Follow along with the video below to see how to install our site as a web app on your home screen.
Se debe tener en cuenta: This feature may not be available in some browsers.
No debo, jejeje. Yo tiré mi carnet por similares motivos. No en Cataluña.
Si a esta tipa le molesta que llevamos nuestra bandera tendrá que acostumbrarse. Somos libres.Y ahora, ¿quién retira las banderas?
La bandera es de todos, no solo de quienes la muestran en las ventanas pero también, con altanería, en relojes, pulseras o fundas de móvil
BELEN CEBRIAN ECHARRI
En vecino de Sant Gugat con las banderas de España y Cataluña en su balcón. CRISTOBAL CASTRO EL PAÍS
Quien viva en un barrio de clase media, tirando a alta, en Madrid, verá como las banderas de España se han apropiado de los balcones. Y lo mismo, aunque quizás en menor grado, ocurre en otras ciudades para apoyar la unidad de España, el cumplimiento de la ley y, en general, contra la multitud de esteladas que lucen las barandillas de muchas casas catalanas. Aparecieron en vísperas del 1-O como respuesta al referéndum ilegal, pero el 2 de octubre había más. Bueno, quizás porque llegaba el 12 de octubre, antes fiesta de la hispanidad y ahora de sentirse orgulloso de ser español. Pero el 13 había otra vez muchas más, quizás a la espera de que el 16 se supiera si Cataluña se proclamaba independiente o no. Y como nadie se enteró, pues ahí permanecieron y permanecen, ya tras la declaración unilateral de independencia, la ilegalidad sentenciada por el constitucional, la aplicación del 155… ahí siguen, aguantando el viento, quitándose de encima la porquería de la contaminación con las dos gotas de agua caída y aumentando las ventas de los bazares chinos.
Llevan tanto tiempo exhibidas que pierden su significado. Parecen un adorno. Las hay con y sin escudo; en vertical, horizontal y con o sin mástil. También se ven otras más peculiares, como la carlista; de buen rollo, como la blanca, y varias que indican la socarronería de quienes viven allí bajo algún pendón de Juego de tronos. Las banderas han coloreado por un tiempo algunos barrios acomodados. La cuestión ahora es cuándo se van a retirar para dar a la enseña nacional el lugar que le corresponde. Merece que salga a la calle en momentos señalados, y no de forma que parece permanente. ¿Cuándo será el momento de retirarla y quién y con qué motivo lo hará si la causa por la que la colgó no tiene fecha fija de solución? ¿Cómo explicar al vecino que nunca la puso por qué se quita?
La bandera es de todos, no solo de quienes la muestran en las ventanas pero también, con altanería, en relojes, pulseras o fundas de móvil. Muchos de quienes se la han apropiado como símbolo partidista y sectario deberían recordar que sus colores acogen no solo a la rancia derecha en la que militan, y que el patriotismo es un concepto más profundo que pasear al perro atado a la correa rojigualda. Es, por ejemplo, pagar los impuestos, cumplir la ley y velar por el bien común. Y eso se hace, no se exhibe.
Quienes crean que el patriotismo, como la religión, es un sentimiento íntimo deben estar atónitos al ver semejante exposición pública de símbolos, mientras ellos en las ventanas no tienen ya ni geranios para que no aniden las palomas.
Pues tal como estan las cosas nadie
No me extrañaUEVO REVUELO EN EL SECTOR DEL CAVA
Codorniu busca un socio minoritario para dar salida a parte de la familia
- Carlyle se acerca a un sector de los Raventós, pero el consejo descarta vender la mayoría
Cada 5 años se reúnen las cinco ramas de la familia Raventós propietarias de Codorniu; en el encuentro del 2010 (foto) se reunieron 525 miembros (EFE)
MAR GALTÉS, Barcelona
19/04/2018 02:08 | Actualizado a 19/04/2018 04:12
El fondo de inversión estadounidense Carlyle ha manifestado su interés por el grupo Codorniu, integrado por diez bodegas y propiedad de 216 accionistas miembros de cinco ramas de la familia Raventós. No es la primera vez que inversores se acercan a la empresa y a su complejo accionariado, y aunque la de Carlyle es una aproximación en fase inicial, que se ha realizado a través de algunos de los accionistas minoritarios de la familia, sí ha sido suficiente para provocar la reacción de la compañía. La oferta no existe formalmente, pero el tema fue tratado la pasada semana en el consejo de la compañía, que tiene diez miembros, liderado por la presidenta Mar Raventós y el consejero director general Javier Pagés, y en el que están representados todos los grupos accionistas. En esta reunión, según confirma Pagès, el consejo decidió por mayoría - “más del 51%”– rechazar el estudio de lo que se considera una oferta no solicitada por la empresa. Pero sin embargo, por primera vez la empresa ha aceptado la posibilidad de buscar un socio externo minoritario que acompañe la estrategia y que permita dar salida a los accionistas minoritarios que buscan liquidez.
