Aventuras y desventuras de la "zarina" Marta Ortega. Boda con Carlos Torretta. Han sido padres de una niña llamada Matilda

Yo, menos mal que me casé en una época en que todo se hacía con más sentido común. Ahora, cuando voy a las bodas de los hijos de mis amigos, que son las bodas que me tocan, me horrorizo del montaje. Aquí unos ejemplos de lo que agradezco todos los días haberme librado:
  • Tener que entrar con el novio trotando al son de no sé qué música agitando el ramo,
  • Interrumpir la cena a mitad con otra música que obliga a los novios a volver a salir trotando para entregar el ramo o partes de él a diversas amigas de la novia que también se ponen a trotar y se abrazan mucho y muy sentidamente,
  • Despeinarme al primer trote. Recuerdo que a mí no se me movió un pelo del moño en toda la boda y a las novias de ahora las veo despeinadas desde el momento en que empieza la cena.
  • Hacer que los invitados agiten las servilletas cada vez que se ponen a trotar, que hace un efecto Bernabéu en las noches de Champions.
  • Tener que posar con los invitados en un photo call con unos marabúes, gafas gigantes, sombreritos ridículos y demás abalorios.
  • Los zapatos joya o de otro color: los míos eran normales, forrados con la tela del traje y con un tacón lo suficientemente cómodo como para quedarle con ellos toda la noche y sentirme guapa de inicio a fin.
He dicho!

De verdad hacen todas esas cosas, me da que no me caso nunca
 
Fotógrafo de bodas.
El anténtico Peter Lindbergh.


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Yo no se dar una puntada, pero tenía unas tías modistas que me hicieron mil cosas, con el burda y sus patrones, me medían, marcaban con la tiza... Que recuerdos! Eso era una copia igual, a mi me hacían ropa infantil obviamente, pero a mi madre y tías les hacían cosas que alucinabas, que si el abrigo que había sacado Grace de Mónaco, que si el traje de chaqueta de la Kennedy. Pues Amancio Ortega tuvo la brillante idea de hacerlo a escala mayor.


Pero no se puede comparar el trabajo pulcro y minucioso de una modista con el de los empleados de Amancio Ortega donde lo que importa es sacar el mayor numero de prendas posible y en el menor tiempo
 
Pero no se puede comparar el trabajo pulcro y minucioso de una modista con el de los empleados de Amancio Ortega donde lo que importa es sacar el mayor numero de prendas posible y en el menor tiempo

No me refería a eso tan concreto, si no a la idea de poner la moda y las tendencias a la mano de todos. Mis tías eran pulcras y cuidadoras, pero eran más bien artesanas y eso es otra cuestión, la idea artística y el patronaje eran de otros, a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar. Todas se hartaban de copiar modelos de los grandes modistas, por mucho amor que le pusieran a sus vestidos.
 
Última edición:
No me refería a eso tan concreto, si no a la idea de poner la moda y las tendencias a la mano de todos. Mis tías eran pulcras y cuidadoras, pero eran más bien artesanas y eso es otra cuestión, la idea artística y el patronaje eran de otros, a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar. Todas se hartaban de copiar modelos de los grandes modistas, por mucho amor que le pusieran a sus vestidos.

Fue como poner la moda al alcance de las familias que no se podían permitir comprar en grandes almacenes o en boutiques, (como la mía).
 
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