CIUDADES

Ya fuera de la ciudad, una de las visitas más particulares es acercarse a la vecina frontera con India, que dista a unos 50 kilómetros, para asistir a la ceremonia en la que se arría la bandera de ambos países. A diario, cientos y en ocasiones miles de personas se concentran para ver la coreografiada puesta en escena de los militares.

Si el espectáculo de los soldados con sus marcados y exagerados gestos causa impresión, más sorprende el fervor nacionalista que sale a relucir a cada lado de la frontera entre los asistentes que siguen con atención cómo los militares arrían milimétricamente y de forma acompasada las banderas de ambos países, de forma que ninguna llegue antes que la otra.




Y es que como nos comentó la escritora paquistaní Aliya Anjum sobre sus compatriotas: “No somos un país, somos una multitud”.



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Lahore es el lugar perfecto para empaparte de la cultura paquistaní.

https://www.traveler.es/viajes-urbanos/articulos/lahore-pakistan-que-ver-que-hacer-que-comer/15943
 

Cósimo de Monroy@cosimodemonroy




VIAJES URBANOS
25·04·2019
Quiero que me pase a mí: Mandawa, el Rajastán recóndito

Este pueblo se encuentra cerca de Jaipur, ajeno a las rutas turísticas habituales
Más sobre:


India

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Haveli en Mandawa© Alamy

Tiempo de lectura 4 minutos

Las guías dicen que Jaipur es la ciudad rosa. Es de ese color por la piedra de las canteras locales. Pero no lo es como la vida en la canción de Edith Piaf, es decir, amable y melifluo, porque en el norte de la India el turista no escapa a su papel de proveedor de rupias o dólares.

Hay una cierta justicia en el acoso. Los conductores de rickshaws, los vendedores de abalorios y los encantadores de serpientes proyectan siglos de colonialismo en los grupos de pantalón corto, camiseta y deportivas. Los dioses azules, reencarnados en actores de Bollywood, asienten.

Había llegado de Delhi en un autobús con tendencias suicidas y era consciente del juego, pero la percepción no distraía mi incomodidad. En las páginas de Una princesa recuerda, las memorias de la maharaní local impresas en una ruda edición, se conjuraba un esplendor que no era capaz de vislumbrar.

Maharaja (marajá) significa gran rey en sánscrito. La maharaní es su gran reina; una de ellas, al menos.

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El fuerte de Mandawa© Getty Images

Las salas del antiguo palacio de Jaipur mantenían una atmósfera teatral. El guía nos informó que su alteza era un gran amante del polo y que mantenía habitable un ala del complejo.


Al salir, observé los vendedores de souvenirs, las vacas que rumiaban papel en la calle. Recordé la crudeza bucólica de las películas de Satyajit Ray.Sucedían en Bengala, o Bangladesh, pero eso no importaba. Era necesario romper el circuito.

En Madrid un amigo me había hablado de Mandawa. Me dijo que era un lugar fuera del tiempo, y eso era lo que buscaba. De modo que rehíce mi mochila, dejé el hotel y volví a la estación de autobús.

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Dos mujeres en su casa, que a la vez sirve de tienda, en Mandawa© Getty Images

El conductor mascaba betel. No parecía tener intención de arrancar. Mujeres con grandes fardos, niños, sari y velo, y hombres vestidos con ropa occidental ocupaban los asientos. Ellas cargaban, jadeantes; ellos me observaban con la mirada vacía.

El paisaje era desértico. Atravesábamos pueblos de mercado. En cada parada cambiaban los saris, pero no la respiración sofocada bajo los velos.

Mandawa era uno de esos pueblos. Desde el lugar donde me apeé del autobús no parecía diferente a los demás.

Las calles de tierra se prolongaban entre edificios pálidos. La decoración de lo que parecían antiguos palacios era intrincada. Los arcos se sucedían entre columnas ligeras, cerrados en contraventanas de madera. Aprecié restos de policromía sobre el muro. Al acercarme, encontré un jinete y un elefante.

