EN El CINE

Me quedo por aquí, la del joven Karl Marx tengo muchas ganas de verla
 
'El pasajero': Liam Neeson, el héroe no quiere jubilarse
La cuarta colaboración entre Neeson y el director catalán Jaume Collet-Serra redunda en la idea del héroe veterano e inesperado en un 'thriller' de suspense hitchcockiano
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Sigue el 'bromance' de Jaume Collet-Serra y Liam Neeson en 'El pasajero', su cuarta colaboración. (TriPictures)
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EULÀLIA IGLESIAS
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TIEMPO DE LECTURA5 min
26.01.2018 – 05:00 H.


Pocas relaciones más simbióticas en el cine de Hollywood actual que la del director Jaume Collet-Serra y el actor Liam Neeson. Al contrario de otros cineastas españoles que hacen carrera allende nuestras fronteras después de debutar en nuestro país o conforman parte de su filmografía con producciones españolas rodadas en inglés, el catalán inició su trayectoria profesional ya dentro de la industria norteamericana como cualquier otro autóctono. Sin embargo, sus primeros títulos no acabaron de cuajar. 'La casa de cera' y 'La huérfana' fueron incursiones irregulares en el terror por parte de un cineasta en proceso de encontrar su lugar en Hollywood. Hasta que con su cuarto largo y primera colaboración con Liam Neeson, 'Sin identidad', dio en el blanco.

Este ambicioso 'thriller' ambientado en Berlín supuso todo un éxito en taquillay el inicio de una fructífera relación profesional. Aunque fue Luc Besson quien descubrió en Neeson —ese actor que había cobrado fama y prestigio en dramas de altura como 'La lista de Schindler', de Steven Spielberg— el potencial para convertirse en héroe de acción en su trilogía 'Venganza', hay que reconocerle a Jaume Collet-Serra la labor de matizar y confirmar el talento del intérprete para este tipo de rol. Tras 'Non-Stop (Sin escalas)' y 'Una noche para sobrevivir', ahora nos llega su cuarta película juntos.



En 'El pasajero', Neeson interpreta a Michael MacCauley, un agente de seguros con una vida estable al que despiden sin motivo aparente al inicio del filme. Para Michael es una situación complicada. Como él mismo le recuerda a su jefe, ya tiene 60 años y solo le quedaban cinco para la jubilación. Además, como descubrimos poco después, ya había dejado atrás otra carrera profesional como policía. Incapaz de confesarle la verdad a su esposa por teléfono, emprende como siempre el viaje de regreso a su casa. Es en el tren donde recibe una oferta que no podrá rechazar. Una misteriosa mujer, Joanna (Vera Farmiga borda estos papeles), le ofrece 100.000 dólares a cambio de localizar a un pasajero no habitual de ese trayecto que carga con un maletín. Poco después, Michael descubre que los cómplices de Joanna tienen retenidos a su mujer y su hijo. No le queda otra que iniciar la búsqueda de esa misteriosa persona que responde al alias de Prynne antes de que el tren llegue a su destino...

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Liam Neeson protagoniza 'El pasajero'. (TriPictures)


La saga de 'Los mercenarios' o las últimas entregas de 'Rocky' o 'Terminator' demuestran que a los héroes de acción les cuesta jubilarse. El caso de Liam Neeson en el cine de Collet-Serra es un tanto diferente. Más que un héroe de toda la vida próximo a la edad de retiro, el actor encarna a un cuasi jubilado al que le toca ejercer de valiente. Sus circunstancias son más cercanas a las del (anti)héroe a su pesar del cine de Alfred Hitchcock que a las de los protagonistas de cierto cine de acción.

Neeson es más el (anti)héroe a su pesar del cine de Alfred Hitchcock que el protagonista de cierto cine de acción

Collet-Serra y los guionistas Byron Willinger, Philip de Blasi y Ryan Engle añaden cierto trasfondo social a una premisa dramática típicamente hitchcockiana, la del tipo corriente que se ve envuelto sin que venga a cuento en una conspiración criminal. El título original del filme ya alude al pasajero habitual de los trenes en los que cada día miles de personas acuden a su trabajo en la gran ciudad.



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Vera Farmiga y Liam Neeson, en 'El pasajero'. (TriPictures)


Michael se nos define al principio del filme como un hombre corriente que repite esa rutina propia de cualquier trabajador: despertarse temprano, tomar el transporte público, ir al trabajo... y un día ser despedido sin previo aviso ni motivo aparente. Quedarse sin empleo le supone un serio estrés. No solo ya no tiene una edad para encontrar un nuevo empleo, también se halla bajo la presión del banco para pagar la deuda contraída a fin de financiar los estudios universitarios de su hijo. Michael incluso llega a explicitar en voz alta esta conciencia de trabajador injustamente tratado.

Cuando cree identificar al hombre que está buscando en un tipo con aspecto de ejecutivo que para nada encaja en el estilo de pasajero habitual de estos trenes, el protagonista se enreda en una discusión con él que concluye con un "Goldman Sachs, en nombre de la clase media estadounidense, vete a la mierda". El final de la película también apunta a una reivindicación colectiva, anónima y horizontal de la figura del héroe.



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Clara Lago también aparece en 'El pasajero'. (TriPictures)

Esta tímida sublectura social aporta cierto encanto a un subgénero, el del 'blockbuster' de acción que suele construir unas figuras heroicas distanciadas de las problemáticas reales de la mayoría de la población. Y compensa lo inverosímil de toda la trama, el típico dispositivo narrativo en torno a complejas conspiraciones criminales que debe aceptarse sin demasiados remilgos para disfrutar del filme.


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Cartel de 'El pasajero'.

'El pasajero' se despliega sobre todo como un 'thriller' de misterio de aires hitchcockianos que en su inicio remite a títulos como 'Extraños en un tren' (el intercambio de favores entre desconocidos que resulta fatal), 'Alarma en el expreso' (que ya inspiraba 'Sin identidad) o 'Con la muerte en los talones', para acabar más cerca de cintas de acción desatada que tienen lugar en espacios cerrados y en movimiento. Puro cine de entretenimiento hollywoodiense, que cuenta con al menos un par más de profesionales españoles, Clara Lago en un pequeño papel como una pasajera que despierta las sospechas de Michael y Roque Baños como compositor de la banda sonora.

https://www.elconfidencial.com/cult...ajero-liam-neeson-jaume-collet-serra_1511313/
 
'El pasajero': Liam Neeson, el héroe no quiere jubilarse
La cuarta colaboración entre Neeson y el director catalán Jaume Collet-Serra redunda en la idea del héroe veterano e inesperado en un 'thriller' de suspense hitchcockiano
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Sigue el 'bromance' de Jaume Collet-Serra y Liam Neeson en 'El pasajero', su cuarta colaboración. (TriPictures)
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26.01.2018 – 05:00 H.


