Albert Rivera y Ciudadanos

Zaplana y Rivera Ciudadanos Valencia, el último reducto de los fieles de Zaplana
Son varias las voces que dicen que Cs en la Comunidad Valenciana no es más que una copia de lo que fue el exministro. No se dice sin ninguna base: hasta nueve personas destacadas cercanas a Zaplana han pasado por las filas del partido naranja.



Eduardo Zaplana y José Bono, con Albert Rivera en el Club Siglo XXI | EFE /Archivo

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madrid
23/05/2018 23:11 Actualizado: 23/05/2018 23:23
alejandro lópez de miguel /

beatriz asuar gallego
Eduardo Zaplana lo ha sido todo en el PP, pero su detención le ha llevado a convertirse en un personaje "del pasado", en palabras del número tres de los conservadores, Fernando Martínez-Maillo. La cúpula de Mariano Rajoy ha reaccionado en un tiempo récord, suspendiendo de militancia a quien fuera presidente de la Generalitat Valenciana, ministro e incluso portavoz del Gobierno, y todo el PP se esfuerza ahora por borrar sus lazos con Zaplana.

En este camino, con mayor o menor disimulo, los conservadores han llamado la atención sobre la relación entre el malogrado expresident y el partido de Albert Rivera. Como también ocurre con el expresidente del Gobierno, José María Aznar, al que Rivera emula en ciertas cuestiones especialmente en lo que respecta a Catalunya, en el PP hay quien afirma que Ciudadanos ha construido parte de su estructura de mando y de base sobre el trabajo de antiguos zaplanistas.

Los pormenores sobre la relación entre Rivera y Zaplana pueden considerarse "especulación", reconocen, pero que Ciudadanos se ha llevado a los zaplanistas de Alicante, y que esto ocurrió hace tiempo, es "un hecho", apuntan.

"Mucha de su gente en Alicante se ha pasado a Cs", afirman a su vez fuentes de Les Corts consultadas por Público. Explican que, tras la marcha de Zaplana y la llegada de Francisco Camps al poder, comenzaron a aflorar las tensiones y surgió la división en el grupo parlamentario. Estas divisiones, replicadas en otras estructuras, cristalizarían en el cambio de chaqueta de cuadros y dirigentes del PP, para pasar a engordar las filas de Ciudadanos.

Fuentes valencianas afirman las relaciones entre Zaplana y Rivera con "contacto privados" y "buen trato" entre ellos
Acusaciones que desde el partido niegan que sean reales: denuncian que es un intento del PP de "quitarse de encima" a Zaplana. En este sentido, José Manuel Villegas, secretario general de Ciudadanos, ha bromeado con esto señalando que "alguien hable de relaciones con Zaplana cuando ha sido su presidente de una comunidad, su ministro y su hombre fuerte toda la vida en Valencia es cuando menos gracioso". Fuentes de la formación naranja, justifican que tengan en filas valencianas dirigentes que eran cercanos a Zaplana es lógico por la deriva del PP, y apuntan que aprovechar este señalamiento evidencia los "nervios" de los conservadores por la fuga de dirigentes y el avance de Ciudadanos frente al PP en las encuestas electorales.

Pero, aunque fuera un intento de los conservadores de separarse de otro caso más de corrupción que rodea al partido, sí es cierto que son muchos los lazos entre el exministro y partido naranja. Otras fuentes del Parlamento valenciano confirman a Público que se ha visto a Rivera y Zaplana en varias ocasiones en las mismas conferencias y encuentros. Entre ellos, el acto en el que el exministro presentó a sociedad a Albert Rivera en el Club Siglo XXI. Además, de afirmar que se conoce que existen "contactos privados" y que hay un "buen trato" entre ambos.

Dos de los hombres fuertes de Cs en Valencia, Tormo y Argüeso vienen de filas zaplanistas
Aunque esto no es lo más destacable, porque lo que dicen los conservadores sobre que Ciudadanos se ha llevado zaplanistas se puede confirmar fácilmente. Emigdio Tormo, ahora uno de los hombres fuertes de Ciudadanos, que ocupa el cargo de portavoz del partido en la provincia de Alicante, fue concejal de Elche y trató de disputar la candidatura a la alcaldía a Mercedes Alonso en 2011, cuando estaba en el PP entre los que eran considerados zaplanistas. Tras la derrota, Tormo se mantuvo dos años más en las filas conservadoras. Hasta 2013, cuando las abandonó para presentarse como cabeza de lista en las provincia alicantina en las por Ciudadanos. Además, Tormo fue persona de confianza de Jose Joaquín Ripoll, vicepresidente de la Generalitat con Zaplana, que fue imputado en 2010 por cohecho, fraude y tráfico de influencias.

