Hilo de cotilleos sobre el mundillo taurino

Gracias por la información. La verdad es que esta historia es sobrecogedora. @Citadelpie sabes si tenía hijos?

He leído esto también (en el Español):
Hay un bar en Villafranco de Guadiana que regenta Marce, el que fuera suegro de Antonio Ferrera. El diestro se casó con la hija de este hombre en 2007. El matador de toros tenía 29 años. En la boda estuvieron presentes 700 invitados, entre ellos el presidente extremeño Fernández Vara.

La pareja llevaba “media vida de novios”, cuentan varios hombres en la puerta del local, por la que aparece otro Marce, hijo del dueño y excuñado de Antonio Ferrera. “Aquí no queremos saber nada de ese hombre. Lo siento”. Uno de los clientes cuchichea con otro en presencia del periodista: “Tras el divorcio, que fue a los cuatro o cinco años de casarse, las familias no se hablan. Ellos acabaron muy mal”.
 
Traigo mas novedades de Ferrera,
Por lo visto, se habia divorciado de la mujer, y ahora tenia otra novia, esta le habia dejado, y cuando lo dejan se coge unas depresiones tremendas.
Se dijo en un principio, que se habia tirado del puente, pero no ha sido asi, por lo visto, a las 7 de la mañana, se fue al rio, se desnudo, dejando la ropa en la orilla ( de ahi que lo encontrasen desnudo) y se metió en el agua, y fueron los viandantes quienes lo vieron, dando por hecho que se habia tirado, pero no, se habia metido el, queriendo dejarse morir. Ya que lo recogieron los bomberos con una hipotermia y cuadro de ansiesdad.
Maestro recuperate cuanto antes, que tienes q darnos mas tardes de gloria

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La pareja llevaba “media vida de novios”, cuentan varios hombres en la puerta del local, por la que aparece otro Marce, hijo del dueño y excuñado de Antonio Ferrera. “Aquí no queremos saber nada de ese hombre. Lo siento”. Uno de los clientes cuchichea con otro en presencia del periodista: “Tras el divorcio, que fue a los cuatro o cinco años de casarse, las familias no se hablan. Ellos acabaron muy mal”.

El su***dio de un torero
José Luis Escañuela /Sevilla /21 may 2019

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En Atenas los cuerpos de los suicidados no hallaban lugar en los cementerios, de los que eran apartados; aun hoy se oculta la realidad del óbito de quienes la escogen frente a aquello que llaman vida, no en vano fue Séneca quien, lo ensalzó como el último acto valeroso de una persona libre.

La noticia cuenta que un torero se arrojó de un Puente sobre el lecho de un río, y fue encontrado con hipotermia y un ataque de ansiedad; no estoy seguro que quisiera ser hallado, cuanto menos salvado.

El su***dio ha crecido en un sesenta por ciento en los últimos cincuenta años según los datos de la OMS, hasta el punto de que es la décima causa de muerte a nivel mundial. En España, se llegan a omitir los estados civiles de quienes optan por partir, no sea que demuestre la iniquidad de determinadas leyes.

Qué pasó por la mente del torero, antes de lanzarse por ese puente de la ciudad de Badajoz, es algo que solo pertenece a él. Sin embargo, al contarse en formato de noticia, ésta ha pasado a formar parte de una segunda muerte: la social. Y es que probablemente Ferrera tuviera un plan B, cual fuera fingir su propia muerte. Si así fuera, logró su objetivo.

En este sistema plagado de convenciones y tabúes, suicidarse se ha convertido en algo vetado y forma parte del horror del imaginario colectivo. Sin embargo, el su***dio nos demuestra el valor; el calculado arrojo de enfrentarse con el propio destino anticipado de nuestra existencia. Y es que el fracaso tal vez no sea permanecer, sino rebelarse.

La imagen del torero permanentemente desafiando a la muerte sorprende por ser a ésta a quien se enfrenta cada día a las cinco de la tarde. Sucumbir a lo que no se tiene miedo es el mayor gesto de arrojo que se me ocurre. No hay acto más valeroso.

Y es que no hay mayor reto que asumir que tal gesto aprehende póstumamente a quien atribuyes el hecho. A qué humillación o deslealtad recibidas ha de atribuírsele. Y es que no se trata de un desprecio a seguir viviendo, sino solo un desdén a la existencia biológica que queda por delante. En este escenario de devastación, el suicida se venga con su acción de quien lo mató civil o personalmente.

En este caso, el del torero, como el del notario, o el injustamente apartado de sus hijos por una denuncia falsa de género, el su***dio trata de lo que cantara magistralmente Bambino, “se me va, y no puedo ya luchar ya por retenerlo, este amor se me ha ido muriendo y por eso de mis manos se me va....”

