EN El CINE

LA HISTORIA DE 'TODO EL DINERO DEL MUNDO'
El misterioso secuestro del nieto del hombre más rico del mundo
Pese a la atención mediática internacional y a poseer una fortuna valorada en 2.000 millones de dólares, Jean Paul Getty I se negó a pagar la liberación de su nieto

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Jean Paul Getty se hizo millonario en la industria del petróleo. (Cordon Press)

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MIGUEL SOLA
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05.01.2018 – 05:00 H. - ACTUALIZADO: 05.01.2018 - 13:00H.


“Querida madre: he caído en manos de secuestradores. ¡No dejes que me maten! Asegúrate de que la policía no interfiera. No te tomes esto como si fuera una broma. No le des publicidad al secuestro”. Gail Getty Jeffries recibió esta carta de puño y letra de su hijo de 16 años, Jean Paul Getty III, el 30 de julio de 1973 durante una estancia familiar en Roma. El joven había bromeado en alguna ocasión que si se quedaba sin dinero organizaría su propio rapto y extorsión, por lo que, pese a que eran prácticas habituales en la Italia de la época, ni sus amigos ni la policía creyeron que de verdad había sido secuestrado.

No fue hasta cuando la madre recibió dos llamadas telefónicas de los secuestradores, en las que amenazaban con enviarle uno de los dedos de su hijo para demostrar que lo tenían encerrado, cuando la situación se volvió más tensa. El rescate se fijó en 17 millones de dólares, una cifra inalcanzable para la familia de no ser porque el abuelo del joven, Jean Paul Getty I, era el hombre más rico del mundo en ese momento. Con todo, y pese a poseer una fortuna valorada en 2.000 millones, se negó a pagar la liberación de su nieto.

Tengo catorce nietos. Si doy un centavo por el rescate de uno de ellos tendré catorce nietos secuestrados




Dicho rechazo acaparó las portadas de los periódicos de medio mundo. Y no es para menos, pues protagoniza una de las historias de desapego, poder y dinero más sobrecogedoras de los últimos tiempos, relatada en 1995 por el escritor John Pearson en 'Painfully Rich: The Outrageous Fortune and Misfortunes of the Heirs of J. Paul Getty' y ahora traslada al cine por el director Ridley Scott en 'Todo el dinero del mundo'.

En aquella época, Getty (interpretado en la película por Christopher Plummertras sustituir a Kevin Spacey) pasaba la mayor parte del tiempo en su casa señorial del siglo XVI, Sutton Place, en Inglaterra, aislado de sus cuatro hijos, a los que incluía o excluía de su testamento por puro capricho. Su motivación principal para acumular dicha fortuna fue su deseo, profundamente arraigado, de refutar a su difunto padre, el cual esperaba que arruinara el negocio familiar en la industria petrolera, Getty Oil Company. A medida que su cuenta bancaria crecía, relata un reportaje de 'Vanity Fair', también lo hacía su obsesión y paranoia: “Cuanto más rico se hacía, más dependiente se volvía del dinero, como un adicto”.

El millonario más tacaño
“Empecé en la universidad con 100 dólares, trabajé como galeote y gracias a mi instinto -eso que los inútiles llaman suerte- levanté un imperio”, relataba el millonario en su libro 'Cómo hacerse rico'. Sin duda sentía orgullo de su trayectoria y esperaba que sus vástagos hiciesen lo mismo: “Los hijos de los ricos no deben estar consentidos ni recibir dinero cuando tengan edad de valerse por ellos mismos”. En cuanto Jean Paul Getty II, el padre del joven secuestrado, cumplió 24 años, lo desheredó, lo que agrandó aún más la leyenda de su avaricia (llegó a instalar una cabina telefónica de pago en su casa para los invitados).


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Jean Paul Getty durante un acto benéfico con niños. (Cordon Press)


El anciano Getty no se hablaba con su hijo, pues había desperdiciado varias oportunidades de negocio, se había divorciado de Gail y coqueteaba con las drogas. Asimismo, desaprobaba el estilo de vida bohemio de su nieto, el cual se había convertido en una celebridad en Roma gracias a su apellido. Aunque no devolvió ni una de las llamadas de auxilio de la madre pidiéndole dinero para el rescate, sí le explicó a la prensa las razones de su rechazo: “Tengo 14 nietos. Si doy un centavo por el rescate de uno de ellos tendré 14 nietos secuestrados”.

Los hijos de los ricos no deben estar consentidos ni recibir dinero cuando tengan edad de valerse por ellos mismos

Mientras Getty atendía a los periodistas, su nieto estaría encadenado en uno de los muchos escondrijos a los que le llevaron, entre los que se incluía una cueva. Nunca llegó a verle las caras a sus captores, los cuales asumían -erróneamente- que el dinero del rescate llegaría pronto a sus bolsillos. El millonario, en cambio, se desentendía de las negociaciones, pues, a ojos de David Scarpa, el guionista de la película que se estrenará en febrero, “era un hombre profundamente temeroso que tuvo mucho cuidado de no dejar que la crisis familiar le tocara personalmente”. El único gesto de buena voluntad fue contratar a J. Fletcher Chase, un exagente de la CIA, para que ayudara a Gail, sin dinero y en una posición de desamparo e indefensión absoluta. Nadie, ni la policía, ni Getty ni Chase, la tomaban de verdad en serio. Todo lo que podía hacer era esperar a la próxima llamada de los secuestradores.

La oreja de Getty III
Tras tanto retraso, varios captores acabaron perdiendo la paciencia y vendieron su parte del botín, como si joven Getty fuese algo que se pudiese dividir en acciones. Al final le cortaron la oreja y se la mandaron, junto con un mechón de pelo, a su madre. Ella la identificó y, en efecto, era de su hijo. El mensaje era claro: o pagaban o devolverían al chico en pedacitos. Aunque Gail trató desesperadamente llamar la atención de su exsuegro, tuvo que ser un hombre, su propio padre, el que le convenciese de pagar 2,2 millones de dólares, el máximo que sus abogadores le dijeron que era deducible de impuestos.



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Gail Getty Jeffries y su hijo, según la nueva película de Ridley Scott. (Cordon Press)


La familia envió a Chase con sacos llenos de liras italianas al sur de Nápoles, donde se reunió con los secuestradores. Mientras los entregaba, unos policías que fingían ser turistas les sacaron fotos y les identificaron. Aunque nueve fueron arrestados, tan solo dos pisaron la cárcel. Cuando fue liberado, Gail convenció a su hijo para que llamara a su abuelo y le diera las gracias por pagar su rescate. Getty no cogió el teléfono.

Aunque el caso ya se había cerrado, el joven nunca lo superó del todo. Era incapaz de seguir adelante. Años más tarde, sufrió un derrame cerebral en Nueva York, después de consumir drogas, que lo dejó paralítico y casi ciego durante el resto de su vida. Jean Paul Getty III murió en 2011 tras pasar tres décadas confinado a una silla de ruedas.

https://www.elconfidencial.com/alma...ieto-hombre-mas-rico-jean-paul-getty_1500690/
 
GARY OLDMAN | GLOBO DE ORO AL MEJOR ACTOR DRAMÁTICO
“El puro, la ropa... Churchill dominaba la autopromoción”
El actor se transforma en el estadista británico para el 'thriller' 'El instante más oscuro'

MARÍA CONTRERAS
Londres 8 ENE 2018 - 23:34 CET
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Gary Oldman, en un fotograma de 'El instante más oscuro'. UNIVERSAL





En las casi cuatro semanas entre el nombramiento de Winston Churchill como primer ministro (el 10 de mayo de 1940) y la evacuación en Dunkerque, el curso de la historia pudo haber dado un vuelco. Gran Bretaña estuvo cerca de negociar un tratado de paz con Hitler y, por negarse a pactar con los nazis, Churchill tuvo a su propio partido conspirando en su contra. Pero los Aliados ganaron, y su liderazgo firme y sus arengas catapultaron a Churchill al olimpo de los grandes estadistas. Ahora, meterse en su piel también ha encumbrado a Gary Oldman: el domingo se llevó el Globo de Oro al mejor actor protagonista de un drama por El instante más oscuro.

Este thriller político, que llega el viernes 12 en España, se desarrolla en ese mes decisivo para Churchill, que no había sido explorado en otros biopics —el filme justo termina donde empieza Dunkerque, otra de las películas del año—. El cineasta Joe Wright y el guionista Anthony McCarten se propusieron bajar a Churchill del pedestal y mostrar al hombre detrás del líder; un ser humano con dudas y defectos que se lo jugó todo a una carta y podría haber perdido. El desafío de calzarse sus zapatos recayó en Oldman, que años atrás había rechazado el mismo papel en otro proyecto. “Me preocupaba la energía que iba a requerir. Churchill es el motor de la película, aparece en casi todas las secuencias, y yo llevaba sin interpretar a un protagonista desde El topo”, confesaba el inglés hace unos días a EL PAÍS.

Churchill está marcado a fuego en el imaginario británico, pero Oldman miró más allá: “Él dominaba la autopromoción. Con su puro, sus ropas victorianas, su pajarita... había algo teatral en cómo se presentaba. Sospecho que entendió la importancia de vender una marca antes de que el concepto existiera. Pero con Joe exploramos su lado más humano”.

Transformación
Al reto interpretativo se sumaba la transformación física. Casi enjuto, Oldman no podría parecerse menos al orondo Churchill. El actor no estaba dispuesto a engordar así que convenció al japonés Kazuhiro Tsuji, un genio del maquillaje que cambió el cine por la escultura hace cinco años, para que abandonara su retiro. En un proceso que duró seis meses, Tsuji creó un molde de silicona que combinaba sus rasgos con los de Churchill y un traje de gomaespuma que engrosaba su silueta y le ayudaba a moverse como el político. No por nada, el primer agradecimiento de Oldman en el escenario fue al “equipo de maquillaje”, y a su mujer, por aguantar su transformación.

