ESPAÑA EN JUEGO: DISGREGACIÓN, CONFEDERACIÓN, UNIÓN FEDERAL O UNIÓN JACOBINA

Las multinacionales de EEUU instan a los partidos a acabar con "el lastre" de las 17 burocracias de España
La Cámara Americana en España reclama "una revisión profunda" tras el 28-A para "armonizar la legislación autonómica" y "supresión de trabas administrativas ineficaces"

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Jaime Malet, presidente de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en España. ANTONIO HEREDIA
Las multinacionales de Estados Unidos en España muestran hastío con el Estado autonómico y han lanzado un inusual comunicado en el que reclaman aprovechar las elecciones generales para acabar con "el lastre" de la burocracia autonómica "y la partición del mercado en 17" que les dificulta operar en todo el país.

En un programa remitido a los partidos políticos titulado Prioridades ante las elecciones generales, la junta de gobierno de la Cámara de Comercio Americana en España (AmChamSpain) incluye reducir el endeudamiento público, y, para ello, ve margen de ajuste, entre otras medidas, en la Administración. "Las duplicidades y triplicidades de trámites administrativos de las diferentes administraciones y la partición de un mercado relativamente pequeño entre 17 administraciones autonómicas generan un lastre para la economía y su capacidad de producción", se afirma en el documento de la asociación que preside Jaime Malet. No pide suprimir el Estado autonómico como Vox, pero sí una unidad de mercado que impida diferencias normativas en las distintas comunidades.

También llama a los partidos que aspirar a gobernar a mejorar "la calidad institucional". "En España se perciben usos partidistas de muchas instituciones públicas - las televisiones autonómicas, la educación en las escuelas y universidades, algunas empresas públicas y las oficinas de apoyo al comercio exterior de algunas autonomías son algunos ejemplos. Esta politización ha dado lugar, en demasiados casos de nuestra historia reciente, a desbordamientos de la legalidad", afirma la junta de gobierno, en la que participan, entre otros, los presidentes de las filiales españolas de Microsoft, General Electric, Hewlett Packard, Walt Disney, Facebook o Coca Cola. "Un país no puede permitirse que el sistema se desestabilice continuamente por un mal uso de las instituciones públicas. Por ello desde la Cámara proponemos establecer sistemas de buena gobernanza y vigilancia ex ante, mejorando los mecanismos de supervisión en el ordenamiento jurídico".

En el plano de la creación de empleo, piden más ambición y, con ello, "una mayor flexibilidad del mercado laboral y políticas activas de creación de empleo junto a un esfuerzo nacional por parte de las administraciones públicas y los actores sociales para un verdadero plan contingente de recapacitación laboral o Plan Nacional de Reconversión de la fuerza laboral (reskilling)". La reforma educativa la consideran imprescindible con "mayor meritocracia en el sistema educativo, de forma que los profesores sean atraídos de todas las partes del mundo, y retenidos e incentivados según sus méritos, periódica y objetivamente evaluados".

La apuesta por la innovación y la mejora de la imagen exterior de España figuran también en su menú de peticiones pero, sobre todo, "la estabilidad". "España lleva desde las Elecciones Generales del 2015 instalada en una situación de interinidad, que impide a las empresas invertir pensando en el largo plazo y a los gobernantes tomar decisiones que tengan impacto duradero en la mejora de la inversión y el bienestar de las familias. Por ello, creemos necesario los máximos consensos de los partidos políticos para gobernar durante la totalidad de la legislatura y llegar a acuerdos amplios en los principales asuntos que van a determinar el futuro de los españoles".

Malet asegura que su asociación es "apolítica", pero que con las reformas que reclaman la economía española tiene margen de crecimiento "por encima de las previsiones oficiales".
https://www.elmundo.es/economia/2019/04/11/5caf4615fc6c83eb228b46db.html
 
Bueno, pues ya está aquí. Entre la estulticia suicida de una parte de la plebe y un buen puchero cocinado desde el poder, el panorama ha quedado definitivamente despejado para el proyecto de balcanización controlada que nos llevó a abrir este hilo hace años.

La cosa queda así.





Y desde la sala de máquinas del IV Reich nos hacen el primer "regalo" por haber sido niños tan buenos.

 
Bueno, pues ya está aquí. Entre la estulticia suicida de una parte de la plebe y un buen puchero cocinado desde el poder, el panorama ha quedado definitivamente despejado para el proyecto de balcanización controlada que nos llevó a abrir este hilo hace años.

La cosa queda así.