Así las cosas, -ay que vida más oscura- Ferrera es inmortal y lo será para siempre. Él reúne el valor de todos los que quieren y no pueden. El inmenso poder de disponer sobre uno mismo legendariamente. Así que maestro, va por usted... Yo también hallaría alguna causa. aunque lo paradójico es que a quien va dirigido, es probablemente el único o la única a quien le es irrelevante y ese es el único laberinto de hecho tan quimérico.

Y una última reflexión: al igual que el más importante periódico de esta ciudad oculta los suicidios supliéndolo piadosa o hipócritamente del escaparate social, ¿era mucho pedir que la noticia fijara una causa súbita de lo que seguro fue una desgraciada y accidental caída atribuida a una deslealtad?

Waiting for a sunny day.
http://elcorreoweb.es/opinion/columnas/el-su***dio-de-un-torero-GF5456008
 
Última edición:
Las desdichas del torero Ferrera antes de tirarse al Guadiana: el divorcio, una muerte y la lesión

La ruptura con la mujer de toda su vida, el fallecimiento de su 'padre' taurino, José María Manzanares, y una fractura en un brazo que lo apartó dos años de los ruedos han conducido al diestro a que "no pase por su mejor momento anímico".

“Ese niño quería ser torero como fuera”, cuentan este pasado jueves al reportero los cuatro miembros de un corrillo de jubilados de Villafranco del Guadiana, un pueblo de colonos y casas de planta baja a 10 minutos en coche de Badajoz capital.


“Aunque yo creo que quien tenía más ansias era su padre, Antonio el guardia civil. Se llevaba al chiquillo, Antoñito, a la finca del difunto José María Manzanares en Cáceres para que le enseñase a torear. En esa foto que me enseñas- dice Juan, uno de los tertulianos- el niño está con Manzanares. ¡Hasta se parecen y todo! Menos mal que Ferrera no murió el otro día...”.

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Antonio Ferrera de niño junto a José María Manzanares padre en la finca cacereña del torero

Los 1.500 habitantes de Villafranco del Guadiana se despertaron sobresaltados dos días antes de que EL ESPAÑOL visite la localidad. El martes, pasadas las siete de la mañana, su vecino más ilustre, el torero Antonio Ferrera, cayó al río Guadiana desde uno de los cuatro puentes que hay dentro de la ciudad de Badajoz. Fue el de la Autonomía, al que los pacenses también conocen como puente de las Tres Cabezas por una escultura que hay en uno de sus márgenes.

Ferrera, que llevaba dos años codeándose con los grandes nombres del toreo español, se precipitó desde una altura de unos 15 metros. En ningún momento llegó a perder el conocimiento. Sufrió una hipotermia. Varios testigos alertaron a los servicios de emergencias y una dotación de bomberos lo rescató con la ayuda de una lancha. Ahora se recupera en un hospital.

Una pregunta quedó latente desde entonces. La respuesta conduce a que fue un acto voluntario. “No fue un accidente”, dice un amigo que prefiere mantenerse en el anonimato y acabar aquí la conversación. “Antoñito no está pasando por su mejor momento anímico. Dejémoslo ahí”, explican fuentes del entorno más cercano al diestro.

El intento de su***dio sobrevuela sobre la figura de un torero que, pese a su “debilidad anímica”, como la describen quienes mantienen contacto constante con él, en los últimos tiempos había firmado la mejor faena de la Feria de Abril de Sevilla de 2017, ganaba por corrida unos 40.000 euros, al año firmaba cerca de 50 faenas y era un ídolo en México, donde se le reconocía aún más que en España. Ferrera acababa de firmar dos tardes en la capital andaluza y le esperaban tres más en Las Ventas por San Isidro (1, 6 y 7 de junio, con toros de Zalduendo, Puerto de San Lorenzo y Alcurrucén).

“Ese es el misterio de Ferrera”, explica un prestigioso cronista taurino. “Alcanzar la gloria en la plaza y sentirse desdichado fuera de ella. En el sector se sabe que tiene una cabeza inestable, que es un hombre con sus cosas, pero delante del toro llevaba dos años toreando como nunca lo hizo antes. ¿Es compatible una cosa con otra? Parece que sí”.

Parte de la explicación a ese misterio se encuentra entre Villafranco del Guadiana, donde el torero llegó siendo un niño porque a su padre lo destinaron al cuartel de Badajoz, y las dos fincas que ha comprado en la carretera que conduce hacia Cáceres. Ese es el ecosistema del maestro Ferrera: ganado, soledad -no tiene hijos y está divorciado- y una dehesa inmensa a su alrededor.

Personas próximas a él cuentan que en la última década vivió episodios personales que le han ido marcando, tres ‘cogidas’ emocionales lejos de la atenta mirada del tendido. Antonio Ferrera se divorció de su mujer, María del Mar, la novia del pueblo de toda la vida. Lamentó mucho la muerte de José María Manzanares padre, su mentor cuando era un niño y luego su amigo. Y sufrió una fractura en el brazo derecho que lo alejó de las plazas durante dos años, cuando se preveía que estuviese fuera de ellas sólo unos meses.

