José Saramago (1922 - 2010)

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Hasta la carne
Otros dirán en verso otras razones,
Quién sabe si más útiles, más urgentes.
Éste no cambió su naturaleza,
Suspendida entre dos negaciones.
Ahora, inventar arte y manera
De juntar el azar y la certeza,
Se lleve en eso, o no, la vida entera.

Como quien se muerde las uñas cercenadas.
José Saramago
 
catorce de junio

Cerremos esta puerta.
Lentas, despacio, que nuestras ropas caigan
Como de sí mismos se desnudarían dioses.
Y nosotros lo somos, aunque humanos.
Es nada lo que nos ha sido dado.
No hablemos pues, sólo suspiremos
Porque el tiempo nos mira.
Alguien habrá creado antes de ti el sol,
Y la luna, y el cometa, el espacio negro,
Las estrellas infinitas.
Ahora juntos, ¿qué haremos? Sea el mundo
Como barco en el mar, o pan en la mesa,
O el rumoroso lecho.
No se alejó el tiempo, no se fue. Asiste y quiere.
Su mirada aguda ya era una pregunta
A la primera palabra que decimos:
Todo.
Jose Saramago
 
Laberinto

En mí te pierdo, aparición nocturna,

En este bosque de engaños, en esta ausencia,

En la neblina gris de la distancia,

En el largo pasillo de puertas falsas.


De todo se hace nada, y esa nada

De un cuerpo vivo enseguida se puebla,

Como islas del sueño que entre la bruma

Flotan, en la memoria que regresa.


En mí te pierdo, digo, cuando la noche

Sobre la boca viene a colocar el sello

Del enigma que, dicho, resucita

Y se envuelve en los humos del secreto.


En vueltas y revueltas que me ensombrecen,

En el ciego palpar con los ojos abiertos,

¿Cuál es del laberinto la gran puerta,

Dónde el haz de sol, los pasos juntos?


En mí te pierdo, insisto, en mí te huyo,

En mí el cristal se funde, se hace pedazos,

Mas cuando el cuerpo cansado se quiebra

En ti me venzo y salvo, en ti me encuentro.

José Saramago
 
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