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Uno de los antiguos palacios de Mandawa, hoy reconvertidos en casas© Alamy


La guía indicaba que los havelis, mansiones tradicionales indias, fueron edificados por comerciantes que controlaban las rutas caravaneras en el Shekhawati. Cada una crecía en torno a un patio porticado, cubierto de frescos.

Entré en algunos de ellos. Las pinturas estaban oscurecidas por el humo y el tiempo. Los comerciantes habían partido. Sus habitantes anticipaban la gratificación con un gesto de bienvenida y una sonrisa.

Me dirigí al palacio del marajá. En Rajastán hay un gran rey en cada pueblo. Parte del edificio se había convertido en hotel. Entonces, no estaba reformado. Había viejos ventiladores en el techo, un comedor pintado de blanco. Mi habitación era de tamaño excesivo, sin comodidades. Pensé que su descuido se parecía a lo que buscaba.

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Antiguos palacios de Mandawa© Alamy

Dediqué la tarde a recorrer las calles. La calma me hacía invisible. En muchos casos, la mirada de los residentes no registraba mi presencia al acceder a los patios. Contemplaba en silencio las escenas de dioses y guerreros. Los trazos eran inocentes, de aire naíf.

Había algunas vacas, pero no comían papel. Compartían la calle con pavos reales que paseaban sin ser molestados. Observé que algunos de ellos se encaramaban a los tejados, como cigüeñas, y desplegaban su cola en breves intervalos.


La temperatura era templada. Rebasé los límites del pueblo y llegué a una noria de madera empujada por un búfalo. Dos niños lo vigilaban.

Volví al hotel y leí en mi dilapidada estancia principesca hasta que se hizo de noche. Me duché y busqué el comedor. Me indicaron que la cena tenía lugar en el jardín. Al atravesar un arco me encontré frente a una hilera de lacayos tocados con turbantes que sujetaban antorchas encendidas.

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Vida diaria en las calles de Mandawa© Getty Images

En una gran mesa, un grupo de indios elegantes rodeados por un tropel de sirvientes reía. Un hombre maduro ocupaba el lugar central. Su actitud, contenida y observante, ejercía una evidente autoridad. El marajá, quizás, me dije.






Me dirigieron a un bufet convenientemente alejado de la mesa del gran rey. La luz de las antorchas recreaba una ensoñación sobre la fachada posterior del palacio. El jardín parecía exuberante.

Me senté frente a la gran mesa y observé los gestos amplios, la ebriedad incipiente, los destellos de la seda, la mirada del astro sin trono.

La mañana siguiente visité una sala etiquetada como museo. Su contenido se limitaba al aparejo de caza de la familia reinante, trofeos y algunas fotografías. Allí contemplé a los antepasados de su alteza, cubiertos de grandes diamantes e interminables collares de perlas. Pensé que no se podía quejar. Indira Gandhi despojó a los rajás de títulos y rentas pero este, al menos, conservaba su castillo. Porque, ¿qué es un gran rey sin un castillo?


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Mujer entrando en un 'haveli' en Mandawa



https://www.traveler.es/viajes-urba...a-jaipur-que-ver-que-hacer-donde-dormir/15097


 
Cósimo de Monroy@cosimodemonroy




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25·04·2019
Quiero que me pase a mí: Mandawa, el Rajastán recóndito

Este pueblo se encuentra cerca de Jaipur, ajeno a las rutas turísticas habituales
Más sobre:


India

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Haveli en Mandawa© Alamy

Tiempo de lectura 4 minutos

Las guías dicen que Jaipur es la ciudad rosa. Es de ese color por la piedra de las canteras locales. Pero no lo es como la vida en la canción de Edith Piaf, es decir, amable y melifluo, porque en el norte de la India el turista no escapa a su papel de proveedor de rupias o dólares.

Hay una cierta justicia en el acoso. Los conductores de rickshaws, los vendedores de abalorios y los encantadores de serpientes proyectan siglos de colonialismo en los grupos de pantalón corto, camiseta y deportivas. Los dioses azules, reencarnados en actores de Bollywood, asienten.

