Pero íbamos a ser más solidarios... Ahora aplaudíamos a las cajeras de supermercado, a los barrenderos... Nos estábamos convirtiendo en mejores personas aunque hubiera roces políticos. Pues ale, todo al garete. Resulta que somos igual de egoístas que antes. La culpa, como siempre, de Pedro.
Y Pablo
Y Simón
Pobre, que siempre le olvidais