De Sid Vicious a Lee Harvey Oswald, no es la primera vez que Oldman interpreta a un personaje real, pero esta vez le supuso, parafraseando a Churchill, “sangre, sudor, trabajo y lágrimas”: pasó más de 200 horas en la silla de maquillaje, rodó cargando con la mitad de su peso en prótesis, y llegaba al set cuatro horas antes que los demás. “Trabajaba 18 horas al día. Hay cosas peores, no me quejo, pero me planteé si mi piel lo soportaría”. Además, sufrió una intoxicación por nicotina por los cientos de habanos que el guion le obligaba a fumar.

Tanto esfuerzo podría darle también el Oscar, al que solo optó una vez (El topo), pese a una carrera con filmes como Drácula de Bram Stoker, Ábrete de orejas,Amor a quemarropa o JFK (Caso abierto). Pero, a sus 59 años, la mayor aspiración de Oldman es ser “un tipo decente”: “Tengo tres hijos y un hijastro. Puede que no sean genios, pero son personas amables y encantadoras, y es mi mayor logro. El mundo necesita más buena gente”.

VIDEO EN ESPAÑOL:
https://elpais.com/cultura/2018/01/08/actualidad/1515407130_996716.html
 
ESTRENOS DE CINE
'Suburbicon': el último desbarre violento y tragicómico de Clooney y los Coen
Los Coen vuelven a construir una historia 'bola de nieve', en la que los personajes, tras tomar una decisión abyecta, acaban arrastrados por una avalancha de consecuencias nefastas
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'Suburbicon'.
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MARTA MEDINA
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08.12.2017 – 05:00 H. - ACTUALIZADO: 2 H.
Después de 'Monuments Men', la perspectiva de volver a sufrir a un George Clooney detrás de la cámara no auguraba nada bueno. Pero parece que la pericia de Clooney como director responde con precisión germana a una fórmula inquebrantable que le obliga a alternar una película buena y un despropósito en una secuencia infinita. Un intento por encontrar algún patrón, alguna explicación empírica que desentrañe el misterio de la irregularidad del Clooney director, más allá de la falta de genio y la sobra de experiencia y amigos. Y por gracia secuencial, 'Suburbicon' ha caído en orden impar. Además de confiar en un guión firmado por Ethan y Joel Coen, que salvo excepciones irrelevantes suele ser un seguro de vida mejor que el contratado por el protagonista de esta película.



Los Coen, siempre tan amigos de la concatenación de catástrofes cósmicas, del azar perverso —del 'irse de las manos' de toda la vida—, vuelven a construir una historia 'bola de nieve', en la que los personajes, tras tomar una decisión abyecta, acaban arrastrados por una avalancha de consecuencias nefastas y de perrerías del destino tan trágica como cómica, para el disfrute del que observa y no lo padece. Los Coen, esos maestros de llevar el absurdo a cotas insólitas —y ciertamente sádicas—, de cebarse con unos protagonistas que, en su necedad, creen tener el control de su propio destino, sin la conciencia de ser minúsculos ante el universo, mierdecillas vanidosas esperando a recibir un castigo por nuestras malas acciones.

Los Coen, esos maestros de llevar el absurdo a cotas insólitas y sádicas

'Suburbicon' vuelve a tirar de la contraposición de un héroe moral, frente al antihéroe inmoral -o antihéroes, en este caso, que lo son mucho y en cantidad— en el entorno de una América sostenida sobre el pilar de las falsas apariencias que, a la mínima convulsión, empiezan a requebrajarse. Y lo que nos gusta ver la roña debajo del estucado y las molduras. La película transcurre en una urbanización pulcra y homogénea de las afueras de una gran ciudad, pongamos Los Ángeles, a finales de los años 50. Casitas bajas y coloridas, simétricas, impolutas. Dentro, una familia también pulcra y normativa, con un padre con un puesto intermedio en una compañía (Matt Damon), una madre muy rubia, muy sonriente y muy cocinillas (Julianne Moore) y un niño tranquilo y respetuoso (Noah Jupe). Todo muy de anuncio de Nutella.



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Matt Damon y Noah Jupe en 'Suburbicon'. (DeAPlaneta)


Hasta la muerte de la madre, víctima de unos ladrones en robo en casa. El personaje de Damon decide que, por el bien de su hijo, que no puede crecer huérfano a medias, lo conveniente es que se instale en la casa la hermana de la difunta —también interpretada por Moore—, en un guiño al maestro del suspense, camino entre 'Rebeca' (1940) y 'Vértigo' (1958). A partir de entonces, el chico empezará a experimentar una sensación de peligro inminente y descubrirá —en su papel de héroe moral— como el mundo de los adultos es mucho más enrevesado y siniestro de lo que aparenta una fachada impecable y repintada.

Si bien el guion de 'Suburbicon' no es el mejor de la carrera de los Coen, la película sí que puede presumir de destellos de genio

Si bien el guion de 'Suburbicon' no es el mejor de la carrera de los hermanos, la película sí que puede presumir de destellos de genio, a pesar de caer en ciertos lugares comunes y de una trama no excesivamente original. Sin embargo el gran lastre del film se encuentra en la dirección de Clooney, que no sabe explotar o no entiende o no sabe llevar a la puesta en escena los grandes momentos de disparate cómico a los que lleva la historia. A Clooney le falta mala baba, saber llevar el ritmo y la tempística y capacidad de maridaje. Clooney dirige un trabajo sólido gracias a su estilo académico, a una estética trabajada y pulida y a unas grandes interpretaciones —como ya ha demostrado en 'Wonder', Noah Jupe tiene una brillante carrera por delante—, pero le falta agudeza y malicia para pasar de sólido a memorable.



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Jualianne Moore y Matt Damon dirigidos por George Clooney en 'Suburbicon'. (DeAPlaneta)


Esta incapacidad se hace más evidente cuando Clooney intenta integrar un contexto histórico y social a 'Suburbicon' y reflejar el movimiento por los derechos civiles que se hizo fuerte en la época en la que transcurre el film a través de una familia afroamericana que llega nueva al barrio residencial y se encuentra con el rechazo del resto de vecinos del barrio, que reaccionan de forma virulenta y violenta a su traslado. Aunque Clooney propone la relación de los hijos de ambas familias como el nexo de unión de las dos historias, no consigue entrelazarlas de forma fluida, ni siquiera cuando podría haber utilizado un montaje paralelo para jugar con los nervios del espectador y del protagonista en una de las secuencias de mayor tensión.



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Cartel de 'Suburbicon'.




'Suburbicon' avanza a medio gas hasta el empujón que lleva a un final delirante y truculento, cuando el azar implacable hace acto de presencia. La bola de nieve coge ritmo en el último tercio, estallando en un desbarre violento y tragicómico que Clooney maneja con cierta habilidad. Y aunque el regusto final es bueno —a pesar de desperdiciar el suspense de un sándwich de mermelada y crema de cacahuete—, siempre quedará la espinita de imaginar cómo hubiese sido la película con los Coen en la dirección. Eso sí, nunca Matt Damon pedaleando en una bicicleta de niño dio tan mal fario.

https://www.elconfidencial.com/cultura/cine/2017-12-08/suburbicon-george-clooney-matt-damon_1484792/


Genial, simplemente genial. Niño, no te fies ni de tu padre, ¡a sobrevivir como sea en esa casa!
 
LA HISTORIA DE 'TODO EL DINERO DEL MUNDO'
El misterioso secuestro del nieto del hombre más rico del mundo
Pese a la atención mediática internacional y a poseer una fortuna valorada en 2.000 millones de dólares, Jean Paul Getty I se negó a pagar la liberación de su nieto

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Jean Paul Getty se hizo millonario en la industria del petróleo. (Cordon Press)

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MIGUEL SOLA
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05.01.2018 – 05:00 H. - ACTUALIZADO: 05.01.2018 - 13:00H.


“Querida madre: he caído en manos de secuestradores. ¡No dejes que me maten! Asegúrate de que la policía no interfiera. No te tomes esto como si fuera una broma. No le des publicidad al secuestro”. Gail Getty Jeffries recibió esta carta de puño y letra de su hijo de 16 años, Jean Paul Getty III, el 30 de julio de 1973 durante una estancia familiar en Roma. El joven había bromeado en alguna ocasión que si se quedaba sin dinero organizaría su propio rapto y extorsión, por lo que, pese a que eran prácticas habituales en la Italia de la época, ni sus amigos ni la policía creyeron que de verdad había sido secuestrado.

No fue hasta cuando la madre recibió dos llamadas telefónicas de los secuestradores, en las que amenazaban con enviarle uno de los dedos de su hijo para demostrar que lo tenían encerrado, cuando la situación se volvió más tensa. El rescate se fijó en 17 millones de dólares, una cifra inalcanzable para la familia de no ser porque el abuelo del joven, Jean Paul Getty I, era el hombre más rico del mundo en ese momento. Con todo, y pese a poseer una fortuna valorada en 2.000 millones, se negó a pagar la liberación de su nieto.

Tengo catorce nietos. Si doy un centavo por el rescate de uno de ellos tendré catorce nietos secuestrados




Dicho rechazo acaparó las portadas de los periódicos de medio mundo. Y no es para menos, pues protagoniza una de las historias de desapego, poder y dinero más sobrecogedoras de los últimos tiempos, relatada en 1995 por el escritor John Pearson en 'Painfully Rich: The Outrageous Fortune and Misfortunes of the Heirs of J. Paul Getty' y ahora traslada al cine por el director Ridley Scott en 'Todo el dinero del mundo'.