Había llegado de Delhi en un autobús con tendencias suicidas y era consciente del juego, pero la percepción no distraía mi incomodidad. En las páginas de Una princesa recuerda, las memorias de la maharaní local impresas en una ruda edición, se conjuraba un esplendor que no era capaz de vislumbrar.

Maharaja (marajá) significa gran rey en sánscrito. La maharaní es su gran reina; una de ellas, al menos.

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El fuerte de Mandawa© Getty Images

Las salas del antiguo palacio de Jaipur mantenían una atmósfera teatral. El guía nos informó que su alteza era un gran amante del polo y que mantenía habitable un ala del complejo.


Al salir, observé los vendedores de souvenirs, las vacas que rumiaban papel en la calle. Recordé la crudeza bucólica de las películas de Satyajit Ray.Sucedían en Bengala, o Bangladesh, pero eso no importaba. Era necesario romper el circuito.

En Madrid un amigo me había hablado de Mandawa. Me dijo que era un lugar fuera del tiempo, y eso era lo que buscaba. De modo que rehíce mi mochila, dejé el hotel y volví a la estación de autobús.

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Dos mujeres en su casa, que a la vez sirve de tienda, en Mandawa© Getty Images

El conductor mascaba betel. No parecía tener intención de arrancar. Mujeres con grandes fardos, niños, sari y velo, y hombres vestidos con ropa occidental ocupaban los asientos. Ellas cargaban, jadeantes; ellos me observaban con la mirada vacía.

El paisaje era desértico. Atravesábamos pueblos de mercado. En cada parada cambiaban los saris, pero no la respiración sofocada bajo los velos.

Mandawa era uno de esos pueblos. Desde el lugar donde me apeé del autobús no parecía diferente a los demás.

Las calles de tierra se prolongaban entre edificios pálidos. La decoración de lo que parecían antiguos palacios era intrincada. Los arcos se sucedían entre columnas ligeras, cerrados en contraventanas de madera. Aprecié restos de policromía sobre el muro. Al acercarme, encontré un jinete y un elefante.

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Uno de los antiguos palacios de Mandawa, hoy reconvertidos en casas© Alamy


La guía indicaba que los havelis, mansiones tradicionales indias, fueron edificados por comerciantes que controlaban las rutas caravaneras en el Shekhawati. Cada una crecía en torno a un patio porticado, cubierto de frescos.

Entré en algunos de ellos. Las pinturas estaban oscurecidas por el humo y el tiempo. Los comerciantes habían partido. Sus habitantes anticipaban la gratificación con un gesto de bienvenida y una sonrisa.

Me dirigí al palacio del marajá. En Rajastán hay un gran rey en cada pueblo. Parte del edificio se había convertido en hotel. Entonces, no estaba reformado. Había viejos ventiladores en el techo, un comedor pintado de blanco. Mi habitación era de tamaño excesivo, sin comodidades. Pensé que su descuido se parecía a lo que buscaba.

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Antiguos palacios de Mandawa© Alamy

Dediqué la tarde a recorrer las calles. La calma me hacía invisible. En muchos casos, la mirada de los residentes no registraba mi presencia al acceder a los patios. Contemplaba en silencio las escenas de dioses y guerreros. Los trazos eran inocentes, de aire naíf.

Había algunas vacas, pero no comían papel. Compartían la calle con pavos reales que paseaban sin ser molestados. Observé que algunos de ellos se encaramaban a los tejados, como cigüeñas, y desplegaban su cola en breves intervalos.


La temperatura era templada. Rebasé los límites del pueblo y llegué a una noria de madera empujada por un búfalo. Dos niños lo vigilaban.

Volví al hotel y leí en mi dilapidada estancia principesca hasta que se hizo de noche. Me duché y busqué el comedor. Me indicaron que la cena tenía lugar en el jardín. Al atravesar un arco me encontré frente a una hilera de lacayos tocados con turbantes que sujetaban antorchas encendidas.

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Vida diaria en las calles de Mandawa© Getty Images

En una gran mesa, un grupo de indios elegantes rodeados por un tropel de sirvientes reía. Un hombre maduro ocupaba el lugar central. Su actitud, contenida y observante, ejercía una evidente autoridad. El marajá, quizás, me dije.






