EVANGELINA TEJERA , LA ASESINA BRUTAL DE SUS HIJOS

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EVANGELINA TEJERA
Caso distinto por circunstancias y época fue el de Evangelina Tejera Bosada, nacida en Veracruz en 1965. Evangelina creció con un padre autoritario y una madre abnegada. El padre tenía el síndrome del “Castillo de la Pureza”, pues solía encerrar a su familia en casa. Por si fuera poco su alcoholismo provocó varios episodios violentos. Incluso amenazó alguna vez a su familia con una pistola. La madre, fastidiada, solicitó el divorcio. La pareja se separó cuando Evangelina tenía nueve años.

Ella se quedó con su madre, pero ésta le reprochaba que ocasionara muchos gastos y que como mujer difícilmente ayudaría con la manutención del hogar. Poco antes de terminar la secundaria se mudó con su padre, quien no sólo la recibió con cariño, sino que le pagó clases de tenis y piano, e hizo lo posible por mejorar su educación. En pocos años Evangelina se convirtió en una hermosa muchacha rubia de enormes ojos que atraía todas las miradas en los eventos sociales y cenas de gala a las que asistía acompañando a su padre.

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A los 18 años Evangelina se convirtió en la Reina del Carnaval de Veracruz 1983, gracias a la recaudación de fondos hecha por su papá.

Antes de convertirse en reina, Evangelina acumuló una historia negra, con novios que la maltrataban, antecedentes de abuso de alcohol y de drogas. Frecuentaba lugares como el Perro Salado, el antro más popular y exclusivo de los años ochenta en Veracruz, famoso por el consumo de marihuana y cocaína dentro sus instalaciones con la venia de las autoridades.

El viernes 11 de febrero a las 19:30 horas Evangelina y su séquito desfilaron por las calles en medio de grupos folklóricos, comparsas, agrupaciones musicales, la banda de la Marina y alrededor de cincuenta mil personas. Llegaron hasta el Parque Zamora, en las calles de Independencia y Rayón, justo frente a un edificio de departamentos donde, años después, Evangelina cometería sus crímenes.

Pero antes de que eso ocurriera la reina del carnaval todavía tuvo tiempo de celebrar su triunfo con Lila Deneken, Dulce, Abraham Méndez (hermano menor de la actriz Lucía Méndez) y Raymundo Capetillo. Apareció además en el programa televisivo de espectáculos más famoso de la época en México: Siempre en Domingo, así como en varios noticieros y programas de televisión.

Su popularidad permaneció durante algunos meses y poco a poco se diluyó, hasta desaparecer por completo. Tuvo dos hijos: Jaime y Juan Miguel Tejera Bosada de padre desconocido, quien ni siquiera les dio el apellido. Luego tuvo otros amantes, pero todos se marchaban. Su familia la ayudó un tiempo en la manutención de los niños, y toleraban que Evangelina fuera una mitómana profesional, que usaba su carisma para recibir ayuda.

Luego de dar tumbos en varios domicilios, se instaló en el departamento 501 en el edificio de departamentos de la Lotería Nacional, arriba del local de Telas de México, en la esquina de las calles Rayón e Independencia, frente al Parque Zamora, donde seis años atrás había terminado su desfile inicial como Reina del Carnaval. Allí solía hacer fiestas interminables con los juniors de Veracruz. Drogas y el s*x* eran las constante, mientras los niños permanecían encerrados en una habitación. La familia escandalizada por la actitud de Evangelina le retiró el apoyo.

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NIÑOS MUERTOS
Un día los niños desaparecieron. Juan Miguel, su hermano menor, fue quien notó la ausencia y le preguntó. Evangelina, llorosa, le confesó que los niños estaban en las macetas. El hermano la denunció a la policía. En cuanto llegaron al departamento los agentes revisaron la casa y removieron las macetas. Dentro encontraron los cuerpos despedazados y en estado de descomposición. Evangelina observaba el trabajo de los agentes y repetía una y otra vez que habían muerto de desnutrición.

Todavía hay quien piensa que ella no fue la asesina. Se dice que pudieron haber sido sus malas amistades o algún proveedor de droga. Lo más escalofriante es el modo en que los niños fueron asesinados. El 18 de marzo de 1989, Jaime y Juan Miguel fueron azotados en el piso hasta que les destrozaron el cráneo. Luego los cuerpos fueron desmembrados y metidos en los macetones que adornaban la terraza del departamento. Ahí permanecieron hasta que Evangelina confesó dónde estaban sus hijos. Lo que nunca confesó es que ella hubiera sido la autora del crimen. De hecho afirmaba que padecía trastornos psiquiátricos y que se encontraba en tratamiento. Pero debido a su mitomanía nadie le creyó.