En aquella época, Getty (interpretado en la película por Christopher Plummertras sustituir a Kevin Spacey) pasaba la mayor parte del tiempo en su casa señorial del siglo XVI, Sutton Place, en Inglaterra, aislado de sus cuatro hijos, a los que incluía o excluía de su testamento por puro capricho. Su motivación principal para acumular dicha fortuna fue su deseo, profundamente arraigado, de refutar a su difunto padre, el cual esperaba que arruinara el negocio familiar en la industria petrolera, Getty Oil Company. A medida que su cuenta bancaria crecía, relata un reportaje de 'Vanity Fair', también lo hacía su obsesión y paranoia: “Cuanto más rico se hacía, más dependiente se volvía del dinero, como un adicto”.

El millonario más tacaño
“Empecé en la universidad con 100 dólares, trabajé como galeote y gracias a mi instinto -eso que los inútiles llaman suerte- levanté un imperio”, relataba el millonario en su libro 'Cómo hacerse rico'. Sin duda sentía orgullo de su trayectoria y esperaba que sus vástagos hiciesen lo mismo: “Los hijos de los ricos no deben estar consentidos ni recibir dinero cuando tengan edad de valerse por ellos mismos”. En cuanto Jean Paul Getty II, el padre del joven secuestrado, cumplió 24 años, lo desheredó, lo que agrandó aún más la leyenda de su avaricia (llegó a instalar una cabina telefónica de pago en su casa para los invitados).


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Jean Paul Getty durante un acto benéfico con niños. (Cordon Press)


El anciano Getty no se hablaba con su hijo, pues había desperdiciado varias oportunidades de negocio, se había divorciado de Gail y coqueteaba con las drogas. Asimismo, desaprobaba el estilo de vida bohemio de su nieto, el cual se había convertido en una celebridad en Roma gracias a su apellido. Aunque no devolvió ni una de las llamadas de auxilio de la madre pidiéndole dinero para el rescate, sí le explicó a la prensa las razones de su rechazo: “Tengo 14 nietos. Si doy un centavo por el rescate de uno de ellos tendré 14 nietos secuestrados”.

Los hijos de los ricos no deben estar consentidos ni recibir dinero cuando tengan edad de valerse por ellos mismos

Mientras Getty atendía a los periodistas, su nieto estaría encadenado en uno de los muchos escondrijos a los que le llevaron, entre los que se incluía una cueva. Nunca llegó a verle las caras a sus captores, los cuales asumían -erróneamente- que el dinero del rescate llegaría pronto a sus bolsillos. El millonario, en cambio, se desentendía de las negociaciones, pues, a ojos de David Scarpa, el guionista de la película que se estrenará en febrero, “era un hombre profundamente temeroso que tuvo mucho cuidado de no dejar que la crisis familiar le tocara personalmente”. El único gesto de buena voluntad fue contratar a J. Fletcher Chase, un exagente de la CIA, para que ayudara a Gail, sin dinero y en una posición de desamparo e indefensión absoluta. Nadie, ni la policía, ni Getty ni Chase, la tomaban de verdad en serio. Todo lo que podía hacer era esperar a la próxima llamada de los secuestradores.

La oreja de Getty III
Tras tanto retraso, varios captores acabaron perdiendo la paciencia y vendieron su parte del botín, como si joven Getty fuese algo que se pudiese dividir en acciones. Al final le cortaron la oreja y se la mandaron, junto con un mechón de pelo, a su madre. Ella la identificó y, en efecto, era de su hijo. El mensaje era claro: o pagaban o devolverían al chico en pedacitos. Aunque Gail trató desesperadamente llamar la atención de su exsuegro, tuvo que ser un hombre, su propio padre, el que le convenciese de pagar 2,2 millones de dólares, el máximo que sus abogadores le dijeron que era deducible de impuestos.



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Gail Getty Jeffries y su hijo, según la nueva película de Ridley Scott. (Cordon Press)


La familia envió a Chase con sacos llenos de liras italianas al sur de Nápoles, donde se reunió con los secuestradores. Mientras los entregaba, unos policías que fingían ser turistas les sacaron fotos y les identificaron. Aunque nueve fueron arrestados, tan solo dos pisaron la cárcel. Cuando fue liberado, Gail convenció a su hijo para que llamara a su abuelo y le diera las gracias por pagar su rescate. Getty no cogió el teléfono.

Aunque el caso ya se había cerrado, el joven nunca lo superó del todo. Era incapaz de seguir adelante. Años más tarde, sufrió un derrame cerebral en Nueva York, después de consumir drogas, que lo dejó paralítico y casi ciego durante el resto de su vida. Jean Paul Getty III murió en 2011 tras pasar tres décadas confinado a una silla de ruedas.

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Sí, es uno de los casos más famosos de secuestros de vástagos de millonarios, junto al de Sinatra o Patricia Hearts. El del joven Paul fué extremecedor, para él ser nieto de ese avaro miserable es lo peor que le pido pasar. ¿Como iba a superar semejante trago? Imposible, hasta su padre se desentendió hasta el final, solo por estar divorciado de la madre. ¡Que asco de familias!
 
LA VERDADERA HISTORIA TRAS LA PELÍCULA
"Lo llamaban el cáncer gay": así fueron los terribles años de plomo del sida
La cinta '120 pulsaciones por minuto' recuerda la lucha contra el sida de Act Up Paris, una asociación que revolucionó Francia cuando apenas se conocía la enfermedad
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Una de las acciones de Act Up Paris.

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MARTA MEDINA
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18.01.2018 – 05:00 H. - ACTUALIZADO: 2 H.

El día 1 de diciembre de 1993 la parisina plaza de la Concordia amanecía con su obelisco de Lúxor vestido con un condón gigante de color rosa fosforito. Se celebraba el Día Mundial del Sida y una de las asociaciones francesas más combativas contra el VIH, Act Up París, conseguía atraer una vez más el foco de la atención pública gracias a una acción callejera provocadora y subversiva. "En Francia el trabajo de prevención está tan mal hecho que tenemos que intervenir en monumentos importantes —por eso le hemos puesto un condón a la plaza— con un mensaje muy sencillo: el Sida es una hecatombe", explicaba entonces frente a las cámaras de televisión el presidente de la asociación, Cleews Vellay. Apenas 10 meses después, Vellay murió de Sida con tan sólo 30 años.



At Up París se formó en 1989 y a los pocos meses de su nacimiento ya saltó a los medios de comunicación gracias a campañas como la que les llevó a colocar unas inmensas banderolas en las torres de la Catedral de Notre Dame para criticar la postura de la Iglesia católica en contra del uso del preservativo. En otras ocasiones, lanzaron sangre falsa contra las grandes compañías farmacéuticas que mantenían en secreto los resultados de sus investigaciones sobre el VIH. También protagonizaron manifestaciones y campañas de concienciación en una época en la que el Sida era culpable de alrededor de 2.600 muertes anuales sólo en Francia. Fue en esta época cuando el director de cine Robin Campillo conoció a Philippe Mangeot en el entorno de Act Up. Por entonces, Campillo ni siquiera había empezado a rodar cortos y Mangeot, que se había contagiado en 1986 a los 21 años, era uno de los principales miembros de la asociación —de la que llegó a ser presidente entre 1997 y 1999—, hijo además de Jean-Pierre Mangeot, CEO del gigante farmacéutico Glaxo-Wellcome, que fue el primer laboratorio en producir un medicamento homologado contra el Sida.


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Una imagen de '120 pulsaciones por minuto'. (Avalon)


Casi 30 años después, Campillo y Mangeot recuerdan aquella época de juventud, rebeldía y activismo en '120 pulsaciones por minuto', película coescrita por ambos y dirigida por Campillo, ganadora del Premio FIPRESCI y del Gran Premio del Jurado en Cannes, y que llega a la cartelera española este viernes 19 de enero. "'120 pulsaciones por minuto' es la propia historia que vivió Robin, una aventura muy íntima de cuando fue militante de Act Up junto a su coguionista y productor" explica Nahuel Pérez Biscayart, protagonista de una cinta que ha contado con un reparto de actores profesionales, no profesionales, músicos, bailarines y activistas para revivir la heterogeneidad de aquel colectivo que marcó la juventud de Campillo y Mangeot. "En esa época Act Up ocupaba un lugar muy marginal. Eran minoritarios, e incluso estaban mal vistos a los ojos de la sociedad y de los medios de comunicación porque los consideraban muy radicales y extremos en sus métodos, cuando lo que hacían eran actos performáticos y simbólicos, como tirar sangre hecha de pintura. Si nos preocupamos más por el valor material de una pared y no por el valor de una vida es que los valores están un poco torcidos".

Act Up estaban mal vistos a los ojos de la sociedad y de los medios porque los consideraban muy radicales

A pesar de que el francés no es su idioma nativo —Pérez es argentino y hasta hace unos años no hablaba nada de francés—, el actor ha acabado protagonizando una de las películas favoritas para arrasar este año en los Premios César el 2 de marzo. "Robin me dijo que vio en mí algo que no vio en ningún actor francés, pero eso es algo que tendría que decir él. Quizás es que en Argentina, seas una persona muy politizada o poco politizada, si eres medianamente sensible y pensante, vas a la manifestación en contra de la dictadura todos los 24 de marzo. Hay algo de la manifestación y de la reactividad que tiene la gente de Argentina que está muy presente en la vida diaria. Quizás eso es lo que estaba buscando".