Pocas relaciones más simbióticas en el cine de Hollywood actual que la del director Jaume Collet-Serra y el actor Liam Neeson. Al contrario de otros cineastas españoles que hacen carrera allende nuestras fronteras después de debutar en nuestro país o conforman parte de su filmografía con producciones españolas rodadas en inglés, el catalán inició su trayectoria profesional ya dentro de la industria norteamericana como cualquier otro autóctono. Sin embargo, sus primeros títulos no acabaron de cuajar. 'La casa de cera' y 'La huérfana' fueron incursiones irregulares en el terror por parte de un cineasta en proceso de encontrar su lugar en Hollywood. Hasta que con su cuarto largo y primera colaboración con Liam Neeson, 'Sin identidad', dio en el blanco.

Este ambicioso 'thriller' ambientado en Berlín supuso todo un éxito en taquillay el inicio de una fructífera relación profesional. Aunque fue Luc Besson quien descubrió en Neeson —ese actor que había cobrado fama y prestigio en dramas de altura como 'La lista de Schindler', de Steven Spielberg— el potencial para convertirse en héroe de acción en su trilogía 'Venganza', hay que reconocerle a Jaume Collet-Serra la labor de matizar y confirmar el talento del intérprete para este tipo de rol. Tras 'Non-Stop (Sin escalas)' y 'Una noche para sobrevivir', ahora nos llega su cuarta película juntos.



En 'El pasajero', Neeson interpreta a Michael MacCauley, un agente de seguros con una vida estable al que despiden sin motivo aparente al inicio del filme. Para Michael es una situación complicada. Como él mismo le recuerda a su jefe, ya tiene 60 años y solo le quedaban cinco para la jubilación. Además, como descubrimos poco después, ya había dejado atrás otra carrera profesional como policía. Incapaz de confesarle la verdad a su esposa por teléfono, emprende como siempre el viaje de regreso a su casa. Es en el tren donde recibe una oferta que no podrá rechazar. Una misteriosa mujer, Joanna (Vera Farmiga borda estos papeles), le ofrece 100.000 dólares a cambio de localizar a un pasajero no habitual de ese trayecto que carga con un maletín. Poco después, Michael descubre que los cómplices de Joanna tienen retenidos a su mujer y su hijo. No le queda otra que iniciar la búsqueda de esa misteriosa persona que responde al alias de Prynne antes de que el tren llegue a su destino...

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Liam Neeson protagoniza 'El pasajero'. (TriPictures)


La saga de 'Los mercenarios' o las últimas entregas de 'Rocky' o 'Terminator' demuestran que a los héroes de acción les cuesta jubilarse. El caso de Liam Neeson en el cine de Collet-Serra es un tanto diferente. Más que un héroe de toda la vida próximo a la edad de retiro, el actor encarna a un cuasi jubilado al que le toca ejercer de valiente. Sus circunstancias son más cercanas a las del (anti)héroe a su pesar del cine de Alfred Hitchcock que a las de los protagonistas de cierto cine de acción.

Neeson es más el (anti)héroe a su pesar del cine de Alfred Hitchcock que el protagonista de cierto cine de acción

Collet-Serra y los guionistas Byron Willinger, Philip de Blasi y Ryan Engle añaden cierto trasfondo social a una premisa dramática típicamente hitchcockiana, la del tipo corriente que se ve envuelto sin que venga a cuento en una conspiración criminal. El título original del filme ya alude al pasajero habitual de los trenes en los que cada día miles de personas acuden a su trabajo en la gran ciudad.



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Vera Farmiga y Liam Neeson, en 'El pasajero'. (TriPictures)


Michael se nos define al principio del filme como un hombre corriente que repite esa rutina propia de cualquier trabajador: despertarse temprano, tomar el transporte público, ir al trabajo... y un día ser despedido sin previo aviso ni motivo aparente. Quedarse sin empleo le supone un serio estrés. No solo ya no tiene una edad para encontrar un nuevo empleo, también se halla bajo la presión del banco para pagar la deuda contraída a fin de financiar los estudios universitarios de su hijo. Michael incluso llega a explicitar en voz alta esta conciencia de trabajador injustamente tratado.

Cuando cree identificar al hombre que está buscando en un tipo con aspecto de ejecutivo que para nada encaja en el estilo de pasajero habitual de estos trenes, el protagonista se enreda en una discusión con él que concluye con un "Goldman Sachs, en nombre de la clase media estadounidense, vete a la mierda". El final de la película también apunta a una reivindicación colectiva, anónima y horizontal de la figura del héroe.



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Clara Lago también aparece en 'El pasajero'. (TriPictures)

Esta tímida sublectura social aporta cierto encanto a un subgénero, el del 'blockbuster' de acción que suele construir unas figuras heroicas distanciadas de las problemáticas reales de la mayoría de la población. Y compensa lo inverosímil de toda la trama, el típico dispositivo narrativo en torno a complejas conspiraciones criminales que debe aceptarse sin demasiados remilgos para disfrutar del filme.


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Cartel de 'El pasajero'.

'El pasajero' se despliega sobre todo como un 'thriller' de misterio de aires hitchcockianos que en su inicio remite a títulos como 'Extraños en un tren' (el intercambio de favores entre desconocidos que resulta fatal), 'Alarma en el expreso' (que ya inspiraba 'Sin identidad) o 'Con la muerte en los talones', para acabar más cerca de cintas de acción desatada que tienen lugar en espacios cerrados y en movimiento. Puro cine de entretenimiento hollywoodiense, que cuenta con al menos un par más de profesionales españoles, Clara Lago en un pequeño papel como una pasajera que despierta las sospechas de Michael y Roque Baños como compositor de la banda sonora.

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Es una premisa argumental casi clavada a "El hombre que sabia demasiado" de Hitchcock y "A la hora señalada", protagonizada por Johnny Depp y Christopher Walken
 
ANIVERSARIO
'Atrapado en el tiempo': 25 años pillados por el Día de la marmota
La mítica película de Harold Ramis y Bill Murray, icono cultural de los noventa, cumple el cuarto de siglo

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Bill Murray y la marmota en 'Atrapado en el tiempo'. (Sony)
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MARTA MEDINA
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12.02.2018 – 05:00 H.