Otro de los dirigentes del partido naranja que comenzó su carrera política en el PP es Emilio Argüeso. Formó parte de la ejecutiva municipal y fue otro de los hombres cercanos a Zaplana. En 2009 decidió retirarse del partido conservador y años más tarde se pasó a Ciudadanos, en el que en un principio fue nombrado Delegado Territorial en la Región de Murcia y después en la Comunidad Valenciana. En las elecciones autonómicas de 2015 fue elegido como diputado en las Cortes Valencianas, al haberse presentado como número 2 de la lista del partido por la circunscripción electoral de Alicante.

Cristina Grau, jefa de prensa de Zaplana de 1999 a 2003, es desde el pasado mayo jefa del gabinete del grupo de Ciudadanos. La nueva síndica de la formación naranja en las Corts, Mari Carmen Sánchez, la eligió como jefa de gabinete en el primer nombramiento que realizó. En su designación, el periódico Levante, indica que Tormo favoreció su elección.

El que fue el primer coordinador provincial de Valencia, Fernando Mut, era otro destacado zaplanista: fue director general de Arquitectura en la conselleria de infraestructuras cuando Zaplana era president de la Generalistat. La incorporación de Mut a Ciudadanos llegó después de las elecciones europeas de mayo de 2016. Aunque su paso por el partido fue breve porque se vio forzado a dimitir tras descubrirse su implicación en el 'caso Innova'.

En varias ciudades de Alicante, seguidores de dirigentes zaplanistas les siguieron a las filas de Ciudadanos
A nivel local también han seguido estas fugas. El exalcalde de Alcoi entre 2003 y 2011, Jorge Sedano, ahora es el portavoz de Ciudadanos en el municipio. Senado era uno de los hombres de confianza de Miguel Peralta, que a su vez es uno de los integrantes y referentes del zaplanismo.

En Orihuela, la exconcejal conservadora Pepa Ferrando, también pasó a las filas de Ciudadanos llevándose varios afiliados del PP al partido naranja. En Benidorm, filas valencianas confirman que, aunque Gema Amor no se ha integrado en sus filas, sí lo hicieron sus seguidores en la ciudad que la acompañaron desde que fue nombrada directora general de Grandes Proyectos de la Generalitat en el año 2000 hasta que abandonó el PP para liderar una lista independiente, Centro Democrático Liberal.

Además, en Alicante también destacan otros nombres como Paco Sánchez, José Alberto Cortés, Pepe Ferrandiz, Belén González o Juan Molina. Según contó La Vanguardia, todos lograron plaza en instituciones de la Diputación de Alicante como el Instituto Juan Gil Albert o el ADDA, el auditorio de esta institución. Sánchez y González son otros de los dirigentes que destacan por una relación estrecha también con Ripoll.

La 'derechechización' de Ciudadanos
En junio de 2017 cuatro diputados de Ciudadanos se dieron de baja de la formación denunciando el "viraje ideológico" del partido. Uno de ellos, Alexis Marí, diputado en las Corts Valencianas y exportavoz de la formación, cuenta a Público que cuando tomaron la decisión ya llevaban tiempo denunciando la 'derechización' del partido: "En Ciudadanos había dos almas. Una éramos la gente que apostamos y creemos en la socialdemocracia, pero esto idea fue desapareciendo para el partido cuando se comenzaron a alimentar las filas con gente del PP".

Marí denuncia que "Cs tenía prácticas leninistas para fulminar a los que tuvieran un ápice de disconformidad"
Marí explica que agrupaciones enteras nacieron o se quedaron formadas por conservadores y señala que lo denunciaron en varias ocasiones. Pero la respuesta de la dirección del partido fue un vacío y señalamiento. "Llevaban prácticas leninistas para fulminar a todo el que tenía un ápice de disconformidad". "Se han ido a la derecha, incluso a la derecha del PP", lamenta el diputado ahora por el grupo mixto.