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Nahuel Pérez en un momento de la película. (Avalon)


Durante la producción de '120 pulsaciones por minuto', Pérez ha podido conocer un poco más de cerca la realidad de aquellos convulsos años de principios de los 90 cuando en Francia el presidente Mitterrand —en teoría progresista— se negaba a autorizar campañas de prevención dirigidas específicamente a la comunidad homosexual."Su país ya no es el nuestro, señor presidente. Nos ha excluido. Nos estamos desangrando y nos relega a la ignorancia y el desprecio", le criticaba en una carta abierta Act Up, que decidía ocupar el papel que había desatendido el Estado en la lucha contra el Sida.

En Act Up había jóvenes, madres de familia con hijos hemofílicos, gente de todo medio, clase y nivel social

"Cuando uno mira la asociación en la época era una asociación improbable; había jóvenes, madres de familia con hijos hemofílicos, gente de todo medio, clase y nivel social. Lo único que los unía era tener un tipo de contacto directo o indirecto con la enfermedad", continúa Pérez. "Lo que tenía de hermoso Act Up es que eran gente que aprendía sobre su enfermedad mientras el poder sanitario y el poder político no se hacían cargo de ellos. Era una especia de universidad popular. Y también aprendían política, porque eran gente que no venía de entornos políticos".



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Imagen de archivo de una de las manifestaciones de Act Up Paris.

La cinta de Campillo sirve para documentar aquella época de activismo —muestra incluso imágenes reales de archivo—, es también una historia de amor en medio de la adversidad, pero también cumple un papel didáctico que todavía, más de 30 años después del descubrimiento del Sida, todavía sigue descuidado. "Yo me crié en los 90 y 2000 y mi sexualidad nunca estuvo atravesada por el riesgo de la enfermedad, porque había campañas de prevención y campañas sobre el preservativo. Y si yo hablo de mi generación así fue gracias a que esta gente decidió no quedar en el silencio, no quedar en la vergüenza y hacer de la enfermedad un arma de lucha y pasar a ser actores clave", agradece el protagonista. "Sin embargo, he conocido a mucha gente joven que ha descubierto que es seropositiva en estos últimos años. Yo últimamente no veo campañas de prevención, al menos en París. Si no se continúa con campañas de prevención y con medidas muy concretas la enfermedad no se erradicará, la enfermedad seguirá existiendo".

Aunque ya se sepa que con un beso o una caricia no se contagia, el acceso al mercado de trabajo no es el mismo

"Ahora no se muere tanto por la enfermedad por los cócteles que convierten la enfermedad en algo crónico y no mortal. La enfermedad no ha desaparecido. Lo que más me entristece es, cuando hablo con gente que está en tratamiento, que no es una vida fácil: tomar el tratamiento todos los días, medicación constante, hay gente con efectos secundarios muy pesados, la discriminación y la estigmatización. Aunque ya se sepa que con un beso o una caricia no se contagia, el acceso al mercado de trabajo no es el mismo siendo seropositivo que siendo seronegativo", prosigue. " Los países en los que el tratamiento contra el HIV es gratuito y provisto por el Estado —la PrEP (Profilaxis Preexposición) y la PEP (Profilaxis Postexposición) y montón de herramientas de profilaxis química— está ahora mismo muy avanzado todo, como para realmente poder aplicarlo y acercarse a erradicar la enfermedad. Falta decisión política...".

Y también está la cuestión moral. En los años 80 se popularizó la expresión "el cáncer gay" para llamar al Sida. Pero para un enfermo, las connotaciones sociales que conllevan el cáncer y el Sida son muy diferentes. Primero, por el tabú sexual. "En un momento de la película el director de un colegio dice que no quiere poner máquinas de preservativos en los baños porque sería incitar a los menores a practicar s*x*", pone como ejemplo Pérez. "¿Tú crees que los estudiantes de tu escuela no están teniendo s*x*, que esperan hasta los 25 años? Al revés, hay que hablar de todo y lo peor que hay en el mundo es no saber. La ignorancia es lo que tiene más riesgo".

https://www.elconfidencial.com/cult...trevista-nahel-perez-120-pulsaciones_1507006/
 
“Tenemos amnesia respecto al sida”
El director Robin Campillo estrena ‘120 pulsaciones por minuto’, crónica de la lucha contra la enfermedad durante los noventa, que triunfó en Cannes y en la taquilla francesa


ÁLEX VICENTE
París 18 ENE 2018 - 22:54 CET


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Robin Campillo el pasado 11 de enero en Santa Mónica, en EE UU. STEVE GRANITZ WIREIMAGE


Robin Campillo (Mohammedia, Marruecos, 1962) hubiera preferido dirigir una película de ciencia ficción, hasta que se le torcieron los planes. Durante la preproducción de ese fantasioso proyecto, el director y guionista empezó a tener pesadillas por las noches. En ellas se le aparecía, como un fantasma del pasado, una vieja idea que tenía abandonada en algún rincón de su cabeza. “Llevaba años esquivando esta película, pero entendí que tal vez había llegado el momento de enfrentarme a ella…”, explica Campillo, una de las grandes revelaciones del más reciente cine francés con su tercera película como director, 120 pulsaciones por minuto, que llega este viernes a la cartelera española.

Si este descendiente de españoles emigrados, varias generaciones atrás, al Magreb colonial se resistió durante tanto tiempo a sacar adelante el proyecto, fue porque le recordaba a una etapa difícil de su vida: los primeros noventa, cuando militó en Act Up-París, la asociación fundada en 1989 siguiendo el patrón de la organización estadounidense del mismo nombre, que aspiraba a romper con la ley del silencio que seguía envolviendo a la epidemia del sida. Su misión consistía en forzar a las autoridades públicas y a los laboratorios farmacéuticos a abandonar su notoria indiferencia al respecto, con métodos no siempre respetuosos o delicados.

“Fue un momento muy duro. Viví lo mismo que uno de los personajes de la película. A los 18 años tuve un novio bisexual, que se acostaba con todo el mundo. Estuve muy enamorado y, durante mucho tiempo, creí que terminaría con él. Mucho tiempo después, entendí que él estaba enfermo, aunque nunca me hablara abiertamente del tema. Cuando murió, me costó mucho encajar y entender lo que había sucedido”, relata Campillo, con los ojos humedecidos. “Sentí una ira terrible. La clandestinidad de los enfermos era tan fuerte que ni siquiera ellos podían hablar de lo que les sucedía”, afirma. Decidió sumarse a Act Up al entender que el lema de la asociación (“Silencio = muerte”) no era solo un eslogan ingenioso pegado a un triángulo rosa, sino también una despiadada realidad para miles de personas.

Campillo define su película, con cierta ironía, como “un filme proustiano sobre el activismo antisida”, por el hecho de partir de sus impresiones y recuerdos. “Fueron días de una psicosis muy fuerte, de un miedo legítimo. Nos estremecíamos al enterarnos de que alguien con quien nos habíamos acostado estaba en el hospital”, rememora. 120 pulsaciones por minuto es una cinta coralprotagonizada por un grupo de personajes de perfiles muy distintos, pero unidos por su vínculo a la enfermedad. “Mucha gente que nunca se habría conocido lo hizo a causa de la enfermedad”, dice Campillo, que recuerda a “hijos de peluquera y de director general” en sus animadas reuniones. En el centro de su relato, el director sitúa a la pareja formada por un seropositivo y un seronegativo, Sean y Nathan, a quienes interpretan el argentino Nahuel Pérez Biscayart, estrella pujante del cine galo, y el francés Arnaud Valois.

Presente reconocible
Su filme transcurre hace más de veinte años, pero podría tener lugar en la actualidad. Nada en su dirección artística, en el vestuario o en la forma de hablar de sus personajes remite a un pasado remoto, sino a un presente bastante reconocible. “Desconfío del concepto del filme de época. No quería que hubiera una distancia respecto al tiempo que retrato, porque yo no siento que haya una. Me da la sensación de que sucedió ayer”, dice el director. “He querido hacer una película sobre el presente. No quería que el espectador saliera de la sala con la sensación de que ese era otro tiempo que ya hemos superado…”.

Lo dice porque la enfermedad sigue matando, por muchas campañas de prevención que existan. Y porque detecta una preocupante dejadez respecto al preservativo entre las nuevas generaciones. “Hay que repensar la prevención y mejorar las campañas, que siguen siendo bastante flojas. Hoy tenemos la posibilidad de frenar esta enfermedad a nivel mundial, pero no lo lograremos sin políticas efectivas y poderosas. Y no es algo que vea en el horizonte…”, lamenta. Para Campillo, una victoria pasaría por conseguir que haya medicamentos asequibles al alcance de todo el mundo. “Una película no puede conseguir eso. Pero sí puede poner el tema sobre la mesa. Tenemos que volver a hablar del sida”.

Campillo considera que la historia de Act Up tiende a ser olvidada. Tal vez porque proporciona recuerdos incómodos a gran parte de la sociedad, que no siempre estuvo a la altura de las circunstancias. “Tenemos amnesia sobre lo supuso el sida. La gente que hoy se dice tolerante no lo era en absoluto hace solo veinte años”, denuncia el director, señalando al inmovilismo de la izquierda. “No existe un reconocimiento sobre la labor que tuvo esta asociación. En los ochenta, el homosexual era la víctima, y eso resultaba conveniente para todo el mundo. Lo que logró Act Up fue que dejáramos de ser víctimas para convertirnos en militantes y luchadores”.

