.

En el minuto que le quedaba escribió la siguiente respuesta: coge el barómetro y lánzalo al suelo desde la azotea del edificio, calcula el tiempo de caída con un cronometro. Después se aplica la formula altura = 0,5 por A por T2. Y así obtenemos la altura del edificio.

En este punto le pregunte a mi colega si el estudiante se podía retirar. Se le dió la nota mas alta.

Tras abandonar el despacho, me reencontré con el estudiante y le pedí que me contara sus otras respuestas a la pregunta. Bueno, respondió, hay muchas maneras, por ejemplo, coges el barómetro en un día soleado y mides la altura del barómetro y la longitud de su sombra. Si medimos a continuación la longitud de la sombra del edificio y aplicamos una simple proporción, obtendremos también la altura del edificio.

- Perfecto, le dije, ¿y de otra manera?
- Si, contesto, este es un procedimiento muy básico: para medir un edificio, pero también sirve. En este método, coges el barómetro y te sitúas en las escaleras del edificio en
la planta baja. Según subes las escaleras, vas marcando la altura del barómetro y cuentas el numero de marcas hasta la azotea. Multiplicas al final la altura del barómetro por el numero de marcas que has hecho y ya tienes la altura. Este es un método muy directo.

Por supuesto, si lo que quiere es un procedimiento mas sofisticado, puede atar el barómetro a una cuerda y moverlo como si fuera un péndulo. Si calculamos que cuando el barómetro esta a la altura de la azotea la gravedad es cero y si tenemos en cuenta la medida de la aceleración de la gravedad al descender el barómetro en trayectoria circular al pasar por la perpendicular del edificio, de la diferencia de estos valores, y aplicando una sencilla formula trigonométrica, podríamos calcular, sin duda, la altura del edificio.

En este mismo estilo de sistema, atas el barómetro a una cuerda y lo descuelgas desde la azotea a la calle. Usándolo como un péndulo puedes calcular la altura midiendo su periodo de precesión. En fin, concluyo, existen otras muchas maneras. Probablemente, la mejor sea coger el barómetro y golpear con el la puerta de la casa del conserje. Cuando abra, decirle: señor conserje, aquí tengo un bonito barómetro. Si usted me dice la altura
de este edificio, se lo regalo. En este momento de la conversación, le pregunté si no conocía la respuesta convencional al problema (la diferencia de presión marcada por un barómetro en dos lugares diferentes nos proporciona la diferencia de altura entre ambos lugares) evidentemente, dijo que la conocía, pero que durante sus estudios, sus profesores habían intentado enseñarle a pensar.

El estudiante se llamaba Niels Bohr, físico danés, premio Nobel de Física en 1922, mas conocido por ser el primero en proponer el modelo de átomo con protones y neutrones y los electrones que lo rodeaban. Fue fundamentalmente un innovador de la teoría cuántica. Al margen del personaje, lo divertido y curioso de la anécdota, lo esencial de esta historia es que "le habían enseñado a pensar".

Por cierto, para los escépticos, esta
historia es absolutamente verídica.

 
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La bella leyenda del pájaro Toh


La leyenda del pájaro Toh es una historia que los antiguos mayas repitieron de generación en generación, para enseñarles a los jóvenes la importancia de mantener la humildad y ser solidarios con quienes nos rodean.

La leyenda del pájaro Toh es una antigua historia de origen Maya, más exactamente de la Península de Yucatán. Según dicen que los aventureros que se adentran en las selvas de esas regiones son guiados por el pájaro Toh para encontrar cenotes, es decir, estanques naturales ubicados en cavernas.


El pájaro Toh es un ave solitaria, que siempre está cerca de cuevas y sitios oscuros. Lo más característico de ella es su canto quejoso y su singular cola. Esta tiene un plumaje brillante que reluce con los rayos del sol. Esa cola se mueve como un péndulo y no es parecida a la de las demás aves de la región.




La soberbia no es grandeza sino hinchazón; y lo que está hinchado parece grande pero no está sano”.


-San Agustín-


Cuenta la leyenda del pájaro Toh que hace muchísimos años, esta ave formaba parte de la realeza natural. En aquel entonces tenía una larguísima cola de colores espectaculares. Era tan bella, que por eso mismo se le consideraba un ave superior. Todos los animales admiraban su bello plumaje y la trataban con especial deferencia.