Me dirigieron a un bufet convenientemente alejado de la mesa del gran rey. La luz de las antorchas recreaba una ensoñación sobre la fachada posterior del palacio. El jardín parecía exuberante.

Me senté frente a la gran mesa y observé los gestos amplios, la ebriedad incipiente, los destellos de la seda, la mirada del astro sin trono.

La mañana siguiente visité una sala etiquetada como museo. Su contenido se limitaba al aparejo de caza de la familia reinante, trofeos y algunas fotografías. Allí contemplé a los antepasados de su alteza, cubiertos de grandes diamantes e interminables collares de perlas. Pensé que no se podía quejar. Indira Gandhi despojó a los rajás de títulos y rentas pero este, al menos, conservaba su castillo. Porque, ¿qué es un gran rey sin un castillo?


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Mujer entrando en un 'haveli' en Mandawa



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QUE GRAN ARTÍCULO !!!!.- UN SALUDO CORDIAL AMIGA.-. GRACIAS.-
 
Estas son las obras de 'beach art' que están triunfando en Instagram
Hay un rincón de Francia donde la arena es el mejor lienzo


Lidia González

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¡Espectáculo!


Los arenales de la costa oeste francesa son unos de los más coquetos de Europa. Y no sólo por la indiscutible belleza con la que han sido bendecidos por mamá naturaleza, sino por la mano de Jehan-Benjamin (@jbenart) que también ha intervenido en el espectáculo.

Este artista francés, especializado en beach art, lleva en torno a cuatro años dedicándose a plasmar su creatividad en las playas del área de Charente-Maritime, aunque también ha realizado trabajos en Portugal, Holanda, Marruecos, Inglaterra y Estados Unidos, sumando un total de 200 obras

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Belleza efímera© Jben

“Me inspiran un sinfín de cosas, tanto lo que veo en las redes sociales como en la vida diaria. Creo cualquier tipo de diseño dependiendo de la inspiración del día, puede ser geométrico, figurativo o, incluso, abstracto”, comenta Jehan-Benjamin a Traveler.es.


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La pasión de Jben, alias con el que el artista se hace llamar, surgió cuando descubrió a Andrés Amador, un estadounidense famoso por sus dibujos a gran escala en la arena de la playa.

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¿Una dirección clave? La playa de La Grande Côte© Jben

Aunque es diseñador de páginas web, su larga trayectoria como escultor de arena -participando en campeonatos mundiales- le ha permitido dominar a la perfección el beach art.

A su vez, su afición por la fotografía aérea le ha llevado a capturar con un dron sus creaciones, ya que debido a las enormes dimensiones de los dibujos, era la única manera de contemplar el maravilloso resultado final. Por otra parte, también graba el proceso, pudiendo encontrar los vídeos en su página web.




En cuanto al escenario ideal, Jehan-Benjamin revela que no siempre es fácil encontrar una localización en la que las condiciones ambientales sean óptimas.

Lidiar con la naturaleza (y con los visitantes) a veces es ardua tarea: el viento mueve la arena y debe de escoger un nuevo lienzo, la basura que arrojan los bañistas no permite encontrar un espacio suficientemente limpio para dibujar, las huellas corrompen el paisaje...

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Sólo puede trabajar cuando la marea es baja© Jben

A pesar de ello, nos desvela su rincón predilecto: la playa de La Grande Côte, en Charente-Maritime.

“Trato de ir a la playa todo lo que puedo, aunque dependo del estado de la marea y del clima. Una vez allí, invierto entre una y cuatro horas en crear una estampa, en función de la complejidad y de la densidad de la arena”, nos cuenta.

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Arte a golpe de rastrillo© Jben

“La marea baja permite que el dibujo permaneza entre cuatro y cinco horas. Suelo empezar el trabajo dos horas antes de que la marea baje por completo”, apunta.

El viento es otro de los factores determinantesque, desafortunadamente, no puede controlar, por lo que en muchas ocasiones tiene que abandonar la playa sin terminar la obra debido a que el viento ha secado la arena y, en consecuencia, ha borrado el dibujo.