“Todo eso, en una mente que no funciona como debe, hace mucha mella”, explica un familiar del matador nacido en las Islas Baleares en 1978. “Lo del río nos sorprende y al mismo tiempo no, la verdad”.

Agripina San Marcos, la madre de Antonio Ferrera, atiende a las 11 de la mañana del pasado jueves a este reportero. Su rostro se hace hueco entre los visillos de una ventana que da al porche de su modesta casa, de una sola altura pero con salida a dos calles. “Mi hijo se está recuperando bien. Poco a poco va a mejor. Fue un susto muy grande. ¡Imagínese! Pero no puedo decir nada más. Disculpe y gracias”.

La mujer vive en Villafranco junto a su marido, Antonio, guardia civil jubilado, y el pequeño de sus tres hijos, Diego. La mayor, que padece una discapacidad severa, hace años que está ingresada en una residencia especializada. El mediano, torero, se mudó al casarse y ahora va y viene con el coche para visitar a sus padres.

Gina, como la conocen en este pueblo de colonos, prefiere no abrir la puerta a EL ESPAÑOL. Dice que no está con fuerzas y que su marido hace un rato que ha salido. La mujer se disculpa explicando que ninguno de los dos tiene “el suficiente ánimo” para atender a la prensa después de lo ocurrido.

Hay un bar en Villafranco de Guadiana que regenta Marce, el que fuera suegro de Antonio Ferrera. El diestro se casó con la hija de este hombre en 2007. El matador de toros tenía 29 años. En la boda estuvieron presentes 700 invitados, entre ellos el presidente extremeño Fernández Vara.

La pareja llevaba “media vida de novios”, cuentan varios hombres en la puerta del local, por la que aparece otro Marce, hijo del dueño y excuñado de Antonio Ferrera. “Aquí no queremos saber nada de ese hombre. Lo siento”. Uno de los clientes cuchichea con otro en presencia del periodista: “Tras el divorcio, que fue a los cuatro o cinco años de casarse, las familias no se hablan. Ellos acabaron muy mal”.

Antonio Ferrera tomó la alternativa el 2 de marzo de 1997 en Olivenza con toros de Victorino. Aquel día lo apadrinó Enrique Ponce. Cortó cuatro orejas. Tenía 19 años. Con 10, con 12, con 14 años, su padre, un amante de la tauromaquia, lo paseaba por los periódicos extremeños presentándolo como una promesa del toreo patrio.

Por ese tiempo, Antonio hijo ya solía torear en las capeas que José María Manzanares organizaba en su finca de Cáceres para chavalillos que se arrimaban a los pitones de los becerros. Aquellos primeros lances en una plaza forjarían una amistad fraguada con el tiempo. Ahora Ferrera, en gran medida, lleva una vida similar a la de su gran referencia taurina: vive solo, aislado, en mitad del campo, y de vez en cuando cede su finca más pequeña, donde tiene una pequeña plaza y piscina, a futuras promesas del toreo.

Así, también solo, encontraron muerto en su finca cacereña a Manzanares padre. Fue el 28 de octubre de 2014. A Ferrera le dolió en el alma la pérdida de su ‘padre’ taurino. Justo un año después el diestro subía a una red social una foto con un Manzanares ya maduro y un Ferrera todavía imberbe. Ambos empuñan un capote. Ferrera añadía una escueta frase junto a la imagen: “Tu raíz torera y humana eternamente arraigada en mi corazón. Querido Maestro José María Manzanares”.

Antonio Ferrera sufrió una lesión durante una corrida a mediados de 2015 en Muro (Mallorca). Aunque los médicos le dijeron que en un par de meses o tres podría volver a entrenar, la lesión se agravó, las molestias no se terminaban de ir, perdió musculatura y lo que iba a ser un parón se convirtió en una retirada forzosa durante dos años. Desde entonces, el diestro no pone banderillas, un arte del que gustaba en sus faenas.

Una persona de su entorno asegura que fue entonces cuando el maestro comenzó a atravesar un duro bache psicológico. En 2015 rompió con su apoderado, Raúl Gracia El Tato, y firmó con Manuel Tornay, al que también dejó poco después para vincularse con una empresa mexicana de representación. Este periódico se puso en contacto con ambos. Ninguno de los exapoderados de Ferrera quisieron hacer declaraciones tras la caída del torero al Guadiana.