El juez Carlos Rodríguez Moreno la envió al Instituto Psiquiátrico Veracruzano en 1990, donde le realizaron diversos exámenes para determinar su estado mental durante cuatro años. Aunque se le diagnosticó un trastorno antisocial de la personalidad con brote psicótico agudo, el dictamen final concluyó que Evangelina era responsable de sus acciones y que ningún padecimiento neurológico o endocrinológico la habría orillado al crimen.

Aunque en esta ocasión el juzgado estaba repleto, como cuando juzgaron a María Teresa Landa, la situación fue muy distinta. No hubo un juicio popular. La acusada apareció tras la rejilla de acusados con pésimo aspecto, desarreglada, sucia, con la mirada clavada al piso. Su abogado parecía extraviado y no logró ni siquiera provocar simpatía por su acusada. Por si fuera poco los veracruzanos pedían a gritos un castigo ejemplar para la filicida. Finalmente el juez Samuel Baizabal Maldonado la condenó a 28 años de prisión.

evangelina-2

Evangelina fue recluida en el penal Ignacio Allende en Veracruz. Al principio la mantuvieron sedada y bajo vigilancia para que no se suicidara. Después compartió celda con Virginia Juárez Fernández, quien había matado a machetazos a su esposo en 1999. Paulatinamente se integró a la vida carcelaria: hacinamiento, pésima comida y condiciones de higiene, agresiones de otras presas. Poco después se adaptó tan bien que dio clases de aerobics y fue nombrada reina del carnaval de los presos.

En Pacho Viejo, una prisión en Perote, a donde fue transferida, conoció a su futuro esposo Óscar Sentíes Alfonsín “el Güero Valli”. Este personaje vinculado con el Cartel del Golfo era el encargado de controlar parte del tráfico de drogas dentro de la prisión. La pareja vivió su idilio en varias prisiones gracias a las influencias del Güero. Hasta que éste fue asesinado en una celda de castigo, donde se encontraba por haber organizado un motín en Coatzacoalcos.

Evangelina recibió su pre liberación en 2008. Nada se sabe de ella o de su paradero. Se ha convertido en la villana ideal para espantar a los niños veracruzanos: “No quieres ir al Jardín de niños de Evangelina, ¿cierto?”.
 
EVANGELINA TEJERA
Caso distinto por circunstancias y época fue el de Evangelina Tejera Bosada, nacida en Veracruz en 1965. Evangelina creció con un padre autoritario y una madre abnegada. El padre tenía el síndrome del “Castillo de la Pureza”, pues solía encerrar a su familia en casa. Por si fuera poco su alcoholismo provocó varios episodios violentos. Incluso amenazó alguna vez a su familia con una pistola. La madre, fastidiada, solicitó el divorcio. La pareja se separó cuando Evangelina tenía nueve años.

Ella se quedó con su madre, pero ésta le reprochaba que ocasionara muchos gastos y que como mujer difícilmente ayudaría con la manutención del hogar. Poco antes de terminar la secundaria se mudó con su padre, quien no sólo la recibió con cariño, sino que le pagó clases de tenis y piano, e hizo lo posible por mejorar su educación. En pocos años Evangelina se convirtió en una hermosa muchacha rubia de enormes ojos que atraía todas las miradas en los eventos sociales y cenas de gala a las que asistía acompañando a su padre.

Evangelina-Tejera-(001)

A los 18 años Evangelina se convirtió en la Reina del Carnaval de Veracruz 1983, gracias a la recaudación de fondos hecha por su papá.

Antes de convertirse en reina, Evangelina acumuló una historia negra, con novios que la maltrataban, antecedentes de abuso de alcohol y de drogas. Frecuentaba lugares como el Perro Salado, el antro más popular y exclusivo de los años ochenta en Veracruz, famoso por el consumo de marihuana y cocaína dentro sus instalaciones con la venia de las autoridades.

El viernes 11 de febrero a las 19:30 horas Evangelina y su séquito desfilaron por las calles en medio de grupos folklóricos, comparsas, agrupaciones musicales, la banda de la Marina y alrededor de cincuenta mil personas. Llegaron hasta el Parque Zamora, en las calles de Independencia y Rayón, justo frente a un edificio de departamentos donde, años después, Evangelina cometería sus crímenes.

Pero antes de que eso ocurriera la reina del carnaval todavía tuvo tiempo de celebrar su triunfo con Lila Deneken, Dulce, Abraham Méndez (hermano menor de la actriz Lucía Méndez) y Raymundo Capetillo. Apareció además en el programa televisivo de espectáculos más famoso de la época en México: Siempre en Domingo, así como en varios noticieros y programas de televisión.