Los materiales que el artista francés utiliza son dos rastrillos, a los que puede cambiar las púas, y una cuerda de unos 40 metros, que unida a los instrumentos mencionados le permite trazar círculos de diferentes diámetros, la figura geométrica imprescindible para desarrollar el resto de trazos.


“Por otro lado, también acepto encargos. Durante estos cuatro años que llevo dedicándome al beach art he realizado obras para individuos, asociaciones o compañías. También trabajo a veces con las escuelas para que los niños aprendan a dibujar en la playa con un rastrillo”, nos explica Jben.

Sus obras de mayor tamaño alcanzan los 60 metros de diámetro, como su reciente creación en la playa de Nauzan, en Vaux-Sur-Mer, aunque excepcionalmente ha realizado piezas de una longitud de más de 100 metros.


En esas ocasiones, suele contar con un boceto previo en un papel, especialmente si el diseño es de gran complejidad. Otras veces, basta con que haga buen tiempo para desplazarse hasta alguna playa, donde deja que la inspiración se apodere de él.

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¡Síguele el rastro en su cuenta de Instagram!
https://www.traveler.es/experiencia...layas-de-la-costa-oeste-de-francia-jben/15962
 
Estas son las 10 ciudades más habitables del mundo en 2019
Y las diez ciudades peores para vivir...


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Y la mejor ciudad para vivir es... © Getty Images



¿Qué idea tienes cuando piensas en una ciudad habitable? La mayoría de las personas identificamos unas características similares, aunque en función del momento social en el que nos encontremos señalamos unas u otras como prioritarias.

Tal y como señala el nuevo estudio, The Global Liveability Index 2019, de The Economist Intelligence Unit, una de las principales preocupaciones de los ciudadanos es la contaminación. Si evaluamos los rankings de 2017 o 2018 veremos que el terrorismo era una de las principales características para considerar una ciudad habitable o no, sin embargo el cambio climático es ahora nuestra principal preocupación.


“El concepto de habitabilidad es simple: evalúa qué lugares de todo el mundo ofrecen las mejores o las peores condiciones de vida”, señalan desde el EIU.

¿Cómo han obtenido estos resultados? A cada ciudad se le asigna una calificación de comodidad relativa a 30 factores cualitativos y cuantitativos en cinco categorías que son: estabilidad, salud, cultura y medio ambiente, educación e infraestructura.

Cada factor en una ciudad se clasifica como aceptable, tolerable, incómodo, indeseable o intolerable. Para los indicadores cualitativos, se otorga una calificación basada en el juicio de los analistas internos y contribuyentes en la ciudad. Para los indicadores cuantitativos, la calificación se calcula en función de varios puntos de datos externos que van del 1 a 100; 1 se considera intolerable y 100 se considera ideal.






Así gracias al estudio en 140 ciudades de todo el mundo podemos ver que la mayoría de ciudades que lideran el ranking pertenecen a países ricos.

“Estas ciudades tienen sistemas de salud pública bien financiados, educación obligatoria y de alta calidad, y una buena infraestructura vial y ferroviaria. Además de sistemas electorales democráticos y, en general, bajos niveles de corrupción”.

Por ejemplo, ciudades como Londres y Nueva York no lideran el ranking pese a tener una cultura y ambiente muy bien puntuada, pero pierden porcentajes debido a la inseguridad y a la contaminación.

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Viena, la mejor ciudad para vivir. © Getty Images

VIENA, LÍDER POR SEGUNDO AÑO CONSECUTIVO

A pesar de que el top 10 está liderado por ciudades australianas, el norte de Europa se mantiene firme en los índices de habitabilidad. Estos pueden ser los motivos...

Viena sigue siendo la más habitable de las 140 ciudades encuestadas por The Economist Intelligence Unit por segundo año consecutivo. Aunque tan solo se lleve 0.7 puntos de diferencia con Melbourne.