Todos hemos tenido un día de mierda. Esos días en el que uno hace equilibrios para no acabar emulando a Michael Douglas en 'Un día de furia'. Y ¿qué podría empeorar un día de mierda? Repetirlo en bucle hasta el infinito. Volar por los aires la posibilidad tan cristiana de consuelo del "mañana será otro día". Por que no, porque mañana será el mismo día, una y otra vez, una y otra vez. En un momento inconcreto de finales de los ochenta, Danny Rubin, antiguo estudiante de Biología de la Universidad de Brown, pensó cómo sería vivir en ese centrifugado perpetuo y le salió un clásico del cine contemporáneo, así, como sin quererlo: 'Atrapado en el tiempo' — o 'El día de la marmota', para los fans y los heterodoxos—, el primer guión de Rubin, la obra cumbre de Harold Ramis —con permiso de la más popular, 'Cazafantasmas'— y la actuación más mítica de Bill Murray —con permiso, de nuevo, de 'Cazafantasmas'— cumple este lunes un cuarto de siglo. Deleuze en clave de comedia. Nietzsche para 'dummies'. Y, sobre todo, Murray poniendo los ojos en blanco.





'Atrapado en el tiempo' se estrenó un 12 de febrero de 1993 y, desde entonces, se ha convertido en un referente cinematográfico —está entre las películas favoritas de Terry Jones y David O. Russell; 'Looper' y 'Primer', 'Olvídate de mí', 'Cincuenta primeras citas', 'Feliz día de tu muerte' son ejemplos de su influencia— y, sobre todo, generacional. Y con una idea en apariencia muy simple, pero bastante subversiva en un arte en el que se huye de la sensación de 'déjà vu' como de la peste: un tipo bastante odioso y estirado, Phil Connors, hombre del tiempo en una cadena televisiva, acaba atrapado, primero, en Punxsutawney, un pueblucho en medio de Pennsylvania por culpa de una tormenta de nieve y, segundo, en un bucle temporal en el que todas las mañanas son el 2 de febrero, el 'Día de la Marmota', por culpa de vaya usted a saber por qué.

'Atrapado en el tiempo' se estrenó un 12 de febrero de 1993 y, desde entonces, se ha convertido en un referente cinematográfico

Y ese porqué fue uno de los primeros obstáculos a los que se tuvo que enfrentar la película. En una entrevista reciente con el 'Chicago Tribune', el productor Trevor Albert recuerda lo que les costó a los ejecutivos de Columbia comulgar con la idea de que el espectador no necesita que se lo den todo masticado. Cuenta Albert, que en una ocasión le devolvieron el guión con algún apunte al respecto. "'¿Por qué se repite el mismo día?, me preguntó alguien de quien no voy a dar el nombre. 'Por qué narices… bueno, me gusta, es bueno, pero no entiendo por qué entra en ese bucle. Los aliens le han echado un maleficio o ¿qué coxx? ¿Se cae en alguna cosa química rara?' Querían que en el primer acto ocurriese un suceso concreto que mostrase cómo le lanzaban un hechizo. Y fue como, 'ni de coña'. Eso es muy complaciente con el espectador”.



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Bill Murray en 'Atrapado en el tiempo', una de sus muchas películas icónicas. (Sony)


Por otro lado, ¿cuántos tiempo necesita repetir Connors el mismo día para pasar de un tipo odioso a una persona amable? Existen varias teorías, desde las que sólo cuentan las veces que la película muestra al protagonista levantándose de la cama con la alarma del despertador y las veces que se hace de día y de noche —33 días, el número más conservador—, hasta la que propuso el propio Ramis, teniendo en cuenta lo que podría costarle a alguien dominar el francés, el piano y la escultura con hielo —entre otras cosas—, lo que eleva la suma a más de 10 años repitiendo el mismo maldito día.

Es una película tan intemporal como 'Qué bello es vivir'; su historia y sus personajes son universales

Entre la comedia romántica y el chiste existencial, y con ese punto redentor heredero de clásicos navideños como '¡Qué bello es vivir!', 'Atrapado en el tiempo' se convirtió rápido en un éxito comercial —convirtió los 14 millones de euros de presupuesto en 71, sólo en Estados Unidos— y, lo que es más importante, se ha perpetuado en el imaginario popular —¿quién no recurre a la expresión "como el Día de la Marmota"?— y, muy probablemente, se perpetuará al igual que la película de Capra, que soporta los embates del tiempo gracias a la universalidad de su historia y sus personajes. Da igual que sea un grunge noventero que un colono marciano, el miedo a vivir en un bucle de repeticiones es atemporal. "Siempre es lo mismo, toda la vida. Recoge tu cuarto, siéntate derecho, quita los pies de ahí, pórtate como un hombre. Sé bueno con tu hermana. No mezcles vino y cerveza. Nunca", se lamenta el personaje de Connors y me lamento yo y, probablemente, se habrá lamentado usted en alguna que otra ocasión.



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Bill Murray, Andie McDowell y Chris Elliott en 'Atrapado en el tiempo'. (Sony)


Cuesta imaginarse 'Atrapado en el tiempo' protagonizado por alguien diferente a Murray, pero la realidad es que el actor más irreverente de Hollywood no fue la primera opción de los productores, ni la segunda. Tom Hanks y Michael Keaton eran la primera y segunda opción, pero les faltaba el punto odioso y de vuelta de todo que tan bien explota Murray. Además, Ramis y Murray eran buenos amigos y habían trabajado juntos en 'El club de los chalados' (1980), 'El pelotón chiflado' (1981) y ambas 'Cazafantasmas', aparte de que ambos habían salido del grupo de improvisación Second City de Chicago, del que también salieron John Belushi, John Candy, Dan Aykroyd, Chris Farley o Mike Myers. Ramis veía en Murray un todo en uno de los Hermanos Marx: "Tiene el ingenio de Groucho, la facilidad para la pantomima y la lascivia de Harpo, y la esencia de hombre común de Chico".

A veces, Bill era irracionalmente mezquino y nunca estaba disponible; constantemente llegaba tarde al set

En el libro 'Cómo ser Bill Murray', Gavin Edwards pinta un rodaje difícil, con un Murray desquiciado al que, además, tuvieron que poner varios chutes de vacuna antirrábica por los mordiscos de la marmota con la que compartía escenas. "El matrimonio de Murray con Mickey Kelly estaba a punto de romperse y él se comportaba de forma impredecible —lo que Dan Aykroyd llama el Murricán—". "A veces, Bill era irracionalmente mezquino y nunca estaba disponible; constantemente llegaba tarde al set". "Si no hay drama, ya hará él uno. Le encanta bordear el límite, y para bordear el límite hay que empujar al resto de la gente hasta él. Funciona sólo en dos modos: sueño y sobreestimulación".



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Otro momento de la película. (Sony)


Andie Macdowell, en una entrevista reciente a 'The Wrap', también recordó el rodaje de atrapado en el tiempo como, al menos, interesante. "Es un capullo, pero te hace reír, a pesar de que estés tirando de él para que no sea un capullo. Bill es taaaan divertido. Es un genio de la comedia. No hace lo mismo en cada toma, así que hay que escuchar y reaccionar”. En una escena "me pidió que le abofeteara de verdad. Su pulsión natural es la improvisación y hacer cada toma a su manera. Generalmente era refrescante; tenía que estar muy metida en la escena y, simplemente, escucharle".

