Jaime del Burgo, un quebradero de cabeza permanente para la Casa Real

El virus del hambre
El virus del hambre


Jaime del Burgo y su hija Ulla
  • JAIME DEL BURGO AZPÍROZ, EMPRESARIO
  • 16/03/2020 00:05
Querido director:

Esto no tiene sentido.

Acabo de regresar de Estados Unidos para estar cerca de los míos en caso de necesidad.

Dicho lo cual.

No se puede cerrar un país. No se puede restringir la libertad de los ciudadanos. No por esto. ¿Qué haremos el día en que nos enfrentemos a una pandemia de verdad donde los muertos no se cuenten por decenas sino por millones? La verdadera pandemia está por llegar.

La economía tiene que funcionar. Todos tenemos que trabajar. Y tenerle menos apego a la vida. Hay pánico a la muerte. No queremos aceptar nuestra única certeza: el destino que a todos nos llega. Ésta es una sociedad de cobardes atrincherada detrás de la pantalla de un móvil.

Durante muchos años, tú lo sabes bien, vivimos sufriendo un virus letal que se llamaba ETA. Y no dejamos de hacer nuestras vidas. Podríamos haber recibido un tiro en la nuca cualquier día, como aquella mafia hizo con tantos de nuestros amigos. La sociedad estaba infectada a un extremo imposible de comprender para quienes no estuvieron en la primera línea. ETA (mis cálculos) mató a 1 .000 personas. Hoy hay 5.000 muertos por este virus en el planeta y cerramos fronteras, coartamos la libertad de los ciudadanos y destruimos en horas un patrimonio económico global que hemos conseguido a base de mucho esfuerzo y sacrificio. Esto sí es letal. El #quédate en casa traerá miseria. Diezmará la clase media. Los que menos tienen no tendrán nada. Una cantidad ingente de negocios familiares que viven del día a día desaparecerán… en días. Y a ellos las ayudas gubernamentales no les llegarán. No hay ayuda capaz de paliar esta pérdida. España ha perdido en una semana 1/4 de su riqueza. Interioricémoslo: 1/4 de la riqueza en una semana. ¿Quédate en casa? Y luego, después del aislamiento, cuando el virus vuelva a surgir, ¿qué hacemos? ¿Vuelta a empezar? ¿Cuando los italianos recuperen la libertad y el virus se les presente otra vez porque lo importen los millones de turistas que reciben cada año… otra vez a casa?

El bien común se llama progreso. Esto es lo que hemos de proteger. Y esto es lo que estamos destruyendo. Sanos entre las ruinas vamos a quedar.
Por encima de la ley positiva está la ley natural. Esta rige mi vida desde que la conocí en las aulas a los 20 años. Así que yo voy a seguir viajando. Voy a seguir ocupándome de mis asuntos y de las personas que empleo. Voy a seguir viendo a mis socios y colaboradores como acostumbro. He sufrido tres embolias desde 2008, tres cicatrices hermosas en mi pulmón derecho. Y no me voy a quedar en casa. Lo digan los Rodolfo Chikilicuatre de Moncloa. Lo diga Trump. Lo diga el Papa de Roma. La ley natural que protege y ampara nuestras libertades en última instancia está por encima de todo.

Quiero dejarle a mi hija Ulla de cuatro meses un mundo mejor. Y si te mueres en el intento porque tienes la mala suerte de toparte con un virus que mata a un porcentaje irrisorio de los que lo contraen, pues te vas libre y en paz. No voy a dejarle un futuro mejor a nuestra hija quedándome en casa si me siento bien.

Condenamos al comunismo pero nos aprovechamos de sus miserias. Embargamos Cuba pero permitimos a China fabricar el pan de cada día porque la mano de obra explotada y esclava allá no vale nada. ¡Cuánta hipocresía! El socialismo y el comunismo siembran odio y miseria. Y la miseria… virus. Tenemos la oportunidad de aprender de esta lección: industrializar de nuevo Europa donde para nuestra vergüenza no producimos un ratón de ordenador. Esta sociedad está histérica. Las redes sociales la están volviendo loca. Estoy solo en un hotel donde podría haber mil cuartos ocupados de gente trabajando.

Si estás bien, sal a la calle y haz vida laboral normal. Trabaja. Si hacemos una vida anormal la anormalidad se instalará entre nosotros en todos los órdenes.

Tengamos un poco más de valor. Menos miedo a la muerte. Aquí todos estamos de paso unos años.

Hay que huir de las redes. Trabajar más que nunca para empezar a recuperar mañana tanta riqueza perdida por culpa no del virus, sino de unos dirigentes vergonzantes.
Ahora comprendo por que la Ortiz alias kk, se enamoró perdidamente de él.
 
Es curioso. Eso que él llama “selección natural” se ceba con los pobres.

Que igual es lo que él quiere, vamos.

Este señor es peor de lo que imaginaba: hizo el ridículo defendiendo a Telma, metiéndose con la presidenta de Navarra y ahora atentando contra algo tan valioso como la vida.

Sr de Burgo: en Europa no producimos ni un ratón de ordenador pero priorizamos la sanidad universal.

Váyase a EEUU y que su hija goce de toda la salud que su seguro médico le cubra.

A los que defendemos un estado basado en los derechos humanos, déjenos tranquilos.

Todo lo que rodea a las Rocasolano es caca pinchá en un palo. La Telma no decepciona nunca.
 
Vamos a ver, que se nos va el foco Cotilleril.

Yo a este hombre lo hacía todavía medio separado de Telma y resulta que ya tiene una hija de 4 meses?????