Y desde la sala de máquinas del IV Reich nos hacen el primer "regalo" por haber sido niños tan buenos.


de traca y media!!!--- madre mia
 
TRIBUNA
Opinión
Otra España posible
  • MANUEL VALLS
  • NICOLÁS REDONDO TERREROS
Sábado, 29 junio 2019 - 02:03
Los autores defienden una política de pactos entre partidos constitucionalistas que permitiría impulsar las reformas que necesitamos y aglutinaría alrededor del proyecto europeo a lo mejor de España

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RAÚL ARIAS
Recordamos con frecuencia y casi exclusivamente a Ortega diciendo "España es el problema y Europa la solución", mostrado a la vez el desconocimiento del filósofo patrio y la esperanza que durante siglos han representado para los españoles los países vecinos. Así lo vivieron varias generaciones durante los 40 años de franquismo y así lo entendieron todos los presidentes de los Gobiernos democráticos desde 1977; especialmente Suárez, que bregó por entrar en aquella esquiva Comunidad Europea, y González, que lo consiguió y logró influir en el que sería un gran salto a la realidad europea que conocemos. El mismo impulso guió a Aznar, Zapatero y Rajoy, con influencia y resultados distintos.

Hoy España puede, sin embargo, realizar una política europea opuesta a la que parece expresar rotundamente el pensamiento orteguiano si nos quedamos en la superficie de su recurrida expresión. El Reino Unido ha decidido darse a la fuga, dividido y desconcertado por su reciente incapacidad para unir la tradición y el futuro, como había conseguido hacer durante siglos; e Italia, por desgracia, se mueve como en otros tiempos hacia el pasado en la búsqueda de una grandeza que no recuperará. Nosotros, España, sin embargo, aun con problemas que nos parecen gigantescos al mirarlos desde muy cerca, estamos en condiciones de ser protagonistas con Francia y Alemania de los nuevos y necesarios pasos de la Unión. Por primera vez podemos contribuir a que Europa no sólo tenga historia, como los grandes y cansados países que declinan, sino que siga haciendo historia, ahora junto a grandes naciones como EEUU, China, Rusia e India. Tenemos la ocasión, tenemos la energía política, y sólo necesitamos tomar la decisión de hacerlo a través de un proyecto político que una a la mayoría de los españoles en esa gran aventura.

Ser protagonista de la Europa del futuro debe ser el proyecto que una a las expresiones políticas moderadas, reformistas y progresistas de España. Para conseguirlo, los partidos que representan estas tendencias ideológicas deben salir de la política que empequeñece lo grande y magnifica lo que no tiene importancia;deben olvidar las políticas que encuentran su más plena satisfacción en lo más doméstico y abrazar las grandes ideas que hoy mueven el mundo. En el siglo XIX los españoles no fueron capaces de ser protagonistas plenos de la revolución industrial, empeñados en seguir en un asfixiante ensimismamiento e ignorando desdeñosamente lo que acontecía en el exterior. Hoy tenemos de nuevo la posibilidad, con el resto de la Unión, de engancharnos a esa revolución tecnológica, que a la vez ilusiona y amenaza con los cambios más profundos que nunca hubiéramos imaginado. Enfrentar esos retos con energía sería la característica fundamental de la nueva y buena política;seguir en las trincheras, dominados por extremismos populistas o nacionalismos de andar por casa, sería la expresión de una política tan pobre como vieja, tan sectaria como autocomplaciente.

La Transición se caracterizó por la expulsión de la política nacional de los grandes vicios que la habían dominado durante siglos. Los protagonistas superaron la atracción imperiosa y miope de las trincheras, tuvieron capacidad para comprender las razones de los adversarios, empeñándose en llevar a cabo políticas moderadas y, a la vez, de progreso;y huyeron de los programas últimos y más radicales de sus respectivos partidos. A ese gran pacto de generosidad y renuncia sólo se mostraron radicalmente contrarios los terroristas etarras y sinuosamente reticentes los nacionalismos denominados moderados. Hoy, en sucesivas elecciones, los ciudadanos españoles han abierto la posibilidad de volver a esa política de entendimiento en las grandes cuestiones que nos afectan, y rechazarla sería una gravísima frivolidad, sólo entendida por el triunfo entre nuestros políticos del egoísmo tribal sobre los intereses generales. Tal vez iría mejor a todos los españoles si nuestros representantes pusieran más interés en imitar a sus antecesores que en nombrarlos, muchas veces exclusivamente para tapar alguna vergüenza.

En los ámbitos locales y autonómicos han prevalecido los intereses más cercanos a las siglas, dando una imagen desagradable de desordenada rebatiña. Pero los políticos españoles todavía tienen tiempo de disminuir hasta la nada esa perjudicial representación de su insaciabilidad. Son, en estos momentos de la nueva legislatura, tres los impedimentos para dedicar nuestro esfuerzo positivo a los proyectos políticos, a las ideas que condicionarán los próximos decenios: el empecinamiento de los independentistas catalanes, el futuro de Navarra y, por último, no podemos olvidar que nuestro futuro dependerá en gran medida tanto de la composición del próximo Gobierno como de los apoyos parlamentarios con los que cuente los siguientes cuatro años.

