Me alegro por tu hijo y por tí, pero juro por mis padres y por mi niña que no pasa una entre miles de casos, sino que el ratio es más espeluznante. Lo que pasa es que muchos tienen miedo a denunciar, supone dinero y enfrentarse contra ese corporativismo.Pues yo estoy aquí escribiendo gracias a la seguridad social, y mi hijo mayor está vivo gracias tambien a ella...
Que haya casos donde se cometan negligencias o errores,pues es claro que ocurre,pero es un caso entre muchos miles los que pueden dar una opinión tan negativa ( lo siento mucho por esa persona que describes).
Acaso alguien piensa que en la privada no ocurren tambien autenticas barbaridades de tipo negligente? Todo depende de el médico que te toque,es así de simple.
Lo que pasa es que, en la seguridad social somos tantos,que es imposible que se pueda atender a todos con la rapidez que deseariamos,pero eso ocurre cuando el tema no es muy grave,solo molesto,pero si es un tema serio, te atienden con la seriedad y la prontitud que el caso requiere.
Esa es mi experiencia y yo estoy muy agradecida, y creo que es justo comentar las cosas buenas que tiene nuestra seguridad social, que son muchas,aunque sería necesario vivir en el extrangero para apreciarlo,por lo que leo por aquí.
La seriedad brilla por la ausencia de una cantidad significativa de profesionales, que bien podrían sacar la bola de la bruja lola, para diagnosticar o para llevar el caso. La prontitud va ligada a los recortes. No te hacen una p* prueba, de hecho, los médicos cobran pluses por no hacer pruebas y no derivar a médico especialista.
Como bien dices, depende del médico, es la suerte de que te toque uno, que lo dé todo por tu caso o que pase de tí olímpicamente, ya que no eres de su familia. Nosotros ofrecimos la vivienda familiar al hospital público, en el centro de una ciudad de las cinco más importantes, les dió igual, "morirse con 30 años es ley de vida y no es un drama".
No hicieron nada, ni durante los primeros meses que estuvo suplicando por unos dolores y durante los que pudo tener una oportunidad para la supervivencia, ni durante los meses de la cruel enfermedad, en la que ahorraron con los calmantes y las gasas.
El joven se pasó semanas y meses, mirando las paredes de su habitación. El tratamiento de quimio todavía lo está pagando la familia, de origen humilde, en un centro privado, porque el hospital público se desentendió del chaval. Era un chaval trabajador y normal.
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