Pero no deja de ser triste que, siendo periodistas se sientan felices ser conocidas por enseñar carnes. Los hombres bien tapaditos van siempre y da igual que sean gordos, flacos o no jóvenes.
Es gente que en su vida ha destacado, ni por su cultura (aunque algunas hayan pasado por la uni) y menos por su físico. La mayoría son unas acomplejadas, con la autoestima por el suelo y ahora tras pasar por chapa y pintura, cuatro lameculos les dice que son guapísimas y se piensan que son unos pibones. Su ego está por las nubes.