Comienza la leyenda del pájaro Toh

Según la leyenda del pájaro Toh, tan bella y admirada era esta ave que se volvió sumamente presuntuosa y banal. Decía que no podía trabajar, porque temía que su bella cola se estropeara. Así que los demás pájaros tenían que conseguirle la comida y el agua. También elaborar sus nidos y preparar el sitio donde iba a dormir.


El pájaro Toh no hacía prácticamente nada. Se levantaba tarde y luego se iba al jardín real, donde estaban las aves más bellas de toda la selva. Allí todas se ponían a conversar banalidades y a reír de tonterías. Así pasaban todos los días de sus vidas.


Por lo demás, el pájaro Toh era un ave extremadamente caprichosa. No se conformaba con cualquier alimento, sino que siempre quería lo mejor. Aunque los demás pájaros se esforzaban por complacerla, nunca parecía estar a gusto con nada.







Una extraña tormenta

Una noche cualquiera, el búho, que era el más sabio de todos, dijo que se avecinaba una aterradora tormenta. De buena fuente sabía que tormentas así solo había cada 50 años. Era algo inimaginable. Truenos, rayos y centellas caerían sobre toda la selva. Era necesario que construyeran un refugio para sobrevivir.


Inmediatamente todos los pájaros se pusieron a trabajar. El pájaro carpintero, los guacamayos, los pericos y el tucán empezaron a cortar ramas para hacer un refugio. Los pájaros más grandes, como el pavo de monte y otros, llevaron las ramas más pesadas. Los pájaros pequeños, como los cuervos y las codornices juntaron pastos y pequeñas plantas para colaborar en la construcción.


Dice la leyenda del pájaro Toh que las nubes se veían cada vez más negras. Sin embargo, el pájaro Toh seguía como si nada estuviera ocurriendo. Solo estaba esperando a que los otros terminaran de construir el refugio para resguardarse en él. Sin embargo, los demás no daban abasto. Así que esta vez sí le recriminaron esa actitud. Molestos le pidieron que también ayudara.


Termina la historia y comienza la leyenda

El pájaro Toh se molestó por la exigencia de sus compañeros. Sin embargo, temiendo que lo dejaran sin lugar en el refugio, se unió a los constructores. Pasaron apenas unos cuantos minutos y se fatigó. Tenía mucha pereza de trabajar como un obrero. Esto no estaba hecho para él. Así que aprovechó un descuido de los demás y se escondió en una cueva.


Una vez estuvo dentro de la cueva, se recostó y se quedó dormido. Ni siquiera notó en qué momento comenzó la tormenta. Cayeron rayos y centellas, pero eso no lo despertó. Los pocos minutos en los que había trabajado lo dejaron exhausto. Lo malo es que la cueva era muy pequeña y toda su hermosa cola quedó colgando por fuera del lugar, pero eso no le importó. La tormenta duró todo un día y una noche, pero al día siguiente apareció el sol. Los demás pájaros salieron de su refugio y el pájaro Toh de su cueva.





Cuenta la leyenda del pájaro Toh que este pensó que todo seguiría igual. Tan pronto vio que la lluvia había cesado, se fue de nuevo al jardín real para seguir su rutina diaria. Sin embargo, cuando llegó todos comenzaron a reírse de él. Poco quedaba de aquella cola majestuosa, que la tormenta había destrozado por completo. Avergonzado, el pájaro Toh volvió a la cueva y no volvió a salir de allí. El castigo para su soberbia y su egoísmo fue tener que vivir solo, en un sitio apartado y trabajar por siempre para guiar a los exploradores.


Por Edith Sánchez

 
El amor según Schopenhauer


Cuando los del gremio de la filosofía hablamos del "amor", la cosa se pone seria. No es que tengamos atrapada la verdad en un frasco; mucho peor: mientras que los demás disfrutan del enamoramiento, nosotros problematizamos y divagamos sobre la misma hasta el punto de no poder amar "sin más". Claro, hay casos muy comprometedores. Pienso en el Banquete, Fedro y el Lisis. También hay casos más "correctos": el ama y haz lo que quieras, de San Agustín, etcétera.

El filósofo alemán Arthur Schopenhauer reconoce que toda inclinación tierna procede del instinto natural de los sexos. Nuestro filósofo nos dice que la cosa es sencilla: que cada macho busque una hembra y cosa solucionada. Pero la cuestión no es tan sencilla.

Eso que llamamos amor, dice nuestro autor, alcanza su más alto poderío cuando la voluntad individual se transforma en voluntad de la especie.