Sólo el toreo ayudó al diestro a salir de la depresión. El día de su reaparición, en la feria de Olivenza, cortó tres orejas. En la Feria de Abril de 2017 fue proclamado triunfador absoluto tras dos inolvidables actuaciones con toros de Victorino Martín y El Pilar. También tuvo grandes faenas en Madrid, México, Málaga…

Tras la reaparición “cambió su tauromaquia”, explica el periodista y cronista taurino de EL ESPAÑOL Juan Diego Madueño. “Antes era más efectista. Toreaba rápido. Ahora torea muy templado, entendiendo los toros, haciendo las cosas poco a poco”.

“Se encontraba en un buen momento ante el toro y pasaba por, quizás, su mejor racha económica”, coincide el también periodista taurino Carlos Crivell. “Ferrera tiene mucho y buen cartel en México. No se entiende qué le ha pasado”.

Hay un restaurante en la carretera que sale de Badajoz en dirección a Cáceres al que Antonio Ferrera suele ir a comer de vez en cuando. El negocio se llama Mayga 'El Cordobés'. El padre del matador pasó por allí a saludar al dueño un par de días antes de que su hijo tuviera que ser rescatado por bomberos.

"Aquí viene bastante. Nos trae a los chavales que se quedan en su casa, a amistades cuando organiza alguna fiesta o alguna capea... También ha salido a correr algún día y ha acabado aquí desayunando. Nunca imaginé que tuviera problemas", cuenta un camarero.

Si se sigue por esa carretera, a unos 8 kilómetros de distancia de ese restaurante está la finca Las Carboneras. Es la más pequeña de las dos que tiene el diestro afincado en Villafranco. En la verja de entrada están las iniciales de su nombre y primer apellido (A y F) forjadas en hierro. Ahí, a caballo del otro terreno que tiene cerca de aquí, donde guarda el ganado, vive el diestro que el martes pasado cayó al Guadiana. Alrededor no hay vecinos, sólo dehesa. "Quizás al torero le haya influido el lugar, que invita a la melancolía", dice un senderista que camina cerca de allí.

https://www.elespanol.com/reportaje...diana-divorcio-muerte-lesion/399210969_0.html
 
He leído esto también (en el Español):
Hay un bar en Villafranco de Guadiana que regenta Marce, el que fuera suegro de Antonio Ferrera. El diestro se casó con la hija de este hombre en 2007. El matador de toros tenía 29 años. En la boda estuvieron presentes 700 invitados, entre ellos el presidente extremeño Fernández Vara.

La pareja llevaba “media vida de novios”, cuentan varios hombres en la puerta del local, por la que aparece otro Marce, hijo del dueño y excuñado de Antonio Ferrera. “Aquí no queremos saber nada de ese hombre. Lo siento”. Uno de los clientes cuchichea con otro en presencia del periodista: “Tras el divorcio, que fue a los cuatro o cinco años de casarse, las familias no se hablan. Ellos acabaron muy mal”.
para que veais la calidad huumana de este hombre, que la semana de antes, hizo una fiesta en la plaza del pueblo, para todos sus paisanos con motivo de su boda, por eso se le quiere tanto.
 
para que veais la calidad huumana de este hombre, que la semana de antes, hizo una fiesta en la plaza del pueblo, para todos sus paisanos con motivo de su boda, por eso se le quiere tanto.

Es una pena que acabe así ojalá consiga remontar. Yo lo he visto en varias ocasiones y antes era muy risueño últimamente apenas levantaba la cabeza al andar.
 



LA HISTORIA DE JOSELITO (EL GRANDE) Y GUADALUPE DE PABLO-ROMERO

En 1917, José Gómez Ortega "Joselito", con 22 años, lo tenía todo: salud (se cuidaba como ningún torero lo había hecho hasta entonces, hacía mucho deporte, no fumaba, apenas si bebía y tenía incluso su médico particular), dinero (era ya un millonario, porque cobraba cantidades astronómicas para la época y los empresarios se lo disputaban), fama (España entera sabía su nombre y conocía su imagen mejor que la de los presidentes del Gobierno y la prensa lo perseguía porque sabía que vendía más que nadie) y amor («Estoy enamoradísimo de la hija de un popular ganadero sevillano y voy a casarme con ella. Dentro de un par de temporadas, me retiro. Y lo voy a hacer como Guerrita: en la feria del Pilar de Zaragoza, a la que tanto amo, y por sorpresa»)... y además, como escribiría más tarde González-Ruano «tenía la gloria del gitano (su madre, la «Señá Gabriela» cantaba como una diosa; su abuelo, Enrique Ortega Díaz, conocido como ‘El Gordo Viejo’, bailaor y banderillero, era en esos momentos el patriarca de todos los gitanos de Cádiz y su provincia; y toda la familia por parte materna pertenecía a la raza), el oído con música y el sueño con vela, la vida jaleada y un cortejo de llanto y laurel para su muerte».