La realidad es que el rodaje de 'Atrapado en el tiempo' supuso la ruptura de la amistad entre Ramis y Murray, que no se volvieron a hablar en 21 años, hasta que Murray fue a visitar a Ramis en su lecho de muerte en 2014. Aunque durante años había dado la espalda a su amigo y había evitado volver a referirse a él, en los Oscar de ese mismo año aprovechó que presentaba uno de los premios para hacerle un escueto homenaje. Pero quizás la ruptura de una amistad sea un peaje a pagar, tipo pacto con el diablo, a cambio de rodar una cinta de culto, un antes y un después del cine, una película que ha marcado a fuego el 2 de febrero en el calendario de generaciones y generaciones.


https://www.elconfidencial.com/cultura/2018-02-12/aniversario-atrapado-tiempo-dia-marmota_1519466/
 
'The Party': la cena de los idiotas del Brexit
Sally Potter encapsula la crisis ideológica del Reino Unido del Brexit en una irónica comedia de costumbres en torno a una cena de celebración
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'The Party'.
AUTOR
EULÀLIA IGLESIAS
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16.02.2018 –


Tragicomedia feroz que apenas sobrepasa la hora de duración, Sally Potter escribió y rodó 'The Party' durante un periodo en que dos procesos electorales, las elecciones de 2015 y el referéndum del Brexit, hundieron el estado de ánimo político de muchos británicos. Su película se empapó por tanto de la resaca del debate en torno a la crisis del Partido Laborista y del 'shock' que supuso para una parte de la población la victoria del sí en la consulta sobre la salida del país de la Unión Europea.

La directora concentra este colapso ideológico en una de esas comedias de costumbres donde un encuentro 'a priori' amistoso entre viejos conocidos acaba en un festín de secretos desvelados, viejos rencores expuestos a la luz y despellejes políticos. En 'The Party', el destripe emocional de los personajes va parejo a la puesta en crisis de sus posicionamientos ideológicos, sobre todo en el caso de los protagonistas de mediana edad, alineados en diferentes expresiones de la tradición izquierdista. Una fórmula clásica —la vimos hace un par de años aplicada a la generación de cubanos que creció con la Revolución en 'Regreso a Ítaca', de Laurent Cantet, y también la pone en práctica, sin el sustrato político, Álex de la Iglesia en su todavía en cartel 'Perfectos desconocidos'— que Sally Potter explota con eficacia y sobre todo con un agudo sentido del humor.





La fiesta del título la convoca Janet (Kristin Scott Thomas), una política de izquierdas con una extensa carrera que ve por fin su trayectoria recompensada por su partido cuando la nombran ministra de Sanidad en la sombra. Para celebrarlo, invita a su mejor amiga, April (Patricia Clarkson), una mujer de lengua afilada que acude junto a su novio Gottfried (Bruno Ganz), encarnación del 'coach' defensor de las mal llamadas terapias alternativas. También asisten Martha (Cherry Jones), profesora universitaria especializada en Estudios de la Mujer, acompañada de su joven pareja Jinny (Emily Mortimer), una cocinera que ha concursado en 'Masterchef' y se ha quedado embarazada tras una fecundación 'in vitro'. Tom (Cillian Murphy) es el último en llegar y excusa la tardanza de su esposa y mano derecha de Janet, Marianne, que debería aparecer en cualquier momento.

Potter orquesta una ácida sátira sobre una generación de progres acomodados de mediana edad que descubre con pasmo cómo el mundo real ya no baila a su son. Al inicio del filme vemos al esposo de Janet, Bill (Timothy Spall), escuchando con cierto aturdimiento 'I'm a Man', de Bob Didley, cuya letra de reafirmación masculina reverbera en el sentimiento de fracaso de un hombre que ha vivido a la sombra de la carrera política de su mujer. A medida que llegan los invitados, Potter pone en juego toda una serie de contradicciones. El viejo filósofo materialista enfermo se interesa ahora por la cháchara de un falso terapeuta; la socialdemócrata debe asumir que su marido acude a la sanidad privada; el joven ambicioso esnifa raya tras raya para ganar seguridad, y la pareja de mujeres encarna el choque entre dos formas de entender el feminismo distanciadas por la edad. Martha reacciona con estupor ante la posibilidad de convertirse en 'colectivo' cuando su joven pareja le anuncia que van a ser madres. Y además con cierta condescendencia hacia Jinny, que por su lado esgrime un feminismo más cerca del dogma emocional que del pensamiento político.


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Cartel de 'The Party'.



April es la encargada de rematar todas las situaciones con alguna frase de contundente agudeza. “Eres una lesbiana de primera, pero una pensadora de segunda”, le espeta a Martha, mientras que a propósito de su compañero afirma “rasca a un aromaterapeuta y te saldrá un fascista”. La situación en general la resume con un “no sabía nada de esto, y eso que siempre espero lo peor de todo el mundo por una mera cuestión de realismo”. En 'The Party', Potter nos devuelve a la mejor Patricia Clarkson después de que la hayamos visto recientemente en dos papeles tan estereotipados de malvada como los de 'La librería', de Isabel Coixet (la protagonista, Emily Mortimer, también aparece en este filme), y 'El corredor del laberinto: la cura mortal', de Wes Ball.

En un momento de la película, Tom lee fragmentos de mensajes amorosos entre dos amantes que suenan a frases hechas repetidas cientos de veces, pero Bill las acota citando el nombre del autor clásico que supuestamente las escribió. Todo ello mientras Gottfried suelta sus sentencias pseudoespirituales... Como en una farsa clásica, la directora sitúa a un mismo nivel lo profano y lo divino, 'Masterchef' y los estudios académicos de género, la ministra de Sanidad en la oposición y el sanador charlatán, el pensamiento clásico y los SMS. Este tipo de filmes corre el peligro de reducir a sus protagonistas al mero tópico chistoso. Potter, por el contrario, presenta a unos seres humanos disfrazados de arquetipos que se desembarazan de sus máscaras a lo largo del metraje. La guinda a esta pequeña pieza de cámara satírica es un fuera de campo que cruza sabiamente 'Eva al desnudo' con 'Esperando a Godot'.

https://www.elconfidencial.com/cultura/cine/2018-02-16/the-party-cena-idiotas-brexit_1522468/
 
ESTRENOS DE CINE
'Black Panther': esta sí es una película de superhéroes distinta
El filme funciona perfectamente como obra autónoma, saludablemente indiferente a cualesquiera que sean las aventuras en otras partes del universo Marvel

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'Black Panther'.
AUTOR
ALEJANDRO ALEGRÉ
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16.02.2018 – 05:00 H.