Al ser así, la sexualidad se transforma en revelación de la Voluntad de Vivir o Uno-Inconsciente. Por lo tanto, los principios que constituyen el fundamento de la actividad sexual humana están basados en que los individuos se unan por los impulsos irracionales de la voluntad y no por las sensaciones del amor sentimental. La voluntad traducida en "fuerza ciega" se manifiesta en toda su salvaje obstinación en el acto sexual. Schopenhauer concibe la vida como una tragedia (el final es siempre la muerte, y el dolor y el hastío predominan sobre los breves momentos de placer); por ello - según el filósofo- el acto sexual es una traición de los amantes al hijo que vendrá. El acto sexual implica la continuidad de la cadena de la vida, es decir, del dolor.

La vida para Schopenhauer es el "mal", la sexualidad el medio - también maligno- que impide el final del sufrimiento.

El filósofo llega a afirmar que las mujeres son la "trampa" que la especie pone al individuo para reproducirse. Tras la joven seductora se esconde una madre que, inconscientemente, contribuirá a la cadena del dolor con nuevas víctimas.

Schopenhauer se adelantó bastante a Jhon Gray al decir que el amor en el varón es inconstante, pues en el momento en que ya ha obtenido placer, disminuye la fuerza; en cambio, en la mujer crece a partir de ese instante. Según nuestro filósofo, esto es consecuencia del objetivo de la naturaleza que busca el crecimiento más considerable de la especie.

Quizás uno de los temas más criticados de la metafísica del amor del filósofo sea la justificación de la infidelidad masculina. Schopenhauer afirma que la infidelidad está permitida para el varón por la naturaleza; sin embargo la mujer, por el instinto maternal, permanece fiel, puesto que el instinto maternal le empuja a conservar junto a ella a la familia menuda. Por deducción, el filósofo afirma que la fidelidad en el matrimonio es artificial (fidelidad que es artificial en el varón y natural en la mujer). Por esta razón el adulterio en la mujer es imperdonable.

Para elegir una pareja, la primera consideración es la edad. Esto nos muestra que se aprecia mucho más la edad que la belleza; y esto en función a la posibilidad de concebir hijos. Es decir, toda persona - según Schopenhauer- pierde su atractivo según vaya alejándose del periodo propio para concebir (15 a 28 años).

La otra cuestión a tener en cuenta los enamorados es el esqueleto, pues es el fundamento del tipo de la especie. Schopenhauer es claro cuando afirma que después de la edad y de la enfermedad, nada nos aleja tanto como una conformación defectuosa: ni el rostro más hermoso podría indemnizarnos de una espalda encorvada; por el contrario, siempre será preferido un rostro feo sobre un torso recto. Un defecto del esqueleto siempre choca.

La siguiente consideración es cierta "plenitud de carnes"; por eso una mujer alta y flaca nos causa repulsión, porque no promete al feto un alimento rico. Así también, los pechos de una buena forma causan gran fascinación a los hombres, porque prometen rico alimento para los hijos (Schopenhauer advierte la peligrosidad de la obesidad con respecto a los intereses de la especie; las mujeres gordas con exceso excitan repugnancia en nosotros, porque ese estado morboso es un signo de atrofia del útero, y, por consiguiente, una señal de esterilidad. No es la inteligencia quien sabe esto - dice Arthur- , es el instinto.)

La hermosura de la cara no se apreciaría tanto - según nuestro filósofo- ; sin embargo, hay algunos puntos a tener en cuenta. La hermosura de la nariz, esto ayuda a mantener el tipo de la especie. Los ojos y la frente se relacionan con las cualidades psíquicas e intelectuales.

Y se preguntarán las mujeres: ¿De qué manera el genio de la especie les conduce a una mujer a elegir un varón?

Según Schopenhauer, las mujeres prefieren al hombre de entre 30 a 35 años, aun por encima de los jóvenes. La razón es simple: en estos años se da el apogeo de la potencia genésica. En cuanto a la hermosura del rostro, no preocupa. La fuerza y la valentía del varón son dos cuestiones a tener en cuenta. Según nuestro filósofo, serían los detalles que conquistan su corazón. Conquistan en función a la posibilidad de tener una generación de robustos hijos.

Encontramos en el texto de Schopenhauer un punto muy llamativo cuando éste dice que las mujeres pueden neutralizar muchos defectos del varón. De ahí que muchas mujeres elijan para sus parejas a hombres feísimos, pero nunca a hombres afeminados, porque este defecto no podrían neutralizarlo.

El filósofo alemán ha escrito bastante sobre el amor. En esa tarea se ha ganado la antipatía de las feministas, quienes critican su machismo.

Opinión

José Manuel Silvero
 
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