¡Ay, pero, como dice el pueblo, hay amores que matan!... Porque fue aquel amor, que tenía nombre y apellidos, el que le llevaría a la muerte en Talavera el triste 20 de mayo de 1920. Pues, según se rumoreó entre algunos amigos Joselito había planificado aquellos días con su cuñado Ignacio Sánchez Mejías, Blanquet, su peón de confianza y el canónigo Muñoz y Pabón, raptar a Guadalupe y casarse con ella a escondidas (igual que había hecho su padre con su madre años antes).

Se llamaba Guadalupe de Pablo-Romero y Artaloitia y era la menor de las tres hijas (sus hermanas se llamaban María Hermosa y Leonor) del terrateniente sevillano Felipe de Pablo-Romero y Llorente. Joselito conoció a Guadalupe cuando sólo tenía 8 años e iba con su hermano Rafael a las tientas que organizaba ‘Don Felipe’ en su finca y al igual que el padre se enamoró de aquel niño que ya toreaba como un ángel… y es verdad que ‘Don Felipe’ vio enseguida en él lo que llevaba dentro y a partir de aquel momento Joselito pasó muchas tardes toreando vaquillas en aquella finca y conviviendo con los toros. Hasta el punto que ‘Don Felipe’ le llamaba «Mi hijo». Naturalmente aquellos niños fueron creciendo y lo que al principio fue simple admiración con la adolescencia se transformó en amor. Guadalupe se enamoró locamente del joven novillero, triunfador, guapo, más alto que los demás, atlético y hasta deportista (ya jugaba por entonces al fútbol o montaba en bicicleta cuando podía) y Joselito no olvidaría jamás aquellos grandes ojos azules y patricios.

Sin embargo, los clarines de aquella Feria del Pilar jamás sonaron para Joselito y tampoco llegó a ver a Guadalupe vestida de novia. Según cuentan los biógrafos, la familia entera, comenzando por el padre, ‘Don Felipe’, pertenecientes a la aristocracia sevillana, en cuanto se enteraron del noviazgo oculto de la pareja se opuso radicalmente y hasta le prohibieron que se viese con el gitano («Sí, será el número uno de los toreros, y será rico y guapo, como dicen las mujeres, pero es gitano, y mi hija no se puede casar con un gitano»)… Llegadas a oídos de Joselito estas palabras, él que había tentado numerosas veces en aquella casa, se lamentó hondamente y a sus amigos más íntimos les dijo: «¡¡Qué barbaridad, antes me llamaba hijo y ahora gitano!!».

Y es que la sociedad sevillana de aquellos primeros años del nuevo siglo estaba perfectamente delimitada, en la base el pueblo llano, la gente que todavía pasaba hambre; luego los empleados y profesionales, que se veían negros para llegar a final de mes y en la cúspide los nobles, la nobleza de los grandes palacios y las extensas fincas. Aquella aristocracia que, incluso, criticó los funerales en la Catedral por el torero tras la muerte en Talavera... y que el canónigo y escritor Juan Francisco Muñoz y Pabón, a quien se debe la coronación canónica de la Virgen del Rocío, contestó duramente con un artículo (publicado el 23 de mayo de 1920 en El Correo), del que recogemos estas palabras:

«Llegáis en vuestra democracia a rendir parias a la memoria del torero muerto, asistiendo a su funeral, y ponéis como chupa de dómine al Cabildo porque es «tan demócrata» que hace sufragios por un fiel que ha pasado a mejor vida en comunión con la Iglesia. ¿O es que va nuestro Cabildo a guardar estos funerales para cuando muera un político, enemigo de Jesucristo y su Iglesia, y venga la Real Cédula de ruego y encargo?

Ahora, si Joselito no ha sido tan funesto para la nación y para la Iglesia como lo son los políticos -aquí entran también los locales-, nadie tiene la culpa. El pobrecito puede decirse que no ha hecho mal a nadie. ¡Ojalá que de todos los que mueren pueda decirse otro tanto! ¿Será por esto por lo que en los funerales de los políticos no suele haber más que la música y acá, y en las honras de Joselito ha estado toda Sevilla, empezando por vosotros, los títulos y los grandes, y acabando por los pobres y los humildes? ¿Es que os duele el contraste?... El remedio no está en Roma: mereced ser queridos en vida y llorados en muerte. El pueblo hará lo demás».

DOS GESTOS HISTÓRICOS

Pero, para la Historia quedaron dos gestos que certifican el amor que Joselito sentía por Guadalupe. Uno fue la foto que se hizo junto al retrato que el pintor Miguel Ángel del Pino le había hecho a las tres hermanas Pablo-Romero y que se presentó en la gran Exposición Primaveral que organizó el Ateneo de Sevilla en los salones del Ayuntamiento. Enterado Joselito se fue rápido a la exposición y se hizo una foto junto al cuadro para que se viera al lado de Guadalupe (desgraciadamente, y a pesar de mis pesquisas, no he podido hacerme con aquella foto que sí publicó El Correo). Del otro gesto, afortunadamente, quedó constancia. Fue el brindis de uno de sus toros que le hizo en la plaza de Bilbao, para hacer público su amor.

