UL & ROSA
JAIME PEÑAFIEL
28/03/2020
CHSSS...
GRIÑÓN SIN VELATORIO NI FUNERAL
UNA RELACIÓN POCO FLUIDA
CUATRO MATRIMONIOS Y CINCO HIJOS
Descubra Orbyt
La soledad de los enfermos del coronavirus es una tortura para la familia, menos en el caso del marqués de Griñón quien, al sentirse mal –hay quien dice que el virus se lo pudo contagiar el cartonaje de las cajas de las botellas de sus famosos vinos estando en su finca de Malpica–, decidió trasladarse a la Fundación Jiménez Díaz, mientras Esther Doña se quedaba en el palacio de El Rincón guardando la cuarentena.
A diferencia de otros enfermos, Carlos Falcó mantuvo una relación telefónica permanente con su esposa. Hasta que, de repente, los pulmones del marqués se encharcaron entrando en un estado crítico que exigió su internamiento en la UCI. Aunque pareció superar la crisis, un fallo renal acabó con su vida. Dicen, aunque yo no lo creo, que sus últimas palabras fueron para Esther, su mujer: “Voy a luchar por ti, voy a luchar por pasar aún muchos años contigo”.
Desconozco las fuentes en la que Roseta Del Valle ha bebido, pero no creo que, mientras estuvo consciente, pensara que se moría.
La tragedia de Esther Doña, la marquesa viuda de Griñón, es doble: haber perdido a su marido y no poder ni velarle ni enterrarle con los honores que se merecía por ser quien era: marqués de Griñón , marqués de Castel Moncayo y Grande de España como hijo de los duques de Montellano, el gentilhombre de Alfonso XIII. Su amistad con el Rey Juan Carlos era casi de hermanos. No en balde los duques de Montellano cedieron su palacio del Paseo de la Castellana, hoy el edificio de la compañía de seguros La Unión y el Fénix, con once hectáreas de jardín, para que el entonces príncipe Juan Carlos viviera en él, hasta su ingreso en la Academia General Militar de Zaragoza.
Y con Fernando, el marqués de Cubas, hermano menor de Carlos “Don Juanito”, como le llamaban, compartió los años escolares enLas Jarillas, aquel colegio selectivo para que el Príncipe fuera relacionándose con compañeros muy monárquicos, of course.
La relación entre la familia Falcó y Esther Doña no era ni ha sido todo lo fluida que podía parecer.... que tampoco lo parecía. No hay que olvidar que a la boda del marqués de Griñón con la modelo malagueña ni Sandra ni Manolo, los dos hijos mayores del marqués, quisieron estar presente. Ni tampoco Tamara. Y después del grave y lamentable incidente en el hotel Eurobuilding de Madrid, que acabó con la detención de Carlos Falcó, la relación familiar no era precisamente idílica. Esa noche en los calabozos de una comisaría tras una escandalosa discusión del matrimonio no era fácil ni de olvidar ni de perdonar.
Gran empresario agrario y amante del campo, el lugar donde más disfrutaba de su tiempo, saltó a las páginas rosas por su azarosa vida sentimental con el balance de 4 matrimonios y 5 hijos. Carlos Falcó se casó por primera vez con Jeannine Girod, hija de un rico joyero suizo, madre de sus primeros hijos, Manuel y Sandra. Años después, estallaría el escándalo Julio Iglesias/ Isabel Preysler/ Carlos Falcó.
Era una hermosa mañana de primavera de 1978. Yo acababa de llegar a mi despacho de la revista Hola, de la que era redactor jefe. Como todos los días, puse en marcha el contestador automático en el que, entre otros muchos mensajes de voces que se identificaban, escuché una voz femenina anónima ella que me informaba de una presunta infidelidad de Isabel con el marqués de Griñón. Me hacía saber, incluso, el lugar donde se desarrollaban aquellos apasionados y secretos encuentros. El resto de esta historia de amor y desamor ya la he contado alguna que otra vez.
Se casaría con Isabel y de cuyo matrimonio nacería Tamara. Pero la aparición en la vida de Isabel del brillante político socialista Miguel Boyer dio al traste, de una forma escandalosa, lo que parecía una relación estable y duradera. Polémico matrimonio, pobre marqués. Mas adelante, inicia una relación con Fátima de la Cierva a quien yo califiqué “el milagro su vida” y que resultó no ser tal. Con ella tuvo otros dos hijos: Duarte y Aldara. Y, finalmente, la cuarta marquesa de Griñón, hoy, por desgracia, marquesa viuda. ¡Ay! Recuerdo aquella conversación que mantuve con ellos en el Teatro Real cuando le dije “Cuídale” y me contestó con cierto descaro “Que me cuide él”.
Y dice la muchacha con toda desvergüenza y descaro que ella no tiene ninguna culpa, que fueron “las autoridades sanitarias”. (...) ¡Qué coxx puede saber de Sanidad un filósofo? (...) Son tan incompetentes que les engañan hasta los chinos, adquiriendo unos tests que no tienen fiabilidad alguna, según declaraciones del propio Simón. (...) Han tenido que salir las autoridades de China para informarles de que la empresa donde han dirigido sus compras no es ni fiable ni está autorizada. (...) Y ahí están, el de los pantalones pitillo y el de la coleta saltándose a la torera la cuarentena. ¡Fantástico! dando ejemplo. (...) Pero eso sí, ocupando la atención del telediario durante horas para no decir nada y solo hablar de lo bien que lo están haciendo. ¡Se puede ser más caradura!
