Las visitas más raras de los Grimaldi a España

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Me pareció un derroche innecesario que Pedro Ruiz le regalara un caballo a Estefanía.

Las visitas más raras de los Grimaldi a España: Alberto de Mónaco arqueólogo y la princesa Carolina de Hannover en un acuario​

El trío de hermanos Grimaldi por antonomasia, Carolina, Alberto y Estefanía, han hecho algunas visitas a España muy originales.​

La reina Sofía y Carolina de Mónaco en 2009 en Donosti/getty images

La reina Sofía y Carolina de Mónaco en 2009 en Donosti / GETTY IMAGES
SILVIA VIVAS Martes, 18 octubre 2022, 14:29
Tenemos claro cuáles son los objetivos turísticos de los Grimaldi cuando visitan España: los hijos de Carolina de Mónaco se van a Ibiza mientras la princesa de Hannover prefiere las cacerías en las fincas extremeñas donde acude la alta sociedad.

Pero a pesar de lo discretos que son los Grimaldi cuando vienen a España nos han dejado unas cuantas visitas oficiales y seudo oficiales que nos han descolocado. Como cuando Alberto de Mónaco se calzó un casco y se presentó en Atapuerca, la princesa Estefanía inauguraba tiendas en Barcelona o Carolina acudió a San sebastián a la reapertura de un aquarium.

Carolina de Mónaco en San Sebastián en 2009 reinaugurando un acuario​

Todavía coleaba la crisis de la familia real española con la familia principesca monegasca a cuenta de la candidatura de Madrid a las olimpiadas «frustrada» por Alberto de Mónaco y que culminó con el plantón de los Borbones en pleno a los Grimaldi en la boda de Charlène.

Con este panorama por delante la siempre correcta Carolina de Mónaco se presentó con un abrigo camel y un bolso de cocodrilo en San Sebastián para asistir junto a los reyes Juan Carlos de Borbón y doña Sofía a la reapertura del Aquarium de la ciudad vasca.

La excusa para convocar a la princesa de Hannover y que disfrutara del «aurresku» de salutación interpretado por la banda municipal de txistularis de Donosti aquella fría mañana de 2009 es que en 1928 su tatarabuelo, el príncipe Alberto I, y el antepasado de don Juan Carlos, Alfonso XIII, habían inaugurado hacía 80 años aquel aquarium. Sin duda la cita más rara que Carolina ha tenido en nuestro país.

Estefanía de Mónaco en la televisión española cantando (y con caballo)​

Más allá de que su madre Grace Kelly la obligara a vestirse de flamenca para asistir a la Feria de abril sevillana cuando ella era niña y que ella se lanzara a inaugurar tiendas en Barcelona allá por los 90 para hacer caja, la visita más mítica de la princesa Estefanía en nuestro país siempre será la que se produjo en los años 80 cuando Pedro Ruiz le regaló un caballo en un plató de televisión.
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Corría el año 1986 y Estefanía quería dejar de ser princesa y recibir reconocimiento como cantante susurro del éxito «Huracán». El caché, desde luego, lo tenía. Desembarcó en el programa de televisión española «Esta noche, Pedro», permaneció en Madrid apenas ocho horas, hizo playback una única canción y se embolsó por todo ello 12 millones de las antiguas pesetas.
Pero lo más bizarro fue, sin duda, el momento en el que el presentador y creador del programa, Pedro Ruiz, le regaló un caballo después de dedicarle unas rimas a la princesa en los que la emparejaba con el príncipe de Asturias. De los dos ofrecimientos, el del príncipe y del caballo, al único que hoz caso la princesa fue al segundo.

Alberto de Mónaco y su conexión con la arqueología (y Cantabria)​

Este fin de semana Alberto de Mónaco nos ha regalado una de las visitas más efusivas de los últimos tiempos y es que parece que de toda la geografía española Cantabria se ha convertido en su lugar feliz.

Hace doce años ya estuvo visitando el mismo lugar cántabro, las cuevas del Monte Castillo declaradas Patrimonio de la Humanidad en 2008 por ser un importante yacimiento de arte rupestre paleolítico.

El mismo tatarabuelo que propició que Carolina de Mónaco reinaugurara el aquarium donostiarra es el responsable de las visitas de Alberto de Mónaco a Puente Viesgo puesto que actuó de mecenas de las primeras excavaciones en dichas cuevas.
De hecho, en esta última visita Alberto se ha llevado una alegría doble, porque a su amor por la arqueología se une la sorpresa de que el gobierno cántabro ha decidido poner el nombre de Alberto I al centro de interpretación que se está construyendo en el lugar.

Y es que cada vez que puede Alberto de Mónaco se calza un casco de espeleólogo y visita un yacimiento arqueológico patrio. Como cuando este mismo verano se presentó de forma privada en Burgos para visitar el yacimiento de Atapuerca. Solo hay algo que le guste más que retomar su vena como arqueólogo, visitar explotaciones de productos ecológicos.
Gracias a esta afición en 2017 conseguimos vía Instagram su imagen más sorprendente: la del príncipe monegasco visitando a la aristocracia granjera española gracias a su visita a la dehesa toledana de Blanca Entrecanales Domecq, la finca El Milagro.
 
¿Y por qué le regalaron un caballo a Stephanie?, no he leído nada de que le gustase montar, nadar sí pero ¿montar a caballo?
 
¿Y por qué le regalaron un caballo a Stephanie?, no he leído nada de que le gustase montar, nadar sí pero ¿montar a caballo?
Está en el texto. Fue Pedro Ruiz que le regaló el caballo a Estefania para fardar de que era millonario y meterse a Estefania en el bolsillo.

Estefania si montaba a caballo también. Es tradición familiar. Ellos montan en la casa de campo suya Rocagel

Lo más bizarro fue, sin duda, el momento en el que el presentador y creador del programa, Pedro Ruiz, le regaló un caballo después de dedicarle unas rimas a la princesa en los que la emparejaba con el príncipe de Asturias.

De los dos ofrecimientos, el del príncipe y del caballo, al único que hizo caso la princesa fue al segundo.
 
Está en el texto. Fue Pedro Ruiz que le regaló el caballo a Estefania para fardar de que era millonario y meterse a Estefania en el bolsillo.

Estefania si montaba a caballo también. Es tradición familiar. Ellos montan en la casa de campo suya Rocagel

Lo más bizarro fue, sin duda, el momento en el que el presentador y creador del programa, Pedro Ruiz, le regaló un caballo después de dedicarle unas rimas a la princesa en los que la emparejaba con el príncipe de Asturias.

De los dos ofrecimientos, el del príncipe y del caballo, al único que hizo caso la princesa fue al segundo.
O sea que el tal Pedro Ruiz era un gilipollas.
 
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