'Black Panther' lleva semanas siendo promocionada como una película de superhéroes muy distinta, y es verdad que en algunos aspectos lo es. La 18ª entrega del Universo Cinematográfico de Marvel es la menos conectada con el resto de toda la saga. Es la única de ellas protagonizada por un justiciero negro —'Blade' y sus secuelas no cuentan: no formaban parte del UCM—; y una de las pocas en las que absolutamente ninguna ciudad es destruida o siquiera está a punto de serlo. Asimismo, pese a tratarse de una historia de origen, evita cuidadosamente el tipo de atasco narrativo que la obligación de ponernos en antecedentes suele generar. Y funciona perfectamente como obra autónoma, saludablemente indiferente a cualesquiera que sean las aventuras que en otras partes del mundo estén viviendo Iron Man o el Capitán América.

Por último, 'Black Panther' carece casi por completo del tipo de humor autorreferencial que cada vez ha ido cobrando mayor protagonismo en las historias de Marvel. En cambio, hay algo de solemnidad shakespeariana en su héroe titular, monarca de una nación africana secreta e increíblemente avanzada llamada Wakanda, y en sus luchas para mantenerse en el trono. Asimismo, hay en ella algo de intriga de espías a la manera de 007 y mucho de comentario social: después de todo, habla de racismo y de la responsabilidad que los países más poderosos tienen de acoger a los refugiados, compartir sus progresos científicos y tecnológicos y repartir los recursos equitativamente.





Y lo hace permaneciendo en todo momento enraizada en las culturas africana y afroamericana, a través de esa magnífica banda sonora coordinada por Kendrick Lamar y de los sólidos puentes que establece con el afrofuturismo, y de elucubrar sobre qué grado de desarrollo podría haber llegado a alcanzar el continente negro de no haber sido víctima del colonialismo. Cierto que, por otra parte, esas conjeturas no son más que pura fantasía. El 'look' de Wakanda, en concreto, no es más realista que la imagen de la portada del 'Bitches Brew' de Miles Davis o las de algunos discos de Sun Ra.


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Imagen de 'Black Panther'.


Similar es el grado de simplificación que 'Black Panther' aqueja en varios otros aspectos. El conflicto político que ocupa su centro no va más allá en sus alusiones a las disputas entre Martin Luther King y Malcolm X de lo que en su día lo hicieron las pugnas entre Charles Xavier y Magneto en 'X-Men'. Por otra parte, la película rebosa personajes pero no sabe muy bien qué hacer con varios de ellos, al margen de usarlos de relleno en las secuencias de acción, en su mayoría mediocres y lastradas por unos efectos visuales definitivamente toscos —resulta obvio que muchas de ellas no están protagonizadas por actores de carne y hueso sino por creaciones digitales—.


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Cartel de 'Black Panther'.

El propio Black Panther da por momentos la sensación de ser un secundario de su propia historia, ensombrecido como queda tanto por el trío de feroces guerreras que lo secundan —qué bonito sería verlas juntas en una versión negra de 'Los ángeles de Charlie'— como sobre todo por el Erik Killmonger, probablemente el mejor villano nunca visto en una película de Marvel. Figura genuinamente trágica cuya idea de la justicia social se ha visto irremediablemente radicalizada por los abusos de los que ha sido objeto, es tan carismático en todas sus escenas que uno casi llega a olvidar que, al menos sobre el papel, el protagonista de la película es otro.

https://www.elconfidencial.com/cult...k-panther-marvel-superheroes-critica_1522451/
 
'Todo el dinero del mundo': un secuestro, un multimillonario tacaño y una oreja mutilada
Después de una producción accidentada —Christopher Plummer tuvo que volver a rodar las escenas que hizo Kevin Spacey—, Ridley Scott estrena este 'thriller' basado en hechos reales

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Michelle Williams y Mark Wahlberg protagonizan 'Todo el dinero del mundo'. (Diamond)

AUTOR
MARTA MEDINA
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@MartaMedinadelV
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23.02.2018


En su monólogo 'Soy muy hijo de put*', el cómico Miguel Lago desvelaba hace unos años su receta para ser millonario. "¿Sabéis por qué estoy tan forrado?", preguntaba al público desde el escenario. "Porque no voy tirando el dinero en tonterías. Por ejemplo: yo no hago regalos. Jamás. A nadie. Bajo ningún concepto. Ni bodas, ni bautizos ni cumpleaños. Yo no regalo nada a nadie jamás". Algo muy parecido a la fórmula que medio siglo atrás predicó el magnate del petróleo y dueño de Getty Oil, Jean Paul Getty —considerado entonces como el hombre más rico del mundo—, en su libro 'Cómo ser rico', donde explicaba las claves para ser asquerosamente multimillonario. No para hacerse. Para serlo. "Cualquier idiota puede hacerse rico, el truco está en cómo mantenerse", predicaba el hombre del que decían que tenía las venas de acero pero cuyos bolsillos estaban sellados a cal y canto. Y esta última observación la aprendió su nieto de la peor manera posible.






Podría haberse tratado de una hipérbole de la prensa, siempre tan dada a la exgeración, si no fuese porque el propio Getty confirmó orgulloso la rumorología cuando tras el secuestro en 1973 de su nieto John Paul Getty IIIa manos de la mafia calabresa, el magnate se dirigió a las cámaras que lo esperaban a la puerta de su mansión y con firmeza dijo: "No voy a pagar el rescate de mi nieto. Ahora tengo otros 14 nietos. Si pago un penique, tendré otros 14 nietos secuestrados". Con un par. Con una fortuna estimada en alrededor de 2.000 millones de dólares —unos 1.600 millones de euros—, a Getty no le apetecía soltar los 17 millones de dólares que le pedían los secuestradores, en un despliegue público e internacional de tacañería —o defensa de sus férreas convicciones, según se mire— que apuntaló definitivamente su leyenda. Su excusa: que su padre, George F. Getty no le había dado un duro para construir su imperio y que "un padre exitoso no debía mimar o malcriar a sus hijos dándoles dinero a partir de una edad en la que estuvieran preparados para ganarse la vida por sí mismos". Y amenazarle con mandarle a su nieto en cachitos o mutilarle una oreja, un dedo o lo que sea tampoco le ablandó el bolsillo demasiado.