LA PELÍCULA QUE HIZO LLORAR A ALMODÓVAR


Hasta ahora, Robin Campillo era conocido como coguionista de Laurent Cantet, con quien ha escrito cuatro de sus películas, de La clase, ganadora del Festival de Cannes en 2008, a El taller de escritura, que llegará a los cines españoles en abril. 120 pulsaciones por minuto, su tercer filme como director, fue uno de los fenómenos del año pasado en Francia, donde logró seducir a más de 800.000 espectadores tras su paso triunfal por Cannes, en el que obtuvo el Gran Premio del Jurado. El presidente del jurado, Pedro Almodóvar, insinuó entonces que esta era su película favorita para obtener la Palma de Oro, que se terminaría llevando la sueca The Square. Incluso rompió a llorar al comentar lo que había sentido al verla.“Me emocioné desde el principio y hasta el final”, explicó Almodóvar. “Pero este es un jurado muy democrático, del que yo soy una novena parte. Esto es lo único que puedo decir…”.

https://elpais.com/cultura/2018/01/18/actualidad/1516291328_775902.html
 
CICLO 'LOS AÑOS DEL CAMBIO' EN LA FILMOTECA
La historia de 'Camada negra': sangre y extrema derecha en plena Transición
Manuel Gutiérrez Aragón tuvo que sortear en 1977 amenazas, censura e incluso cócteles molotov con esta película sobre los últimos coletazos del franquismo
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José Luis Alonso es Tatín en 'Camada negra'.
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MARTA MEDINA
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23.01.2018 – 05:00 H.
El día en que Manuel Gutiérrez Aragón estrenó 'Camada negra' —su segundo largometraje—, en los Cines Luchana pusieron una bomba. Corría septiembre de 1977, y aunque hacía casi dos años que había muerto, Franco seguía muy vivo. A los pocos días del atentado, con los carteles de 'Camada negra' aún colgando de la fachada, un Seat 600 se paró frente a la puerta de los cines yvolvió a destrozar la entrada, esta vez con un cóctel molotov. A las horas, la policía detuvo a un par de chavales de 17 años que acabaron cantando, además de la autoría del ataque —y de muchos otros—, su pertenencia a Fuerza Nueva; a la formación no le había sentado nada bien el retrato que la película de Gutiérrez Aragón hacía de los grupos de extrema derecha.




"Sufrimos amenazas, presiones, y la gente que intervino en la película tenía miedo", recuerda más de cuatro décadas después el director cántabro, cuando una de sus películas más polémicas y emblemáticas abre el ciclo 'Los años del cambio', que organiza la Filmoteca Española para conmemorar el 40 aniversario de la Constitución y en el que se proyectarán títulos como 'Los nuevos españoles', de Roberto Bodegas; 'Operación Ogro', de Gillo Pontecorvo, y 'Cuerpo a cuerpo', de Paulino Viota, entre otras. "Camada negra' es un ejemplo de lo que pasó en la Transición, cuando no sabíamos lo que iba a suceder al día siguiente, porque la película se iba haciendo mientras estaban sucediendo las cosas, así que parecía más una crónica periodística que otra cosa, aunque ahora es más testimonio que entonces".



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Un fotograma de 'Camada negra'.

La película, que comienza con el asalto a una librería 'de izquierdas', retrata aquellos albores de la Transición, cuando todavía las familias afines al régimen se negaban a dejar morir la dictadura de la que habían estado mamando durante casi 40 años. En 'Camada negra', la ley y el orden son una madre autoritaria y belicosa —interpretada por la genial María Luisa Ponte—, que también cuida y alimenta a un grupo de jóvenes a los que considera sus hijos —sean de sangre o no—, y que se entrenan como un grupo paramilitar añorante de la 'gloria' de la España fascista. Ah, y cuya tapadera es formar parte de un coro de iglesia.

'Camada negra' es un ejemplo de lo que pasó en la Transición, cuando no sabíamos lo que iba a suceder al día siguiente

"Todo esos ataques que salen en la película eran cosas que pasaban; los asaltos a librerías o a salas de arte eran bastante comunes", explica Gutiérrez Aragón. Los de las librerías Antonio Machado y Visor o la galería Theo, donde los agresores destruyeron varios dibujos de Picasso, fueron algunos de los atentados de ultraderecha más sonados durante los estertores finales del franquismo. "Yo quería retratar la atmósfera de humo, caos y violencia de esos años. Quise hacer una película que no hablara del momento concreto, sino que hablara de la tentación permanente del autoritarismo y la violencia, pero, ya sabes, en esa época solo se leía desde un prisma meramente político. Yo simplemente quería hablar de la condición humana y su tendencia al autoritarismo". "Es un filme sobre el comportamiento fascista. En definitiva, se trata de dar las razones internas del comportamiento de un joven fascista. Llevado al terreno de los cuentos, se podría explicar como un intento de explicar las razones del 'lobo", contó el cineasta en una entrevista a 'El País' en 1976.



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Nota de sucesos del 'ABC' en 1977.




La idea —que luego coescribió con José Luis Borau— nació a principios de los setenta, cuando Gutiérrez Aragón formaba parte de un grupo de lucha contra la pena de muerte para los presos de ETA. "Fíjate cómo han cambiado las cosas. Sería el año 73. Entonces fuimos a una iglesia, que entonces servía de refugio y para reuniones y actos clandestinos, exactamente a la del Santo Niño del Remedio [en Madrid], que está cerca de Sol. Y allí, mientras estábamos reunidos, llegaron los Guerrilleros de Cristo Rey, protegidos por la policía. Entonces echaron unas bombas de humo y salimos de allí, porque los Guerrilleros nos estaban atacando y la policía no intervenía, para que pareciese que era un altercado entre dos grupos rivales, aunque era obvio que los Guerrilleros de Cristo Rey también eran policías. Según íbamos saliendo, nos iban deteniendo a los que habíamos protestado por la pena de muerte. Porque así es como actuaba entonces la Brigada Político-Social".

Los Guerrilleros de Cristo Rey estaban protegidos por la Brigada Político-Social, porque era obvio que también eran policías

Advierte 'Camada negra' que "algunos piensan que porque se corte el árbol, se acabó. Pero el tronco dará retoños, porque las raíces son fuertes". Y Franco murió en la cama y rodeado de palmeros; solo hay que ver lo multitudinario de la manifestación que aparece a mitad de la película, con imágenes reales de una concentración en la madrileña plaza de Oriente a favor del Caudillo. Así la describió entonces el No-Do: "Después de escuchar varios fragmentos del testamento de José Antonio y el mensaje póstumo de Franco, cantaron el 'Cara al sol', el 'Oriamendi' y otros himnos patrióticos. También estuvieron presentes los marqueses de Villaverde. Finalmente, la multitud aclamó a Franco y dio vivas al Rey entre un constante flamear de pañuelos. Entre los asistentes estaban don José Antonio Girón de Velasco, don Raimundo Fernández Cuesta, don Blas Piñar y otras personalidades".



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Manifestación en la plaza de Oriente de 1977. (RTVE)


"Las plazas estaban llenas", admite Gutiérrez Aragón. "Aunque la verdad es que el movimiento que sea siempre es capaz de llenar una plaza; se llamen franquistas, independentistas, izquierdas o derechas. No hay que dejarse impresionar por el teatro".

Después de unas ocho semanas de rodaje y varios meses de montaje, Gutiérrez Aragón se encontró con los primeros escollos y últimos rescoldos de la censura. La cinta estuvo 'congelada' alrededor de cuatro meses en las dependencias de la Dirección General de Cine. "La película fue prohibida y nos resistimos a ello. Normalmente las películas se retenían durante unos días o unas semanas y luego pasaban los cortes. Lo que había que hacer era resistir. Independientemente de si eras un partido político o en tu trabajo o en lo que fuera, lo que había que hacer era no claudicar. La clave era no pactar y resistir".



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Otro fotograma de 'Camada negra', de Manuel Gutiérrez Aragón.


La película venía respaldada por el Oso de Plata a mejor director del Festival de Berlín de 1977, por lo que el Gobierno, que quería hacer pinitos democráticos de cara al extranjero, tampoco pudo paralizar la cinta durante mucho más tiempo. "El sistema era llevar la película a un festival internacional, porque resultaba perentorio que la pasasen completa en el festival y en España hubiera que cortarla. Nosotros nos resistimos a cortar nada y al final tuvieron que sacarla de la prohibición total y autorizarla en su versión íntegra".

Después de sobrevivir a la censura y a los ataques incendiarios durante el estreno, Gutiérrez Aragón tuvo que cargar durante años con el sambenito —para los grupos tardofranquistas— de haber sido el director de 'Camada negra'. "Rodando la película siguiente, estaba en El Escorial y unos de extrema derecha me amenazaron. Vinieron y me dijeron: '¿Usted no es el de 'Camada negra'? Se va a acordar de ello, se va a acordar de ello. Por la memoria de mi padre que se va a acordar de ello'. Es curioso cómo casi siempre invocaban a la memoria familiar. Y también a la sangre, que es de eso de lo que va la película. Al final parece que, de verdad, la realidad imita al arte".

https://www.elconfidencial.com/cultura/2018-01-23/camada-negra-gutierrez-aragon-fascismo_1507013/
 
‘La forma del agua’, de Guillermo del Toro, favorita a los Oscar 2018 con 13 nominaciones
'Dunkerque', con ocho candidaturas y 'Tres anuncios en las afueras', con siete, son las principales rivales para la gala del 4 de marzo

TOMMASO KOCH
Madrid 24 ENE 2018 - 00:39 CET
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Un fotograma de 'La forma del agua'. VÍDEO: ATLAS





Hay dos monstruos destinados a protagonizar los Oscar. Uno vive bajo el agua, no es capaz de hablar pero sí sabe amar. Hollywood también lo adora: La forma del agua, la película de Guillermo del Toro sobre el idilio entre una extraña criatura y una limpiadora muda, se colocó hoy como favorita de cara a los premios, con 13 nominaciones. El otro monstruo es humano, y para la industria del cine ahora vive bajo tierra: el productor Harvey Weinstein, cuya caída en desgracia tras ser acusado de abusos sexuales por decenas de mujeres arrancó el terremoto #MeToo contra el acoso. No estará en los Oscar, ni recibirá algún premio, pero la gala más importante no puede no hablar del tema clave en el cine este año: cada discurso reivindicativo o cada chiste del presentador, Jimmy Kimmel, en la ceremonia del 4 de marzo, será un altavoz de esperanza para que el método Weinstein que sufrieron tantas intérpretes acabe de una vez y para siempre.