De esta forma, como Marí se fueron más dirigentes y militantes que eran cercanos a Carolina Punset, que abandonó la ejecutiva del partido en octubre de 2016. Mientras, fueron sumándose al partido zaplanistas: "Vimos que la parte ultraconservadora que apostaba por auxiliar al PP iba ganando cada vez más terreno", puntualiza el diputado. Con la salida de este sector, se abrió paso a un espacio idóneo para el zaplanismo que andaba huérfano. El crecimiento de Ciudadanos y su 'derechización' formaron el combo perfecto para darles cobijo.
 
Bueno el tema impuestos es muy complejo, yo por ejemplo vengo de un país donde los impuestos están en pañales, viví un tiempo en Alemania y ahí si que se pagan (hasta 50%) y ahora que me tengo que mover entre un país y otro pensé que podría tener algún beneficio pero la cosa no es tan fácil, mi siguiente destino es España y creo que tengo que aprender un poco de como está el tema por allá.
Aquí las cosas pintan bien pero en todos los países Europeos es diferente.
 
La España que no ama Albert Rivera


Cuesta creer que personas progresistas compartan la idea de España que abanderan Rivera o Cospedal. La España de los novios de la muerte, los toros, las banderas y los himnos, el autoritarismo y la corrupción

Desde hace meses se advierte que el gran triunfo de un aparente giro a la derecha está más basado en llenar identidades perdidas o no halladas

Es doblemente trágico en un momento en el que la derecha revienta por el PP y su nuevo detenido de peso: Eduardo Zaplana

Rosa María Artal
22/05/2018 - 20:35h
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Albert Rivera en la presentación de su movimiento España Ciudadana. EFE

Tenemos un político, con aspiraciones a presidir el gobierno, que solo ve españoles allá por donde camina. Las bromas sobre su visión de la realidad -ni rojo, ni azul; ni viejo, ni joven; ni trabajadores, ni rentistas- no deben enmascarar el profundo problema: Albert Rivera solo ve españoles de su cuerda. Los que le caben en su mirar de un solo ojo profundamente derecho como evidencian sus palabras y sus decisiones políticas. Rivera ha reeditado el discurso del fundador de Falange, José Antonio Primo de Rivera. Y ha asustado hasta a sus mentores. Lo lanzó en un acto que tuvo su momento culminante, nos dicen, con Marta Sánchez y “los versos que ella misma ha puesto a la Marcha Real". Es como si todo fuera una versión de segunda mano del más antiguo y nefasto ultranacionalismo de siempre.



Es doblemente trágico en un momento en el que la derecha revienta por el PP y su nuevo detenido de peso: Eduardo Zaplana. Seguro de su triunfo (demoscópico), Rivera ya manda. Manda hasta incorporar delitos de ingeniera legal. Anticipatorios. O ampliando, por la brava, el artículo 155 de control al gobierno electo de Catalunya. Pedro Sánchez en nombre del PSOE, se ha apuntado con fruición. Y al PP no hace falta animarle. Lista la gran coalición con la que soñaban los poderes del sistema. Se suelta tinta de calamar desde las cloacas del Estado contra los obstáculos – con motivo o sin él- y aquí gloria y después guerra.

Los expertos, sociólogos y politólogos, apuntan dos causa principales de este aparente viraje de la sociedad española hacía las posiciones retrógradas que acaudilla Rivera. La primera, que muchos lo ven como lo han vendido: de centro derecha, más a la izquierda del PP. Que ya es usar el modelo de Gafas Naranja. Y la otra, fundamental, que lleva a preguntarse: “ ¿Puedo mantenerme fiel a mi ideología o puedo votar por una vez a Ciudadanos para defender mi identidad”. Esto se da, principalmente, entre votantes del PSOE, que han descubierto en su alma una bandera rojigualda de bandas anchas que lo tapa todo. Les oyes y parece que les va la vida en ello. Como a Ciudadanos y a PP.

Desde hace meses se advierte que el gran triunfo del “a por ellos” y, por tanto de Ciudadanos, está basado en llenar identidades perdidas o no halladas. En la necesidad de un sentido de pertenencia. Al margen de un notable rechazo hacia los diferentes. Vamos, lo que es todo nacionalismo excluyente. Todo. Pero cuesta creer que personas progresistas compartan la idea de España que abanderan Rivera o Cospedal como máximos exponentes del movimiento.

Es la España de los novios de la muerte, los toros, el eterno cerrado y sacristía, las banderas y los himnos. A los que se ha sumado Marta Sánchez , con sus “ versos” de fin de curso en Colegio concertado, gran aportación de 2018. La España de hacer la vista gorda a las trampas, a la desigualdad, a nada que perturbe el “así ha sido toda la vida”.