No os engañeis, nos tienen encerrados en casa porque no hay infraestructura ni mecanismo de proteger a la población por ausencia de un Plan de crisis cuando ya se veía venir. El virus no ha sido un cometa que ha caído sin aviso. China ya estaba colapsada e Italia cayó con semanas de antelación respecto a España.

Aquí falta previsión, buena gestión, reacción rápida y experta. Tenemos a grandes profesionales formados y preparados para actuar. Pero mientras los políticos lleguen a sus cargos por enchufes, intereses y tejemanejes, nos está bien merecido esta pésima gestión de la crisis Porque son gente que no está preparada Ni sabe llevar un país.

se les paga para que gestionen estas situaciones críticas cuando ocurren y salven vidas. No para que cobren dietas en tiempos de paz y se llenen los bolsillos a manos llenas.
 
No lo he terminado de leer.
Me horroriza.
Tres líneas he leído y se me ha encogido el estómago Es un escrito nazi.
QUE HORROR.
Que tipo tan peligroso.
yo que hoy ya estoy revuelta de por si, casi vómito
"demasiado apego a la vida" dice
menudo pedazo impresentable!

como me pega de amiguito de las hermanas
estos tres hablan y sube el pan...que bazofia ....
 
El virus del hambre
El virus del hambre


Jaime del Burgo y su hija Ulla
  • JAIME DEL BURGO AZPÍROZ, EMPRESARIO
  • 16/03/2020 00:05
Querido director:

Esto no tiene sentido.

Acabo de regresar de Estados Unidos para estar cerca de los míos en caso de necesidad.

Dicho lo cual.

No se puede cerrar un país. No se puede restringir la libertad de los ciudadanos. No por esto. ¿Qué haremos el día en que nos enfrentemos a una pandemia de verdad donde los muertos no se cuenten por decenas sino por millones? La verdadera pandemia está por llegar.

La economía tiene que funcionar. Todos tenemos que trabajar. Y tenerle menos apego a la vida. Hay pánico a la muerte. No queremos aceptar nuestra única certeza: el destino que a todos nos llega. Ésta es una sociedad de cobardes atrincherada detrás de la pantalla de un móvil.

Durante muchos años, tú lo sabes bien, vivimos sufriendo un virus letal que se llamaba ETA. Y no dejamos de hacer nuestras vidas. Podríamos haber recibido un tiro en la nuca cualquier día, como aquella mafia hizo con tantos de nuestros amigos. La sociedad estaba infectada a un extremo imposible de comprender para quienes no estuvieron en la primera línea. ETA (mis cálculos) mató a 1 .000 personas. Hoy hay 5.000 muertos por este virus en el planeta y cerramos fronteras, coartamos la libertad de los ciudadanos y destruimos en horas un patrimonio económico global que hemos conseguido a base de mucho esfuerzo y sacrificio. Esto sí es letal. El #quédate en casa traerá miseria. Diezmará la clase media. Los que menos tienen no tendrán nada. Una cantidad ingente de negocios familiares que viven del día a día desaparecerán… en días. Y a ellos las ayudas gubernamentales no les llegarán. No hay ayuda capaz de paliar esta pérdida. España ha perdido en una semana 1/4 de su riqueza. Interioricémoslo: 1/4 de la riqueza en una semana. ¿Quédate en casa? Y luego, después del aislamiento, cuando el virus vuelva a surgir, ¿qué hacemos? ¿Vuelta a empezar? ¿Cuando los italianos recuperen la libertad y el virus se les presente otra vez porque lo importen los millones de turistas que reciben cada año… otra vez a casa?

El bien común se llama progreso. Esto es lo que hemos de proteger. Y esto es lo que estamos destruyendo. Sanos entre las ruinas vamos a quedar.
Por encima de la ley positiva está la ley natural. Esta rige mi vida desde que la conocí en las aulas a los 20 años. Así que yo voy a seguir viajando. Voy a seguir ocupándome de mis asuntos y de las personas que empleo. Voy a seguir viendo a mis socios y colaboradores como acostumbro. He sufrido tres embolias desde 2008, tres cicatrices hermosas en mi pulmón derecho. Y no me voy a quedar en casa. Lo digan los Rodolfo Chikilicuatre de Moncloa. Lo diga Trump. Lo diga el Papa de Roma. La ley natural que protege y ampara nuestras libertades en última instancia está por encima de todo.

Quiero dejarle a mi hija Ulla de cuatro meses un mundo mejor. Y si te mueres en el intento porque tienes la mala suerte de toparte con un virus que mata a un porcentaje irrisorio de los que lo contraen, pues te vas libre y en paz. No voy a dejarle un futuro mejor a nuestra hija quedándome en casa si me siento bien.

Condenamos al comunismo pero nos aprovechamos de sus miserias. Embargamos Cuba pero permitimos a China fabricar el pan de cada día porque la mano de obra explotada y esclava allá no vale nada. ¡Cuánta hipocresía! El socialismo y el comunismo siembran odio y miseria. Y la miseria… virus. Tenemos la oportunidad de aprender de esta lección: industrializar de nuevo Europa donde para nuestra vergüenza no producimos un ratón de ordenador. Esta sociedad está histérica. Las redes sociales la están volviendo loca. Estoy solo en un hotel donde podría haber mil cuartos ocupados de gente trabajando.

Si estás bien, sal a la calle y haz vida laboral normal. Trabaja. Si hacemos una vida anormal la anormalidad se instalará entre nosotros en todos los órdenes.

Tengamos un poco más de valor. Menos miedo a la muerte. Aquí todos estamos de paso unos años.

Hay que huir de las redes. Trabajar más que nunca para empezar a recuperar mañana tanta riqueza perdida por culpa no del virus, sino de unos dirigentes vergonzantes.
hacia tiempo que no leía un engendro semejante
 
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