En Cataluña, los independentistas siguen sin saber que todo va contra ellos. El Estado ha demostrado que en los momentos de máxima desorientación es más poderoso que cualquier movimiento independentista amparado por la Generalitat;el tiempo que transcurra sin que entren en razón conseguirá principalmente perjudicar más a la sociedad catalana. Pueden todavía tener esperanza y engañar a una parte de la ciudadanía por la falta de unión entre los partidos nacionales y su consecuencia más evidente, la inexistencia de una estrategia compartida. Pero aun con el gran problema planteado por los independentistas, expresión genuina de los más antiguos y emponzoñados conflictos de nuestro pasado, podemos encarar los más próximos grandes retos: adaptación de España a la realidad que dibuja la revolución tecnológica y hacer con nuestros vecinos de la UE una realidad influyente en todos los ámbitos de la política exterior.

Navarra es el oscuro objeto de deseo de los nacionalistas. Es, en gran medida, un objetivo posible y cercano al estar incluida tal posibilidad en la propia Constitución. Es más realista que otros planteamientos, que podemos trasladar al lejano hogar de las quimeras, como la anexión del País Vasco francés. Es su última justificación para ser un sujeto apreciable de la Historia. Desde luego tienen los nacionalistas derecho a pretender su objetivo, pero nosotros tenemos la obligación de impedirlo con todos los medios democráticos que estén a nuestro alcance. Porque les fortalecería peligrosamente y en la misma proporción debilitaría nuestro proyecto común, porque va en contra del sentido de la Historia, porque su triunfo sólo sería posible a través de la imposición de una ideología cerrada con más pasado que futuro, que haría más gravosa la vida a la mayoría de los navarros.

El PSN ha permitido que Navarra Suma gobierne en ayuntamientos como Pamplona y Estella y hoy no hay motivos para dudar de su compromiso constitucional. Pero en encrucijadas históricas como la de esta comunidad foral siempre aparecen los que, debiéndoseles mucho, no disfrutan plenamente de los éxitos. Al PSN le corresponde un protagonismo ingrato y frustrante, habiendo obtenido un resultado insuficiente para gobernar;está muy cerca de poder hacerlo, pero para ello, de una forma u otra, antes o después, necesitaría los votos legales y a la vez indeseables de Bildu... Siempre es más ingrato el fracaso cuando el éxito ha estado al alcance de la mano.

Tal vez la forma más prudente y pedagógica de plantear la cuestión de Navarra habría sido un pacto por el cual las formaciones constitucionales gobernaran distintas instituciones de la Comunidad, pero, habiéndose llegado a esta situación, la mejor solución sería un acuerdo para que gobierne la lista más votada. Un pacto de esta naturaleza evitaría peligrosas compañías y también trasladaría un mensaje del PSOE rotundo a esos Jeremías de ocasión y profesión que, además de predecir catástrofes apocalípticas, trabajan denodadamente para que se cumplan. Los intereses de la mayoría de los navarros requieren del esfuerzo de los socialistas navarros, pero sus consecuencias saldrán de la Comunidad Foral y serán percibidas por toda la política española.

Sin que la solución navarra sea causa suficiente o consecuencia clara permitiría, sin embargo, espacios más amplios en la política nacional, abriendo la posibilidad de pactos transversales entre quienes representan visiones políticas diferentes dentro del constitucionalismo. Esos acuerdos posibles garantizarían estabilidad y políticas moderadas, de progreso, ampliamente compartidas por la sociedad española según indican las diferentes elecciones celebradas escasamente hace unas semanas.

Los consensos posibles y requeridos en este artículo permitirían al Gobierno, sin rehuir la inevitable disputa política, enfrentar ese futuro que ya nos avasalla con ilusión, derrotando a fuerzas que representan en gran medida los fantasmas de nuestro pasado o saltos en nuestra Historia, que siempre han terminado en frustración o reacción. Una política de pactos permitiría impulsar las reformas que necesitamos y nosotros defendemos, conseguiría además aglutinar alrededor de ese proyecto europeo que proclamamos a lo mejor de España, volviendo a ratificar el espíritu y la voluntad que dominaron a los protagonistas de la Transición.

Manuel Valls es concejal del Ayuntamiento de Barcelona y Nicolás Redondo Terreros es miembro del Consejo Editorial de EL MUNDO.

Otra España posible https://www.elmundo.es/opinion/2019/06/29/5d162653fc6c835b6c8b459c.html
 
Lo que me parece desde hace tiempo interesante de observar,son lo que gritan por la UNIDAD de ESPAÑA. lo de romper España debe ser que no les gusta romperla a trocitos,pero seguramente mejor entera,llevan tiempo vendiendo todo lo que hay que vender y ahora mismo España es poco más que un simple nombre.Al menos esa es mi percepción.
 
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