También quedaron para la Historia los gestos de ella. Se cuenta que cuando llegaron los restos de Joselito a Sevilla y la ciudad entera se echó a la calle, vestida de luto y llorando a «moco tendido» (como se decía entre los gitanos), una mujer joven y bella, vestida de negro de los pies a la cabeza, y como si estuviera cantando una saeta, gritó con todas sus fuerzas ¡¡¡¡Joselitoooooooo!!!!... antes de caer al suelo desmayada. Era la niña Guadalupe, el gran amor de Joselito, aquella que permaneció soltera toda su vida y que no dejó pasar ni un día sin depositar unas flores ante su tumba. Y otro gesto, del que también quedó constancia, fue hacer escribir en su testamento pocos días antes de morir en 1983 (60 años justos después del fatídico 20 de mayo de 1920): «Confío y mando a mis herederos que nunca falte un ramo de rosas rojas en la tumba de Joselito, mi amor».

Joselito tuvo relaciones de paso con otras mujeres, de las que hablaré en otro capítulo… Pero a ninguna amó como a la niña Guadalupe.

https://www.diariocordoba.com/noticias/zoco/guadalupe-gran-amor_1306093.html

 
Del toreo considerado una de las bellas artes


DAVID TORRES


AGOSTO 8, 2019
«Me gustan los animales, por eso los mato». Era una frase que decía el difunto Graham Chapman en un número hilarante de los Monty Python sobre un cazador profesional en África. El hombre iba por la selva armado de machetes, varios rifles y un bazooka, arrasando todo lo que encontraba a su paso, exterminando incluso a los mosquitos. Varias décadas después, la frase la ha repetido el diestro Enrique Ponce con una ligera mejora metafísica: «Yo amo al toro, pero tengo que matarlo para que exista». Dicen que los Simpson son el Nostradamus de nuestro tiempo pero no es verdad: tarde o temprano todo se convierte en un chiste profetizado por los Monty Python.





El toro bravo, para cobrar existencia, tiene que morir en la plaza, reventado por un estoque, acogotado a descabellos, para pasmo y deleite del respetable. Animal heideggeriano por excelencia, el toro es un ser-para-la-muerte en cuyo holocausto a pleno sol el torero encuentra su lugar en el mundo. Decía Juncal, aquel matador fracasado interpretado por Paco Rabal, que todo, absolutamente todo, gira alrededor de los toros: los poetas existen para cantar a los toreros, los arquitectos para construir plazas de toros, los músicos para componer pasodobles y las mujeres para amar y admirar a los toreros. El morlaco, evidentemente, no tiene otra razón de ser que su involuntaria contribución al espectáculo, como si su sufrimiento trascendiera hacia una órbita superior y la sangre derramada sobre la arena no fuese más que pintura caída del óleo. «Yo al toro lo veo como un colaborador para mi obra de arte, nunca como un enemigo» dice Ponce. «No hay que enfadarlo, sino ir a favor, moldeando el barro sin llevar una faena preconcebida».

Contemplar a un mamífero superior, con sus terminaciones nerviosas y su sistema límbico, como un trozo de barro que hay que ir «moldeando» (a base de capotazos, de puyazos, de los arpones de las banderillas), expresa perfectamente la falta de empatía, de piedad y de compasión necesarias a la hora de protagonizar y asistir a una corrida de toros. El razonamiento de Ponce -que es el mismo de cualquier aficionado- evoca de inmediato aquella fantástica insensatez proclamada por Karl Heinz Stockhausen, el Papa de la música contemporánea, cuando dijo que el atentado de las Torres Gemelas era «la mayor obra de arte de todos los tiempos: el hecho de que unos tipos se preparen como locos para un solo acto durante años y lo ejecuten una vez y mueran en la ejecución hace que sea algo único». Se lamentaba luego de que ni él ni ningún otro compositor podría hacer algo similar. Como mucho, joderte los oídos o amargarte una tarde.

El disparate de Stockhausen no sólo oculta una enorme ausencia de dolor por las miles de víctimas de la masacre sino también un asombro sin reservas por cierta estética de la destrucción que encuentra su correlato en las ejecuciones públicas medievales, en las intrincadas sesiones de tortura de los verdugos chinos, en el hongo atómico de Hiroshima, en las corridas de toros, en un niño orinando en un hormiguero. Arte -da un poco de vergüenza tener que descender a este nivel semántico- viene de artificio, de artificial, por eso mismo no se puede aplicar el adjetivo «artístico» a un crimen, a un atentado o a la coreografiada parafernalia de la matanza de un toro. No a menos que uno considere aquel glorioso título de De Quincey, Del asesinato considerado como una de las bellas artes, en sentido literal y no irónico.