Su popularidad permaneció durante algunos meses y poco a poco se diluyó, hasta desaparecer por completo. Tuvo dos hijos: Jaime y Juan Miguel Tejera Bosada de padre desconocido, quien ni siquiera les dio el apellido. Luego tuvo otros amantes, pero todos se marchaban. Su familia la ayudó un tiempo en la manutención de los niños, y toleraban que Evangelina fuera una mitómana profesional, que usaba su carisma para recibir ayuda.

Luego de dar tumbos en varios domicilios, se instaló en el departamento 501 en el edificio de departamentos de la Lotería Nacional, arriba del local de Telas de México, en la esquina de las calles Rayón e Independencia, frente al Parque Zamora, donde seis años atrás había terminado su desfile inicial como Reina del Carnaval. Allí solía hacer fiestas interminables con los juniors de Veracruz. Drogas y el s*x* eran las constante, mientras los niños permanecían encerrados en una habitación. La familia escandalizada por la actitud de Evangelina le retiró el apoyo.

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NIÑOS MUERTOS
Un día los niños desaparecieron. Juan Miguel, su hermano menor, fue quien notó la ausencia y le preguntó. Evangelina, llorosa, le confesó que los niños estaban en las macetas. El hermano la denunció a la policía. En cuanto llegaron al departamento los agentes revisaron la casa y removieron las macetas. Dentro encontraron los cuerpos despedazados y en estado de descomposición. Evangelina observaba el trabajo de los agentes y repetía una y otra vez que habían muerto de desnutrición.

Todavía hay quien piensa que ella no fue la asesina. Se dice que pudieron haber sido sus malas amistades o algún proveedor de droga. Lo más escalofriante es el modo en que los niños fueron asesinados. El 18 de marzo de 1989, Jaime y Juan Miguel fueron azotados en el piso hasta que les destrozaron el cráneo. Luego los cuerpos fueron desmembrados y metidos en los macetones que adornaban la terraza del departamento. Ahí permanecieron hasta que Evangelina confesó dónde estaban sus hijos. Lo que nunca confesó es que ella hubiera sido la autora del crimen. De hecho afirmaba que padecía trastornos psiquiátricos y que se encontraba en tratamiento. Pero debido a su mitomanía nadie le creyó.

El juez Carlos Rodríguez Moreno la envió al Instituto Psiquiátrico Veracruzano en 1990, donde le realizaron diversos exámenes para determinar su estado mental durante cuatro años. Aunque se le diagnosticó un trastorno antisocial de la personalidad con brote psicótico agudo, el dictamen final concluyó que Evangelina era responsable de sus acciones y que ningún padecimiento neurológico o endocrinológico la habría orillado al crimen.

Aunque en esta ocasión el juzgado estaba repleto, como cuando juzgaron a María Teresa Landa, la situación fue muy distinta. No hubo un juicio popular. La acusada apareció tras la rejilla de acusados con pésimo aspecto, desarreglada, sucia, con la mirada clavada al piso. Su abogado parecía extraviado y no logró ni siquiera provocar simpatía por su acusada. Por si fuera poco los veracruzanos pedían a gritos un castigo ejemplar para la filicida. Finalmente el juez Samuel Baizabal Maldonado la condenó a 28 años de prisión.

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Evangelina fue recluida en el penal Ignacio Allende en Veracruz. Al principio la mantuvieron sedada y bajo vigilancia para que no se suicidara. Después compartió celda con Virginia Juárez Fernández, quien había matado a machetazos a su esposo en 1999. Paulatinamente se integró a la vida carcelaria: hacinamiento, pésima comida y condiciones de higiene, agresiones de otras presas. Poco después se adaptó tan bien que dio clases de aerobics y fue nombrada reina del carnaval de los presos.

En Pacho Viejo, una prisión en Perote, a donde fue transferida, conoció a su futuro esposo Óscar Sentíes Alfonsín “el Güero Valli”. Este personaje vinculado con el Cartel del Golfo era el encargado de controlar parte del tráfico de drogas dentro de la prisión. La pareja vivió su idilio en varias prisiones gracias a las influencias del Güero. Hasta que éste fue asesinado en una celda de castigo, donde se encontraba por haber organizado un motín en Coatzacoalcos.

Evangelina recibió su pre liberación en 2008. Nada se sabe de ella o de su paradero. Se ha convertido en la villana ideal para espantar a los niños veracruzanos: “No quieres ir al Jardín de niños de Evangelina, ¿cierto?”.
Interesantísimo. Gracias por subirlo. Lo de que nadie sepa de su paradero me produce escalofríos.
 

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