La forma del agua espera una victoria distinta. El filme se queda a una sola candidatura del récord de 14, que comparten La La Land, Titanic y Eva al desnudo, pero compite en prácticamente todas las categorías más relevantes: filme, dirección, guion o actriz protagonista (Sally Hawkins). Ya obtuvo el León de Oro del festival de Venecia y muchos críticos la consideran la mejor obra realizada por Del Toro: a las salas españolas llegará el 16 de febrero.

Las otras aspirantes a la mejor película son Dunkerque, Tres anuncios en las afueras, Los archivos del Pentágono, Déjame salir, El instante más oscuro y tres filmes aún no estrenados en España: Call Me By Your Name (este viernes 26 de enero), El hilo invisible (2 de febrero) y Lady Bird (23 de febrero). Entre todas se pueden aferrar al único dato en contra de Del Toro: nunca en los últimos 23 años —desde Braveheart— triunfó una película que no obtuviera una nominación para su reparto en los premios SAG, los que entregan los actores, categoría más representada entre los 7.258 académicos que votan por los Oscar.

Dunkerque, de Christopher Nolan, se coloca como el segundo filme con más candidaturas: ocho. Su retrato vibrante de la evacuación de las tropas británicas desde el norte de Francia durante la Segunda Guerra Mundial le vale además al cineasta su primera opción de ganar el Oscar a la mejor dirección. Tres anuncios en las afueras, reciente triunfadora de los Globos de Oro, cuenta con siete nominaciones, aunque su creador, Martin McDonagh, no compite por la estatuilla al mejor cineasta. Sí lo hará Paul Thomas Anderson, en una de las seis candidaturas de El hilo invisible, centrada en la tormentosa relación entre un modisto y su musa en los cincuenta e influida por la historia de Balenciaga. El filme también supone la última ocasión de ver a Daniel Day-Lewis en la pantalla grande: el actor puede despedirse con su cuarto oscar.

Completan la competición por la mejor dirección Greta Gerwig, por Lady Bird,quinta mujer nominada en esta categoría en la historia de los Oscar y la primera que lo hace con su largo de debut en solitario —codirigió Nights and Weekends en 2008— y Jordan Peele, por Déjame salir, otra ópera prima. Tras años de polémicas por la ausencia de directoras así como de intérpretes negros en las cuatro categorías de actuación, los Oscar tratan de hacerse más inclusivos: Denzel Washington (Roman J. Israel, Esq.) y Daniel Kaluuya (Déjame salir)optan al premio al mejor actor protagonista; Octavia Spencer (La forma del agua) y Mary J. Blidge (Mudbound), al de mejor intérprete femenina de reparto.

Frances McDormand es la favorita para el Oscar a la mejor actriz protagonista, por la justiciera solitaria Mildred Haynes de Tres anuncios en las afueras. Compite con Hawkins, la eterna Meryl Streep (Los archivos del Pentágono, nominación número 21 en 39 años), Saoirse Ronan (Lady Bird) y Margot Robbie (Yo, Tonya).

Gary Oldman es la principal apuesta para la estatuilla al mejor actor protagonista, por su interpretación de Winston Churchill en El instante más oscuro. Day-Lewis, Kaluuya, Washington y Timothée Chalamet (Call Me By Your Name) esperan arrebatarle un premio que parece ya asignado.

Claro resulta también el veredicto en la animación: Coco, la última joya de Pixar, ya tiene las manos sobre el Oscar. El filme habla del olvido y de la familia en plena celebración del Día de muertos en México. Entre sus rivales, Loving Vincent, el primer filme pintado a óleo de la historia, sobre Van Gogh, y Ferdinand, sobre un toro español que quiere bailar en lugar de salir al ruedo.

La película chilena Una mujer fantástica, de Sebastián Lelio, aspirará al Oscar al mejor filme de habla no inglesa. Competirá con la rusa Sin Amor, la sueca The Square, la libanesa El insulto y la sudáfricana La herida.

Star Wars: Los últimos jedi, la película más taquillera del año pasado, ha obtenido cuatro nominaciones, todas en categorías técnicas. La Bella y la Bestia, el segundo filme con más recaudación de 2017, opta a dos premios, también técnicos.

Tras dejar el baloncesto en 2016, Kobe Bryant se rescata ahora como cineasta. Está nominado a un Oscar por su corto animado Dear Basketball, realizado junto con el célebre animador Glen Keane, creador de personajes como Ariel la Sirenita, la Bestia o Aladino.

Y Logan solo ha logrado una nominación, pero sorprendente: por primera vez una película de superhéroes opta a un Oscar al mejor guion. En el fondo, Lobezno siempre ha ido a lo suyo: en medio de tantas secuelas y franquicias repetitivas, ofrece una esperanza.

DEL TORO DEDICA SUS NOMINACIONES A LOS JÓVENES


"Es un gran honor y una gran alegría estar aquí con una película que es fiel a mis convicciones y a las imágenes que amo desde la infancia". El mexicano Guillermo Del Toro dedicó y compartió el reconocimiento "con todos los jóvenes cineastas en México y Latinoamérica que tienen sus esperanzas puestas en el quehacer cinematográfico y en la historia íntima de su imaginación".

En un tuit, agradeció también a la Academia y a su equipo "este momento de alegría en un viaje de 25 años como narrador".

Varios realizadores mexicanos han hablado durante años de la falta de apoyo financiero para el cine, especialmente para los nuevos talentos. En la entrega de los premios Ariel en 2016, el cineasta Paul Leduc, durante un discurso, criticó al Gobierno mexicano por la falta de promoción y apoyo a la distribución de películas nacionales en las salas. También denunció que existen casos de corrupción y conflicto de intereses en los criterios de apoyo gubernamental a proyectos cinematográficos.

OLVIDADOS


Las nominaciones a los Oscar 2018 han respetado en buena parte las previsiones que publicaban la víspera del anuncio los principales medios de EE UU. Hay, sin embargo, alguna sorpresa y olvido respecto a los pronósticos.

The Florida Project, drama realista rodado en un motel por Sean Baker, se queda sin las previsibles nominaciones a mejor filme y dirección. Se conforma tan solo con la opción de Willem Dafoe de lograr el premio al mejor actor de reparto. La película llega, por cierto, el 9 de febrero a España.

Los archivos del Pentágono, de Steven Spielberg, solo logra las candidaturas a mejor película y actriz (Meryl Streep). Nada para el cineasta, su guion o Tom Hanks.

James Franco obtuvo el Globo de Oro al mejor actriz de musical o comedia, por The Disaster Artist. En los Oscar, el filme solo compite por el mejor guion adaptado. Muchos medios han relacionado su ausencia con las acusaciones de conducta impropia y acoso sexual lanzadas por varias mujeres contra el actor tras su victoria en los Globos de Oro. Respecto a esa gala, ha desaparecido también En la sombra, filme alemán que ganó en la categoría de mejor largo extranjero.

Aunque tal vez la principal decepcionada de estas nominaciones sea Patty Jenkins, la directora de Wonder Woman. El filme sumaba el visto bueno de la crítica, el triunfo en taquilla y su aplaudido mensaje de empoderamiento femenino. Se queda, sin embargo, sin nominaciones. Tiene, por lo menos, una secuela ya confirmada.


https://elpais.com/cultura/2018/01/23/actualidad/1516708900_471966.html
 
‘La forma del agua’, de Guillermo del Toro, favorita a los Oscar 2018 con 13 nominaciones
'Dunkerque', con ocho candidaturas y 'Tres anuncios en las afueras', con siete, son las principales rivales para la gala del 4 de marzo

TOMMASO KOCH
Madrid 24 ENE 2018 - 00:39 CET
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Un fotograma de 'La forma del agua'. VÍDEO: ATLAS





Hay dos monstruos destinados a protagonizar los Oscar. Uno vive bajo el agua, no es capaz de hablar pero sí sabe amar. Hollywood también lo adora: La forma del agua, la película de Guillermo del Toro sobre el idilio entre una extraña criatura y una limpiadora muda, se colocó hoy como favorita de cara a los premios, con 13 nominaciones. El otro monstruo es humano, y para la industria del cine ahora vive bajo tierra: el productor Harvey Weinstein, cuya caída en desgracia tras ser acusado de abusos sexuales por decenas de mujeres arrancó el terremoto #MeToo contra el acoso. No estará en los Oscar, ni recibirá algún premio, pero la gala más importante no puede no hablar del tema clave en el cine este año: cada discurso reivindicativo o cada chiste del presentador, Jimmy Kimmel, en la ceremonia del 4 de marzo, será un altavoz de esperanza para que el método Weinstein que sufrieron tantas intérpretes acabe de una vez y para siempre.