The EIU afirma que no ha habido muchos cambios con respecto al año anterior aunque sí que ha habido algunos movimientos interesantes como el de Sydney, la ciudad ha escalado puntos situándose en tercera posición gracias a los esfuerzos por mejorar su apuesta cultural y la calidad ambiental con el proyecto ‘Sydney Sostenible 203’.




Además la estabilidad ha aumentado ligeramente gracias a la reducción de la amenaza de terrorismo en todas ellas.

Debido a los últimos acontecimientos sociales y políticos, ciudades como París o Sri Lanka, han descendido en el ranking. Sin embargo, otras como Yakarta mejoran en porcentajes muy leves.

Empeoran ciudades como Nueva Delhi, El Cairo o Dhaka debido a la contaminación del aire. “A pesar del riesgo que plantea el cambio climático en el futuro, una visión a más largo plazo sugiere que en general la habitabilidad ha mejorado en los últimos cinco años”, sugieren.

LAS 10 CIUDADES MÁS HABITABLES

1. Viena, Austria

2. Melbourne, Australia

3. Sydney, Australia

4. Osaka, Japón

5. Calgary, Canadá

6. Vancouver, Canadá

7. Toronto, Canadá

8. Tokio, Japón

9. Copenhague, Dinamarca

10. Adelaida, Australia

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Caracas en Venezuela es la última en el ranking. © Getty Images

Y las ciudades menos habitables del mundo en 2019 son...

1. Damasco, Siria

2. Lagos, Nigeria

3. Dhaka, Bangladesh

4. Trípoli, Libia

5. Karachi, Pakistán

6. Port Moresby, Papua Nueva Guinea

7. Harare, Zimbabwe

8. Douala, Camerún

9. Argel, Argelia

10. Caracas, Venezuela

https://www.traveler.es/viajeros/articulos/diez-ciudades-mas-habitables-del-mundo-2019/16091
 
Un mundo de ciudades
Guillermo Olivettomarzo, 2013
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Casi todo lo que ocurre se genera en las grandes urbes, y pasan tantas cosas que provocan un efecto imán: todos quieren vivir en ellas, que cada vez son más importantes, quizá más que los Estados.


El mundo del 1900 tenía 1.600 millones de habitantes. El de hoy tiene 7.000 y se estima que en 2050 tendrá 9.000 millones. Un crecimiento exponencial.

En aquel mundo de comienzos del siglo XX sólo el diez por ciento de la población vivía en ciudades. Hoy lo hace la mitad: estamos hablando de nada menos que 3.500 millones de personas. Nos hemos vuelto crecientemente urbanos.

El progreso, la innovación, el desarrollo económico y la oportunidad de una mejor calidad de vida, con más confort, mayor oferta cultural y de entretenimiento, nos atrajeron hacia las grandes metrópolis. Se prevé que esta tendencia se profundizará y que para 2050 el 75 por ciento de los seres humanos vivirá en una ciudad: 6.800 millones de personas, prácticamente la población actual. Sin dudas todo un desafío.

El atractivo de las ciudades no para de crecer. Son los íconos de la modernidad. Donde sucede la vida, desde el urdido de la real politik hasta los grandes espectáculos, incluyendo los avances de la ciencia. La mayor parte de las cosas que pasan se genera en las ciudades.

Cuando se le pregunta a alguien dónde vive, hoy puede contestar con el nombre de su país o de su ciudad. Las grandes urbes del mundo son faros de referencia. El 28 de enero de 2008, la tapa de la revista Time tituló: Ny-lon-kong, para luego aclarar: “Nueva York, Londres y Hong-Kong: cómo tres ciudades conectadas manejan la economía global. Las claves para su éxito y los desafíos que enfrentan”. La publicación estadounidense nos vino a reconfirmar la creciente importancia de las grandes ciudades como matriz interpretativa de la globalización. No se puede entender el mundo de hoy, mínimamente, sin descifrar cómo se articula la trama que une, cruza y conecta a los Estados y sus ciudades. En ese contexto vale pensar en Buenos Aires, una de las grandes ciudades del mundo. Basta recorrerla un poco para comprobar que compite mano a mano con cualquier otra. Su oferta cultural es, sin duda, top 5. Su vida “24 x 7 x 365” resulta única y magnética. Los turistas se sorprenden cuando la descubren. Y las encuestas demuestran que la gran mayoría volvería y además recomendaría a sus amigos que vinieran. Es un polo en el fin del mundo que atrae a viajeros capaces de cruzar grandes distancias con tal de llegar a la ciudad que no duerme.