JAIME PEÑAFIEL
28/03/2020
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GRIÑÓN SIN VELATORIO NI FUNERAL
UNA RELACIÓN POCO FLUIDA
CUATRO MATRIMONIOS Y CINCO HIJOS
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La soledad de los enfermos del coronavirus es una tortura para la familia, menos en el caso del marqués de Griñón quien, al sentirse mal –hay quien dice que el virus se lo pudo contagiar el cartonaje de las cajas de las botellas de sus famosos vinos estando en su finca de Malpica–, decidió trasladarse a la Fundación Jiménez Díaz, mientras Esther Doña se quedaba en el palacio de El Rincón guardando la cuarentena.
A diferencia de otros enfermos, Carlos Falcó mantuvo una relación telefónica permanente con su esposa. Hasta que, de repente, los pulmones del marqués se encharcaron entrando en un estado crítico que exigió su internamiento en la UCI. Aunque pareció superar la crisis, un fallo renal acabó con su vida. Dicen, aunque yo no lo creo, que sus últimas palabras fueron para Esther, su mujer: “Voy a luchar por ti, voy a luchar por pasar aún muchos años contigo”.
Desconozco las fuentes en la que Roseta Del Valle ha bebido, pero no creo que, mientras estuvo consciente, pensara que se moría.
La tragedia de Esther Doña, la marquesa viuda de Griñón, es doble: haber perdido a su marido y no poder ni velarle ni enterrarle con los honores que se merecía por ser quien era: marqués de Griñón , marqués de Castel Moncayo y Grande de España como hijo de los duques de Montellano, el gentilhombre de Alfonso XIII. Su amistad con el Rey Juan Carlos era casi de hermanos. No en balde los duques de Montellano cedieron su palacio del Paseo de la Castellana, hoy el edificio de la compañía de seguros La Unión y el Fénix, con once hectáreas de jardín, para que el entonces príncipe Juan Carlos viviera en él, hasta su ingreso en la Academia General Militar de Zaragoza.
Y con Fernando, el marqués de Cubas, hermano menor de Carlos “Don Juanito”, como le llamaban, compartió los años escolares enLas Jarillas, aquel colegio selectivo para que el Príncipe fuera relacionándose con compañeros muy monárquicos, of course.
La relación entre la familia Falcó y Esther Doña no era ni ha sido todo lo fluida que podía parecer.... que tampoco lo parecía. No hay que olvidar que a la boda del marqués de Griñón con la modelo malagueña ni Sandra ni Manolo, los dos hijos mayores del marqués, quisieron estar presente. Ni tampoco Tamara. Y después del grave y lamentable incidente en el hotel Eurobuilding de Madrid, que acabó con la detención de Carlos Falcó, la relación familiar no era precisamente idílica. Esa noche en los calabozos de una comisaría tras una escandalosa discusión del matrimonio no era fácil ni de olvidar ni de perdonar.
Gran empresario agrario y amante del campo, el lugar donde más disfrutaba de su tiempo, saltó a las páginas rosas por su azarosa vida sentimental con el balance de 4 matrimonios y 5 hijos. Carlos Falcó se casó por primera vez con Jeannine Girod, hija de un rico joyero suizo, madre de sus primeros hijos, Manuel y Sandra. Años después, estallaría el escándalo Julio Iglesias/ Isabel Preysler/ Carlos Falcó.
Era una hermosa mañana de primavera de 1978. Yo acababa de llegar a mi despacho de la revista Hola, de la que era redactor jefe. Como todos los días, puse en marcha el contestador automático en el que, entre otros muchos mensajes de voces que se identificaban, escuché una voz femenina anónima ella que me informaba de una presunta infidelidad de Isabel con el marqués de Griñón. Me hacía saber, incluso, el lugar donde se desarrollaban aquellos apasionados y secretos encuentros. El resto de esta historia de amor y desamor ya la he contado alguna que otra vez.
Se casaría con Isabel y de cuyo matrimonio nacería Tamara. Pero la aparición en la vida de Isabel del brillante político socialista Miguel Boyer dio al traste, de una forma escandalosa, lo que parecía una relación estable y duradera. Polémico matrimonio, pobre marqués. Mas adelante, inicia una relación con Fátima de la Cierva a quien yo califiqué “el milagro su vida” y que resultó no ser tal. Con ella tuvo otros dos hijos: Duarte y Aldara. Y, finalmente, la cuarta marquesa de Griñón, hoy, por desgracia, marquesa viuda. ¡Ay! Recuerdo aquella conversación que mantuve con ellos en el Teatro Real cuando le dije “Cuídale” y me contestó con cierto descaro “Que me cuide él”.
Y dice la muchacha con toda desvergüenza y descaro que ella no tiene ninguna culpa, que fueron “las autoridades sanitarias”. (...) ¡Qué coxx puede saber de Sanidad un filósofo? (...) Son tan incompetentes que les engañan hasta los chinos, adquiriendo unos tests que no tienen fiabilidad alguna, según declaraciones del propio Simón. (...) Han tenido que salir las autoridades de China para informarles de que la empresa donde han dirigido sus compras no es ni fiable ni está autorizada. (...) Y ahí están, el de los pantalones pitillo y el de la coleta saltándose a la torera la cuarentena. ¡Fantástico! dando ejemplo. (...) Pero eso sí, ocupando la atención del telediario durante horas para no decir nada y solo hablar de lo bien que lo están haciendo. ¡Se puede ser más caradura!