Con suerte, los “patriotas civiles” –en definición de otra potente ideóloga del movimiento: Inés Arrimadas- se pasan a la España de Campofrío, a lo alegres que somos. A que nos dan las tantas en la calle. A que compartimos un plato entre muchos. Aunque los mismos miren para otro lado al conocer las carencias reales de esos 10 millones de personas que en España viven bajo el umbral de la pobreza. Aunque otros se lo quiten de la boca y lo compartan fuera de los focos. Así somos. Como la mayoría de los pueblos.

Lo prioritario es la unidad –que renquea desde el nacimiento de España como nación- a la fuerza y sin condiciones. Nos encontramos en pleno pulso suicida. Una cerrazón histórica –mutua- en busca de réditos electorales ha desembocado en un monstruo incontrolable ya, y que no lleva signo alguno siquiera de rebobinarse al menos hasta el aciago día en el que Rajoy llegó a la Moncloa.

En España hay viejos y jóvenes, mujeres a no excluir de los listados, y una notable diversidad de culturas y colores de piel. Bastante más enriquecedora que la uniformidad que buscan. Más aún, hay zotes a barullo y gente inteligentísima. Personas honradas y auténticos forajidos. Mujeres y hombres solidarios y generosos, y… políticos como muchos de los que ahora copan grandes espacios del escenario.

Nacer en un lugar o en otro es una cuestión accidental. De las definiciones de patriotismo clásicas, comparto la de George Bernad Shaw: “Patriotismo es tu convencimiento de que este país es superior a todos los demás porque tú naciste en él”. Y ése es todo el argumento. Es cierto que a muchas personas, a la mayoría, el lugar donde se ha nacido y crecido les crea potentes lazos afectivos, vinculados a su desarrollo como seres humanos. Pero de ahí, a construir todo un edificio de caracteres y superioridades sin tino va un trecho.

Nos están volviendo a vender una España de catálogo costumbrista y no la que empezaba a crecer. Una España abierta, con imaginación y creatividad. Con una capacidad de improvisación inigualable, debido a la falta de planificación previa concienzuda, en su caso. Siempre de una forma relativa, porque el peso de la España inamovible siempre se pega a los cimientos. Y de abiertos y creativos tienen bien poco.

En la España que nos venden somos campeones en tolerancia a la corrupción. En autocomplacencia. Lideramos la nueva lacra de los trabajadores pobres que acaba de descubrir, aterrada, la Francia que salió de Manuel Valls para entrar en Emmanuel Macron. Compartimos con Hungría o Polonia leyes autoritarias que abochornan. Tenemos condenados por cantar. Encarcelados durante largo tiempo en prisión preventiva y privados de sus derechos por hacer política. Bajo delitos que varios países no consideran tales y por eso no entregan a los que se fueron. Por mucho que insistan como hace el juez Llarena.

Llevamos camino, como los EEUU de Trump, de un Hagamos grande España otra vez, la de la pandereta y el autoritarismo que tantas veces ha acabado mal. Cuando podríamos hacer una España habitable y prospera de la que sentirse orgulloso de verdad. La que, desde la Justicia a menudo obstaculizada, ya obtiene logros en su lucha contra la corrupción. La que se vuelque por la ciencia en lugar de frenarla. Por la cultura, que tanto nos ha dado a pesar de las trabas. Por la educación que es el auténtico punto de apoyo de toda sociedad civilizada. Por los ciudadanos libres y conscientes. Una España que ría, escriba y cante sin miedo. Que respete a las personas en lugar de intentar embrutecerlas para usarlas. Que no se empecine en tomarnos por idiotas. Que apueste de una vez por la decencia y erradique a tanto miserable que pudre hasta las entrañas del Estado. Por la cooperación. Por el entendimiento. Que no frene el progreso apenas lo ve despuntar. Que se quite la caspa y la gomina, o, al menos, no la imponga como modelo. Que aviente la envidia y el odio.

En pocas palabras, la idea de España que yo y muchos otros amamos, no es la España de Albert Rivera. Pero múltiples fuerzas apuestan por ella y contra nosotros.

https://www.eldiario.es/zonacritica/Espana-ama-Rivera_6_774182600.html


Espero que los votantes tomen nota de la que se viene encima con éste hombre.
 