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Christopher Plummer es Jean Paul Getty en 'Todo el dinero del mundo'. (Diamond Films)


Y es en este momento de la historia de la familia Getty en que se centra la última película de Ridley Scott, 'Todo el dinero del mundo', que comienza en el momento en que el joven John Paul Getty III, que entonces tenía 16 años, es secuestrado. Una película que se estrena tras una agonizante posproducción después de que los productores decidiesen borrar a Kevin Spacey de la película —interpretaba a Getty abuelo— y sustituirlo 'in extremis' por un Christopher Plummer que, de rebote, podría conseguir su segundo Oscar. Y, aunque suene mal decirlo, a Scott le ha venido Dios a ver con el cambio; Plummer le da a Getty la dimensión del hombre inflexible y desagradable, pero también triste e incomprendido, el complejo punto intermedio entre la presuntuosa divinidad y la debilidad humana de quien se creyó un emperador romano moderno, aunque tenga más de Charles Kane que de Augusto.

El patriarca está enamorado de la idea de estirpe, pero no de la de familia en sí
A pesar de su título, 'Todo el dinero del mundo', más que de parné, guita, mosca, pasta, trata de algo todavía más universal: la familia. Por muchas puertas que pudiera abrir el apellido Getty, Scott presenta a los Getty como un clan desestructurado, marcado por unas relaciones paterno-filiales complicadas y a la sombra de un patriarca enamorado de la idea de estirpe, pero no de la de familia en sí. Getty prefiere entregar su amor a los objetos que le rodean —"ellos nunca me traicionan, lo que ves es lo que son", dice— que a las personas, siempre inclinadas a decepcionar. La palabra 'familia' aparece también en boca de los secuestradores, que actúan más como tal que los propios Getty, que andan cada uno desperdigado en un sitio del mundo y sin apenas mantener contacto.



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Michelle Williams y Mark Wahlberg, en un momento de 'Todo el dinero del mundo'. (Diamond)


Aparte de varias licencias cinematográficas en las fechas y los hechos que reproduce este 'thriller' basado en hechos reales, Scott propone un relato con saltos temporales que van y vienen en la cronología de Jean Paul Getty, que, en casi todo momento, aparece como un personaje solitario —sin pareja ni amigos ni casi compañía—, un hombre pegado a un teletipo bursátil tan tacaño, tan tacaño, que según las malas lenguas tenía una cabina de pago en su mansión para que sus huéspedes no pudieran hacer llamadas gratis a su costa. Por otro lado, su nieto John Paul Getty III (Charlie Plummer) es el prototipo clásico del síndrome de la tercera generación de millonarios, un joven 'bon vivant' sin oficio ni beneficio que se rodea de gente de la noche y que dilapida lo poco que le consigue el apellido que tiene. Y Scott lo cuenta a degüello, pim, pam, pum, sin dejar una pausa de más en un montaje al grano.

Scott dirige su atención principalmente a la historia de la madre coraje que está dispuesta a todo para salvar a su hijo
Siguiendo su filosofía de máximo beneficio al menor coste, viendo que el secuestro de su nieto se puede alargar y ante la desesperación de su nuera Gail (Michelle Williams), Getty decide poner el asunto en manos de Fletcher Chase (Mark Wahlberg), una especie de 'Señor Lobo' cuya misión es rescatar al chico, que el único solaz que encuentra es la conversación que le da uno de sus carceleros (Romain Duris), con el que tiene una relación casi paternofilial —toda la que un secuestro permite—, mientras su vida depende de cualquier cambio en la dirección del viento.



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Charlie Plummer, en su papel de John Paul Getty III. (Diamond)


Scott dirige su atención principalmente a la historia de la madre coraje que está dispuesta a todo para salvar a su hijo. Porque el personaje de Williams es la dignidad encarnada. Ya no solo por el arrojo que demuestra al encabezar las investigaciones y movilizar a la policía, sino por la integridad que despliega y que la acaba haciendo fuerte frente al magnate, esclavizado por su obsesión con el dinero. Porque la familia, según subraya la película, es una de las cosas que el dinero no puede comprar. Y a medida que avanza 'Todo el dinero del mundo', la figura de Gail se va haciendo grande, mientras que la de Getty va menguando y volviéndose más y más absurda. Tampoco sale demasiado bien parada la prensa —mejor dicho, los paparazis, principales azuzadores del circo alrededor del secuestro, que se mueven alrededor de Gail y Chase como aves carroñeras—. ¿Han visto 'Los archivos del pentágono' (2017), de Spielberg? Pues hete aquí la otra cara, más cerca de 'El gran carnaval' (1951).

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Cartel de 'Todo el dinero del mundo'.


La mayor desventaja de un 'thriller' basado en hechos reales es que, si el espectador conoce el desenlace del suceso, se pierde la fuerza del suspense. Consciente de ello, Scott ha apostado por una visión más dramática del cuadro general y se ha centrado en la angustia de la lucha de una madre, pero manteniendo el tono de 'thriller', en un cruce intermedio algo flácido. Sin embargo, 'Todo el dinero del mundo' consigue mantener la atención durante todo el metraje, sin llegar a decaer en exceso, aunque los saltos temporales y de un personaje a otro pudieran ayudar a ello, y sin ser una obra irreprochable sí que es disfrutable. E ir al cine no solo es la película; es la experiencia, solo, con amigos o con la familia. Y, como acaba aconsejando la película, es mejor un dinero medianamente bien gastado que un dinero mal ahorrado.

https://www.elconfidencial.com/cult...del-mundo-mark-wahlberg-ridley-scott_1525419/
 
ESTRENOS DE CINE
'Yo, Tonya': el culebrón olímpico que cautivó al mundo
La última película del australiano Craig Gillespie opta a tres estatuillas en los próximos Oscar, entre ellas a la de mejor actriz para Margot Robbie y actriz secundaria para Allison Janney

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Margot Robbie en 'Yo, Tonya', papel por el que está nominada al Oscar. (Ene)

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ALEJANDRO ALEGRÉ
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23.02.2018 – 05:00 H. -

En un momento al principio de 'Yo, Tonya', la que fuera patinadora olímpica Tonya Harding mira a la cámara con tristeza, hablando de la frecuencia con que la han abofeteado, pateado, golpeado y empujado en su vida. E, inmediatamente, niega con la cabeza y dice: "Nancy en cambio recibe un golpe una vez y...". Como quien más quien menos debería saber, Nancy es Nancy Kerrigan, medalla de plata olímpica de patinaje artístico —apenas sale en la película, pero sin ella no habría película—. Para quienes no conozcan la historia o necesiten un recordatorio, ahí va: en enero de 1994, solo unas semanas antes de los Juegos Olímpicos de Lillehammer, Kerrigan fue golpeada en la rodilla con una vara metálica perteneciente a un hombre asociado con el exnovio de Harding, Jeff Gillooly. Harding afirmó que desconocía el plan, pero no tardó en verse obligada a retirarse. Y se vio en el centro de un culebrón que cautivó al mundo.




