Es que a algunos del clero es para darles de comer aparte. A mí me ocurrió en la basílica de Nazaret. Iba por libre, en un pequeño grupo laico con guías judíos, cuando nos invadió en masa un grupo de católicos. En estas, estaba separada de mi grupo y, pretendiendo alcanzarles, entorpeció mi paso una fila de 3 sacerdotes católicos que me salía por la derecha, mirándome con cara de odio. Ni mi parada radical y respetuosa cediéndoles el paso, ni mi mirada compungida (pues no les había visto) sirvieron para dulcificar esas tres miradas agresivas. Total, luego tuve que frotarme con ellos y los restantes de la fila para poder acceder a mi grupo, situado en el otro extremo. Supongo que no se dieron cuenta que yo formaba parte de otro grupo minoritario, no vieron justificación a mi apresuramiento y lo interpretaron como una falta de respeto, pero que, tras mi actitud respetuosa persistieran en sus gestos arrogantes y hostiles no tiene nombre, y menos en unos representantes de la Iglesia.A mi no me extrañan estas cosas. Ni nunca entendí toda la parafernalia que lleva alrededor. Recuerdo hace unos cuatro comprando en una muestra de dulce de conventos a la que suelo ir. Estaba mirando dulces para comprar y de pronto noté que me empujaban y cuando me di cuenta era el arzobispo. Había llegado para hacerse la foto y hasta luegui. No hace falta empujar a nadie. En fin, mucho circo.