La forma del agua espera una victoria distinta. El filme se queda a una sola candidatura del récord de 14, que comparten La La Land, Titanic y Eva al desnudo, pero compite en prácticamente todas las categorías más relevantes: filme, dirección, guion o actriz protagonista (Sally Hawkins). Ya obtuvo el León de Oro del festival de Venecia y muchos críticos la consideran la mejor obra realizada por Del Toro: a las salas españolas llegará el 16 de febrero.

Las otras aspirantes a la mejor película son Dunkerque, Tres anuncios en las afueras, Los archivos del Pentágono, Déjame salir, El instante más oscuro y tres filmes aún no estrenados en España: Call Me By Your Name (este viernes 26 de enero), El hilo invisible (2 de febrero) y Lady Bird (23 de febrero). Entre todas se pueden aferrar al único dato en contra de Del Toro: nunca en los últimos 23 años —desde Braveheart— triunfó una película que no obtuviera una nominación para su reparto en los premios SAG, los que entregan los actores, categoría más representada entre los 7.258 académicos que votan por los Oscar.

Dunkerque, de Christopher Nolan, se coloca como el segundo filme con más candidaturas: ocho. Su retrato vibrante de la evacuación de las tropas británicas desde el norte de Francia durante la Segunda Guerra Mundial le vale además al cineasta su primera opción de ganar el Oscar a la mejor dirección. Tres anuncios en las afueras, reciente triunfadora de los Globos de Oro, cuenta con siete nominaciones, aunque su creador, Martin McDonagh, no compite por la estatuilla al mejor cineasta. Sí lo hará Paul Thomas Anderson, en una de las seis candidaturas de El hilo invisible, centrada en la tormentosa relación entre un modisto y su musa en los cincuenta e influida por la historia de Balenciaga. El filme también supone la última ocasión de ver a Daniel Day-Lewis en la pantalla grande: el actor puede despedirse con su cuarto oscar.

Completan la competición por la mejor dirección Greta Gerwig, por Lady Bird,quinta mujer nominada en esta categoría en la historia de los Oscar y la primera que lo hace con su largo de debut en solitario —codirigió Nights and Weekends en 2008— y Jordan Peele, por Déjame salir, otra ópera prima. Tras años de polémicas por la ausencia de directoras así como de intérpretes negros en las cuatro categorías de actuación, los Oscar tratan de hacerse más inclusivos: Denzel Washington (Roman J. Israel, Esq.) y Daniel Kaluuya (Déjame salir)optan al premio al mejor actor protagonista; Octavia Spencer (La forma del agua) y Mary J. Blidge (Mudbound), al de mejor intérprete femenina de reparto.

Frances McDormand es la favorita para el Oscar a la mejor actriz protagonista, por la justiciera solitaria Mildred Haynes de Tres anuncios en las afueras. Compite con Hawkins, la eterna Meryl Streep (Los archivos del Pentágono, nominación número 21 en 39 años), Saoirse Ronan (Lady Bird) y Margot Robbie (Yo, Tonya).

Gary Oldman es la principal apuesta para la estatuilla al mejor actor protagonista, por su interpretación de Winston Churchill en El instante más oscuro. Day-Lewis, Kaluuya, Washington y Timothée Chalamet (Call Me By Your Name) esperan arrebatarle un premio que parece ya asignado.

Claro resulta también el veredicto en la animación: Coco, la última joya de Pixar, ya tiene las manos sobre el Oscar. El filme habla del olvido y de la familia en plena celebración del Día de muertos en México. Entre sus rivales, Loving Vincent, el primer filme pintado a óleo de la historia, sobre Van Gogh, y Ferdinand, sobre un toro español que quiere bailar en lugar de salir al ruedo.

La película chilena Una mujer fantástica, de Sebastián Lelio, aspirará al Oscar al mejor filme de habla no inglesa. Competirá con la rusa Sin Amor, la sueca The Square, la libanesa El insulto y la sudáfricana La herida.

Star Wars: Los últimos jedi, la película más taquillera del año pasado, ha obtenido cuatro nominaciones, todas en categorías técnicas. La Bella y la Bestia, el segundo filme con más recaudación de 2017, opta a dos premios, también técnicos.

Tras dejar el baloncesto en 2016, Kobe Bryant se rescata ahora como cineasta. Está nominado a un Oscar por su corto animado Dear Basketball, realizado junto con el célebre animador Glen Keane, creador de personajes como Ariel la Sirenita, la Bestia o Aladino.

Y Logan solo ha logrado una nominación, pero sorprendente: por primera vez una película de superhéroes opta a un Oscar al mejor guion. En el fondo, Lobezno siempre ha ido a lo suyo: en medio de tantas secuelas y franquicias repetitivas, ofrece una esperanza.

DEL TORO DEDICA SUS NOMINACIONES A LOS JÓVENES


"Es un gran honor y una gran alegría estar aquí con una película que es fiel a mis convicciones y a las imágenes que amo desde la infancia". El mexicano Guillermo Del Toro dedicó y compartió el reconocimiento "con todos los jóvenes cineastas en México y Latinoamérica que tienen sus esperanzas puestas en el quehacer cinematográfico y en la historia íntima de su imaginación".

En un tuit, agradeció también a la Academia y a su equipo "este momento de alegría en un viaje de 25 años como narrador".

Varios realizadores mexicanos han hablado durante años de la falta de apoyo financiero para el cine, especialmente para los nuevos talentos. En la entrega de los premios Ariel en 2016, el cineasta Paul Leduc, durante un discurso, criticó al Gobierno mexicano por la falta de promoción y apoyo a la distribución de películas nacionales en las salas. También denunció que existen casos de corrupción y conflicto de intereses en los criterios de apoyo gubernamental a proyectos cinematográficos.

OLVIDADOS


Las nominaciones a los Oscar 2018 han respetado en buena parte las previsiones que publicaban la víspera del anuncio los principales medios de EE UU. Hay, sin embargo, alguna sorpresa y olvido respecto a los pronósticos.

The Florida Project, drama realista rodado en un motel por Sean Baker, se queda sin las previsibles nominaciones a mejor filme y dirección. Se conforma tan solo con la opción de Willem Dafoe de lograr el premio al mejor actor de reparto. La película llega, por cierto, el 9 de febrero a España.

Los archivos del Pentágono, de Steven Spielberg, solo logra las candidaturas a mejor película y actriz (Meryl Streep). Nada para el cineasta, su guion o Tom Hanks.

James Franco obtuvo el Globo de Oro al mejor actriz de musical o comedia, por The Disaster Artist. En los Oscar, el filme solo compite por el mejor guion adaptado. Muchos medios han relacionado su ausencia con las acusaciones de conducta impropia y acoso sexual lanzadas por varias mujeres contra el actor tras su victoria en los Globos de Oro. Respecto a esa gala, ha desaparecido también En la sombra, filme alemán que ganó en la categoría de mejor largo extranjero.

Aunque tal vez la principal decepcionada de estas nominaciones sea Patty Jenkins, la directora de Wonder Woman. El filme sumaba el visto bueno de la crítica, el triunfo en taquilla y su aplaudido mensaje de empoderamiento femenino. Se queda, sin embargo, sin nominaciones. Tiene, por lo menos, una secuela ya confirmada.


https://elpais.com/cultura/2018/01/23/actualidad/1516708900_471966.html

Hola mi amiga @pilou12 , sensacional post como ya es costumbre y "bendita" coincidencia en todos y cada uno de tus posteos, que de lo que nunca pecan es de ser "rutinarios", para nada; son amenos, de rabiosa actualidad y siempre de agradecer el leerlos y sacar un conocimiento o recordar algo casi olvidado o directamente ya no recordado.
Gracias, de todo corazón.
Saludos cordiales,
Serendi.

Con tu permiso y como complemento, posteo esta escena de la película "La criatura del lago" del año 1954, verás con ella que ya "está todo inventado", como dijo aquel.

 
Hola mi amiga @pilou12 , sensacional post como ya es costumbre y "bendita" coincidencia en todos y cada uno de tus posteos, que de lo que nunca pecan es de ser "rutinarios", para nada; son amenos, de rabiosa actualidad y siempre de agradecer el leerlos y sacar un conocimiento o recordar algo casi olvidado o directamente ya no recordado.
Gracias, de todo corazón.
Saludos cordiales,
Serendi.

Con tu permiso y como complemento, posteo esta escena de la película "La criatura del lago" del año 1954, verás con ella que ya "está todo inventado", como dijo aquel.



Buenas tardes compi @Serendi ,darte las gracias por tus aportes siempre acertados..no conocía este film "La criatura del lago),que por cierto guarda similitudes con "La forma del agua"..gracias de nuevo.Eres una enciclopedia cinéfila ..chapeau Maître !!(y).
Feliz finde para tí compi...con mis mejores saludos:)
pilou12
 
ANÁLISIS
‘El joven Karl Marx’ en el Halcón Milenario
A la película le pasa un poco como con 'Star Wars': el protagonista, Luke Skywalker, resulta predecible y redicho, pero es la excusa para que intervengan personajes memorables

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Friedrich Engels (Stefan Konarske) y Karl Marx (August Diehl) juegan al ajedrez en la película.