'Yo, Tonya' coquetea con la tesis de que la caída de Harding fue el resultado inevitable de toda una vida pasada sufriendo el desprecio ajeno. Para el resto del mundo del patinaje artístico, Tonya era una intrusa, un pedazo de basura blanca que salía a patinar con chapuceros vestidos hechos en casa y cuyas coreografías usaban canciones de ZZ Top y Vanilla Ice, y que fuera de la pista se dejaba ver fumando, cazando y al volante de una camioneta. Los adalides de ese deporte gustosamente la habrían condenado al ostracismo a la primera oportunidad, pero era demasiado buena sobre los patines como para ser ignorada. No es casual que fuera ella la primera mujer americana que completó un triple Axel en una competición internacional. Quien no sepa lo que es eso, calma: la película lo explica perfectamente. 'Spoiler': es muy difícil.


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Margot Robbie, en el papel de Tonya Harding en 'Yo, Tonya'. (EOne)


La película no se llama 'Yo, Tonya' por error, lo que significa que en buena medida su objetivo es reevaluar y rehabilitar a su protagonista aunque, eso sí, sin tratar de convencernos de que en realidad no hizo nada malo —aunque su papel en el incidente con Kerrigan probablemente fuera muy diferente a como la mayoría de nosotros lo recordábamos—. En todo caso, resulta imposible no sentir empatía por una mujer que salió de una infancia llena de abusos por parte de su madre para meterse primero en un matrimonio lleno de abusos por parte de Gillooly y después en una abusiva relación con la prensa y la opinión pública. Así es, al menos, como a la Harding de la película —que, por lo visto, no dista particularmente de la real— le gusta presentarse.

Harding salió de una infancia llena de abusos por parte de su madre
El director Craig Gillespie estructura la película a partir de recreaciones de entrevistas con los personajes esenciales en la vida de la mujer y en el suceso, bustos parlantes que aportan comentarios adicionales a los hechos biográficos que la película asimismo revisita. La fiabilidad de sus declaraciones está en todo momento bajo sospecha: los entrevistados a menudo interrumpen la acción para quejarse de su escaso tiempo en pantalla o de la falta de rigor, o para defenderse, o para romper la cuarta pared y discutir lo que vemos.



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Margot Robbie está nominada a los Oscar por su papel como Tonya Harding. (EOne)


La verdad sobre Harding, en resumen, no es algo que la película siquiera pretenda ser capaz de conocer. En lugar de eso, nos pide que pongamos en cuestión cómo se fabrican los relatos que los medios de comunicación propagan, cómo se forman las narrativas oficiales de los acontecimientos y cómo, en consecuencia, podrían no tener absolutamente nada que ver con los hechos. Al mismo tiempo, en consecuencia, también funciona a modo de subversión de un género como el 'biopic' y un recordatorio de que en última instancia, por lo que respecta al 'affaire' entre Harding y Kerrigan, nadie conoce la historia completa.

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Cartel de 'Yo, Tonya'.


La mayoría de los personajes de la película son lo que conocemos como gentuza, por lo que pasar dos horas de metraje contemplándolos podría llegar a resultar agotador de no ser por la habilidad con la que Gillespie logra que, en la práctica, una historia potencialmente deprimente sea consistentemente hilarante. Su método cómico es testarudamente efectivo aunque, eso sí, también vulgar y oscurísimo y lleno de cinismo. El humor es subjetivo y el humor negro lo es aún más, y eso significa que probablemente haya quien no les encuentre la gracia a todos esos chistes que tratan asuntos como la miseria económica, los abusos maternos y conyugales y la intolerancia de clase, y que a ratos están más cerca de reírse de su protagonista que de hacerlo con ella. Asimismo, habrá quienes rechacen la película porque recurre a los mismos métodos sensacionalistas que critica. Allá ellos.

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'Gorrión rojo': una excusa para que Jennifer Lawrence se quite la ropa
El director Francis Lawrence y la actriz Jennifer Lawrence vuelven a unirse —tras su lucrativa colaboración en 'Los juegos del hambre'— en una historia de espionaje y s*x*


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Jennifer Lawrence, en un momento de 'Gorrión rojo'. (Fox)

ALEJANDRO ALEGRÉ
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02.03.2018 –


'Gorrión rojo' está siendo promocionada como una virguería en la línea de 'Atómica', pero en realidad la película pretende funcionar más bien como un homenaje a esos 'thrillers' de espionaje de los años setenta llenos de planos de crípticas reuniones y de gente que camina y que fuma mucho. Apenas incluye coreografías de acción, y hace que buena parte de su capacidad para el suspense recaiga en las cuestionables motivaciones que su protagonista sugiere mientras se acerca alternativamente a los servicios de inteligencia de Putin y a la CIA, y viaja entre Budapest y Londres y diferentes partes de Rusia.





Pero al mismo tiempo nos ofrece escenas de intentos de violación, y gente que pelea en pelotas en las duchas y demás muestras de violencia excesiva; y, a medida que transita entre salas de tortura y teatros de ópera, y que escena a escena da a Jennifer Lawrenceoportunidad para lucir vistoso fondo de armario, 'Gorrión rojo' hace alarde de una estética excesiva que subraya el tono ridículo de la historia. El resultado es una película situada en tierra de nadie entre los 'bestsellers' de aeropuerto y las intrigas de John le Carré que, eso sí, carece de la inquietante cosmovisión de estas últimas en parte porque es tan poco creíble como su heroína.



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Jennifer Lawrence, en un momento de 'Gorrión rojo'. (Fox)


Se trata de Dominika (Lawrence), cuya prometedora carrera como bailarina se ve truncada a causa de una terrible lesión y que, desesperada por encontrar otra forma de mantener a su madre enferma, a causa de las manipulaciones de su misterioso tío Vanya (Matthias Schoenaerts) —sí, se llama tío Vanya— acaba formando parte de un programa secreto de entrenamiento para espías de élite. Allí la enseñarán a usar su cuerpo como un arma letal sin expresar emoción alguna en el proceso; la convertirán en algo así como una versión posmoderna de Mata Hari, una agente experta en el uso del arte de la seducción para la obtención de información.

El personaje de Lawrence se convierte en una agente experta en el uso del arte de la seducción para la obtención de información

A partir de ese proceso, el director Francis Lawrence insufla al relato un insistente subtexto sobre la forma en que mujeres como Dominika son víctimas de hombres que tratan de intimidarlas y explotarlas. Cada decisión en la vida de la joven está determinada por la presión masculina: la del bailarín que destruye su carrera; la de esa figura paterna que la empuja a ingresar en una 'escuela de prost*tutas'; incluso la de Nash (Joel Edgerton), el americano al que debe acercarse con el fin de desenmascarar a un topo ruso.