Tiene día y tiene noche. Y además es bonita. Mucho más de lo que se supone a priori. Su arquitectura deslumbra al visitante que se encuentra con algo que no esperaba. Buenos Aires es una metrópoli power. Tiene una historia poderosa y un potencial que la coloca entre las grandes del planeta.

Un reciente informe que proyecta el mundo al 2020 la ubicó en el puesto número 11 para ese entonces. Acaba de ser considerada por los ejecutivos latinoamericanos como una de las mejores ciudades de la región para hacer negocios en una encuesta realizada por la prestigiosa revista América Economía. En la encuesta, la capital argentina ocupó el primer puesto entre las ciudades “con más interesante vida cultural” y también como la que tiene “la mejor arquitectura y urbanismo”.

En 2008 la glamorosa editorial Taschen la incorporó en su kit de referencia, al lanzar Buenos Aires Lifestyle como parte de su colección “Icons” a la par de Nueva York, Tokio, París o Berlín. Allí sostenía: “La capital argentina fusiona el aire europeo con la pasión latina como ninguna otra ciudad en Sudamérica.

No hay duda de que fue una ciudad que se inspiró en París, Londres o Milán. Luego de la crisis de 2001, los porteños están redefiniendo su estilo encontrando inspiración en su propia cultura. Buenos Aires es una ciudad que hipnotiza en un instante”. Los argentinos contamos desde siempre con una gran ciudad que es parte fundamental de nuestro patrimonio. Un hecho de enorme relevancia en este nuevo mundo de ciudades.

Una luz, que junto a otras como El Calafate, la Patagonia, Mendoza o Cataratas, nos ubica en el tablero global. Una ciudad mítica que, como bien decía Borges, su retratista literario por antonomasia, parece no tener principio: “A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires: la juzgo tan eterna como el agua y el aire”.

Se prevé que para 2050 el 75 por ciento de la población vivirá en ciudades.

https://elplanetaurbano.com/2013/03/un-mundo-de-ciudades/
 
Después de su abrupta huída de la ciudad de Zacatecas a inicios de 1867, Juárez abandonó su cargamento con más de 2'000,000 de pesos de aquel entonces, que fueron decomisados por el general Miramón, no obstante los refuerzos del Presidente llegaron con rapidez y el tesoro tuvo que ser enterrado para evitar que regresara a Juárez, sin embargo el tesoro jamás fue desenterrado.
Dónde está? Quién lo encontrará?
 
Después de su abrupta huída de la ciudad de Zacatecas a inicios de 1867, Juárez abandonó su cargamento con más de 2'000,000 de pesos de aquel entonces, que fueron decomisados por el general Miramón, no obstante los refuerzos del Presidente llegaron con rapidez y el tesoro tuvo que ser enterrado para evitar que regresara a Juárez, sin embargo el tesoro jamás fue desenterrado.
Dónde está? Quién lo encontrará?

Vamos con una pala? :)
 
Vamos con una pala? :)
JAJAJAJAJAJA, ME APUNTO COMPAÑERA!!!!!, LLEVAREMOS DETECTORES DE METALES, LLEVAREMOS MAPAS Y ANUNCIAREMOS A ""BOMBO Y PLATILLO""" QUE NUESTRO EQUIPO HA DESCUBIERTO ESE TESORO, PARA LO CUAL YO MISMO MOSTRARE A LA PRENSA UNAS MONEDAS DE LA EPOCA, QUE LLEVARE EN MI BOLSILLO...........JAJAJAJAJAJAJAJAJA, EL ÉXITO ESTA ASEGURADO!!!!,.......""MARKETING PURO, COMPAÑERA"".- UN ABRAZO.-
 
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