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INVESTIGACIÓN
El tesorero de Ciudadanos ocultó a la comisión de investigación del Senado que tenía tres procesos judiciales en Brasil
  • “No tengo ninguna causa ni en España ni fuera de España”, aseguró Carlos Cuadrado en el Senado el 13 de julio de 2017
  • En realidad tenía pendientes tres procesos, entre ellos uno por el impago de una deuda de 74.000 euros con el Banco Itau. En esa causa, Cuadrado acaba de perder su último recurso y deberá pagar
  • "Lo que yo quería decir es que no tenía ninguna causa penal que me impidiese declarar ante la comisión", señala Cuadrado a infoLibre, para explicar por qué ocultó la información sobre sus procesos en Brasil
Joana ElAceitunoMisogino / Manuel Rico
 
La España que no ama Albert Rivera


Cuesta creer que personas progresistas compartan la idea de España que abanderan Rivera o Cospedal. La España de los novios de la muerte, los toros, las banderas y los himnos, el autoritarismo y la corrupción

Desde hace meses se advierte que el gran triunfo de un aparente giro a la derecha está más basado en llenar identidades perdidas o no halladas

Es doblemente trágico en un momento en el que la derecha revienta por el PP y su nuevo detenido de peso: Eduardo Zaplana

Rosa María Artal
22/05/2018 - 20:35h
Albert-Rivera-Espana-Ciudadana-EFE_EDIIMA20180522_0815_4.jpg

Albert Rivera en la presentación de su movimiento España Ciudadana. EFE

Tenemos un político, con aspiraciones a presidir el gobierno, que solo ve españoles allá por donde camina. Las bromas sobre su visión de la realidad -ni rojo, ni azul; ni viejo, ni joven; ni trabajadores, ni rentistas- no deben enmascarar el profundo problema: Albert Rivera solo ve españoles de su cuerda. Los que le caben en su mirar de un solo ojo profundamente derecho como evidencian sus palabras y sus decisiones políticas. Rivera ha reeditado el discurso del fundador de Falange, José Antonio Primo de Rivera. Y ha asustado hasta a sus mentores. Lo lanzó en un acto que tuvo su momento culminante, nos dicen, con Marta Sánchez y “los versos que ella misma ha puesto a la Marcha Real". Es como si todo fuera una versión de segunda mano del más antiguo y nefasto ultranacionalismo de siempre.



Es doblemente trágico en un momento en el que la derecha revienta por el PP y su nuevo detenido de peso: Eduardo Zaplana. Seguro de su triunfo (demoscópico), Rivera ya manda. Manda hasta incorporar delitos de ingeniera legal. Anticipatorios. O ampliando, por la brava, el artículo 155 de control al gobierno electo de Catalunya. Pedro Sánchez en nombre del PSOE, se ha apuntado con fruición. Y al PP no hace falta animarle. Lista la gran coalición con la que soñaban los poderes del sistema. Se suelta tinta de calamar desde las cloacas del Estado contra los obstáculos – con motivo o sin él- y aquí gloria y después guerra.

Los expertos, sociólogos y politólogos, apuntan dos causa principales de este aparente viraje de la sociedad española hacía las posiciones retrógradas que acaudilla Rivera. La primera, que muchos lo ven como lo han vendido: de centro derecha, más a la izquierda del PP. Que ya es usar el modelo de Gafas Naranja. Y la otra, fundamental, que lleva a preguntarse: “ ¿Puedo mantenerme fiel a mi ideología o puedo votar por una vez a Ciudadanos para defender mi identidad”. Esto se da, principalmente, entre votantes del PSOE, que han descubierto en su alma una bandera rojigualda de bandas anchas que lo tapa todo. Les oyes y parece que les va la vida en ello. Como a Ciudadanos y a PP.

Desde hace meses se advierte que el gran triunfo del “a por ellos” y, por tanto de Ciudadanos, está basado en llenar identidades perdidas o no halladas. En la necesidad de un sentido de pertenencia. Al margen de un notable rechazo hacia los diferentes. Vamos, lo que es todo nacionalismo excluyente. Todo. Pero cuesta creer que personas progresistas compartan la idea de España que abanderan Rivera o Cospedal como máximos exponentes del movimiento.

Es la España de los novios de la muerte, los toros, el eterno cerrado y sacristía, las banderas y los himnos. A los que se ha sumado Marta Sánchez , con sus “ versos” de fin de curso en Colegio concertado, gran aportación de 2018. La España de hacer la vista gorda a las trampas, a la desigualdad, a nada que perturbe el “así ha sido toda la vida”.