CÉSAR RENDUELES
27 ENE 2018 - 20:13 CET


Al principio de El joven Karl Marx se ve un bosque en el que unos campesinos alemanes recogen leña. Un anciano reprende a un niño que estaba intentando arrancar una rama de un árbol, pues solo se llevan la leña caída. En ese momento aparecen a caballo unos soldados armados que masacran a los campesinos. Mientras, se oye una voz en off que resulta ser la de un Marx veinteañero leyendo un manuscrito en la redacción de un periódico de Colonia en 1843, inmediatamente antes de que el ejército irrumpa para clausurar la publicación. Se trata del Rheinische Zeitung, un diario liberal crítico con el absolutismo prusiano en el que Marx publicó una serie de artículos denunciando los cambios legislativos que criminalizaron el derecho consuetudinario a recoger leña de los campesinos de la región de Mosela. Es un tema del que Marx prácticamente no se volvió a ocupar hasta que lo recuperó en El capital,donde relaciona el origen del mercado de trabajo capitalista con la expropiación violenta de los bienes comunes tradicionales. Del mismo modo, durante mucho tiempo los intérpretes de Marx apenas prestaron atención a esta cuestión. En cambio, en las últimas décadas, los “comunes” ocupan un lugar crucial tanto en la práctica política como en la obra de autores marxistas como David Harvey, economistas como Elinor Ostrom o historiadores como Peter Linebaugh o Silvia Federici.

Y ese es solo el primer minuto de la película.

Con El joven Karl Marx pasa un poco como con Star Wars. El protagonista, Luke Skywalker, resulta predecible y redicho, pero es la excusa para que intervengan personajes memorables, como Han Solo o Darth Vader. El Marx de El joven Karl Marx se pasa toda la película con media sonrisa irónica y cara de creerse mucho más listo que el resto de la humanidad (un retrato bastante fiel, probablemente). Pero es un formidable médium de personajes y situaciones históricas que se suceden como una catarata a lo largo de las dos horas de película. El Han Solo de El Joven Karl Marx es, sin duda, el joven Engels: divertido, empático, valiente un poco alocado y con un gran olfato sociológico. Si no hubiera sido por La situación de la clase obrera en Inglaterra -un informe que aún hoy resulta impresionante y que Engels redactó a los veinticinco años gracias a la colaboración de su compañera, Mary Burns— hoy recordaríamos (o más bien no) a Marx como un filósofo posthegeliano particularmente sarcástico. Pero la película también consigue que Jenny Marx, Bakunin, Proudhon o la propia Burns resulten cercanos e interesantes.




Salvo una secuencia ridícula en la que se escucha una música bélica mientras Marx lee tranquilamente —como si en vez de estar tomando notas para Miseria de la filosofía se estuviera preparando para una misión de comando—, Raoul Peck logra la proeza de introducir cuestiones teóricas de largo alcance con mucha naturalidad. Así, por ejemplo, la influencia del romanticismo en la ruptura generacional de Marx con el universo burgués de su familia se sugiere en una breve y emotiva conversación entre Jenny y Engels. Y, sin duda, debemos a El joven Karl Marx la mejor interpretación de la famosa undécima tesis sobre Feuerbach: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modo el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”. Es un lema irritante, al borde de la literatura motivacional, que en la película, muy verosímilmente, Marx pronuncia completamente borracho, es de suponer que inmediatamente antes de entonar el equivalente renano del Asturias, patria querida.

Especialmente, El joven Karl Marx consigue mostrar con mucha fidelidad lo doméstica e intempestiva que resultó la intervención de Marx y Engels y lo improbable que fueron sus efectos. El proletariado al que interpelaban no existía, como tampoco el partido cuyo manifiesto escribieron. Se dirigían a minúsculas agrupaciones de trabajadores que se sentían mucho más cercanos al lenguaje religioso de Wilhelm Weitling que a la gran teoría alemana. La película muestra a Proudhon o a los líderes unionistas como políticos hábiles y prudentes, mientras Marx y Engels irrumpían en los movimientos políticos como elefantes en una cacharrería. Y esa es justamente la épica que alimenta El joven Karl Marx. El milagro de que dos jovencísimos pequeñoburgueses con un contacto remoto con las condiciones de vida y las organizaciones de trabajadores consiguieran poner en marcha un movimiento que desbordó completamente la política antagonista de su tiempo y ha inspirado las ambiciones emancipadoras de millones de personas de todo el mundo a lo largo de siglo y medio.

https://elpais.com/cultura/2018/01/27/actualidad/1517066304_935792.html
 
ESTRENOS DE CINE
'Call Me By Your Name': un primer amor homosexual que apunta al Oscar
Luca Guadagnino narra sin prisas y con mucha sensibilidad la historia de amor entre Elio y Oliver en la Lombardía de 1983
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'Call Me By Your Name', la última película de Luca Guadagnino, está nominada en cuatro categorías de los Oscar. (Sony)
AUTOR
ALEJANDRO ALEGRÉ
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TIEMPO DE LECTURA4 min
26.01.2018 – 05:00 H.

Las películas de Luca Guadagnino vehiculan narrativas que invitan al preciosismo. Transcurren en herméticos universos de vida burguesa; en villas imponentes habitadas por gente hermosa de pieles bronceadas y perladas por el sudor ardiente, que visten Dior y nadan en piscinas y disfrutan de comidas fabulosas y, en general, existen constantemente listos para la foto. Y en ocasiones eso lo ha llevado a ser acusado de idealizar la autocomplacencia de las clases privilegiadas, y de ser un fascista de la belleza. Y pocas pegas se les pueden poner a esas críticas al pensar en 'Cegados por el sol' (2016).

'Call Me By Your Name', eso sí, es otra cosa; sin duda el maridaje más refinado entre lo narrativo y lo sensitivo que el italiano ha llevado a cabo a lo largo de su carrera. Una historia de amor increíblemente seductora, dotada de una levedad insólitamente convincente pero arrebatadora en todo caso, y tan llena de texturas que se hace difícil hablar de ella sin caer en hipérboles.



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Armie Hammer y Timothée Chalamet protagonizan la última película de Luca Guadagnino. (Sony)


Situada en el largo y cálido verano lombardo de 1983, narra el romance entre Elio, un precoz adolescente, y Oliver, el veinteañero invitado a pasar las vacaciones en la fabulosa casa de campo familiar. El objetivo de su visita es trabajar como asistente del padre de Elio, un eminente académico experto en cultura grecorromana, y de hecho él mismo tiene el físico de un adonis. Inmediatamente, Elio se siente deslumbrado.

Situada en el largo y cálido verano lombardo de 1983, narra el romance entre Elio y Oliver

Guadagnino cuenta su historia sin prisas, dotando el proceso de atracción mutua del típico ritmo moroso que impone el sol estival a través de largas escenas que exudan intensidad. Cada mirada de soslayo, cada gesto y cada frase de diálogo derrochan subtexto: Oliver deja casualmente que Elio lo vea desvistiéndose, antes de que los dos vayan a bañarse; Elio se exhibe al piano frente a Oliver, demostrando su talento virtuoso; ambos intercambian contactos físicos exploratorios camuflados de camaradería. Las corrientes subterráneas de lujuria, celos y ansiedad sexual que oscilan entre ambos son observadas con una precisión y una voluntad juguetona que rayan en lo 'hitchcockiano'. Prácticamente todas sus interacciones son trascendentales y electrizantes, en parte porque es obvio que su tiempo juntos será muy corto.



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A lo largo de los años, Guadagnino se ha confirmado como el más experto retratista de lo sensual desde Bernardo Bertolucci. Cuando lo contempla su cámara, el deseo se convierte en algo que se toca y se huele. Pero sus dos películas inmediatamente previas, 'Yo soy el amor' (2009) y 'Cegados por el sol', eran ambas pura afectación construida a base de agresivos primeros planos, montaje frenético y selecciones musicales resultonas. En esta ocasión, en cambio, ha decidido dejar de llamar la atención sobre sí mismo para concentrarla en sus personajes; el énfasis en la transmisión sensorial en ningún momento ensombrece la historia o las caracterizaciones. Guadagnino muestra hasta qué punto el amor tiene el poder para hacer que imágenes tan mundanas como beber un vaso de zumo o contemplar una yema de huevo derramarse sobre un plato se conviertan en puro espectáculo.

Esa agitación emocional se traduce en un uso creativo de un melocotón. Ahí, 'Call Me By Your Name' se emparenta con 'American Pie'

En el proceso, el italiano captura meticulosamente la tensión y la ansiedad provocadas no solo por el primer amor sino, sobre todo, por un primer amor homosexual y, en consecuencia, por la aterradora toma de conciencia de no ser la persona que uno creía ser —en el caso de Elio, esa agitación emocional se traduce en un uso asombrosamente creativo de un melocotón, gracias al que 'Call Me By Your Name' se emparenta por un instante con 'American Pie' (1999)—. En todo caso, esta es una historia de amor gay que ni está lastrada por los conflictos de clase o la tragedia ni trata de erigirse en una historia de alcance universal, aunque en última instancia sea rica en el tipo de emoción honesta que trasciende orientación sexual alguna.



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Cartel de 'Call Me By Yor Name'.


Guadagnino mapea ese momento en nuestras vidas en el que el deseo carnal se convierte en presencia ineludible con una exactitud que recuerda a maestros como Renoir, Rivette y Rohmer, pero es fijándose en las conversaciones entre Elio y su padre que la película demuestra mayor poder desgarrador; en concreto, la última que mantienen sin duda pasará a ser considerada uno de los mejores diálogos entre padre e hijo de toda la historia del cine. Lo que se dice en ella es algo que todos los progenitores deberían hacer saber a su progenie: que el amor nos empuja a hacer cosas estúpidas, y que puede llegar a ahogarnos con el miedo al rechazo que provoca, pero que nuestra única forma de llegar a entenderlo es aferrarnos a él cuando se nos cruce en el camino.

https://www.elconfidencial.com/cult...e-by-your-name-oscar-luca-guadagnino_1511305/
 
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