En cuanto a la penúltima chorrada ontológica de Enrique Ponce, lo de que el toreo pertenece al ADN del pueblo español y que la Historia no se puede cambiar, lo que nos enseña la Historia, desde la abolición de la esclavitud a la igualdad de género, desde la Declaración de los Derechos del Hombre hasta el marcapasos, es precisamente lo contrario. La Historia se va haciendo a base de cambios, de avances, de progresos, y tarde o temprano -más temprano que tarde- la tauromaquia desaparecerá como un vestigio más de la Edad de Piedra.

https://blogs.publico.es/davidtorre...v5dOljgzLBQRTQ6yntVEtcgfoMDqiWoSBUQeKnd42-RnE

GIIIII LIIII POOOOO LLASSS.

Espero que no todo lo que le guste lo mate....y tal como está el tema de machismo feminismo me callo lo que pienso.
 
Del toreo considerado una de las bellas artes


DAVID TORRES

AGOSTO 8, 2019
«Me gustan los animales, por eso los mato». Era una frase que decía el difunto Graham Chapman en un número hilarante de los Monty Python sobre un cazador profesional en África. El hombre iba por la selva armado de machetes, varios rifles y un bazooka, arrasando todo lo que encontraba a su paso, exterminando incluso a los mosquitos. Varias décadas después, la frase la ha repetido el diestro Enrique Ponce con una ligera mejora metafísica: «Yo amo al toro, pero tengo que matarlo para que exista». Dicen que los Simpson son el Nostradamus de nuestro tiempo pero no es verdad: tarde o temprano todo se convierte en un chiste profetizado por los Monty Python.





El toro bravo, para cobrar existencia, tiene que morir en la plaza, reventado por un estoque, acogotado a descabellos, para pasmo y deleite del respetable. Animal heideggeriano por excelencia, el toro es un ser-para-la-muerte en cuyo holocausto a pleno sol el torero encuentra su lugar en el mundo. Decía Juncal, aquel matador fracasado interpretado por Paco Rabal, que todo, absolutamente todo, gira alrededor de los toros: los poetas existen para cantar a los toreros, los arquitectos para construir plazas de toros, los músicos para componer pasodobles y las mujeres para amar y admirar a los toreros. El morlaco, evidentemente, no tiene otra razón de ser que su involuntaria contribución al espectáculo, como si su sufrimiento trascendiera hacia una órbita superior y la sangre derramada sobre la arena no fuese más que pintura caída del óleo. «Yo al toro lo veo como un colaborador para mi obra de arte, nunca como un enemigo» dice Ponce. «No hay que enfadarlo, sino ir a favor, moldeando el barro sin llevar una faena preconcebida».

Contemplar a un mamífero superior, con sus terminaciones nerviosas y su sistema límbico, como un trozo de barro que hay que ir «moldeando» (a base de capotazos, de puyazos, de los arpones de las banderillas), expresa perfectamente la falta de empatía, de piedad y de compasión necesarias a la hora de protagonizar y asistir a una corrida de toros. El razonamiento de Ponce -que es el mismo de cualquier aficionado- evoca de inmediato aquella fantástica insensatez proclamada por Karl Heinz Stockhausen, el Papa de la música contemporánea, cuando dijo que el atentado de las Torres Gemelas era «la mayor obra de arte de todos los tiempos: el hecho de que unos tipos se preparen como locos para un solo acto durante años y lo ejecuten una vez y mueran en la ejecución hace que sea algo único». Se lamentaba luego de que ni él ni ningún otro compositor podría hacer algo similar. Como mucho, joderte los oídos o amargarte una tarde.

El disparate de Stockhausen no sólo oculta una enorme ausencia de dolor por las miles de víctimas de la masacre sino también un asombro sin reservas por cierta estética de la destrucción que encuentra su correlato en las ejecuciones públicas medievales, en las intrincadas sesiones de tortura de los verdugos chinos, en el hongo atómico de Hiroshima, en las corridas de toros, en un niño orinando en un hormiguero. Arte -da un poco de vergüenza tener que descender a este nivel semántico- viene de artificio, de artificial, por eso mismo no se puede aplicar el adjetivo «artístico» a un crimen, a un atentado o a la coreografiada parafernalia de la matanza de un toro. No a menos que uno considere aquel glorioso título de De Quincey, Del asesinato considerado como una de las bellas artes, en sentido literal y no irónico.

En cuanto a la penúltima chorrada ontológica de Enrique Ponce, lo de que el toreo pertenece al ADN del pueblo español y que la Historia no se puede cambiar, lo que nos enseña la Historia, desde la abolición de la esclavitud a la igualdad de género, desde la Declaración de los Derechos del Hombre hasta el marcapasos, es precisamente lo contrario. La Historia se va haciendo a base de cambios, de avances, de progresos, y tarde o temprano -más temprano que tarde- la tauromaquia desaparecerá como un vestigio más de la Edad de Piedra.

https://blogs.publico.es/davidtorre...v5dOljgzLBQRTQ6yntVEtcgfoMDqiWoSBUQeKnd42-RnE

GIIIII LIIII POOOOO LLASSS.