Las ventas sólo han crecido de 211 a 236 millones en 14 años y el dividendo ha bajado
Estos movimientos en el segundo grupo vinícola catalán se producen cuando hace justo un mes que Freixenet firmó la venta de una participación mayoritaria, del 50,7%, a la alemana Henkell. Freixenet, que factura unos 500 millones de euros, se ha valorado en 440 millones.
El grupo Unideco –paraguas de las bodegas de vino y cava Codorniu, Raimat, Masia Bach, Scala Dei, Abadia de Poblet, Legaris (Ribera del Duero), Bodegas Bilbaínas (Rioja), Nubiana (Cinca), Séptima (Argentina) y Artesa (California)– puso en marcha el año pasado un plan de reestructuración destinado a mejorar sus cuentas. El plan implicó el abandono de negocios poco rentables, como la elaboración de marca blanca, y la salida de cerca de un centenar de trabajadores. En el ejercicio cerrado a junio del 2017, la facturación fue de 236 millones, con un ebitda de 16 millones, y un resultado operativo consolidado de 2 millones, que quedó en números negativos como consecuencia del coste de reestructuración. Sin embargo, Pagès asegura que este ejercicio que cierra a junio del 2018, a pesar de que la facturación será inferior, el resultado de explotación o ebitda se situará entre 26 y 30 millones de euros, y se espera un beneficio neto de 11 millones. La plantilla ha quedado en unas 700 personas.
La compañía mantiene un volumen de ventas relativamente estancado desde hace años (en el 2003, por ejemplo, facturaba 211 millones de euros), pero reconoce que ha reducido notablemente su política de dividendos, especialmente durante los años de la crisis.
La empresa busca un director general externo y consejeros independientes
“Ahora tenemos una estrategia, que está dando buenos resultados, y queremos seguir. Creemos en el potencial de esta empresa y apreciamos el legado histórico”, explicó ayer Javier Pagès. “Pero entendemos que hay accionistas que quieren salir, por eso iniciaremos la búsqueda de un socio estratégico para nosotros y que pueda dar salida a los accionistas que quieren vender”.
El grupo Codorniu está controlado por cinco ramas de la familia Raventós –Pagés-Raventós, Raventós-Espona, Raventós-Artés, Farré-Raventós, Raventós-Chalbaud–, familiares pertenecientes ya a la 15.ª, 16.ª o 17.ª generación de la que se considera la elaboradora de cava más antigua de España, y una de las empresas familiares más antiguas, con cinco siglos de tradición en el Penedès. A finales del 2017, Unideco trasladó su sede social a Haro (la Rioja), lo que provocó nuevas discrepancias entre accionistas.
Fuentes conocedoras de la situación aseguran que hay un grupo importante de accionistas que se sienten desde hace años descuidados por la empresa, y que fácilmente se apuntarían a una propuesta sólida. Sólo tres miembros de la familia (incluido el director general) trabajan en el grupo, que también ha decidido trabajar un cambio de sus estructuras de gobierno. “Hace varios meses iniciamos la búsqueda de un director general externo a la familia, y queremos crear un consejo orientado a negocio y estrategia, integrado por independientes, para separarlo de los temas de propiedad y familia”, dice Pagès.
Culebrón en Freixenet y tensiones en el sector
La falta de dividendos fue el elemento principal de discordia que desencadenó a principios del 2016 la división de las familias accionistas de Freixenet que ha acabado con la entrada en el accionariado del grupo alemán Henkell con el 50,75%. En este caso, pronto se reveló que vender sólo una pequeña participación resulta poco viable: ningún inversor acepta poner dinero sin intervenir en la gestión de una empresa que necesita un revulsivo. Finalmente, las tres ramas Hevia Ferrer y tres de los cuatro Bonet Ferrer (Eudaldo, Pedro y Pilar) han firmado dejar la empresa, en la que seguirán como accionistas el presidente de honor José Ferrer (42% del capital) y el presidente José Luis Bonet (propietario de un 7,25%). Con todo, el acuerdo de compraventa incorpora un pacto paralelo en el que los alemanes garantizan la compra futura de sus acciones a los otros accionistas.
Mientras las dos grandes están absorbidas por sus problemas internos, el sector del cava vive tiempos de revuelo, intentando defender la marca cava en un contexto de competencia internacional. La pasada semana, un grupo de cavas medianas –Gramona, Llopart, Nadal, Recaredo, Sabaté i Coca y Torelló– presentaron la nueva Associació de Viticultors i Elaboradors Corpinnat, marca europea de calidad que reivindica los altos estándares de elaboración, y sobre la que ironizó el presidente del Consell Regulador del Cava, Pedro Bonet. La iniciativa cuenta con ausencias como la de Raventós i Blanc, y otros pequeños elaboradores quejosos por no haber sido convocados.