Con suerte, los “patriotas civiles” –en definición de otra potente ideóloga del movimiento: Inés Arrimadas- se pasan a la España de Campofrío, a lo alegres que somos. A que nos dan las tantas en la calle. A que compartimos un plato entre muchos. Aunque los mismos miren para otro lado al conocer las carencias reales de esos 10 millones de personas que en España viven bajo el umbral de la pobreza. Aunque otros se lo quiten de la boca y lo compartan fuera de los focos. Así somos. Como la mayoría de los pueblos.

Lo prioritario es la unidad –que renquea desde el nacimiento de España como nación- a la fuerza y sin condiciones. Nos encontramos en pleno pulso suicida. Una cerrazón histórica –mutua- en busca de réditos electorales ha desembocado en un monstruo incontrolable ya, y que no lleva signo alguno siquiera de rebobinarse al menos hasta el aciago día en el que Rajoy llegó a la Moncloa.

En España hay viejos y jóvenes, mujeres a no excluir de los listados, y una notable diversidad de culturas y colores de piel. Bastante más enriquecedora que la uniformidad que buscan. Más aún, hay zotes a barullo y gente inteligentísima. Personas honradas y auténticos forajidos. Mujeres y hombres solidarios y generosos, y… políticos como muchos de los que ahora copan grandes espacios del escenario.

Nacer en un lugar o en otro es una cuestión accidental. De las definiciones de patriotismo clásicas, comparto la de George Bernad Shaw: “Patriotismo es tu convencimiento de que este país es superior a todos los demás porque tú naciste en él”. Y ése es todo el argumento. Es cierto que a muchas personas, a la mayoría, el lugar donde se ha nacido y crecido les crea potentes lazos afectivos, vinculados a su desarrollo como seres humanos. Pero de ahí, a construir todo un edificio de caracteres y superioridades sin tino va un trecho.

Nos están volviendo a vender una España de catálogo costumbrista y no la que empezaba a crecer. Una España abierta, con imaginación y creatividad. Con una capacidad de improvisación inigualable, debido a la falta de planificación previa concienzuda, en su caso. Siempre de una forma relativa, porque el peso de la España inamovible siempre se pega a los cimientos. Y de abiertos y creativos tienen bien poco.

En la España que nos venden somos campeones en tolerancia a la corrupción. En autocomplacencia. Lideramos la nueva lacra de los trabajadores pobres que acaba de descubrir, aterrada, la Francia que salió de Manuel Valls para entrar en Emmanuel Macron. Compartimos con Hungría o Polonia leyes autoritarias que abochornan. Tenemos condenados por cantar. Encarcelados durante largo tiempo en prisión preventiva y privados de sus derechos por hacer política. Bajo delitos que varios países no consideran tales y por eso no entregan a los que se fueron. Por mucho que insistan como hace el juez Llarena.

Llevamos camino, como los EEUU de Trump, de un Hagamos grande España otra vez, la de la pandereta y el autoritarismo que tantas veces ha acabado mal. Cuando podríamos hacer una España habitable y prospera de la que sentirse orgulloso de verdad. La que, desde la Justicia a menudo obstaculizada, ya obtiene logros en su lucha contra la corrupción. La que se vuelque por la ciencia en lugar de frenarla. Por la cultura, que tanto nos ha dado a pesar de las trabas. Por la educación que es el auténtico punto de apoyo de toda sociedad civilizada. Por los ciudadanos libres y conscientes. Una España que ría, escriba y cante sin miedo. Que respete a las personas en lugar de intentar embrutecerlas para usarlas. Que no se empecine en tomarnos por idiotas. Que apueste de una vez por la decencia y erradique a tanto miserable que pudre hasta las entrañas del Estado. Por la cooperación. Por el entendimiento. Que no frene el progreso apenas lo ve despuntar. Que se quite la caspa y la gomina, o, al menos, no la imponga como modelo. Que aviente la envidia y el odio.

En pocas palabras, la idea de España que yo y muchos otros amamos, no es la España de Albert Rivera. Pero múltiples fuerzas apuestan por ella y contra nosotros.

https://www.eldiario.es/zonacritica/Espana-ama-Rivera_6_774182600.html


Espero que los votantes tomen nota de la que se viene encima con éste hombre.

@IDOLO tus mensajes no salían la pantalla estaba blanca, ahora si salen
 
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