Espero que no todo lo que le guste lo mate....y tal como está el tema de machismo feminismo me callo lo que pienso.


Intelectuales que solo se acuerdan de Lorca como de Santa Bárbara, cuando truena

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De sombra, sol y muerte, volandera
grana zumbando, el ruedo gira herido
por un clarín de sangre azul torera.

Abanicos de aplausos, en bandadas,
descienden, giradores, del tendido,
la ronda a coronar de los espadas.

Se hace añicos el aire, y violento,
un mar por media luna gris mandado
prende fuego a un farol que apaga el viento.

¡Buen caballito de los toros, vuela,
sin más jinete de oro y plata, al prado
de tu gloria de azúcar y canela!

Cinco picas al monte, y cinco olas
sus lomos empinados convirtiendo
en verbena de sangre y banderolas.

Carrusel de claveles y mantillas
de luna macarena y sol, bebiendo,
de naranja y limón, las banderillas.

Blonda negra, partida por dos bandas,
de amor injerto en oro la cintura,
presidenta del cielo y las barandas,

rosa en el palco de la muerte aún viva,
libre y por fuera sanguinaria y dura,
pero de corza el corazón, cautiva.

Brindis, cristiana mora, a ti, volando,
cuervo mudo y sin ojos, la montera
del áureo espada que en el sol lidiando

y en la sombra, vendido, de puntillas,
da su junco a la media luna fiera,
y a la muerte su gracia, de rodillas.

Veloz, rayo de plata en campo de oro
nacido de la arena y suspendido,
por un estambre, de la gloria, al toro,

mar sangriento de picas coronado,
en Dolorosa grana convertido,
centrar el ruedo manda, traspasado.

Feria de cascabel y percalina,
muerta la media luna gladiadora,
de limón y naranja, remolina

de la muerte, girando, y los toreros,
bajo una alegoría voladora
de palmas, abanicos y sombreros.

Rafael Alberti
 
Intelectuales que solo se acuerdan de Lorca como de Santa Bárbara, cuando truena

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De sombra, sol y muerte, volandera
grana zumbando, el ruedo gira herido
por un clarín de sangre azul torera.

Abanicos de aplausos, en bandadas,
descienden, giradores, del tendido,
la ronda a coronar de los espadas.

Se hace añicos el aire, y violento,
un mar por media luna gris mandado
prende fuego a un farol que apaga el viento.

¡Buen caballito de los toros, vuela,
sin más jinete de oro y plata, al prado
de tu gloria de azúcar y canela!

Cinco picas al monte, y cinco olas
sus lomos empinados convirtiendo
en verbena de sangre y banderolas.

Carrusel de claveles y mantillas
de luna macarena y sol, bebiendo,
de naranja y limón, las banderillas.

Blonda negra, partida por dos bandas,
de amor injerto en oro la cintura,
presidenta del cielo y las barandas,

rosa en el palco de la muerte aún viva,
libre y por fuera sanguinaria y dura,
pero de corza el corazón, cautiva.

Brindis, cristiana mora, a ti, volando,
cuervo mudo y sin ojos, la montera
del áureo espada que en el sol lidiando

y en la sombra, vendido, de puntillas,
da su junco a la media luna fiera,
y a la muerte su gracia, de rodillas.

Veloz, rayo de plata en campo de oro
nacido de la arena y suspendido,
por un estambre, de la gloria, al toro,

mar sangriento de picas coronado,
en Dolorosa grana convertido,
centrar el ruedo manda, traspasado.

Feria de cascabel y percalina,
muerta la media luna gladiadora,
de limón y naranja, remolina

de la muerte, girando, y los toreros,
bajo una alegoría voladora
de palmas, abanicos y sombreros.

Rafael Alberti

Me gustaría saber como se quedó Lola, y los hijos de Ignacio Sanchez Mejias cuando perdieron a su esposo y padre por culpa de un toro. Vamos, a ver si le consoló el poema de García Lorca.:bored:
 
En cirtos circulos si lo es. Al igual que el torero Garrido, se caso el año pasado o el anterior, con la sobrina de Armillita (mexico) tiene un hijo, y alguno que otra noche, se le vas de las manos, y se besa con su asidua y no es precisamente su mujer. Badajoz por las noches es muy entretenido como podeis ver.
Entonces mejor no hablamos de los rejoneadores portugueses, esos ponen cuernos a manta en Badajoz, que lo tienen al lado, ellos lo saben, nosotras lo sabemos y sus mujeres lo saben, pero aguantan porque... les conviene supongo.
 
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