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Otro momento de 'Gorrión rojo'. (Fox)


Buena parte del guion, precisamente, se centra en la relación de Dominika con este último. Ambos han sido entrenados para ocultar sus emociones y usar su sexualidad para manipular a los demás. La idea es que cada vez que los vemos acercarse el uno al otro dudemos de lo que cada uno de ellos trata realmente de conseguir y, en ese sentido, es una lástima que la química existente entre Lawrence y Edgerton sea igual a cero. El interés de 'Gorrión rojo' radica más bien en la lucha de Dominika y su madre por liberarse de Vanya —que obviamente tiene pensamientos incestuosos para con su sobrina—, y en la rebelión de la joven contra el rol de sumisión que se le ha asignado en el sexista juego político.

Es una lástima que la química existente entre Lawrence y Edgerton sea igual a cero

En el proceso, en todo caso, Lawrence (el director) parece más interesado en la maraña de espionaje y contraespionaje que en los matices de su personaje central. A pesar de toda la palabrería que en ella se dedica a complejas manipulaciones sexuales, la película apenas presta atención al potencial conflicto entre sentimientos de duda, lujuria y paranoia derivados de ellas. En parte por eso, 'Gorrión rojo' transita con suficiente agilidad por su accidentada narrativa, pero sin resultar especialmente epatante o angustiosa mientras lo hace. A ello sin duda contribuye la permanente distancia a la que nos mantiene de la vida interior de Dominika, que posiblemente tenga sentido argumental pero en todo caso nos impide empatizar con ella.


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Cartel de 'Gorrión rojo'.


Similarmente, resulta difícil sentir incertidumbre sobre cuál será el próximo paso de Dominika, como la película pretende que hagamos; desde el principio sabemos que la joven andará "un paso por delante de todos" —así lo verbaliza, de hecho, uno de los personajes— y por tanto contemplarla manipular a sus oponentes no es una experiencia particularmente absorbente. Tampoco resulta tan inspiradora como sus responsables sin duda esperan. Si por un lado 'Gorrión rojo' narra el viaje de empoderamiento de una mujer decidida a recuperar la vida que le fue arrebatada, por otro la historia busca constantemente excusas para que Lawrence (la actriz) se quite la ropa.

https://www.elconfidencial.com/cult...o-jennifer-lawrence-espionaje-accion_1529266/
 
ESTRENOS DE CINE
'Tomb Raider': un pastiche para el lucimiento de Alicia Vikander
Alicia Vikander sustituye a Angelina Jolie en la piel de la heroína de acción más icónica de la industria del videojuego



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Alicia Vikander es Lara Croft en 'Tomb Raider'. (Warner)

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MARTA MEDINA
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16.03.2018 –
Hollywood no podía desaprovechar un personaje como Lara Croft, un imán para el cine palomitero que en sus anteriores versiones protagonizadas por Angelina Jolie consiguió recaudar 400 millones de euros en todo el mundo. Ahora, encarnada por Alicia Vikander, la heroína de los juegos —ya clásicos— de finales de los años noventa inicia una nueva saga con la fórmula mágica que tan bien explotan los grandes estudios para hacer taquilla: un personaje ya conocido, una aventura de acción con disparos y patadas voladoras y una estructura sencilla que apela a la comodidad del 'déjà vu'. Y aunque es imposible obviar los ecos de otros muchos títulos de acción, de los videojuegos y de las cintas de Jolie, el director noruego Roar Uthaug ('Bølgen', 2015) ha querido despojar su 'Tomb Raider' del vicio del que pecan la mayoría de este tipo de películas: la hipersexualización de la protagonista femenina. Eso sí es novedoso.






Olvídense de Angelina Jolie agazapada, pertrechada tan solo con una escueta toalla alrededor del cuerpo y una pistola en la mano. Uthaug dirige una historia 'coming-of-age' —el género que trata los inicios y la maduración del personaje— y presenta a Lara Croft como una chica normal, la vecina de al lado que marcha cada mañana en bici a trabajar y a la que le gustan el deporte y salir de vez en cuando con sus amigos. Y para transmitir esa imagen natural y desenfadada, pocas actrices encajan mejor que Vikander, que aporta a esta reinterpretación una fragilidad y un peso dramático —algo, al menos— que ni el personaje original ni sus primeras adaptaciones cinematográficas tenían.

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Alicia Vikander, en un fotograma de 'Tomb Raider'. (Warner)


Así que, cuando se encuentra con la posibilidad —remota— de que su padre siga vivo en alguna isla perdida cerca de Hong Kong, Lara coge el petate y se embarca en un viaje en su busca, con la ayuda de algunos viejos documentos y mapas que encuentra en el antiguo despacho de su progenitor. Lo que sigue: mafias internacionales a la conquista del mundo, ráfagas de metralleta y un villano más escalofriante por burdo que por malvado. Sin embargo, y a pesar de los recelos que despertó en un principio, Vikander da perfectamente la talla como estrella de acción con un trabajo físico impecable y adaptado a su —pequeña— envergadura.

Pero el principal problema con el que se encuentra 'Tomb Raider' es un guion tan predecible en su desarrollo como inverosímil en las resoluciones —'deus ex machina'— de muchos de los obstáculos. El pastiche, escrito por dos principiantes, Geneva Robertson-Dworet —aunque este es su primer trabajo, ya han anunciado su participación en 'Sherlock Holmes 3' y 'Capitán Marvel'— y Alastair Siddons, sigue una trama lineal, sin demasiados recovecos, repleto de subrayados y frases y momentos hechos. A pesar de intentar dotar a la trama de una solemnidad pseudohistórica y existencial de la que en realidad carece y que solo sirve para subrayar la vacuidad argumental. La última media hora en concreto es, simplemente, disparatada.



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Otra escena de la nueva 'Tomb Raider'. (Warner)


Con la idea de construir una heroína fuerte pero a la vez realista, a Uthaug se le escapa la proporción —más bien la desproporción— de los retos. Saber hacer un sencillo puzle no implica poder descifrar un jeroglífico milenario en teoría complejísimo.Tampoco está el noruego muy acertado en la puesta en escena: por mucho que quiera homenajear a los videojuegos, los efectos especiales resultan burdos y baratos, la realización es torpe e irregular y no se explotan demasiado los escenarios naturales, uno de los grandes aciertos de la anterior saga.



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Cartel 'Tomb Raider'.


'Tomb Raider' es un artefacto para el exclusivo lucimiento de Alicia Vikander. No hay nada que pueda distraer la mirada de su centro de atención. No hay más historia que la suya. No hay personajes secundarios interesantes o mínimamente complejos. No hay intenciones ocultas ni dobles sentidos: todo queda en la superficie. Más allá de la acción 'perpetuum mobile', la nada. De la adaptación de un videojuego sería estúpido demandar cine de arte y ensayo, pero al menos habría que aspirar a algo más nutritivo que un puñado de calorías vacías.

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